Sin billete de vuelta - Co'Report

Page 1




Y

a desde el colegio, Francisco Juan se interesó por La India. Escuchaba a diario historias de misioneros que habían partido desde España o Portugal hacia tierras orientales y habían dedicado su vida a ayudar a otras personas en iglesias, colegios o asociaciones. Desde entonces fue floreciendo su ilusión por convertirse algún día en uno de ellos. Llegaban cartas que describían la situación y en las se repetía siempre el mismo

"Entonces La India estaba mucho más lejos que ahora y la despedida era para siempre"

mensaje: ‘es mucho el trabajo y pocos los sacerdotes’. Así, una vez ingresó en la Compañía de los Jesuítas, el 15 de agosto de 1948, se ofreció voluntario para ser destinado al país de la seda y las especias. El día de pentecostés, uno de sus superiores le dio la noticia. 'El espíritu santo me ha inspirado', dijo y, señalando a algunos de los novicios, les asignó un destino. Unos a Japón y otros a La India. El padre Juan vio hecho realidad su sueño. Emocionado, no se lo pensó dos 03

veces. Empezó a estudiar un poco de inglés, hizo las maletas y viajó a Nápoles desde donde partió con sus compañeros sin billete de vuelta. "Por aquella época La India estaba muchísimo más lejos de lo que está hoy en día. Aquella tarde del 23 de enero del año 1952 me despedí de mi familia para siempre. 'Nos veremos en el cielo', les dije, y embarqué en un viaje de dieciocho días", recuerda con nostalgia. El lunes 11 de febrero a las 7 de la mañana llegó a Bombay, poco antes de cumplir sus 21 años. "Parece que fue ayer cuando, recién llegado, viajaba en el tren local desde el puerto hasta Andheri y el cura que nos guiaba nos iba mostrando las iglesias que había por el camino. Ahora si vas no se ve nada más que rascacielos", cuenta mientras mira a través de la ventana entrecerrando los ojos. Según el Párroco, la iglesia era muy rígida en tiempos de San Francisco Javier, allá por el 1500. Había una intención muy marcada de convertir, de bautizar que ha ido cambiando con el tiempo. Considera que hoy en día, el pluralismo y la convivencia, al menos en Bombay, han hecho que se respete y tolere cualquier doctrina sin objeción. "Yo he nacido en la fe católica por la gracia de Dios, pero hay otros que no han tenido esa oportunidad. Aun así, mucha gente


se acerca a la iglesia en busca de paz sin atender a creencias, leen la biblia

"Disfruto de hacer bien a cualquiera, sea cual sea su religión" e incluso se quedan a la misa. No comulgan, pero se sienten bien aquí y, por supuesto, son bienvenidos. Hay muchas maneras de encontrar a Jesús", explica el Sacerdote que acoge con el mismo entusiasmo a visitantes cristianos, hindúes, jainistas, musulmanes, sikhs, parsis o

de cualquier otra fe. Como anécdota, cuenta que muchos adultos han venido a convertirse al catolicismo, entre ellos, un famoso jugador de críquet, Vinod Kambli, que ya es veterano y trabaja como comentarista. Para hacerlo, basta con asistir a un curso de un año y bautizarse, aunque la persona ha de certificar que es por deseo propio y sin coacción. El padre Juan es natural de Gandía, Valencia y, a pesar de haberse despedido de sus familiares para siempre, pudo hacerles una visita 04


después de 16 años. "Esa idea de ir hasta el otro lado del mundo para no volver se ha ido acabado con los avances. Ahora La India está a unas doce horas de vuelo", agradece, pues aún conserva dos hermanos que viven con sus familias en España y le encanta que vengan a visitarle a Bombay. La misión del Sacerdote comenzó en los años 50, en la iglesia de Santa María, en Mazgaon donde estuvo veintidós años echando una mano en el colegio de Santa Ana, de asistente de sacerdote, en contacto con las familias más necesitadas. A sus cuarenta y dos se mudó a la Sagrada Familia, en Andheri, donde permaneció ocho años con una labor similar. "Yo disfruto de hacer bien a cualquiera. Me siento felicísimo y satisfecho de todo. Hace un mes caí enfermo y recibí cientos de llamadas, cartas y mensajes de gente que decía que rezaba por mí. Me siento muy apreciado y lo agradezco mucho", se emociona. Tras su etapa en Andheri, el padre Juan llegó a Bandra, a la iglesia de San Pedro. En el segundo piso del edificio contiguo, se encuentra una austera habitación que ha sido su 05


06




Hoy en día son unos dos mil trescientos alumnos de todas las doctrinas los que se matriculan en la escuela. Más de cincuenta por aula. Según el calendario, todos los chicos deben hacer tres oraciones diarias. Los padres que traen a sus hijos al colegio lo saben y lo aceptan a pesar La iglesia de San Pedro vio sus de sus creencias. No obstante, paredes levantadas en la ciudad de también se hace referencia a Bombay en 1853 y diez años más festivales y celebraciones hindúes o tarde se construyó junto a ella el musulmanas. Una vez a la semana, colegio de San Estanislao, usado en en una reunión colectiva, cada uno un principio como internado para tiene su turno para hablar y así chicos cuyas familias viajaban o asegurarles el acceso a las distintas pasaban temporadas sin poder religiones y a una educación basada en la tolerancia. Durante la clase de hacerse cargo de ellos. hogar durante los últimos treinta y dos años. En ella guarda sus enseres y en un cajón, apilados, sus recuerdos de España. Entre ellos, una figura del niño Jesús que saca cada diciembre a la representación del portal de Belén.

09


La selección femenina ha ganado cuatro copas de Asia

religión, aquéllos que no son católicos asisten a unas clases de ética y moral. En ambas se enseñan valores básicos. Esos que no se aprenden de un libro y que son elementales para el desarrollo de las personas. "El dinero y el éxito no son todo en la vida, por eso hay que inculcarles valores de convivencia, incluso sin nombrar a Jesús. Eso es lo que intentamos enseñar y las familias lo agradecen', mantiene el Cura. El padre Jude Fernandes, director del colegio, habla del padre Juan como alguien incondicional. "Es de esas

personas a las que no hace falta asignar un puesto concreto pues se encarga de todo sin que nadie se lo

"El padre Juan ha hecho mucho por todo el mundo"

diga. Ayuda a todo el mundo incluso antes de pedirle ayuda y nunca se cuelga ninguna medalla ni aspira a reconocimiento alguno. Es una gran persona", comenta el director con cierto brillo en los ojos. Jude tiene al padre Juan como un apoyo y una referencia, "cuando tengo alguna 10


11


duda o incertidumbre, le consulto a él, pues se implica, propone soluciones y siempre tiene a mano mil palabras de ánimo", afirma mientras asiente. Once sacerdotes, incluido el padre Juan, se encargan de la parroquia en San Pedro. Cristaleras coloridas y característicos bancos de madera que han visto pasar al mismísimo Papa Pablo VI en los años sesenta, acogen cada semana a más de cinco mil fieles entre las cuatro misas diarias y las siete de los domingos. Hay una misa para niños, otra para jóvenes, incluso dos días al año celebran una para los minusválidos que no pueden asistir asiduamente. "Es algo muy bonito", se emociona Juan que a sus 82 años conserva una energía envidiable. Catherine es la recepcionista del recinto. Conoció al padre Juan hace treinta años, cuando comenzó a trabajar allí. Afirma que su generosidad no tiene límite. "Él ha hecho y hace mucho por todo el mundo, aún hoy en día recibe gente de Santa María y de La Sagrada Familia, en las que estuvo con anterioridad", cuenta entrecerrando sus grandes ojos. La recepcionista mantiene que el Padre no sólo ayuda económicamente sino que es el primero en ofrecerse a acompañar a

12




15


familiares de un enfermo al hospital, asistir a las personas que lo pasan mal, dar apoyo en un funeral o animar a quien esté triste, "yo misma le he llamado, incluso a altas horas de la noche sintiéndome mal y él, siempre alentador, me ha dicho: 'Catherine, tranquila, tú eres fuerte, descansa y mañana te sentirás mejor' -confiesa con expresión enfática y tono pausado, como quien siente profundamente lo que dice. Incluso me ha autorizado algunas veces a dar algo de dinero a personas necesitadas que vienen a pedirle a él".

"El oeste ha perdido lo mejor que tenía. Se ha perdido la espiritualidad"

"Los sacerdotes no tenemos salario", apunta Juan. La diócesis cubre los gastos de mantenimiento de las parroquias y sus párrocos. A cambio, la iglesia le entrega las colectas de los dos primeros domingos. Además hay un grupo de fieles que aportan a la iglesia el 10% de su salario mensual. Incluso algunas personas hacen donaciones espontáneas. "Para las bodas y demás celebraciones, les damos un sobre para que contribuyan con la voluntad. Intentamos no hacer del dinero un dilema", dice, aunque valora la generosidad de la gente. Juan se desligó hace mucho tiempo de los bienes materiales para vivir centrado en las cuestiones de fe y esa es la razón de que se sienta algo preocupado por la evolución occidental de los últimos años. "El oeste ha perdido lo mejor que tenía. Parece que la vida se ha hecho muy superficial. Se ha perdido la espiritualidad”, lamenta, aunque le consuela la devoción que persiste en La India. “Aquí las familias rezan el rosario en casa y en la iglesia, en la que tienen una capilla abierta 24 horas -comenta-, esperemos que con el nuevo Papa Francisco la fe llegue a más personas". En cuanto a las declaraciones del Papa sobre el papel de la mujer o la guerra contra homosexuales, el octogenario opina que así como las mujeres han llegado a ser ministras o presidentas, quién sabe si llegarán a nombrarlas obispas, "lo 16


dejaremos en manos del señor", dice. Así mismo, el Padre parece no concordar con la idea de la homosexualidad pero afirma que hay que aceptar y respetar, "¿quién soy yo para juzgar? Pienso que el respeto es lo único que puede ayudar a que la humanidad coopere y se una". El padre Francisco Juan cuenta entre risas que, después de toda una vida en Bombay, cuando visita España, las tres primeras cosas que echa de menos son: la cantidad de gente, los empujones y los cuervos que se posan en cada muro de la ciudad india. Tras sesenta y dos años hablando inglés, aún guarda a buen recaudo el castellano en algún rincón de su memoria y se sorprende a sí mismo con una soltura asombrosa al hablarlo, aunque no tiene pensado regresar, y tiene su porqué: "La gente que viene a La India se va con ganas de volver. Es esa hospitalidad que había antes en España, esa visita sin preaviso que aquí sigue siendo bienvenida, lo que encanta a cualquiera. La gente en occidente vive el día a día, que no es poco, pero las vivencias que ofrecen gozo en ese día a día, son disfrutes de ahora para luego y no terminan de llenar. Eso me parece a mí". Francisco Juan salió de España en el año 52 con una vehemente vocación de ayudar, con una convicción absoluta de estar tomando la decisión adecuada y sin el temor que hace mirar atrás mil veces a lo largo del camino. Más de sesenta años después, sigue mirado adelante. Su sonrisa da cuenta de su felicidad. Su mirada recuerda escenas de miseria y tristeza, en parte mitigadas por su colaboración. Sus manos, ajadas por la edad, reciben el abrazo de cientos de personas que, con el ceño arqueado, agua en los ojos y acento marcado, le dicen: ‘Tank you, fater Wuan. Tank you’.

17


18



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.