z
Ge
r
o d r a
G
e m รณ
El programa Soy Autor: Escritura Creativa Para La Paz es una experiencia de lecto escritura que nos invita a explorar nuestra identidad y descubrir el poder de nuestra historia. El proceso de escritura permite abrir espacios de diálogo y colaboración para crear una comunidad de autores que dicen y escriben lo que piensan y sienten con valentía, vulnerabilidad y autenticidad. La presente obra busca crear puentes entre lectores de todas partes del mundo.
En colaboración con:
El engaĂąoso espacio entre apariencia y realidad Gerardo GĂłmez
–– ¡Gerardo, cambiáte ya! –– dijo mi mamá. –– Vamos al casamiento.
Pensé, “ Casamiento? A comer vamos a ir? ?
Qué no supuestamente era una boda? Que raro”.
?
?
Decoración, el “tsssss” de las pupusas a vuelta de plancha, y un
tentador aroma de chocolate me hacían sentir cada vez más alegre.
Mi mamĂĄ se veĂa con nervios.
Era mi padre, llegando velozmente, como que si hubiera atravesado la jungla completa.
–Hermana, Lo acepta como su esposo? Hermano, La acepta como su esposa?
?
?
–Sí quiero, –– dijo ella.
Sí quiero, respondió.
Por último, vino la comida. Era deliciosa, aunque me decepcioné porque no había casamiento.
Unas cuantas semanas después, me cayó un balde de agua muy, pero muy fría. En ese entonces, me encontraba al borde de un hilo que me separaba entre la niñez y la adolescencia. Tenía 12 años. De una conversación normal salió algo duro y repentino.
“Hijo, me voy a separar de tu mamá.”
Comenzó la batalla definitiva, con una ideología torcida de querer ganar la potestad del caso.
Él quiso sacar a mi mamá del hogar.
Mi hermana apoyaba a mi madre, y yo viajaba en aquel túnel de ficción que me daba la esperanza fantasiosa que se olvidarían los problemas y volverían a estar juntos.
Un día, en medio de ese conflicto, caminando hacia la casa de mi abuela, mi padre me dijo de repente, “tengo que contarte algo. Te lo voy a contar porque tenés que saberlo para que no te sigas haciendo una idea errónea. Te va a dolor un poco, pero tenés que saberlo. Lo mismo me pasó a mí.”
Yo lo observé con intriga y curiosidad, y con una frase de trece sílabas, me dio un golpe con guante de hierro:
“Hijo, tu mamá no es tu mamá verdadera.”
¡Pawwwww!
Me contó que mi madre verdadera se había tenido que ir a los Estados Unidos, por dificultades que tuvo.
Me impactó en lo más profundo de mi alma.
Ellos iban a ver especialistas para ver si el barco que ellos piloteaban cambiaba de rumbo a tiempo, en vez de chocar en el iceberg, pero no se pudo.
“¿Para que tratar de arreglar un jarro roto, que si al forzar pegarlo, siempre se sabe que volverá a romperse por lo débil que está?” pensé.
AprendĂ que es mejor que el destino fluya en su cause, y que hay que dejar las cosas pasar, porque no es bueno entrometerse en los asuntos familiares de los padres.
No tenemos que dejarnos lastimar ni culparnos por las decisiones que toman, porque por mĂĄs dolorosos que sean, hay que aceptarlo.
Es por eso que al fin del cuento,
les doy gracias a los dos.
Vengo de jugar fútbol con mis amigos de la colonia. Soy de las risas de alegría que se escuchaban en las fiestas. Vengo de escuchar el consejo, “Tené cuidado en la calle”. Soy de la tristeza que sentía por lo que pasaba entre mis padres. Vengo del sueño de ser una persona de buena actitudes ante otros. Soy del aroma del techo cuando estaba mojado. Vengo de oír Porta, Nach, y otros raperos en mi bocina para encontrar paz y tranquilidad en momentos de soledad. Le regalo al mundo el deseo de superar obstáculos.