Pueblo aymara

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VISVIRI PUTRE PARINACOTA ARICA LLUTA AZAPA ISLUGA CAMARONES COLCHANE CAMIÑA CARIQUIMA MAMIÑA IQUIQUE PICA MATILLA

CALAMA

ANTOFAGASTA

Hace menos de 1.000 años, al declinar la Civilización Tiwanaku aparecen diversos grupos que identificamos como aymaras. Los aymaras viven principalmente en Perú, Bolivia, Norte de Argentina y Norte de Chile. En Chile, el pueblo aymara habita de preferencia en las regiones de Arica-Parinacota, Tarapacá y Antofagasta. Esta zona comprende diversos ambientes naturales: costas, pampas, salares, desierto, quebradas, oasis, valles pre-cordilleranos y altiplano. Arica, Iquique, Antofagasta, Calama son ciudades donde habitan aymaras. Allí desarrollan actividades culturales, como los tambos y económicas como las ferias. Tarapacá, Lluta, Camarones, Azapa, Mamiña, Camiña son algunas de las quebradas agrícolas. Pica y Matilla son dos oasis que están en la Pampa del Tamarugal. Algunos nombres de pueblos del altiplano son Putre, Parinacota, Isluga, Colchane, Visviri, Cariquima.

Tambos: Fiestas andinas

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Para averiguar sobre el pueblo indígena Aymara nos contactamos por correo electrónico con niños y niñas de escuelas en zonas aymaras. Una niña nos escribió y nos contó lo siguiente:

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“Me llamo Estrella, tengo 9 años y soy aymara. Vivo en un pueblo del Norte de Chile, en la Cordillera de los Andes, muy cerca del límite con Bolivia.


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En mi escuela sólo somos 20 alumnos. Allí aprendemos a hablar y escribir en aymara. Nuestro idioma tiene 26 consonantes y sólo 3 vocales: i, a, u”.


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“Yo vivo con mi papá, mi mamá y mis hermanos, Carlos y Luis. Muy cerca viven también mis abuelos y mi bisabuela. Yo voy por las tardes a su casa, porque me enseñan a tejer al telar. Ahora tejo mi primera faja, pero antes tuve que aprender a hilar la lana. Mi abuela está tejiendo para mí un aksu, el vestido tradicional que usamos las mujeres aymara. Es negro y en los bordes llevará cintas de varios colores. También nos ponemos un sombrero para protegernos del frío y del calor. Cuando voy a la escuela uso mi awayu una manta que nos amarramos al pecho. Allí llevo mis cuadernos. En ella mi mamá transporta a mi hermano pequeño y todas sus cosas cuando va a la chacra o baja a la ciudad”. “Cuando mi papá lleva a pastar a los animales se pone un poncho y un chullo, que es un gorro de lana que cubre las orejas para protegerse del frío de las montañas. Al cuello se cuelga la chuspa, que es una bolsa pequeña en donde lleva algo para comer”. “Mi abuela teje en el telar hermosas mantas, ponchos y bolsas de colores que luego vende en la ciudad”.


“Desde hace poco tiempo vivimos en nuestra propia casa.Tiene muros de adobe con techo de paja y barro. Cuando mi papá y mi mamá decidieron construirla organizaron un ayni, es decir pidieron ayuda a todos los parientes y amigos. Cuando la casa estuvo lista hicimos una gran fiesta e invitamos a todos los que colaboraron.”

“Hace algunos días tuvimos una fiesta. A mi hermano Carlos le cortaron por primera vez el pelo. Carlos ya tiene cuatro años, así es que tenía el cabello largo. A esta ceremonia le llamamos murusiña o rutuchi. Para comenzar, nuestro abuelo que es yatiri extendió una inkuña en el suelo e hizo una pequeña ofrenda de coca, vino y una especie de mirra. Así se pide bendiciones para que los espíritus protectores, achachilas, y la Pachamama protejan a Carlos. Luego, los padrinos recibieron mixtura, hojas de coca y tijeras. Ellos fueron los primeros en cortar el pelo. Mientras cortaban, fueron depositando dinero en un plato. Al principio Carlos lloró, pero después se alegró, porque los padrinos le trajeron de regalo dos llamitas nuevas. Además, otras personas también regalaron dinero y algunos sacos de papas y porotos.

“Ya tengo lista mi faja. Estoy muy orgullosa, porque es mi primer trabajo en el telar.Ahora sólo falta que mi abuela termine mi aksu. Los quiero estrenar para la fiesta del waiñu o floreo. El floreo es para celebrar el “matrimonio” de nuestros animales, llamas, alpacas y ovejas. Le pedimos a nuestra Pachamama para que tengan muchas crías, que den harta lana y carne. Con mi mamá estamos haciendo los pompones de lanas de colores para ponerles en las orejas y mi papá compró serpentinas y unas campanillas para colgarles en el cuello”.

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“El día del floreo vino mi tío Francisco. Llegó con la banda de músicos y fueron por todo el pueblo interpretando nuestra música tradicional. Después bailamos huaynitos, carnavalitos y cachimbos que son danzas que también se bailan para las fiestas del carnaval, el corte de pelo o la limpia de los canales”.

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“Mientras yo voy a la escuela en la mañana, mis hermanos acompañan a mi mamá a trabajar en la chacra. Allá tenemos plantadas quínua, alfalfa, maíz y hortalizas.


Para la limpia de canales fui con mi abuelo. En el camino me explicó algo sobre las ceremonias que hacemos los aymara:

“Las ceremonias se relacionan con las creencias de la gente. Los pueblos aymaras de la antigüedad creyeron en diferentes divinidades por lo tanto, tenían variadas formas de religiosidad. Pero las más importantes eran las ceremonias dedicadas a los cultivos y animales y al culto a los ancestros, nuestros antepasados muertos”. Mi abuelo me explicó que la divinidad más antigua de los aymara se llama Thunupa. Thunupa está representado como una figura importante en una escultura de piedra llamada Puerta del Sol, ubicada en Bolivia, en un lugar llamado Tiwanaku. Thunupa personifica al sol, la lluvia, al rayo, al granizo, al viento. Todo estos fenómenos de la naturaleza influyen para bien o para mal en nuestros cultivos, por eso nosotros respetamos a Thunupa.” ¿Y la Pachamama, abuelo?” – le pregunté. “También hacemos ofrendas a la Pachamama, ella es nuestra Madre Tierra, nos ayuda a cuidar y hacer crecer nuestros cultivos en las chacras y los pastizales para los animales. Gracias a ella podemos alimentarnos, por eso le agradecemos a través de la ch’alla. Nuestras ceremonias a veces coinciden con las fiestas de los Santos Patronos católicos, pero para nosotros los campesinos aymara, son más importantes las fiestas de carnavales, mara anata, porque es la época de florecimiento de los campos y propicia para efectuar la ch’alla de manera que las flores se conviertan en buenos frutos.”

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Abuelo, usted también habló de los ancestros –le dije. “Claro, nosotros respetamos mucho a los ancestros, a nuestros antepasados muertos. Antiguamente, los aymara edificaban unas tumbas para adorarlos, las chullpas. Las construían de acuerdo a la importancia del difunto. Había algunas muy elaboradas como la de Sillustani en Bolivia”. ¿Y qué tienen que ver los cerros, abuelo?, pregunté. “Esas son nuestras divinidades locales, son los cerros protectores, Awki, Achachila. Allí habitan los espíritus de nuestros antepasados. Por eso es que cada cerro tiene un nombre. Ahora pasaremos por la Phuju ¿Qué significa Phuju, abuelo? le consulté. “Phuju es la vertiente, por donde nace el agua de la tierra. Allí también residen algunas de nuestras divinidades. Bueno, con todo lo que te he contado tienes bastante para escribirle a tus amigos”. Pero abuelo, dime una última cosa. Tú eres un yatiri ¿Qué haces? Esa fue mi última pregunta, pues mi abuelo estaba cansado de hablar.

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“¡Ah! Sí pues, se me había olvidado hablarte de eso. Yo soy un yatiri. Puedo invocar a nuestras divinidades, dirigir las ceremonias, sé sobre la medicina aymara y ayudo a sanar a los enfermos, pues conozco todas las hierbas y remedios de nuestra zona”.


“El otro día mi papá estaba trenzando unos cordeles. Yo me acerqué y le pregunté quién le enseñó. Me contó que lo aprendió de su abuelo. Los cordeles se usan para sujetar la carga de las llamas y también en algunas ceremonias.” “Antiguamente, hacíamos viajes muy largos para llevar nuestros productos a otras partes y se juntaban hasta 60 o 70 llamas en una caravana. Los aymaras siempre hemos vivido en los territorios que ahora corresponden a Bolivia, Perú y el Norte de Chile. Antes había diferentes grupos. Cada uno tenía su propio jefe. Algunos se llamaban, Lupacas, Pacajes, Carangas y muchos otros, pero todos hablaban el mismo idioma y tenían las mismas costumbres. Eran como hermanos, sin embargo se peleaban por las tierras. Esa fue una época de muchas guerras”

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Mi papá se entusiasmó contando sobre la historia de los aymaras y continuó: “Mi abuelo Crecencio, que viajó mucho a la frontera, conocía más de la historia de nuestro pueblo. Él me contó que los antiguos aymaras construían esculturas de piedra con figuras talladas y de gran tamaño. Todavía se pueden ver en Tiawanaku, en Bolivia. Aquí en Chile hay construcciones de piedra hechas por los antiguos aymaras, por ejemplo algunas viviendas, terrazas para el cultivo y laderas para el riego y trojes para la conservación de alimentos. Además, los antiguos reinos aymaras, Collas y Lupacas, conocieron el trabajo de los metales puros como el cobre, oro y mezclados como el bronce.” “Los aymaras vivimos así hasta que un día desde el Cuzco llegaron los inkas, se apoderaron de los territorios y los aymaras pasamos a formar parte del Tawantinsuyu. Pero seguimos luchando por nuestra libertad e hicimos varias revoluciones contra los inkas.” “Algunos años después llegaron los conquistadores españoles. Se adueñaron de las tierras, sometieron a los aymaras y los obligaron a trabajar para ellos. Desde entonces, prohibieron hablar el idioma de los jaqi o de la gente aymara, enseñaron español e introdujeron el cristianismo. Sin embargo, nosotros seguimos con nuestras costumbres y hemos conservado nuestro idioma. Por eso es importante que tú también lo hables”.

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Yo me quedé pensando en todo lo que contó mi papá y creo que tiene razón. Desde ahora hablaré en jaqi también con mis compañeros en la escuela.

Como se acerca el tiempo del Machaq Mara o año nuevo aymara, buscamos la wiphala que llevaremos para la ceremonia. La wiphala es nuestra bandera aymara. Está compuesta por 49 cuadros con los siete colores del arco iris. El blanco es la columna vertebral. Cada uno de los colores tiene un significado: la tierra, la energía, la naturaleza, el cielo, la sociedad, la unidad, el tiempo. La wiphala se iza para las ceremonias y encuentros comunitarios del Ayllu y de la Marka .


“Mi bisabuela Jacinta tiene casi 100 años. Ella es muy viejita, casi no escucha y habla solamente en jaqi aru o lengua aymara, pero yo le entiendo, porque con mi mamá y mi papá también conversamos en nuestro idioma. Un día me contó una historia que le narró su propia abuela que en castellano es algo así:* “Hace mucho tiempo hubo una época en que no existía la luz. En el mundo había sólo oscuridad. En el cielo únicamente se podían ver las estrellas. Los hombres y mujeres vivían a oscuras, pero tenían poderes sobrenaturales para trabajar.” “Muchos seres humanos corrieron a esconderse en las chullpas para que no les llegaran los rayos del sol y se ocultaron bajo la tierra, pero quedaron atrapados y nunca más pudieron salir de allí. “Pero un día todo cambió, pues aparecieron el sol, Inti, y la luna, Phaxi. Desde entonces el mundo tuvo día y noche. Cuando aparecieron los nuevos astros en el firmamento, la gente se asustó con tanta luz, pensaron que el sol los dejaría ciegos. Algunos se lanzaron al mar y se convirtieron en peces.” “Los hombres y mujeres que no le temieron a la luz se quedaron en la superficie. Se percataron que Inti, y Phaxi, no les hacían daño y que estos astros les ayudaban a tener mejores cosechas de maíz y a guiarse por los caminos en las noches.” “Desde entonces todos los años organizamos ceremonias y celebramos el Año Nuevo Aymara, Machaq Mara, el 21 de Junio en la madrugada. Agradecemos al Tata Inti, a Mama Phaxi, a la Pachamama y a los espíritus locales de la naturaleza.

Mi bisabuela Jacinta dice que ese es el origen del pueblo aymara”. “Espero que esta información les ayude a aprender sobre nosotros y deseo que les vaya bien en el concurso. Saludos Estrella Versión adaptada de texto aparecido en:”Cuando arde el tiempo sagrado.Mitos y ritos de Tarapacá” - Juan van Kessel -1992

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Jaqi aru: Lengua aymara


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