Mi último día.
Rocío Zepeda.
Ese día a las 2.30 pm, cerca de la calle 49 avenida sur, en un centro muy cerca. Todo estaba muy solitario, tenso y triste. En esos minutos todo estaba callado, en el centro nadie hablaba y todos lloraban. Las personas mayores tenían cara de tristeza, decepción y una melancolía que no se me olvida. La tristeza de mi mejor amiga es la que nunca olvido. Ella estaba llorando junto a mi, todas mis ilusiones de vivir se apagaron. Fabiola como siempre estando ahí a mi lado, ningún minuto me dejó sola. Ella tenía una cara de tristeza. Sé que tenía ganas de llorar, pero Fabiola solo se pasaba la mano en la cara y no me mirabá a los ojos. Pues sabía que si me miraba, iba a llorar. Fabiola no quería demostrarme su tristeza.
Ella ahí animándome como nunca, se comportó de una manera asombrosa y realmente sentí un verdadero cariño. Yo sabía que si seguía ahí conmigo tarde o temprano iba a derramar una lagrima, y así fue. Escuché mi nombre. Alguien estaba preguntando por mi. En el reflejo del vidrio de la puerta vi el rostro de una mujer muy hermosa, pero tenía una mirada melancólica. A su lado derecho un hombre, mirándome a los ojos, hubo un segundo que lo miré, pero inmediatamente bajé la mirada. Seguía llorando. Recuerdo que Fabiola suspiró y dijo: -"¡Oh no!" Me tomó de la mano y me dijo: -"TODO ESTARÁ BIEN"
Yo sabía el porqué de esa pregunta. Me levanté de mi asiento y salí del lugar donde estaba, no mire atrás. Salí llorando. La mujer me dijo que bajara las gradas y así fue. Muy deprisa iba. Al bajar el último escalón vi a mi madre llorando, muy triste y decepcionada. Mi madre me abrazó, y me dijo no llores. Pero ¿Cómo no hacerlo? Ella ahí, llorando. Y yo, sin dudarlo. La mujer nos dijo que entraramos a la habitación. El lugar era muy bonito, pero el ambiente era de nostalgia y tristeza.
En el vidrio vi a tres mujeres y un hombre. Al entrar a la habitaci贸n, Juana Jule me mir贸 y nos pidi贸 que tomaramos asiento. Con mi madre nos sentamos. Enfrente tenia a Juana, a mi lado derecho a mi madre, al izquierdo a Aura, a la par de ella a Orlando. Enfrente de mi madre estaba Gabriela, mejor conocida como Gaby. Todos con una cara de tristeza, yo segu铆a llorando. Miraba cada segundo, minuto, a Gaby, Aura, Orlando y Juana. Yo llorando....
Sin dudarlo, yo quería salir corriendo, escapar, perderme en la nada. No quería estar ni un minuto mas. Pasaba el tiempo, yo simplemente llorando, ellos hablando, la verdad, yo no estaba pendiente de lo que hablaban, si no que, me perdí en la mirada de Gaby y Juana. Al pasar unos cuantos minutos, salimos de ahí, me despedí de cada uno de ellos. Recuerdo que abrasé muy fuerte a Juana. No la quería soltar, quería quedarme ahí, pero no. Me solté la miré y le dije ¡Lo siento!. Salimos con mi madre. Fuimos a casa.
Ese día no dormí, no podía hacer nada, simplemente quería desaparecer, morir. Pasaron días, semanas, meses, pero aun recuerdo ese día. Nunca lo olvidaré. Completamente todo lo que me sucedió ese día, se quedó en mi mente y corazón. La vida sigue y ahora estoy feliz de lo que he logrado hasta hoy. Espero que con la ayuda de Dios y todos los que me quieren, saldré adelante. Después de lo que viví, será solo un mal recuerdo.
Mi nombre es Rocío Zepeda, tengo 16 años, soy de San Salvador, actualmente estudio en el Complejo Educativo Capitán General y pertenezco a la familia Supérate Merlet. Mis pasatiempos son salir con amigos, el skate, escuchar música, especialmente de Skrillex, chatear, tuitear. Mis colores favoritos son el rosado, negro, blanco, celeste, morado y verde manzana.