Natividad. Novena Tradicional de Navidad.

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Natividad IESUS CHRISTUS NATUS EST NOBIS:

VENITE, ADOREMUS


Natividad IESUS CHRISTUS NATUS EST NOBIS:

VENITE, ADOREMUS


Iesus Christus Natus Est Nobis: Venite, Adoremus Natividad Novena Tradicional de Navidad Portada: “La Virgen del Velo”, óleo sobre madera. Siglo XVI. Escuela Flamenca. Colección del Capítulo Metropolitano. Arquidiócesis de Bogotá Catedral Primada de Colombia Parroquia de San Pedro Apóstol Basílica Menor de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora Señor Presbítero Astolfo Ricardo Moreno Salamanca Cura Párroco de la Catedral Primada Historiador César A. Nieto Rubio. Pbro. Fotografía Archivo Catedral Primada Rafael Álvarez Diseño y Diagramación VOXSTUDIO Datos

Copyright 2010 Catedral Primada de Colombia Edición No.2 2000 Ejemplares ISBN: 978-958-44-5856-8


Natividad IESUS CHRISTUS NATUS EST NOBIS:

VENITE, ADOREMUS

NOVENA TRADICIONAL DE NAVIDAD



PRESENTACIÓN

L l

a Catedral Primada de Colombia quiere presentar a la familia colombiana el texto de la Novena de Navidad compuesto en el siglo XVIII por Fray Fernando de Jesús, OFM. y popularizado en el siglo XIX en Santa Fe por la Madre María Ignacia. Se trata de una de las más íntimas y tradicionales expresiones de la piedad bogotana que ha contribuido notoriamente a la educación religiosa y la identidad cristiana de la familia colombiana. En las tierras americanas las novenas son un elemento heredado de España, que enriquecidas por el espíritu mestizo adaptan su aspecto a las nuevas circunstancias y generan así un proceso pedagógico de evangelización. El tema central es, pues, la preparación a la celebración del Nacimiento del Señor, durante nueve días, con un ejercicio espiritual de profundo sentido comunitario.

Debemos advertir de una vez, que la Novena fue un obsequio personal de fray Fernando a una dirigida espiritual, o sea, no fue pensada como una lectura popular abierta; los textos, de considerable exquisitez literaria, comparados con los de otras novenas de su época, eran desconocidos hasta que los recibió la Madre María Ignacia. Este paso de lo privado a lo popular despierta un interés especial que conlleva a esta Novena ha de ser entendida en el marco de la Piedad popular y una de las principales tradiciones del Patrimonio Cultural de Colombia. El Autor

Fachada de la Catedral Primada de Colombia y la Capilla del Sagrario, durante la el tiempo de Adviento con un Pesebre de Gran Formato en el atrio.

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“Y tú Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.”


HISTORIA

de la NOVENA

E

l autor de la Novena de Navidad fue el místico y lingüista ecuatoriano Fernando de Jesús Larrea, OFM.1 Nacido en Quito (Ecuador), en 1700 y fallecido en Cali (Colombia), el 3 de noviembre 1773. Vistió el hábito franciscano a los 16 años en el convento de la Recolección de San Diego de Quito. Una vez ordenado sacerdote en 1725, se dedicó a la enseñanza de la filosofía y de la teología. Inauguró su carrera de predicador de misiones populares en 1732, con ocasión de las fiestas de Quito en honor de la Virgen del Quinche. En 1742 se dedicó a predicar en misiones populares en el Valle del Cauca, Cundinamarca, Boyacá, Santander y Tolima; pero su obra más importante fue la fundación del Colegio de Misiones de San Joaquín de Cali, en 1757.

Frontispicio de la edición limeña, 1788.


Además de la célebre Novena, el Padre Larrea es señalado como el autor del Vocabulario de la lengua general de los indios del Putumayo y Caquetá. Junto con el carisma de misionero y predicador ejercitado por muchas regiones de Colombia, fray Fernando de Jesús tuvo el de la dirección espiritual, y aquí comienza la trama de nuestra historia acerca de la Novena, pues una de sus dirigidas fue doña María Clemencia Gertrudis de Jesús Cayzedo Vélez Ladrón de Guevara de Aróstegui y Escota, con quien el fraile mantuvo una constante comunicación escrita desde 1762. Esta mujer advirtió la urgente necesidad de educación que tenía la juventud femenina en Bogotá y la falta de maestras capacitadas para tal oficio. Así, solicitó la asesoría de la Compañía de María, fundada por Santa Juana de Lestonnac en 1607. Después de superar las dificultades propias de una nueva idea social de la educación, y mediante cédula real de Carlos III, se aprobó la fundación del Monasterio–Colegio de La Enseñanza, realizada el 23 de abril de 1783. A Doña María Clemencia obsequió Fray Fernando el texto de la Novena para el Aguinaldo. Ignoramos la fecha de tal obsequio, porque el documento original se encuentra aún extraviado. Como referencia más antigua se tiene el primer texto impreso en Lima en 1788. Esta edición se conoció en Bogotá gracias a la edición preparada por la Imprenta Patriótica en 1807. Por el contacto con el Padre Larrea y por su relación con el Colegio de La Enseñanza, siempre se ha supuesto que esta práctica piadosa fuera conocida en Bogotá como devoción, primero de doña María Clemencia, luego de las monjas y sus alumnas hasta llegar a la Madre María Ignacia. La Novena del Aguinaldo fue conocida por una de las figuras más importantes de la literatura femenina colombiana: Bertilda Samper Acosta, quien había nacido en Bogotá el 31 de Julio de 1856. Era hija del humanista, periodista, y político José María Samper y de la reconocida humanista y escritora Soledad Acosta de Samper. Desde muy niña, Bertilda viajó por Europa y América, y juntamente con el castellano aprendió el inglés y el francés. Además de los talentos académicos heredados de sus padres, esta poetisa pertenecía a una familia de próceres, pues su abuelo, el historiador Joaquín Acosta y Pérez de Guzmán había participado en el movimiento intelectual de las gestas patriotas de la Independencia nacional. Desde muy niña mostró una ardiente piedad religiosa que la llevó, en 1886, a vestir el hábito de La Enseñanza, muy a pesar de su madre, que había criticado la vida de Clausura en La Monja en el Mosaico, escrito de 1866. Una vez en religión Bertilda –nombre que doña Soledad había empleado para varias de sus obras literarias-, se llamó María Ignacia. Su actividad literaria continuó y se convirtió en la cronista de su Orden. Falleció el 21 de julio de 1910. La Madre María Ignacia recibió en La Enseñanza la Novena de Fray Fernando de Jesús y la retocó de manera considerable. La edición más célebre es la publicada y aprobada por el Arzobispo Bernardo Herrera Restrepo en noviembre de 1910 bajo el título Novena del Niño Dios. Desde entonces, este ejercicio de piedad popular se acrecentó en Bogotá y luego en Colombia como sinónimo de la preparación para la celebración de la Navidad. Con los años se le han hecho adiciones y transformaciones, pero el texto de 1910 permanece aprendido casi de memoria, como señal de tradición espiritual.

1 Cf. MANTILLA, Luis Carlos, OFM. Cali y su Convento de San Francisco. Bogotá, 1985.

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¿Cómo rezar la NOVENA?

En la tradición colombiana se establecio un orden para el rezo de la Novena comenzando con las oraciones para todos los dias, luego la consideración para cada día, después según la tradición franciscana se leen las Jornadas y el pesebre se adecua según la descripción de estas mismas cambiando todos los días, para luego rezar los gozos y finalizar con la oración al Niño Jesús. Recomendamos rezar la Novena de la siguiente forma:

1. Oración para todos los días 2. considerACIÓN PARA CADA DÍA 3. oración a nuestra señora 4. oración a san josé 5. JORNADAS 6. afectos y aspiraciones para la venida del niño jesús 7. ORACIÓN AL NIÑO JESÚS 8. Villancicos


CONTENIDO Presentación.....5 Historia de la novena.....8 ¿cómo rezar la novena?.....10 contenido......11 oración para todos los días....13 oración a nuestra señora.....15 oración a san josé.....17 afectos y aspiraciones por la venida del niño jesús.....19 oración al niño jesús consideraciones dia primero.....15 dia segundo....27 dia tercero.....29 dia cuarto....31 dia quinto.....33 dia sexto.....35 dia septimo.....37 dia octavo.....39 dia noveno .....41 jornadas dia primero.....45 dia segundo....47 dia tercero.....49 dia cuarto....51 dia quinto.....53 dia sexto.....55 dia septimo.....57 dia octavo.....59 dia noveno .....61 villancicos.....63

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ORACIÓN para todos los días

B b

enignísimo Dios de infinita caridad que tanto amásteis a los hombres, que les dísteis en vuestro Hijo la mejor prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado, suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació, y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén. Se reza tres veces el Gloria al Padre.

Jesús niño y el Padre Eterno

Óleo sobre tela. Siglo XVIII. Autor: Pedro Figueroa. Capilla del Bautisterio. Catedral Primada de Colombia. Jesús niño con la cruz sobre el hombro derecho y los clavos en la mano izquierda. El Eterno Padre toma la cruz y le señala el paraíso terrenal en donde aparece Eva dando el fruto prohibido a Adán. La escena, tomada del libro Canon de Obispos, representa el Misterio de la Santísima Trinidad, la creación del hombre y la Redención del género humano.

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día

primero

E

n el principio de los tiempos el Verbo reposaba en el seno de su Padre en lo más alto de los cielos; allí era la causa a la par que el modelo de toda creación. En esas profundidades de una incalculable eternidad permanecía el niño de Belén antes de que se dignase bajar a la tierra y tomar visiblemente posesión de la gruta de Belén. Allí es donde debemos buscar sus principios, que jamás han comenzado, de allí debemos datar la genealogía del Eterno, que no tiene antepasados y contemplar la vida de complacencia infinita que allí llevaba. La vida del Verbo eterno en el seno de su Padre era una vida maravillosa; y sin embargo ¡misterio sublime! Busca otra morada, una mansión creada. No era porque en su mansión eterna faltase algo a su infinita felicidad, sino porque su misericordia infinita anhelaba la redención y la salvación del género humano, que sin El no podría verificarse. El pecado de Adán había ofendido a un Dios, y esa ofensa infinita no podía ser condonada sino por los méritos del mismo Dios. La raza de Adán había desobedecido y merecido un castigo eterno; era, pues, necesario para salvarla y satisfacer su culpa, que Dios, sin dejar el Cielo, tomase la forma del hombre sobre la tierra, y con la obediencia a los designios de su Padre, expiase aquella desobediencia, ingratitud y rebeldía. Era necesario, en las miras de su amor, que tomase la forma, las debilidades e ignorancias inconscientes de la infancia, para expiar las debilidades e ignorancia sistemática del hombre; que creciese, para darle crecimiento espiritual; que sufriese, para enseñar a morir a sus pasiones y a su orgullo y por eso el Verbo eterno, ardiendo en deseos de salvar al hombre, resolvió hacerse hombre, también, y así redimir al culpable.

Después de la consideración del día se continúa con la oración al Niño Jesús.

Detalle. Artículo 1. Credo in unum Deum Patrem Omnipotentem Creatorem coeli et terrae.

Creo en un solo Dios Padre Omnipotente Creador del cielo y de la tierra. Artículos del Credo. Colección de doce óleos sobre tela (1 extraviado) pintados por Miguel de Santiago en el siglo XVII. Se identifican los artículos del Credo por medio de las cartelas de cada cuadro.

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ORACIÓN a

nuestra señora QUE CON LO QUE SE SIGUE SE DIRá todos los días

S

oberana María, que por vuestras grandes virtudes, y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por Madre suya, os suplico que Vos misma preparéis y dispongáis mi alma, y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre! comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le aguardásteis Vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén. Se reza tres veces el Avemaría y el Gloria al Padre.

La Virgen Inmaculada

Óleo sobre tela. Siglo XVII. Autor: Gaspar de Figueroa Aparece Nuestra Señora en actitud orante, sobre una luna en cuarto creciente y en la cabeza una corona de doce estrellas.

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ORACIÓN a

san josé

QUE CON LO QUE SE SIGUE SE DIRá todos los días

o O

h Santísimo José, esposo de María y padre putativo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvisteis al divino Niño, me abraséis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su Divina Esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.

Se reza un Padre Nuestro, un Avemaría y el Gloria al Padre.

San José con el Niño.

Óleo sobre tela. Siglo XVII. Autor: Gaspar de Figueroa.

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AFECTOS Y ASPIRACIONES

PORLA VENIDA DELniño jesús Dulce Jesús mío, mi Niño adorado, ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

Adonái: “Señor mío”, nombre hebreo que hace referencia a Dios.

Jesé es el hijo de Obed, nieto de Booz y padre de David. Árbol genealógico de Jesucristo.

¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh Divino Niño ven, para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios! Ven…

Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas de regio palacio! ¡Sácanos, o Niño, con tu blanda mano, de la cárcel triste que labró el pecado! Ven…

¡Oh, Adonaí potente que, a Moisés hablando, de Israel al pueblo disteis los mandatos! Ah! ven prontamente para rescatamos y que un Niño Débil muestre fuerte brazo! Ven…

¡Oh lumbre de Oriente, Sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios! Ven…

¡Oh raíz sagrada, de Jesé, que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado Lirio de los valles, bella flor del campo. Ven…

¡Espejo sin mancha, Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y, en forma de niño da al mísero amparo! Ven…

Destalle. Puerta de los ángeles.

Madera tallada, dorada y policromada. Siglo XX. Dos tableros de ocho plafones cada uno, decorados con follaje y uvas en los centros, sostienen en la parte superior a cuatro ángeles músicos, tañedores de laúd, arpa, viola pomposa y bajón, que hacían parte del expositorio del retablo mayor de la Catedral en el siglo XVII.

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Puede leerse: “ven, que ya Maria prepara sus brazos donde verán al nino en tiempo cercano”.

Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado ya la oveja arisca, ya el cordero manso! Ven…

¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano. Ven…

Ábranse los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío como riego Santo! ¡Ven hermoso Niño ven Dios humanado! Luce, hermosa estrella, brota, flor del campo! Ven…

¡Véante mis ojos, de Ti enamorados! Bese ya tus plantas! Bese ya tus manos! Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases te dice mi llanto! Ven…

Ven, que ya María previene sus brazos, do su Niño vean, en tiempo cercano! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! Ven…

Ven, Salvador nuestro, por quién suspiramos: Ven a nuestras almas! Ven, no tardes tanto!

Puerta de los ángeles.

Madera tallada, dorada y policromada. Siglo XX. Dos tableros de ocho plafones cada uno, decorados con follaje y uvas en los centros, sostienen en la parte superior a cuatro ángeles músicos, tañedores de laúd, arpa, viola pomposa y bajón, que hacían parte del expositorio del retablo mayor de la Catedral en el siglo XVII.

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ORACIÓN al

niño jesús

QUE CON LO QUE SE SIGUE SE DIRá todos los días

A

cordaos ¡oh Dulcísimo Niño Jesús! Que dijisteis a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado. Llenos de confianza en Vos ¡oh Jesús! que sois la misma Verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayudadnos a llevar una vida santa para conseguir una Eternidad bienaventurada. Concedednos por los méritos infinitos de vuestra Encarnación y de vuestra Infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Vos ¡oh Niño Omnipotente! seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén

Detalle Artículo 3. Qui conceptus est de Spiritu Sancto ex Maria Virgine. Por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen. Artículos del Credo. Colección de doce óleos sobre tela (1 extraviado) pintados por Miguel de Santiago en el siglo XVII. Se identifican los artículos del Credo por medio de las cartelas de cada cuadro

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día

SEGUNDO

E

l Verbo Eterno se halla a punto de tomar su naturaleza creada en la santa casa de Nazaret, en donde moraban María y José. Cuando la sombra del decreto divino vino a deslizarse sobre ella, María estaba sola y engolfada en la oración. Pasaba las silenciosas horas de la noche en la unión más estrecha con Dios; y mientras oraba, el Verbo tomó posesión de su morada creada. Sin embargo, no llegó inopinadamente; antes de presentarse envió un mensajero, que fue el Arcángel San Gabriel, para pedir a María, de parte de Dios, su consentimiento para la Encarnación. El Creador no quiso efectuar este gran misterio sin la aquiescencia de su criatura. Aquel momento fue muy solemne, era potestativo en María el rehusar. ¡Con qué adorables delicias, con qué inefable complacencia aguardaría la Santísima Trinidad a que María abriese los labios y pronunciase el fiat que debió ser suave melodía para sus oídos, y con el cual se conformaba su profunda humildad a la omnipotente voluntad divina! La Virgen Inmaculada ha dado su asentimiento. El Arcángel ha desaparecido. Dios se ha revestido de una naturaleza creada; la voluntad eterna está cumplida y la creación completa. En las regiones del mundo angélico, estallaba un júbilo inmenso, pero la Virgen María ni le oía ni hubiera prestado atención a él. Tenía inclinada la cabeza, y su alma estaba sumida en un silencio que se asemejaba al de Dios. El Verbo se había hecho carne y, aunque todavía invisible para el mundo, habitaba ya entre los hombres que su inmenso amor había venido a rescatar. No era ya solo el Verbo Eterno, era el Niño Jesús, revestido de la apariencia humana, y justificando ya el elogio que de Él han hecho todas las generaciones al llamarlo el más hermoso de los hijos de los hombres. Después de la consideración del día se continúa con la oración al Niño Jesús.

La Anunciación.

Óleo sobre tela. Siglo XVIII. Autor: Andrés Callejas. La Virgen María recibe el anuncio del Arcángel San Gabriel.

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día

TERCERo

A

sí había comenzado su vida encarnada el Niño Jesús. Consideremos el alma gloriosa y el santo cuerpo que había tomado, adorándolo profundamente. Admirando en primer lugar el alma de ese divino Niño, consideremos en ella la plenitud de su gracia santificadora; la de su ciencia beatífica, por lo cual desde el primer momento de su vida vio la divina Esencia más claramente que todos los ángeles y leyó lo pasado y lo porvenir con todos sus arcanos y conocimientos. No supo nunca por adquisición voluntaria nada que no supiese por infusión desde el primer momento de su ser, pero Él adoptó todas las enfermedades de nuestra naturaleza a que dignamente podía someterse, aun cuando no fuesen necesarias para la grande obra que debía cumplir. Pidámosle que sus divinas facultades suplan la debilidad de las nuestras y les den nueva energía, que su memoria nos enseñe a recordar sus beneficios, su entendimiento a pensar en Él, su voluntad a no hacer sino lo que Él quiere y en servicio suyo. Del alma del Niño Jesús pasemos ahora a su cuerpo, que era un mundo de maravillas, una obra maestra de la mano de Dios. No era, como el nuestro, una traba para su alma: era por el contrario, un nuevo elemento de santidad. Quiso que fuese pequeño y débil como el de todos los niños, y sujeto a todas las incomodidades de la infancia, para asemejarse más a nosotros y participar de nuestras humillaciones. El Espíritu Santo formó ese cuerpecito divino con tal delicadeza y tal capacidad de sentir, que pudiese sufrir hasta el exceso para cumplir la grande obra de nuestra redención. La belleza de ese cuerpo del divino Niño fue superior a cuanto se ha imaginado jamás; y la divina sangre que por sus venas empezó a circular desde el momento de su Encarnación es la que lava todas las manchas del mundo culpable. Pidámosle que lave las nuestras en el sacramento de la penitencia, para que el día de su dichosa Navidad nos encuentre purificados, perdonados y dispuestos a recibirle con amor y provecho espiritual.

Después de la consideración del día se continúa con la oración al Niño Jesús.

San Estanislao de Kostka.

Óleo sobre tela. Siglo XVIII. Taller de Vásquez.

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Día

CUARTO

D

esde el seno de su Madre comenzó el Niño Jesús a poner en práctica su entera sumisión a Dios, que continuó sin la menor interrupción durante toda su vida. Adoraba a su Eterno Padre, le amaba, se sometía a su voluntad; aceptaba con resignación el estado en que se hallaba, conociendo toda su debilidad, toda su humillación, todas sus incomodidades. ¿Quién de nosotros quisiera retroceder a un estado semejante con el pleno goce de la razón y de la reflexión? ¿Quién pudiera sostener a sabiendas un martirio tan prolongado, tan penoso de todas maneras? Por ahí entró el divino Niño en su dolorosa y humillante carrera; así empezó a anonadarse delante de su Padre; a enseñamos lo que Dios merece por parte de su criatura; a expiar nuestro orgullo, origen de todos nuestros pecados, y hacemos sentir toda la criminalidad y desorden de este orgullo. ¿Deseamos hacer una verdadera oración? Empecemos por formamos de ella una exacta idea, contemplando al Niño en el seno de su Madre. El divino Niño ora, y ora del modo más excelente. No habla, no medita ni se deshace en tiernos afectos. Su mismo estado, aceptado con la intención de honrar a Dios, es su oración: y ese estado expresa altamente todo lo que Dios merece, y de qué modo quiere ser adorado de nosotros. Unámonos a las adoraciones del Niño Dios en el seno de María; unámonos a su profundo abatimiento, y sea este el primer efecto de nuestro sacrificio a Dios. Démonos a Dios, no para ser algo, como lo pretende continuamente nuestra vanidad, sino para no ser nada; para quedar enteramente consumidos y anonadados, para renunciar a la estimación de nosotros mismos, a todo cuidado de nuestra grandeza, aunque sea espiritual; a toda mira interesada, a todo movimiento de vanagloria. Desaparezcamos a nuestros propios ojos, y que Dios solo sea todo para nosotros. Después de la consideración del día se continúa con la oración al Niño Jesús.

La Virgen en contemplación.

Colección pictórica de Gregorio Vásquez, correspondiente a los siglos XVII y XVIII.

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día

QUINTO

Y

a hemos visto la vida que llevaba el Niño Jesús en el seno de su purísima Madre; veamos hoy la vida que llevaba también María durante el mismo espacio de tiempo. Necesidad hay de que nos detengamos en ella si queremos comprender, en cuanto es posible a nuestra limitada capacidad, los sublimes misterios de la encarnación y el modo como hemos de corresponder a ellos. María no cesaba de aspirar al momento en que gozaría de esa visión beatífica terrestre: la faz del Dios encarnado. Estaba a punto de ver aquella faz humana que debía iluminar el cielo durante toda la eternidad. Iba a leer el amor filial en aquellos mismos ojos, cuyos rayos deberían esparcir para siempre la felicidad en millones de elegidos. Iba a ver aquel rostro todos los días, a todas horas, a cada instante, durante muchos años. Iba a verle en la ignorancia aparente de la infancia, en los encantos particulares de la juventud y en la serenidad reflexiva de la edad madura. Haría todo lo que quisiese de aquella faz divina; podría estrecharla contra la suya con toda la libertad del amor materno; cubrir de besos los labios que deberían pronunciar la sentencia a todos los hombres; contemplarla a su gusto durante su sueño o despierto, hasta que la hubiese aprendido de memoria... ¡Cuán ardientemente deseaba ese día! Tal era la vida de expectativa de María!... era inaudita en sí misma, más no por eso dejaba de ser el tipo magnífico de toda vida cristiana. No nos contentemos con admirar a Jesús residiendo en María, sino pensemos que en nosotros también reside por esencia, potencia y presencia. Sí, Jesús nace continuamente en nosotros y de nosotros, por las buenas obras que nos hace capaces de cumplir, y por nuestra cooperación a la gracia; por manera que el alma del que se halla en gracia, es un seno perpetuo de María, en Belén interior sin fin. Después de la comunión, Jesús habita en nosotros, durante algunos instantes, real y sustancialmente como Dios y como hombre, porque el mismo Niño que estaba en María, está también en el Santísimo Sacramento. ¿Qué es todo eso sino una participación de la vida de María durante esos maravillosos meses; y una expectativa tan llena de delicias como la suya? Después de la consideración del día se continúa con la oración al Niño Jesús.

Ángel. Talla en piedra. Mausoleo. Cementerio de la Catedral Primada de Colombia.

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día

SEXTO

J

esús había sido concebido en Nazaret, domicilio de José y de María, y allí era de creerse que había de nacer, según todas las probabilidades, mas Dios lo tenía dispuesto de otra manera y los profetas habían anunciado que el Mesías nacería en Belén de Judá, ciudad de David. Para que se cumpliese esta predicción, Dios se sirvió de un medio que no parecía tener ninguna relación con este objeto, a saber: la orden dada por el Emperador Augusto de que todos los súbditos del imperio romano se empadronasen en el lugar de donde eran originarios. María y José como descendientes que eran de David, no estaban dispensados de ir a Belén; y ni la situación de la Virgen Santísima, ni la necesidad en que estaba José del trabajo diario que les aseguraba la subsistencia, pudo eximirles de este largo y penoso viaje, en la estación más rigurosa e incómoda del año. No ignoraba Jesús en qué lugar debía nacer, y así inspira a sus padres que se entreguen a la Providencia, y que de esta manera concurran inconscientemente a la ejecución de sus designios. Almas interiores, observad este manejo del divino Niño, porque es el más importante de la vida espiritual: aprended que el que se haya entregado a Dios ya no ha de pertenecerse a sí mismo, ni ha de querer en cada instante sino lo que Dios quiera para él, siguiéndole ciegamente aún en las cosas exteriores, tales como el cambio de lugar donde quiera que le plazca conducirle. Ocasión tendréis de observar esta dependencia y esta fidelidad inviolable en toda la vida de Jesucristo, y este es el punto sobre el cual se han esmerado en imitarle los santos y las almas verdaderamente interiores, renunciando absolutamente a su propia voluntad.

Después de la consideración del día se continúa con la oración al Niño Jesús.

Inmaculada Concepción.

Óleo sobre tela. Siglo XVIII. Autor: Pablo Caballero.

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día

SÉPTIMO

R

epresentémonos el viaje de María y José hacia Belén, llevando consigo, aún no nacido, al Creador del universo, hecho hombre. Contemplemos la humildad y la obediencia de ese divino Niño, que, aunque de raza judía y habiendo amado durante siglos a su pueblo con una predilección inexplicable, obedece así a un príncipe extranjero que forma el censo de población de su provincia, como si hubiese para él en esa circunstancia algo que le halagase, y quisiese apresurarse a aprovechar la ocasión de hacerse empadronar oficial y auténticamente como súbdito en el momento en que venía al mundo. ¿No es extraño que la humillación, que causa tan invencible repugnancia a la criatura, parezca ser la única cosa creada que tenga atractivos para el Creador? ¿No nos enseñará la humildad de Jesús a amar esa hermosa virtud? Ah!... ¡que llegue el momento en que aparezca el deseado de las naciones porque todo clama por ese feliz acontecimiento! El mundo sumido en la oscuridad y el malestar, buscando y no encontrando el alivio de sus males, suspira por su libertador. El anhelo de José, la expectativa de María, son cosas que no puede expresar el lenguaje humano. El Padre Eterno se halla, si nos es lícito emplear esta expresión, adorablemente impaciente por dar su Hijo único al mundo y verle ocupar su puesto entre las criaturas visibles. El Espíritu Santo arde en deseos de presentar a la luz del día esa santa humanidad tan bella que Él mismo ha formado con tan especial y divino esmero. En cuanto al divino Niño, objeto de tantos anhelos, recordemos que hacia nosotros avanza lo mismo que hacia Belén. Apresuremos con nuestros deseas el momento de su llegada; purifiquemos nuestras almas para que sean su mística morada, y nuestros corazones para que sean su mansión terrenal. Que nuestros actos de mortificación y desprendimiento preparen los caminos del Señor y hagan rectos sus senderos.

Después de la consideración del día se continúa con la oración al Niño Jesús.

Virgen de la Rosa. Óleo sobre tela ubicado detrás de la Cátedra. Catedral de Bogotá.

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día

OCTAVO

L

legan a Belén José y María, buscando hospedaje en los mesones, pero no lo encuentran, ya por hallarse todo ocupado, ya porque se les desechase a causa de su pobreza. Empero, nada puede turbar la paz interior de los que están fijos en Dios. Si José experimentaba tristeza cuando era rechazado de casa en casa, porque pensaba en María y en el Niño, sonreíase también con santa tranquilidad cuando fijaba sus miradas en su casta esposa. El Niño aún no nacido regocijábase de aquellas negativas, que eran el preludio de sus humillaciones venideras. Cada voz áspera, el ruido de cada puerta que se cerraba ante ellos, era una dulce melodía para sus oídos. Eso era lo que había venido a buscar. El deseo de esas humillaciones era lo que había contribuido a hacerle tomar la forma humana. ¡Oh divino Niño de Belén! Estos días que tantos han pasado en fiestas y diversiones, o descansando muellemente en cómodas y ricas mansiones, ha sido para vuestros padres un día de fatiga y vejaciones de toda clase. Ay! el espíritu de Belén es el de un mundo que ha olvidado a Dios... ¡Cuántas veces no ha sido también el nuestro! ¿No cerramos continuamente con ruda ignorancia la puerta a los llamamientos de Dios, que nos incita a convertimos, o a santificamos, o a conformamos con su voluntad? ¿No hacemos mal uso de nuestras penas, desconociendo su carácter celestial, aunque cada uno a su modo lo lleva gravado en sí? Dios viene a nosotros muchas veces en la vida, pero no conocemos su faz. No le reconocemos hasta que nos vuelve la espalda y se aleja después de nuestra negativa. Pónese el sol del 24 de Diciembre detrás de los tejados de Belén y sus últimos rayos doran la cima de las rocas escarpadas que le rodean. Hombres groseros codean rudamente al Señor en las calles de aquella aldea oriental y cierran sus puertas al ver a su Madre. La bóveda de los cielos aparece purpurina por encima de aquellas colinas frecuentadas por los pastores. Las estrellas van apareciendo una tras otra. Algunas horas más y aparecerá el Verbo Eterno.

Después de la consideración del día se continúa con la oración al Niño Jesús.

El Sueño de San José.

Óleo sobre tela. Siglo XVII. San José escucha la voz del ángel que le dice: “No temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo”. (Mateo 1, 20-25)

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Día

NOVENO

L

a noche ha cerrado del todo en las campiñas de Belén. Desechados por los hombres y viéndose sin abrigo, María y José han salido de la inhospitalaria población y se han refugiado en una gruta que se encontraba al pie de la colina. Seguía a la Reina de los ángeles el jumento que le había servido de humilde cabalgadura durante el viaje, y en aquella cueva hallaron un manso buey, dejado allí probablemente por alguno de los caminantes que había ido a buscar hospedaje en la ciudad. El divino Niño, desconocido por sus criaturas racionales, va a tener que acudir a las irracionales para que calienten con su tibio aliento la atmósfera helada de esa noche de invierno, y le manifiesten, con esto y con su humilde actitud, el respeto y adoración que le había negado Belén. La rojiza linterna que José tiene en la mano ilumina tenuemente ese pobrísimo recinto; ese pesebre lleno de paja, que es figura profética de las maravillas del altar, y de la íntima y prodigiosa unión eucarística que Jesús ha de contraer con los hombres. María está en oración en medio de la gruta, y así van pasando silenciosamente las horas de esa noche llena de misterios. Pero ha llegado la media noche, y de repente vemos dentro de ese pesebre, poco antes vacío, EL DIVINO NIÑO esperado, vaticinado, deseado durante cuatro mil años con tan inefables anhelos! A sus pies se postra su Santísima Madre, en los transportes de una adoración de la cual nada puede dar idea. José también se le acerca y le rinde el homenaje con que inaugura su misterioso e imponderable oficio de Padre putativo del Redentor de los hombres. La multitud de ángeles que descienden del cielo a contemplar esa maravilla sin par, dejan estallar su alegría y hacen vibrar en los aires las armonías de ese Gloria in Excelsis que es el eco de la adoración que se produce en torno del trono del Altísimo, hecho perceptible por un instante a los oídos de la pobre tierra. Convocados por ellos, vienen en tropel los pastores de la comarca a adorar al recién nacido y presentarle sus humildes ofrendas. Ya brilla en Oriente la misteriosa estrella de Jacob, y ya se pone en marcha hacia Belén la caravana espléndida de los Reyes Magos, que dentro de pocos días vendrán a depositar a los pies del divino Niño el oro, el incienso y la mirra, que son símbolo de la caridad, de la oración y de la mortificación. ¡Oh adorado Niño! nosotros también, los que hemos hecho esta novena para prepararnos al día de vuestra Navidad, queremos ofreceros nuestra pobre adoración: no la rechacéis! Venid a nuestras almas, venid a nuestros corazones llenos de amor. Encended en ellos la devoción a vuestra santa Infancia, no intermitente y sólo circunscrita al tiempo de vuestra Navidad, sino siempre y en todos los tiempos; devoción que, fielmente practicada y celosamente propagada, nos conduzca a la vida eterna, librándonos del pecado y sembrando en nosotros todas las virtudes cristianas.

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Después de la consideración del día se continúa con la oración al Niño Jesús.

Adoración de los pastores.

En el centro está la Virgen con el Niño y un grupo de pastores. En la parte superior aparecen figuras de ángeles que cantan y tocan instrumentos musicales.


Antes de terminar la presentación de los textos de la Novena, conviene hacer mención de las Jornadas hechas por La Virgen y San José de Nazaret a Belén, y que el Padre Larrea escribió a petición del sacerdote Pedro Ramírez. Estas jornadas son tradicionales en las iglesias de los franciscanos, en las que el arreglo del pesebre va cambiando desde el 16 hasta el 24 de diciembre de acuerdo a la jornada.


jor na das 43



DÍA

PRIMERO

E

sta es la primera jornada, y es el Monte Tabor, donde obró el Divino Niño el misterio de la Transfiguración en su crecida edad, manifestando su gloria a los tres discípulos. Donde contemplarás la humildad y pobreza, con que emprendió su viaje nuestra purísima Reina, y no llevando otra cosa que un poco de pan y fruta para tan dilatadas jornadas, caminando por aquellos montones de nieve, en un pobre y humilde jumento. Y al Santísimo Esposo hecho paje de estribo de la Reina Madre, llevando en sus hombros el fardito de la ropa y ajuar del Divino Niño, guiando el jumento por las veredas más suaves. Contempla también cómo, llegando a aquel alto monte, le formó el Santo José entre las ramas un pabellón con su humilde capa, para resistir los aires fríos del riguroso invierno. Mira, también, al Divino Niño, en aquel virginal tálamo, donde teniendo muy presente el misterio de la Transfiguración, miraba los pocos que le habían de seguir por las sendas del camino de la cruz, para llegar a la posada eterna de la gloria. Los muchos que habían de perderse en la peregrinación y viaje a la eternidad, por el camino ancho de la perdición; y mira qué camino llevas para llegar al alto monte de la gloria; y pídeles a nuestros peregrinos sagrados que te admitan en su compañía, para llegar con seguridad al Belén de la gloria.

Detalle. La Anunciación.

Óleo sobre tela. Siglo XVIII. Autor: Andrés Callejas. La Virgen María recibe el anuncio del Arcángel San Gabriel.

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DÍA

SEGUNDO

E

sta es la segunda jornada, y es la ciudad de Naín, donde resucitó el Niño Dios al hijo de la viuda, en su crecida edad. Contempla en esta jornada los trabajos de nuestra Reina y Señora experimentando las lluvias del cielo, los aires fríos, las penalidades del camino, a su Santo Esposo caminando a pie, y apartando el jumento de las veredas ásperas, limpiando los caminos pedregosos, cansado, hasta llegar a la ciudad. Donde puedes considerar en este Patriarca Santo, la vergüenza que pasaría en las puertas de los mesones, buscando posada para su fatigada Esposa, las palabras ásperas y desabridas con que le despedían los mesoneros como gente interesada, el desconsuelo con que se quedaría en el rincón del portal, aumentando la pena de ambos Esposos, el ver a Dios a las puertas de un mesón, sin dar entrada a la misma luz: y mira tú cuántas veces has hecho lo mismo, despidiendo a Dios de tu corazón con el pecado, por tener tu alma hecha un mesón público de los demonios. Abre en este día las puertas de tu corazón, y oye que te dice el vientre de su madre: mira, alma mía, en cuya busca vengo para llevarte a mi gloria, que estoy llamando a las puertas de tu corazón, ábreme que no tengo donde reclinar la cabeza.

La Anunciación.

Óleo sobre tela. Siglo XVIII. Autor: Pablo Antonio García. El ángel dice a María: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús”. (Lucas 1, 26)

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DÍA

TERCERO

L

a tercera jornada de nuestra purísima Reina, desde la ciudad de Naín hasta los campos de Samaria, donde le salieron al Niño Dios en su crecida edad, aquellos diez leprosos. Considera, cómo siendo mucha la gente que cruzaba aquel camino, para cumplir con el edicto del César, al ver a nuestros sagrados peregrinos en tan suma pobreza, unos los atropellaban, otros los apartaban como a gente humilde y despreciable, y de esta suerte, míralos llegar a los campos de Samaria, y sin tener dónde alojarse, y qué sentiría el Santo Patriarca alojándose en aquel despoblado campo, todo sembrado de nieve, sin poder aliviar la pena que padecería con los aires fríos la más tierna y delicada niña, y qué padecería el Divino Niño en sus entrañas, cuando vio así tratada a su Santísima Madre; y mira cuántas veces atropellas al Niño Dios traspasando su Santa Ley, apartándole de tu corazón y de tu alma, por hacer tu gusto y voluntad; y procura en esta posada salir al encuentro del Divino Niño, para que te sane como a los leprosos manifestándole tus llagas, pues no viene a otra cosa que a curar la lepra de todo el linaje humano.

El Sueño de San José.

Detalle. Óleo sobre tela. Siglo XVII.

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DÍA

CUARTO

E

sta es la cuarta jornada, y el pozo de Siquén, donde se contemplan los nuevos trabajos de Nuestra Reina y Señora caminando unos ratos a pie y otros en el jumentillo y el Santo José tirando de la bestiezuela, los pies descalzos y ampollados; donde habiendo llegado puedes considerar este día cómo teniendo a la vista aquella fuente de agua nuestra soberana Reina, viendo que se acercaba su dichoso parto, la devoción con que desenvolviendo el fardito del ajuar del Divino Niño, hincada de rodillas, lava la camisita y los pañitos en que había de envolver aquel rico Tesoro de los cielos. Mira y contempla aquel fuego de amor en que se abrazaba su corazón, con los deseos de ver entre sus brazos a aquel Verbo hecho carne, para nuestro remedio.

Virgen del Carmen..

Escultura de madera tallada y policromada. Siglo XX. Autor: Montañez.

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DÍA

QUINTO

C

amina, alma mía, en compañía de nuestros sagrados peregrinos sin perderlos de vista, y contempla en esta quinta jornada que hizo nuestra purísima Reina desde el pozo de Siquén hasta el llamado Necmas; contempla lo que dice la venerable Madre, María de Jesús de Ágreda, que muchas veces se hospedaba la Santísima Virgen entre los corrales de las ovejas, porque no le daban otro mejor lugar los hombres; pues considera este día que, no hallando en este corto lugar posada, se retira a la montaña, entrando por las puertas de la cabaña, se levantan alegres los corderillos y las ovejas, y con sus balidos le ofrecen aquel humilde lugar, retirándose, como dice la venerable Madre, a un rincón, reconociendo los brutos a su Señor y Creador. Considera, pues, la humildad de la Santísima Virgen y Reina de los ángeles, mírala apearse del jumentillo, acogerse entre los espinos; y contempla cuáles serían los pensamientos de aquel divino Pastor en las entrañas de su Madre, que vino a buscar la perdida oveja, qué lágrimas derramaría por las veces que se le había de tener entre las espinas y brutos de los pecados.

Detalle. Artículo 1. Credo in unum Deum Patrem Omnipotentem Creatorem coeli et terrae.

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DÍA

SEXTO

C

ontempla la sexta jornada que hicieron estos príncipes soberanos hasta llegar al lugar donde perdieron al Divino Niño Jesús, a los doce años de su edad, donde podrás considerar los trabajos que padecería esta tierna y delicada niña en aquella doblada tierra, ya subiendo los montes altos, cubiertos de nieve, ya pasando la serranía, hasta llegar a aquel despoblado sitio, donde viéndole el Santo Patriarca atormentada por las inclemencias del tiempo, le rogó tomase algún descanso y refresco para proseguir su jornada, y mientras el Santo Esposo buscaba alguna sombra para aquella, que a todos hace sombra con su intercesi6n, contempla el dolor que padecería el Niño Dios en sus entrañas, teniendo muy presente lo que había de padecer su santísima Madre, perdiéndole en aquel sitio, y el poco sentimiento que habían de tener los hombres perdiendo a Dios, su amistad, gracia y amor.

La Virgen con el Niño.

Colección pictórica de Gregorio Vásquez, correspondiente a los siglos XVII y XVIII.

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DÍA

SÉPTIMO

E

sta es la séptima jornada y es la ciudad santa de Jerusalén, donde se contempla la inmensidad de penas que padecería nuestra Reina y Señora, cuando pasando por aquellas calles, contemplaba, como quien sabía lo mucho que en aquella ingrata ciudad había de padecer su Divino Jesús, las penosas jornadas que había de hacer de Tribunal en Tribunal, y en las posadas tan malas que había de hallar, y en aquellos Pretorios y Tribunales, consideración que le sacaba las lágrimas a los ojos. Contempla el tormento que el Niño Dios padecería en sus entrañas; allí, diría, me darán la bofetada, y en aquella casa abrirán un calabozo para ponerme aprisionado; en aquel palacio se abrirán las puertas para atormentarme con más de cinco mil azotes; y en aquel Tribunal me tratarán como a loco y simple. Con esta consideración llegarían al Monte Calvario, donde viendo el Santo José a su Santísima Esposa hecha un mar de lágrimas, traspasaría su corazón el dolor de no poder suavizar sus penas.

Detalle. La Visión de San Bernardo.

Fresco en el plafondo o centro de la bóveda. Autor: Ricardo Acevedo Bernal. 1910. Representa la visión mística que San Bernardo tuvo de la Madre de Dios. A los lados están San Lorenzo Diácono y Mártir, y el Arzobispo Bernardo Herrera Restrepo en contemplación. Esta obra fue obsequiada por el Clero de la Arquidiócesis al Señor Herrera con motivo de sus Bodas de plata episcopales (1885-1910).

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DÍA

OCTAVO

C

ontempla la octava jornada desde Jerusalén hasta llegar a Belén, donde habiendo llegado nuestros peregrinos sagrados a las cuatro de la tarde, cuando pensaba el Santo Patriarca hallar segura posada para la Madre de Dios, entre sus deudos, parientes y conocidos, poniendo fin y término a sus trabajos; entonces se le multiplicaron las penas, porque habiendo cumplido con el edicto del César, llegaron a las puertas de los parientes a buscar posada y todos le dieron con ella en la cara. Considera el sentimiento grande que padecería su atribulado corazón en aquellas calles buscando en las puertas de los mesones un portal o pajar para la Emperatriz de los cielos. La mortificación que padecería con las palabras ásperas y desabridas con que los despedían, tratando al Santo Esposo de ocioso y vagabundo, al verla con tanta humildad y pobreza: ¡qué lágrimas no derramarían sus ojos! Y más cuando habiendo entrado la noche y desgajándose la nieve, corriendo los aires fríos y no teniendo donde volver los ojos, miraba a su Santísima Esposa desamparada y llorosa con el desprecio de los hombres. Considera también, qué sentiría el Divino Niño al ver a su Madre traspasada con tan sangriento cuchillo de dolor, iqué lágrimas derramaría en sus entrañas, al ver sus amorosos llamamientos despreciados! La sordera voluntaria de los hombres, el recibimiento que le hizo el mundo. Y después de haber trasegado todos los mesones y casas de los poderosos sin hallar un portal para su descanso; míralos salir a las nueve de la noche, tristes, llorosos afligidos y desamparados, a buscar entre los brutos la piedad que los hombres le negaron. ¿Qué haces, alma mía, que no se abren las puertas de tu corazón de dolor, para dar posada a la Santísima Virgen María y al Niño Dios? Procura salirles al encuentro y llevar al Divino Niño a tu alma, recibiéndole sacramentado este día, para que al fin de tu jornada te abra las puertas de su gloria.

Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, Patrona de Colombia.

Óleo sobre tela. Siglo XVII. Sobre una luna en cuarto creciente la Virgen sostiene al Niño Jesús en sus brazos. Al lado izquierdo está San Antonio de Padua con el Niño y al derecho San Andrés Apóstol con la cruz. A petición del Arzobispo Fernando Caycedo y Flórez, el Papa Pío VIII declaró a Nuestra Señora de Chiquinquirá Patrona de la Arquidiócesis de Bogotá en 1829. En 1918 fue coronada como Reina de Colombia.

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ÚLTIMO

DÍA

H

emos llegado, alma mía, a la última posada y palacio que le previno el Eterno Padre a su Unigénito Hijo para su nacimiento y es una humilde cueva y pesebre de brutos, donde puedes considerar, cómo habiendo llegado los dos peregrinos sagrados dan gracias al Eterno Padre, por aquel humilde y despreciado hospicio; después lo barren y lo asean, y a su imitación los ángeles que de guardia asistían a nuestra Reina y Señora; mira, y contempla cómo el Santo Esposo desdoblaba el fardo, y de la humilde ropa forma el pesebre que sirvió de lecho al parto de la Reina Madre, una cama para su descanso y, habiendo hecho lumbre con los instrumentos que llevaba, se retira a un rincón del portal, y llegada la media noche, sintiendo nuestra gran Reina y Señora se llegaba la hora de su dichoso parto, hincada de rodillas, puestas las manos en el pecho, los ojos levantados al cielo, elevadas las potencias y sentidos y toda divinizada, dio al mundo al Unigénito del Eterno Padre y suyo, Cristo Jesús, Dios y hombre verdadero, a quien en brazos de San Miguel Arcángel adoró, y recibiéndolo con profunda humildad y reverencia en sus santísimos brazos, le adoraron los santos ángeles, como en el altar sagrado, como a su verdadero Dios, Señor y Creador. Contempla el gozo del Señor San José, cuando despertando de aquel dulce sueño, en el que estaba mirando tan soberano misterio, vio en brazos de la Aurora al divino Sol de justicia desterrando las sombras de la noche, con su inaccesible luz, alegrando al mundo con su venida, y aquella humilde cueva hecha un abreviado cielo, y viéndole tiritar de frío y hacer pucheros a su Santísima Madre, quien le envuelve en aquellos humildes pañales, le abriga entre sus pechos y le regala con su dulce néctar, y le pone entre la paja y el heno, donde le adoran los brutos como a su Hacedor y Señor. Y con la noticia que tuvieron los pastores por un ángel, con júbilo y alegría, vienen en busca de luz, entran en la cueva, y dando el parabién a la Santísima Madre, reciben al Niño en los brazos con singular regocijo y alegría de ver a Dios hecho Niño tierno en un establo, ceñidos los brazos, envuelto en mantillas, y al León de Judá hecho Cordero humilde en una cueva.

Detalle Artículo 3. Qui conceptus est de Spiritu Sancto ex Maria Virgine. Por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen. Artículos del Credo. Colección de doce óleos sobre tela (1 extraviado) pintados por Miguel de Santiago en el siglo XVII. Se identifican los artículos del Credo por medio de las cartelas de cada cuadro.

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VILLANCICOS El villancico es una de las manifestaciones más antiguas de la lírica popular castellana que en sus orígenes consistía en una breve canción estrófica con estribillo. Su melodía principal se hallaba en la voz superior y normalmente estaba destinado a ser ejecutado por un solista al que le acompañaban dos o tres instrumentos. Esta denominación apareció en el siglo XIII y se difunde en el siglo XV, se refiere a una canción en lengua vulgar que se apoyaba en las formas estróficas responsoriales como el virelai, el zéjel, la ballata o las cantigas paralelísticas. Las primeras fuentes documentales en las que aparece la palabra “villancico” son el Cancionero de Stúñiga (ca. 1458) y el Chanssonier d’Herberay (ca. 1463), más posteriores son el Cancionero del Palacio de la Colombina de Uppsala y el de la Casa de Medinacelli donde se recogen la mayor parte de los villancicos del Renacimiento. Juan del Encina a finales del siglo XV fue el autor más representativo de este género.

Órgano.

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Instrumento de 35 registros. Casa Amezua, Barcelona-España. Siglo XIX. La consola original fue cambiada por otra de la casa alemana E.F. Walcker en 1961. En la portada tiene una imagen del Sagrado Corazón y la inscripción: ARCHIEP. P. Q. BOGOT. CORDI IESV MELOS PERENNE DICENT. El Arzobispo y el pueblo bogotano dirán perenne canto al Corazón de Jesús. Este órgano fue puesto en la Catedral por el Arzobispo Ignacio León Velasco, S.J. quien además quiso fundar una escuela de organistas. Para adquirir el instrumento el Arzobispo vendió algunas alhajas de la Catedral, los dos órganos del siglo XVII y el púlpito colonial que fue adquirido por la Capilla del Colegio Mayor del Rosario.


A la Nanita Nana

A la nanita nana, nanita ea, nanita ea, mi Jesús tiene sueño, bendito sea, bendito sea. Fuentecilla que corres clara y sonora ruiseñor en la selva cantando lloras callad mientras la cuna se balancea a la nanita nana, nanita ea. Coro Manojito de rosas y de alelíes ¿qué es lo que estás soñando que te sonríes? Cuáles son tus sueños, dilo alma mía, mas  ¿qué es lo que murmuras? Eucaristía. Coro Pajaritos y fuentes, auras y brisas respetad ese sueño y esas sonrisas callad mientras la cuna se balancea que el Niño está soñando, bendito sea.


Mi burrito sabanero Con mi burrito sabanero voy camino de Belén Con mi burrito sabanero voy camino de Belén si me ven si me ven voy camino de Belén si me ven si me ven voy camino de Belén

Tuqui Tuqui Tuquituqui Tuquituqui Tu qui Tu Apúrate mi burrito que ya vamos a llegar Tuqui Tuqui Tuquituqui Tuquituqui Tu qui Tu apúrate mi burrito vamos a ver a Jesús El lucerito mañanero ilumina mi sendero El lucerito mañanero ilumina mi sendero si me ven si me ven voy camino de Belén si me ven si me ven voy camino de Belén Coro Con mi cuatrico voy cantando mi burrito va trotando con mi cuatrico voy cantando mi burrito va trotando si me ven si me ven voy camino de Belén si me ven si me ven voy camino de Belén

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Campana

sobre campana Campana sobre campana y sobre campana una asómate a la ventana verás a un niño en la cuna. Belén, Campanas de Belén que los ángeles tocan que nuevas me traéis. (bis) Recogido tu rebaño a ¿dónde vas pastorcillo? Voy a llevar la portal requesón, manteca y vino Coro Campana sobre campana y sobre campana dos asómate a la ventana porque está naciendo Dios Coro Caminando a media noche ¿dónde caminas pastor? le llevo al niño que nace como a Dios mi corazón

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Vamos

pastores Vamos pastores, vamos, vamos a Belén, a ver en aquel Niño la Gloria del Edén, a ver en aquel Niño la Gloria del Edén. Ese precioso niño yo me muero por Él sus ojitos me encantan, su boquita también. El padre lo acaricia la madre mira en Él; y los dos extasiados contemplan aquel ser (bis) Yo pobre pastorcillo, al niño le diré, no la buenaventura: eso no puede ser; Le diré me perdone lo mucho que peque y en la mansión eterna un ladito me dé (bis).

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El tamborilero El camino que lleva a Belén baja hasta el valle que la nieve cubrió. Los pastorcillos quieren ver a su Rey, le traen regalos en su humilde zurrón al Redentor, rom po pom, pom, pom, pom. Yo quisiera poner a tus pies algún presente que te agrade Señor, mas Tú ya sabes que soy pobre también, y no poseo más que un viejo tambor. rom po pom, pom, pom, pom ¡En tu honor frente al portal tocaré con mi tambor! El camino que lleva a Belén voy marcando con mi viejo tambor, nada hay mejor que yo pueda ofrecer, su ronco acento es un canto de amor al Redentor, rom po pom, pom, pom, pom. Cuando Dios me vio tocando ante Él: me sonrió

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Ciertamente la Novena del Niño Dios que acabamos de presentar es un elemento de profunda espiritualidad familiar, que se ha convertido en escuela de piedad popular también entre los niños y los jóvenes. Ha servido por décadas como instrumento pastoral de evangelización e integración social.

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