Contratiempo 24 • Abril 2005

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mesa directiva Frances R. Aparicio, Ricardo Armijo, Raul Dorantes, Gregory X. Gorman, Jochy Herrera, Francisco Moreno, Francisco Piña, Moira Pujols

director ejecutivo Francisco Piña

consejo editorial Ana Luz Pérez Durán, Juan Mora, Francisco Piña, Julio Rangel, Febronio Zatarain

jefe de redacción Febronio Zatarain

corrección de pruebas Julio Rangel

diseño Francisco Piña

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arte Thelma T. Uranga

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Thelma T. Uranga: Sín título, 2003

dossier Editorial Rosenbaum habla del cine latinoamericano y español Un cine basado en viejas fórmulas

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Kari Lydersen Febronio Zatarain entrevista a Luis Tovar

Panorámica del Festival de Cine: El cine argentino 6 Érika Buchancow La desazón suprema, de Luis Ospina 7 Julio Rangel El documental indocumentado 7 Raúl Dorantes Las películas peruanas en el Festival 8 José Castro-Urioste Dios es brasileño 8 Julio Rangel Suite Habana 9 Raúl Dorantes Cine latino en EE UU 9 Ulises Zatarain Machuca y el sueño de una época 10 Marcelo Ayala Tres homenajes en El Mago 10 Raúl Dorantes

latiNidaD Los latinos de Cicero y Berwyn

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Un reporte del Institute for Latino Studies

deshoras Tres américas, revista cultural Candelario Arte poética; Poeta extraviado en Aztlán; Comunión de palabra e imagen Prójimo; Imágenes agónicas Las úlceras suelen tener origen nervioso

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Alejandro Ferrer Alfonso Díaz Vinasco

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Alejandro Escalona Isidro Reyes Alejandro Ferrer

mirada cómplice Tiempo de apariencias: Las fotos de Thelma T. Uranga

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Francisco Piña

tiempo extra Boleros, tríos y reyes Radioemisoras y música latina diálogo con Catalina Johnson Selena: Retrospección de una ‘Tejana’ exiliada Los Lobos: Treinta años and Still Rocki’n De ligue “Se arruinó el barrio”: Los Homies, Marisol Luna Migración mexicana y la búsqueda de la ciudadanía Recuperar la fantasía: Volver a la imaginación

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om ulloa Jochy Herrera Ana Luz Pérez Durán y Khayyam Junejo Francisco Piña Iván Torrijos Juan Mora-Torres Febronio Zatarain Delia Negro

tiempo de sobra Castañeda: El profeta casado

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Eduardo González Viaña

Horóscopos

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Doña Masas


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El Festival de Cine:

Un fruto del empeño latino En el punto más álgido del clima anti inmigrante —y en consecuencia anti latinoamericano— que se ha propalado a lo largo y ancho de los Estados Unidos, en nuestra ciudad acaba de dar inicio la versión XXI del Festival de Cine Latino. Para muchos, la cacería de indocumentados en la frontera o las últimas propuestas legislativas son meras cuestiones legales o políticas, que nada tienen que ver con lo cultural. Y no es así. Amplios sectores de la sociedad estadounidense han iniciado otra guerra, ésta al interior del territorio nacional y de carácter cultural, todo esto a partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y de la llamada Ley Patriótica, que no distingue entre lo que es un inmigrante trabajador y un terrorista. El pasado viernes primero de abril, más de mil ciudadanos estadounidenses partieron como voluntarios a la frontera de Arizona con México para ayudar a la Patrulla Fronteriza a “cazar” indocumentados que vienen, en primer lugar, de México así como de Centroamérica y de algunos países del Cono Sur. Al mismo tiempo, en los puntos a discutir del Congreso hay dos propuesta legislativas: una, ya aprobada por la Cámara Baja, que busca negar la obtención de licencias de conducir a los indocumentados y otra para negar la ciudadanía a los nacidos en este país que sean hijos de padres indocumentados o de residentes legales. El clima anti inmigrante es palpable en los segmentos de noticias de los medios anglos, sobre todo en el programa Lou Dobbs Tonight, de la cadena televisiva CNN. Por eso es oportuno el que se lleve a cabo este festival, organizado primordialmente por latinoamericanos inmigrantes. El festival es de algún modo una prueba de que la comunidad latina de Chicago es productiva. Aquí no hay que olvidar que el tiempo libre es precedido por el tiempo dedicado al trabajo. Y gracias a su trabajo, esta comunidad, durante décadas, ha sido capaz de dedicar su tiempo libre a organizar y asistir a una gran diversidad de eventos culturales, de los que sobresale sin duda esta muestra de cine. El festival es una manera de responder a los actos de intolerancia y chauvinismo que en la actualidad se viven. En la presente edición, se exhibirán más de 100 filmes producidos en 20 países del continente y de la Península Ibérica. Además del merecido homenaje al cineasta brasileño Carlos Diegues, en esta ocasión se incluye una serie de temas cinematográficos, de los que resaltan “Women in film” y “Made in Chicago”. Al tiempo que reconocemos la labor que implica el realizar este festival —que ya es el número uno en su género en las Américas— insistimos en que no se debe sacrificar lo cualitativo en aras de lo cuantitativo. Entendemos que las películas producidas en Chicago y en el mundo latino estadounidense encuentren como espacio natural este festival. Pero exhibir cintas de mala factura de cualquier otro país va en desmedro del festival mismo. De los países participantes, el que ha mantenido una constante en su buen cine a lo largo de la última década es Argentina. Un factor importante es la política que el Estado ha establecido para la producción cinematográfica: de cada entrada al cine se dirige una porción a la realización de filmes nacionales, dándole cierta prioridad a los cineastas jóvenes. Desde Pizza, birra y faso (1997) hasta Cautiva (2003) y Próxima salida (2004), el Festival de Cine Latino nos ha traído decenas de cintas bien logradas de este país sudamericano. De la presente edición del festival hay dos películas que quisiéramos recomendar: Suite Habana,de Fernando Pérez, y Mojado: el documental indocumentado,de Arturo Pérez Torres. El primer filme tiene el mérito de recordarnos que el cine es ante todo imagen, que cada toma debe valer por sí misma y de que es posible hacer una gran película sin que los protagonistas emitan una sola palabra. El documental de Arturo Pérez Torres, por su parte, es quizás el más oportuno, pues aborda con profundidad las razones por las cuales un nicaragüense, un hondureño o un salvadoreño deciden dejar su terruño y arriesgar su vida para cumplir el “Sueño Americano” en lugares como Los Ángeles, Nueva York o Chicago.


Rosenbaum habla del cine latinoamericano y español Entrevista de Kari Lydersen Jonathan Rosenbaum es crítico cinematográfico del Chicago Reader y ha publicado varios libros sobre cine, entre ellos Las guerras del cine: Cómo Hollywood y los medios conspiran para limitar las películas que podemos ver y Essential Cinema: On the Necessity of Film Canons. Sus reseñas también han aparecido en diversas revistas y sitios web de todo el mundo, y ha asistido a las últimas cuatro ediciones del Festival de Cine de Buenos Aires. contratiempo conversó con Rosenbaum acerca del cine latinoamericano y español. ¿Qué opinión le merecen películas latinoamericanas de reciente éxito como Y tu mamá también y Amores perros (ambas de directores mexicanos), o Diarios de motocicleta (del cineasta brasileño Walter Salles)? Y tu mamá también figuró en mi lista anual de las 10 mejores películas. Me atrajo la riqueza de sus personajes, su erotismo, y la sutileza con que aborda ciertos aspectos políticos. Amores perros no me impactó en la misma medida. Y no me molesté en ir a ver Diarios de motocicleta. No creo que me gustase. ¿Cree que la popularidad de estas películas en los Estados Unidos refleja las ansias del público mayoritario por ver un cine distinto o más sofisticado? Sí, en cierto modo. Pero pienso que la respuesta de la gente en general también tiene mucho que ver con la publicidad; solemos estar a merced de películas con presupuestos publicitarios multimillonarios. Es una situación parecida al estalinismo cultural; es como si hubiéramos perdido la Guerra Fría en el frente cultural. En la actualidad tenemos una cultura planificada, y los responsables de la planificación son los dueños de los estudios. La situación se complica aún más debido a que las mayores recaudaciones corresponden a la venta de películas en DVD, y en cierta medida los estrenos en pantalla grande son mera promoción para los DVD. La semana pasada hice la crítica de una película de Alain Resnais que es una de mis favoritas, una opereta francesa titulada En la boca, no; pero en los Estados Unidos ni siquiera se va a estrenar en salas de cine, tan sólo estará disponible en DVD. ¿Quién es su director favorito de cine en castellano? Me interesa en gran medida el nuevo cine argentino. Visité Buenos Aires en cinco ocasiones, cuatro de ellas con motivo del festival. El cine de ese país parece estar pasando por una etapa de gran dinamismo. En cuanto al cine español, todo el mundo ensalza la figura de (Pedro) Almodóvar. No tengo nada en su contra, aunque no me interesa demasiado su obra. Viví ocho años en Europa, cinco en Francia, y el cineasta underground (español) que verdaderamente me asombró fue Pere Portabella. Es un personaje interesante, fue productor de la película de (Luis) Buñuel Viridiana y se las arregló para burlar a los censores de Franco. Como castigo le retiraron el pasaporte, así que no tuve oportunidad de reunirme con él. Filmó un documental mudo titulado Vampir sobre el rodaje de una película española absolutamente ordinaria del director de serie B Jess Franco, con Drácula como protagonista. Pero lo rodó al estilo del cine mudo, con imá-

Los Rubios, Albertina Carri, 2001

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Y tu mamá también, Allfonso Cuarón, 2000

genes hermosas y de rica textura, y seguidamente encargó componer una banda sonora electrónica. Era genuinamente underground. En la actualidad es prácticamente desconocido. Hace un par de semanas recibí un correo electrónico de su secretaria, preguntándome si todavía tenía copias de las reseñas que publiqué en el Village Voice (tanto de Vampir como de su siguiente película, Umbracle), en la época en que era corresponsal de ese semanario en el Festival de Cine de Cannes. Me produjo una gran satisfacción establecer por fin contacto con él. En su opinión, ¿quiénes son los cineastas latinoamericanos y españoles más importantes hoy en día? Dos de mis mejores amigos en París eran cineastas argentinos: Edgardo Cozarinsky y Eduardo DeGregorio. Cozarinsky ha obtenido mayor reconocimiento y viaja con mucha frecuencia (entre Francia y Argentina). También escribe ficción y editó una recopilación de críticas cinematográficas de (Jorge Luis) Borges. Realizó muchos proyectos para la televisión francesa. DeGregorio fue coproductor de Stolen Tangos, que es algo así como un viaje alucinógeno desde la España actual al rodaje de un musical tanguero en la Argentina de los años treinta. Es una película maravillosa que pasó prácticamente desapercibida. Si me permite una pregunta muy amplia, ¿cuál es su opinión sobre el cine hispano en general? No sé si existe un cine que se pueda calificar como “cine hispano”. En cualquier caso, no se trata tan sólo de cine en español, ya que también hay películas “hispanas” en portugués. De todos modos, suelo desconfiar de las caracterizaciones con respecto al cine nacional, o incluso de narrativas sobre la historia del cine desde una perspectiva nacionalista, sobre todo porque muchos de sus protagonistas más destacados —como Chaplin, Hitchcock, Buñuel o Dreyer— son multinacionales… Tal vez exista algún tipo de unidad en el cine nacional, pero más bien lo dudo. Hay mayor unidad entre una chabacana película taquillera en los Estados Unidos y Latinoamérica que entre dos buenas películas experimentales en cualquier país. Exceptuaría el caso en que el presente histórico de un país se refleja fielmente en su cine, como sucede con la nueva ola de cine argentino. También influyen algunas tendencias de la literatura

latinoamericana, como la tradición gótica y el realismo mágico. Algunas de estas corrientes literarias se infiltran en el cine. Es un fenómeno que me interesa; Borges es uno de mis escritores favoritos, así como Gabriel García Márquez, y solía leer las obras de Guillermo Cabrera Infante, el autor cubano exiliado. ¿En Latinoamérica resulta más difícil lograr financiación y respaldo para el cine independiente? Los cineastas independientes argentinos parecen tenerlo más fácil en la actualidad, por lo menos en comparación con otros lugares. Realmente me interesa todo lo que está sucediendo en Argentina; aunque haya mucho caos, también hay mucho entusiasmo. Durante mi última visita percibí una atmósfera política similar al mayo del 68 en París. ¿Qué películas argentinas de argumento político recomendaría? La película Los rubios, de Albertina Carri, trata de una mujer cuyos padres fueron asesinados por los escuadrones de la muerte. Contrata a una actriz para representar su papel, y alterna entre la actriz y ella misma en ese papel, así que se trata de un documental experimental ficcionalizado. Nos habla de la dificultad que supone desenmarañar el pasado, y el papel que juegan los recuerdos erróneos y la imaginación. Lo interesante de la nueva ola argentina es que las películas son innovadoras, aun cuando en ocasiones cuentan con argumentos muy convencionales y entretenidos; hay una película de Fabián Bielinsky titulada Nueve reinas, que trata de artistas del timo y realmente predice la crisis económica. Otro aspecto destacado de la nueva ola argentina es que la mayoría de los cineastas son mujeres. Hace pocas décadas hubiera sido imposible encontrar a una mujer en ese entorno. ¿Qué nos puede contar sobre el Festival de Cine de Buenos Aires? Hasta su despido el año pasado bajo acusaciones falsas, lo dirigió mi amigo Quintín (quien usa únicamente este apodo), crítico de cine y antiguo editor de una conocida revista sobre cine, El amante. En los últimos dos festivales, estuve a cargo de un programa denominado “El club de las películas perdidas”. Era un formato muy íntimo donde se invitaba a críticos y cineastas a traer una


película favorita en video o DVD, y ni siquiera anunciábamos los títulos con antelación, excepto de boca en boca. Era como mostrar videos en casa de un amigo. Algo especialmente sorprendente del festival de Buenos Aires ha sido la manera en que logra atraer a un público multitudinario con películas muy difíciles. Se suele pensar que en una crisis económica, cuando la población no tiene ahorros y a veces ni techo, la gente no gastará su dinero en algo como el cine. Pero no fue el caso, la gente era aún más receptiva a películas complejas porque no imponían sus prejuicios. ¿Qué suele pasar con los directores latinoamericanos o españoles que trabajan en Hollywood? El cineasta mexicano Robert Rodríguez es un buen ejemplo. Su película El Mariachi me impresionó mucho. Era una alegoría sobre su propia vida; estaba vendiendo su cuerpo para experimentos médicos con el fin de costear su película, y el film trata de un músico corrupto, una clara referencia a sí mismo. Recientemente dirigió una película infantil, Mini Espías 3-D, que también me pareció muy buena, y una colaboración con Quentin Tarantino, Abierto hasta el amanecer, que no me interesó demasiado. Es uno de los más interesantes casos de incorporación de un cineasta mexicano a la cultura mayoritaria con resultados a veces notables. ¿Cuál es su opinión sobre la ganadora del Oscar a la Mejor Película Extranjera, Mar adentro? Los actores realizan un trabajo excelente, y la película tiene un sentido novelesco en el manejo de los personajes; uno siente que realmente llegó a conocer a todos los miembros de esa familia. Este cineasta suele dedicarse a cine de género, pero en este caso realmente se superó; la película va mucho más allá que el cine de género. Algunos comentaristas de derecha presentaron sus objeciones al igual que se opusieron a Million Dollar Baby, alegando que promueve la eutanasia. Pero la película trata de una persona discapacitada que desea morir, y de la posibilidad de que se le ayude a lograrlo. (Las protestas de la derecha) traen a la mente el caso de Terri Schiavo. Es ridículo que Bush se haya preocupado de tal manera por esta persona que llevaba tantos años en estado vegetativo, y no por los miles de iraquíes a los que se está matando. Terri Schiavo es como la película de Hollywood del gobierno, con todos los miembros de la familia interpretando a personajes de telenovela. Es un escapismo destinado a distraernos de la guerra y otros asuntos. ¿Qué opinión tiene de Luis Buñuel? Los Olvidados es una de las películas más extraordinarias en la historia del cine. Buñuel también dirigió una de las mejores películas sobre el sur de los Estados Unidos, que se tituló La joven. Se rodó en 1960, y trata de un músico negro que huye de la turba que le quiere linchar. También hay una trama evocadora de Lolita; es una película muy osada. Era una de las películas favoritas del propio Buñuel, pero tuvo una pésima acogida en los Estados Unidos. Aunque se rodó en inglés, es imposible conseguirla en video o DVD en este país; únicamente en México. Es un ejemplo de la gran cantidad de películas extraordinarias que se enfrentan a la indiferencia. Todo el mundo habla de la muerte del cine, aunque tan sólo se refieren al puñado de películas que reciben una reseña en The New Yorker cada año. Pero en la actualidad casi todo el universo del cine se encuentra disponible en DVD a través de internet. Tan sólo es cuestión de tomar la iniciativa de buscar hasta encontrar.

Un cine basado en viejas fórmulas Febronio Zatarain entrevista a Luis Tovar ¿Cómo ves el cine mexicano con respecto al otro cine que se hace en Latinoamérica? Lo veo atrasado en general, sobre todo viendo el cine que se hace hoy en Brasil y en Argentina. Hay excepciones, claro, como Japón, de Reygadas, o Temporada de patos, de Eimbcke, pero cuando veo una comedia más, tipo Matando cabos, o truculencias mal armadas como Ver, oír y callar, me parece evidente que en México todavía queremos emular o viejas fórmulas o lenguajes cinematográficos que no aceptan la “tropicalización”. Arturo Ripstein es quizá el cineasta latinoamericano más consistente, ¿ves alguna influencia de dicho cineasta en los cineastas mexicanos o incluso latinoamericanos del siglo XXI? Curioso, sí es el más consistente, pero no influye mucho que digamos en los cineastas de aquí, y cuando lo hace, es en sentido negativo: muchos tratan de evitar parecerse a Ripstein. A nivel latinoamericano me parece que su influencia es todavía menor; no estoy seguro. Pienso que, si ha tenido alguna, su influencia se dio más bien hasta hace unos cinco, seis, siete años. Actualmente él mismo está como ausente. Un dato: La virgen de la lujuria, ganadora en España, no ha sido exhibida en ningún lugar de Latinoamérica, que yo sepa.

¿Crees que Hollywood sea un obstáculo para el desarrollo del cine mexicano, si es así, cómo se podría vencer? Claro que es un obstáculo, y doble: uno, en la “conquista del espacio”, pues grosso modo, de cada diez películas en cartelera, Hollywood pone siete u ocho. Así no hay manera, la competencia promocional —pagada u oficiosa, de medios faranduleros— y publicitaria es monstruosamente desigual. Y dos: de tanto ver la formulita, cineastas y público —no todos, por suerte— esperan que el cine mexicano se parezca al hollywoodense para creer que es bueno. Para vencer ese obstáculo hay que empezar por una nueva legislación en la materia, como la francesa, la argentina y la brasileña; sin ese principio, todo apoyo oficial y todo esfuerzo privado parecen condenados a perpetuar nuestra precariedad.

Luis Tovar es autor de la columna cinexcusas del suplemento La Jornada Semanal.

¿Qué tipo de pautas han marcado el éxito de taquilla de filmes como Amores perros e Y tu mamá también? Esas dos películas son ejemplos de que sí puede hacerse una cinta comercial sin menoscabo de su calidad intrínseca. La principal pauta o característica es que no son ni concesivas ni complacientes, y ojo: están llenas de recursos del cine “de palomitas”: el uso de la música, el ritmo narrativo, el marcadísimo privilegio iconográfico al protagonista, etcétera. Pero son historias fuertes, honestas y, sobre todo, bien filmadas. Contaron además con campañas de promoción muy bien hechas. ¿Crees que exista un movimiento cinematográfico mexicano? No, definitivamente. Aquí cada quien se rasca con sus uñas. Es una situación paradójica, pues al mismo tiempo percibo algo como un espíritu de gremio, y entre cineastas hay pocas enemistades, pero nunca se les ha ocurrido pensar en hacer algo como un movimiento. ¿De qué manera el Estado mexicano es responsable o no de que haya o no haya un movimiento cinematográfico como el que se dio a principio de los años setenta? Podría ser responsable, más bien, si se repitiera lo que pasó en los setenta, cuando al Estado le interesaba “vestirse de cultura” por medio de la producción cinematográfica entre otras manifestaciones artísticas. De lo que no estoy convencido es de que al cine le conviniera esa gestoría o padrinazgo oficial, por las distorsiones que necesariamente conlleva, como sucedió hace treinta años. La Virgen de la Lujuria, Arturo Ripstein, 2002

Kari Lydersen es autora de Out of the Sea and Into the Fire. Latin American-U.S. Immigration in the Global Age. Colabora en Chicago Reader y Washington Post. Traducción: Susana Galilea

Japón, Carlos Reygadas, 2003

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El cine argentino Érika Buchankow De los cinco largometrajes argentinos que se exhibirán en el Festival Latino, tuve la oportunidad de ver cuatro: Amigos de la Infancia, Buenos Aires 100 Km., Cautiva y Próxima Salida. Amigos de la Infancia, dirigida y protagonizada por Mariano Argento nos presenta una historia que mezcla la revancha y el amor entre tres amigos de la infancia, de los cuales dos de ellos se siguen vinculando cotidianamente que son Jorge, una especie de empresario exitoso y Carlitos (Carnaza); este último es carnicero y recurre a Jorge para que lo salve de una deuda pendiente con un apostador de caballos que vive atormentándolo con amenazas. Jorge no soporta la debilidad de que Carlitos siga siendo el jugador empedernido de siempre, pero al final Carlitos lo convence para que se encuentren en el baño de un bar y le entregue un dinero de la empresa en que Jorge trabaja pretendiendo un atraco. La coartada se complica y Carlitos termina en la cárcel. Un año más tarde a Carlitos lo están trasladando de una prisión a otra junto con Roberto ventura, un viejo amigo de la infancia que también carga con un bagaje de desgracias. En el nudo de la película surge un comisario, ex-compañero del padre de Roberto, para proponerles tanto a Roberto como a Carlitos el robo de un cuadro bajo la garantía de ser liberados. A partir de este encuentro se revela la vida de cada uno, los rencores guardados y las trampas en que cada personaje se involucra. Este film es un thriller que describe de forma casi verosímil cómo se maneja la justicia argentina, donde policía y ladrón son sinónimos. Además, las actuaciones y el ritmo del filme atrapan al espectador metiéndolo a la pantalla, pues las escenas expresan mucho realismo y la narración a través de las imágenes es bastante clara, intercalando el pasado y el presente de la historia. El filme de Argento es una conjugación de frescura y dinamismo que responde a los cánones creativos que ha ido estableciendo el cine argentino; en este caso, un cine psicológico en el que se muestra la crisis de valores en la que ha caído la sociedad argentina y como la mayor expresión de esta crisis, la corrupción y la criminalidad policiaca. Buenos Aires 100 Km., ópera prima del director Pablo José Meza se vuelve la antípoda de Amigos de la infancia que explora la vida de cinco adolescentes de 13 años que viven en un pueblo, alejado de Buenos Aires. Éstos comparten sus tardes frente a una peluquería, intercambiando sus primeras inquietudes, travesuras y experiencias en un barrio donde los vecinos duermen la siesta después de las tres de la tarde y las posibilidades de progreso se ven limitadas para estos jóvenes, lo que los lleva a idealizar la capital de su país. Este filme no cuenta con un trasfondo político; sin embargo, nos muestra pequeños dramas de la vida cotidiana que se desarrollan entre padres e hijos así como los secretos que se destapan en un pueblo provinciano Otra ópera prima que se destaca en este festival es el de Nicolás Tuosso, con su film Próxima salida, un largometraje ubicado en el género dramático con un elenco de actores contemporáneos dentro del cine argentino como Pablo Rago, Vando Villamil, Ulises Dumont, Leonor Benedetto, Mercedes Morán y Óscar Alegre entre otros, nos ofrecen una historia basada en las políticas de privatización de empresas que llevó al país no solamente a una crisis económica sino además moral. En este caso, se trata de las líneas del tren que, al ser privatizadas, recortan su recorrido dejando sin tren a un pueblo y sin trabajo a los ferroviarios de

Cautiva, Gastón Biraben, 2003

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Mez, 2004 Buenos Aires 100km, Pablo José

la compañía, a la cual la mayoría de sus trabajadores habían dedicado sus vidas. Estos ferroviarios se ven quebrados frente a un sindicato inexistente que los hace parte de la ola de desocupados, viéndose obligados a aceptar cualquier tipo de trabajo. Esta crisis los hunde en la impotencia y les carcome los valores. Hay un diálogo en el film entre el ferroviario más anciano —el único que se opuso al cierre del tren— y el hijo de un ferroviario que se suicidó, donde queda claro que el tren es una metáfora de la Argentina: —Mirá ahora, el tren ya no está más, y el país convengamos que tampoco. ¿Y?, ¿y?, a nadie le importa nada, ¡a nadie le importa un carajo! Es triste, pero es así, ahora lo que me llama la atención es que nadie reacciona, nadie dice ¡no!, ¡basta!, ¡hasta acá! ¿Por qué mierda tenemos que aflojar siempre nosotros? El chico después de escuchar esto, se reúne con otros dos hijos de ferroviarios y ponen en marcha el tren que se ve pasar, con el siguiente gaffitti en uno de sus costados: ¡el tren es nuestro!, dejando boquiabierto al pueblo, donde cada personaje atraviesa por circunstancias en común que definen la cruel realidad y el mismo grito de lucha al que anhelan convocar. Este film nos remite a un largometraje presentado el año pasado, en este mismo Festival, bajo guión y dirección de Alejandro Malowicki, titulado “Pyme” (Sitiados), que trata la misma temática, basado en el resquebrajamiento moral de la clase media argentina y las nuevas políticas de globalización, que han desaparecido del mapa latinoamericano a la clase media obrera. Próxima salida, fue rodada en la Provincia de San Luis y algunas escenas fueron filmadas en Buenos Aires. El último de los cuatro largometrajes es el de Gastón Biraben, titulado, Cautiva, también una ópera prima, inicia con las imágenes vividas de aquel final de la Copa Mundial de 1978, donde Argentina derrota a Holanda obteniendo su título de campeón. Vemos a Jorge Rafael Vídela, quien fuera presidente durante la Guerra Sucia en Argentina, entregando la Copa Mundial a Daniel Passarella, capitán de la Selección Nacional de Fútbol en aquel entonces. También vemos al entonces Secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger presenciando la victoria. Al mismo tiempo, en los Centros de Detención Clandestina se torturaba y asesinaba a gente que luchaba por un cambio, muchos de ellos todavía siguen desaparecidos. La historia del filme está centrada en la vida de Cristina, una chica de quince años que lleva una vida feliz con sus padres pertenecientes a la clase media alta. Un día es retirada del Colegio Católico al que asiste por

orden de un juez federal, quien le comunica la inesperada verdad: es hija de una pareja de desaparecidos. Cristina, ante el desconcierto de conocer a su abuela biológica, huye del juzgado con la nueva noticia que tiene que comunicar a sus supuestos padres. En un principio Cristina atraviesa por una confusión que de a poco se va esclareciendo; al ver las fotos de sus verdaderos padres, de conocer a su nueva familia y sobre todo al relacionarse con una nueva amiga en su nueva escuela, decide iniciar su propia investigación para saber qué fue lo que pasó con sus padres legítimos. Su amiga, que ha vivido una experiencia similar, es como un puente que la conecta con el pasado de sus padres logrando así descubrir y creer en su propia verdad. Una historia muy emotiva que muestra la realidad de muchos jóvenes de esta generación que nacieron en Centro de Detención y fueron separados de sus padres, que luego eran fusilados o tirados al mar. Se puede decir que esta película comparte la misma trama como otros títulos como Garage Olimpo y la Historia Oficial. Estas películas hablan por sí solas sobre la política de terror institucional impuesta en casi todo el Cono Sur; en el caso de Argentina, se dio de 1976 a 1983. Después vino la presidencia de Raúl Alfonsín, quien sanciona y detiene a los ex líderes de la Dictadura Militar Argentina bajo la ley conocida como Punto Final y Obediencia Debida.Por desgracia, el presidente Carlos Ménem, con sus nuevas políticas de reconciliación con el pasado, en 1990 decidió amparar a estos asesinos con un Indulto; una especie de Amnistía que eliminó las penas por los delitos cometidos en aquella guerra sucia. Amigos de la infancia Sábado 16 de abril, Landmark, 8:45 P.M. Lunes 18 de abril, Landmark, 6:30 P.M. Buenos Aires 100km Domingo 17 de abril, Landmark, 7:00 P.M. Miércoles 20 de abril, Landmark, 9:30 P.M. Cautiva Sábado 9 de abril, Pipers Alley, 10:45 P.M. Domingo 10 de abril, Pipers Alley, 6:30 P.M. Próxima salida Sábado 9 de abril, Landmark, 10:45 P.M. Lunes 11 de abril, Landmark, 9:00 P.M. Información: (312) 431-1330

Érika Buchancow es escritora argentina residente en Chicago.


La desazón suprema, de Luis Ospina Julio Rangel Dueño de una de las prosas más vigorosas de la literatura latinoamericana actual, el colombiano Fernando Vallejo es retratado diestramente por Luis Ospina en este documental que aborda sus diversas facetas: el cineasta que dejó de filmar y el músico frustrado (“…el cine es un lenguaje muy menor a la literatura, y la literatura es un lenguaje muy menor a la música”); el provocador por excelencia, que igual truena contra Pastrana, la guerrilla, los contras y el narco, que contra los dioses del olimpo literario (García Márquez, Octavio Paz, etc.); el homosexual desembozado (este elemento ha sido resaltado como gancho para presentarlo en el Festival); el deslenguado políticamente incorrecto; el gramático y el científico, etc. El resultado es una experiencia tan energetizante como la lectura de La virgen de los sicarios, su novela más conocida. Alguna vez Juan Villoro, parafraseando a De Quincey, definió la obra de Fernando Vallejo en estos términos: “De la injuria como una de las bellas artes”. Vallejo no es, sin embargo, un respondón gratuito, sus aseveraciones rotundas son a menudo contradictorias, pero redimidas siempre por “el vigor de su prosa, la fuerza expresiva”, como dice a la cámara el escritor William Ospina. A menudo se le ha comparado con el francés Celine, ese otro blasfemo irredento, pero en Vallejo la mordacidad es de alguna manera la única herramienta posible para encontrarle sentido al caos político de su país y el estado del mundo en nuestros días. La película tiene dos momentos particularmente intensos: al comienzo, en su discurso durante un festival interamericano de escritores en Bogotá, donde deja caer, con la tranquilidad de quien lee una lista de víveres para comprar en el supermercado, una letanía de frases brutalmente sinceras, en la que, entre otras cosas, invita a los jóvenes de Colombia a no reproducirse más: “No hagan con otros lo que hicieron con ustedes. No paguen el mal con el mal, que imponer la vida es el crimen máximo. Dejen tranquilo al que no existe, ni está pidiendo venir en la paz de la nada”. Esto cobra un matiz interesante en el contexto actual de la cultura estadounidense, cuando tantos miles de personas se manifiestan airadamente contra la muerte de Terri Schiavo, pero son incapaces de conmoverse ante los miles de muertos inocentes —mujeres y niños incluidos— en la Guerra de Irak, quizá porque aquéllos son una mera abstracción, no tienen un rostro concreto repetido hasta el cansancio por los medios. El otro momento destacable, que muestra la habilidad de Ospina como documentalista, es cuando Vallejo, en su departamento de la ciudad de México, recibe la llamada de un periodista radiofónico en Bogotá, quien le pide a Vallejo su opinión sobre una columna firmada por Germán Santamaría, que llama a sabotear la exhibición en Colombia de la versión cinematográfica de La virgen de los sicarios. El conductor del programa pone en la línea telefónica a dicho columnista, y entre Vallejo y Santamaría se desata un esgrima verbal electrizante. En algún momento Vallejo le pregunta porqué considera la película provocadora, a lo que el periodista responde: “Hombre, porque hay una incitación a muchas cosas, por ejemplo, a matar al presidente de la república”. “Es que hay que matar a ese hijueputa” ataja el novelista y prosigue, “ese tipo está acabando con Colombia. Nadie le ha hecho tanto daño a Colombia como ese granuja”. En este punto el conductor lo interrumpe para decir que “los términos de esta conversación están pasando la línea del respeto al público”. Ospina crea la impresión de simultaneidad con un hábil montaje, desde el momento en que Vallejo se levanta de su sofá para tomar la llamada, luego recrea el diálogo con la grabación original del programa, divide la pantalla con la imagen de los dos hombres hablando, y llena los huecos con insertos de las agujas que marcan los decibeles, hasta que Vallejo cuelga y dice a la pantalla con una sonrisa traviesa, “...bueno”. Si bien Vallejo considera que “el cine es un lenguaje muy pequeño al lado de la palabra” en este caso ambos elementos se dan la mano con fortuna. Desazón Suprema Miércoles 13 de abril, Facets, 9:00 P.M. / Sábado 16 de abril, Facets, 7:00 P.M. Información: (312) 431-1330

El documental indocumentado Raúl Dorantes Cada día, 3000 latinoamericanos dejan su lugar de origen y se echan a andar en busca del llamado “Sueño americano”. Sólo 300 alcanzan su destino: Nueva York, Arizona, North Carolina… Así, con estas dos cifras, comienza Wetback: The Undocumented Documentary y de inmediato vemos las imágenes de Nayo y Milton, un molinero de maíz y un tornero, ambos originarios de Chinandega, Nicaragua. Con esas imágenes enfrente nos hacemos una pregunta: ¿Nayo y Milton serán de los 300 que lo logren? El camino al norte está lleno de maras, de autoridades corruptas y de trenes que mutilan. Y de llegar a la frontera entre México y los Estados Unidos, todavía habrá que librar el río, a la Migra y a los grupos de vigilantes. Tanto para estos dos nicas como para otros centroamericanos que aparecen en el documental, la razón de su partida es de mayor peso que los muchos peligros del camino. Nayo nos dice, por ejemplo, que la gente de Chinandega dejó de venir a moler el maíz desde que la empresa mexicana Maseca introdujo sus toneladas de harina a bajo precio. El director Arturo Pérez Torres nos muestra (y demuestra) que ante los reajustes de la economía mundial la única opción es la de emigrar. No deja de llamar la atención que los gobiernos negocien tratados de libre comercio pero pocas veces toquen con seriedad el tema de las responsabilidades de las corporaciones en lo que tiene que ver con el medio ambiente, el mercado interno, los salarios, las prestaciones, etc. Ante la ausencia de leyes que verdaderamente regulen, el mercado se ha vuelto una jungla en la que sólo ganan los leones, es decir las corporaciones. Los otros se tienen que ir. Para los inmigrantes centroamericanos, México es el infierno. Es la frontera vertical llena de chivas y de ladrones. Es el campo minado que a diario —acaso durante años— hay que ir cruzando para alcanzar el Norte. Las definiciones son de los propios entrevistados. “En California -dice uno de ellos- te agarra la Migra y te trata con dignidad, pero estos señores…” Y aquí cabe señalar que 75% de los abusos son cometidos por las propias autoridades mexicanas; y el resto por bandas como la Mara Salvatrucha y por criminales mexicanos. ¿Ha sido necesario que el gobierno de México, de Salinas de Gortari a Vicente Fox, se volviera el segundo agente de inmigración de los Estados Unidos? Como dice un entrevistado, su trato hacia los centroamericanos lo ha dejado sin autoridad moral para reclamarle a Washington por los abusos que sufren los mexicanos en territorio estadounidense.

Muy pocos cruzan el infierno que va del río Suchiate al río Bravo. Nayo y Milton apenas llegaron a Oaxaca; de ahí los regresaron a Guatemala. ¿Se resignarán a ser parte de los 2,700 o insistirán en ser de los 300? En la parte mejor lograda del documental, la cámara de Arturo Pérez Torres sigue a un coyote y a su cliente por las orillas y las aguas del río Bravo. Ahí, ante esas secuencias, nos queda claro que —a pesar de los muchos robos y abandonos— los coyotes solitarios siguen siendo el principal aliado del inmigrante en su cruce hacia los Estados Unidos. ¿Quiénes se benefician, pues, de las tandas de 300 indocumentados que logran llegar a su destino cada día? En primera instancia el inmigrante mismo y su familia. Pero no son menos importantes los beneficios que reciben los países expulsores: Honduras, Guatemala, El Salvador y México. Y también los Estados Unidos, que tan sólo en el año 2004 recibió para su fondo de Seguro Social 7 mil millones de dólares generados por el trabajo de casi 11 millones de indocumentados, monto que ayudará a cubrir los gastos del Medicaid, Medicare y otros programas del gobierno federal. Todos somos parte del círculo. Casi al final del filme, escuchamos a un activista de nombre Pat Hannigan explicando que en los Estados Unidos vamos a la tienda y compramos una libra de plátanos a tan sólo 29 centavos, esto sin que nos importe que los que plantan y cosechan esos plátanos apenas reciben una pizca de tal costo. Ignoramos —o pretendemos ignorar— que somos cómplices de que otros 3000 trabajadores hoy se apresten a venir en busca del Sueño Americano. Mojado: El documental indocumentado Miércoles 13 de abril, Landmark, 9:00 P.M. Viernes 15 de abril, Landmark, 10:45 P.M. Información: (312) 431-1330

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Las películas peruanas en el festival

Dios es brasileño

José Castro Urioste

Julio Rangel

En cierto modo, las tres películas peruanas que se exhiben en el XXI Festival de Cine Latino de Chicago reflejan tres de los asuntos que resultan fundamentales para esa sociedad: la violencia política iniciada en los ochenta y que se atenuó a mediados de la década siguiente; el proceso de migración de las poblaciones andinas a la capital, y el deseo de mantener su identidad cultural; y finalmente, la cuestión de la coca: las políticas de erradicación y su significado dentro de las culturas andinas. Dos de estas cintas —Paloma de papel y Coca mama— se hallan detro de la categoría de relatos de ficción; la otra, Lima ¡wás!, es un documental. Paloma de papel es el primer largometraje dirigido por Frabrizio Aguilar, quien anteriormente había realizado un corto. Aguilar pertenece a la novísima generación de directores peruanos, que continúa y parece tener deseo de innovar el trabajo de sus antecesores —Francisco Lombardi, Alberto Durant, Armando Robles Godoy—. Paloma de papel fue un éxito de taquilla en Perú: acudieron 300 mil espectadores. Antes de llegar a Chicago, esta cinta ha sido presentada en varios festivales —Huelva, Biarritz, Roma, entre otros—, y circuló comercialmente en Ecuador y Costa Rica. Este largometraje de Aguilar narra la presencia autoritaria y violenta del grupo terrorista Sendero Luminoso en una pequeña aldea de los Andes. La historia enfatiza el entrenamiento de niños por parte de Sendero, para convertirlos en soldados. El protagonista, Juan, un muchacho de 11 años, es secuestrado por los terroristas y preparado para realizar actos subversivos. En tal sentido, Paloma de papel se instala dentro de la tradición del cine latinoamericano en que la sociedad se ve por medio de los ojos y las angustias de un niño, lo cual produce que las carencias sociales resulten ser mucho más dolorosas aún. Evidentemente, un hito dentro de esta tendencia en la cinematografía latinoamericana es Los olvidados de Buñuel. A ello habría que agregarle películas como las brasileñas Pixote, Estación Central, Ciudad de Dios; o la mexicana De la calle; o la reciente película argentina El polaquito, que fue vista el año pasado en el Festival de Cine Latino de Chicago. En el caso del cine peruano, el punto de referencia se halla en Gregorio y Juliana, películas realizadas por el grupo Chaski en los años ochenta que reflejan las historias de dos niños migrantes de la serranía peruana que buscan sobrevivir en Lima. Si bien es cierto que Paloma de papel se inserta dentro de esa tradición, también se ajusta y refleja uno de los momentos históricos recientes más traumáticos de la sociedad peruana: la violencia política iniciada en los ochenta. Después de veinticinco años del primer atentado de Sendero Luminoso, y después de más de una década de la captura del líder del grupo, Abimael Guzmán, que trajo un clara y rotunda disminución de las actividades terroristas, creo que cabe la pregunta sobre el significado de una película como Paloma de papel dentro del nuevo contexto sociohistórico. Evidentemente, puede existir más de una respuesta. La primera de ellas, es que el trauma producido por la violencia de los años anteriores, ha dejado una huella tal en la colectividad peruana que hace que artistas e intelecuales retomen ese tópico de manera recurrente. Tal vez —y subrayo el tal vez— esa huella sea más profunda en aquellos que fueron niños —como el director de Paloma de papel— en el período más intenso de violencia. La otra posible respuesta, se halla en que el gobierno (aunque más apropiado sería escribir desgobierno) del presidente Toledo no ha intentado solucionar las condiciones de extrema pobreza y marginación de un amplio sector de la población peruana, sino que en este período tales condiciones se han agudizado. Parece ser, por tanto, que las causas que originaron el terrorismo en el Perú, siguen presentes. En tal sentido, retomar el pasado, como lo hace Paloma de papel, puede ser una advertencia sobre el futuro Coca Mama está escrita y dirigida por Marianne Eyde. Eyde nacida en Tonsberg, Noruega, radica en el Perú desde hace ya varios años. Su cinematografía siempre se ha volcado a representar el universo andino, expresando las tradiciones de las comunidades indígenas como también los problemas actuales que deben enfrentar. Tales son los casos, por ejemplo, de su largo documental Casire (1979), o de Los ronderos (1987), o de La vida es una sola (1993). Coca Mama, al igual que las películas citadas, se lleva a cabo en un pueblito quechua del Perú. El film se inicia con una serie de testimonios que manifiestan que la coca es parte de una larga tradición dentro de la cultura andina, y que la propuesta de erradicación afectaría la situación económica de sus cultivadores. La cinta, en un principio, parece tener un corte didáctico. Posteriormente, surge la presencia de los personajes foráneos: Paulina, la vendedora

Esta cinta del veterano Carlos Diegues es una puesta al día de una humorada ya muy usada por el cine y otros medios: Dios viene a la tierra, toma la forma de cualquier hijo de vecino y comienza su itinerario por el mundo. El humor implícito está en ver a Dios realizando las tareas más mundanas, como ir al baño, viajar en autobús, (o en motocicleta, ¿alguien se acuerda de aquel papel de George Burns en los ochenta?) etc. En esta ocasión, sin embargo, el chiste "se redime" de alguna forma por la equilibrada exhuberancia cromática, la cuidada secuencia visual (el fotógrafo Affonso Beato en un excelente trabajo), las actuaciones y las maravillosas locaciones. El texto, sin embargo, es un tanto disparejo, pues conviven los chistes buenos (el burro que, en un paraje desértico, se comió la bandera de Brasil porque era lo único verde que había) con los chistes malos o trillados (Taoca, el mecánico, escapa del prestamista usurero disfrazado de mujer, lanzándole una sonrisa coqueta) y el recurso de las secuencias oníricas (con todo y lo bien realizadas que están, pues el manejo del espacio logra la impresión de territorio incierto) también se siente manido. En la película, Dios decide tomarse unas vacaciones y nombrar a un santo como encargado temporal del negocio. Esto dispara una especie de road movie jocosa-espiritual que funciona perfectamente como entretenimiento. Dios en este caso no tiene que ver con el personaje interpretado por George Burns en Oh my God!, pues si éste buscaba una renovación de la fe entre la gente, el Dios de Diegues (Antonio Fagundes) es un hombre cansado y desencantado del caos que el albedrío humano ha desatado. Dependiendo de su disponibilidad a divertirse, el espectador saldrá de la sala con un buen sabor de boca, pero uno no puede dejar de pensar que esta cinta no estuvo a la altura de la leyenda de Diegues.

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Coca mama, Marianne Eyde, 2004

ambulante que llega de Lima; Antonio, quien dice ser poeta y ha sido adicto; y el Gato, un narcotraficante. Entre estos dos últimos y Paulina, se produce una serie de juegos de seducción y la película de Marianne Eyde cambia, por consiguiente, totalmente de giro. En un primer plano, están las inquietudes y deseos de los personajes de los foráneos; el tema de la coca en la cultura andina queda como telón de fondo, y más que el desarrollo que inicialmente parecía que iba a tener, permanece como un asunto nombrado. Lima ¡wás! es un documental dirigido por Alejandro Rossi. Esta película refleja el rostro nuevo de la capital peruana forjado por los procesos de migración de los Andes a Lima, que se iniciaron partir de la década de los cincuenta. Lima ¡wás! expresa la preparación y los testimonios de dos grupos de baile de huaylas —una danza andina— que radican en Lima. Al final ambos grupos competirán en concurso que se lleva a cabo en el vecindario. De este modo, se manifiesta la recuperación por parte de las nuevas generaciones (los descendientes de los inmigrantes) de una música y baile de origen andino. Para muchos de los jóvenes danzantes esa experiencia es, a fin de cuentas, una manera de reencontrar y celebrar sus raíces, y por consiguiente, su identidad indígena. Asimismo, el huaylas no es un baile individual y va más allá de la pareja; es un baile colectivo, de tal forma que esa celebración de lo índigena se torna no sólo en un reconocimiento personal del danzante sino en un acto grupal. Conviene mencionar, finalmente, que esa celebración de la identidad andina está tanto en los parcipantes en el concurso de huaylas, como también en los espectadores. La cinta de Rossi enfatiza el numeroso público que acude al concurso, y enfantiza, de igual modo, la atención (e identificación) con que la audiencia sigue la música y el espectáculo en el escenario.

Deus é Brasileiro Presentación especial con el director Carlos Diegues Miércoles 20 de abril, AMC River East 21 & Pazzo’s, 6:00 P.M. 8:30 P.M. Fiesta brazileira en 455 City Front Plaza $50 entrada general y $40 miembros del ILCC Información: (312) 431-1330

Coca mama Sábado 16 de abril, Pipers Alley, 6:45 P.M. Miércoles 20 de abril, Pipers Alley, 6:30 P.M. Paloma de papel Lunes 18 de abril, Pipers Alley, 6:45 P.M. Miércoles 20 de abril, Pipers Alley, 9:00 P.M. Lima ¡was! Martes 14 de abril, Facets, 9:00 P.M. Jueves 19 de abril, Landmark, 9:00 P.M. Información: (312) 431-1330

José Castro Urioste es dramaturgo y novelista. Es profesor de español en Purdue University Calumet. Dios es brasileño, Carlos Diegues, 2003


Suite Habana

Cine Latino en EE UU

Raúl Dorantes

Ulises Zatarain

Se apaga el faro de El Morro porque ha salido el sol. Y La Habana se echa a andar como la conocemos, indómita y bulliciosa y, paradójicamente, callada en este film de Fernando Prieto. El único personaje es la ciudad: Francisquito, Iván, Norma, alguna calle, el malecón, la estatua de John Lennon y la foto de El Ché. A esta hora de la mañana, La Habana es, como diríamos en México, chambeadora; a Francisquito lo llevan a la escuela de educación especial, donde ni la maestra ni sus compañeros dejan que lo amedrente el Síndrome de Down; Heriberto se va a los rieles a tender otros durmientes; y Amanda arrastra sus 79 años vendiendo cucuruchos llenos de maní por las plazas y los parques. El primer acierto de esta obra es que nos muestra una Cuba alejada de los torpes maniqueísmos que presenciamos en la media estadounidense. En los Estados Unidos, a Cuba y a su régimen se les acepta o se les rechaza en bloque, no hay matices: es el cielo o el infierno (y más lo segundo que lo primero). Fernando Pérez nos muestra con gran sutileza que es cierto que en La Habana faltan libertades. Por eso vemos al abuelo mirando en el televisor, por horas y horas, la imagen de una muchedumbre con banderas. ¿Acaso este anciano no quisiera ver por lo menos otra imagen en las pocas pulgadas de su pantalla? Sin ninguna duda. Y por eso vemos a Jorge Luis mirando por vez última el álbum de las fotos familiares o llamando a su perro horas antes de abordar el avión que lo llevará a Miami. Jorge Luis quisiera que el salir de Cuba tuviese retorno. Para el espectador no es difícil deducir que no sólo es dolorosa sino absurda esa idea de que “el que se va ya no vuelve”. Llega la hora del almuerzo y La Habana se sienta en la banca de un parque o a la mesa de un pequeño apartamento. Me detengo en la sudorosa imagen de Ernesto, que ahora come un bocadillo y toma su café expreso. Tiene 20 años y repara las paredes de su casa, o más bien le ayuda a Francisco, albañil de oficio y padre de Francisquito, a darle mantenimiento a este edificio ubicado en la parte vieja de la capital. Tan pronto termina la hora del almuerzo, Ernesto vuelve al acarreo de cemento y de ladrillos. Sin prisa, espera que llegue la tarde porque entonces habrá que darse un baño y una hora después habrá de ocupar el escenario de un teatro junto a sus compañeros del ballet. También me detengo en la imagen de Raquel en una fábrica de cremas, que a eso de la una o de las dos suspende sus labores porque el médico ha venido para realizarles el chequeo. Este es el país caribeño que nos genera simpatías, son los logros de la Cuba insular que muy pocas veces reconoce la Cuba peregrina. Fernando Pérez parece decirnos, eso sí, que los logros en las áreas de educación y de salud, por citar dos, no tienen por qué ir en desmedro de las libertades. Las imágenes de azoteas con antenas y tinacos han sido una constante de los últimos dos largometrajes de Fernando Pérez. En La vida es silbar, las tomas eran a mi parecer forzadas. En Suite Havana, en cambio, vemos a Francisco, ya sin polvo del edificio aquel, subiendo alegre una escalera con su hijo a esperar el atardecer. A lo lejos ha de pasar un barco. Cae el sol, y en La Habana el faro de El Morro ya se enciende. La noche en esta capital es béisbol con un vaso de cerveza; es Heriberto, el de los rieles, en la banda de una iglesia tocando el sax; es la soledad de Amanda llenando los cucuruchos de maníes; es, como ya dije, Ernesto desplazándose en un escenario con los acordes de una pieza de Tchaikovsky. Otro mérito es que la película cruza la línea divisoria entre el documental y la ficción. No es un caso único; es más bien una tendencia del cine de nuestros tiempos. Pero son contados los casos afortunados. El filme de Pérez ya se encuentra entre ellos. En Suite Havana todo se da sin diálogos, aquí y allá el ruido de la calle, o una canción que sale del televisor, y muchas veces el silencio. Cada toma está tan bien cuidada, tan acariciada, que el mejor beneficiado ha sido el séptimo arte, pues con Suite Havana se hizo de una obra maestra.

Este año en el Latino Film Festival se van a presentar algunas películas hechas en Estados Unidos en mayor parte por cineastas latinos o de ascendencia latina. Tuve la oportunidad de ver cinco, y éstas abordan temas que afectan tanto al latino inmigrante como al nacido aquí. Sin embargo, como obras cinematográficas todas fracasan. Un aspecto que se vuelve en contra de estas películas es que han sido hechas aquí; es decir, están extremadamente influenciadas por el cine de Hollywood de los últimos tres lustros; el cual es considerado el cine más decadente e insignificante del mundo, pues su objetivo es ayudar al espectador a escapar de su circunstancia cotidiana entreteniéndolo. Además cada filme responde a una fórmula que ya ha comprobado su éxito en el mercado, y en ningún momento se plantea la creación de una obra de arte; tan es así que no es el director el que tiene la última palabra , sino el productor. Las cinco películas que vi —Jesus, the Driver, Bulls of Suburbia, Mission Movie, Love for Rent y Boricua— padecen más que nada de ingenuidad y de una obstinación por querer entrar al mercado. Por eso, estos filmes no se pueden considerar auténticamente latinos; es como considerar cualquier película en la que actúe Antonio Banderas y Salma Hayek como un logro cinematográfico latino. Las cuatro películas tienen historias de muy poca sustancia, y actuaciones que derrumban aún más los temas ya de por sí tambaleantes que plagan los libretos desde un principio. La que logra entretener mínimamente es Jesus, the Driver; se trata de la vida de un inmigrante mexicano, que por casualidad trabaja de chofer para dos ladrones. La película se arma a partir de varias anécdotas que nos remiten a la Biblia y con algunos conflictos —bastante trillados— entre el personaje Jesús y los dos delincuentes. La dirección es exageradamente cursi, pues su estructura narrativa es comparable al drama de una mala telenovela. El Director, Bradley Battersby, hace lo típico de un cineasta principiante: quiere meter todos los temas posibles en una película; en ésta por ejemplo, el tema principal es el inmigrante pobre que busca trabajo desesperadamente para poder mantener a su futura esposa, pero su bondad e ingenuidad lo lleva a meterse en un grave problema. Luego está el conflicto religioso de no robar, seguido por el tema del homosexualismo, el alcoholismo y la depresión. En fin, la película termina sin comunicar nada. En Mission Movie, la actuación y el desarrollo de escenas es aún peor que el de Jesus, the Driver. La directora, Lise Swenson, sufre de los mismos complejos del director Bradley Battersby, también quiere involucrar infinidad de ideas con el simple afán de introducir un dramatismo sin sentido en cada escena. La historia se desarrolla en el barrio La Misión en San Francisco; el conflicto es el encuentro de dos artistas que intentan pintar unos murales, pero los niños del barrio se los arruinan. En pocas palabras, el filme no tiene profundidad y nada que ofrecer al intelecto. Las escenas son extremadamente secas, y lo único que pueden generar en el espectador es aburrimiento. De las cuatro películas, es ésta la que tiene más escenas forzadas, completamente fuera de lugar y de contexto. El espectador siempre está consciente de que está viendo a un actor actuar, y no una persona real reaccionar. Al igual que Mission Movie, Boricua también es forzada y sentimentaloide. La cineasta Marisol Torres busca la manera rápida y barata para adquirir el apoyo del espectador boricua al mostrar la bandera puertorriqueña y a los puertoriqueños bailando en sus barrios de los Estados Unidos. El filme se queda en los estereotipos. Bulls of Suburbia intenta imitar la nueva ola de documentales americanos como los de Michael Moore y el Director de Supersize Me. La diferencia entre Bulls of Suburbia y sus maestros es que esta película no tiene cualidades cinematógraficas, a lo mucho son televisivas; el estilo es idéntico al “Real World” de MTV y otros shows de “Reality TV” que paradójicamente han pasado a ser una especie de epidemia de situaciones humana falsas. En el documental en cuestión, se ve que los personajes “reales” —que son estauniden-

Suite Habana Miércoles 13 de abril, Pipers Alley, 7:00 P.M. Viernes 15 de abril, Pipers Alley, 11:00 P.M. Información: (312) 431-1330

ses obsesionados por aprender a torear— no están viviendo sino actuando. Por último queda el filme Love for Rent dirigido por Shane Edelman, el cual no se diferencia de los demás, aunque es un poquito diferente a los otros, pues éstos imitan al cine de Hollywood sin inteligencia y sin dirección; en cambio, Love for Rent intenta establecer un diálogo con una película de Woody Allen, Mighty Aphrodite. Love for Rent trata de dos parejas, una que desea un hijo concebido en otra matriz, y la otra que se encariña con el hijo de otra pareja. Por desgracia, la película se desbarata y no tiene el humor inteligente ni la consistencia narrativa de Woody Allen. La película se vuelve predecible a partir de los primeros quince minutos. Un aspecto en común de todos estos filmes es que en ninguno encontramos influencias del cine no estadounidense ni en términos narrativos ni en estilo. Como lo dije anteriormente, su objetivo es vender entretenimiento. Si bien es cierto que el cine fue impulsado en sus inicios por cirqueros como Meliés, Chaplin, y Keaton y que su objetivo era entretener, también lo es que el cine de estos tres pioneros dicen algo y a veces mucho de lo que es el ser humano. Visualmente, las cinco películas mencionadas se quedan en lo simplón, pues no vemos ninguna propuesta visual de los cineastas. Otra falla es que los realizadores ponen sus ideas nacionalistas o de supuesta identidad por encima del cine, haciendo así malas copias de otros filmes o simplemente un panfleto. El cineasta tiene que concebirse como un residente de la tierra y no de una nación. De otra manera, se sacrificará la autenticidad y se buscará complacer a la masa. Jesus, The Driver Domingo 17 de abril, Facets, 9:00 P.M. Martes 19 de abril, Facets, 7:00 P.M. The Bulls of Suburbia Domingo 10 de abril, Landmark, 6:45 P.M. Jueves 14 de abril, Facets, 7:00 P.M. Mission Movie Friday 15 de abril, Facets, 9:00 P.M. Domingo 17 de abril, Facets, 7:00 P.M. Love for Rent Miércoles 13 de abril, Pipers Alley, 9:00 P.M. Viernes 15 de abril, Pipers Alley, 10:45 P.M. Boricua Sábado 16 de abril, Facets, 9:00 P.M. Martes 19 de abril, Landmark , 9:15 P.M. Información: (312) 431-1330

Ulises Zatarain estudió cine en Virginia Commonwealth University y actualmente estudia literatura hispna en Northeastern University, en Chicago.

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Tres homenajes en El Mago Raúl Dorantes

Machuca y el sueño de una época Marcelo Ayala Chile, 1973. En medio del agitado clima político que sacude al país, Gonzalo Infante y Pedro Machuca, dos niños de opuesta extracción social, viven en un mismo sector del gran Santiago. Gonzalo en un barrio pudiente, Pedro en un humilde poblado instalado ilegalmente a unas pocas manzanas de distancia. Dos mundos opuestos, separados por una gran muralla imperceptible que algunos, en su afán por hacer realidad los sueños de una época llena de esperanzas revolucionarias, quieren derribar. Uno de esos soñadores es el padre McEnroe, director de un exclusivo colegio privado, quien con el apoyo de una parte de los apoderados intenta integrar en el elitista colegio a niños procedentes del vecino poblado con la firme convicción de que aprendan a respetarse mutuamente. Es así como Pedro Machuca y Gonzalo Infante asisten a la misma clase. Pero a las dificultades objetivas de aquel intento de integración, producto del clasismo que subyace en la sociedad chilena, se agregan otras, derivadas del clima de abierta confrontación social que vive el país en ese momento. Esta conmovedora historia, dirigida por Andrés Wood, se ha ganado el reconocimiento de la crítica gracias a un trabajo atento a los más mínimos detalles de ambientación y época, que exigió del autor un riguroso y exhaustivo rastreo de documentación histórica. El filme en ningún momento adopta tonos ideológicos y más bien descansa en su solidez, operando casi como una confesión. El director parte del nacimiento de una amistad surgida al calor del proyecto de integración fomentado durante el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende. A raíz de esta iniciativa, Gonzalo y Pedro llegan a entablar una relación fraternal, un mutuo descubrimiento de sus mundos, que sólo será truncado por un acontecimiento brutal. Más que en Pedro Machuca, cuyo apellido da nombre al largometraje, el hilo conductor descansa en manos de Gonzalo Infante, cuya mirada abre y cierra el filme. Desde el principio se avizora su tránsito por una experiencia marcada por el derrumbe progresivo de su familia y la irrupción de una realidad distinta, representada por Machuca. En el desarrollo de la relación que los va uniendo, circundada y alterada por las crecientes tensiones del contexto en el que están inmersos, se va dibujando un mapa a pequeña escala de las transformaciones y luchas internas que sacuden al Chile de la década del setenta. Emergen los bandos irreconciliables de partidarios y detractores del gobierno constitucional de Allende, los “cacelorazos”, los antecedentes del golpe militar que se fragua en los cuarteles y en los círculos de la oligarquía chilena, los brotes fascistas y el desgarramiento final del 10

país comandado por el general Pinochet. La violencia estalla en la elocuencia de las imágenes que inundan la pantalla; entre ellas, los dos aviones de guerra cruzando el cielo de Santiago rumbo al palacio de gobierno, vistos desde la perspectiva de Gonzalo Infante. Pero contrariamente a lo que se pudiera pensar, el realizador no intenta una identificación con una postura ideológica preconcebida. El dramatismo emana de lo que se muestra, de la naturaleza del sobrevuelo. No existe la menor concesión a la emoción fácil. Andrés Wood saca al descubierto las heridas que aún le duelen a su país. Se dice que puso en juego su propia historia personal, que hizo un ajuste de cuentas con sus fantasmas y sus culpas mediante la polisemia del arte. Cabe señalar que él mismo estudió en el colegio en donde transcurre la mayor parte del filme. Es así como la trama se basa en un hecho real. Un proyecto que sucumbe ante la diferencia insalvable de una sociedad de clases. En una de las escenas, donde la visión del abismo entre los dos mundos se perfila implícita, los ojos de Machuca lo dicen todo. Al final, queda la mirada de Gonzalo, solo y desconectado del Santiago que se alza a su alrededor. Contado con gracia y sobria emotividad, el filme tiene algo de hiperrealista y poético. Se podrá decir que la temática puede resultar ajena al publico no chileno (aunque cuesta creer que el espectador promedio del festival no tenga referencias de la figura de Salvador Allende, un icono del calibre del “Ché” o Malcolm X). Se podrá cuestionar su lenguaje (una muestra auténtica del español de Chile, segmentado por estratos sociales). Tal vez le sobre metraje (son 120 minutos completos). O quizás el ritmo pierda a veces su fuerza inicial. Pero, sin lugar a dudas, Machuca es una película frente a la cual no se puede permanecer indiferente. Una tierna historia de amistad que no puede llegar a ser. El sueño de una época abortado a fuego y fusil. Machuca Martes 12 de abril, Pipers Alley, 6:00 P.M. Jueves 14 de abril, Pipers Alley, 6:00 P.M. Información: (312) 431-1330

Marcelo Ayala es profesor de español del Instituto Cervantes, en Chicago.

El mago, ópera prima de Jaime Aparicio, nos cuenta la historia de Tadeo, artista de la calle y fotógrafo de otro entonces. Se le ha informado que tiene un tumor maligno y rehúsa someterse a cualquier tratamiento. El pasado comienza a revelársele en las visiones que tiene de su amigo Carlos, en el recuerdo de su esposa y en las empolvadas fotografías que guarda en los estantes. La cercanía de la muerte lo lleva a ponerse al día con ese pasado, remendarlo en lo posible. Lo lleva también a sonreír con franqueza a las cosas del presente. La muerte lo vuelve ligero. La película tiene altibajos. Sobresalen, sin embargo, las escenas en que el mago Tadeo recorre los parques y vecindades de la Ciudad de México acompañado de su escudero Félix. El director parece rendir un homenaje a Midnight Cowboy, ese clásico de los sesenta: Félix fluye en la ciudad de México como Ratzo en Nueva York; ambos viven al margen, enfermos, en vecindarios deteriorados y tienen como primordial objetivo viajar al mar. Tanto Félix como Ratzo (personaje que confirmara el talento de Dustin Hoffman) se las saben de todas todas, y lo mismo puede Félix ser asistente de un mago que vendedor de drogas. A diferencia del fin pronosticado de Tadeo, la muerte de Félix es diaria. En ese barrio miserable, donde el crimen y las drogas son pan de todos los días, lo excepcional es que siga con vida un invidente como Félix. El segundo homenaje es al director mexicano Arturo Ripstein. Sobre todo el Ripstein de Principio y fin. Me refiero a la inclusión que hace Aparicio de espacios inevitablemente sórdidos, como los del baldío en que viven los marginales o esa calle de la zona roja. Las escenas en el antro La Burbuja me remiten al prostíbulo de Principio y fin. En el prostíbulo sólo vemos rivalidades por el control de las mujeres y el dinero. En La Burbuja en cambio se llega a dar la amistad, y si se da es porque Tadeo ya no busca ni el placer, ni el dinero, ni la fama que puedan generar sus viejas fotografías. Luego de quince o veinte años, como en un acto de magia, su presencia viene a aligerar las sangres de los que concurren en el antro: hay sonrisas en el dueño y en el mesero, canciones dedicadas y una esperanza reinyectada en la que fuera su mujer. El otro homenaje es a Blanco: el filme de polaco Krisystof Kieslowski. Tadeo, al igual que aquel empresario de Varsovia, planifica y presencia su propio funeral. En realidad es su último truco. “La magia depende del público. Pues el público quiere ver sorpresas”, dice el personaje en algún momento. Y en ese funeral la audiencia realmente cree que el muerto no es Félix sino Tadeo. La actitud del mago nos recuerda que la cercanía de la muerte permite poner sobre el piso tantas cargas. Los fantasmas del pasado pueden retornar, pero ya no duelen. Los problemas del presente son juegos, retornos a la inocencia. Los miedos del futuro dejan de ser tales. No es casual que la secuencia más lírica de El mago sea la última, cuando Tadeo, o vicariamente Félix, se encuentra frente al mar. El Mago Programa especial: Noche mexicana Sábado 16 de abril, Northwestern University: Thorne Auditorium Reception: 6:00 P.M. Presentación del director Jaime Aparicio: 8:00 P.M. $65 entrada general y $50 miembros del ILCC Información: (312) 431-1330


Los latinos de Cicero y Berwyn Un reporte del Instituto de Estudios Latinos Historia de Cicero El pueblo de Cicero tiene su origen en la fundación del Township de Cicero en 1857. En ese entonces, estaba circundado por las avenidas Western al este, North al norte, Harlem al oeste y la carretera Pershing al sur. Con el tiempo, el tamaño del Township de Cicero se redujo por las anexiones que realizó Chicago y por la secesión de Oak Park y de Berwyn. Cicero creció rápidamente en las primeras décadas del siglo XX. En 1910 tenía 14,557 habitantes; 1920, 44,995; y en 1930 llegó a 66,602. En el siglo XIX, se estableció la comunidad Clyde a lo largo de la vía Burlington y en ese lugar todavía existe la estación de Metra ‘Clyde’. En 1919 se construyó Hawthorne Works of Western Electric en lo que eventualmente abarcaría 203 acres de tierra e incluiría 103 edificios. El esparcimiento de dicha planta llegó a emplear a más de 44,000 trabajadores. La factoría manufacturaba equipo telefónico para la Bell System. En Hawthorne se realizaron estudios sobre la productividad del trabajador que fueron citados en numerosos libros de texto de sociología. Durante el siglo XX hubo otras operaciones manufactureras a gran escala en Cicero, entre ellas se incluía el molino Ceco Steel, la planta Goss, y Danly Steel, entre otras. En los primeros años del siglo XX la Grant Locomotive Works se localizaba en la parte noreste del poblado, ésta todavía lleva el nombre de ‘Grant Work’. El interruptor de vías de Burlington Northern Santa Fe se localizaba al sur de la calle 26 y al norte de la calle Odgen. Las plantas manufactureras además de distinguir a Cicero de los suburbios vecinos, representaron una fuente importante de impuestos, lo que permitió mantener bajos los impuestos a la propiedad. Esto hizo posible que los trabajadoras compraran sus propias casas. Las fábricas hicieron de Cicero un lugar grisáceo; los niños crecían en un ambiente de chimeneas industriales escuchando el ruido de las fresadoras de metal. Hasta la década de 1970, los estudiantes de secundaria que se graduaban en Cicero, podían encontrar trabajo en su propio pueblo. Desafortunadamente, Cicero se convirtió en un lugar infame por el racismo violento que imperaba contra los negros. Cicero era un lugar natural para los negros que dejaban los barrios fronterizos del West Side de Chicago: North Lawndale y Austin. Pero al exigir sus derechos básicos encontraron resistencia y violencia. En 1951, una familia negra quiso mudarse a un departamento en el 6139 West 19th Street; los residentes tiraron a la calle las pertenencias de la familia y luego las incendiaron. La policía fue incapaz de contener a los revoltosos y la Guardia Nacional ocupó el área aledaña al departamento. En 1966 ocurrió otro incidente durante el tiempo que Martin Luther King Jr. había establecido una presencia en Chicago y se encontraban negociando con el alcalde Richard J. Daley para que el acceso de los afroamericanos a la vivienda mejorara. King amenazó con protestar en Cicero, pero después de negociar con Daley, King no protestó a pesar de que un grupo de líderes del movimiento por los derechos civiles de los negros sí protestaron marchando por la Avenida Cicero. Ahí fueron agredidos verbal y físicamente. Cicero era similar a los barrios del oeste de Chicago ya que era posible distinguir los vecindarios de acuerdo a los grupos étnicos que las habitaban. En el área de Gran Works, se distinguían principalmente los italianos, polacos y lituanos. Una porción del noroeste del poblado estaba altamente poblado de italianos; los barrios centrales que limitaban con ambos lados de la calle Cermak eran checos; mientras que el barrio Hawthorne estaba altamente poblado por polacos. Los diferentes grupos étnicos a menudo establecían sus propios templos. En el vecindario de Gran Works, por ejemplo, los lituanos construyeron el templo de Saint Anthony y los italianos edificaron el templo de Saint Attracta a escasas cuadras uno del otro. El templo Saint Mary de Czestojowa en Hawthorne era un templo polaco. Estas iglesias fueron parte importante de las redes de trabajo que la gente organizaba. Cada parroquia contaba con una escuela como parte de su misión administradas por monjas de órdenes católicas.

Cicero adquirió reputación por su industria, su corrupción política y su intolerancia racial. Pero sus características sociales y económicas comenzaron a cambiar notoriamente en las últimas décadas del siglo pasado. En lo económico, la industria manufacturera pesada se colapsó. Este deterioro industrial no fue exclusivo de Cicero; aconteció en muchas ciudades del medio oeste y del noreste del país durante las décadas de 1970, 80 y 90. Las fábricas de Cicero empleaban a más de 30,000 trabajadores entre 1947 y 1972. sin embargo, para 1992 la cantidad de personas empleadas bajó a 5,600. El golpe más cruel llegó con el cierre de Western Electric Hawthorne Works. La dirigencia se dio cuenta que sus instalaciones se habían vuelto anticuadas e incosteables. Las nuevas factorías eran de una sola planta donde se ‘entraba por una puerta y se salía por otra’, mientras que Hawthorne Works derrochaba energía en el uso de elevadores al mover los materiales de un piso a otro. Al mismo tiempo, hubo cambios macroeconómicos y la manufacturización de mercancías se mudó a las naciones de la Cuenca del Pacífico o a los estados sureños que ofrecían salarios más bajos y, a menudo, trabajo no sindicalizado. Las compañías Hawthorne Works, Goss, Cico Steel cerraron o mudaron sus operaciones a otro lugar. A la vez que los trabajos se caían en Cicero, se estaban llevando a cabo cambios demográficos importantes. Muchos de los residentes de origen

europeo se estaban mudando, algunos para los suburbios del oeste que contaban con casas más amplias y mejores servicios públicos. Otros se sumaron al fenómeno nacional migratorio que consistía en mudarse a las regiones del sur y el oeste estadounidense. En la década de 1950, generalmente los matrimonios compraban su casa en Cicero y se quedaban hasta que fallecían. Con sus hijos fue diferente; no se quedaron, pues las fábricas de la Antigua Economía permitieron a los padres dar a sus hijos una educación universitaria que los colocaría fuera del mundo manufacturero. Para 1990, la edad media de la población blanca de Cicero era de 38 años comparada con los 22 años de la población latina de Cicero. Las personas mayores a menudo vivían con un ingreso fijo y poseían los valores propios de la vejez; a ellos no les entusiasmaba el hecho de que el gasto público se incrementara en las escuelas porque ya no las usaban; se sentían vulnerables al crimen y apoyaban medidas drásticas contra las pandillas. Historia de la corrupción de Cicero Cicero tiene una larga historia de corrupción política e infiltración de la Mafia. En la década de 1920, Al Capone y Johnny Torrio instalaron su sede de operaciones en Cicero, y durante la Era de la Prohibición, Capone usó Cicero como su base de operaciones de juegos, corredor de alcohol y otras actividades ile-

El dólar feliz. Foto: Lorena Ruíz

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gales. Capone era temido en el poblado y todavía se recuerda cómo abofeteaba al alcalde y de la vez en que desde diez automóviles ametrallaron un restaurante donde Capone cenaba. Estos y otros ejemplos de actos ilícitos, le dieron a Cicero la reputación de ser un suburbio sin ley. Esta atmósfera prevaleció hasta fines del siglo XX. Cicero fue uno de los pocos suburbios en toda el área metropolitana de Chicago que ofrecía licencias a las tabernas para que cerraran a las 6:00 A.M. y permitía a otras que abrieran a las 6:00 A.M. En las últimas décadas del siglo pasado, la prostitución era algo común en la Avenida Cicero entre las calles Roosevelt y 22, lo mismo que las en dos hipódromos; uno localizado en la Avenida Laramie, y el otro en lo que actualmente es Stickney. Para 1960, según el Chicago Tribune, Cicero se conocía como ‘La Ciudad Amurallada del Sindicalismo’. Era famosa por la falta de aplicación de la ley. Un comisario de Cicero admitió que solamente hizo un arresto entre 1963 y 1964. En 1975 el subdirector del comisionado de las licencias de alcohol de Cicero se declaró culpable de aceptar sobornos. En la década de 1980, el gobierno federal puso cargos en contra de Frank Maltese, Asesor del pueblo de Cicero, por conspiración de juegos ilícitos, lo cual lo puso tras las rejas. (Después de la muerte de Maltese, las autoridades bautizaron un edificio de seguridad pública con su nombre.) En 1986 el FBI puso bajo investigación a Steve Bajovich, Comisionado de Licor de Cicero, y eventualmente fue sentenciado a diez años de prisión por evasión de impuestos y otras violaciones. El 15 de junio de 2001, el Procurador de los Estados Unidos del distrito norte de Illinios acusó a tres oficiales de Cicero por “desviar más de 10 millones de dólares de las finazas públicas a un tercer partido por demandas del propio aseguramiento del pueblo de Cicero para su beneficio personal”. Entre las figuras más prominentes de los oficiales se encontraba la presidenta de Cicero: Betty Loren-Maltese. Historia de Berwyn La historia de Berwyn comienza en 1856 cuando Thomas Baldwin, un inversionista de bienes raíces de Cincinnati, compró 347 acres de tierra que limitaba con las calles Ridgeland, Harlem, Ogden y 31. Baldwin subdividió el terreno y lo nombró LaVergne. En 1862 Baldwin vendió los derechos para transitar por su terreno a la compañía ferroviaria Chicago, Burlington and Quincy Railroad, y una década después la compañía ferroviaria estableció una estación en Berwyn. Baldwin había previsto lotes de 10 acres cada uno pero para 1880 su terreno fue subdividido y ya había 12 casas nuevas. En 1888, los residentes del área abrieron la escuela LaVerge. En 1890, Charles Piper y Wilbur J. Adrews compraron tierra y crearon la subdivisión de Berwyn, una comunidad independiente junto con LaVerge. ‘Berwyn’ era el nombre de la línea cronológica de Pennsylvania Railroad. En 1901 Oak Park y Berwyn votaron para separarse del township de Cicero. La población de Berwyn pasó de 5,841 habitantes en 1910, a 14,150 en 1920 y después se triplicó en 1930 llegando a los 47,027. Era el suburbio de Chicago que estaba creciendo más rápido. Aunque las fronteras residenciales de los grupos étnicos quizá no estaban tan definidas en Berwyn como en Cicero, el suburbio sin embargo tuvo una presencia europea que predominó la mayor parte del siglo XX. El censo de 1990 reveló

que 8,925 residentes de Berwyn eran de descendencia alemana; 8,598, polaca y 5,499, checa. Por otra parte, En 1980 el censo indicaba que Berwyn era relativamente una comunidad más próspera que Cicero, aunque sus residentes tenían un ingreso más modesto comparado con otros suburbios del área metropolitana. El ingreso promedio era de 32,326 dólares por hogar comparado con 27,170 dólares en Cicero. La tasa de pobreza en Berwyn era de 5.7% comparada con el 13.9% de Cicero. El colapso del sector manufacturero pesado no afectó tanto a Berwyn como a Cicero. Berwyn nunca fue un lugar que alojara la industria pesada. Una gran parte del ingreso de la ciudad por impuestos viene tradicionalmente del sector comercial, pero este rubro ha sido reñido en los últimos años. La Plaza Berwyn localizada en las calles Cermak y Harlem, construida a mediados del siglo XX, fue uno de los primeros centros comerciales prototipo que cambiaron la manera en que los estadounidenses consumirían sus productos. Pero la Plaza y la franja comercial a lo largo de la calle Cermak han confrontado la competencia con centros comerciales cerrados como el que se encuentra localizado al oeste de Berwyn: North Riverside Mall. En contraste con su vecino del este, Berwyn ha tenido una reputación positiva como un buen lugar para comprar una casa en un ambiente relativamente limpio con buenas escuelas, transportación y comercio cerca. ¿Se sienten aceptados los latinos en Cicero? En las 172 entrevistas que realizamos a residentes de Cicero, escuchamos de latinos y no latinos una imagen del Pueblo extremadamente negativa. Los encuestados señalaron que había acoso y corrupción por parte de la policía, de los inspectores de vivienda y del Partido Republicano de Cicero. Incluso algunas de las historias que escuchamos no podían ser ciertas, pero la frecuencia con que se repetían dejan claro que hay problemas muy serios y profundos en Cicero. Los grupos raciales desconfían los unos de los otro, y las acusaciones muestran la posibilidad de una gran cantidad de abusos contra los residentes latinos de Cicero. Algunos entrevistados declararon tener miedo al votar, miedo de interactuar con oficiales gubernamentales, e inclusive de que fueran conocidos por hablar críticamente del liderazgo del poblado. Mientras se preparaba este reporte, varias veces intentamos entrevistar a la Presidente del Pueblo de Cicero, Betty Loren-Maltese, pero no lo logramos. Tampoco pudimos obtener ninguna entrevista con ningún oficial electo que representara al pueblo de Cicero y que pudiera hablar abiertamente sobre estos temas. Algunos ejemplos de las respuestas que escuchamos sobre Cicero y eventos recientes que contribuyen al sentir del abuso incluyen los siguientes: · Los latinos se sienten víctimas por parte de la policía del poblado, pues provocan que un número extraordinario de carros sea remolcado al corralón y les dan multas infladas cuando los retiran. · El Pueblo pasó una medida antipandillas (aunque luego la anuló), que permitía a la policía confiscar los carros de “supuestos” miembros de pandillas dejando abierta la posibilidad de que los carros de residentes inocentes fueran confiscados.

· Otra ordenanza del poblado exige a los negocios nuevos proveer de cierto número de espacios para estacionamiento. Al parecer a los nuevos dueños (a menudo latino) se le exigen más espacios que al dueño anterior del mismo local comercial. · En la década de 1990, el poblado adoptó una ordenanza de vivienda que limitaba el número de personas que podían vivir en cada unidad. El Departamento de Justicia presentó una demanda de derechos civiles en contra del poblado de Cicero pidiéndole que prescindiera de dicha medida. La ordenanza probablemente hubiera impedido a muchos checos y a otros inmigrantes europeos del principio del siglo XX de vivir en Cicero, pero sólo se pasó dicha ordenanza después de que llegaron los latinos. · En años recientes, Cicero ha tomado medidas severas contra los que usan sótanos y áticos como departamentos. Se argumentaba que era para proteger el valor de la vivienda, pero la idea que transmitieron algunos de los entrevistados fue que la medida fue un intento para limitar el flujo de latinos. · Se volvió ilegal que los niños jugaran básquetbol en los callejones o las banquetas. · A los estudiantes que asisten a las escuelas públicas, se les exigen cinco pruebas de su residencia. Pocos suburbios tienen requisitos tan estrictos. · El tiempo que los candidatos políticos deben vivir en Cicero se extendió de 12 a 18 meses impedir a un candidato latino participar en las elecciones de 2001. Una vez más el Departamento de Justicia de los Estados Unidos intervino y el poblado fue obligado a prescindir de dicha medida. ¿Se sienten aceptados los latinos en Berwyn? Mientras que nuestros entrevistados acerca de Cicero dijeron una letanía de quejas y acusaciones, En Berwyn encontramos menos crítica y había un sentimiento de que la ciudad hacía mejor su trabajo que en Cicero al interactuar con los latinos. Como lo dijo una persona: “Berwyn está poco dispuesto a aceptar. Cicero tiene una resistencia activa”. Un comentario que escuchamos con frecuencia tiene que ver con la falta de empleados latinos públicos o empleados bilingües y biculturales. Los entrevistados dijeron que había muy pocos policías latinos en Berwyn, que nadie en la alcaldía de Berwyn habla español, y que el sistema escolar carece de personal latino. Un entrevistado también dijo que los espacios recreativos para los jóvenes de la ciudad eran insuficientes.

El presente artículo es producto de una serie de informes de política e investigación del Instituto de Estudios Latinos en la Universidad de Notre Dame. Para ver el documento completo electrónicamente y con enlaces a otros sitios con mayor información, visite: www. nd.edu/~latino/ils_ publications.htm o llame al Instituto al (574) 631-4440 o escriba a latino@nd.edu. También puede visitar Chicago Fact Finder www.nd.edu/~chifacts. Tradución: José Guzmán y Cindy Martínez

Remate de nacionalidades en Cermak, Cicero. Foto: José Guzmán

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En Chicago, la actividad literaria concretizada en revistas ya tiene sus tres lustros. Por eso contratiempo ha decidido dedicar los próximos tres números a esos proyectos que nos han hecho compañía ya sea por algunos meses o algunos años en esta ciudad. Hoy le toca a Tres Américas, revista cultural. Su primer número apareció en junio de 1990, y el último en octubre de 1996. Incluimos dos cuentos; uno de quien fungiera como coordinador del proyecto, el chileno Alejandro Ferrer; y otro del colombiano ya fallecido Alfonso Díaz. También incluimos algunos poemas de los escritores mexicanos Isidro Reyes y Alejandro Escalona.


Thelma T. Uranga: Summer Shoes, 2003

Alejandro Ferrer

Tres Américas, revista cultural Solía decir Plinio: “No existen libros que por más malos que sean, no tengan algo bueno.” Por extensión, el mismo principio —¿por qué no?— podría aplicarse a las revistas literarias. Permítaseme entonces suscribir con entusiasmo aquella sentencia ya que ¡nos salva a todos! Con la bendita premisa en mente, me atrevo a proclamar que nuestra experiencia en la revista Tres Américas no sólo fue fecunda e inolvidable, sino que además sirvió para cimentar amistades duraderas, hermandades, y al mismo tiempo, lograr uno de los objetivos fundacionales de la revista: arrancarle algunos de sus secretos al lenguaje y arañar la roca sólida de la cultura dominante. En estos días he debido releer los siete números que se publicaron durante los seis años de vida de la revista (junio de 1990/octubre de 1996). Me sorprende, hoy como ayer, la prosa cuidadosa, la calidad de las historias, la ternura poética de muchos, el alto vuelo analítico de algunos textos, pero por sobre todo, la manera impecable como esta cría, tan nuestra, fue creciendo y haciéndose cada vez más hermosa. Entre el número uno y el número siete hay un mejoramiento que reconforta: el uno fue un potrillo algo deslavado, de patas delicadas y sucio de placenta, aunque prometedor. En cambio, el siete, fue una yegua briosa de tusa larga y llorona que

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galopaba libre y descaradamente. De alguna manera y en algún momento, todos quienes escribieron lo hicieron bien o por lo menos lo mejor posible, y con ello se confirma la validez de las palabras del viejo sabio mencionado arriba. Tres américas tuvo logros que, vistos a la distancia, hacen preguntarnos cómo fueron posibles. En sus páginas nos reencontramos con la pluma privilegiada del uruguayo Galeano, con los palimpsestos de Rosario Ferré, la generosidad y cultura de José Emilio Pacheco, la erudición y sencillez de Susana Cavallo, de quien tanto aprendimos. Allí se transparenta la honestidad y el cariño de John Barry, la alegría pícara de Alfonso Díaz, la excelencia estética de Salvador Calvo, el heroismo incansable de Humberto Gamboa y… Desde el punto de vista formal los seis años sirvieron primerísimamente para disciplinarnos. Esto puede ser lo más rescatable de una revista literaria. La consigna fue 'nulla dies sine linea' (ni un día sin línea) y ya sabemos cuán importante suele ser semejante desafío en el oficio de la escritura. Por otro lado, el consejo editorial de Tres Américas jamás negó sus páginas a nadie. Nunca supimos ni quisimos decir que no. Parte de nuestra filosofía fue dar oportunidad a todos; sin excepciones, por lo que mujeres, hombres, niños, cocineros, maestros, estudiantes, taxistas, rebeldes, carpinteros, pintores de brocha gorda y fina, poetas consagrados y entusiastas desconocidos, libreros, abogados, doctores y exiliados, fueron nuestros invitados permanentes o esporádicos, que no necesitaron golpear puertas ya que ellas siempre estuvieron abiertas. Aquellos seres humanos, inolvidables, ahora son parte importante de nuestra historia. Oficialmente la revista Tres Américas nunca terminó. Jamás cruzó por nuestra mente que el número siete —bíblico por antonomasia— sería el último. Quién dice que por ahí nos volvemos a reunir y con el mismo entusiasmo de los comienzos, como si fuésemos poetas imberbes y apasionados, reiniciamos la gran ruta interrumpida.Total, bien conocido es aquello de que “a la vejez ¡viruelas!”


Alfonso Díaz Vinasco

Candelario “Life is terribly deficient in form. Its catastrophes happen in the wrong way and to the wrong people. There is a grotesque horror about its comedies, and its tragedies seem to culminate in farce..” Oscar Wilde

Como ya le indiqué no quiero ser muy cansón pero tengo que desirle que busté a sido muy bueno con todo el mundo y que si busté estubiera por aqui los mellisos de la tía Cipriana no ubieran muerto del polio ni tampoco doña Teresa se ubiera enfermado de la tuberculosis; si bien la pobre como se queja, ya ni puede caminar; se mantiene tose que tose. Mijo Gavilondo tuvo que dejar la escuela porque no ubo plata pa comprarle zapatos ni tampoco los cuadernos. La pobresa anda por todas partes, menos en los jaramillos que viven al frente de nosotros y otros pocos que viven mas arriba. Ya la jente tiene que matar a otra jente pa poder vivir, pues fíjese don Fidel que a don Ananías el que vive al frente de doña Filomena se le entraron los ladrones, le robaron y lo golpiaron y parese que no se salba; el pobre está muy mal y ni siquiera loan atendido en el ospital porque disque no tienen cama donde ponerlo. A la Flor le arrancaron las orejas por quitarle los aritos de cobre que le regaló su madrina Nazaret. El niño de la Polvorrico desaparecio hace un mes con otros niños que andaban vagando por la calle; disen que lo mataron, ya se sabe quien, pero es mejor quedarse uno con la jeta callada. Y le digo que nadie hace nada por nadie. A los maestros los están despescuezando como a las gallinas y a todo el que diga algo lo señalan como guerrillero y después lo matan. Bueno don Fidel no le quito más tiempo y espero que se cuide mucho y que no le pase nada porque a busté todo el mundo lo necesita mucho pa que busté mismo muy pronto cambia todo lo malo de por aquí.

tino de su gente. Saludó con cortesía y un cacareo de gallinas respondió alegremente el saludo. Un marrano asintió con su ronquido y todos rieron dentro de una ráfaga de polvo que los siguió hasta el crucero con la carretera central. Ya en lo alto de la sierra, Candelario sacudió nuevamente la carta y al cambiar de posición se le cayó al piso dejando al descubierto el nombre del destinatario. Sorprendido uno de los pasajeros leyó en voz alta partiendo en sílabas Fi-del Cas-tro, Cu-ba… Un grito unánime de disgusto salió acompañado de improperios. El nombre ¡Fidel Castro! estalló adentro del carro como una bomba. Una gallina voló y dos conejos blancos saltaron a la voz de ¡Comunismo! ¡Destrucción! Candelario fue sacado del asiento de un puntapié seguido de un puñetazo que le voló la caja de dientes. Gateando, con la boca ensangrentada, logró agarrar la carta y la empuñó con todas sus fuerzas como si fuera su única arma de defensa. Un pato se cagó y voló mierda por todos los rincones y era tanta la furia y el desconcierto que ni el olor lo dieron por enterado. La voz de todos se confundió en un estallido que sacudió a la montaña. Patadas, golpes, cabezazos, puños, insultos, salían por todos lados y rodaban por las cañadas sin encontrar eco. El cacareo de las gallinas y el gruñido de cerdos quedó flotando en el aire como un trueno. Al fin, el cuerpo magullado de Candelario fue tirado como un saco de basura a la cuneta del camino. La tarde se fue apagando con la tristeza de un lamento; sin dientes, cagado hasta la coronilla y en un desconcierto sin límites, Candelario, con la esperanza de entender algún día, al reflejo de la cruz del cerro, lloraba, leía y repetía el nombre del destinatario: Dr. Fidel Castro Correa Barrio Cuba Pereira, Risaralda Colombia

Su servidor, Candelario Uchima Largo

Candelario metió la carta en el sobre, la cerró con precaución y de un golpe pegó la estampilla como en son de triunfo. —A eso de las cinco estaré de vuelta— le dijo a su mujer. Bajó corriendo la falda hasta la carretera y se sentó en una piedra a esperar el jeep de la una de la tarde. Los carros de los señores del pueblo pasaban sin responder el saludo alegre de Candelario y displicentes le dejaban su sonrisa envuelta en una nube negra de polvo y tierra. —Este señor es muy importante y a lo mejor no va a leer mi cartica si llega sucia— repetía a cada momento. Cuando se aclaraba la carretera, Candelario apretando la carta observaba las montañas llenas de cafetos, frutales y platanales, y el verde se mezclaba con el azul del cielo enalteciendo los yamuros y carboneros, árboles propios de la región. Después como una oración miraba la cruz del cerro del Ingrumá perdida a la distancia, y parecía que desde allí se esparciera sobre el pueblo un rayo de esperanza. A lo lejos vio aparecer el jeep y apretó nuevamente con sus dedos la carta que estaba seguro iba a cambiar el des-

Thelma T. Uranga: Sin título, 2003

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Thelma T. Uranga: Sin título, 2005

Tiempo de apariencias: Las fotos de Thelma T. Uranga

Thelma T. Uranga: Sín título, 2003

En el poblado de Cicero, donde casi el 80 por ciento de sus residentes son de origen mexicano, apenas están surgiendo esporádicamente lugares donde se puede apreciar diferentes inquietudes artísticas de los jóvenes del área. Cicero se latinizó por accidente y en menos de tres décadas los mexicanos se volvieron mayoría de un pueblo que había sido abandonado tanto por la industria pesada como por sus residentes jóvenes. Los nuevos residentes mexicanos encontraron vivienda accesible y poco a poco fueron moldeando su nueva comunidad a sus necesidades. La calle Cermak —que siempre ha sido la arteria comercial del poblado— se fue tapizando con anuncios en español y otros que indicaban que se hablaba español. Como en todo enclave donde se asientan los inmigrantes mexicanos, la juventud pasa a un segundo plano y todos los locales comerciales se inclinan por lucrar con la nostalgia de los inmigrantes y las necesidades de los jóvenes se pasan por alto. En el otoño pasado, cayó en mis manos una invitación a una exposición en el Guadalajara Restaurant, en Cicero. El evento era de una sola tarde y se mostraba una gran variedad de trabajos en diferentes medios y, por supuesto, de diferente factura. La efímera exposición llevó por nombre incite A COLLABORATION OF ARTWORK insight. Esta primavera, la exposición se vuelve a llevar a cabo. Exhiben su obra más de 15 artistas jóvenes del área. El evento tiene dos objetivos, como me comenta Jorge J. Sánchez —organizador del evento y artista autodidacta, nacido aquí e hijo de padres mexicanos—: “Esto lo hacemos porque creemos que los jóvenes estamos perdiendo nuestra cultura a pesar de que tenemos el arte ahí metido en la sangre. Al darle la oportunidad a la juventud de exponer su obra, queremos traer el arte para atrás a nuestra comunidad. Y también queremos darle el reconocimiento a los artistas jóvenes que ya lo están haciendo”. Ya que el evento es sólo por una tarde y el resto

de la noche, esta vez habrá música y se cobrará una donación que será destinada al Future Club, una fundación que otorga becas a los jóvenes indocumentados que desean seguir sus estudios universitarios. De nueva cuenta, son los jóvenes los que toman la iniciativa de hacer algo por sí mismos y dejan a los políticos y líderes comunitarios sumidos en el letargo. Estos adolescentes han tenido que inventar sus propios espacios donde pueden expresar libremente sus inquietudes artísticas. Por otra parte, desde hace un año, el café Bananas Ranas también ha servido como una vena donde de vez en cuando las nuevas bandas de rock en español se apropian del improvisado escenario para mostrar sus repertorios y propuestas musicales. Los muros de dicho café también han servido para albergar obras de artistas locales, tal es el caso de Thelma T. Uranga quien actualmente expone ahí su obra fotográfica. Hoy en día, el permanecer en lo tradicional se ha vuelto un acto de rebeldía, y Thelma aunque se auto define como una chica “old fashion”, va a contracorriente por seguir apegada al viejo cuarto oscuro. Cada vez son menos los fotógrafos que siguen utilizando la cámara convencional, y miles los que se adhieren a las filas de la tecnología. Como diseñador gráfico, conozco lo práctica que se ha vuelto la cámara digital, pero tanto en el proceso como en el acabado, opto por el cuarto oscuro. La democratización de la fotografía no ha creado mejores fotógrafos, ha multiplicado los momentos que se pierden y descontextualizan tanto en revistas de papel glossy como en reproducciones de baja resolución en la red. Hasta la fecha, Thelma se ha mantenido alejada del proceso y la manipulación digital, mas no descarta


Thelma T. Uranga: Same Gender on Every Station, 2003

aprenderlo. De lo que sí está segura es que se mantendrá fiel a seguir trabajando en el cuarto oscuro; del mismo modo seguirá experimentando con la exposición del negativo hasta que la imagen comience a florecer poco a poco en el papel. La fotografía también la ha llevado a otros medios. Por ahora toma clases de dibujo, pintura y teoría del color; sin embargo, cree que todo lo aprendido lo puede aplicar a las fotografías que toma. La técnica la ha ido adquiriendo con el tiempo pues es una fotógrafa joven. Recuerda que comenzó a tomar fotos muy joven con una cámara púrpura y cuando podía le pedía la cámara a sus padres, pero cuando descubrió que la fotografía era el medio con el cual se expresaba mejor fue a los quince años mientras cursaba la secundaria en Morton East High School. Desde entonces no ha dejado de tomar fotografías y en la actualidad estudia en el Morton College. Finalmente, el año pasado comenzó a exhibir fuera de las exposiciones del colegio. La Casa de la Cultura Mestizarte la invitó a participar en la exposición colectiva Woman’s International Month donde conoció a Leticia Duarte y quien desde entonces la ha invitado a participar en varias exposiciones colectivas. Ahora bien, los temas de la fotografía de Thelma están circundados por su experiencia; nació en un mundo rodeado por la cultura mexicana donde se hablaba el español y siempre estuvo rodeada de niños, pero también le han impresionado las ideas feministas. Ella creció en un hogar rodeada de mujeres de carácter muy fuerte; sin embargo, estas mujeres no tienen cabida en los medios y cuando las muestran, lo hacen pero con una actitud de “bitches”. La mujer que aparece en los medios siempre cae en el mismo estereotipo hasta convertirse en un objeto repetitivito que se reproduce infinitamente en todos los medios. En Same Gender on Every Station, Thelma le ha dado la espalda al concepto. Ha mostrado a un

ser de espaldas, quizás adivinemos que es mujer por las prendas femeninas, pero nada nos lo asegura; la figura no da la cara y tampoco lo piensa hacer por la pose que nos muestra. Ésta es una declaración política y humana. Y lo hace porque por un instante ella ha tenido el control de apoderarse de su cuerpo, de su imagen y de la percepción conceptual que los otros tienen de ella. No es casual que Thelma admire los retratos de Cindy Sherman donde ésta se exhibe tras el vestuario de otras mujeres, donde es todas y no es ninguna, pero en el fondo sabemos que sigue siendo ella misma. Thelma pone en práctica lo que Emerson decía a propósito del arte fotográfico: “El artista se hace a un lado y deja que uno se pinte a sí mismo”. La obra de Thelma es un poliedro de imágenes donde la fotógrafa está detrás de la lente y se reconoce en el objeto de estudio, ya sea un vendedor ambulante, la lavandería, un par de zapatos veraniegos, la sombra del amigo más cool, o la tierra baldía.

Francisco Piña La obra fotográfica de Thelma T. Uranga se exhibe en: Bananas Ranas 2105 S. Laramie Ave. Cicero, IL

(708) 780-7940

incite / insight Guadalajara Restaurat: el 14 de abril a las 5:00 p.m. 5503 W. Cermak (773) 419-9608 Thelma T. Uranga: Sín título, 2004

Morton College 3801 S. Central Ave. Cicero, IL

Biblioteca

Casa de la Cultura Mestizarte 1440 W. 18th St. Chicago IL Apertura 7 de mayo a las 6:30 P.M.


Alejandro Escalona

Arte poética Presenciar en medio del abismo la conjugación de porvenir y pasado en implacable presente de indicativo. Jugarse la sombra en cada palabra para conocer el júbilo divino de tener el universo entre las manos. Descuartizar la rosa pétalo a pétalo hasta que sólo se aspire entre líneas su ilustre fragancia milenaria. Y jamás olvidar la imagen de un niño aferrado al pezón de su madre muerta: su terror trasciende símiles y metáforas.

Poeta extraviado en Aztlán Para asirte a la tierra, recurres a imágenes míticas: la pirámide, el calendario solar, el paraíso perdido de Aztlán. Bailas al ritmo de teponaxtle sólo para descubrir perplejo que te queda grande el disfraz de Caballero Tigre.

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Comunión de palabra e imagen a mis colegas

Y después de todo, ¿para qué sirve un periódico? Entre otros usos indispensables, para envolver pescado; para lustrar zapatos sin manchar el piso; para olvidar la tragedia propia leyendo sobre las ajenas; para empacar hasta el alma; para cubrir al muerto cuando no se tiene una sábana a la mano; para usarlo como sábana cuando no se tiene en qué caerse muerto; para encender fogatas; para evitar la mirada del pasajero de enfrente; en casos extremos a falta de papel higiénico; y, sobre todo, para viajar al otro lado del mundo con tan sólo dar vuelta la página. Y entonces, ¿para qué tantos afanes? Para que un desconocido abra las páginas y vea su rostro reflejado.


Isidro Reyes

Imágenes agónicas Mi sangre cae en la arena Cada gota es una piedra morada. ¿Es el tributo que rindo A todas las tristezas del mundo?

Prójimo Me gusta navegar en la obscuridad De misteriosos callejones Y desembocar en avenidas luminosas. Camino sin sueños Los perdí todos al esconder presuroso Un par de bombas en el frío de invierno. Nací con la virtud que inflama de luciérnagas mis sienes Ella contempla la belleza de mi imagen Y viene ligera a recostarse En la humedad escamosa de mi cuerpo. Floto en tu memoria como tú flotas en la mía Nos une la sangre y el ánimo infinito de destruirnos Como de tu plato hasta hartarme de tus vilezas. Me regocijo al pensar que es mía La figura enmascarada que refleja el marecillo electrónico Me descalzo y bebo agua en la matriz corrompida del ahora. Ofrezco mi bondad a cambio de tu misión Maldigo tu obsesión por llamarme oportunista Y aún defeco en tus canciones para imponerte mi tonada. Soy un hada enamorada Soy una hoja de eucalipto Soy el filo de la espada… Soy detritus. Soy la vivísima imagen de ti mismo Por eso alabo tanto tu egoísmo Pero no es mía la culpa. Recuerda: nos une la sangre crucificada Nos unen las carnadas con sus venas desoladas Nos une más: ¡¡El Futuro!!

Mi tristeza no es muy grande, Apenas puede llamarse tristeza Pero me tiene aquí mirando nada: Lágrimas cayendo en la sangre Cada gota es una nube que se aleja. Mis nubes no son grises —son amarillas— Este amarillo hepático me tiene aquí Mirando a las ardillas que escarban en la tierra ¿Hace cuánto que escarbo y escarbo? Escarbo en el vacío, en mi espíritu, En la memoria, en la razón, Escarbo en el vacío. Siempre. Quisiera con los ojos llenar la vaciedad. Todo lo encuentro en esas nubes amarillas. Todo es incierto en la sal de mi arcilla. Mi sangre ya no cae ni en la arena. Mi sangre no es sangre ni es piedra Tampoco es polvo sal o cenizas, Cada gota de mi sangre fue una oveja descarriada Cada lágrima fue simplemente un hijo pródigo Al que esperé hasta la muerte Cada lágrima: ilusión azul Cada gota de mi sangre: Piedra morada, polvo salado, Mariposa negra, caballo del Diablo. Cada lágrima: aún te espero Cada gota de mi sangre: Tal vez ya no te espere Cada lágrima: TÚ Cada gota de mi sangre: Yo no sé quién o qué…

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Alejandro Ferrer

Las úlceras suelen tener origen nervioso Tic. Segundos largos como siglos. Tac. Por lo menos seiscientos en cada minuto. Tic tac. El paciente, preocupado, mira más allá de los gestos mínimos. Tic. El doctor, sereno, con lenta voz sartorial, aunque académico y seguro. Tac. Afuera, cielo de vientos grises y remotos. Cielo malo. Adentro, el reloj, tic, implacable, tac, de pronto se detiene: —Úlcera. —¿Úlcera? —Un cuadro claro; sintomático. Úlcera… definitivamente. Y las piernas del paciente se sueltan por un instante dejando escapar las defensas. Le parece estar sobre la cuerda, en la parte más alta del circo. Sin red. ¿Trapecista o payaso? El estómago se ha puesto a bailar al compás del mal momento. —Pero duodenal, eh. Duo-de-nal —repite el médico—. Buena úlcera; garantía contra el cáncer. Las piernas recuperan su corriente, poco a poco. Ahora son flexibles. Jóvenes. Regresa el equilibrio. Ya no importa la red y los segundos corren como deben correr: sesenta por minuto. Las nubes se abren; viajan al sur y el viento amaina. La voz falla, tiembla, pero aún se entiende. —Oh, doctor, eso me tranquiliza. Y piensa: “úlcera: esdrújula. ÚL-CE-RA, con acento en la antepenúltima sílaba. La úlcera es duodenal; DUO-DE-NO, tres sílabas, doce dedos, salida del estómago, remata en el yeyuno. Sexto grado, primaria. Todavía, Buena memoria”. —Una noticia mala y otra Buena… eh, doctor —dice por aparentar control y romper el silencio. —Sí. La mala: úlcera. La Buena: duodenal. No hay cáncer, joven. El paciente sonríe y vuelve a pensar: “como en el cuento del bueno y el malo. El primero te defiende, no te preocupes, hijo; aquí estoy para ayudarte. ¡Pluma! El Segundo te golpea. ¡Palo! Uno, pluma; el otro, palo. Pluma-palo, palo-pluma. ¡Plumápalo! ¡Palópluma!”. —Úlcera. De que duele… duele, eh. En la boca del estómago y también en la espalda. La voz de sastre, pero académica y eficiente: —Sí; duele porque es una herida interna, una llaga. La medicina tiene resuelto el problema. Todo lo que tiene que hacer, es seguir las indicaciones. —Seguro, doctor; no faltaba más —y piensa que la úlcera es como una puñalada, pero desde adentro hacia afuera. Las nubes vuelven y comienzan a cubrir el cielo. El viento las trae de regreso. Vienen frías y amenazantes. —No más frituras, ¿eh? —No más, doctor. —Ni empanadas, ni cebollas, ni bifes, ni papas fritas, ni repollo, ni coliflor, ni asado de cordero, ni salsa de tomates, ni ostiones al pilpil, ni lechón, ni arroz frito, ni cebiche, ni café, ni mate, ni… —Sí, doctor —interrumpe. —Además, relajado; que nada le afecte. No piense. Cuanto más piense más problemas, más complicaciones… El paciente desobedece: “Es cierto; no hay que pensar. No hay que despertar la maldita esdrújula que desde adentro, profundamente escondida, con

su cuchillito pica y pica, pica y pica, como un minero duodenal”. —Gracias, doctor; me siento más tranquilo. —Así me gusta, joven. Tome esto, —escribe— esto, esto y esto en la mañana; por la tarde esto, esto, esto y esto. ¿Me ha entendido? —Sí, doctor; cuatro veces esto en la mañana y cuatro veces esto en la tarde. Más claro echarle agua. —Ah, sí… agua. Recuerde, nada de alcohol ni cigarrillos. Dieta blanda y controlada. Usted está muy flaco, eh. Pero lo más importante: absoluta tranquilidad. No hay que preocuparse por nada. Deje que las cosas le resbalen. Las úlceras suelen tener origen nervioso. —Sí, doctor; yo… tranquilito. —Comience el tratamiento mañana, sin falta —tic. —No puede ser, doctor —tac. —¿…? —tic tac. —Mañana es mi Consejo de Guerra —tac. Y mientras lo dice, piensa: “¿Perpetua o fusilamiento? ¿Treinta o veinte años? ¿Quince años o diez días?” Comprueba una vez más que no vale la pena pensar. Tic. Se abre la puerta de la celda. Tac. Se va el doctor. Tic. Se queda el paciente. Tac. Vuelven los segundos carcelarios… lentos como siglos. Tic. Vuelve el bueno y el malo. Tac. Vuelve la venda a los ojos. Tic. Noche prematura, sin estrellas. Tac. Y afuera, el cielo cada vez más oscuro.

Thelma T. Uranga: Sin título, 2005

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Boleros,

tríos y reyes om ulloa

En el extenso y fragmentado continente latinoamericano, tan inflado de orgullos nacionalistas y matizado por voces múltiples, estridentes y diversas en acentos, una única voz musical nos une a todos: el bolero. Aunque sus raíces son europeas, el bolero es un fenómeno latinoamericano, como el maravilloso maíz. La semilla del bolero vino de España y creció en Cuba. Pronto se extendió por el Caribe, cruzando el puente musical La Habana-Mérida para amarrar sus cadenas musicales en México y luego, en su paso hacia el sur, abarcando toda América Central y del Sur. Al escuchar un bolero, los hispanos nos entregamos con gusto al dolor (Arráncame la vida… con el último beso de amor…), el despecho (“Perfidia”, “Di que no es verdad”), la obsesión (“Soberbia”, “Júrame”, “Toda una vida”) y la pasión (“Bésame mucho”, “Delirio”, “Frenesí”) que se entrelazan para formar ese concepto que llamamos amor, en la búsqueda del cual empleamos una gran parte de nuestros mejores años. En el estante de las tradiciones que tenemos en común, todos los hispanos tenemos grabados los primeros acordes de guitarra y las letras exaltadas de algún bolero interpretado por un trío. ¿Quién no se ha adueñado de la letra de “Sabor a mí”, de “La última noche”, de “La media vuelta” en algún momento de desamor? Hoy, la popularidad de la bachata —el bolero dominicano—, y las nuevas versiones de boleros clásicos en voces de artistas como los colombianos Los Trí-O y del mexicano Luis Miguel, aún mantienen el bolero en la radio hispana. Encaramados en la cresta de la renovada onda bolerista, el viernes 8 de abril llega al Old Town School of Folk Music de Chicago un legendario trío de reyes. No, no los tres Reyes Magos, que ésos también yacen en el polvoriento estante de las tradiciones hasta nuevo aviso. Hablo del trío musical mexicano Los Tres Reyes. Formado por los hermanos Gilberto y Raúl Puente, el trío comenzó su carrera con el nombre de Los Tres Reyes en 1956, como acompañantes de la cantante mexicana Virginia López. Después de colaborar con el famoso trío Los Panchos, el puertorriqueño Hernando Avilés se unió a Los Tres Reyes de 1958 a 1966, época de múltiples éxitos. El nombre de Los Tres Reyes resurgió

a nivel internacional de nuevo en 1987, cuando Gilberto Puente brindó su maestría con el requinto a Linda Ronstadt en su bien logrado disco de rancheras y canciones mexicanas, “Canciones de mi padre”. En la actualidad, el trío lo integran Gilberto Puente, primer requinto y segunda voz; Raúl Puente, segundo requinto y tercera voz; y Luis Villa, guitarra y primera voz. En un trío, el tono de la primera voz se destaca por claro y fino. Es la voz encargada de alcanzar las notas agudas, casi de falsete. Como contraste, la segunda voz de un trío es más baja y grave, mientras que la tercera voz se acopla a la armonía de las otras dos. Este acoplamiento de voces respaldadas de guitarras o de requintos, pequeñas guitarras de cuatro cuerdas, con fondo de percusión suave (bongós, maracas, y a veces congas), es lo que hace vibrar el botón romántico en las interpretaciones de un trío. En Cuba, el formato del trío se puso de moda a fines de la década de 1920 y duró hasta los años cuarenta. De esa época, el estilo del Trío Matamoros, tres voces acompañadas de dos guitarras, claves y maracas, impuso el son y el bolero cubano en el extranjero con canciones como “Son de la loma” y “Lágrimas negras”. Sin embargo, la época de oro de los tríos, interpretando el ya bautizado bolero latinoamericano —hecho realidad en manos de compositores mexicanos (Agustín Lara, María Grever, Consuelo Velásquez, Gabriel Ruiz,

Roberto Cantoral, J.A. Jiménez, entre otros muchos), puertorriqueños (Rafael Hernández, Pedro Flores, Bobby Capó, etc.), venezolanos (Aldemaro Romero, María Luisa Escobar), argentinos (Mario Clavel) y cubanos (Ernesto Lecuona, César Portillo de la Luz, Osvaldo Farrés y muchos más)— empezó a mediados de los años cuarenta y duró hasta mediados de los sesenta. En esa época brillaron el ecuatoriano Trío Los Embajadores, el puertorriqueño Trío San Juan, el venezolano Trío Hermanos Rodríguez, el chileno Trío Hermanos Arraigada, pero sobre todos, sobresalieron los grandes tríos mexicanos: Los Panchos, Los Dandys, Los Tres Diamantes, Los Tres Caballeros, Los Tres Ases y Los Tres Reyes. En su visita a Chicago, Los Tres Reyes presentarán, además de sus éxitos, canciones de su último disco, “El retorno de Los Tres Reyes”, una producción discográfica de Abraham Quintanilla, padre de la difunta cantante Selena. En este disco, la voz de Luis Villa, melódica y sedosa, se desliza delicada y sutil por cada canción (“Mujeres divinas”, “Triángulo”), respaldada por el gran talento musical y vocal de los hermanos Puente. Como broche de oro al disco, y ayudados por la tecnología digital, Los Tres Reyes acompañan a Selena en una linda y triste versión de su éxito “No me queda más”. Cuando, después de la introducción musical y del coro de las tres voces masculinas, entra la voz de Selena, joven y viva, y canta doliente este verso: Yo tenía una esperanza en el fondo de mi alma…, no nos queda más que arroparnos en los acordes de cuerdas y dejarnos llevar por la nostalgia de un nuevo bolero. Los Tres Reyes Old Town School of Folk Music Viernes, 8 de abril, 7 p.m. y 10 p.m. (773) 728-6000

om ulloa es autora de selectos lapsos de memoria (una serie de fetos) y prendas de mujer.


Radioemisoras y

de transmisión, la respuesta del público a mi programa ha sido muy positiva, incluyendo la de los anglosajones. Algo similar ocurría con mi espacio anterior en Missouri (Onda Latina, WKDH). Lo hacía en otra estación pública de la comunidad con mucha autonomía y manejada totalmente por voluntarios. Los oyentes apoyaban aunque había preferencias musicales entre los diferentes grupos latinos.

música latina diálogo con

Catalina Johnson Jochy Herrera Desde hace unas semanas, las horas nocturnas en Chicago han adquirido un significado diferente: se escucha música latina de calidad en las ondas radiales anglosajonas. Se trata de Encanto Latino, el nuevo programa de la emisora de Radio Pública a cargo de Catalina María Johnson. Mexicoamericana, hija de padre alemán-sueco y madre mexicana, ella nos comenta sobre salsa, el bandoneón, orishas o rancheras, y cómo, las dos horas ininterrumpidas no son suficientes para abarcar el torrente de ritmos y canciones. Nacida entre los dos San Luis (Potosí y Missouri), Catalina vive la interpretación y la traducción, oficios que facilitan su pasión por nuestra música. Está convencida de que quizás más que ninguna otra forma artística, la música es un foro donde convergen la historia, el lenguaje, las costumbres y la idiosincrasia. “…Una de mis motivaciones con este programa es que estoy convencida de que nos parecemos mucho más y tenemos más en común, como seres humanos, que aquello que nos distancia —me comenta Catalina Johnson—. La música, sobre todo la nuestra, ha sido producto del mestizaje, de mezcla de culturas que se han encontrado sea por imposición, historia o circunstancias bajo las cuales el ser humano es capaz de crear y hacer arte. Nuestra música es como abrir un libro… Te pudiera decir también que simplemente me interesa que la gente le ponga atención y le dé valor, al igual que a un Mozart.” ¿Cómo se explica la pobre selección de temas que se escuchan en las emisoras latinas; es de veras el resultado de lo que la gente pide ? Desconozco el mercado de la radio comercial en detalle, pero creo que la música “gusta” dependiendo de lo que le pongan a la gente. Y estoy segura de que si le tocasen otra, de mejor calidad, los productos anunciados se venderían también. Está documentado, por ejemplo, que decisiones de compra en el seno familiar son tomadas predominantemente por la mujer. Y la música que se escucha y a la hora en que se escucha está determinada por eso. Sin embargo la paradoja es que cuando hablas con las mujeres te dicen que no les atrae lo que escuchan en la radio, no entiendo entonces de dónde deducen los gustos. En resumen, creo que la pantalla es la música, no vender la música sino lo que se vende con ella. Estos comentarios contrastan con resultados de encuestas de mercadeo conducidos por la firma de publicidad Scarborough Research de New York. Ellos revelan que las familias oyentes de radio latina tienen más de 64% de probabilidades de considerar comprar una propiedad en el futuro cercano, en comparación con el oyente promedio. Por eso, los productos más anunciados en nuestra radio son los de bienes raíces, alimentos, servicios de salud y automovilísticos. Al analizar el estado de la radio actual en este país no hay dudas sobre la revolución mercadológica que la latinidad está causando en los medios de comunicación. Bastan las cifras: resultado del poder adquisitivo del hispano (que sobrepasa los 6 mil millones de dólares al año), los costos invertidos en publicidad comercial dirigidos a esa población alcanzaron los 3 mil millones de dólares durante 2004. Hoy existen ocho veces más radioemisoras hispanas que hace 20 años, 681 de un total de 13,800 para ser exactos. La mayoría son controladas por tres grandes emporios: Univisión Radio, Entravisión Comunications y Clear Channel Radio. Spanish Broadcasting System, aunque sólo opera 25 estaciones, es la cadena más grande controlada por capital latino. Todo esto sin estar ajenos al mercado televisivo donde recientemente NBC adquirió Telemundo Communications por 2 mil millones de dólares. Isabel Valdez, autora de Marketing to American Latinos: A Guide to the InCulture Approach, pone estas cifras en contexto: “el mercadeo dirigido a la comunidad latina ha dejado de ser un gesto de relaciones públicas de las corporaciones… es más que nada, la llave al futuro crecimiento de estas compañías en el mercado”. Aun así, muchos opinan que algunas empresas no mantienen publicidad en la radio hispana al creer que el consumidor latino no dispone de lo suficiente para adquirir sus productos, y en otras ocasiones, de acuerdo con el Civil Rights Forum on Comunications Policy de Washington D.C., otras firmas desean disociar su imagen del comprador latino, pues temen que ello afecte su status de marca élite.

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Para el latino, la radio, tanto allá como aquí, continúa siendo el medio de preferencia: es barato, móvil y sobre todo, parte del diario vivir del ciudadano promedio que no necesariamente desea o puede alcanzar las ventajas de la tecnología. Es un medio que conecta el núcleo familiar y el entorno social a la vez que reproduce necesidades más allá del entretenimiento. Al emigrar, los compas no olvidan los lazos que mantienen su identidad viva. Así, reproducen los patrones de los países originarios. Por ello El Cucuy de la Mañana lo escuchan un millón de almas todos los días, y por eso Vicente Fox envía un mensaje semanal a los mexicanos en este país a través de Radio Única. Evidentemente eres bicultural. Pero ¿qué te motiva hacer un programa bilingue? Soy lingüista e intérprete por carrera y veo la música como puente de unión. Al escuchar la palabra almohada, escucho un árabe cuando el sur de España era suyo. Al igual, cuando escucho música, leo historias. No me interesa excluir a nadie y por eso el programa es bilingüe. Los anglos, sobre todo los urbanos, se han dado cuenta de que el intercambio cultural enriquece tanto como el digestivo. Conscientes de que vivimos un momento de transición, que este país va que vuela para bilingüe, quieran o no, la gente entonces desea ir más allá de interpretación, quiere comunicarse.” Nos agrada que Chicago Public Radio muestre interés por la cultura latina, sin embargo reconocemos que no se ha hecho lo suficiente a nivel local ni nacional. Algunos críticos afirman que la predominancia de voces masculinas blancas en la radio pública contrasta con la misión que profesa: diversidad e integración, sobre todo en las áreas urbanas, residencia de la mayoría de sus oyentes. Una encuesta conducida hace unos años por la organización Fairness and Accuracy in Reporting reveló que el 88% de los reporteros de noticias y de programas generales diurnos en las estaciones públicas más importantes eran blancos-no latinos y el 69% de sexo masculino. En ese sentido, ¿qué persigue Chicago Public Radio con tu programa? No creo que tengan una política definida al respecto, sé que les interesaba tener un programa producido localmente. El anterior, Voz Latina, era grabado desde Seattle. Exceptuando la hora

En ese sentido, ¿has notado en Chicago diferencias en los gustos musicales de las diferentes nacionalidades o crees que es algo determinado por clase social o nivel de educacion? ...No sé, opino que esas supuestas diferencias provienen de encuestas y no de la realidad. La señora mexicana que trabaja en la emisora de noche me dijo que era muy bonito aprender sobre ritmos de otras partes y me agradeció el que no pusiera esas canciones durangueras machistas. Casals dirigió una orquesta de obreros y la gente se sorprendía del resultado. Con pocas excepciones, los seres humanos responden a la calidad artística. Claro que hay ciertas formas más difíciles de comprender, pero hay poca gente que al oír buena música no les guste. Puede gustarle al recordarle su origen o historia, habrán razones nacionales, pero la mayoría de los latinos al oír buena música no dicen: no, eso no es lo mío. ¿Crees que la música y tu programa pueden funcionar como agentes culturales? ¡Pero si de eso se trata! Me interesa que la gente no sólo se divierta escuchando, sino que quede sorprendida, intrigada, que aprenda algo que no sabía, un detalle pero parte de una idea grande. Recientemente un amigo me contó que al escuchar el segmento que hice el día de San Patricio, donde escogí temas Celtas de Galicia, pudo finalmente explicarle a su hija el porqué, cuando escuchaba el Jarabe Tapatío, pensaba en los Irish Jigs. ¿Que ideas futuras tienes para el programa? Voy a dedicar un segmento al acordeón. Aunque ancestralmente proviene de China, es un instrumento fundamentalmente alemán, y que llegó a América gracias al comercio entre Alemania y el resto del mundo. Por ello lo escuchas en Argentina, en una pieza Tex Mex o por igual en un Vallenato. Me interesa además explorar el fenómeno de los artistas españoles componiendo e interpretando ritmos y canciones puramente latinas, lo que llamo La Requeteconquista: Serrat tocando salsa, Martirio interpretando un bolero o Joaquín Sabina una ranchera. ¿Eso de Encanto Latino, de dónde viene? La emisora me pidió si se podía traducir el nombre del segmento, por supuesto que es imposible traducir la palabra encanto o transmitir su sentido sin tener que decir demasiado. Entonces medité sobre mi deseo de que la gente sienta la magia, el deleite y el embrujo musicales y al mismo tiempo conozca (o reconozca) a través de la música lo que tenemos todos, argentinos, mexicanos, dominicanos, hondureños: que somos encantadores, que tenemos un don social que nos une, un en-canto. Ojala que el programa invoque todo eso y más. Encanto Latino (música latina, comentario bilingüe) Viernes 11:00 P.M. a 1:00 A.M. WBEZ 91.5FM www.wbez.org music@chicagopublicradio.org


Selena: Retrospección de una ‘Tejana’ exiliada Ana Luz Pérez Durán y Khayyam Junejo Con el permiso de ustedes señores, voy a cantarles... Este año se cumple el décimo aniversario del fallecimiento de Selena. Entre cientos de actos conmemorativos, algunos privados y otros públicos, se planificó un gran concierto en la ciudad de Houston, en el que participaron una docena de estrellas, en su mayoría cantantes de renombre latinoamericanos, que interpretaron las canciones que en vida hicieron de Selena la reina indiscutible de la onda Tex-Mex. El concierto, que se organizó junto con Univisión, fue grabado y el cd estará disponible el 10 de mayo próximo. El folclorista de la cultura tejana, Américo Paredes, consideró la música, principalmente los corridos, como un elemento importante en el desarrollo de la identidad de la comunidad del México de afuera —el sur de Tejas. Paredes considera la composión y representación de los corridos como un acto político: compuestos, cantados y transmitidos en la lengua subalterna, una lengua conquistada. Por eso, Paredes escribe en su libro, With a Pistol in his hand: A Border Ballad and Its Hero, los corridos sólo se podían cantar en la noche, entre el chaparral, y en voz baja. Cuando Selena Quintanilla Pérez llegó al panorama musical tejano, el chaparral en sí mayormente había desaparecido, y en las grandes urbes tejanas como Houston, se vio reemplazado por millas y millas de concreto. Sin embargo, todavía se tenían que cantar (y hablar) en voz baja esos versos. La música tejana y sus intérpretes llegaron a representar a toda un comunidad socio-lingüistica que vivía día a día a través del inglés pero cantaban y bailaban en español. Para esta comunidad, Selena y su banda, Los Dinos (integrado por su hermano, A.B. Quintanilla, su hermana Suzette y su esposo Chris Perez) representaron la realización del sueño americano, o más bien, el sueño tejano. Trágicamente, y justo cuando la jóven cantante estaba a punto de lograr el tan anhelado cross-over, su vida, su sueño, terminó un viernes en un Days Inn en la ciudad costeña tejana de Corpus Christi; Selena todavía no cumplía los 24 años. ...con permiso de todos y sin querer agredir al presente... En vida, Selena fue parte de lo que se puede llamar el apogeo de la música tejana. Un apogeo que tuvo como epicentro esa franja entre los ríos Bravo y Nueces. Ésta fue y hasta hoy es, el área de Tejas históricamente más conflictiva en términos lingüisticos, políticos, económicos y sociales. Al llegar la primera parte de la década de los noventa, el mainstream de la música tejana dejó de ser la música itinerante que seguían las olas de pizcadores a través del estado. Sin embargo, este género conservó los sonidos ardientes del acordeón que, por un lado, mezcló elementos de la música country y, por el otro, la música pop. Para esta generación de artistas, tales como Emilio Navaria, Esmeralda y la propia Selena, el cross-over era la meta a alcanzar. En el cenit de su carrera y la de este género musical, Selena logró llenar el Astrodome en Houston, algo que ni el propio George Strait, el hijo predilecto de Tejas y el máximo representante de la música tradicional country ha podido hacer. Desde su trágica muerte a manos de Yolanda Saldívar, la que un día fue presidenta de su club de admiradoras y quien hoy cumple una condena de cadena perpetua en una cárcel tejana, más de una docena de discos, una película y hasta una obra de teatro han sido producidos en memoria de la cantante. Q-productions, la compañía disquera fundada por los Quintanilla (padre e hijo), se convirtió en una fuente importante de nuevo talento para la música tejana, notablemente produjeron a la cantante Jennifer Peña y el grupo, encabezado por el Quintanilla menor, A. B. Quintanilla III y Los Kumbia Kings. Artísticamente, Selena sólo fue un reflejo de su padre y su hermano. Ella nunca compuso sus propias canciones. ¿Cómo es posible que alguien

que creció entre la música nunca haya interpretado una sola canción escrita por su propia mano? Su padre, Abraham Quintanilla, era un veterano de la música, pues fue uno de los integrantes originales del grupo Los Dinos. En la casa, decía el padre, siempre hubo música. Contaba la propia cantante que de niña, ella y sus hermanos se echaban al camino de tocada en tocada. Por eso, y según Cynthia E. Orozco, Selena terminó sus estudios de secundaria a través de American School, una escuela por correspondencia para artistas y de la misma manera cursó la carrera de administración de empresas. Mientras su hermano escribía canciones y su padre dirigía los negocios del grupo, aparte de cantar, ella se dedicó a armar una boutique / estética, Selena, Etc., mas nunca se destacó como empresaria. Hoy, diez años después, se le recuerda más por sus cualidades humanas: muchacha humilde, feliz, y trabajadora. Esto no la hace ni más ni menos, pero ¿por qué no se le puede recordar como empresaria o compositora? La moda que introdujo Selena fue lo que más impactó a sus fans. En su vestuario Selena imitó a sus contemporáneas de la música pop estadounidense, especialmente a Madonna. Selena se convirtió en la Madonna de las muchachas tejanas. Eso es lo que ellas buscaban, una Madonna de tez dorada por el ardiente sol del sur de Tejas. Una Madonna del barrio. Ellas no se podían vestir así, de pantalones ajustados y abdomen descubierto. En las vigilias la noche de su muerte y los días y las noches que le siguieron, desfilaron cientos de “Selenitas”, niñas de cinco, seis, siete, ocho... diez años vestidas con faldas cortas y tops ajustados, todas de luto. Ya con ésta me despido, aquí se acaban los versos... Hace diez años una de las escritoras de este artículo se encontraba en su última clase del día en una preparatoria del sur de Tejas cuando se empezó a correr la voz de que Selena había muerto. ¿Se trataba de un chiste de mal gusto? Esa misma noche, el estacionamiento de un centro comercial se convirtió en (y disculpen la metáfora gastada) un mar de llamitas de fuego que bailaban al ritmo de la voz de Selena en la oscuridad de la noche (a esa hora, Yolanda Saldivar, que se había pasado toda la tarde parapetada en una camioneta roja en otro estacionamiento, ya la habían detenido los oficiales del aguacíl del condado de Nueces)... El día que murió Selena es digno de ser cantado en corrido pueblero...

Khayyam Junejo es empresario, reside en el sur de Tejas.

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las bandas Malo, Tierra, El Chicano y, hasta cierto punto, Santana. “Nosotros nos dedicamos a la música tradicional para buscar raíces mexicanas en el arte así como lo habían hecho los muralistas en México —comentó David Hidalgo en entrevista para contratiempo—”. “De 1973 a 1980 no compré ningún disco en inglés porque detestaba en lo que se había convertido el rock —comentó César Rosas en el libro Land of a Thousand Dances”. Y durante siete años este grupo de East Los, se la pasó tocando música tradicional y folclórica en donde los invitaran: bodas, bautizos, primeras comuniones, quinceañeras y celebraciones de todo tipo hasta que se acomodaron a tocar semanalmente en un restaurante mexicano de Orange County.

Treinta años and still rocki’n Francisco Piña John Strausbaugh escribió que el rock nace de la rebeldía juvenil en Rock ‘Til You Drop: The Decline from Rebellion to Nostalgia. Strausbaugh acentúa la manera en que bandas como The Rolling Stones y The Who han envejecido y explotan la nostalgia, pero se han olvidado de la rebeldía contra lo establecido, característica prototipo de la juventud. Además argumenta que la música de estas bandas es para los viejos y lo mejor que puede hacer un roquero para no caer en payasadas es retirarse joven. Se puede estar a favor o en contra de estos razonamientos; sin embargo, hay excepciones y, aunque no son la regla, anulan las generalizaciones de Strausbaugh. La excepción la podemos encontrar en la banda del Este de Los Ángeles: Los Lobos. Éstos han cumplido 30 años de andar rodando en los escenarios y su propuesta musical sigue siendo un signo vital del rock ‘n’ roll. Hace un par de semanas, esta agrupación hizo la última parada en Chicago como parte de su gira musical Cancionero 2005. Desde hace 14 años Los Lobos no tocaban en el Orchestra Hall de Chicago y desde la aparición del disco La pistola y el corazón, en 1988, no ofrecían un concierto acústico. Ese día era la oportunidad de escuchar un repertorio que incluyera canciones de los ya legendarios álbumes: Kiko, Collosal Head, Goodmorning Aztlán o, la obra maestra más reciente, Ride. Mas no fue así. Los Lobos decidieron ofrecer un concierto empapado de ritmos que nos remontaron al origen de la banda y de sus raíces. A mediados de los años setenta los miembros de Los Lobos —David Hidalgo, Conrado Lozano, Louie Pérez y César Rosas— se conocieron en Garfield High School, una de las escuelas públicas más importantes de East Los. Durante mucho tiempo se reunieron en la sala de Frank Gonzáles a escuchar música tradicional mexicana y a platicar sobre estas melodías que habían escuchado a través de sus padres en el radio de la casa. Y aunque todos habían pertenecido a bandas de funk, hard rock, soft rock, Rhythm & Blues, ahora la música tradicional mexicana los reunía y los motivaba a tocar algo diferente de lo que estaban tocando el resto de las bandas juveniles de i-e-ley. Por otra parte, hay que recordar que en los años setenta se vivía la efervescencia del movimiento Chicano y aunque Los Lobos son producto de dicho movimiento, no fueron parte de la Ola de Rock Chicano que encabezaron 24

Louie Pérez leyendo su revista favorita de Chicago: contratiempo. Foto: José Guzmán

A la dueña y a los comensales les gustaba escuchar los ritmos tradicionales que tocaban estos jóvenes de aspecto medio punk. Entonces, se vivía una nueva década y el rock encontró un respiradero en el punk y estos jóvenes del barrio no estaban tan al margen del margen: mientras manejaban a su tocada semanal escuchaban a todo volumen a los Sex Pistols. En una ocasión mientras tocaban el repertorio regular, alguien de la audiencia medio alcoholizado pidió varias veces la canción “Whole Lotta Love” de Led Zeppelin. Los Lobos se quedaron tiesos detrás de sus instrumentos acústicos. El pedido se repitió en otras ocasiones hasta que cierto día la banda se animó a tocarla. A partir de ahí fueron incorporando canciones de rock en el repertorio. Eran sobre todo covers de Muddy Waters y Freddie King, entre otros. Un día Lozano se apareció con su bajo eléctrico y de igual manera Rosas con su guitarra eléctrica y aprovechando que la dueña salió temprano del restaurante hicieron de ese comensal mexicano un nuevo Fillmore del Oeste de Los Ángeles. Como era de esperarse, de ese y otro restaurante los corrieron, pues sus ritmos ya no eran para escuchar sino para bailar y llegar a la catarsis. Para 1981,

Los Lobos ya se habían transformado en una banda de rock y cada vez tenían menos gigs de música tradicional. Por otra parte, Louie Pérez ya estaba escribiendo sus primeras canciones. Ahora tocaban en los sitios punketas de Hollywood: Whysky, Lingerie, Club 88. Cada vez tenían menos seguidores del barrio y más y más punkeros del área de Hollywood. Si en 1978 grabaron 12 canciones en español reunidas en el álbum Just Another Band from East L.A., para 1983 grabaron su siguiente disco And a Time to Dance, una selección de cinco canciones en inglés y dos en español. En 1984 grabaron How Will the Wolf Survive que incluía nueve canciones en inglés y dos en español. Hasta entonces Los Lobos habían experimentado musicalmente en cada disco; cada canción y cada álbum habían sido una apuesta por lo nuevo. Los Lobos se mantenían entre el gusto de una audiencia chicana, pero también entre un público de musicólogos y roqueros. Para los críticos no ha sido una tarea fácil encasillar la música de Los Lobos como bien lo señala Blair Jackson. Y mientras experimentaban con los sonidos del barrio y otros ritmos del rock ‘n’ roll, el éxito se encontraba a la vuelta de la taquilla, pero antes se incorporaría Steve Berlin, ex Blaster, a Los Lobos, el miembro más nuevo de la banda que apenas lleva 20 años con ellos. En 1987 Los Lobos graban la banda sonora de la película La Bamba y saltan instantáneamente al reconocimiento internacional. Aunque siempre tocaron covers de Ritchie Valens, hasta ese año se coronaron como los continuadores del rock chicano que iniciara el desaparecido roquero en 1959. Por otra parte, “La Bamba” interpretada por Los Lobos sonó en toda estación de radio y discoteca de moda, vino a inaugurar la tendencia más original del movimiento de rock en español: incluir ritmos regionales a los acordes tradicionales del rock y del Rhythm & Blues. Reconozcan o no la influencia de Los Lobos, en 1988, Los Caifanes grabaron dentro de esta corriente una de sus canciones de mayor éxito: la cumbia “La Negra Tomasa”. Después del éxito de “La Bamba”, Los Lobos le sacan la vuelta al éxito y le cierran la puerta a las fórmulas musicales y deciden componer algo

César Rosas. Foto: José Guzmán


diferente. En 1988 graban La Pistola y el Corazón, un álbum completamente en español y con ritmos distintos. Finalmente, en 1992 graban uno de sus mejores discos: Kiko. Ahí encontramos una fusión de ritmos y letras de una manera magistral. La banda se gana todo tipo de adjetivos de aprobación por parte de críticos de revistas especializadas. El año pasado, para celebrar 30 años como grupo, Los Lobos grabaron 3 discos: The Ride, Ride This: The Covers EP y Los Lobos Live at the Fillmore. El primero es un homenaje a los músicos que ellos admiran, e invitaron a grabar con ellos a Café Tacuba, Dave Alvin, Bobby Womack, Tom Waits, Rubén Blades, Elvis Costello, entre otros. El segundo es una selección de las canciones que ellos admiran de algunos de los artistas que incluyeron en The Ride. Y el tercero es una grabación en vivo en The Fillmore, la casa que es considerada la cuna del rock en San Francisco. La selección de canciones representa un ligero acercamiento a todo su material discográfico, donde queda claro que han sido 30 años de reinvención y propuestas renovadoras: el disco es una segunda lectura a las canciones viejas y una mirada clásica al material nuevo que regresa a los orígenes del rock ‘n’ roll.

Conrad Lozano. Foto: José Guzmán

De regreso al Orquestra Hall, el escenario estaba listo para albergar un concierto con instrumentos acústicos: el guitarrón y el bajo de Conrad Lozano; la guitarra, el violín y el acordeón de David Hidalgo; la guitarra y la jarana de Louie Pérez; el saxofón y el sintetizador de Steve Berlin y las percusiones de Cougar Estrada. El concierto arrancó con un huapango veracruzano y agarró a la audiencia desprevenida. Los más chiquillos de la audiencia querían escuchar los acordes de “La Bamba” y mientras el concierto progresaba cada vez se alejaban de caer en el cliché que los lanzó a la fama. Tocaron rancheras, sones, cumbias, boleros y en el clímax integraron

Desnudo de un mundo artificial De ligue Iván Torrijos

David Hidalgo. Foto: José Guzmán

piezas de rock, como “Charmed”. Entre desconcierto de la audiencia que “La Bamba” no aparecía ni las canciones de The Ride se asomaban en una distancia próxima, algunos se levantaron y muy catrines sin decir “con permiso” dejaron el recinto. La segunda mitad comenzó con “La Llorona”, “Sabor a mí”, “La fería de las flores”, “Gema”, Kiko and the Lavender Moon”, “México americano”, “Saint Behind the Glass” y remató en una orgía de gritos al compás de “Volver, volver”. La rebeldía en esta banda no se encuentra en el panfleto político ni en el sonido aparentemente nuevo, pues conocen la música de aquellos que los antecedieron y la música prefabricada que impera hoy en día. En el concierto de Chicago, Los Lobos hicieron lo que han hecho toda su vida: hacer y deshacer ritmos, sumar tradiciones, mezclar épocas, cantar en español ante una audiencia casi monolingüe y sin avergonzarse del folclor, pues lo mismo lo tocan en el Orquestra Hall como en el concierto donde abrieron para The Clash o U2. Por otra parte, la música tradicional que tocan Los Lobos ya no es la música tradicional que escuchaban sus padres. Ahora lo que escuchamos es una fusión del folclor, el jazz y el Rhythm & Blues. Como se puede ver, Los Lobos es una banda que no acepta la música como es, pues bien saben que tanto la música como el idioma, si no se renuevan, se mueren. Sin embargo, Los Lobos indudablemente pertenecen a la Vieja Escuela, pero se mantienen en la vanguardia musical, quizá porque están concientes de su misión como músicos y no como productos del mercado, como bien lo comentó Louie Pérez: “Como músicos y artistas, nosotros somos parte de algo más grande que nosotros mismos. Lo que en verdad me sorprende es que después de tanto tiempo de estar juntos, no sólo nos sentimos más consolidados como banda, sino que hemos mantenido un sentido de entusiasmo y descubrimiento de nosotros mismos y de nuestra propia música”.

Estoy en un avión y qué flojera porque, aunque me dirijo a un lugar que ofrece fiesta, mi viaje es de negocios y no de placer. Pero como la vida es corta y el entusiasmo amplio, quisiera contarte algo de lo que pasó en esos días. Todo comenzó justo ahí, en mi asiento de avión, ¿quién sería el pasajero que estaría a mi costado? Tal vez el hombrezazo de carnosos labios que se encontraba también en la sala de abordar, o el señor de traje que, a pesar de estar hundido en su lectura, respondió un amable “salud” a mi fingido estornudo. ¿Quién? ¿Quién sería mi galán afortunado? Mientras todos los pasajeros tomaban sus lugares, vi a lo lejos a una persona de colosal corpulencia, de raza negra, con libras y libras que se movían de un lado a otro por el pasillo, pasaron sólo segundos y ¡oh dios! no lo podía creer, se había sentado justo a mi lado ocupando la mitad de mi asiento y respirando agitadamente. El hombre me hizo conversación luego que yo tuve mis cinco minutos de berrinche; su plática me llevó a entender de su propia boca lo inconfortable que resulta para él mismo llevar una vida “normal” en un mundo que rechaza lo que es diferente —y no sólo se refería a su enorme complexión física, sino también a su color de piel. Me habló de él, de su familia y de sus hijos; yo le hable de mí y de mis rollos; primero como que se espantó, pero luego terminamos coincidiendo en que lo mejor es aceptar mutuamente las diferencias. Ya estando en Las Vegas, no podía reconocer a ningún integrante de la “familia”. Impaciente y aburrido por no encontrar una sola alma gay con quien charlar en aquel desierto, decidí meterme a un antro de mala muerte que me cobró una buena cuota por no tener su dichosa membresía. Durante mi estancia en el lugar, vi de todo. Había mucha gente de edad avanzada que me hicieron recordar que si no me caso a los 40, entonces me amarro aunque sea a mi señor plomero. En fin, deambulé por horas y ya cansado, salí sintiéndome como chancla por haber gastado mi dinero y también mi tiempo. La noche pasaba y cuando me había rendido de todo... ¡sí!, el prototipo llegó, pero para compartir conmigo una noche diferente y realmente especial, pero esa... es otra historia. La sociedad suele relacionar la homosexualidad —o a la gente GLBT— con ser promiscuo, drogadicto, con el alcohólico, el libertino, VIH... Entiendo tal vez que eso es posible, pero yo más bien creo que nada es general en este mundo y, si en verdad el estilo de vida gay se torna así, es porque a eso nos han orillado: a esconder nuestro amor en chats, bares y lugares clandestinos donde nuestras caras permanecen anónimas a la burla y el rechazo; donde nos confundimos buscando el amor y encontramos sólo sexo. A nosotros nos toca cambiar eso y hacernos más visibles, pero en la calle; mostrándonos orgullosos. Y no es asunto sólo de “la recámara”, también es un compromiso social. Reconocernos a nosotros mismos y no seguir engañando a la gente tan sólo por complacer a un mundo heterosexualizado que no reconoce lo estupendo de la diversidad, cultural, racial... y, en este caso, sexual. No sólo los GLBT sino CUALQUIERA, puede terminar en un estado desagradable por no actuar con respeto hacia sí mismo y hacia los demás. Entiendo que este “estilo de vida” no es nada fácil pero... a mí me toca —como a todos— disfrutarlo, cuidarme sanamente, divertirme, ligar, conquistar, gritar de felicidad por estar vivo, amar la vida, convencer a mi familia de que soy absolutamente normal y cambiar un destino que fácilmente podría convertirse en uno destructivo..., con táctica y amor, bien puedo cambiar.

Si deseas más información sobre la comunidad latina GLBT sintoniza el programa Homofrecuencia; se transmite todos los lunes de 8 a 10 P.M. en Radio Arte 90.5 FM. También puedes escucharlo en vivo a través de la Internet en la página: www.radioarte.org. Comentarios: ivanukor@yahoo.com

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“Se arruinó el barrio”: Los Homies, Marisol Luna y la política de la identidad como juego (Parte I)

Juan Mora-Torres No hace mucho tiempo que los latinos elogiaron a Mattel por haber creado la muñeca de Selena. Selena, la joven estrella tejana, había sido asesinada recientemente (1995) y el profundo pésame demostrado por la comunidad latina fue noticia de primera plana en todo el país. Algunos años después Mattel lanzó al mercado una Barbie puertorriqueña. La muñeca de Selena y la Barbie puertorriqueña eran señales de que por fin los latinos estaban siendo reconocidos y aceptados por la sociedad dominante. Las corporaciones estaban empezando a ofrecer productos con un sello latino, estas iniciativas constitutían un paso en la dirección correcta; las empresas estaban demostrando una mayor conciencia de las necesidades de la comunidad latina. Al mismo tiempo, las grandes corporaciones se estaban dando cuenta de que los latinos constituían una gran parte de un mercado creciente de consumidores y de que, como comunidad y por sus diferencias culturales, lingüísticas y su concentración geográfica, el mercado latino tenía necesidades específicas. En el pasado mes de enero, la compañía American Girl Doll introdujo al mercado la más reciente muñeca latina, Marisol Luna, una niña mexicoamericana de diez años originaria del barrio de Pilsen en Chicago. Según la historia de Marisol (disponible al público lo mismo que la muñeca), la familia Luna dejó el barrio por los suburbios. Dicha historia no tuvo buena acogida en Pilsen. Ningún evento del año pasado generó las grandes protestas que esta muñeca está generando en el barrio. Muchos activistas y políticos mostraron su indignación al enterarse de la razón por la cual Marisol se mudó a los suburbios: Pilsen era un vecindario “peligroso”, inapropiado para la crianza de los hijos. En 1999, la introducción de los Homies de David González también hirió la sensibilidad de las comunidades latinas en California. Dicha comunidad sentía que los Homies, una línea de juguetes compuesta por figuritas de plástico —personajes del barrio— de dos pulgadas de alto, fomentaba entre la juventud latina la glorificación de la vida de pandillas, y al mismo tiempo daban una imagen negativa del barrio ante la sociedad. Las comunidades latinas unieron fuerzas con el departamento de policía de Los Ángeles y lograron retirar los Homies de una importante cadena de supermercados y de algunos otros negocios. En su afán de abrirse mercados, las empresas que utilizan personajes latinos en sus muñecas y juguetes no pueden evitar ser partícipes de la más amplia discusión cultural y política de nuestro tiempo. Es por esta razón que Marisol y los Homies han estremecido a las comunidades. La controversia radica en el valor que socialmente le otorgamos al barrio:

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qué tan bueno o malo es. Este juicio de valor se contrasta con el juicio de valor que se tiene sobre un suburbio, ¿será mejor o peor que el barrio? Basado en estos juicios de valores, la temática de los Homies y Marisol puede ser interpretada de varias maneras ofreciéndonos una perspectiva muy valiosa y amplia sobre las políticas de la indentidad latina. Gary Soto, un afamado escritor californiano de libros para niños, es el autor de la historia de Marisol Luna. Marisol es hija de un empleado del transporte público y de una contadora. Creció frente al Harrison Park; es una niña simpática que se llena de alegría cuando asiste a sus clases de baile en esta “comunidad tan llena de vida y tan acogedora”. Un día sus padres le informan que ha llegado la hora de “salirse del barrio”. Según Marisol, sus padres le dicen que Pilsen “no era un buen lugar para que yo creciera” porque “era peligroso, y no había lugares para que yo jugara”. En busca de seguridad, se mudan a Des Plaines donde Marisol encuentra muchos lugares para jugar, pero ella se siente triste, sola y extraña Pilsen. Con el tiempo se acostumbra a su nuevo ambiente, hace amistades, empieza a bailar otra vez, y encuentra de nuevo la felicidad pero en los suburbios. Marisol Luna encaja bien con los objetivos mercantiles de American Girl Doll, los cuales son producir una línea de muñecas que refleje el punto de vista de la compañía sobre el pasado y el presente de este país. Todas las muñecas de esta empresa representan a niñas de diez años de edad, cada una vive en una época histórica diferente y viene con una historia que las enlaza con su comunidad. A través de su colección de muñecas, American Girl Doll trata de concientizar a las niñas de que este país es producto de la convergencia de diferentes grupos étnicos. Dentro de esta narrativa “multicultural” de la historia de Estados Unidos, tres de las primeras ocho American Girls eran “minorías”. Addy, una afroamericana que escapó de la esclavitud durante la época de la Guerra Civil; Kaya, que pertenecía a la tribu de los Nez Perce de la región del noroeste del Pacífico (1760); y Josefina, una mexicana habitante de Nuevo México en 1824, tres años después de la independencia de México. En sus contextos históricos, Josefina y Kaya no son en realidad “American Girls”, pero eso es parte de otra historia, una que habla de la apropiación de las tierras de los indios americanos y de las guerras de agresión. Este tipo de narrativa no concuerda del todo con el punto de vista “multicultural” de American Girl Doll. De acuerdo con la narrativa de American Girl Doll, Marisol representa a la latina contemporánea, es ella quien le añade el sabor mexicano a la mezcla étnica en los Estados Unidos. La moraleja de la historia de Marisol es que “no importa donde vivas, lo que cuenta es tu deseo de ser auténtica contigo misma y con tu familia”. Sin embargo, el lugar sí cuenta. Al vivir en los suburbios, se insinúa que se está asimilando al mundo de comunidades cercadas —picket fences— y centros comerciales. Aquí es donde se realiza el “American Dream”. David González, un artista gráfico chicano de

California, construyó desde abajo un imperio de juguetes, empezó con unos cuantos Homies en 1999. Los Homies cuentan ahora con más de cien personajes, sin contar a los Mijos, otra línea de más de cuarenta personajes infantiles. Los Homies viven en el barrio Quien Sabe, un vecindario ficticio del Este de Los Ángeles, y los Mijos en en barrio Oakpark, refiriéndose a Oakland, California. En respuesta a la crítica que señalaba que los primeros Homies eran modelos “negativos” para los jóvenes latinos, González creó Homies “positivos” como el policía del barrio, el activista de la comunidad, y el profesor. Aunque no con la profundidad de la historia de Marisol, cada uno de los Homies y Mijos cuenta una pequeña historia. Lo que une a los Homies es que todos viven en el barrio y que dentro de esta variedad de individuos hay de todo, desde el paletero y el activista social hasta el estafador de la cantina, el desocupado y el borrachito del barrio. “El padrecito”, el sacerdote del vecindario y uno de los personajes principales de la serie, es famoso por su frase “a consejo a day, keeps the devil away”. Los Homies y los Mijos han atraído a muchos sectores de la sociedad , no solamente a los latinos. En respuesta a la demanda, el barrio de Quien Sabe sigue aumentando diariamente su membresía introduciendo nuevos personajes. Este barrio imaginario no está aislado del resto del mundo. Es una comunidad inclusiva que crece gracias al surgimiento de nuevos Homies, incluyendo unos cuantos de origen africano, asiático y europeo. Estos personajes se identifican con la “cultura” del barrio, desde low-riders, música vieja, hiphop, y la vida callejera de las esquinas. El mensaje del arte y del negocio de González nos transmite la idea de que existe una vibrante “cultura de barrio”, o por lo menos una dinámica subcultura dentro de dicha cultura. Los Homies y los Mijos implican indirectamente que no sólo están orgullosos de su identidad chicana / mexicana / latina sino también comparten valores que no permiten su completa asimilación a la sociedad dominante. Estos valores son producto del barrio. Este concepto queda mejor ilustrado por los Mijos, quienes representan la siguiente generación de futuros Homies. Los Mijos son más o menos de la edad de Marisol. Por ejemplo, Antonio, también conocido por su apodo Baby Boy, vive cerca de una refinería que contamina el vecindario; y así como Marisol sueña con ser bailarina, Baby Boy también tiene sus ambiciones: quiere convertirse en abogado para demandar a la refinería. También les ha prometido a los demás Mijos que les dará dinero para arreglar sus casas y embellecer el barrio. Baby Boy, como el resto de los Mijos y los Homies, no tiene ningún deseo de abandonar el barrio. El mensaje de los Mijos es que ellos aman el barrio con todos sus problemas. Ellos no quieren huir del barrio, sino que buscan mejorarlo.

Traducción: Teresa Rosainz


Migración mexicana y la

búsqueda

de la ciudadanía Febronio Zatarain “Soy un joven de 25 años bastante triste de vivir en este país en el cual definitivamente ya no creo.” César Ochoa

¿Debemos los mexicanos que residimos en los Estados Unidos luchar por el voto en las elecciones celebradas en México? La pregunta no se puede responder a la ligera, ni tampoco al calor de las coyunturas electorales. La disyuntiva entre hacer posible el voto o no, es tanto una disyuntiva para los mexicanos que residimos en los Estados Unidos como para el propio Estado Mexicano. Para éste, la respuesta a la pregunta implica decidir qué tipo de relación quiere construir con los inmigrantes, quienes, por el sólo hecho de serlo, hemos roto un nexo político con nuestra república de origen. La pregunta que deben hacerse los dirigentes del Estado mexicano es si resarcir a los inmigrantes nuestra capacidad de elegir a los gobernantes mexicanos verdaderamente nos restituye todo aquello que hemos perdido —o que tal vez nunca hemos alcanzado— y que nos ha obligado a trasladarnos a otro país. ¿Es suficiente el derecho a votar cada cierto tiempo para reconstruir una relación deteriorada desde hace décadas? ¿Basta ese sólo hecho para hacer justicia a este inmenso grupo humano que ha quedado excluido del contrato social mexicano y que busca en un país extraño lo que no obtuvo en el propio? Si los conductores del Estado mexicano quieren avanzar en la reconstrucción del nexo perdido con los miles de compatriotas exiliados deben comprender que nuestras necesidades políticas van mucho más allá de la participación en las elecciones mexicanas. De igual manera, los millones de inmigrantes mexicanos que radicamos en los Estados Unidos debemos reflexionar sobre dichas necesidades políticas, y en este nuevo contexto social determinar nuestras prioridades en términos civiles, políticos y sociales, no sólo en México sino también en el suelo en el que ahora residimos. Para nuestro caso, poder votar desde Estados Unidos significa, aparentemente, garantizar los derechos de ciudadanía mexicana aun estando fuera del territorio nacional, y, por tanto, poder participar en la formación de la voluntad colectiva nacional. Sin embargo, ¿es ése el tipo de derecho político que en estos momentos requerimos los millones de inmigrantes, muchos de los cuales están a punto de convertirse en verdaderos seres inexistentes desde el punto de vista político y legal, debido al clima anti inmigrante que hoy prevalece en todos los intersticios de la sociedad estadounidense? El asunto del voto mexicano en Estados Unidos va más allá de sus implicaciones prácticas —costos y logística de los procesos electorales, por ejemplo-; por eso, debe analizarse como un problema histórico-moral que puede resultar crucial para el futuro de la nación mexicana y la forma de asumir nuestro modo de relacionarnos con nosotros mismos dentro y fuera de México. La motivación fundamental de la diáspora mexicana encuentra plena significación si la conectamos con la historia profunda de nuestro pueblo: desde la lucha por la independencia de España hasta la transición democrática de nuestros días, pasando por la Reforma Liberal del siglo XIX y la Revolución de 1910. Hay algo que conecta todos estos episodios y que los estudiosos del tema no suelen reparar en ello: la lucha por la ciudadanía. La ciudadanía es una figura jurídica montada sobre el reconocimiento de individuos libres, iguales y autónomos, poseedores de derechos y obligaciones para con el Estado y sus instituciones, cuyas reglas deben imperar de manera justa e imparcial garantizando el pleno desarrollo de aquéllos. Consustancial a la ciudadanía es la existencia de un Estado que asegure libertades básicas —de conciencia, acción política, asociación, tránsito, trabajo, etcétera—, así como derechos fundamentales que procuran el desarrollo individual y colectivo —educación, salud, vivienda, tra-

bajo bien remunerado, entre los más importantes. Este conjunto de valores se ha ido construyendo, con altibajos, a lo largo de la historia de México y sus luchas políticas. Primero, las revoluciones francesa y estadounidense alimentaron el espíritu con el que se inició la independencia frente a España y con el que se luchó por afirmar los principios republicanos ante los intentos de restauración monarquista durante las primeras cinco décadas de independencia. Luego, una vez consolidado el Estado mexicano, con el liberalismo triunfante de Juárez y Díaz, se desarrolló la lucha por los derechos sociales de las grandes mayorías populares, la cual encontró su concreción en las instituciones surgidas de la Revolución iniciada en 1910. Sin embargo, el proceso de construcción de ciudadanía no ha seguido, ni con mucho, una línea evolutiva coherente. El Estado posrevolucionario garantizó para la mayoría de la población ciertos derechos sociales —como el de la salud y la educación, sobre todo— pero dejó de lado la protección de las libertades políticas esenciales (como el derecho a votar y a ser votado y la libertad de expresión, por ejemplo). De hecho, a lo largo de la historia del país muchas veces se ha confundido la construcción de una ciudadanía cívica, política, y social, con la defensa de valores particularistas, nacionalistas, étnicos o raciales, o incluso de corte clasista o religioso. La crisis del régimen priista puede expli-

carse por su incapacidad para combinar armónicamente los derechos sociales con los derechos políticos. Durante muchas décadas proporcionó protección social a una gran parte de la población, pero a cambio de negarle, en la práctica, sus derechos políticos. Hoy, en cambio, tenemos un régimen que mal que bien nos ofrece respeto a nuestros derechos políticos pero que ha desmantelado virtualmente toda la estructura de derechos sociales que garantizaban cierto acceso al bienestar para las grandes mayorías del país. La noción de ciudadanía que hoy rige en México prácticamente se reduce a la esfera electoral: la posibilidad de votar cada cierto tiempo por quienes toman las decisiones públicas, al tiempo que se deja al arbitrio individual la solución de problemas tan básicos como el de conseguir un trabajo con un salario mínimamente digno. Esa crisis, precisamente, es la que explica el éxodo mexicano hacia los Estados Unidos cuyo sentido es encontrar lo que su propio país no le ha brindado y que es la garantía institucional de una vida con seguridad, bienestar, y sentido de porvenir: la ciudadanía. Antes de la crisis mexicana de 1982, el Otro Lado como territorio laboral adquiría sentido primordialmente en las áreas rurales. Aquellos que habían obtenido un certificado de educación primaria podían progresar emigrando de su pueblo a alguna de las grandes urbes mexicanas, pues en ellas era más factible obtener un trabajo que

Elecciones simbólicas de los mexicanos en el exterior, en Chicago. Foto: Francisco Piña

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pagara el salario mínimo —que se establecía con base en las necesidades básicas de una familia de cuatro miembros—, se garantizaba un servicio médico gratuito más o menos eficiente y el mundo educativo se ampliaba. En realidad, el cruce del río Bravo se convertía en un gran atractivo para los jóvenes del campo que no tuvieron posibilidades de llegar al sexto grado; es decir, para aquellos que no tuvieron acceso a un derecho ciudadano básico como el de la educación. Y si estos jóvenes emigraban, era para ir en busca de otro derecho ciudadano básico: el del trabajo. Desde hace 23 años, México ha estado en una crisis económica permanente —su salario mínimo ha sufrido de 1982 a 2005 un deterioro de más de un 350%—, y no ha sufrido un verdadero colapso porque la expulsión de mano de obra a los Estados Unidos, le ha servido como válvula de escape y ha sido una fuerza económica que le ha permitido mantenerse a flote. Si en el año 2000 fueron 400 mil mexicanos los que cruzaron la frontera, para 2006 se espera que sean más de 600 mil. Entre estos nuevos inmigrantes, vamos a encontrar a muchos profesionistas porque en la actualidad una carrera universitaria no representa un progreso económico. La única alternativa para la mayoría de los jóvenes mexicanos se encuentra más allá de su frontera norte. México, sobre todo para los que hemos inmigrado, ha fracasado como Estado. El caos político que impera a todos los niveles sólo puede ser resuelto por los que se quedaron allá. A los más de 11 millones de mexicanos que hemos inmigrado nos toca enfrentar y resolver la circunstancia política en la que ahora vivimos; circunstancia que desde los atentados del 11 de septiembre ha ido empeorando, pues la sociedad estadounidense en su conjunto se ha obstinado en confundir al que inmigra para trabajar con los terroristas islámicos. En la actualidad, en ambas Cámaras federales se están promoviendo dos leyes: una (Real ID Act) que prohibirá a los gobiernos estatales la emisión de licencias de manejar o de otro tipo de identificación para indocumentados; otra (la HR698) en la que se propone negar la nacionalidad estadounidense a los nacidos en los Estados Unidos de padres indocumentados o residentes. A niveles estatales, también se están promoviendo leyes antiinmigrantes; el estado que sobresale es el de Arizona donde ya se aprobó la Ley 200, que niega todo tipo de servicio público a los indocumentados; y están por aprobar la Ley HCR2030 que exige que toda la documentación y los servicios del estado sean exclusivamente en inglés. Es tan serio el clima antiinmigrante que impera en la sociedad civil, que desde el pasado primero de abril el grupo de voluntarios Minuteman, compuesto por más de 1000 miembros, están patrullando la frontera con México en el estado de Arizona para ayudar a la Patrulla Fronteriza a capturar indocumentados. Aunado a todo esto, están los noticieros televisivos anglosajones —de los que se distingue el programa de Lou Dobbs Tonight de CNN— que se han encargado de difundir y de apoyar abiertamente este tipo de medidas antiinmigrantes, muchas veces manejando cifras e información distorsionada. Para el inmigrante del mundo entero, la lucha por su regularización migratoria es su prioridad política, y en el contexto actual de los Estados Unidos adquiere más relevancia la lucha por una licencia de manejar que por cualquier otro derecho político o civil en el país de origen. Si a los diputados, a los senadores y al presidente de la República Mexicana les importan nuestros derechos político y civiles, que empiecen por respetar los derechos humanos de nuestros hermanos centroamericanos y suramericanos que en su intento por llegar a los Estados Unidos tienen que pasar por territorio mexicano. Quizás entonces la clase política mexicana tenga la dignidad para exigir al gobierno estadounidense el respeto de los derechos humanos de sus connacionales.

Recuperar la fantasía: Volver a la imaginación Delia Negro “Hay días que casi no sé qué voz tengo porque llevo horas sin hablar, entonces, me pongo los cascos del discman para que parezca que tengo un “manoslibres” y hablo un rato por la calle”. Elvira Lindo

En la sociedad actual se capta una especie de inercia, provocada por un sistema basado en la producción, en la eficacia, en la mecanización, en la racionalización de toda información; fenómenos todos que han inhibido completamente los procesos relacionados con la imaginación y la fantasía, con el uso del lenguaje, con la creatividad y con la comunicación del individuo. Restricciones a la iniciativa personal, unidas a la economía del lenguaje y a la mecanización de cada actividad en beneficio del ahorro del tiempo, han restringido el lugar social de la palabra. Por este camino se tiende a la estandarización del individuo y la falta de creatividad es su consecuencia inmediata. De nada vale que se multipliquen los programas y entrenamientos para activar la creatividad, cursos tan de moda actualmente; esta habilidad no se aprende, se construye, se capitaliza y se adquiere, por medio de un proceso cognitivo que requiere tiempo y esfuerzo personal. Debemos reflexionar sobre esta transformación que se está operando en nuestro tiempo. Existe la necesidad de potenciar la función que cumple la palabra en cada sociedad y en cada cultura. Estamos embarcados en una paradoja y no nos detenemos a observar… en un mundo globalizado donde las comunicaciones derrumban fronteras a cada instante, se crean cada vez más barreras de incomunicación entre los individuos. Si rescatáramos paulatinamente el valor intrínseco de la palabra, tal vez muchos conflictos no irían más allá de acalorados diálogos. Gran parte del problema que estamos sufriendo, radica en la falta de originalidad, de imaginación, de fantasía; ninguno de estos elementos son potenciados en la sociedad en que vivimos, es más, la mayoría de las veces son desestimados y despreciados en beneficio de lo racional y lo real. ¿Pero cuál es la esencia real del ser humano? ¿Nos estamos negando a nosotros mismos? Imaginar es alejarse de la realidad y dejar pasar el tiempo, valorando los sentimientos y las emociones humanas. Una reducción o eliminación de esta capacidad del ser, lo convierte en una pieza más, idéntica y no original, de la maquinaria social. Es así como se reduce el significado afectivo y se valora un pensamiento estandarizado y ausente de creatividad, un actuar reglado, estructurado y sin opciones, como una prueba “multiple choice”. ¿Cómo devolver entonces a la palabra su función social, función intrínseca en esta unidad de significado? En la Lectura encontrare-

mos la respuesta. A través de ella se activará la producción lingüística, la imaginación y la fantasía. El individuo hará suyo el proceso comunicativo, mejorando su nivel expresivo y rescatando el diálogo cultural. La sociedad debe restablecer el equilibrio entre lo imaginario y lo racional, no en vano los molinos de viento siguen teniendo vigencia después de cuatrocientos años de publicación o el mundo de Macondo sigue multiplicando sus ventas año tras año. Días pasados leíamos una noticia proveniente de una pequeña ciudad de México: un jefe de policía ordenaba a sus subalternos leer textos literarios con frecuencia y esta lectura estaría controlada por la autoridad, por intermedio de cuestionarios orales o escritos. El objetivo era hacerlos más humanos, más eficientes en su profesión, elevando el nivel cultural y preparándolos para un diálogo más fluido, al cumplir su función social. Más allá de la falta de practicidad de esta medida, debemos analizar el fondo de la misma y la confianza depositada por el principal en su propia cultura. El periódico publicaba esta información como una curiosidad. Todos esbozábamos una sonrisa al leer esta nota, la sonrisa de lo racional, la misma sonrisa de los que observaban y juzgaban a Alonso Quijano, pero… ninguno de ellos logró sobrevivir al hombre de La Mancha. La economía del lenguaje es un mal endémico que sufre nuestra sociedad. Cultivemos la imaginación, usemos nuestro lenguaje, así multiplicaremos su vigencia. El hombre necesita del mundo de la fantasía para seguir adelante; un mundo que lo motive, que lo deje soñar, que lo deje construir su castillo de arena y que, en esa realidad irreal, se fortalezca su significado vivencial, alejándose de frustraciones personales y enriqueciéndose en creatividad, originalidad y uso del lenguaje. Rescatemos la palabra y aunque sea con el discman busquemos la ocasión para practicarla. Delia Negro es profesora de español en el Instituto Cervantes, en Chicago.

Thelma T. Uranga: Sin título, 2003

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Castañeda: El profeta casado Eduardo González Viaña Vendió ocho millones de copias de Las enseñanzas de don Juan, su primera obra. Dio vueltas sobre el tema del chamanismo en otros ocho libros que le produjeron más de 50 millones de dólares. Fue traducido a 20 idiomas. Se le consideró el profeta de los norteamericanos de los años sesenta y, por fin, parodiando a Jesucristo, a partir de él un grupo de intelectuales desesperanzados fundó una “Nueva Era” (el movimiento gringo del New Age). Pero cometió un solo error en la vida: se casó, aunque después se separara, negara el matrimonio y afirmara reiteradamente que un profeta casado es un personaje ridículo. Carlos Castañeda no protestó en absoluto cuando los editores le quitaron el rabito de la eñe a su apellido, y no aceptó cuando le pidieron una foto para la contraportada. Sus libros no tenían más identificación que aquel nombre debajo del cual no aparecía ninguna reseña biográfica, y por eso nadie supo jamás, a ciencia cierta, de dónde era, qué edad tenía, qué había estado haciendo antes, y ni siquiera si el nombre que estaba usando era un nombre real. En las poquísimas entrevistas que concedió, aseguró que provenía de Brasil, aunque también dijo ser un príncipe persa, un sabio portugués y un faraón egipcio reencarnado. Ahora se sabe que era cajamarquino. En cuanto a su personaje, el sentencioso chamán mexicano don Juan Matus, Castaneda sostuvo que lo había conocido en una estación de autobuses de Los Ángeles: en estos momentos se duda de si de veras existió. La sabiduría de don Juan, o tal vez la del propio Castaneda, provenía supuestamente de haber ingerido la raíz del peyote y, gracias a los poderes alucinógenos de aquél, de haberse puesto en contacto con los viejos maestros mayas que caminaron sobre las tierras de México en los milenios del ayer. El asombroso brujo del libro tenía recetas para volar, para hacerse invisible, para transformarse en un animal, para caminar sobre otros mundos y para vivir eternamente, pero sobre todo para llegar a ser feliz. Es natural que fuera escuchado, en los sesenta, por una generación que veía el fracaso de los Estados Unidos en Vietnam, que estaba cansada de una racionalidad impotente y que comenzaba a escudriñar los secretos de las viejas culturas precolombinas. En toda la nación, desde un café de San Francisco que frecuentaran los beatniks hasta una rebelde comuna de Filadelfia, el libro fue una suerte de manifiesto contra la razón y la cultura que no habían podido impedir el apocalipsis del superpaís en desgracia. De Norteamérica, el sortilegio saltó a los otros países, y de un momento a otro todo el mundo estaba contagiado de brujería. Cuando conocí en París al escritor peruano José Manuel Gutiérrez Sousa, aquél llevaba el nombre de Kurfú Orifuz que se había puesto con el afán de convertirse en brujo pues, según los mayas del libro, para adquirir poderes y conocimiento es preciso borrar la identidad y la historia personal de uno. Recuerdo que una noche, en casa de Julio Ramón Ribeyro, Kurfú nos relató que había pertenecido a una secta de las selvas de Colombia en la que era necesario devorar al Maestro para adquirir su nombre y su talento. Me parece que ése fue el instante en que

Julio dejó de aceptar que Kurfú lo llamara “maestro”, y creo recordar que nunca más lo invitó a su casa, ni aceptó encontrarse en un café con él a solas. Sin embargo los poetas Elqui Burgos y Abelardo Sánchez León fueron pronto convencidos por el discípulo de Castaneda. Los tres recorrieron todas las cuadras de Champs Elysées, una tarde, dando saltos sobre el pie derecho, la cual —según me contaron, pero no practico— es una forma de recibir los efluvios de la tierra y asimilar las fuerzas mágicas de los peatones. Lector apasionado de Don Juan y autor de una tesis sobre ese personaje, Teodoro Rivero-Ayllón viajó en esa época a la Isla de Pascua para entrevistarse allí con un Maestro desconocido. Por su parte, Juan Morillo Ganoza, por su propia designación sacerdote peruano de la creencia, impuso a nuestro amigo Arturo Corcuera la condecoración de Responsable de los Sonidos del Universo, por la cual el buen Arturo se convirtió en una especie de policía de la literatura, encargado de evitar las malas rimas y el exceso de versos asonantes. Estoy hablando sobre los castanedistas peruanos que recuerdo, aunque debo confesar que los hubo en uno y otro lado del mundo, y que el único vínculo que los juntaba, por encima de sus disímiles creencias, era su ignorancia sobre la real nacionalidad del autor... ¿persa?, ¿brasileño?, ¿portugués?, ¿egipcio?, ¿cajamarquino? Al respecto, el artista gráfico —ya fallecido— José Bracamonte Vera me contó una vez que había estudiado con él en la Escuela de Bellas Artes de Lima. Por su parte, Douglas F. Sharon, director del Museo del Hombre de San Diego, me dijo que habían sido condiscípulos en la universidad de Los Ángeles. Y, por fin, cuando era profesor visitante de la universidad de Berkeley, Mario Vargas Llosa recibió a Carlos Castaneda. Me contó Mario que el recién llegado se resistió a revelarle su nacionalidad y, más bien, le hizo creer que había recorrido a pie el trecho entre Los Ángeles y San Francisco (más o menos 500 kilómetros) tan sólo para conocerlo. Decía al comienzo de esta nota que casarse fue el único error de Carlos Castaneda, y lo ratifico. Acaba de aparecer Margaret Evelyn Runyan de Castaneda. Tiene 76 años y vive en Charleston, West Virginia. Papeles en mano, prueba que hubo matrimonio, que se celebró en 1960, y que su marido no fue un príncipe persa sino un imaginativo cajarmarquino. En cuanto a don Juan Matus, parece que éste no existió. Según la viuda, el apellido tiene un curioso origen. Castaneda adoraba un vino portugués de marca “Mateus”, y en una ocasión en que lo bebían, proclamó a toda voz: “De aquí, del vino, provienen toda la magia y los conocimientos del universo”. En total coincidencia con él, creo que esa vez sí dijo la verdad.

Eduardo González Viaña es periodista y escritor peruano. Reside en Estados Unidos y es autor de Los Sueños de América.


MUSICA

PLÁTICAS

Baile caribeño y reggae Sábado 9 de abril Taller de 6:00 P.M.. a 7: 00 P.M. Baile de 7:00 P.M. a 9:00 P.M. South Shore Cultural Center 7059 S. South Shore Drive (773) 728-6000 www.afrofolk.org admisión gratuita

Skafes Sábado 23 de abril Black Hole 3057W. 26 St. Información (773)531-4249

Estudiantes no soldados: La militarización de jóvenes latinos Jueves 14 de abril Empieza a las 6 P.M. CENTER FOR LATINO RESEARCH DePaul University Lincoln Park Campus Munroe Hall: Salones 114-116 2312 N. Clifton Avenue (773) 325-7316

Living Out de Lisa Loomer De C. Keenan Apertura lunes 25 de abril, 7:00 P.M. Cierra el 22 de mayo American Theater Company y Teatro Vista 1909 W. Byron Información (773)-929-1031, (312)-494-5767

ARIES: El factor torpeza es tu punto fuerte. Qué mete-la-pata eres, mi rey. Donde quiera que llegas la cagas, con esas exhibiciones de carácter fogoso a toda hora. ¿Acaso te llamas Alejandro Toledo? Cómprate un abrigo largo, párate en una esquina concurrida, y enséñales a los mirones eso que traes ahí dentro y que tanto valoras a ver qué pasa, que uno nunca sabe dónde se esconde el amorchhh. Números pa´no sacarte la lotto: 985, 6, 41, 0. TAURO: Poca inteligencia y exceso de pechonalidad son tus tarjetas de presentación, vaquita. Si te atreves, y eres capaz por descarada, aporta tus malas ideas para que otros puedan burlarse de ellas. No te dejes intimidar por las gangas de tu barrio. Ve y gástate todo el sueldo en cuanto trapito esté en venta, pa´ que luzcas linda y tierna. Ya verás, vaquita, qué tampiqueña te asan los gangueros, whassup… Número de teléfono en caso de emergencia taurina: 251.016.1415 GEMINIS: Tu mal gusto se hará evidente mediante el halo de tu medio ambiente. Serás feliz allí donde puedas desplegar tus pocos talentos para la buena educación. Evita la mojigatería con tus novios y con tus novias haz hincapié en que en tu pecera marinera

Batey Urbano Café teatro 2647 W. Division St. Jueves: open mic (773) 394-5206

ARTE Arte de estudiantes de las Escuelas Públicas de Chicago Cierra el sábado 30 de abril de martes a jueves 10 A.M. a 6 P.M. 1932 S. Halsted #100 (312) 850-1816

CAFÉ Café Mestizo Miércoles: Open Mic Domingos: Jazz 2123 S. Ashland (312) 942-0095

Covers de rock clásico Viernes 23 de abril Black Hole 3057 W. 26 St. para más infamación (773) 531-4249

Doña Masas se dedica a la numerología a través de la astrología…

Mi Cafetal Trova Cubana todos los viernes 8:30 P.M. 1519 W. 18th Street (312) 738-2883

TEATRO

Breakdancing, acróbatas y maromas exhibición y taller Sábado 23 de abril Taller de 6:00 P.M. a7:00 P.M. Exposición de 7:00 P.M. a 9:00 P.M. South Shore Cultural Center 7059 S. South Shore Drive (773) 728-6000 www.afrofolk.org admisión gratuita

Horóscopos

Kristoffer’s Cafe Micrófono abierto con poetas locales 1733 S. Halsted (312) 829-4150

Décima Musa Jueves de trova con Ramón Marino 1901 S. Loomis (312) 243-1556

tú eres el capitán del barco que se hundió en medio de un huracán. Sopla que te sopla el vientecito norteño que logra despeinar la doble peluca geminiana, aahh. Números de rachita corta: 44, 99, 11 CÁNCER: Asume y juzga a los demás todo lo que te dé la gana, que así es la vida de traicionera. Dedícate a aprender las reglas del juego y después haz trampa. Estudia francés con acento argentino, chapurrea inglés con acento andaluz, machaca el alemán con acento de Michoacán y ya verás, que en la OEA te darán chamba de traductor discapacitado. Números de suerte tímida: 1, 01, .001. LEO: Concentra tus jugos gástricos en energía negativa que te ayude a progresar, no importa a quién pises camino a la fama y la fortuna. No diluyas tu mala sangre y tus envidias añejadas, que pa´ eso eres el rey de la junglita de asfalto. Y ruge, no te olvides de rugir como la bella bestia que eres, a toda hora y en todo lugar aunque tu aliento sea pestilente. Números pa´ la bolita de Puerto Rico: do, tre, sei, die. VIRGO: Controla la exageración de los complejos de inferioridad ajenos. Ya sabes que a la gente no le gusta que le digan la verdad, así que cierra el pico y mételo donde te duela. Emocionalmente necesitas que te traumaticen un poco más de lo normal, así que llama al verdugo de turno para que te haga el favor. Aprieta y aguanta, pesimista, que así te gusta. Número de celular de tu dominatrix favorita: 312.444.44.44.

Colecciones: Arte mexicana de 50 coleccionistas privados de Chicago, pinturas, fotografías, esculturas y otras obras del México antiguo y moderno. Martes a domingo de 10 A.M. a 5 P.M. 1852 W. 19th. (312) 738-1503

LIBRA: Haz caso omiso a Doña Masas y encontrarás la felicidad absoluta. O el absoluto del cero, que fuera inventado por árabes iluminados por la nada cotidiana de analizar que antes de uno hay nada, o cero, y entonces, pues, ¿qué ves ahí donde falta algo? Incrementa en tu dieta el aguacate, porque es verde y grasiento y así eres, librita de carne entumecida que me ha caído en la mano hoy. Frota y disfruta. Números a partir del 0: …

CAPRICORNIO: Como sigas posponiendo tu cita con el dentista no vas a poder morder, carnero. Y a ti lo que te gusta es meter bien el diente y sacar mordida de toda ocasión. Así que manifiesta tus encantos en las páginas de clasificados del Hoy que no tiene ayer ni mañana. Anúnciate pa´ que te admiren y no te dominen: Acepto también cheques personales, Visa y Mastercard. Últimos cuatro números de tu tarjeta de crédito: xxxx-xxxx-xxxx- 2222.

ESCORPIÓN: Exprésate con ganas, escorpioncito: grita, patalea, da fe de tus errores, escupe berrinches a tropel o en contra del tiempo, que a pesar de ser astuto y zorro la gente querrá ver en ti hoy sólo al erizo de tu raza. Así que después de desgañitarte en pleno zócalo de barrio, vete a la peluquería y píntate las uñitas de azul cielo. Luego vete al centro, al Cervantes a aprender español, que das vergüenza cada vez que abres el pico. Números de gracia para evitar auditoría: $$$, $$$, $$$.

ACUARIO: Aprende a perder más a menudo y comenzarás a decaer en popularidad. Nadie te invitará a fiestas de sociopatía alcohólica y te despreciarán al unísono. Satúrate de hipocresía, que es la mejor medicina para conservar amigos oportunistas de profesión alpinistas. Si todo falla, te puedes ir al Ibérico a ligar gringas que quieran aprender español. Primera lección: Se escribe AMOR, pero se pronuncia ROMA. Números pa´l ligue: fecha de nacimiento, teléfono, cantidad en el banco.

SAGITARIO: Procura excederte en todo y agota tus reservas. Cuando termines semejante orgía, desmáyate en los brazos tiernos de la luna llena hasta el amanecer y sigue la bacanal al otro día. Acompaña todo esto con discos de Manzanero, vino chileno, queso manchego, aceitunas griegas importadas de México, dátiles de Israel e higos de Turquía que salieron de Vancouver, para satisfacer tu gula de mundo y también a los agentes del TLC. Números al azar: _, _, _.

PISCIS: Si las conclusiones son precipitadas, los resultados serán mejores. Ponte el antifaz, ballena trapera, y haz mal y no mires a quien. Acuérdate que la gente a la que más quieres es a la que más jodes. Si de esa pata cojeas, masajea tus inertes glúteos y abanícalos en los bares de la Halsted, justo para la primavera. Después vete a la Cueva y con la lengua quítale el sombrero a algún vaquero incierto. Números de relajo: 88, 66, 69, 99.


COLOQUIO EL ESPAÑOL EN artes

comunicaciones

DE LA

LOS

LENGUA

ESTADOS UNIDOS

educación

política lingüística

12, 13 y 14 de mayo de 2005 en el Museo de Bellas Artes Mexicanas (1852 W. 19th St.) y DePaul University (Lincoln Park Campus)

Oradores invitados: Joaquín Garrido y Carlos Monsiváis Poeta invitado: Tato Larriva

Ponentes: Joséfina de Abad Frances R. Aparicio Priscilla Archibald Pepe Castro-Urioste Alejandro Escalona

Claudia Fernández Alfonso Hernández Catalina Johnson Julia Marcos Jorge Mederos

Julio Rangel Vicente Serrano Pepe Vargas Febronio Zatarain Marc Zimmerman

Invitan: DePaul University, el Museo de Bellas Artes Mexicanas y contratiempo Con el apoyo de: Instituto Cervantes, University of Illinois at Chicago, University of Houston, Loyola University, Roosevelt University, Hoy, La Raza, MX Sin Fronteras, Diálogo Abierto 950AM, Canal 44 Telemundo Chicago. Información: Department of Modern Languages, DePaul University

Teléfono: 773.325.7320

languages@depaul.edu



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