Suplemento

Page 1

Landscape (Paisaje), de Federico Herrero, óleo, acrílico y pintura en aerosol sobre tela, 2008. Colección Patricia Phelps de Cisneros.

Número 22, 1 de marzo de 2019

MIRADAS DESAFIANTES

VIERNES CULTURAL

›CON 70 ARTISTAS DE 16 PAÍSES DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE, LA COLECCIÓN PHELPS DE CISNEROS ES UNA AMPLIA MUESTRA DEL ARTE LATINOAMERICANO RECIENTE, QUE PROPONE NUEVAS FORMAS DE OBSERVAR LA REALIDAD DEL CONTINENTE. PÁGS. 18-20.

›TRES FIGURAS DE LAS LETRAS. Dos cuentistas ya fallecidos siguen sorprendiendo a sus lectores: la estadounidense Lucia Berlin y el argentino Ricardo Piglia. La narradora chicana Sandra Cisneros habla sobre su trayectoria galardonada con el Premio PEN/Nabokov. PÁGS. 21-25.


VIERNES CULTURAL

18. ContraRéplica.

Viernes 1 de marzo de 2019

NUEVOS

MODOS DE VER SONIA ÁVILA acer un viaje por Latinoamérica. La tierra de las migraciones, de las dictaduras y las revoluciones, de las fronteras naturales y las construidas al absurdo. Por la Latinoamérica de sueños inconclusos. Un paseo por la diversidad cultural, por una miscelánea de lenguajes, un abanico de estéticas. Un recorrido por el arte de América Latina a veces oculto de los reflectores del mercado internacional. Esta es la invitación que hace la Colección Patricia Phelps de Cisneros al traer su acervo a México tras 13 años de ausencia. Propone un paseo a lo largo de los rincones de un continente que se distingue por la pluralidad y la complejidad. Hacer un acercamiento a los modos de pensar, de crear, de producir y de percibir el arte. Es un trayecto que se despliega en el Museo Amparo, de Puebla, a través de 70 artistas de 16 países de América Latina y el Caribe; más de un centenar de piezas

H

Ha llegado al Museo Amparo de Puebla una muestra de arte contemporáneo de Latinoamérica: la Colección Phelps de Cisneros, que reúne obras de 70 artistas de 16 países, en un abanico de estéticas que revisan temas urgentes: la política, el feminismo, la migración, la desigualdad económica…

adquiridas por la pareja Phelps de Cisneros entre 1990 y el 2015 que responden a un tiempo-espacio definido por revoluciones de pensamiento. Son compras fuera del mercado habitual (ferias, subastas o galerías). Son adquisiciones hechas a partir de investigar y visitar los talleres y los estudios de los artistas; el traspatio, pues, del arte. Y así de cerca cuestionar y pensar en sus exploraciones, asimilar sus lenguajes, entender sus localidades y, entonces, advertir que la contemporaneidad no siempre es lo que ocurre en las grandes capitales. El viaje se propone a través de la expo-

Venn Diagrams (Under the Spotlight) (detalle), de Amalia Pica, 2011. Colección Phelps de Cisneros.

sición Portadores de sentido. Arte contemporáneo en la Colección Patricia Phelps de Cisneros, producida ex profeso para el Museo Amparo, en cuatro núcleos temáticos. Lo que caracteriza este acervo es servir como radiografía de la producción plástica de finales de siglo XX e inicios del XXI donde lo mismo tiene cabida la pintura y la escultura que la instalación y el video; donde es protagónico el exilio de centroamericanos y la devaluación económica de Venezuela –país de origen de la Colección– igual que la lucha feminista y discusiones de género. Hay otros acervos contemporáneos que hacen de espejo de la realidad latinoamericana, pero éste consigue heterogeneidad en generaciones, lenguajes y geografías no visibles para el mercado formal. Conviven la argentina Amalia Pica (1978), que explora la memoria colectiva a través de intervenciones públicas, con el costarricense Federico Herrero (1978), quien trabaja en la abstracción pictórica, la venezolana de ascendencia coreana Suwon Lee (1977) centrada en fotoviajes por Venezuela, España y Perú, y la argentina Liliana Porter (1941), quien trabaja en grabado, pintura, dibujo, fotografía, instalación, teatro, video y arte público, entre otros más. “Nos interesa entender las producciones locales y no sobreponerle el idioma


VIERNES CULTURAL Viernes 1 de marzo de 2019. ContraRéplica.

19

Poema volcánico (detalle), de Eduardo Navarro, 2014. Colección Patricia Phelps de Cisneros.

occidental y juzgar si es contemporáneo o no desde esa mirada. Estamos respondiendo a lo que vemos al momento en el lugar de producción que son los talleres, y vemos diversidad”, lanza Sofía Hernández Chong Cuy, la curadora, quien incluyó fotografía, instalación, escultura, pintura, dibujo y video. Más allá del despliegue para el Amparo, la colección en sí misma destaca el impulso de la experimentación donde el artista se convierte en portador del sentido de una idea. Esto es entender al autor de una obra como un creador intelectual incluso si hace investigación de campo y registro de la naturaleza o si retoma materiales de uso ceremoniales indígenas para intervenciones públicas. Se trata, pues, de conocer las tantas “caras” de Latinoamérica que existen como artistas y modos de pensar hay.

OTROS MODOS DE VER La primera parada de este viaje es Cuba. La isla donde las tradiciones ancestrales se entretejen con los rezagos de un comunismo decadente, con una religión católica y un modo de vida occidental que se mira a la vuelta de la esquina. Ese país que José Bedia (La Habana, 1959) describe en la pintura Mamá kalunga. Una pintura semicircular que abre la muestra para hablar –desde la abstracción– sobre el universo dividido en upperworld y underworld. El nombre de la pieza refiere a la línea divisoria del horizonte que separa lo de arriba y lo de abajo. Si la mirada se concentra en el acrílico, se vislumbra el cráneo de un ancestro acompañado de dos sirenas. Son reflejo de ese contraste: la división de un mundo en dos. Hernández Chong Cuy, actual directora del museo Witte de With en los Paí-

UNA EXPOSICIÓN SORPREDENTE ¿Cómo se llama? Portadores de sentido. Arte contemporáneo en la Colección Patricia Phelps de Cisneros. ¿Quién hizo la curaduría? Sofía Hernández Chong Cuy. ¿Dónde se exhibe? En el Museo Amparo (2 Sur 708, Centro Histórico, Puebla, Puebla). ¿Hasta cuándo? Hasta el 22 de julio. ¿Qué soportes incluye? Fotografía, instalación, escultura, pintura, dibujo y video.

ses Bajos, señala que le interesa destacar estas otras miradas en un ejercicio por comprender una región tan heterogénea. “La obra –afirma– está enmarcada dentro de las adquisiciones entre 1990 a 2015, un periodo donde comienza una gran circulación de artistas, caen las dictaduras y comienzan los procesos de democracia, procesos de neoliberalismo que crea un sistema de colaboración entre artistas y modos distintos de producir y percibir su entorno. Son otros modos de ver”. Entonces nos lleva a Ecuador. Ahí Oswaldo Terreros Herrera (Ecuador, 1983) nos recibe con un textil tradicional donde presenta imágenes extraídas de Internet para reproducirlas de acuerdo al recurso tipográfico, uso cromático y manejo de la escala del tejido ancestral. La pieza es una comisión del artista a artesanos en un guiño a las prácticas capitalistas en su país. Y seguimos por el Amazonas de Venezuela, donde a partir de una estancia larga, Laura Anderson Barbata (México, 1958) consigue vincular la experiencia del campo y los modos de vida local con la filosofía. Presenta Santos y profetas, una serie de plumas de poder espiritual usadas desde la Conquista que ella lleva al cubo blanco. “Lo que más me interesa de estos

trabajos –continúa la curadora– es la narrativa que nos introduce en nuestra contemporaneidad; cierto, vemos trabajos abstractos y geométricos, pero se desdoblan en una serie de narrativas sobre problemas tan cotidianos que no vislumbramos, desde la migración y los desplazamientos de culturas hasta esta intersección que hace Anderson de objetos ancestrales”. A manera de ruta con muchos puntos de intersección, la exposición también pasa por Guatemala, donde Alejandro Paz Navas filma el viaje de un indigente seguido por un guardaespaldas. Por Colombia, con la obra Pieza arcaica (doble yo), de Nadín Ospina; es una escultura de Mickey Mouse a manera de objeto precolombino que hace una reflexión sobre la influencia transculturales y los desplazamientos en las sociedades contemporáneas. Por México, con Mario García Torres, quien usa el video para relatar sobre un viejo hotel que un artista tenía en Kabul, en Afganistán; una historia que aborda influencias neoliberales. Chile, Argentina, Venezuela y Honduras son los siguientes puntos de encuentro para hablar no sólo de las sociedades tangibles sino también de las imaginarias; los mundos ilusorios que mucho reflejan los reales. Los entornos


VIERNES CULTURAL

20. ContraRéplica.

Viernes 1 de marzo de 2019

Mamá kalunga (detalle), de José Bedia, acrílico y madera sobre tela, 1992. Colección Patricia Phelps de Cisneros.

urbanos que impactan con su diseño y arquitectura zonas rurales. “Esta lectura nos permite entender a los artistas desde su perspectiva; por ejemplo, por qué no realizan videoinstalación en alguna región y otras sí, o cuáles son las implicaciones del pasado prehispánico de cada país, asimilar la tradición plástica local sin que esta exposición sea la única visión sobre el arte, es una mirada más, otra mirada”, refiere Hernández Chong Cuy.

LA RAÍZ VENEZOLANA Venezuela, donde hoy luchan dos presidentes por el alto mando y la ayuda humanitaria no consigue entrar, es el origen de la Colección Patricia Phelps de Cisneros, con sede actualmente en Nueva York y Caracas. Un acervo errante que se vale de museos de talla internacional para posicionar sus obras en la mira global. La colección nace formalmente en 1970 centrada en la producción latinoamericana, y con especial interés en la producción de su ciudad natal. La curadora precisa que el acervo no es panfletario, pero es posible vislumbrar rasgos de la dictadura de Nicolás Maduro en algunas obras: “Si bien el origen de la colección es Venezuela hay un cuidado en los artistas de ese país. Dentro del acervo sí hay algunos venezolanos que viven en Caracas y muchos que han salido y en sus obras hablan de la situación política pero de manera implícita en investigaciones mayores; no se limitan a la política”. Así recuerda a Ali González, quien utiliza el código penal de su país para construir una serie de huellas de barro sobre la sociedad venezolana. Lo mismo que Luis Molina Pantin, quien reúne alcancías que los bancos regalaban a sus clientes; el asunto es que estas empresas financieras venezolanas han desaparecido ante la devaluación económica. Breves ejemplos de la actividad artística en uno de los países más complejos

Sin título (indígena) (detalle), de Oswaldo Terreros, tela de lana tejida, 2010. Colección Patricia Phelps de Cisneros.

70 16 artistas

Países de América Latina y el Caribe

actualmente de América Latina. Una región que, según ensayos publicados por la misma Fundación Phelps de Cisneros, se ha adaptado al entorno sociopolítico para abrir paso a creadores jóvenes apoyados, principalmente, por espacios independientes que exploran lenguajes y modos para referir a su localidad. Junto con Venezuela, acota Hernández Chong Cuy, México ocupa un interés particular en la pareja de coleccionistas

Phelps de Cisneros. “A inicios de los noventa, con el boom del arte, claro que centran su mirada aquí, y en esta exposición vemos muchas mujeres mexicanas, como Pía Camil o Mario García Torres”. Llama la atención la presencia de Tania Pérez Córdova, de quien se donaron dos obras al Museo Amparo: Call Forwarding (2013) y Person Leaning on his Elbow, un extra (2012) Es habitual que la colección obsequie obras a algún museo. Esto se ha convertido en una estrategia para colocar su acervo en recintos internacionales. En enero, por ejemplo, la fundación anunció que 200 piezas de su colección, realizadas por 91 artistas de 22 países, se unirían a recintos como el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, el de Arte Moderno de Buenos Aires, el de Arte de Lima y el Blanton Museum of Art, de la Universidad de Texas, en Austin.


VIERNES CULTURAL

HORAS DE OCIO

LA TRAMPA DE LA COTIDIANEIDAD JORGE ALBERTO GUDIÑO ucia Berlin fue uno de los rescates literarios más sonados de los últimos años. No fue hasta la publicación en 2015 de Manual para mujeres de la limpieza, once años después de su muerte, que sus cuentos volvieron a ser el centro de la conversación literaria estadounidense y, en consecuencia, de los países hispanoparlantes. Las razones de este resurgimiento están relacionadas tanto con lo literario como con lo mucho que llama la atención de la autora. En ese sentido, se podría asegurar que, tras su muerte, se convirtió en uno de sus personajes, el más logrado quizá. Dentro de las tradiciones cuentísticas, Berlin entra en una categoría que suele dar cabida a lo cotidiano. En sus cuentos no hay sobresaltos, giros inesperados, vueltas de tuerca o finales que requieren una relectura para no caer en la angustia que genera la sorpresa. Para quienes buscan vueltas narrativas intensas, no es Una noche en el paraíso. Lo es para quienes gustan de una literatura más sosegada. Al menos en apariencia. Mucho se ha escrito, desde su libro anterior, que Berlin se siente a sus anchas narrando la cotidianidad. Un lector amante del género podrá anticipar historias con un sustrato melancólico, de ésas que se van construyendo a partir de detalles. Las excepciones que se requieren para conferirle un motor a los personajes son minucias de una vida rutinaria, cercana a la desesperación. Son muchos los ejemplos que se pueden dar, de cómo las palabras van tejiendo un entramado del que es difícil escapar, pues pronto el contagio de lo narrativo crece hacia el exterior del libro, atrapando a todo aquél que está disponible. En cierto sentido, los cuentos de Berlin bien podrían caber en esa categoría.

L

21

Lucia Berlin, con su hijo David. Foto Literary Estate Lucia Berlin.

Viernes 1 de marzo 2019. ContraRéplica.

¿DE QUÉ LIBRO ESTAMOS HABLAMOS?

EL DATO

Título: Una noche en el paraíso Autora: Lucia Berlin Editorial: Alfaguara, 2019. Páginas: 320 Género: Cuentos

LA CUENTISTA Lucia Berlin nació en Juneau, Alaska, en 1936 y murió en Los Angeles en 2004. En 1991 obtuvo el American Book Award con Homesick, pero no obtuvo la fama en vida.

Son cotidianos. También tienen detonadores sutiles, cuando no lo es la simple voluntad narrativa. Incluso dan cuenta de repeticiones, rutinas, el monótono existir. La diferencia estriba en que, en muy buena medida, la vida que cuentan dista mucho de ser una vida cualquiera. Si hacemos caso al prólogo y a la nota aclaratoria al final de Una noche en el paraíso, podremos constatar que varios de los cuentos contenidos en el libro tienen un pie en lo autobiográfico, cuando no son autoficción pura. Y ya se había comentado que Lucia Berlin no sólo es una autora sino su propio personaje, póstumo, es verdad, pero personaje al fin. Entonces podemos adentrarnos en diferentes momentos de su existencia, que tuvo vendavales y tormentas. Lo cotidiano sucede cuando encontramos a una mujer lavando trastos en su cocina. Lo cotidiano para nosotros, inmersos en esa misma rutina. Pero los personajes de Berlin funcionan un poco como ella, a partir de ella. Podemos atestiguar el desamparo de la muchacha que ya no puede jugar con sus amigas porque el trabajo de su padre la ha obligado a mudarse. También encontramos a la niña que vende juguetitos con su amiga en las calles de un barrio pobre del sur de Estados Unidos. O a la mujer embarazada de un músico al que la vida le sonríe y decide irse tras ella. Lo cotidiano, entonces, es la percepción de los personajes de la realidad en la que viven y no lo que ve el lector común y corriente.

Este hecho permite bucear más profundo. Participamos de una forma de ver la vida muy particular: la del extranjero que va perdiendo las pocas esperanzas. Por otro lado, la de cómo el lenguaje se va apropiando de lo narrado. No es casual que la velocidad de la lectura cambie conforme se avanza. Berlin conoce el ritmo, el peso de las palabras y la manufactura de las frases. Sabe cómo hacer que el lector se dilate en un episodio para luego salir impelido hacia el siguiente. Por último, pese a la enorme lejanía de los personajes, la autora consigue hacer lo que debería ser el propósito de toda literatura: contagiar las emociones. Encasillar los cuentos de Berlin a lo cotidiano es reduccionista. Al menos en parte. Por más que a los personajes les parezca que su realidad es común, siempre hay rupturas que los sorprenden. Poco importan las categorías y las etiquetas a la hora de presentar cuentos que conducen a uno mismo; quizá la forma más ambiciosa de lo narrativo. Si se logra a partir de herramientas sólidas y un uso preciso del lenguaje, no resulta exagerado pensar en que el rescate literario que ha significado Berlin tiene sólidos fundamentos. La clave está en no dejarse convencer por una tradición literaria o, si ya se hizo, llegar más hondo, a ese sitio preciso donde lo cotidiano también tiene un toque de maravilla.


VIERNES CULTURAL Viernes 1 de marzo de 2019

Ricardo Piglia. Foto Cortesía Agencia Schavelzon.

UN MENSAJE

EL CRIMEN ES

22. ContraRéplica.

ALEJANDRO ARTEAGA os casos en los que participa el comisario Croce ocurren entre los años cincuenta y setenta del siglo pasado, y cada uno se sostiene en un hecho de la historia argentina, una noticia sensacional, un mito urbano o una reunión de posibles acontecimientos literarios; un buen número de ellos también ilustra una obsesión, una idea o una teoría del autor ya expresadas en otras obras y en otros ámbitos. En “La música”, por ejemplo, Croce resuelve un enigma mediante una serie de dibujos que solicita al yugoslavo Sandor Pesic, un marinero que no conoce una pizca de español y que ha sido acusado injustamente de asesinar a una mujer durante una parranda en un bar del puerto. En “La película”, al comisario le es encomendado localizar y destruir una cinta pornográfica que compromete al más alto dignatario de la política argentina y donde se cree actúa la primera dama Evita Perón. Por su parte, en “El astrólogo” se relatan los distintos encuentros clandestinos de Croce con Leandro Lezin, el “Maquiavelo de los bajos fondos”, un criminal revolucionario —personaje de Los siete locos y Los lanzallamas, novelas de Roberto Arlt— quien confabula un golpe maestro en el centro del poder en Buenos Aires antes del golpe de Estado de 1955. Más tarde, en “El jugador”, Piglia ejercita las premisas que le permitieron postular sus célebres “Tesis sobre el

L

Semanas después de su muerte, en enero de 2017, se dio a conocer que el escritor argentino Ricardo Piglia había dejado al menos seis libros listos para publicarse, entre ellos, un conjunto de relatos policiales protagonizados por el comisario Croce, personaje aparecido ya en la novela Blanco nocturno (2010) y en tres textos de su Antología personal (FCE, 2014). cuento” a partir de una anécdota registrada por Antón Chéjov en su cuaderno de notas: “Un hombre, en Montecarlo, va al Casino, gana un millón, vuelve a su casa, se suicida”. En este caso, un abogado de una empresa privada se quita la vida aparentemente tirándose de un bote de pescadores luego de ganar una buena cantidad de dinero en las apuestas. Croce, por tanto, debe resolver este paradójico caso leyendo los hechos con gran cuidado pues, como bien apuntaba el autor argentino, “un relato siempre cuenta dos historias, una visible y una secreta”. De ese modo, en “La excepción” se detalla la solución teórico-literaria de un dilema histórico a partir de la lectura en clave de los poemas que contiene el archivo del médico y poeta romántico Hilario Nieves, quien participó en la rebelión contra Juan Manuel de Rosas y fue fusilado por Justo José de Urquiza a mitad del siglo XIX. Enseguida, en “La Señora X”, mediante una esclarecedora premisa: “la mentira a veces es un camino para que triunfe la ley”, el comisario urde una serie de falsedades para dar con el paradero de

quienes ultrajaron a una mujer anónima en una calle porteña. En “La conferencia”, un jovencísimo Croce asiste a la charla sobre el relato policial que imparte en la biblioteca de su pueblo un escritor ciego —trasunto de Jorge Luis Borges—, quien colabora más tarde con el joven investigador para la solución empírica de algunos crímenes perfectos que le obsesionan. En “El tigre”, finalmente, antes de huir hacia el Uruguay, el comisario cuenta a un reportero llamado Emilio Renzi la historia del único crimen jamás esclarecido a cabalidad en su carrera, donde un par de jugadores de cartas matan al compañero que estaba a punto de dejarlos en la ruina. En la figura y el método de Croce se amalgaman y compiten, sin duda, los rasgos de célebres investigadores de la novela de enigma como Sherlock Holmes, Auguste Dupin, Erik Lönnrot, Isidro Parodi o el Padre Brown; las competencias del rastreador que perfilaba Domingo Faustino Sarmiento en el Facundo; la perspicacia y el olfato de los detectives de la serie negra como Philip Marlowe o Sam Spade; y acaso la sordidez de los


VIERNES CULTURAL Viernes 1 de marzo de 2019. ContraRéplica. 23

QUÉ LEER Recomendaciones de la redacción ANDRÉS RESÉNDEZ

LA OTRA ESCLAVITUD Grano de Sal, México, 2019 Este libro cuenta la historia de las formas del sometimiento que se impuso a los pueblos indígenas americanos, tanto en tiempos prehispánicos como en el periodo colonial. Andrés Reséndez recorre del Caribe al suroeste de los actuales Estados Unidos para revelar la faceta feroz de una “peculiar institución”. El libro obtuvo el Premio Bancroft de la Universidad de Columbia.

narradores criminales perfilados por James M. Cain o Friedrich Dürrenmatt. Si en principio Croce parece un razonador puro ajeno a los dramas y casos que investiga, muy pronto las circunstancias de su labor lo obligan a resolverlos a fuerza de involucrarse en los entramados sociales de la provincia argentina; sin embargo, esas fuerzas lo someten asimismo a las contrariedades de vivir en eterna tensión con el Estado al que sirve. Resignado a esa resistencia permanente, el comisario empeña su resto en la confección de un método. Su refinada técnica podría ser definida como una estrategia “espacial”, y consiste en apropiarse de una perspectiva útil para descubrir lo que a simple vista no se ve pero siempre estuvo ahí. “Comprender no es descubrir hechos —decía Croce en Blanco nocturno— ni extraer inferencias lógicas, ni menos todavía construir teorías, es sólo adoptar el punto de vista adecuado para percibir la realidad”. Más que plantear soluciones, lo que a Croce le place es formular nuevos problemas que expresan mayor complejidad que su triste o sencilla solución. A lo largo de cada historia suelta las perlas de su método: diagnóstico, escala, proyección, consistencia, solidez, coherencia, imaginación y perspectiva. Abunda: “Nunca me preocupo de las causas de un crimen, sólo me interesan las consecuencias, lo que ha sucedido después. El crimen es un mensaje. No debe ser analizado en sus motivaciones, sino en su forma —las pistas, los rastros—, y sobre todo en la relación que mantiene con la multitud de detalles inadvertidos”. Como texto liminar, el volumen se ampara en un fragmento de Karl Marx donde, a grandes rasgos, el filósofo presenta al criminal —o al delito— como el motor de las fuerzas productivas de la economía capitalista, pues mediante sus actos o sus hechos —sostiene— genera en la sociedad, en principio, una impresión moral y trágica, y enseguida desarrolla un enorme aparato econó-

mico que incluye al derecho penal, las leyes, el trabajo de los jueces, los jurados, el detective privado y la policía; en esa misma línea, el criminal y el delito rompen la rutina de los ciudadanos, promueven el equilibrio social y propician arte a raudales, sobre todo literatura. Al hablar sobre la serie negra en Crítica y ficción, Piglia ya enfilaba sus reflexiones en el mismo camino. “El único enigma que proponen —y nunca resuelven— las novelas de la serie negra es el de las relaciones capitalistas: el dinero que legisla la moral y sostiene la ley es la única ‘razón’ de estos relatos donde todo se paga. En este sentido, yo diría que son novelas capitalistas en el sentido más literal de la palabra: deben ser leídas, pienso, ante todo como síntomas”. Síntomas o no, en Los casos del comisario Croce, Piglia sobrepone magistralmente otra economía, la del relato, donde la información se cifra, se falsifica o se sustrae bajo las tres formas de una ausencia: enigma, misterio y secreto. La técnica con la que se despeja la incógnita de cualquiera de esas tres formas forja no sólo el estilo del investigador sino también expande y multiplica las capacidades de fabulación del narrador argentino, quien ha dejado esta serie de cuentos como un regalo y un mensaje póstumos. Pero también como un acertijo. Como si se tratase de una cinta de ciencia ficción contemporánea, mermado por la enfermedad que acabó con su vida, Piglia concibió letra por letra algunos de los relatos de este volumen con la ayuda de Tobii, un hardware que permite escribir con la mirada. Allí, pienso, comienza un nuevo caso. ¿El contexto de producción de estos relatos ha transformado el estilo de su autor? Esa es la primera pregunta que el mismo Piglia formula en el epílogo. Ese enigma sólo corresponde resolverlo al lector.

ANTONY BEEVOR

LA BATALLA POR LOS PUENTES Crítica, México, 2019 Con el subtítulo “Arnhem 1944. La última victoria alemana en la Segunda Guerra Mundial”, este nuevo libro del prestigiado historiador militar británico se centra en la narración del avance de las tropas aliadas en septiembre de 1944 por Holanda y su enfrentamiento con el ejército alemán. El libro se apoya en una muy amplia documentación y en diarios y otros testimonios personales.

ETGAR KERET Y ASSAF HANOUKA

CALLES DE FURIA México/Culiacán, Trilce/ Universidad Autónoma de Sinaloa, 2018. Con traducción de Michelle Aronovich Staroselsky, este libro presente relatos del aplaudido escritor israelí Etgar Keret ilustrados por Assaf Hanouka. Son historias que rompen los esquemas del antihéroe y abordan temas como la violencia y sus alcances, la esperanza o la guerra.


VIERNES CULTURAL

24. ContraRéplica. Veirnes 1 de marzo de 2019

ENTREVISTA

LA VOZ DE UNA CHAMANA Nacida en Chicago de padres mexicanos, Sandra Cisneros es la representante más notable de la escritura chicana. A los 64 años, la autora de la ya clásica novela La casa en Mango Street acaba de recibir esta semana el prestigioso Premio PEN/Nabokov de literatura internacional.

ALEXANDER HALL

Foto de Keith Danemiller tomada de www.sandracisneros.com.

S

andra Cisneros (Chicago, 1954) es la autora chicana más importante de nuestro tiempo. Se define a sí misma como una bruja buena que utiliza la literatura para sanar el corazón de los migrantes, una chamana con el corazón en México y en el mundo indígena. Es autora de La casa en Mango Street y Caramelo, dos portentos de la literatura que dibujan el pulso del fallido sueño americano. En la primera, Esperanza Cordero expresa la nostalgia del exilio en el corazón hispano de Chicago: descubre el amor y se resiste a permanecer en ese mundo gris y racista; y en la segunda, se describe la historia de la familia Reyes, desde la voz de una niña curiosa que tiene el alma de una vieja abuela. Ambas historias, que este año serán reeditadas por la editorial Planeta, parten de la nostalgia, atraviesan el exilio, describen la realidad de los migrantes atrapados en el cuerpo de dos países, y ya le han valido numerosos reconocimientos, como la Medalla de las Artes de Texas, la Medalla Nacional de las Artes, otorgada por el entonces presidente Barack Obama y hace unos días con el Premio PEN / Nabokov para literatura internacional. Traducida a más de 20 idiomas, incluyendo francés, alemán, holandés, italiano, noruego, chino, turco y, recientemente, egipcio, griego y tailandés, Cisneros es autora de los poemarios Bad Boys (1980), Loose Woman (1994); de la antología Woman Hollering Creek y Other Stories (1981) y sus dos novelas más celebradas: La casa en Mango Street (1984) y Caramelo (2002). Su más reciente libro es Puro amor (2018). Vía telefónica desde Washington, Cisneros se asume como una escrito-


VIERNES CULTURAL Viernes 1 de marzo de 2019.ContraRéplica. 25

ra feminista y activista latina, una migrante que pertenece a las Américas del Norte y del Sur, una poeta y ensayista que lucha por la esperanza del sueño americano y que observa en la literatura la medicina para un mundo enfermo. Y aunque desde hace cinco años vive en el corazón de San Miguel de Allende, no se siente mexicana ni extranjera. “Yo no soy una ciudadana del mundo, sino migrante de todas partes que se identifica con la gente indígena porque tengo sangre indígena gracias a mi madre”, afirma con una voz que canta el español desde la cuna americana.

¿Cómo define hoy el sueño americano? Para mí el sueño americano ya no existe. Es una fantasía, una mitología y ese poema (de Emma Lazarus) que dice “Give me your tired, your poor…”, no existe para nosotros los latinos. Pero hay gente que todavía luchamos por renovar esa esperanza, somos un grupo muy grande que integra la resistencia. Sólo así me animo, cuando voy a las protestas y veo tanta gente blanca, negra y latina que lucha y resiste. Eso me da ánimo. ¿No le importa que el presidente Donald Trump insista en obtener más y más dinero para el muro entre México y Estados Unidos? No entiendo por qué no se invierte ese dinero en la cooperación de ambos países. Porque tanto México como Estados Unidos no quieren violencia, pero Trump sólo pone atención en las drogas que llegan y no voltea a ver la venta de armas y la compra de esas drogas. No habla de eso. ¿Cómo define a Trump? Es un personaje que tiene una vista muy corta; no es un hombre muy inteligente y lo malo es que usa su ignorancia para convencer a la gente de que tiene miedo. Digamos que Estados Unidos tiene un líder con un punto de vista muy pequeño y una percepción falsa, porque él se ocupa de las vidas blancas, sin mirar a las miles y miles de vidas latinas e indígenas que se está perdiendo con estas políticas que adopta. Él no quiere valorar las vidas de la gente morena. ¿Es la moda del racismo que se ha instalado en todo el mundo? Así lo veo. Y aunque el tema se aborda desde la literatura, para los políticos la literatura no existe. De cualquier forma, intentamos hacer lo que podemos con la palabra y con nuestra presencia, con la educación. Quizá yo no puedo salvar a todo México, pero puedo salvar a la gente con quien estoy en contacto. ¿Qué tanto ha cambiado la realidad chicana desde que escribió Caramelo y La Casa en Mango Street?

La situación es peor que cuando empecé a escribir sobre mi barrio, mucho peor que la memoria de mi adolescencia que transcurre en La Casa en Mango Street. Desafortunadamente estamos muy apachurrados como pueblo y como comunidades de color en Estados Unidos. Estamos más fregados que nunca. Sin embargo, ese libro también ha tenido mucho impacto en China e Italia, así que no es sólo una historia para los Estados Unidos. El tema del racismo ha tenido mucho impacto y lo que pienso es que en este contexto los libros son una medicina. Desafortunadamente el mundo está enfermo y espero que mis libros puedan aliviar o, tal vez, ofrecer una dosis de esperanza a esos migrantes.

¿Considera que la escritura es una forma de activismo? Siempre me he visto como una escritora política. Aunque no me aceptaron como activista cuando empecé a escribir. Incluso cuando se publicó La casa en Mango Street, mis colegas me dijeron que el libro no representaba la lucha de los chicanos. Recuerdo que me criticaron, pero el libro ha sobrevivido y ahora es un libro de activismo; me da mucho orgullo ser parte de las protestas, de esa resistencia que nació con mis antepasados literarios como Eduardo Galeano, Gwendolyn Brooks y Elena Poniatowska. ¿Cómo es la cocina de su escritura? No sé cómo responder… intento escribir acerca de las historias que llegan a mí y me parten el corazón, intento escribirlas de manera que mis lectores puedan aceptarlas en su corazón. ¿La literatura es un arma? En México muy poca gente puede comprar un libro, pero es importante resistir con las armas que tenemos. Mis armas son la pluma, mi boca y mi lengua.

RECUPERAR LA MEMORIA Aunque Sandra Cisneros nació en Chicago, sus raíces son mexicanas. Del lado materno, sus abuelos migraron de un pueblito ubicado en las afueras de León, Guanajuato. Era 1915 y huían de la Revolución Mexicana. Del otro lado, su padre abandonó México a finales de los años treinta, en plena Segunda Guerra Mundial, para no explicar a su familia por qué no se había apuntado a la UNAM. “Él huyó como un vagabundo para evitar el choque con su padre, que era un militar muy estricto”, cuenta Cisneros. “Entonces mi padre compró unos documentos falsos y cruzó la frontera, pero la mala suerte hizo que esa identidad fuera llamada al ejército estadunidense. Ahí descubrió a muchos latinos que pelearon del lado estadounidense,

aunque no sabían hablar inglés… pero eso le valió para convertirse en ciudadano”.

¿Cómo fue su contacto con lo mexicano? Viví en una casa donde se mezclaban las lenguas. Siempre hablábamos español con mi padre y con mis parientes viajábamos al Cerro del Tepeyac, donde vivían mis abuelos paternos. En esos viajes entendí mi herencia y sentí mucho orgullo. Pero fue gracias a mi papá que nos arrancaba de nuestro mundo en Estados Unidos. Eso me educó y me dio descubrió mi mexicanidad, tal como sucede en mi novela Caramelo. ¿En quién se inspiró para describir a ese linaje de reboceros migrantes que vienen Caramelo? En mi madrina María Luisa Camacho, quien me enseñó mucho sobre los textiles mexicanos. Ella era hija de reboceros y la entrevisté muchas veces para ayudarme a crear mis personajes. Al mismo tiempo fue una manera de honrar a mi madrina porque le robé muchas de sus historias.

¿Y sobre La casa en Mango Street? Con esa novela quise ser muy política, pero a mis colegas no les pareció lo bastante chicano porque consideraron que no debía criticar a la comunidad chicana, sino sólo cantar las glorias del barrio. Entonces fui vista como una traidora, aunque lo escribí con todo mi corazón. Años después mis libros se siguen vendiendo y ahora trabajo en una adaptación a ópera. Se llamará Mango Suite y se estrenará el 18 de mayo con la Princeton Symphony Orchestra, bajo la dirección de Derek Bermel.

¿Volvería a vivir en Chicago? Cuando muera no quiero que me regresen allá, no quisiera ser un fantasma que ande molestando; no quisiera que volviera ni una ceniza de mí. Es cierto que Chicago es un lugar donde se habla mucho en español, pero también es un espacio difícil para vivir si eres niño, mujer o migrante. Aunque no debo ser tajante porque alguna vez también dije que no volvería a México. Por ahora lo que me interesa es recuperar la memoria que nos han robado y despertar tanto al blanco como al latino. Creo que el artista o el escritor debe ser el maestro, curandero y chamán que alimente a ese pueblo que sufre amnesia y olvida su historia. Nosotros somos los magos de nuestro tiempo que tenemos el deber de ayudar.


VIERNES CULTURAL

26. ContraRéplica.

Viernes 1 de marzo de 2019

HORAS DE OCIO VERÓNICA BUJEIRO

EL JARDÍN DE LOS DESPRECIOS rueba de este dialogo con el presente es la reciente presencia de Las tres hermanas (1900) en escenarios mexicanos con puestas en escena a cargo de los directores Diego del Río y Luis Eduardo Yee. Dentro de esta suerte de revivificación, Villa Dolorosa, de la dramaturga alemana Rebekka Kricheldorf, bajo la dirección de Silvia Ortega Vettoretti, es una desopilante versión libre que materializa los deseos del autor ruso (pues él siempre se sintió incómodo con el tono trágico que aplicaban los directores a sus obras), al convertir el escenario en una comedia feroz que arrasa con varios valores del presente. Con el subtítulo de “Tres cumpleaños fracasados”, la obra nos ubica en la celebración del onomástico de Irina (Renata Wimer), la más joven de la familia Freudenbach, para presenciar el hastío de un clan de burgueses venidos a menos que se distinguen equitativamente por su superioridad moral e intelectual y por su capacidad de ser completamente inútiles y temerosos ante cualquier actividad que logre sacarlos de su ensimismamiento. El resto del clan compuesto por Olga (Paula Watson, quien alterna con Daniela Zavala), el típico personaje chejoviano que carga con toda la familia además de sus frustraciones, Masha (Mahalat Sánchez) ,la eterna indecisa a la que el amor del no menos atribulado Georg (Salvador Hurtado) quizás pueda salvar, y Andréi (José Carriedo), el idealista que evita colocar los pies en la tierra, convergen como un código descompuesto en la permanente indecisión de la joven Irina, con esa vocación profesional que vemos naufragar en cada una de las tres celebraciones. Kricheldorf dialoga con el original de forma mordaz y crítica, como si el mensaje de esperanza que emiten las hermanas hacia el futuro fuera replicado 118 años después con violenta sorna por el quiebre de las ideologías, las crisis económicas y las diversas formas en la que los humanos permanecemos aferrados a nosotros mismos con creencias ya no de religión o progreso, sino de clase social y utilidad materia-

P

Antón Chéjov es un autor que ha logrado dialogar con el público por su brillante disección de la vida cotidiana y crítica al orden establecido, decantada en personajes que en su fútil esperanza de cambiar los defectos que les impiden un avance sobre sí mismos y las condiciones que los rodean nos resultan demasiado cercanos para ser ficticios.

CHÈJOV PARA NUESTRO TIEMPO Título: Villa Dolorosa, versión libre de Las tres hermanas de Antón Chéjov Autora: Rebekka Kricheldorf Dirección: Silvia Ortega Vettoretti ¿Dónde? Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico ¿Cuándo? Jueves a las 20:30 h, hasta el 9 de mayo

lista. La irrupción al cuadro familiar de Janine (Sheila Flores), la novia “pobre” de Andréi, quien pese a su aparente ignorancia posee una mayor adaptación a la vida que los Freudenbach, establece un contraste interesante al respecto, esgrimiendo un sutil argumento contra las sofisticadas teorías y modos de vida del clan, al enfocarse más en la práctica que en la teoría. Ubicada en un realismo que se acerca a la farsa, la obra posee un tono frenético que representa un reto de dirección en cuanto al ritmo e

interacción caótica de la ansiedad de los personajes. Ortega Vettoretti maniobra con destreza este desafío al realizar elecciones pertinentes en la austeridad de su espacio e iluminación escénica, diseñado por Carolina Jiménez, y concentrarse en las habilidades y el enorme talento del ensamble de actores. La obra posee un eco del teatro del absurdo, por la tortura que viven los personajes al dar vueltas en círculos sobre sus deseos y frustraciones, un efecto que alarga la obra, pero que contribuye al mensaje al representar simbólicamente ese embate inútil ante el tiempo que encuentra su forma de recreo en el ingenio y astucia en la que los protagonistas justifican sus decisiones de vida. En voz de sus personajes, la autora alemana realiza un demoledor análisis a los valores actuales y su decadencia, bajo la cita de conceptos filosóficos que rápidamente se parodian en la réplica y acciones de los mismos. Esta inteligente estrategia

hace un eco a aquel sabor de boca amargo que siempre nos deja el autor ruso, pues lejos del simulacro de las ilusiones no puede más que instalarse la desazón. Un sentimiento que cimbra por la manera en la que interpela al presente, pues el cuadro patético de los Freudenbach nos resulta a los espectadores una escena muy familiar como para desestimarla. Tras la risa y el infausto ritual de celebración, queda en el aire la aguda pregunta de en dónde se encuentra ahora la esperanza, pero ni los petulantes hermanos saben responderla. Quizás la siguiente adaptación a este gran clásico sea una profecía apocalíptica que termine por demoler lo poco que nos queda, pero en lo que eso sucede es muy recomendable acudir a esta Villa Dolorosa a reír y bien, como Chéjov demandaba en sus tragedias.


VIERNES CULTURAL Viernes 1 de marzo de 2019. ContraRéplica. 27

HORAS DE OCIO AL OÍDO NOV3L

SIGN ON THE LINE • Con el sencillo “Sign on the line”, el grupo originario de Vancouver, Canadá, anuncia la salida de su producción Novel, bajo la firma Flemish Eye Records. La canción ha sido llamada “estruendosa pero bailable, curiosamente nos remonta a los inicios del post-punk”. El conjunto de ocho canciones es una declaración fresca y vibrante, una apuesta brutal de una banda que grita al aire un sinfín de mantras anticapitalistas.

MURRAY A. LIGHTBURN

MICCA MONT

HEAR ME OUT

JUN

• El segundo álbum solista de Murray A. Lightburn (vocalista de The Dears) llega de la mano de Dangenbirg Records. Con este estreno da inicio su gira internacional, que lo traerá a la Ciudad de México el 9 de marzo (se presentará en Departamento). Para esta nueva producción, al trabajar con el famoso productor Howard Bilerman (Leonard Cohen, Arcade Fire, Godspeed You!, Black Emperor) para esculpir los sonidos, Lightburn reunió a un estelar grupo de músicos para dar vida a su trabajo.

• De la mano de la disquera LOV/RECS, Micca Mont presenta su nuevo EP, Jun. Es esta una declaración fresca y vibrante, una apuesta brutal de una banda que grita al aire un sinfín de mantras anticapitalistas mientras su entorno musical viene cargado de disonancias postpunk, himnos newwave cabizbajos y un funk político con mucho cuerpo. Jun en lengua totonaca significa “colibrí”, personaje al que Micca decide dedicar este EP por su importancia en su composición y grabación.

EDWARD ALBEE

QUÉ MIRAR

¿QUIÉN TEME A VIRGINIA WOOLF? • La obra clásica de Albee, en traducción de Víctor Weinstock, se vuelve un espectáculo de Laura Almela, Ana Clara Castañón, Pedro de Tavira y Daniel Giménez Cacho. • Teatro El Milagro • De miércoles a domingo, hasta el 5 de mayo

ZADA HADID ARCHITECTS DISEÑO COMO SEGUNDA NATURALEZA • A través de maquetas, audiovisuales, pinturas y fotografías, la muestra aborda el proceso creativo de la práctica de Zaha Hadid Architects y hace evidente la importancia y complejidad del diseño como eje articulador de formas y procesos constructivos. • MUAC, Centro Cultural Universitario • Hasta el 3 de marzo

JORGE GIDI

#NOMECANSARÉ ESTÉTICA Y POLÍTICA EN MÉXICO • Esta exposición explora algunas prácticas que, a caballo entre el arte y la movilización social, manifiesta y dan forma a reclamos actuales en torno de la violencia y la guerra. Helena Chávez Mac Gregor, Sol Henaro y Alejandra Labastida son las curadoras de la muestra. • MUAC, Centro Cultural Universitario • Hasta el 31 de marzo

LA ABADESA • Esta obra teatral, escrita y dirigida por Jorge Gidi, se centra en la historia de una monja de Belén llamada Mercedes, quien funge como abadesa de una casa de recogimiento para mujeres. • Radio UNAM, Sala Julián Carrillo • Lunes a las 20 h, hasta el 25 de marzo


VIERNES CULTURAL

28. ContraRéplica. Viernes 1 de marzo de 2019

COLUMNA INVITADA

LA VOZ DEL BAILARÍN CASANDRA RÍZ

l arte prohíbe el egoísmo. Si las futuras generaciones de artistas se excluyen una de otra y olvidan que la literatura ha inspirado a los compositores, estamos todos destinados al fracaso. Cuando se limita el vocabulario creativo a un único tipo de expresión, se retrasa el crecimiento del arte; porque sólo de la síntesis de los mundos nacerá un nuevo género. La alucinante propuesta que se encuentra hoy en día, y cada vez más desde los años setenta, es la unión de la danza con el teatro; esta posibilidad se mencionó por primera vez en la segunda década del siglo XX. Como ha sucedido con las nuevas corrientes, la danza-teatro ha sido criticada y aclamada por igual; y un siglo después muchos coreógrafos no pueden separarse de ella. El atractivo de la danza-teatro es que lleva a la audiencia a un recinto parecido al cine; las obras de este género están compuestas de episodios con variados personajes, lugares, e incluso, la voz del bailarín. El referente más cercano que se tiene a la danza-teatro es la obra Anna Pávlova e Isadora Duncan: Diálogos, que concluyó una exitosa temporada el 3 de febrero pasado, en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, a cargo de la Dirección de Danza de la UNAM. La coreógrafa Tatiana Zugazagoitia colocó a las destacadas bailarinas en una estación de tren, cuyo destino sería el más allá; al darse cuenta que su transporte tardaría, se da una plática que las llevará a temas tan íntimos como filosóficos. La obra ha fascinado por desempolvar los extravagantes solos de Isadora, por las piezas de nueva creación y los fragmentos de ballet clásico. Empero, debe mencionarse que el elemento superior es lo que nos cuentan estos dos íconos: historias vividas, trágicos incidentes y un vistazo al futuro que nunca verán; establecen así una vez más que la riqueza del arte no conoce límites. Desafortunadamente, aunque ya sea común apreciarlo, la noción de danza-teatro como un nuevo género para crear danza, está en la mente de unos cuantos y en la danza de muy pocos. Rudolf von Laban, coreógrafo y arquitecto húngaro, es reconocido por haber estudiado a profundidad el movimiento en todo lo existente; de dicho análisis ha creado la llamada Notación Laban como la única manera de escribir y describir teatro, danza y deporte. En su quehacer artístico Laban tomó como principales componentes el cuerpo, el espacio y la energía aplicada, experimentó con el tiempo como un ritmo dentro del cual

E

DIRECTORIO Viernes Cultural, suplemento de Contra Réplica •Director general:

Rubén Cortés Anna Pávlova e Isadora Duncan: Diálogos cerró temporada el 3 de febrero en la Sala Covarrubias. Foto Cortesía Danza UNAM.

•Editor: Geney Beltrán •Jefe de redacción: Epigmenio León

sucede la vida, y una actuación inherente que el intérprete debe entender como consecuencia de cualquier acción; el resultado fue el vástago de la danza-teatro y las primeras gotas de agua que recibió ese retoño fueron extraídas del expresionismo. Pasado el naturalismo y el impresionismo, el expresionismo buscaba dar rostro a todo aquello que incomoda o enternece; la danza-teatro supo adecuarse a esta corriente introduciendo una gestualidad que antecede al arte del mimo, reconocible en la obra de Laban Agamemnons Tod (1924). Como asistente de Laban, el coreógrafo y bailarín Kurt Jooss, continuó con la tradición. Fundó en Essen la escuela Folkwang y la compañía Tanztheater, que obtuvo reconocimiento internacional con su ballet La Mesa Verde (1932). Jooss arrasó innegablemente por introducir escenografía teatral, representaciones dramáticas y un discurso político que no se había visto; los temas centrales de sus piezas contenían fuertes críticas y un estilizado espectáculo de lo terrible. Es precisamente en la escuela Folkwang donde comienza sus estudios quien será la siguiente exponente de la danza-teatro, Pina Bausch. Pina se graduó para después estudiar unos años en Estados Unidos, donde aprendió con figuras de la talla de José Limón y Herbert Ross; a su regreso bailó con el Folkwang

Tanztheater y posteriormente, lo dirigió entre 1968 y 1973. El mismo año que dejó la dirección fundó su compañía, el Tanztheater Wuppertal; y en 1975 se catapultó a las regiones más lejanas con su maravillosa versión de La consagración de la primavera. Bausch dio inició a la danza-teatro como la conocemos hoy en día; su movimiento contenía gran carga actoral, desde sonidos cortos hasta gritos, risas y palabras dirigidas al público: Agregó un tono filosófico al argumento e hizo evidente la necesidad humana de un vínculo amoroso, el olvido y la muerte, sin olvidar que nos situó en su famoso Café Müller (1978). Un excelente ejemplo de danza-teatro actual se encuentra en el Nederlands Dans Theater de Holanda, que ha dado vida a las obras más ricas de los grandes coreógrafos de nuestros tiempos; personajes osados, innovadores e impredecibles han logrado la síntesis de dos mundos para crear uno nuevo. Jiří Kylián, Hans van Manen, Paul Lightfoot, Alexander Ekamn y Sol León son sólo algunos de los residentes y maestros que continúan explotando los mismos recursos: gesto, voz, escenografía y movimiento; para así encontrar la más pura expresión dramática del cuerpo.

•Consejo editorial: Francisco González Crussí, Enrique Florescano, Elsa Cross, Silvia Molina, Eduardo Langagne, Carmen Boullosa, Tedi López Mills.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.