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La Argentina y los diez años de magisterio social del papa francisco

Pbro. Carlos Alberto Accaputo - Comisión Pastoral Social - Arquidiócesis de Bs. As.

Los aniversarios son un momento propicio para mirar hacia el pasado desde el presente y soñar con un futuro. En este sentido, considerar el impacto en la realidad nacional del papado de Francisco, resulta un desafío intelectual significativo. Es una cuestión que no puede reducirse solo a los cambios producidos en la Iglesia y a sus estrategias pastorales, como tampoco es cuantificable materialmente ni es mensurable en las modificaciones de hábitos culturales de los diversos actores –sociales, sindicales, empresarios, políticos, económicos, culturales– como fruto de su amplio y rico magisterio social.

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Ese impacto, si pudiéramos asirlo siendo que es historia actual, recorre otro espacio, resulta intangible, se vertebra en los modos de pensar, en las problemáticas contemporáneas que plantea y en los horizontes que abre.

Muchos análisis han querido reducir el accionar del Papa Francisco al mero simbolismo o a una gestualidad sobreactuada en el ámbito de lo político. Son formas de encorsetarlo, achicándolo a lo anecdótico, banalizándolo.

Esas aproximaciones impiden visualizar cuestiones de mayor profundidad. Entre ellas, la que se relacionan a un modo de pensar lo social, lo cultural y lo político que invita a una verdadera transformación, expresado especialmente en las encíclicas Laudato ‘Si y Frattelli Tutti. La combinación entre diagnósticos con caracterización de escenarios, la denuncia con la identificación de problemáticas graves y el planteo de alternativas abiertas, impregna sus intervenciones. Desde una mirada compleja, Francisco integra aportes de diversas disciplinas en la que se abordan las realidades en sus diferentes dimensiones sin caer en reduccionismos espiritualistas o coyunturales. Todo ello configura un modo de pensar lo que le otorga una identidad original a sus planteos y propuestas.

Desde ese posicionamiento se despliega una prédica hacia adentro de la Iglesia con la lucha contra la corrupción -finanzas, pederastia, “internismo” y “carrerismo”, estilo de vida suntuoso-, la ausencia de “salida” y de ardor misionero, y hacia afuera, señalando la crisis socio ambiental, denunciando los límites del capitalismo globalizado de base telecomunicacional y financiero, de carácter predatorio, homogeneizante y unidimensional.

Este modo de pensar, tiene un método, criterios de juicio, categorizaciones y el despliegue de un lenguaje propio. Se trata de un pensamiento en movimiento, inquieto, atento a las nuevas situaciones y realidades. Hunde sus raíces en la Iglesia del Concilio Vaticano II y en las formas particulares que asumió en América Latina tras Medellín, Puebla y Aparecida. Este pensamiento está signado por una actitud de diálogo con el mundo. Las formas coloquiales que asume buscan construir un puente con la sensibilidad actual y llegar al mayor número de personas y ambientes.

Las críticas al paradigma tecnocrático, a la constitución del mundo como una esfera indiferenciada, al individualismo autoreferencial, resultan contraculturales, como así también lo son sus llamados a la hospitalidad con los migrantes, la opción por los pobres, y la construcción de un mundo poliédrico con nuevos estilos de desarrollo integral solidarios y sostenibles.

Su mensaje propiciando el desarrollo de los principios de unidad sobre el conflicto, del todo sobre la parte, de lo real sobre la idea y del tiempo sobre el espacio para la construcción comunitaria de una Cultura del Encuentro, enunciadas en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, entran en coli- sión con la política-espectáculo, cortoplacista y sin horizontes que sobresale en la práctica de las dirigencias de los diversos ámbitos.

Este pensamiento y las propuestas que se derivan de él, son recibidos de distintos modos. Hay quienes los toman y se los apropian para sus marcos de referencia y sus acciones; también están quienes adoptan su retórica sin llevarlos a sus últimas consecuencias; por último, no faltan quienes los rechazan, ya que afectan poderes constituidos, modos de dominación e interrogan sobre las conductas personales y grupales.

Más allá de eso, para todos los que queremos trabajar por una Patria donde la fraternidad, la solidaridad, la justicia y el Bien Común no sean meras palabras, este cuerpo doctrinal no ha dejado de inspirar muchas y valiosas iniciativas para nuestro pueblo. Como testimonio de este camino, recuerdo que en el año 2005, con ocasión de la realización de la VIII Jornada de la Pastoral Social de la Arquidiócesis de Buenos Aires, y como fruto de la exposición del entonces Cardenal Bergoglio en esa Jornada, le expresamos la necesi- dad de que su pensamiento no se podía perder. Fue así que, accediendo a nuestro requerimiento, se publicó el libro “La Nación por construir: utopía, pensamiento y compromiso”.

Sus enseñanzas, gestos y propuestas, constituyen un rico legado y un valioso patrimonio de ideas que van generando y seguirán inspirando nuevas actitudes en personas, grupos y sectores, aunque resulte imposible medirlo o apreciarlo cabalmente en el presente.

Norberto

Liwski

DNI – Defensa de Niños Internacional. Sección Argentina

Transcurrían los primeros meses del año 2002 y la gravedad de la crisis política, económica y social presentaba un doloroso cuadro con signos de desintegración, deterioro máximo de las responsabilidades del Estado y un alarmante crecimiento de la pobreza representada en la niñez y adolescencia y en la cual cada diez de nuestros pibes y pibas, siete de ellos/as encontraban comprometidos sus derechos básicos en las variadas dimensiones. En esas circunstancias asumiendo un compromiso patriótico y sin reservas a favor de nuestros chicos y chicas iniciamos un programa que pusiera en el centro la restitución de derechos de los más vulnerables.

En ese camino me reencontré con Jorge Bergoglio por entonces Arzobispo de Buenos Aires, quien fiel a sus convicciones y trayectoria y con enorme generosidad se sentó a nuestro lado para ayudarnos a encontrar el camino que alumbrara ese momento de oscuridad, y eso significó caminar juntos en los barrios populares, sentarnos a escuchar la voz de los adolescentes y reconstruir proyectos de participación y recuperación de la esperanza. Su actitud no fue una sorpresa sino una reafirmación de la coherencia que había tenido el privilegio de compartir en otros momentos y particularmente con sus queridos curas de las villas y barrios populares, religiosas y mujeres y hombres laicos que reconocen el valor de este compromiso solidario.

Durante el papado de Francisco tuvimos oportunidad de reencontrarnos en varias ocasiones y cada encuentro representa una fuente inagotable de motivación, de proyección colectiva para continuar y profundizar el compromiso social, político y una docencia cuyos límites no son las aulas de las universidades, sino que se desarrolla en los espacios sociales donde conviven las situaciones de vulneración con el empeño comunitario de sus organizaciones y la búsqueda de nuevos aprendizajes.

A lo largo de estos 10 años el Papa Francisco ha transmitido al mundo un pensamiento basado en el respeto a la dignidad humana y con un profundo conocimiento de las realidades sociales y políticas.

Víctor Lupo

Movimiento Social del Deporte

Fue en 1977, cuando conocí al padre Jorge Bergoglio, provincial de los jesuitas, a través de la filósofa Amelia Podetti y el Lic. Juancho Lumerman, para ofrecerle, en ese entonces, formar una Licenciatura sobre Líderes y Dirigentes Deportivos en la Universidad de El Salvador, proyecto que lamentablemente no prosperó. Después estuve varia veces en distintas reuniones y disertaciones con él. En sus Jornadas de Pastoral Social que desde el año 1998 se realizan en la Ciudad de Buenos Aires; también en su trabajo pastoral en la Villa 21-24, acompañando al Padre Pepe Di Paola. Por razones personales participé de su acompañamiento a los familiares de la Tragedia de Cromañón, la más grande que se tenga memoria en nuestro país.

En el año 2007, siendo Director de Deportes de Ciudad de Buenos Aires, participé del panel de Ciudadanía y Bien Común en el Encuentro Arquidiocesano de Niñez y Adolescencia junto con Mons. Oscar Ojea y el actual Párroco de Caacupé, Padre Toto De Vedia, donde expuse sobre “la vida de San Juan Bosco y su gran incidencia sobre el Deporte en los niños del mundo”. El cierre de este Encuentro estuvo a cargo del Cardenal Jorge Bergoglio.

Francisco trajo a un mundo fracturado el mensaje del poder de la humildad y el poder del amor. Como Papa debió luchar muchas veces con una cultura occidental hedonista que valora mucho más la codicia que la solidaridad y en esa batalla en la profundidad de los seres humanos le está poniendo el sello a su Papado.

Francisco lucha cada día por conseguir que el espíritu del Amor de Cristo se encarne una estructura de la Iglesia que oscila entre ser solamente un factor de poder y generar acciones más propias de ONGs que del mensaje evangélico.

Enfrascados como estamos los argentinos en una absurda pelea de perros entre nosotros muy pocas lo hemos escuchado o lo que es peor hemos intentado usar las enseñanzas papales como armas arrojadizas contra otros argentinos.

Como San Francisco de Asís este Francisco de nuestro tiempo anda por los caminos del mundo tratando de reconstruir esa Iglesia derruida en el corazón de cada uno.

Adolfo Pérez Esquivel Premio Nobel de la Paz

La iglesia en el mundo camina entre luces y sombras, entre angustias y esperanzas, los cambios vertiginosos que vive la humanidad son un desafío de encontrar caminos de unidad y compromiso hacia la construcción de un mundo más justo y fraterno.

Bergoglio al asumir el pontificado como Francisco marcó un camino claro y contundente, volver a las fuentes del Evangelio, a la espiritualidad y el compromiso junto a los pobres hacer realidad de poner “el Amor en Acción”; nos pide “oren por mí”, sabiendo que asumir la responsabilidad de ser sucesor de Pedro y buscar restablecer el equilibrio de la unidad y la Paz en la diversidad, no como la ausencia de los conflictos, sino de restablecer el diálogo y la unidad frente a la realidad que vive la Iglesia y los pueblos muchas veces sometidos a conflictos e intereses políticos, sociales y económicos bajo grupos de poder por sectores que no es- tán dispuestos a perder sus privilegios y espacios de poder.

Hoy el mundo vive la incertidumbre y peligro de la guerra nuclear entre las grandes potencias que pone en riesgo la vida planetaria.

Volver a la espiritualidad y compromiso junto a los pobres y fortalecer el caminar de la Iglesia como pueblo de Dios. Francisco no predica la resignación, marca caminos de transformación espiritual en lo social, cultural y político a la luz del Evangelio.

Juan XXVIII convoca al Concilio Vaticano II, decía que era necesario que la Iglesia abra las puertas y ventanas para que entre la luz, y sacudir el polvo de tantos siglos.

Es necesario hacer memoria para que nos ilumine el presente.

El Papa Francisco da a conocer la Encíclica Laudato sí, que despierta a la responsabilidad de restablecer el equilibrio de la Obra de la Creación, entre las necesidades de la humanidad y el respeto a la Madre Tierra, desafío que la humanidad debe asumir y proteger la Casa Común.

Llama a los gobiernos a abrir sus men- tes y corazón a la solidaridad, y construir la “Cultura del Encuentro”, y reclama que reciban a los miles de refugiados que huyen de sus tierras por los conflictos, armados, el hambre y desesperación que salen en busca nuevos horizontes de vida. Viaja y lleva el apoyo solidario a los refugiados en la Isla de Lampedusa, en Italia y a la de Lesbos, en Grecia y en sus viajes a diversos pueblos del mundo llevando el mensaje del Evangelio.

Convoca y reclama a las grandes potencias poner fin a la guerra y a las armas nucleares y abre sus brazos para compartir el ecumenismo con otros credos en la diversidad y la unidad; convoca a los jóvenes a ser protagonistas de sus propias vidas y constructores de sus propias historias.

A diez años de su pontificado debemos tener presente que Francisco es el primer Papa latinoamericano y argentino que enfrenta con coraje y decisión los problemas a lo interno de la Iglesia y busca compartir con otros credos y pueblos un nuevo amanecer para la humanidad y el mundo. El camino es poner el “Amor en Acción” por una joven animadora que salía de la salita de materiales gritando “¡Bergoglio! ¡Bergoglio es el nuevo Papa!”

A mí, la novedad histórica de un Papa sudamericano y argentino me llegó en medio de los pibes de los hogares y en la voz de una joven.

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