Por: Consuelo Miranda
Apareciste de pronto frente a mĂ
y tambiĂŠn de golpe la herida
que se abrĂa de mi sexo a mi cabeza
cicatriz贸 sin dejar huella.
Porque de inmediato fuiste mĂo
fueron mĂos tus recuerdos.
Te vi ser engendrado y nacer,
expandirte en la ilusi贸n del mundo.
Te vi crearme en tus sue単os,
ser el padre de mi alma.
AhĂ, entre el torrente de tu sangre
supe por fin lo que era vivir.