Sombras en la oscuridad
Noche fría, uno tumbado en cama, esperando el amanecer. Eran las tres de la madrugada, la noche en que comenzó a cambiar mi forma de pensar. Ya no puedo dormir tranquilo, no en este día. Porque siento que las piezas dentro de mi cabeza se van desmoronando poco a poco. La pesadilla inolvidable, pensé nunca más despertar, puesto a que las sombras en la oscuridad de mis sueños se hacían más grandes. Miro el techo constantemente, juego con mis dedos impacientemente, pienso en todo lo que pasó.
Soñé que me despertaba en medio de la noche. Salí de mi casa y observé, todo estaba oscuro solo había una luz al final del pasaje. Miraba todo desolado. Mi familia había desaparecido, y todas las piezas en mi cabeza daban vueltas. Ví a un hombre vestido de negro con leves murmullos decía que corriera y que ya venía la oscuridad. Se alejó caminando un poco rápido; no le entendí nada, seguí hasta la luz del fondo del pasaje. Llegue a un lugar donde estaba mi familia tirada en el suelo, parecía que a todos les hubiesen sacado el alma, todos estaban muertos. Se me escapó el llanto en mis sueños.
Sequé mis lágrimas y observé que todos las demás personas estaban mirando una casa de tres plantas. Tenía un aspecto terrorífico, no entendía que era el interés, de allí salían unas sombras muy extrañas, eran tan oscuras que estando noche se podían ver. Lo que pasó en esa casa es que asesinaron a 6 niños no se las razones solo eso me dijeron las personas que estaban alrededor. Me arme de valor y entre a la casa. Todavía recuerdó haber visto en la entrada de la casa, la puerta de metal con el seguro roto. Ya en la casa comencé a revisar la sala, era mi impulso de curiosidad quien me llamaba en el sueño.
A pasar por la salaba, fue la cocina había un olor poco fétido pero no era muy escandaloso. A final de la habitación habían unas escaleras que conducían a la segunda planta. Miré unos escalones con aspecto desplomado, que contenían unas arañas. En la segunda planta de la casa, para entrar a la habitación, había una gran puerta de madera rasguñada y con muchas abolladuras. Pareciese que estuvieron golpeándola con algo o una bestia o algo desconocido se hubiese vuelto incontrolable. Los piezas dentro de mi cabeza solo dan vuelta en sentido contrario para tratar de asimilarlo todo.
En ese mismo lugar, noté que todo en la casa era de un color gris tenue. Y en esa misma puerta habían escritos unos números. 5, 7, 9, 11, 13 y 15 eran los números que alcancé a leer. Abajo, entre la abertura de la puerta y el piso, salían unas sombras que parecían manos de niños. Más oscuras que la noche, no puedo explicarlo. Una de esas sombras me alcanzo a tomarme el pie subió hacia mi luego no recuerdo como fue pero eso me llevó a otro lugar. Estaba en una iglesia, sentado en las primeras filas del templo. El sacerdote, dando una misa y todos escuchando lo que de decía.
Cambio el panorama a un todo claro sin nada de oscuridad. Al final de las filas observe algo que nadie le ponía atención. Era otro sacerdote, bautizando a unos niños. Cada uno parecía de las edades que aparecían en la puerta que vi en en la segunda planta de la casa. Las piezas de mi cabeza no saben en que sentido girar. Todo está todo confuso. Hago una pausa en mi relato. Las sábanas están demasiado delgadas para la fría noche. Prosigo. En la iglesia observé, al sacerdote reír y darles la bendición a los niños. Luego todo el panorama cambió. Volvió a la escala de gris oscuro.
Supongo que era un recuerdo dentro del sueño. Algún recuerdo de los niños o algo relacionado para lo que niña a ver. Estaba otra vez frente la puerta de las marcas; pero con una mano en la manecilla. No se cómo llegó allí mi mano. Sólo se que cuando acabo el recuerdo ya estaba así. Abrí la puerta, las sombras de manos ahora eran siluetas de niños. Parecían que estaban con una silueta más grande, la de un hombre que estaba junto a ellos. Luego observé a mi alrededor. Era un habitación hacia con unas como columnas derrumbadas y parecía que la casa se hacía más grande en esa habitación.
En las paredes estaban los mismos números de la puerta solo que escritos con pintura negra, parecían garabatos. Las siluetas caminaron hacia mi, y yo no pude moverme, algo me paralizaba. La más grande de las siluetas me tocó con su mano en la frente y las de los niños me tomaron los brazos y las piernas. Luego me mostraron como otro recuerdo, todo era tan claro como el primer recuerdo que me mostraron. Era una familia jugando en esa habitación de la casa. Luego todo se iba haciendo más oscuro. Aparecían unas como siluetas que eran como las de unas ramas de árboles en forma de manos. Cubrieron todo en una inmensa oscuridad.
Salí corriendo del lugar no más termino el recuerdo como un movimiento involuntario no se cómo hice para salir de allí.
Continuara...
Wilson Cerna. Naci贸 el 3 de enero del 1998. Hizo sus estudios en literatura en contextos. Y es un autor con estilo un poco suspensivo.