Por Sheila Torres Fotografías Andrés Gutiérrez
esde sus orígenes, la religión cristiana ha sido el punto de partida de multitud de creencias que tienen su base en la historia de Jesús de Nazaret pero, que con el tiempo y la distancia se han ido marcando ciertas diferencias entre ellas que las definen hoy en día, exactamente igual que las costumbres de los distintos pueblos del mundo. En occidente, es la iglesia católica la que cuenta con un mayor número de fieles y sus hilos alcanzan hasta el más recóndito poblado. En el sur de La India, a pesar de las influencias de la cultura oriental, también ha sobrevivido una corriente católica que no solo
En un país repleto de costumbres y culturas diferentes, colores, clases sociales y religiones, entre hinduístas, musulmanes, sikhs, budistas, judíos, parses, jainistas, etc., también los cristianos tienen su porcentaje de fieles. Aproximadamente un tres por ciento de la población india sigue
la doctrina de Jesús. Como en todas partes, el cristianismo en La India está dividido en diversas ramas aunque la mayor parte de sus veinticuatro millones de devotos son católicos. Hoy en día se consideran católicas las tres iglesias principales: siro-
malankara, siro-malabar y latina -aunque hay subgrupos malankaras que se han resistido a abrazar el catolicismo-. La iglesia católica latina es la que nació en Roma, la más popular, la que sigue al Papa y la que aún en el siglo XXI cuenta con más de 1.200 millones de fieles por todo el mundo.
Historia Las actuales iglesias malabar y malankara, entre otras, se atribuyen a la llegada del propio apóstol Tomás, a un pueblo del sur del país, en el estado de Kerala, allá por el año 52 de nuestra era. El apóstol logró mantener con fuerza un gran número de seguidores. Cientos de años más tarde, cerca del año 1500, llegó a la misma tierra Vasco de Gamma y logró hacer un hueco para la iglesia romana. Cuentan que muchos de los cristianos e hindúes que se convirtieron al
La católica cuenta con el mayor número de feligreses catolicismo latino por aquella época lo hicieron sobornados, pues los portugueses, buscando hacerse fuertes contra el islam, ofrecían arroz y buena posición económica a quienes se unieran a ellos. Se les denominó cristianos del arroz. Hoy en día, pese a su corta historia en comparación con los demás ritos cristianos de la zona, es esta rama católica romana de la iglesia india, la que cuenta
con el mayor número de feligreses gracias, también, a la contribución de otros pueblos europeos que llegaron a echar raíces al lugar. Sin embargo, como todo extranjero que llega a tierras lejanas, la iglesia católica apostólica ha tenido que adaptarse a su entorno de sari, bindi y arrozal y hay pequeños matices que diferencian sus rituales de los occidentales.
Las mujeres cubren su pelo para ir a comulgar Según muchos de los lugareños, tanto la iglesia como las costumbres en general se mantienen algo más conservadoras en el sur que en el norte de La India, por lo que, al asistir a una misa en Kerala, se pueden advertir varios gestos que recuerdan a la España de mediados del siglo XX, cuando las mujeres cubrían su pelo para ir a comulgar o en los bancos de algunos templos existía separación por géneros.
Pies descalzos
Kerala natal y también oficia algunas de las misas en el centro de peregrinos de San Antonio al que acuden cientos de vecinos cada tarde a encender sus velas al santo sin atender a ideología o religión, pues muchos de los re-
Los fieles acuden a la iglesia para confesarse, para pedir ayuda a sus santos y a Jesús, rezar por sus difuntos, bautizar a sus hijos, celebrar comuniones, confirmaciones y bodas prácticamente iguales que en el resto del mundo. "Los cristianos añadieron “El hecho de que se quiten los la cruz al mástil" zapatos para entrar está recogido en la biblia, así como que la mujer cubra su pelo”, asevera el padre sidentes, aun nacidos en otra fe, Martin, párroco de la iglesia de son proclives a creer en milagros San Francis en Cochin. Según de santos y otros dioses. “Sobre Martin, ambas medidas se han de todo los hindúes, cuya religión tomar para mantener el templo engloba incontables deidades”, limpio y así es como debería ser comenta el propio padre. en todo el mundo. “Es que es un Martin comenzó a interetemplo. La casa del señor”, afirma y se encoge de hombros con la sarse por el oficio de servir a palma de las manos hacia arriba, Dios desde bien pequeño. Según pues la razón le parece evidente, cuenta, su madre lo llevaba a miaunque a ojos extranjeros parezca sa con ella cada día y allí atendía más una adaptación de la iglesia a con interés a las palabras del culas costumbres del país que una ra. Todo le llamaba la atención: el ritual, la vestimenta, los pasainterpretación de las escrituras. jes de la biblia, el mensaje, etc., y A sus cuarenta años, el pa- a los doce años decidió empezar dre Martin reside y ejerce en la sus estudios de sacerdocio en Eriglesia de San Francisco, en su nakulam, en Cochin. Cuando terminó, trece años más tarde, en el año 2000, le fue asignada una iglesia en Chicago. No dudó en hacer su maleta y encomendarse a sus quehaceres al otro lado del mundo. Durante sus cinco años de estancia en Chicago, se hizo cargo de la comunidad india de la ciudad y una de sus tareas im-
portantes fue la de recaudar fondos para ayudar a las víctimas del tsunami de 2004.
El mástil En muchas de las iglesias y centros de peregrinación del sur del país es normal toparse con un mástil con una cruz en la punta con un parecido más que razonable al que hay a la entrada de los templos hindúes. Su origen no está del todo claro. Según Martin, fue introducido por los portugueses, que lo usaban para atar su bandera, aunque existen referencias anteriores a la llegada de Vasco de Gama que apuntan a una procedencia malabar y que los primeros en colocarlo en la entrada de sus iglesias fueron los seguidores de Santo Tomás. Por otra parte, para los hindúes, en cuyos templos se yerguen mástiles desde tiempos ancestrales, se trata de una parte importante del santuario, el kodimaram , que conecta los cielos con la tierra y muchos coinciden en que la iglesia añadió la cruz en la parte más alta para conferirle carácter cristiano.
La financiación La institución en sí no recibe subvenciones del gobierno indio. Se mantiene, por tanto, de los ingresos de la comunidad. Grandes donaciones de familias que abonan una mensualidad y
sustanciosas aportaciones de fieles que asisten a las misas o a los centros de peregrinaje no sólo la mantienen en pie, sino que la hacen crecer. Resulta sorprendente advertir la cantidad de obras de ampliación de iglesias, cementerios o la construcción de salones para celebrar banquetes de bodas junto a las parroquias, todas fi-
nanciadas por la propia institución en este siglo en el que en occidente parece reinar el pragmatismo a la hora de asignar las donaciones. Además de las contribuciones de la ingente cantidad de personas que quiere celebrar su boda, bautizo o comunión, que, según Martin, no tiene una cuota fija. "La gente aporta lo que se pueda permitir", asegura el párroco. Cada
una de las casas del señor, desde ermitas hasta catedrales y basílicas, cuenta con personal administrativo, mensajeros y ayudantes, además de los sacerdotes y cuidadores como conserjes o recepcionistas y, por supuesto, todos reciben su salario. La familia Pattara, natural de Kerala, es una de las familias que abona su cuota mensual a la iglesia (aunque en su caso, es a la siria). Jose Pattara, cabeza de familia, confirma con orgullo su contribución, que varía en función de las necesidades de su parroquia. Así mismo, los Pattara colaboran económicamente con otras parroquias necesitadas. “Incluso hemos construido ermitas a pequeñas comunidades católicas que no podían permitírselo”, afirma don Jose.
Leyendas Como los milagros de Lourdes o la peregrinación a Santiago en España, también en La India se han perpetuado rituales relacionados con leyendas y milagros de santos y santas que se conservan intactos en pleno siglo XXI, quizás acentuados también por el entorno mayoritariamente hindú,
que guarda mitos e historias cruzadas de dioses y avatares y su interacción con la humanidad. Según cuentan, una joven de creencia hindú viajaba con su bebé en un bote cerca de Vypeen, en Kerala, cuando se accidentó el bote y naufragaron. En ese mo-
La mujer barría la entrada en señal de agradecimiento mento de pánico por su vida y la de su hijo, la mujer hindú, pidió ayuda a Santa María, pues ella también era madre y esperaba que la comprendiera. Dicen que el párroco de la basílica de Vallarpadam tuvo un sueño en el que se le aparecía la propia virgen señalándole el lugar en el que estaban los náufragos. Envió entonces a un grupo de personas a rescatarlos esa misma mañana y consiguieron salvar la vida. La mujer se convirtió al catolicismo y cada día visitaba la basílica y barría con ímpetu la entrada en señal de agradecimiento a la santa madre. Desde entonces se convirtió en un hábito y cada uno de los fieles que visita el templo se hace con una escoba y comienza a barrer mientras pide a Santa María
que se haga de nuevo el milagro. Jilsa Siju cuenta la historia, mientras sostiene su escoba en una mano y a su bebé de cuatro meses en la otra. Jilsa nació en Vypeen y se mudó hace años a Australia. “Tuve muchos problemas para que mi hijo naciera bien, pasé mucho miedo y pedí ayuda a Santa María. Ella me ayudó y ahora que estoy de vacaciones visitando a mi familia, me acercaré cada día a la iglesia a barrer como hizo la joven madre hindú”, afirma la mujer y mira con ternura a su bebé mientras le roza la nariz con la suya. Solía venir con su madre de niña a la misa del domingo y espera que su pequeño pueda asistir de vez en cuando.
Matrimonio concertado “La muchacha comenzaba sus estudios en la universidad, pues sus padres confiaban en que sería lo mejor para ella y no dudaron en proporcionarle las facilidades necesarias. Allí conoció a un joven con el que inició una amistad que fue yendo a más con el tiempo. Sus padres, al enterarse, se entristecieron y prestos comenzaron la búsqueda de un buen marido para ella. Un hombre apropiado, católico, de buena familia. Cuando lo
Prasanth espera impaciente que sus padres encuentren a la mujer adecuada para ĂŠl
encontraron, concertaron una cita para que su hija lo conociera y aceptara como esposo, y así ocurrió. El otro joven, por venganza intentó persuadir sin éxito al futuro marido para que la dejara aludiendo que la chica ya no era pura. Pasados un par de años, su hija había formado una familia y
sus dos maravillosos nietos eran el regalo del señor por haber sabido alejarla a tiempo del peligro de buscar su futuro por su cuenta”.
Este es uno de los relatos que leía en la misa el padre Martin, cuya moraleja invita a los jóvenes a dejar que sus padres propongan con quién deben
casarse. Esta práctica de concertar el matrimonio la llevan a cabo de forma tradicional en el sur de La India tanto católicos, como hindúes o musulmanes y la mayoría de los jóvenes está de acuerdo con ella, sobre todo los chicos que superan el cuarto de siglo. “Es que aquí es muy difícil conocer a una chica y empezar a salir con ella”, afirma Prasanth Joseph, un hombre de veintisiete años que espera impaciente que sus padres encuentren a la mujer adecuada para él. El asunto es diferente en el norte del país aunque es una tradición común en zonas rurales.
Luces y flores Otra de las costumbres que se repite en las iglesias del sur del país es la de colocar a los santos collares hechos de caléndulas amarillas. Si bien llevar flores a la iglesia es también tradición occidental, el hecho de que sean estas flores en concreto apunta a un atavismo hinduista, pues son caléndulas y jazmines las flores con las que estos hacen collares para ofrecer a sus dioses en los templos. Por la desorbitada afluencia de visitantes y por optimizar recursos, en algunas iglesias y cen-
tros de peregrinación es común encontrarse con que la funcionalidad ha podido con la tradición y estos collares son de flores plásticas. Los fieles llegan hasta el pequeño altar, hacen su donación y recogen su collar de un perchero para colocárselo en el cuello al santo. Cuando este ya no soporta más y se le empiezan a caer, uno de los asistentes los recoge todos y los devuelve al perchero donde no tardan en ser reutilizados por los siguientes feligreses. Por otra parte, las cruces que custodian muchas de las iglesias brillan con una intensa luz de neón azul cuyo origen tampoco está del todo claro entre los vecinos. Algunos opinan en tono bromista que debe ser influencia de las películas de Hollywood que muestran iglesias en Estados Unidos o Méjico con cruces azules. El resto coincide en que debe de proceder de la importancia que se da a la luz y al color en su cultura pues, en festivales como Diwali, los hindúes colman de luces de colores los templos y sus cercanías y eso se ha convertido en referente de La India y sus habitantes. Probablemente a raíz de esta tradición, también en navidad y demás fiestas cristianas, las iglesias se decoran con ristras de bombillas de colores. Superstición y costumbre,
leyenda y cultura, religión y folklore. La historia se ha encargado de llevar siempre a las diferentes sociedades de la mano de sus hábitos religiosos correspondientes. Y es por eso que se celebran rituales bajo la misma cruz alterados en mayor o menor medida por la cultura misma de cada lugar, cuyos rasgos cuentan a su vez con la innegable influencia de otras religiones anteriores o coetáneas. Este romance histórico entre tradición y fe hace ardua la tarea de distinguir entre aspectos de procedencia cultural o religiosa. En las prácticas católicas a un lado y a otro del mundo se observan más similitudes que diferencias por tierra y mares que separen oriente de occidente. En las misas hay una flagrante raíz común y, aunque resulta interesante pararse a analizar los detalles que diferencian estos rituales, también es asombroso reparar en estos patrones que se repiten en miles de poblados a lo largo y ancho del planeta, pues reflejan la magnitud del catolicismo y la propia naturaleza humana.