contratiempo
CHICAGO, ILLINOIS, OTOÑO 2024 NÚMERO 156
Especial de MOVIMIENTOS MIGRANTES
eXpuestXs a lo experimental Compilación/ Edición de om ulloa y Maya Piña
¡México elige a su primera mujer Presidenta! Entrevista a Laura Raquel Manzo
CHICAGO, ILLINOIS, OTOÑO 2024 NÚMERO 156
Especial de MOVIMIENTOS MIGRANTES
eXpuestXs a lo experimental Compilación/ Edición de om ulloa y Maya Piña
¡México elige a su primera mujer Presidenta! Entrevista a Laura Raquel Manzo
La portada de este número es del músico y diseñador gráfico
Pável Zayas. Su trabajo profesional ha sido dedicado a la producción musical, el diseño de información y branding.
Pável es bajista y diseñador musical para la banda Timoneki, un ensamble de fusión de música latina y del mundo.
Instagram: @pvlzys zayasmusic.bandcam.com
En esta edición número 156 de la revista Contratiempo exploramos el fenómeno masivo de la migración hacia EE.UU., esbozando este contexto le damos voz a vivencias de aquellos que emprenden un camino de incertidumbre, sacrificios y luchas; hacemos visibles los desafíos que surgen en el trayecto migratorio, así como los innumerables retos y obstáculos que los migrantes enfrentan al llegar a un nuevo lugar para establecerse. A través de cada una de nuestras secciones celebramos la perseverancia, mostrando no solo las dificultades, sino también la belleza de la resistencia y la esperanza que florecen en medio del dolor. En este número encontrarás una conversación entre Sandra Treviño y el rapero salvadoreño Louwop, quien narra su experiencia migratoria por medio de la música y la poesía; mientras que Catalina María Johnson nos presenta una entrevista con Lila Downs, Niña Pastori y Soledad Pastouruti, donde hablan de su EP “Raíz, nunca me fui”, en el que cuestionan la imposición del idioma español o su reconocimiento como legado. En nuestra sección de Mirada Cómplice, Efrén Candelaria reseña la plástica puertorriqueña en Chicago con “El rugido isleño entre los leones”. CHema Skandal! nos muestra una colección de graffitis, stencils, paste ups y stickers, de artistas urbanos alzan su voz para la liberación palestina. En una conversación entre Laura Manzo y Esmeralda Guerrero reflexionamos sobre la elección de la primera presidenta de México; haciendo un salto a la producción literaria de la ciudad, Margarita Saona reseña la compilación de poemas: eXpuestX a lo experimental. Sin dejar atrás los nuevos talentos emergentes, abrimos nuestras páginas al cuento “La Bestia” escrito por Diana Gurrola, y a un exquisito cadáver realizado en el taller literario de contratiempo que dirigió la poeta Nancy Morejón en el mes de abril de 2024.
Este número busca capturar un momento donde convergen la desesperación, la esperanza, el arte, la música, la política y la poesía; para generar ideas de pertenencia y amor propio, y así también, abrir puentes que estimulen el diálogo entre comunidades hispanohablantes dentro y fuera de los Estados Unidos.
Consejo Editorial
6 En tiempos de violencias, el redoble de la lucha migrante por las Américas
Soledad Álvarez Velasco
11 La travesía de los recién llegados: Testimonios de un viaje a pie
Miguel Marzana
14 El día que conocí a Catalina
Katalyn Solís
16 Donde comen dos, comen tres. Comida, hospitalidad y migración en Chicago
Alejandra Oliva
19 Clavel Rangel, periodista venezolana, nos cuenta las historias detrás de la crisis migratoria
Kari Lydersen
23 Movimientos obreros . Cómo han influenciado la fotografía
Sebastián Hidalgo
26 La bestia
Diana Gurrola
27 Será libre /// Will be free
CHema Skandal!
31 El rugido isleño entre los leones
Efrén Candelaria
35 Louwop: Música y poesía que capturan la experiencia del migrar
Sandra Treviño
38 Lila Downs, Niña Pastori, Soledad Pastorutti: Saldar las deudas con música e idioma
Catalina María Johnson
PERSPECTIVA
41 Tinta para la liberación
CHema Skandal!
47 ¡México elige a su primera mujer Presidenta! Entrevista a Laura Raquel Manzo
Esmeralda M. Guerrero
LITERATURA
50 eXpuestXs a lo experimental. Compilación/ Edición de om ulloa y Maya Piña
Margarita Saona
POESÍA
52 Exquisito Cadáver Taller literario de Contratiempo
54 Entrelazadas. Podcast y programa de Contratiempo radio
La migración es un viaje lleno de incertidumbre, sacrificio y lucha. Para quienes se aventuran en este camino, dejar atrás su hogar no es sólo un cambio de geografía, es también una ruptura profunda con lo familiar: familia, cultura y lenguaje. Enfrentar nuevas fronteras con miedo e inseguridad implica atravesar procesos dolorosos de adaptación y resistencia. Estas historias reflejan la fortaleza y esperanza de quienes se ven obligados a reconstruir sus vidas en tierras desconocidas. Desde la barrera del idioma y la discriminación, hasta las dificultades para encontrar empleo digno, vivienda y acceso a servicios básicos, migrar exige una resiliencia inmensa.
Los textos de Movilidades Migrantes exploran, además de los sacrificios de abandonar un hogar, también la lucha diaria por pertenencia y dignidad en un entorno extraño. Desde los testimonios de migrantes que enfrentan la brutalidad del Darién, hasta las experiencias de quienes rehacen sus vidas en ciudades como Chicago, estos relatos nos invitan a mirar más allá de las fronteras y reconocer la humanidad de quienes migran. Resaltan los riesgos mortales de estas travesías — donde la naturaleza y la violencia humana son amenazas constantes— y los lazos de solidaridad que surgen en el camino. Son historias que muestran la resistencia, la esperanza y la voluntad inquebrantable de hallar un lugar seguro para vivir.
Movilidades Migrantes captura voces que desafían la deshumanización, invitándonos a empatizar y a ser testigos activos de una de las luchas sociales más urgentes de nuestro tiempo.
Soledad Álvarez Velasco
Al cierre del primer cuarto del siglo XXI, lxs migrantes en tránsito por las Américas han adquirido una notable visibilidad en la agenda mediática y política continental. Reportajes que muestran sus extraordinarias travesías circulan en las redes sociales. Se trata de miles de adultxs, adolescentes y niñxs de diversas edades, clases, género, razas, pertenencias étnicas y nacionalidades provenientes de países empobrecidos y/o en conflicto interno localizados en América Latina y el
Caribe, y en menor medida en África y Asia. Porque esos países ya no les garantizan condiciones de seguridad o vida digna, ellxs han sido forzadxs a abandonar sus lugares de residencia, migrando como estrategia última para salvar sus vidas.
Sin cumplir con exigentes visados, muchas veces sin pasaporte o documentos de identificación, esos migrantes del Sur Global irrumpen en los órdenes nacionales de países a los que no pertenecen. Así, cruzan fronteras o se quedan varados en ciudades
fronterizas a la espera de recomenzar sus tránsitos. En una cadencia de movilidad e inmovilidad temporal recorren los corredores migratorios de las Américas. Siguiendo inimaginables periplos trans o intercontinentales –combinando rutas aéreas, marítimas, terrestres o fluviales– van por semanas, meses e incluso años buscando un lugar seguro donde vivir. Muchxs llevan uno, dos o hasta tres intentos en países sudamericanos. Pero dada la hiperprecarización y violencia local, han sido obligados a recomenzar sus travesías. La gran mayoría comparte un objetivo: a como dé lugar internarse en EE.UU., el mayor destino migratorio global y todavía el lugar anhelado que promete algún tipo de seguridad y garantía material para rehacer sus vidas. En la medida en que esos tránsitos se han incrementado, el régimen de control fronterizo se ha reforzado regionalmente. Al redoble de presencia policial y militar fronteriza, se suman visados restrictivos, detenciones y deportaciones que no solo ocurren en EE. UU. sino que se han externalizado hasta México y ciertos países centro y sudamericanos para contener en ruta a esxs migrantes en tránsito. En lugar de que se redoblen los mecanismos de protección estatal para migrantes en tránsito, se ha reforzado el violento control en ruta. Por eso, ellxs han quedado confinados a la irregularidad y los caminos inhóspitos por los páramos andinos, la selva Amazónica o la del Darién, el océano Pacífico, el mar Caribe, el desierto de Sonora y tantas otras rutas terrestres agrestes donde el control a la movilidad migrante no solo está en manos de agentes estatales, sino de criminales, miembros de cárteles de droga, paramilitares, coyotes o policías coludidos. De hecho, esos corredores migratorios están plagados de violencias físicas, extorsiones, riesgo de violaciones, accidentes, desapariciones o muerte.
fronterizas, como “víctimas pasivas” de traficantes, o los ha definido como migraciones temporales extraordinarias que “desordenan” y amenazan las fronteras nacionales.
Esas etiquetas han justificado un deshumanizado giro antinmigrante. Desmontarlas es fundamental en un presente histórico donde el abierto reforzamiento racista y nacionalista –como efecto de la arremetida de la derecha y extrema derecha, ya en curso en el mundo– atenta contra las vidas migrantes.
En su complejidad, los incesantes tránsitos migratorios no han sido necesariamente percibidos como lo que son: una irrupción de seres humanos que en movimiento luchan por sostener sus vidas.
Se trata de un ejercicio de cambio de enfoque para comprender el rol histórico y presente que la lucha migrante ha tenido en nuestro continente. Y para ello me parece fundamental tomar en cuenta al menos tres elementos analíticos clave.
En su complejidad, los incesantes tránsitos migratorios no han sido necesariamente percibidos como lo que son: una irrupción de seres humanos que en movimiento luchan por sostener sus vidas. Todo lo contrario, el discurso estatal y mediático dominante los ha reducido a frías estadísticas, de manera racista los ha etiquetado como “invasores”, “ilegales”, “criminales”, como detonadores de “crisis”
Primero, las migraciones contemporáneas no son un evento extraordinario del presente. La brutal colonización europea de nuestro continente supuso que británicos, españoles, portugueses, franceses y holandeses cruzaran el océano Atlántico, invadieran y despojaran violentamente las tierras de lxs indígenas americanxs, que millones de africanxs fueran secuestradxs, trasladadxs a las Américas y sometidxs por la fuerza a la esclavitud, y que millones de indígenas fueran sometidxs a exterminio genocida o a formas de trabajo coaccionado que incluían movimientos forzados intrarregionales. Con el tiempo, el colonialismo europeo también implicó el reclutamiento y movilidad forzada de al menos un millón de asiáticxs procedentes principalmente de China, el subcontinente indio, Japón, Java y Sri Lanka, quienes fueron transportadxs a las Américas. Al cierre del siglo XIX serían las grandes migraciones europeas las que llegarían a diversos destinos del continente huyendo de hambrunas o guerras. Y desde mediados del siglo XX, de manera sostenida, los desplazamientos sur-norte estarían protagonizados mayoritariamente por migrantes de América Latina y el Caribe. En gran medida éstos últimos como efecto de las políticas intervencionistas
–económicas, políticas y militares– de EE. UU. que han tenido devastadores efectos regionales. Estas monumentales movilidades transcontinentales e intrarregionales históricas son las que han dado origen al espacio social de las Américas, un lugar marcado por la impronta del mestizaje e hibridación de identidades, culturas, razas, lenguas y religiones perdurables en el presente.
Esas movilidades también han cumplido un rol económico fundamental. Aquellas provenientes del Sur Global, por ejemplo, por lo menos desde mediados del siglo XX, han sido la mano de obra esencial que sostiene a EE.UU., la mayor economía del mundo, tanto como a los países de origen a través del envío de remesas e incluso a los países de tránsito, en tanto se configuran economías informales en torno a sus travesías y esperas en ruta. Lxs migrantes del Sur Global, forzados a abandonar sus países, que transitan entre la vida y la muerte y que viven irregularizados, con el riesgo latente de la deportación y que son explotados, resultan esenciales para sostener triplemente esas economías. Por eso, las migraciones, lejos de ser fenómenos extraordinarios que eventualmente cesarán, como las pinta el discurso dominante, son elementos constitutivos y constituyentes del sistema capitalista global y, consecuentemente, continental.
Segundo, aquello que sí es extraordinario es el redoble de control antinmigrante y racista que desde la década de 1990 se ha desplegado con el afán de abiertamente contener, incluso eliminar en ruta, selectivamente a migrantes que provienen del Sur Global. Ese régimen es el que produce la irregularidad migratoria, que criminaliza a lxs migrantes y los recluye a rutas altamente violentas. A mayor reforzamiento de medidas de control fronterizo, más irregularidad, más violencia y riesgo de muerte para la población migrante.
Por último, hay que dar cuenta del acelerado colapso de las condiciones de vida y la multiplicación de formas de violencia que fuerzan a millones de personas a ponerse en movimiento para salvar sus vidas. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (2024) en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, 60 millones de personas fueron forzadas a salir de sus países de
origen; al 2023 fueron 120 millones, de los cuales el 40% eran niñxs. Esta es la cifra más alta de que se tiene registro.
Ese contexto no ha sido ajeno a las Américas. Quienes migran desde países del Caribe y América
Latina escapan de contextos marcados por la violencia de la pobreza, la inestabilidad política, la violencia estatal y criminal o los conflictos armados. También huyen de la violencia patriarcal y riesgo de feminicidios, del racismo y la discriminación sexogenérica, y de violentas disputas territoriales en torno a las economías extractivas. Quienes salen de países en África y Asia y llegan hasta las Américas, huyen de la devastación ecológica y la violencia de la pobreza, también de la guerra, la persecución política, religiosa, étnica y de género. Muchxs han solicitado refugio en los primeros países sudamericanos de acogida, mientras que otrxs han decidido transitar al norte en busca de ese refugio. En el contexto postpandémico, América Latina y el Caribe sigue siendo la región más desigual del mundo y la más violenta. Esto ha provocado el incremento sin precedentes de masivas migraciones de latinoamericanxs y caribeñxs y también de migrantes de países de África y Asia a EE. UU. y el sorprendente aumento de cruces por la selva del Darién, incluyendo a niñxs y adolescentes.
La lucha migrante por las Américas ¿Cómo interpretar entonces esos incesantes tránsitos por las Américas? Entenderlos solo como un tipo de migración que cruza fronteras de manera irregularizada resulta tremendamente simplista, a la par que refuerza el discurso estatal que justifica el redoble de control. Propongo comprenderlos como una forma de lucha social en movimiento que, desplegando estrategias de resistencia, sociales y digitales, irrumpe a través de las fronteras de las Américas para sostener sus vidas.
El término luchar deriva del latín luctari, que significa combate cuerpo-a-cuerpo. Migrar es luchar. Es emprender un desplazamiento espacial y temporal que implica resistir a violencias racistas estatales, sociales, fronterizas, tanto como a la violencia sistémica del capitalismo contemporáneo. Esas resistencias se despliegan a través de múltiples estrategias
para alcanzar al menos un objetivo común: transformar condiciones de opresión vividas para recrear vidas vivibles.
En el acto de migrar hay efectivamente un combate cuerpo-a-cuerpo. Son adultxs y menores de edad en movimiento; son trayectorias de vida en ruta; son memorias sostenidas de generación en generación de migrantes; son acervos de conocimiento y pensamiento que circulan por el espacio digital y de migrante en migrante, son acumulaciones de emociones y sentidos que también se trasladan.
Migrar es la vida en lucha, en movimiento, defendiéndose. Es un combate de cuerpos que reconfiguran espacios de origen, tránsito y destino y que ocurre entre espacios digitales y físicos. Es una batalla de sujetos que asumen nuevas identidades; que adoptan nuevas lenguas y nuevos hogares en nuevos territorios sin importar las autorizaciones estatales. Esa lucha involucra a quien migra, a su familia, a su comunidad de origen, a la que se construye en el tránsito y en el destino. Migrar es batallar por subsistir entre dos latitudes, trabajando incansablemente. Es habitar entre lenguas, culturas, temporalidades; es convivir en la simultaneidad del aquí y el allá, con la doble pertenencia y la presencia siempre ausente en el lugar de origen. Es una resistencia diaria entre, por y a través de fronteras sociales, lingüísticas, legales y estatales.
ha sido parte de la tradición de lucha social latinoamericana. Desde mediados de los ochenta y a lo largo de los noventa poner la voz, testimoniar sobre las brutalidades de dictaduras, genocidios y guerras civiles centro y sudamericanas, desencadenó procesos de justicia y reparación estatal.
La voz migrante puede ser fuente para acumular evidencias de violaciones de derechos, para exigir a los responsables que respondan ante la violencia racista de la multiplicación de fronteras que atenta contra las vidas migrantes. Porque cada vez más violencias, desapariciones y muertes se acumulan en los corredores migratorios de las Américas, no podemos sino asumir una práctica de ser testigos políticos activos
Migrar es luchar. Es emprender un desplazamiento espacial y temporal que implica resistir a violencias racistas estatales, sociales, fronterizas, tanto como a la violencia sistémica del capitalismo contemporáneo.
Esas luchas migrantes pueden tomar formas públicas como huelgas y protestas callejeras o en centros de detención o caravanas migrantes, o formas más imperceptibles, presentes en la cotidianeidad, que incluyen el cuidado, solidaridad, la maternidad y paternidad virtual, el multitrabajo informal, cocinas y despensas comunitarias, entre tantas estrategias de subsistencia colaborativa. Son esas formas las que practican lxs migrantes para defender sus vidas.
Al cierre: multiplicar la voz migrante
En tiempos de violencias, centrar nuestra atención en quienes protagonizan las luchas migrantes y recoger sus testimonio es fundamental para desmontar el discurso dominante racista y antinmigrante, para retejer la historia del presente en movimiento y en resistencia en las Américas. Testimoniar
del presente que, junto con lxs migrantes, tejamos la memoria colectiva de su lucha como fundamento para procurar justicia. Su lucha no cesará, como no cesó la de nuestros ancestros, la de generaciones y generaciones de migrantes que con su movimiento migrante sostuvieron a países de origen, tránsito y destino. Hoy lxs migrantes del Sur Global mantendrán su movimiento, porque esa es la estrategia para sustentar sus vidas. Acompañar sus resistencias, recoger sus testimonios, registrarlos, escribirlos, visibilizarlos, circularlos para demandar justicia migrante transnacional contribuye a la necesaria multiplicación de la lucha migrante, una de las luchas sociales centrales de los violentos tiempos presentes.
Soledad Álvarez Velasco es antropóloga social y geógrafa humana. Trabaja en la Universidad de Illinois Chicago en los Departamentos de Antropología y Latin American / Latino Studies . Investiga la interrelación entre luchas migrantes, regímenes fronterizos y transformaciones espaciales en las Américas. Fue co-coordinadora de los proyectos digitales Mosaico Etnográfico de la Niñez Migrante en las Américas, e (In) Movilidad en las Américas. Es autora del libro Frontera sur chiapaneca: El muro humano de la violencia (México: CIESAS-UIA, 2016).
Miguel Marzana
Ante la preocupación del aumento de personas de distintas nacionalidades que migran a EEUU y otros países alrededor del mundo, la sociedad y los gobernantes muchas veces prefieren desviar la vista y desestimar las vidas y las experiencias de los inmigrantes. Frente a la deshumanización que estas personas pasan en el proceso de sus viajes es importante tener presente que las vidas y los cuerpos de estas personas tienen un rostro, un nombre, y un motivo que los superó, por el cual decidieron dejar sus países.
1. Katerine
Hola, me llamo Katerine, tengo 34 años y ya hace dos meses que estoy en Chicago con mi hija de 6 años y mi hijo de 10. Yo dejé Venezuela a causa de la inseguridad y la delincuencia; asesinaron a mi marido, a raíz de eso perdí mi casa y me fui a vivir con mi mamá. Los delincuentes me tenían amenazada a mi y a mis hijos y entonces mi mamá me pidió que mejor me fuera del país. Si usted me pregunta si me fui por culpa del gobierno y así, yo le diría que me fui por la violencia, me tenían amenazada y ya no podía aguantar, tenía mucho miedo. Me vine derecho
desde Venezuela, llegué a Colombia sin problema, pero desde ahí fue muy difícil, especialmente cuando entramos a la selva del Darién, hasta salir de Panamá; fue algo muy traumático tanto para mi como para mis hijos, la pase muy mal, no conseguía comida, duré 5 días ahí adentro, vi muchos muertos, lloré demasiado, mi hija se enfermó. Por suerte me ayudaron y me trajeron a Costa Rica sin pagar ni un peso porque oye, estaba mi hija muy grave. Estando en Costa Rica para pasar a Nicaragua tuve que guerrear un poco porque me estaban pidiendo mucho dinero para pasarme a mí y a mis hijos; tuve que rogarle a las personas que me ayudaran a pasar y de esa forma llegué a Nicaragua, Honduras, Guatemala, y bueno, parte del trayecto más difícil y más fuerte también fue en México. Tuve que subirme al tren que se llama “La Bestia” y ahí se me hizo rudo porque duré tres meses en México tratando de sobrevivir, es bien fuerte esa travesía, no se la deseo ni a mi peor enemigo. Así en varios países me pidieron dinero para pasar y tuve que suplicar y a veces esas personas me ayudaban porque veían que la salud de mi hija se estaba deteriorando. Mi travesía duró 8 meses, caminamos y caminamos, fue fatal, especialmente en el
Darién, porque hay muertos, animales y cosas que se ven que de verdad a nadie se le pasaría por la mente. Hay muchos muertos, personas que se mueren de hambre, personas que se las lleva el río o las pican los animales, o se caen y se rompen y se quedan ahí y lamentablemente todo eso también lo vieron mis hijos. Yo crucé con un grupo de unas 300 personas de muchas nacionalidades: ecuatorianos, haitianos, peruanos, colombianos, chilenos, hondureños, hasta chinos. Pero el recorrido se acabó y gracias a Dios ya salimos de eso y estamos aquí. Es fuerte, lo peor de todo el viaje fue la selva del Darién, hay gente en Venezuela que me pregunta cómo llegué y yo les digo que por un milagro, y que no lo intenten porque no todos aguantan y no todos corremos con la misma suerte.
2. Luis
Yo me llamo Luis y tengo 54 años de edad. Yo salí de mi comunidad San Pablo de Urama, estado de Carabobo, el 20 de enero de 2019. Me fui por la situación política; yo trabajaba en una petrolera pero me despidieron por no apoyar un candidato a la alcaldía del municipio Juan José Mora que sigue la línea del presidente actual de Venezuela. Me fui a Táchira frontera con Cúcuta y ahí sellé mi pasaporte,
“...llegué a Ciudad Juárez montado en el tren; el viaje tardó 3 días, no fue nada fácil viajar encima del tren, hacía mucho frío, una mañana desperté con los pies congelados, no me podía mover, también recuerdo mucho a mi amigo Alejandro que se cayó del tren...”
de ahí fui a Cundinamarca y luego a Aguachica con la idea de irme a Chile, pero como creyente de la palabra del Señor, yo veía que las cosas para ir a Chile no se me daban y decidí esperar el momento que Dios me dejara. Hasta que se me dio la oportunidad en octubre del 2023 y mejor decidí venir aquí. Empecé el viaje desde Bogotá a Necoclí y de ahí 2 horas en lancha hasta Acandí donde hay un campamento para refugiados; al día siguiente enfrentamos a la selva del Darién, esa selva de la que escuchan tantas cosas que creo que solo Dios permite pasarla. El Darién es muy riesgoso, porque si uno no está
preparado física y mentalmente, con mucho respeto uno se queda ahí; yo vi tantas cosas que me afligen y también porque no siempre puede uno ayudar a las personas. En la selva duré 3 días, me mantuve con atún, pan, queso panela, caramelos, hasta que llegamos a un pueblo indigena en Panamá que se llama Bajo Chiquitos; ahí pude ver que el pueblo se colapsó, no estaba preparado para recibir tanta gente, la comida se agotó, el agua no era segura para consumir. Ahí me registré con la ONU, de ahí hice un recorrido en lancha hasta el extremo de Panamá, hasta la otra ONU donde te hacen otro registro para entrar a Costa Rica, luego pasé a Nicaragua hacia Honduras, de ahí avanzamos hasta Guatemala y fue rudo porque lamentablemente había mucha presión, te revisaban por todo y si veían que eras de otro país, seguro te quitaban dinero. Luego llegué a Tapachula, México, pasé 7 puntos de inmigracion y fue traumático, en todos lados te piden dinero y si no lo tienes te regresan. A mí me regresaron, me quedé solamente con mi biblia y esta cita que está en Salmos 91:11 que dice: “pues a sus Ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todo tu camino”. Con suerte llegué a la Ciudad de México, ahí escampé en casa de una amiga que me acogió, Nai, a quien le agradezco mucho porque uno llega deshecho a México. Estuve 3 meses en México, conseguí trabajo por lo que estoy muy agradecido. Un 19 de diciembre llegué a Ciudad Juárez montado en el tren; el viaje tardó 3 días, no fue nada fácil viajar encima del tren, hacía mucho frío, una mañana desperté con los pies congelados, no me podía mover, también recuerdo mucho a mi amigo Alejandro que se cayó del tren, pero igual nos reunimos allí y pudimos pasar. Ese mismo día nos entregamos a inmigración por la puerta 36 y cuando finalmente pudimos entrar a tierra americana, los agentes de inmigración nos dijeron: “Bienvenidos a los EEUU”; ahí respire hondo y encontré paz, salí el 22 de diciembre del 2023 por el El Paso, Texas, se sentía la navidad, la ciudad estaba adornada y yo en mi mente tenía a mi familia conmigo, sentí muchas cosas buenas, la brisa, el cantar de los gallos, el recuerdo del sabor del
plátano verde con arroz, caraotas y chigüire, el jugo de las lechosas, de las naranjas… Me dieron corte aquí en Chicago y ahora gracias a Dios estoy aquí y tengo trabajo.
Mi nombre es Nelvis, tengo 21 años y tengo cuatro meses en Chicago, yo me fui de Venezuela porque participé en unas marchas junto con mi hermana en el año 2021. Mi hermana es profesora suplente, en esas protestas pasaron cosas, se llevaron a mi hermana y me la devolvieron golpeada y amenazada después de una semana. Yo viví y presencié cosas malas en esas marchas y por eso un día un coche me paró y me dijeron que me tenían en video protestando, y que si no me iba lejos o fuera del país en 24 horas se la iban a cobrar conmigo y mi familia. Sentí mucho temor y me salí, yo tenía 17 años. Gracias a mi presidente Maduro conocí 8 países caminando, fue muy duro, mi familia me montó en un coche a las 4 de la mañana para que nadie me viera y me dirigí a Colombia, ahí pase muchas cosas, me tocó duro como a todos, ya después de un tiempo decidí dejar Colombia y buscar el sueño americano, pero primero tuve que enfrentar la selva del Darién. Duré 3 días en la selva, vi muchas cosas, muchos muertos, me dio mucha tristeza ese camino, un día encontré una carpa con tres personas muertas adentro, una mujer haitiana con dos niños. Ellos ya tenían tiempo ahí, sus cuerpos estaban en descomposición, esa ruta no es segura, no recomiendo a nadie que tome ese camino, uno pasa mucho sufrimiento, mucho dolor, yo estaba solo, viajé solo, le encomendé mi vida a Dios. Tenía poco dinero, en Panamá trabajé haciendo muchas cosas, lavé platos, cargué agua para hacer mis pasajes, luego en Costa Rica, hice trabajo comunitario con la ONU, en Nicaragua vendí caramelos, pedí ayuda en los semáforos, fue duro porque mucha gente te pone por el piso. Llegué a Honduras y me metí a trabajar recogiendo fruta; en Guatemala unas personas de un refugio me ayudaron y pude llegar a la frontera con México, al Ceibo. En México me agarró migración y me detuvieron varios días; me soltaron en Villa Hermosa, Tabasco. Mi familia estaba preocupada porque no tenía cómo
comunicarme. Trabajé en un mini abasto en Oaxaca, tardé un mes en México para tomar el tren en la Ciudad de México con dirección a Monterrey, esperé varios días que venga el otro tren a Torreón, ahí fue muy difícil porque el tren tarda días en llegar y no se detiene, uno ve familias sin comida, niños enfermos en plena lluvia y sol. El último tren me llevó a Piedras Negras, luego me entregué a migración, me hicieron mis papeles, pero me tuvieron 9 meses detenido, sufrí mucho en mi proceso, pero ahora estoy aquí luchando. Mi mensaje para Nicolas Maduro Moro es que ¡Viviremos y venceremos por la patria de nuestro país! Que deje la presidencia y le devuelva el país a los venezolanos porque esas elecciones fueron injustas, todos sabemos que Edmundo fue el ganador y los que nos hemos ido queremos regresar a nuestro país, a nuestra casa, con nuestros padres y con nuestras familias.
Miguel Marzana es poeta y escritor boliviano, es miembro del consejo editorial de la revista contratiempo y coordinador de sus talleres de poesía y creación literaria.
Diego de la Rosa es un artista plástico Venezolano que actualmente vive y trabaja en Toronto. Su obra explora el impacto cultural de la crisis social en su país natal y utiliza el simbolismo para explorar las ideas y los sentimientos nacidos de esta realidad. Diego se graduó de la OCAD University (2015) y obtuvo Bachelor of Fine Arts: Drawing and Painting . diegodelarosa.com
Katalyn Solís
“
Ya no aguantaba más… y entonces…me vine a buscarlo”, me respondió Catalina al preguntarle cuánto tiempo llevaba “acá”, en Estados Unidos. No esperaba su respuesta, ni mucho menos su historia. Y es que para mí aquella pregunta era una de esas que necesitas hacerle a alguien con el mismo acento que tú. Catalina no sabe nada de su hermano desde hace tres años. Lo último que supo de él es que cruzó la frontera hacia Estados Unidos con uno de sus amigos y que se instalarían en algún estado del Midwest. Catalina renunció a su vida en México por encontrar rastros de la vida de su hermano en este país que ahora también es de ella. Catalina es una joven de un pequeño pueblito al norte de Chiapas. Desde niña soñó con estudiar una carrera científica y lo consiguió, pues se tituló como ingeniera petrolera y trabajó en una de las empresas estatales que más enorgullecen a la población patriótica mexicana: Pemex.
Tras la desaparición de su hermano, Catalina buscó durante todo un año la manera de conseguir una visa de trabajo o de turista para así poder cruzar la frontera sin riesgos. Sin embargo, aquellos trámites requerían un mínimo de dos o tres años y fue ahí donde ella dijo: “me voy”. Y así, sin más, se despidió de sus padres, de sus abuelos, de su pueblo y de su país en busca de aquél hombre que tanto le hacía falta. Cruzó como la mayoría de los compatriotas que se encuentran en este país desde hace decenas de años: por el desierto y con coyotes. “Me
vine de mojada”, me dijo mientras se reía y yo en ese instante no podía ni siquiera concebir cómo era que la tenía frente a mí. Tan risueña, tan sencilla… tan fuerte… tan erguida.
Y es que las vidas de Catalina y su hermano se enmarcan en un contexto de profundos problemas estructurales en ambos países del Río Bravo. Por un lado, las políticas migratorias de las últimas cuatro presidencias estadounidenses han estado guiadas por la restricción, el control y la selectividad de todas aquellas personas que más que soñar, vienen a este país a sobrevivir. Y por el otro lado, las últimas cuatro presidencias mexicanas han sido responsables en crear los márgenes más altos de pobreza extrema y de iniciar una guerra contra el narcotráfico que se convertiría en el afianzamiento de un narco-Estado. Sin embargo, es necesario enfatizar y nunca perder de vista que, entre todo ese caos mexicano, siempre, siempre, los gobernantes de este país jugaron a las cartas con su contraparte en México y los costos humanos de sus políticas son responsabilidad conjunta.
Después de que Catalina me contó su historia, yo me contacté con una buena amiga en México que posee un amplio conocimiento sobre el trabajo de las organizaciones que acompañan a las familias de personas desaparecidas. Con mucho amor y minuciosidad me compartió la información necesaria para que yo se la pudiera enviar a Catalina. Entre todos los audios que mi amiga me mandó para explicarme
De izquierda a derecha: abuelita, abuelito, papá y mamá de Catalina.
De izquierda a derecha: abuelita, abuelito, papá y mamá de Catalina.
De izquierda a derecha: abuelita, abuelito, papá y mamá de Catalina.
el inaudito a, b, c de lo que alguien debe hacer frente a una desaparición forzada, hubo uno en el que su tono cambió: “¿Sabes… si ya hicieron su ficha de búsqueda?”. Me lo dijo triste pero al mismo tiempo indignada. Sentí como si ella también conociera a Catalina y a su hermano.
Una vez que mi amiga terminó de enviarme la información, se la compartí inmediatamente a Catalina. Me agradeció infinitamente que me hubiese tomado el tiempo para ayudarla a recabar aquellos datos. Con todo y que para mí compartirle links no significaba una acción mayor, entendí que cuando me agradecía, verdaderamente lo hacía desde el corazón. Es desolador saber que en ambos países existen retóricas similares frente a las desapariciones forzadas en sus franjas fronterizas. Tanto en México como aquí, la mayoría de sus habitantes pasan por alto que existe un
gran número de vidas humanas que son arrebatadas por la policía, el ejército, los sicarios, las pandillas o los coyotes. Muchas veces, como en el caso del hermano de Catalina, ni siquiera se puede contar con un dato que sirva como luz dentro de la inmensa oscuridad que conlleva exigir la búsqueda de un nombre.
Catalina hoy vive con su novio. Un joven mexicoamericano que conoció en uno de sus trabajos. Antes de conocerlo, ella vivía sola, pues así llegó. Cada sábado le marca por videollamada a sus papás. No ha dejado de cultivar la tierra y en la yarda de su nueva casa planta pepino, chayote, cebolla y chile. Incluso se compró unos pollitos que ahora son gallinas. Y es curioso, ¿no?, que entre los edificios de esta ciudad y los particulares modos de la vida norteamericana, Catalina decida levantarse todos los días y sonreír, y pensar, y cuidar, y trabajar y amar. Amar mucho. Amarse a ella. Y amar a su hermano. Siempre a su hermano…
Katalyn Solís es historiadora por la Universidad Nacional Autónoma de México. Nació en Actopan, Hidalgo y vivió durante muchos años en la Ciudad de México. Actualmente radica en Chicago, Illinois. Sus líneas de investigación son la historia de las mujeres en el siglo XX y el cine contemporáneo. Su película favorita es “Taxi Driver” y cree que “otro mundo es posible”.
Alejandra Oliva
Me encanta cocinar para otros. La mejor manera que conozco para solidificar una amistad naciente es invitarlos, sentarlos en mi mesa, y darles algo de comer que he hecho con mis propias manos. No se trata solo de la comida: limpio mi casa más a fondo, pongo la mesa, prendo velas, pienso no solo en un solo platillo sino en un menú que se adapte no solo a mis gustos o los de mi familia, sino a los de mi invitado.
Alimentarse, al nivel puramente biológico, puede ser una propuesta arriesgada. Al introducir algo a mi cuerpo, esperando que me sustente, también
me abro a la posibilidad de que me pueda dañar. Esta vulnerabilidad biológica también se extiende a las relaciones sociales que se forman alrededor de la comida. La mesa es uno de los primeros lugares dónde aprendemos lo que significa existir en comunidad: compartimos la mesa, las bandejas y la comida en ellas. La comida que compartimos fue preparada para coincidir con nuestros gustos, preferencias, o alergias, o es algo que debemos negociar con nuestro anfitrión al momento de llenar nuestros platos. Nos servimos porciones con un ojo al resto de los invitados: “¿Tienen suficientes papas, o me las puedo
acabar?” “¿Necesitas que te pase los frijoles?” Es una negociación delicada que puede hacer visible diferencias en cultura, raza, edad, género y clase socioeconómica; una negociación que nos obliga, aún en una mesa abundante, a enfrentarnos a recursos limitados y el cómo distribuirlos. Igual que al prepararles comida, comer con alguien me pone en contacto directo con sus necesidades y deseos, colaborando así para llenar éstos junto con los míos.
En su libro, Small Fires: An Epic in the Kitchen, Rebecca May Johnson escribe sobre esta interacción entre deseo y necesidad, restricción y abundancia desde el punto de vista de una cocinera casera como yo, que está preparando una comida… bueno, una comida para ti. El “Tú” del que escribe es a la vez un “tú” específico”—hay secciones dónde aprendemos detalles biográficos o preferenciales— y un “tú” general, que describe con palabras prestadas de la poeta Anne Boyer:
“Aquel Tú que es cada amado, que se constituye a través de diferencias y especie y la vida entera. Tú es Eros y Caritas todos mezclados dentro de una palabra. También es el extranjero que cualquiera de nosotros podría ser.”
Johnson continúa:
“Tu eres el extranjero en mi puerta en mi mesa para quien cocinaré y el extranjero cuyos rechazos y placeres me enseñarán cómo comer y cómo cocinar una vez más, cómo amar una vez más.”
Y de repente estamos muy concretamente hablando sobre la comida, pero también estamos hablando sobre un área mucho más grande que
el mantel almidonado. Estamos hablando del Extranjero en la Puerta, la abstracción filosófica y la realidad completa que llamamos “otro”, la persona que aparece en nuestro fogón necesitando algo de lo que quizás carecemos.
En los momentos entre comidas, soy activista de inmigración, y paso mucho tiempo pensando en esta idea del “Tú”. Particularmente sobre lo que “Nosotros” (aún si, como Boyer también dice, este “Nosotros es una colectividad temblorosa y naciente y a veces vacilante”) le debemos a este “tú”--en mi caso específicamente definido como los migrantes de alrededor del mundo que se presentan en nuestra frontera buscando refugio, o mejor trabajo, o una manera de vivir libre del miedo.
Durante el último año y medio, he atestiguado cómo mi ciudad, Chicago, ha intentando acomodar a los miles de inmigrantes recién llegados, traídos por autobús de la frontera entre Estados Unidos y México por el gobernador Greg Abbot. Caminar por Chicago se siente diferente de lo que fue hace un año. Yo vivo en un vecindario en el noroeste de la ciudad, aislado del transporte público, y sin embargo, afuera de la tienda donde compro comida para mi familia, normalmente hay dos madres y sus niños pidiendo comida y trabajo. Caminando en el Loop, pasas media docena de familias en solo unas cuadras, bebés abrigados contra el frío, pidiendo dinero y comida para llegar a mañana. En otras palabras: mi ciudad está llena de niños hambrientos y desalojados.
La ciudad está esforzándose. Del lado del gobierno, hay albergues— una expansión de nuestro sistema existente para las personas sin hogar que han
vivido en la ciudad por mucho tiempo—y también escuelas convertidas, YMCAs, K-Marts, centros comunitarios y más. Los ciudadanos también se han activado. Organizaciones existentes y nuevas, trabajando para alimentar y vestir y cuidar a los migrantes a un nivel hiperlocal— cuadra por cuadra, albergue por albergue.
Sin embargo, esta ayuda incompleta y a veces problemática se ha topado con el resentimiento, comprensible, de ciertos ciudadanos. Temprano en el proceso, cuando la ciudad estaba buscando edificios dónde alojar a la gente, se encontraron escuelas cerradas en vecindarios sub financiados en el South Side de la ciudad. “Espera,” dijo el vecindario. “No había suficiente dinero o apoyo para asegurarse que la escuela permaneciera abierta, para mantener a nuestros niños en salones de clase que no estuvieran atiborrados, pero ¿de repente hay dinero para alojar a estos extranjeros?” Estos temores y resentimientos y el enojo son entendibles, aun si la manera racializada y xenofóbica en que a veces se expresaban no lo fueran. Habían estado comiendo sobras por años, les habían dicho que no había más, y un día vieron platillos nuevos saliendo de la cocina para huéspedes nuevos. Esto nos regresa a la pregunta de ¿quién se incluye en el “Tú”, por quién ponemos la mesa, quién es el “Nosotros” que la pone, quién tiene recursos, quién no, y cómo se deciden estos? Regresando mi mesa de la cocina: las cenas que yo preparo ¿realmente han sido hechas por mis manos, o recibo ingredientes cosechados y empacados y destazados y cortados por las manos de docenas de extranjeros, la mayoría de ellos pagados inadecuadamente, sin protección del gobierno, algunos de ellos niños indocumentados?
¿Cómo puedo digerir estas realidades? ¿Puedo darle la bienvenida a mi mesa a otra persona bajo estas condiciones?
En culturas que viven en tierras inhóspitas, el arte de darle la bienvenida al extranjero ha sido elevado a un imperativo moral. Cuando lo que queda fuera de la luz de tu fogón es hambre y muerte, abres las puertas, aguadas la sopa o pones más arroz. De muchas maneras, estamos ahora viviendo en una tierra inhóspita. Los recursos se sienten escasos y precarios. Y aun así, tengo la habilidad de crear una fiesta, poner la mesa para muchos, hacer comidas que son expresiones de mi amor para la gente en mi vida. Esta habilidad viene, en cambio, con obligaciones. Tengo la responsabilidad de ver cómo puedo extender mi mesa, traer a otra gente a sentarse en ella, no solo para compartir lo que tengo, sino para mejor entender cómo sus necesidades, sus hambres, sus deseos, son diferentes que los míos; y para encontrar cómo vivir con ellos de todas maneras. Déjame, como dice Johnson, encontrar cómo tener placer en cocinar y comer otra vez, aprender cómo amar a través de esto, de alejarme de mi propia hambre cansada para llenar la barriga vacía de alguien más.
Como periodista de investigación en Ciudad
Guayana, en el sur de Venezuela, Clavel Rangel cubrió las industrias del metal y la minería, y a los trabajadores sindicales para los medios Correo del Caroní y Armando.info. Además, cofundó la Red de Periodistas de la Amazonía Venezolana. Dejó el país para irse a Estados Unidos en 2020, enfrentando persecución por sus reportajes. Ahora, Rangel radica en Miami y reporta sobre la difícil situación de los venezolanos que han llegado recientemente a Estados Unidos. Contratiempo conversó con Rangel durante su reciente visita de trabajo a Chicago.
Contratiempo: ¿Puedes compartirnos un poco de tu situación al dejar Venezuela y venir a Estados Unidos?
Clavel Rangel, periodista venezolana, nos cuenta las historias detrás de la crisis migratoria
Kari Lydersen
Pero bajo el régimen del anterior presidente Hugo Chávez y del de Maduro, la corrupción creció mucho. Hay que recordar que con Chávez tuvimos el mejor precio del petróleo en la historia; usaron millones y millones de dólares para transformar el país y usaron ese poder para crear un estado paralelo, populismo, y mucha corrupción.
En un punto de mi carrera decidimos investigar la corrupción en esta industria, y por causa de mi reportaje fuimos demandados por insulto
Clavel Rangel: Dejé mi país en octubre del 2020 después de que mi colega y yo fuimos demandados por un hombre de negocios muy poderoso con lazos en el gobierno del presidente Nicolás Maduro. Ciudad Guayana supone ser una alternativa a la industria del petróleo en Venezuela, un poco como el Detroit o Pittsburgh de Latinoamérica. Hay mucha energía hidroeléctrica y materias primas como acero y aluminio, así como también industria extractiva como el oro y la bauxita –tenemos una gran reserva de bauxita– producimos aluminio pero también muchos productos de bauxita. Así que estábamos cubriendo cómo esta persona creció en la industria del aluminio y creó compañías que hacen inversión social para niños, la salud y muchos otros beneficios sociales.
y difamación. En Venezuela la difamación es un crimen. Es una vieja ley que no se usa mucho, pero algunos de estos hombres de negocios la descubrieron y empezaron a usarla contra periodistas. El castigo puede ser de hasta 5 años de cárcel. En 2020 decidimos que era muy posible que empezaran a poner restricciones para salir del país, o que hicieran tener que reportarnos en la corte cada 15 días, mientras esperábamos al juicio.
Mi colega decidió quedarse, yo decidí irme, en parte porque en 2013 enfrentamos un caso similar por otra investigación que hice sobre la industria del hierro. Acusaron a mi jefe de difamación y fue sentenciado a 5 años de cárcel, pero como tenía ya 75 años no tuvo que ir a prisión. Cancelaron su pasaporte y no puede ni votar.
Viví este caso muy de cerca. Sé cómo funciona la justicia en Venezuela.
CT: ¿Por qué quieres contar las historias de los migrantes venezolanos en Estados Unidos?
CR: Solíamos ser un país que recibía migrantes, como durante la Segunda Guerra Mundial, y recibimos mucha gente también de Latinoamérica en los 70s, de países bajo dictaduras. Recibimos gente de Italia, España, Portugal, Argentina, Colombia. Ahora, es la primera vez en nuestra historia que nosotros nos hemos convertido en migrantes forzados, en
refugiados, en personas desplazadas. Cuando esto comenzó en Venezuela, cuando empecé a cubrir el gobierno de Hugo Chávez y la situación política, nunca pensé que llegaríamos a este punto. Se supone que somos un país rico porque tenemos petróleo, pero nunca pensé que tendríamos una industria en bancarrota debido a la corrupción. Cuando vine a Estados Unidos en el 2020, no había muchos migrantes de Venezuela. Varios que volaron con visas de turistas después solicitaron asilo. Cuando empezó el 2021 y vimos la situación en la frontera, pensé “tengo que cubrir esto”. He estado cubriendo este tipo de crisis humanitaria desde 2014 (en otros países); tenemos muchos refugiados venezolanos en Colombia y Brasil. Así que sentí la necesidad de seguir cubriendo estas historias. Tengo curiosidad por saber qué está pasando, qué tipo de resiliencia desarrollan estas comunidades en Estados Unidos, cómo se integran a la comunidad.
CT: ¿Qué crees que deben hacer los funcionarios públicos al respecto de los migrantes?
CR: Creo que dentro de lo que cabe, están haciendo lo mejor posible. Me gustaría ver a los gobiernos de los estados trabajar juntos para encontrar la mejor solución. Muchos de estos estados necesitan trabajadores, pero muchos de esos líderes políticos no están pensando ni en los antecedentes ni
en el contexto de Venezuela y su gente. Si reflexionas sobre las causas de esta situación puedes entender y desarrollar políticas internacionales mucho mejor. Por otro lado, dentro de Estados Unidos necesitamos trabajar juntos para enfrentar esta situación. Usar migrantes o refugiados como herramientas políticas sólo está empeorando el problema.
CT: ¿Qué tipo de problemas y condiciones escuchas de estos migrantes–del tipo vivienda y salud?
CR: Para muchos de ellos es muy difícil. Viven en albergues, no cuentan con relaciones fuertes. Y muchos no han venido directamente de Venezuela, vienen de Perú, de Chile, de Colombia, una migración forzada desde que dejaron Venezuela. Para la mayoría, es una larga historia. Hay mucho sufrimiento porque en cada país la situación es diferente. En Latinoamérica hay mucha xenofobia, y algo que llamamos “pobrefobia”. Hemos empezado a ver que migrantes de clase media o alta son muy bien recibidos, pero si otros vienen con las manos vacías, el trato es muy diferente.
La gente teme perder su trabajo porque se lo van a dar a un inmigrante. Esto ha polarizado el discurso y la política en muchos países, politizando a los migrantes por motivaciones políticas.
Pero muchos de ellos son resilientes; saben que lo que quieren lograr al venir a este país va a ser
difícil de obtener, pero la gran mayoría está trabajando para mejorar sus condiciones, para mandar dinero a sus familias en Venezuela y en otros países, para ver que su familia tenga acceso a la salud, a la educación y al trabajo.
Muchos están huyendo de la persecución política en Venezuela. Uno no tiene que ser líder de la oposición para ser perseguido; si tan solo eres un líder comunitario que exige acceso al agua, o a electricidad, puedes enfrentarte a acoso político por eso. No es esto un solo problema, sino muchas crisis en una.
CT: ¿Qué quieres que la gente en Estados Unidos aprenda de tus reportajes, o de la actual crisis migratoria?
CR: Lo que queremos que la gente entienda, más allá de las estadísticas, son las historias detrás de cada niño recién llegado.
Kari Lydersen es periodista, autora y profesora en Chicago, y dirige la especialización en Investigación y Justicia Social en el programa de posgrado de Northwestern University. Es autora de Mayor 1%: Rahm Emanuel and the Rise of Chicago’s 99%.
Sebastián Hidalgo
La relación de la fotografía con la guerra ha eclipsado sus raíces en los movimientos laborales del período de Weimar en Alemania, durante las décadas de 1920 y 1930. Cuando la Arbeiter-Illustrierte-Zeitung (Revista Ilustrada de los Trabajadores) hizo un llamado a los fotógrafos aficionados para documentar la brutalidad de la pobreza y las condiciones de trabajo, se publicaron miles de imágenes y ensayos que arrojaron luz sobre la explotación de los trabajadores bajo el capitalismo durante la crisis económica. Los fotógrafos, mayoritariamente de clase media y trabajadora, que publicaron en AIZ desarrollaron un proceso colaborativo de creación de imágenes antes de convertirse en el ejemplo de lo que más tarde se llamaría “fotoperiodismo moderno”. Estos fotógrafos, incluyendo a Walter Reuter, Tina Modotti, David “Chim”
Seymour, Robert Capa y Gerda Taro, después fotografiaron la Guerra Civil Española.
El enfoque de David “Chim” Seymour para la creación de imágenes es uno de los más documentados. En un artículo de la National Gallery of Art, se menciona que Chim era conocido como un “buen conversador” y que sus interacciones para generar confianza con aquellos que estaban frente a la cámara eran “auténticas”. Cuando México abrió sus fronteras a miles de refugiados españoles a mediados de la década de 1930, Chim recibió un encargo para reportar sobre sus vidas cotidianas en el barco “Sinaia”, llevando consigo su metodología colaborativa.
Hoy en día, la capacidad de la fotografía para contar la verdad se ve limitada por los modelos posmodernos del fotoperiodismo. Estos modelos, distorsionados por una mala interpretación de los
mismos fotógrafos que estuvieron involucrados con AIZ, eclipsan el poder de la fotografía para coproducir imágenes con el público. Esto es especialmente cierto cuando el enfoque está relacionado con raza, género, colonialismo y seguridad comunitaria.
Según un estudio de 2022 titulado “El Estado de la Fotografía” realizado por The Knight Foundation y CatchLight io, el 93 por ciento de los fotógrafos encuestados en 87 países creen que la colaboración con los residentes “no es una prioridad del fotoperiodismo”.
Es necesario un cambio, y los fotógrafos no tienen que buscar demasiado para encontrar una alternativa.
Estas imágenes que he recopilado durante un período de cuatro años como fotoperiodista asignado muestran las condiciones de trabajadores en Chicago, desde niños obreros que toman turnos peligrosos en fábricas hasta el esfuerzo constante
por encontrar estabilidad en los Estados Unidos. Ofrecen también procesos alternativos de creación de imágenes al preguntar: ¿Cómo podemos asegurar que nuestros esfuerzos sean efectivos y no explotadores? ¿Qué respuesta crítica ofrece la fotografía al público en medio de la creciente desinformación, de tensiones y represión estatal? ¿Cuáles son las limitaciones de los modelos tradicionales y comunitarios de periodismo, y cómo podemos usar la fotografía para ir más allá de ellos?
Sebastián Hidalgo es fotoperiodista y reportero de investigación en Chicago, cubriendo la intersección entre el trabajo mal remunerado y la policía.
Diana Gurrola
Cuando somos niños, nos cuentan historias de miedo, historias con monstruos y bestias. Hay unas bestias más bestias que otras y unos monstruos más monstruos que otros. A veces vienen en sueños y otras en las vías del tren.
Ya es tarde y la estación está repleta; seguramente escoger un asiento va a ser una lucha, especialmente después del incremento de pasajeros alrededor del puente rojo: los refugiados. Sé lo que se dice por las calles, pero lo ignoro. No sería yo, una inmigrante, hija de inmigrante, sobrina de inmigrante, nieta de inmigrante, quien les diga que regresen a su país.
Espero el tren naranja al ritmo del punzar de mis pies. ¿Cómo es que ser estudiante se ha vuelto tan cansado? Cuando entro a mi vagón, veo un asiento libre, un asiento entre un español acentuado, un acento que no es el mío. Lo he escuchado desde hace unos días ya, pidiendo instrucciones, preguntando cómo funcionan estos trenes divididos en colores. No sé si alguien en el vagón les ofrecerá ayuda de necesitarla, debido a sus ideas coloristas. Así que decidí espiar, en caso de que lo hagan.
Los miro sin mirarlos. Un pequeño color oliva y cabello rizado, retorciéndose entre los asientos, está hipnotizado por el pasar de los trenes. En frente de Back of The Yards están los vagones congelados que veo cada semana al volver a casa, vagones a los cuales nunca les había dado importancia.
“Mamá, mamá, mira la bestia, mamá.”
La bestia. Y de nuevo miro a ese niño. No lo miro, lo veo. Su cuerpo delgado, sus brazos frágiles, sus ojos verdes y su sonrisa emocionada. Un niño de unos seis años. Y de repente me regreso a primero de primaria. ¿Qué aprendí en primero de primaria? Escribir mi nombre, los colores, jugar con rompecabezas, las traes o las escondidas. No recuerdo haber oído de la bestia a mis seis años, no sé si aún seguía en la primaria cuando aprendí cómo se veía. Pero él, él sí sabía. La madre sin emoción y con aspecto cansado lo shushea y le dice que la bestia no llega hasta Chicago. Y es verdad, no llega. Y sin embargo, él está aquí, con su madre, en el tren de la línea naranja. No puedo más que pensar en los titulares que exigen su regreso, su expulsión. ¿Qué otras bestias habrán enfrentado para llegar a la línea naranja y cuántas más enfrentarán para poder quedarse?
Diana Gurrola es una poeta y escritora originaria de Durango, México. Estudiante en la Universidad de Illinois en Chicago. Su enfoque abarca la poesía, las historias cortas y la no ficción creativa tanto en inglés como en español. Cada nuevo día es una experiencia, un poema, una nueva historia.
Efrén Candelaria
La Real Academia de la Lengua define “cultura” como el conjunto de modos de vida, conocimientos y grado de desarrollo de una época o un grupo. Desde esta aparente simple proposición abordamos una mirada cómplice, breve e íntima a la exhibición inaugurada en el centro cultural Puerto Rican Arts Alliance (PRAA por sus siglas en inglés), Persistencia: El rugido de los leones en la plástica puertorriqueña, que es parte del calendario de eventos para Art Design Chicago 2024, una programación cultural, artística, creativa y diversa iniciada por Terra Foundation for American Art, que busca resaltar la herencia cultural y artística de Chicago.
Esta exhibición examina y busca sentar las bases de la presencia de los artistas puertorriqueños en la ciudad de Chicago, en un periodo de casi 100 años de gestión y contribución cultural por más de una treintena de artistas de origen boricua. Lo que une a este grupo además de su identidad cultural, es que fueron formados artística y académicamente en The School of the Art Institute of Chicago (SAIC).
El curador, artista y egresado de SAIC Jorge Félix en su ensayo curatorial nos comenta el por qué de su intención, de primero documentar quienes fueron los artistas que contribuyeron a este grupo
1. Imagen de artistas, Ignacio López (Director Ejecutivo de PRAA), Jorge Félix, curador y otros invitados.
2. Imagen de la muestra y el espacio.
3. Bibiana Súarez, Serenata , 2023. Acrílico sobre lienzo.
* Todas las imágenes fueron tomadas por Efrén Candelaria con permiso de PRAA como documentación para el artículo.
y segundo, presentarnos en esta primera ronda o fragmento lo que es un amplio cuerpo de trabajo y producción cultural de 36 artistas y creadores; quienes tan especialmente contribuyeron para el desarrollo cultural de esta ciudad y del enclave sociocultural de la diáspora boricua en Chicago.
En sus palabras Jorge Felix, dice que su investigación presenta 36 artistas que vinieron a avanzar sus estudios en las artes, diseño e industria del arte a SAIC entre 1930 hasta el presente. Jorge entiende que es su responsabilidad como gestor cultural y miembro de este mismo grupo que referencia, que para poder crecer y avanzar nuestra escena cultural y más allá la de nuestra ciudad, es imperante el conocer y documentar los pilares sobre los que se fundaron y se sostiene la diversa y prolífica escena social y cultural de nuestro Chicago; y comenzar a reconocer así la vasta contribución que han tenido los puertorriqueños y lo esencial de este grupo en el desarrollo íntegro del Chicago que gozamos hoy día.
La exhibición presenta solo un fragmento de esos 36 artistas puertorriqueños educados en SAIC durante los últimos casi cien años. En nuestra conversación, Jorge señala la necesidad de avanzar y darle mayor profundidad al documento que él ha
Héctor Arce Espasas, Oda al paraíso (Bailarines), 2015. Porcelana, esmalte cromado, frutas y flores.
comenzado (con apoyo de PRAA) en Persistencia: El rugido de los leones en la plástica puertorriqueña. “Esto es solamente el cimiento y primer peldaño de un estudio y documentación, de una relación simbiótica entre Puerto Rico y Chicago y ojalá podamos avanzar aún más.” Desde sus comienzos en 2022, el proceso de gestación, planificación y puesta en escena de esta muestra ha sido arduo, largo y lleno de escollos, pero igualmente remunerante y certero. La misma presenta 15 artistas de esos 36. Felix menciona, que a pesar de ser egresado de SAIC y del éxito y fama internacional, además del prestigio que le traen a la institución muchos de estos artistas; el SAIC se rehusó a darle algún tipo de apoyo institucional o espacio para llevar a cabo esta investigación y/o presentar la misma.
Un gran acierto de esta exhibición es que resalta y enfatiza cómo a pesar de lo violento del proceso migratorio en distintos momentos históricos, estos artistas en su peregrinación formativa desde la isla hasta Chicago; comparten una misma meta, el crecimiento y desarrollo académico en las artes. Jorge Félix logra ilustrar cómo a pesar de lo convulso y extenso del proceso, todos mantienen una idiosincrasia única y categóricamente definida por su
identidad y autoconciencia como artistas puertorriqueños, a pesar de las influencias e imposiciones coloniales. Los artistas incluidos en esta entrega son: Yolanda Velázquez Vélez, Ángel Casiano, Bibiana Suárez, Brenda Torres Figueroa, César Dávila Irizarry, Cristian J. Roldán Aponte, Domingo García, Pedro Vélez, Francisco Rosado, Héctor Arce Espasas, Jennessa I. Martínez, Mara Ayala, María Luisa Penne Rullán del Castillo, Rufino Silva y Sonia Báez Hernández.
Persistencia: El rugido de los leones en la plástica puertorriqueña está abierta desde el martes 23 de julio hasta el 26 de noviembre del 2024, en el PRAA Center Gallery, la entrada es gratuita.
Efrén Candelaria es artista plástico, puertorriqueño, vive en EEUU. Fundador del proyecto colaborativo, Sobremesa Chicago. Ha trabajado en The School of the Art Institute of Chicago como Subdirector de instalaciones e instructor entre otros roles. Es fundador y director Artístico del taller de pintura y diseño Efren Candelaria Studio. www.efrencstudio.com / efren@efrencstudio.com / IG : @efrencstudio.
Sandra Treviño
E“La identidad como inmigrante que crece en Canadá no se explora a menudo en la música, sin embargo, es una parte integral de lo que hace que nuestras comunidades sean tan hermosas”. Louwop
l salvadoreño Luis Segura, conocido como Louwop, es un artista de hip-hop y empresario que destaca con orgullo las influencias culturales que han incidido en su vida.
Hoy residente en Kawartha Lakes, a las afueras de Toronto, Louwop tuvo que abandonar El Salvador junto con sus padres y hermano en 1986 debido a la guerra civil. Pero a pesar del entorno bélico a su alrededor, él dice que nunca se sintió inseguro ni en peligro. “Pero sí vi y viví muchas cosas traumáticas, como tiroteos y diferentes conflictos” aclara. “Es raro decirlo, pero forma parte de lo que era. En ‘Wam Bam’, la canción del grupo Los Poetas, canto: ‘El pueblo baila donde la luna menos alumbra, en la jungla, balaceras con ritmo de cumbia’. Así que ya sabes, los disparos y ese tipo de cosas formaban parte del ritmo de vida que nos rodeaba”. Tenía nueve años cuando huyeron.
Louwop deja correr la memoria de sus años de infancia: “Recuerdo ir a la finca con mi abuelo, y correr por los campos de maíz, y subirme a los árboles y comer mangos, guayabas y cualquier fruta
que quisiera. Recuerdo ir a la tienda de la esquina y jugar fútbol bajo la lluvia con mis primos. La infancia siempre fue hermosa. Tengo buenos recuerdos de esa época, los recuerdos de un niño de nueve años, las reuniones familiares, con cumbias y rancheras de fondo. Y al mismo tiempo, cuando nos íbamos, recuerdo haber escuchado la música de ‘Breakers Revenge’ de Beat Street y ver a los chicos mayores de mi vecindario bailando break dance”.
La música se convertiría en una parte importante de su vida. Cuando huyeron del país, Louwop ya era aficionado al rock, a grupos como Guns ‘N Roses. Le gustaba el hip-hop, especialmente el de la Costa Este de los noventa, por lo que no es de extrañar que se enfocara en el género. Empezó a compartir sus letras y su ritmos de rap en micrófonos abiertos, integrándose a la escena underground de hip-hop en Toronto. Llegó a formar parte de varios proyectos hasta destacarse como solista bajo el nombre The Dirty General/Louwop, lanzando grabaciones como Warning Shot, The Great Escape y The Spic Who Sat By The Door.
Más tarde, fue cofundador e integrante de Los Poetas, un grupo que mezclaba sin esfuerzo el hip-hop y los ritmos latinos, con guiños a cada una de sus influencias culturales. En algún momento, el grupo decidió visitar El Salvador y Guatemala para grabar uno de sus discos. Louwop recuerda con cariño esa época, y cómo a través de aquel álbum encontró el camino de vuelta no sólo a su país natal, sino a sí mismo. Tenía casi veinte años de no regresar a El Salvador y esta experiencia le dejó ver más de lo que esperaba.
“Este viaje me permitió conectar, sumergirme y ver, incluso, cómo nuestra cultura indígena no está siendo representada y acogida. Me hizo preguntarme por qué y sumergirme en todo eso. Hasta entonces, sólo había hecho música en inglés con algunas palabras en español aquí y allá. Con Los Poetas, me permitió trabajar cosas en español y cuando fuimos a El Salvador y Guatemala... toda esa experiencia dio lugar a este proyecto (La Ofrenda)”. Aunque, lamentablemente, Los Poetas no continuaron juntos, aquella experiencia permitió a Louwop concentrarse en su música. Me dice que fue “un despertar y un deseo intensificado de conectar con mis raíces a través de la música y las palabras. [...] Me dio tiempo para reflexionar”.
Como inmigrantes e hijos de inmigrantes, cada uno de nosotros tiene una perspectiva única de la experiencia de la migración y sus efectos, por lo que podemos empatizar y dar cabida a otros que comparten historias similares. A través de conversaciones y profundizando en nuestras experiencias compartidas, podemos descubrir oportunidades de transformación y curación de los miedos
y traumas generacionales que suelen acompañarnos.
“Somos historias apiladas sobre historias. Viajeros que se desenredan, revelando capas de dones, alegrías y dolor. Somos los alquimistas que hacen algo de la nada. Transformándonos en grandeza”, escribe Louwop en redes sociales mientras trabaja en una canción titulada “Ghosts”, de su álbum La Ofrenda.
La canción surgió cuando Louwop invitó a Cheko7, artista salvadoreño afincado en Toronto, a su estudio de grabación. Los dos empezaron a compartir sus experiencias. Louwop dice: “Enseguida empezamos a hablar de la guerra y los traumas y de todas esas cosas, ya sabes, de nuestros padres, de crecer aquí y de cómo vemos las cosas de forma diferente. Y empezamos a desentrañar todo eso, esos traumas y las cosas sobre las que nuestros padres temen hablar. Y ahí es donde entramos nosotros, porque somos esos chicos con esa intriga de decir ‘ahora vamos a abrir esta cosa aquí para ver qué está pasando, y por qué, y cómo lo curamos con música y danza’”.
La canción “Ghosts” se describe como “una expresión de las fuerzas invisibles e inquietantes que nos animan en la diáspora. Aunque todos tenemos nuestros propios fantasmas, podemos compartir el mismo embrujo, y juntos dar sentido a lo espeluznante. Es una canción nacida de una profunda necesidad de curar las heridas transgeneracionales que nos persiguen a través de la migración”. También se inspira en la canción “Soul Sacrifice” de Santana, donde los sonidos parecen despegar al final, como en un aire de sesión espiritista.
Louwop se tomó su tiempo para recopilar sus pensamientos y
materiales para La Ofrenda, revelando durante el proceso, la esperanza y nuestra capacidad de transformación. El álbum contiene 10 canciones e incluye colaboraciones con artistas como Cheko7, David Ariza y su hija Baia Lyric, que aparece en la ensoñadora canción “Home”.
Louwop confiesa que no fue fácil. “Por un momento, fue difícil encontrar motivación, animarme o averiguar cómo iba a hacer esto. Fue entonces cuando conocí a David Ariza, que ha coproducido todo el álbum”. Louwop se deshace en elogios hacia Ariza y su dominio de la música. “Tiene un talento increíble. Nos sentábamos juntos y él escribía la música, yo escribía las letras, grabábamos y ¡boom! Así empezó y continuó el proceso”.
La Ofrenda comienza con una canción titulada “Frijoles”, como agradecimiento por todas las bendiciones de la vida. “Frijoles” es parte de un dicho que se escucha a menudo entre las familias latinas, especialmente de un padre a un hijo cuando ese hijo pide pasar por un restaurante de comida rápida. Significa “no pidas nada porque hay comida en casa”, básicamente, “hay frijoles en la casa...”. Es una de varias frases que los padres parecen disfrutar universalmente.
La Ofrenda contiene un total de 10 canciones con temas como la
inmigración, la dignidad, la supervivencia, el amor y la comunidad. Sus palabras son potentes y juguetonas, critican y empoderan. Las acompañan el hip-hop, la cumbia, el rock, el house y el folclore, entre otros estilos. La canción “No soy de aquí, no soy de allá”, por ejemplo, empieza con la charanga mientras Louwop continua con hip-hop y rapea sobre el “no pertenecer,” un himno para aquellos que se sienten atrapados en un punto intermedio.
El disco continúa con canciones como “Mala Maña”, una cumbia para bendecirnos unos a otros al bailar juntos, alejando la mala vibra mientras se limpia el alma. “Las cumbias para mí son fiestas, navidades y reuniones familiares” dice Louwop. Recuerda que, durante aquel viaje con Los Poetas, asistió a una ceremonia donde presenció el acto simbólico de fumar puros y ofrecer ron como ofrenda, similar a la clase trabajadora que celebra el final de la semana laboral, con una copa o fumando. “La gente puede decir ‘eso es mala maña’ refiriéndose a un trago o un cigarro, pero es nuestra forma de curarnos y celebrar que hemos superado la semana”, afirma.
Le pregunto qué piensa de la situación actual de la inmigración. “Sigue siendo lo mismo, en el sentido de que, en mi caso, tuvo que ver con la guerra civil en El Salvador y nuestra familia se vio amenazada, así que tuvimos que irnos. Por mucho que ocurriera entonces, sigue ocurriendo ahora con otras personas, así que creo que no ha cambiado. Siento que la migración es un resultado continuo de la colonización y de los poderes que existen en nuestros países, donde la gente es lo último de lo que hay que preocuparse y por lo que se crean circunstancias que nunca son favorables.”
“Parece que siempre tenemos que ir a esa rebusca, ya que somos sobrevivientes y tratamos de encontrar maneras de sobrevivir y de prosperar, y sigue siendo así” afirma. “Creo que, aunque en aquel momento probablemente no era algo que mis padres quisieran hacer o tuvieran miedo, creo que fue una bendición, porque a través de ello estuve expuesto a todas estas otras culturas aquí en Canadá, en Toronto. Yo crecí escuchando música, tal vez música a la que no habría estado expuesto en El Salvador. Tampoco hubiera conocido a
mi esposa, ni tendría lo que tengo ahora. Creo que es una bendición disfrazada”.
La Ofrenda es no solo un álbum lleno de canciones, sino un regalo palpable de arte que Louwop ofrece al universo como símbolo de gratitud. Es una expresión multicultural e intergeneracional de las dificultades y triunfos experimentados como inmigrante, entrelazada en una oda al hip-hop y a los ritmos de Latinoamérica y más allá. Es la poesía de Louwop en su forma más pura y a la vez experimental. O como él me comenta: “Es como el empoderamiento musical que me hubiera gustado escuchar de niño”.
La Ofrenda nos revela la esperanza y nuestra capacidad de transformación.
Sandra A. Treviño es periodista de la ciudad de Chicago, dedicada a explorar, difundir y facilitar un espacio para la cultura y las obras creadas por artistas independientes, del underground y escenas alternativas. Escúchala en la radio en su programa Enchúfate, cada segundo y cuarto viernes de 16:00 a 18:00 por Lumpen Radio (105.5FM, WLPN-LP, Chicago). @sandritatrevino
Catalina María Johnson
HForma de mis pensamientos, sonar de una madre patria
De la terrible conquista Ibérica-transatlántica
Que me da el decir, me funda… Fragmento de la canción: “Hispano”
a transcurrido una década desde que Lila Downs, Soledad Pastorutti y Niña Pastori se unieran para grabar el álbum “Raíz”. Ese disco fue galardonado con el Latin Grammy en 2014 por Mejor Álbum de Folk y nominado a Álbum del Año (Latin Grammy) y Mejor Álbum de Pop Latino (Grammy 2015).
Las trayectorias de dichas artistas han sido brillantes desde sus inicios. Referentes internacionales, son las máximas exponentes de fusiones contemporáneas que parten del legado musical que cada una representa. La mexicoamericana y mixteca,
Lila Downs, nos ha brindado un canto potente que centra la música méxicana raíz; Soledad es voz emblemática del folclore argentino, y Niña Pastori, reconocidísima cantaora de un flamenco dulcemente teñido de pop.
Felizmente, el año actual, coincidieron de nuevo en el estudio estas magnas divas para grabar “Raíz, nunca me fui”, EP que consta de cinco canciones. La producción incluye tres temas seleccionados por las artistas de sus grabaciones en solitario, además del clásico tema de Maria Elena Walsh, “Todo Cambia” y una canción inédita, “Tan Bonito”.
Tuve el placer de entrevistarlas por zoom cuando se encontraban juntas en la ciudad de México. Centré nuestra conversación en cuanto a la inclusión de la canción “Hispano”, ya que en este país, frecuentemente se evita el uso del término, por ser vocablo controvertido que pone en primer plano una conexión con España y pareciera invisibilizar antecedentes culturales esenciales de nuestra herencia indígena y africana.
Compuesto por el argentino Jorge Vandemole, el tema lo eligió Soledad. La artista indica que la letra de “Hispano”, para ella, “...marca una reconciliación
constante con lo que somos, nuestra herencia, nuestra historia”. Lila añade una aclaración para Niña —quien comenta que desconoce la controversia en torno al uso de la palabra. Explica Lila, “El idioma español representa una imposición con respecto a los idiomas indígenas, porque se prohibieron por mucho tiempo, cientos de años. Incluso mi madre me cuenta que era prohibidísimo para ella hablar su primer idioma, el idioma mixteco, en la escuela”.
También Soledad expresa su perspectiva, “Por mi caso, yo soy descendiente de los barcos. Porque nací en Argentina, pero todos mis bisabuelos son italianos.
Entonces, ahí está esta riqueza y esta manera de ver la vida de cada uno. Este disco es un gran ejemplo de cómo tres culturas diferentes pueden converger”.
A la par, Lila aclara: “El arte tiene la belleza de ser interpretado libremente. Hace diez años, no hubiera querido cantar un tema así, pero ahora lo considero necesario para la unión. El idioma español, aunque representa una opresión histórica para nuestros idiomas indígenas, también es una herramienta de conexión y resistencia.”
De nuestra conversación, me queda la reflexión que las líneas divisorias y las fronteras que creamos entre las palabras y los países, por útiles que sean para crear categorías y motivar ejércitos, reflejan los lindes de lo que vamos entendiendo. Como lo dijera el lingüista Wittgenstein, “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”.
Porque a final de cuentas, en cuanto a nuestra identidad, ¿dónde finaliza un elemento que la define y dónde comienza otro? Y respecto a la música, la cumbia —género que también va representado en el EP— ¿en qué parte de sus ritmos deja de ser el cumbé de Guinea que fuera cuna de su origen?
A los quinientos y pico de años de la colonización, sin hacer caso omiso de los terribles estragos que causó, también podemos reconocer un legado que nos permite comunicarnos con los habitantes de 21 países. Nuestro idioma ofrece una perspectiva única del mundo, y de alguna manera, un apoyo al identificarnos en este país en contraste con el anglo sajón.
Y por la tanto, aquí seguimos de este lado de la frontera, con la esperanza de materializar la predicción de la canción, “Hispano”,
Ya saldará nuestro idioma sus dos deudas con la historia
Pedir perdón tras los mares y aquí guardar la memoria.
Catalina María Johnson es miembro del consejo editorial de Contratiempo, escritora y locutora/productora de Beat Latino ( beatlatino.com), programación radial para estaciones de radio pública a nivel internacional, donde también pueden encontrar ejemplos de la música mencionada.
CHema Skandal!
Las paredes son la imprenta de los pueblos - Rodolfo Walsh
Con el mismo espíritu con el que los zinesters crean sus publicaciones independientes, la gente ha estado utilizando la piel y los huesos de la ciudad para amplificar sus voces.
Este ensayo fotográfico es una colección de graffitis, stencils, paste ups y principalmente stickers en calles, espacios y transporte públicos abordando acontecimientos vigentes de diferentes ciudades, como la violencia en Palestina, Congo, Yemen, Puerto Rico y Chiapas. Todas las fotografías fueron tomadas con un teléfono inteligente desde aproximadamente a partir del 11 de octubre de 2023, hasta agosto de 2024 en diferentes vecindarios de Chicago (Downtown, Wicker Park, Humboldt Park, Avondale, Logan Square, Bridgeport y Pilsen) y en un par de ciudades más en Estados Unidos y México.
CHema Skandal! es un artista gráfico a quien cada vez le sorprende más el mundo. Su trabajo se inspira en diversos aspectos de la sociedad y el misterio que aún existe en el universo.
Esmeralda M. Guerrero
De este lado de la frontera, los medios de comunicación han anunciado con sorpresa y orgullo la noticia de que el pueblo mexicano ha elegido a Claudia Sheinbaum para gobernar a su país. Sorprende, porque históricamente se ha considerado a México como un país donde el machismo es palpable en cada uno de sus ámbitos sociales.
Quienes estamos observando el circo en el que se ha convertido la política estadounidense, esta elección presidencial en México aparenta un poco más de sensatez. Pero, como dicen por acá… “hold your horses”, es decir: a ver, preguntemos a quienes están viviendo del otro lado, si es que es tan alentador como parece.
En esta entrevista a Laura Manzo, periodista mexicana, activista, escritora y editora, que ha estado siguiendo de cerca y expresando en voz alta lo que sucede en materia de seguridad, desigualdad de género y otros temas de importancia, le hicimos algunas preguntas al respecto:
Contratiempo: ¿Qué significa para México, que el país vaya a tener su primera mujer presidenta?
Laura Raquel Manzo: Significa muchas cosas, pero dos en particular. Actualmente en el mundo, solo 26 países están dirigidos por una mujer. Si en 2024 existen 195 países, México pasa a la historia como uno de los primeros en conseguirlo. Y por
el otro lado significa, lo que sabemos cuando las mujeres llegan a puestos de poder: representación no significa cambio significativo para el resto de las mujeres. El hecho de que Sheimbaum sea presidenta no elimina de un día para otro la violencia de género física, psicológica, laboral, sexual y financiera que el sistema patriarcal sostiene; y tampoco en automático ofrece las mismas oportunidades para todas. De hecho, de los países latinoamericanos, México es de los que más lento ha avanzado en el cierre de la brecha de género que mide el Global Gender Gap Report elaborado por el World Economic Forum cada año, desde 2006. Argentina y Chile han avanzado más aprisa que nuestro país, en el rubro de oportunidad y participación económica.
CT: ¿Qué es lo que Claudia Sheinbaum está heredando en temas de desigualdad de género en México?
LRM: Hereda un país en el que diariamente matan a 11 mujeres por el hecho de ser mujer. Un país en el que la participación laboral de las mujeres es de 47% frente al 76% de los hombres; en el que las mujeres le dedican 39 horas a la semana al trabajo no remunerado frente a 11 que le dedican los hombres. Un país en el que este sexenio que termina, las personas que no tienen acceso a salud pasaron de ser 20 a 50 millones, y de acuerdo al CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación para la Política de Desarrollo Social), son las mujeres, las niñas, las personas indígenas o con alguna discapacidad las más afectadas. Hereda acciones como la reducción del presupuesto en temas de salud, por ejemplo, cáncer de mama. El gasto pasó de 1 mil 995 millones de pesos en 2018 a 170 millones de pesos en 2021, un recorte del 93%, mientras que el número de tratamientos pagados pasó de 7 mil 400, a dos mil 500. Mientras que el cáncer cervicouterino tuvo 300 millones de pesos en 2018, pero solo 15 millones en 2021.
CT: Y ¿Qué acciones concretas comenzarían a disminuir los problemas de desigualdad de género?
LRM: Un programa intersecretarial con perspectiva de género, no únicamente esfuerzos aislados de parte de algunas secretarías o solamente del Instituto Nacional de las Mujeres. Yo esperaría que la primera presidenta hubiera creado una Secretaría de las Mujeres, pero hasta ahora no ha sido el caso, y ha dejado el tema en manos del INMUJERES, que es un órgano que depende del Poder Ejecutivo, y que trabaja para crear una cultura de igualdad, pero las necesidades van mucho más allá de crear una cultura.
Existe en el Senado, desde 2020, un proyecto para la creación del Sistema Nacional de Cuidados en el que se contempla un apoyo económico a quienes realicen tareas de cuidados, teniendo el Estado la tarea de promover la corresponsabilidad entre mujeres y hombres pero también junto con la comunidad, el mercado y el Estado, en las actividades de cuidado.
Sheinbaum hereda de sí misma, es decir de su paso por el gobierno de la CDMX, la dañada relación con los grupos feministas, con los cuales rompió al poco tiempo de asumir como jefa de gobierno, y tras el desdén que el presidente mostró ante las marchas feministas, cercando Palacio Nacional con vallas y argumentando que las marchas eran promovidas por los conservadores. Sheinbaum no hizo ni declaró nada al respecto.
CT: Tú como activista feminista, ¿Tienes esperanza de que Claudia Sheinbaum pueda equilibrar la balanza de género en México?
LRM: La esperanza no se pierde; falta ver las acciones, aunque fuera del experimentado equipo que ha nombrado para su gabinete, no existe nada tajante y radical en términos de balanza de género que nos indique que vaya a hacerlo.
CT: ¿Cuáles son las propuestas relacionadas con el tema de igualdad de género que Claudia Sheinbaum ofreció durante su campaña?
LRM: Reiteró recientemente su compromiso por el Sistema de Cuidados*, prometió ayuda económica a las mujeres de 60 a 64 años. En temas de violencia, propuso abordar el problema desde un enfoque de prevención y promoción de la denuncia, así como dar seguimiento a los procesos de impartición de justicia, y tipificar el delito de feminicidio a nivel nacional. Con esta medida, cada asesinato de una mujer sería investigado como feminicidio. Prometió abogadas mujeres en todos los ministerios públicos, además dijo que impulsaría reformas que propiciarán el reconocimiento de todas las mujeres independientemente de su condición socioeconómica, cultural, laboral o territorial.
CT: ¿Qué gana el país al haber elegido a una mujer presidenta?
LRM: Fuera de la representación e inspiración para las niñas, nada. En México no se ha demostrado a través de las gobernadoras de los estados que han sido mujeres, que han tenido un mejor desempeño que los hombres, y honestamente, no es que la vara esté muy alta, todo lo contrario. Hay casos desastrosos como el de Guerrero, en el que gobierna Evelyn Salgado Pineda, del partido Morena, además hija del senador Felix Salgado Macedonio, quien no pudo contener ese puesto dado que fue acusado de violación, pero que logró colar a su hija, que ha tenido un desempeño reprobable, actualmente el estado de Guerrero se hunde en la violencia y en la corrupción.
Laura Raquel Manzo es Licenciada en Ciencias de la Comunicación y tiene una maestría en Negocios en Internet, ha sido editora de medios impresos y digitales. Su trayectoria, de más de 20 años, incluye el lanzamiento y regionalización de la revista InStyle y el portal de noticias The Huffington Post para ediciones mexicanas. Además, Laura fue directora editorial de la revista Quién, y condujo a lado de Leonardo Kourchenko la Segunda Edición del Noticiario en XFM 92.1. Ha participado en diferentes foros, entre los que destacan Forbes Mujeres Poderosas y Women’s Forum for the Economy and Society.
Actualmente es Chief Content Officer en Dalia Empower, co-conduce el podcast semanal La Burra Arisca, y colabora para distintos medios como El Universal, Opinión 51 y Vogue.
Esmeralda M. Guerrero es mexicana, diseñadora de la comunicación gráfica, miembro del consejo editorial de contratiempo. Reseña y escribe sobre artes visuales. Vive en Chicago con su esposo y sus tres gatos.
*El Sistema de cuidados consiste en que el Estado asuma labores de cuidados (de otros miembros de la familia, sobre todo adultos mayores), para que las mujeres puedan ir a trabajar y de esta forma, puedan tener una autonomía económica.
La X destaca en la diagramación de este libro que reúne la obra poética de autorxs que de una forma u otra conectan con la compleja herencia de la lengua española en los Estados Unidos en estas primeras décadas del siglo XXI. X es el signo de la incógnita algebraica o de indeterminación o la letra que algunxs rechazan al verla en la palabra Latinx, disque impronunciable en la lengua de Castilla, cuando sabemos que en realidad la pronunciamos todo el tiempo en sus distintas variaciones desde el xilófono (/s/), pasando por la experiencia (/ks/) y arribando a lo mexicano (/x/). Y aunque om ulloa, editora de la colección junto con Maya
Compilación/ Edición de om ulloa y Maya Piña
Margarita Saona
Piña, haya declarado en su entrevista con Pedro Pablo Marín de Xochipilli Podcast que la palabra del título se pronuncia con “o”, “expuestos”, y que la X es solamente parte de la composición visual del libro, propongo que en realidad esa grafía materializa el sentido de hibridez de esta colección, más allá del género gramatical masculino o femenino o los esfuerzos de crear un lenguaje inclusivo.
Lxs veinticinco poetxs reunidxs en eXpuestXs no fueron seleccionadxs por un estilo común, ni por pertenecer a una misma generación, ni por venir del mismo lugar de origen ni por haberse asentado en la misma ciudad de los Estados Unidos.
Por ello ulloa rechaza la categoría de antología para este libro, aunque lo sea, si nos atenemos a la idea de un conjunto de obras escogidas. Estas son, de hecho, obras selectas. El hilo conductor para esta selección es el abierto carácter experimental de las obras, su hibridez, un algo en ellas que las hace inclasificables, indeterminadas, tan enigmáticas como la misma X. Una sentencia de Wallace Stevens guía la lectura de esta colección y se explicita en la página de agradecimientos: “All poetry is experimental poetry” (p. 325). Pero algunos poemas son más experimentales que otros y no toda experimentación experimenta de la misma manera.
En la mayoría de los casos lxs poetxs crean a partir de los espacios de hibridez que habitan, destruyendo la comodidad de las estructuras binarias, el ser de aquí o de allá, hombre o mujer, dominante en español o en inglés, por nombrar las más obvias. Encontramos en la colección, por ejemplo, a River Coello, de origen ecuatoriano, mezclando quichua, inglés y español, invocando a entes del ande, deidades como el cóndor y la serpiente, junto a las moscas y cucarachas escatológicamente presentes en Ximena Gómez Becquet. Sorprenden los juegos matemático-lingüísticos de Pedro Poitevin, abundantes en retruécanos y palíndromos. Sorprende la desafiante ortografía de Üatibirí, “fokin disni üorld”. Sorprende el ritmo de cada uno de los poemas de Luis Tubens, uno de los fundadores de Slam Diáspora en Chicago. Sorprende la lúcida mexicanidad del inglés en los poemas de José Olivarez.
Sospecho que la resistencia de las editoras al término “antología” viene de cierta aversión al género que ha intentado diseminar la producción en español en los Estados Unidos recurriendo a títulos (o subtítulos) como “Poesía cubana de los 90” o “15 escritoras latinas de Chicago”. eXpuestXs a lo experimental justamente busca evitar la reificación que resulta de tales iniciativas que, sin querer, sitúan a
obras y autorxs en categorías estanco, lejos de la experiencia vital de crear en una lengua minoritaria desde una primera, segunda o tercera generación de migrantes.
Este volumen publicado por El Beisman, editorial dirigida por Maya Piña, lleva además, en su materialidad, las marcas de la hibridez. La imagen de portada, bajo un fondo color salmón, muestra el perfil interno de una cabeza y torso humanos asentados sobre lo que podría ser un abrelatas. Esta herramienta parece servirle de piernas a este cíborg, mezcla de lo orgánico y la tecnología. Un insecto de palito, al mismo tiempo proporcionalmente enorme y sutil, repta entre esas piernas metálicas. La diagramación misma de los textos refleja el espíritu irreverente de la poesía de ulloa con respecto a la ortografía y los signos de puntuación. Salpicados entre los textos encontramos curiosas ilustraciones que resultan sugerentes, nunca explícitas: un carrete de hilo, algún mapa mundi invertido dentro de un gráfico mayor, calaveritas de azúcar, cuerpos humanos y no humanos intervenidos por herramientas de la vida cotidiana que nos conducen a un imaginario posthumano.
Estar expuesta a este libro es un regocijo, una invitación a adentrarse en la vitalidad y diversidad de la producción literaria de esta “’herencia hispana’
(whateverthatmeans)” (ulloa, p. 17). eXpuestXs a lo experimental es muchas cosas, pero sobre todo es una fuente de poesía de primera reunida en un solo volumen. Creo que será también una referencia importante para quien quiera saber acerca de la producción literaria en los Estados Unidos a principios del tercer milenio.
Margarita Saona vive en Chicago desde hace más de dos décadas y enseña literatura y estudios culturales en la Universidad de Illinois. Es la autora de Novelas familiares: figuraciones de la nación en la literatura latinoamericana (Rosario, 2004), Memory matters in transitional Peru (Londres, 2014), y Despadre: Masculinidades, travestismos y ficciones de la ley en la literatura peruana (Lima, 2021). Ha publicado tres libros de ficción breve: Comehoras (Lima, 2008), Objeto perdido (Lima, 2012) y La ciudad en que no estás (Lima, 2020). También ha publicado el poemario Corazón de hojalata/Tin heart (Chicago, 2017), con una edición de Intermezzo Tropical en 2018 y un ensayo sobre los efectos de las intervenciones quirúrgicas en la subjetividad, De monstruos y cyborgs (Lima, 2023; Chicago, 2024). Sus memorias, Corazón en trance: Bitácora de una sobreviviente saldrán publicadas próximamente por la editorial Peisa.
Del taller de poesía y composición literaria de contratiempo, dirigido por Nancy Morejón el 21 de Abril del 2024 como cierre del festival internacional de poesía “Poesía en Abril” en la ciudad de Chicago.
Esta composición en verso surgió de un ejercicio de escritura grupal y espontánea, en el que se combinaron elementos intuitivos con técnicas del surrealismo para dar como resultado un atisbo a la realidad inconsciente y las formas no verbalizadas, del grupo de talleristas que estuvo conformado por las y los poetas: Angélica Dávila, Alma Lopez, Ángela Vance, Crystal Vance, Victor Ortíz, Margarita Saona, Philippe Tapon, María Cristina Garner, Andrés, Facundo, Sol R., Gilbert Valderrama, José Bono, Elizabeth Narváez, Claudia Cisneros, y estuvo coordinado por Miguel Marzana y dirigido por Nancy Morejón.
Una mujer en cuclillas repartía boletos para un viaje cumplió la amenaza en la mañana despertó torcida y arrastró su cuerpo al pódium
Mi cuerpo astillado y aún así me siento con alas —dijo— !Alas! a las orillas del mar
Yo sé donde estás, lo sé hace trece años pero no sé cómo llegar hasta allá un viento recio ha secado tus flores crujientes caen lento sus pétalos sobre esta tumba fría y vacía como yo
Somos la montaña y sus ríos subterráneos
¿Llegaremos al mar?
¿Sobra el sueño de ser nube?
El néctar de la tierra baja en la montaña contigo todo y sin ti nada origen de la vida clara y necesaria agua en resistencia
Caballero alunado:
Hermosa y respetable es tu locura tu voz de guardador de rebaños rey de las canícas aquello no vendrá de la distancia
No es pájaro ni estrella el nylon negro de la bolsa de basura que se transforma calle abajo en el sueño de volar que el niño crea con solo un piolin
Hoy la turbulencia sacudió mi mente e hizo que el avión de mis pensamientos colapsara
Mis miedos lloraban perdón mi ego culpaba a Dios y al piloto, herida grité desesperadamente ¡No quiero morir!
¿Y qué pasaría si te apoderaras del silencio?
El silencio es para cantar canciones en la oscuridad que permite mirar estrellas en el estado previo del brote que rompe los miedos
A lo que la mujer le preguntó a la niña ¿Hablas español?
La mujer es mamá, la mía, la tuya
La niña soy yo, la niña eres tu y ambas somos la mujer que fue la niña
Muero cada segundo que vivo pasa el tiempo el espacio dual vislumbro con el ojo abierto las profundas arrugas de mi rostro
Con lo que él perdió y aprendió se murió el amor y tristeza de las acciones lo contamina su mente como al corazón lo mató entonces se preguntó cómo y por qué muere uno solo
Es un aprendizaje constante jamás seremos plenos porque en nosotros nace aquello que deseamos ser, pero que nunca alcanzaremos
Me piden caminar pero no tengo pies a pesar de cáscaras, trozos de vidrio y rencor llegué el viento me llevó
Hasta un laberinto de manchas manchas de piedras piedras blancas y negras repetidas hasta el fondo debajo del sol que sonrie como un niño tonto.
Precisamente en los momentos en los que me siento amovible o estancada, recurro a las voces y experiencias de otras. Me di cuenta que precisamente ahí encuentro consuelo, esperanza, fuerza y un respiro. Observar y escuchar el activismo y la práctica de mujeres a mi alrededor me ha enseñado que es posible navegar esta condición actual desde un posicionamiento que privilegia la vida y no la muerte, desde prácticas resilientes. Muchas ideas y reflexiones detrás de este proyecto se nutrieron de las propuestas de otras, como las escritoras Robyn Maynard y Leanne Betasamosake Simpson, quienes han propuesto generar conexión y amistad en un mundo en crisis. El enredo funciona como metáfora para reconocer los continuos cruces entre nosotras y otros seres con los que convivimos en este mundo. Entrelazadas es una colección de
conversaciones; un ejercicio de voces en diálogo para entrelazarnos y entretejer nuestros saberes y experiencias. Las diferencias solo nos muestran que es necesario reconocer y aceptar otros mundos co-presentes.
La primera temporada de conversaciones sigue el trabajo de mujeres artistas, activistas, coreógrafas, antropólogas y escritoras mexicanas. Desde el archivo, la escucha, el cuerpo en movimiento, la ecopoesía, la especulación y el activismo podemos vislumbrar otras realidades y pensar nuestra situación en crisis. Contra los imaginarios catastróficos, sus voces convocan a activarnos desde quehaceres cotidianos. Estamos vinculadas a plantas y árboles al respirar el oxígenos que nos dan, dice Mónica Nepote; para Sabina Cruz de la Cruz hablar y enseñar su lengua madre es resistir ante la maquinaría de la colonización cultural y lingüística; Irmgard Emmelhainz nos habla de la bacteria intestinal sin la cual no podríamos digerir y cómo estamos interrelacionados con otros diminutos seres; Valeria Mata conversa sobre los alimentos vivos que actúan dentro de nosotras, que tienen agencia; los sonidos y el dibujo en el cuerpo en movimiento son guías en la práctica de Galia Eibenschutz para sensibilizarnos como seres en relación; Dahlia de la Cerda aboga por un feminismo que ponga también al frente la agenda
de las desposeídas; rituales y danzas para desacelerar nuestro ímpetu productivo con Sandra Sánchez; saber con el cuerpo es la práctica de Michelle Sáenz Burrola; pensar otra definición de justicia y la lucha por los derechos de mujeres indígenas de Fátima Gamboa; Vivian Abenshushan nos habla de otras escuelas por venir, de más descanso, acompañamiento y creatividad.
Sus voces, sus prácticas, son actos de resistencia frente al malestar y funcionan metafóricamente como brotes en un camino pavimentado; pequeños tallos que se extenderán en hojas, sus raíces conectadas unas con otras. Proponemos esta serie como un lugar de encuentro y para visibilizar las alternativas estéticas y políticas ante una violencia extractiva y neocolonial. Juntas indagamos nuestro momento desde distintos lugares, posturas y perspectivas, encontrándonos en prácticas situadas, amistosas y colectivas.
Cada segundo y cuarto martes del mes, se transmiten por Lumpen Radio las conversaciones que Andrea ReedLeal, miembro del comité editorial de Contratiempo e investigadora, tuvo con diez artistas, activistas y escritoras mexicanas.
¡Escúchanos en Contratiempo Radio en Spotify Podcasts!
CHICAGO, IL., OTOÑO 2024
NÚMERO 156
CONSEJO EDITORIAL
Andrea Reed-Leal, Catalina María Johnson, CHema Skandal!,
Esmeralda M. Guerrero, Margarita Saona, Miguel Marzana, Sandra Treviño, Stephanie Manríquez, Meztli Yoalli Rodríguez Aguilera
DISEÑO
Esmeralda M. Guerrero
AUTORES
Soledad Álvarez Velasco, Katalyn Solís, Alejandra Oliva, Kari Lydersen, Sebastián Hidalgo, Diana Gurrola, Efrén Candelaria
TRADUCCIÓN
Andrea Ojeda
ARTE Y FOTOGRAFÍA
Víctor Espinosa, CHema Skandal!, Diego de la Rosa, Akito Tsuda
PORTADA
Pável Zayas
IMPRESIÓN NERO Ink www.neroink.net
ENVÍO DE TEXTO E IMÁGENES info@contratiempo.org
SOBRE LA REVISTA, PUBLICIDAD O SUSCRIPCIONES info@contratiempo.org
VISÍTANOS contratiempo.org | issuu.com/contratiempo |
contratiempo contratiempochicago
DIRECTORA EJECUTIVA CONTRATIEMPO NFP
Stephanie Manríquez
JUNTA DIRECTIVA
Alex Chávez, Brenda Hernández, Emmanuel García, Esmeralda M. Guerrero, Fernando Olszanski
PRODUCCIÓN AUDIOVISUAL
Charly García
COORDINACIÓN DE MEDIOS SOCIALES
Brenda Azueta
© contratiempo nfp (312) 620 3314
La revista contratiempo es una publicación que se imprime y distribuye trimestralmente en Chicago contratiempo.org
Contratiempo is grateful for the past and present program support of The Field Foundation of Illinois, National Association of Latino Arts and Culture, The Robert McCormick Foundation, Chicago Park District, the Richard Driehaus Foundation, the Illinois Humanities, the Illinois Arts Council, the Gaylord & Dorothy Donnelley Foundation, the Poetry Foundation, the City of Chicago Department of Cultural Affairs, the MacArthur Foundation and individual, institutional and corporate donors, as well as the contributions of writers, artists and volunteers who make our publishing and presenting work possible.