Contratiempo 113 • Abril 2014

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CHICAGO, ILLINOIS, ABRIL 2014

NÚMERO 113

Poesía en abril: Centenarios

Padura en Chicago H Edra Soto y The Franklin H Homenaje a Paco de Lucía


contratiempo DIRECTIVA Gerardo Cárdenas, Jochy Herrera, Moira Pujols, Rod Slemmons, Helen Valdez, Ellen Wadey Placey DIRECTORA EJECUTIVA Moira Pujols DIRECTOR EDITORIAL Gerardo Cárdenas DIRECTORA DE ARTE Olivia Liendo CONSEJO EDITORIAL Arturo Richardson, Catalina María Johnson, CHema Skandal!, Febronio Zatarain, Gerardo Cárdenas, Ignacio Guevara, Jochy Herrera, Jorge Frisancho, Julio Rangel, Luis Alejandro Ordóñez, Marco Escalante, Marcopolo Soto, Olivia Liendo, Rafael Franco, Rey Emmanuel Andújar, Stephanie Manríquez, Verónica Lucuy Alandia

ABRIL 2014 • NÚMERO 113

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omo cada abril, Chicago se vuelca sobre la poesía. Contratiempo, junto con DePaul University y muchos otros co-patrocinadores organiza su Séptimo Festival Internacional Poesía en Abril, en el que poetas venidos de otros países se unen a los poetas hispanohablantes de Chicago para una intensa reflexión conjunta sobre la poesía. El Séptimo Festival tiene como tema los Centenarios, entendiendo por ellos aquellos como los de los poetas Octavio Paz, Efraín Huerta o Nicanor Parra, o el del poema Chicago de Carl Sandburg que la revista Poetry publicara por vez primera en marzo de 1914. Nuestro dossier temático examina el legado que estos centenarios dejan sobre la poesía moderna, dentro y fuera de Estados Unidos, y va unido íntimamente a la sección Deshoras, donde presentamos obra de los poetas

que han venido de otros países a compartir con nosotros. En Mirada Cómplice examinamos el trabajo que la artista puertorriqueña Edra Soto ha desarrollado en el espacio artístico The Franklin, mientras que en Tiempo Extra presentamos un amplio abanico, que va de la poesía de Leonarda Rivera, a la reciente presencia en Chicago del extraordinario novelista cubano Leonardo Padura, al comentario político de la escritora Deisy Toussaint sobre la situación de los dominicanos de origen haitiano en República Dominicana, al homenaje que hace Catalina María Johnson a la música del recientemente fallecido Paco de Lucía. En manos de ustedes, lectores, queda este número 113, donde memorializamos el legado de la poesía que definió al siglo XX, y nos congregamos para celebrar a la poesía del siglo XXI.

FOTOGRAFÍA Arturo Richardson

Las opiniones expresadas por los escritores que colaboran en contratiempo no son necesariamente las de la revista, o de la entidad que la publica, contratiempo nfp, una entidad 501 (c)3 sin fines de lucro

La ilustración de portada es obra de Sara Morante. La artista estudió Artes Aplicadas en España y en Irlanda, y ha asistido a varios talleres de litografía de Don Herbert, en Arteleku (San Sebastián). Recibió el Premio Euskadi de obra literaria ilustrada 2012 por su trabajo en La flor roja (V. Garshín) y su dossier fue premiado con el Premio Nacional de Arte Joven 2008, categoría ilustración, del Gobierno de Cantabria. Ha ilustrado los libros Diccionario de literatura para esnobs de Fabrice Gaignautl, Señal de

© contratiempo nfp 1900 South Carpenter, Chicago IL 60608. (312) 427 5450

contratiempo is grateful for the past and present support of The Chicago Community Trust, the Richard Driehaus Foundation, the Field Foundation of Illinois, the Illinois Humanities Council, the Illinois Arts Council, the City of Chicago Department of Cultural Affairs, the International Connections Fund of the MacArthur Foundation and individual, institutional and corporate donors, and the contribution of writers, artists and volunteers who make our work possible

INFORMACIÓN SOBRE LA REVISTA, PUBLICIDAD O SUSCRIPCIONES: info@contratiempo.net ENVÍO DE COLABORACIONES: Gerardo Cárdenas gcardenas@contratiempo.net ENVÍO DE ILUSTRACIONES Y FOTOGRAFÍAS: Olivia Liendo olivialiendo@contratiempo.net VISÍTANOS EN: contratiempo.net issuu.com/contratiempo facebook.com/Contratiempo @revcontratiempo

TIEMPO EXTRA 3 Tres poemas de Leonar-

da Rivera: Música para destruir una ciudad, Contraépica [2009-08-07] y A esa hora en que todo espera a ser nombrado

7 Los suplicios

melódicos de Ricardo Muñoz Munguía Guillermo Samperio

Raúl Vacas, Los zapatos rojos de H. C. Andersen, Xingú de Edith Wharton, Los Watson de Jane Austen y Casa de Muñecas de Patricia Esteban Erlés. Ha colaborado con las editoriales Impedimenta, Nórdica Libros, Contraseña, Mundanalrüido, Nevsky Prospects, Éditions Fayard, Elkar y Backlist. Es colaboradora habitual del suplemento cultural ADN del periódico La Nación y su trabajo está presente en el campo de la publicidad.

www.saramorante.com info@saramorante.com

13 El gobierno de la palabra:

Apuntes sobre la inmortalidad Juana Iris Goergen 14 La quijada del asno

8 A ver si lo entiendo

la escritura Gerardo Cárdenas 5 Claudio Palomares

Salas: El lugar más triste para soñar o las claves de la literatura Juana Iris Goergen

Catalina María Johnson 10 MIRADA CÓMPLICE

Arte y comunidad Rafael Franco Steeves

12 Centenarios: 6 Cuentos para dormir

mal de noche Gerardo Cárdenas

y los jóvenes Malva Flores 17 Dos poetas centenarios

Del legado de los poetas Gerardo Cárdenas

22 Poemas de Ana Merino

Chirinos 24 Poemas de Manuel Vilas 25 Poemas de Reneé Acosta

Jorge Frisancho 25 Poemas de Urayoán 18 La poesía es necesaria

DOSSIER

21 Poemas de Hugo Mujica

23 Poemas de Eduardo 15 Octavio Paz

9 ¡Gracias, Paco!

Bonnett

Carlos Montemayor

Deisy Toussaint 4 El hombre que amaba

20 Poemas de Piedad

como el aire que respiro Xánath Caraza

Noel 26 Poemas de Ezequiel

Zaidenwerg

DESHORAS 19 Introducción

27 Poemas de Josefina Báez


POESÍA

Tres poemas de Leonarda Rivera Música para destruir una ciudad

Contraépica

Debo confesarles que nombré cientos de veces esta ciudad cuando no la conocía Cuando toda ella era sólo un hermoso nombre doblado en cientos de papeles Debo decirlo como si estuviera a punto de acusarla de algo muy grave o como si la fuera a dejar por siempre Y sin embargo esta tarde no encuentro el tono exacto ni el coraje suficiente para decir lo mucho que me duele el peso de su aire la extensión de su cielo cada una de sus calles Esta tarde quisiera destruirla en un acto de venganza con la furia y la fuerza de ese antihéroe que no soy

No hay nada en el interior de esta historia que otros no hayan contado Nada que el silencio no pueda atravesar con una avispa ahogada Ni verdad ni mentira que no se puedan quemar junto a esta carpa cubierta de aceite -Ciudad imantadaAlguna vez escribí que estas calles asemejaban raíces antiguas que habían salido al exterior como si la piel de la ciudad estuviera envejeciendo Pero entonces nada sabía de ella y a falta de cicatrices en el corazón me había hecho un tatuaje negro en la cintura Podríamos decir que ni siquiera sabía lo que significaba la ciudad Cómo pude entonces pretender escribir sobre ella Cómo pude levantar mi mano cuando alguien quiso nombrar mi corazón Cómo pude pensar que con un solo guante podría usurpar a los que anclan su vida en ella

Quisiera decirles a todos ustedes que el libro que la nombraba ya no existe Que ese libro escrito en trece versiones quedará inédito para siempre y cada versión será sólo un fragmento de mí retornando a la misma ciudad a veces bajo el sol de mayo otras bajo las lluvias inhóspitas de invierno Conozco la entrada a esta ciudad como quien conoce la malla que divide el vacío y sí odio esta ciudad Odio sus veinticuatro meses jaula sus quince días de octubre sus sombras que trasmutan en falsas sonrisas que cuelgan de un ala que se despliega durante todo el mes de junio Si hubiera tenido el valor suficiente la habría destruido Y junto a ella tu nombre de pocas letras habría ardido veinticuatro grados de furia Tu falso nombre Tu falsa sonrisa Pero he aquí que este personaje ha perdonado a la ciudad y te ha perdonado a ti Las palabras me han revelado un secreto: la fuerza que destruirá la ciudad emana de ella misma Las palabras me han revelado otro secreto: la fuerza que te destruirá ya está en ti desde hace mucho tiempo

LEONARDA RIVERA es Maestra en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México. Tiene dos libros de poesía publicados. Ha publicado en las revistas Crítica, Revista de la Universidad de México, Revista Punto de Partida de la UNAM, Revista de Literatura Mexicana Contemporánea, entre otras NÚMERO 113

[2009-08-07]

Cómo pude pensar que podía decidir su futuro con tres manchas de tinta Cómo pude yo que nunca arriesgué nada por nadie Cómo pude sentarme a escribir sobre una ciudad que no conocía de la que sólo había escuchado hablar Ciudad que nunca tuvo héroes ni antihéroes ni amigos ni nada que rescatar

A esa hora en que todo espera a ser nombrado Un pájaro oscuro alza su vuelo y seguro de sí mismo abre sus alas y con una sola pluma desteje a la noche haciendo que de ella broten imágenes verdaderas y nadie sabe si es el verbo el que hace que las piedras canten o si es el pájaro oscuro el que se hace piedra al perder su vuelo Y de repente todo se queda en silencio como si nos hubiéramos olvidado de nuestros nombres como si el pájaro oscuro se los hubiera comido Y sólo queda eso innombrable flotando en el centro de la noche se levanta y se detiene amenaza al viento hasta que el pájaro detiene sus alas y vuelve a ser hombre –Hermoso ovíparo ¿de qué sirven las palabras cuando el silencio ha germinado en ellas? contratiempo

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LITERATURA

El hombre que amaba la escritura Gerardo Cárdenas

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rotsky y su asesino, Ramón Mercader, se acercan a su definitivo encuentro por las vías de la radicalización y el desencanto; dos escritores cubanos, uno real y el otro ficticio, discuten desde exilios y regresos la naturaleza de lo cubano y lo latinoamericano; un judío-cubano, el gran Rembrandt, un triste detective habanero y un evasivo cuadro se cruzan en una narrativa minuciosa que cubre 400 años de historia. Estos son algunos de los argumentos que el escritor cubano Leonardo Padura (La Habana, 1955) ha desarrollado en torno de un amor por la cubanidad que él declara abiertamente, pero que es un amor por la escritura, por la historia y por la libertad. En Chicago, traído por la Universidad de Illinois-Chicago, contratiempo, el Instituto Cervantes y otras instituciones, Padura, aterido por el vórtice polar, meditando cuidadosamente los momentos precisos para salir a la intemperie y fumar, dejó perlas sobre el trabajo del novelista que acude a la historia para buscar las pistas del presente. Dos libros trajeron a Padura a Chicago: la impactante El hombre que amaba a los perros (Tusquets, 2009), que por primera vez fue traducida al inglés; y su más reciente Herejes (Tusquets, 2013). Sobre la primera habló en el Instituto Cervantes, y sobre la segunda en UIC. La clave de la reconstrucción histórica con un fin novelístico, dice Padura, es la libertad. Padura elabora complejas estructuras narrativas donde los tiempos no son nunca lineales, sino como viñetas que se contraponen en un ritmo que recuerda mucho al cinematográfico y, el propio autor lo reconoce, al de la novela negra a lo Chandler, Hammett o Himes. El hombre que amaba los perros es ciertamente una ficción minuciosamente investigada sobre Trotsky, el comunismo, la Guerra Civil española y Ramón Mercader; es una novela sobre el desencanto de la utopía socialista ante el brutal realismo de Stalin. Pero por debajo subyace la libertad, entendida esta como responsabilidad del individuo ante las decisiones que lo llevan por un camino o por otro. Este tema se encuentra especialmente vivo en Herejes, donde se cruzan el Holocausto, Rembrandt, la efervescencia de la Cuba pre1959 y el desencanto de la isla actual, en torno a la búsqueda de un cuadro y la resolución de algunos misterios. Padura insiste que ese punto de vista “es el punto de vista cubano. Pero si sólo hablase de Cuba únicamente se le daría una interpretación desde un punto de vista político, y si

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solo se escribe desde un punto de vista político este tiene que ser el de que la libertad vivía momentos especiales”. El autor se detiene con particular detalle en Rembrandt, autor del cuadro que ocupa un lugar central en Herejes. La vida de Rembrandt, dice, ilustra su planteamiento: el pintor holandés luchó arduamente por tener los medios para trabajar en libertad, compitiendo contra las opresivas figuras de Caravaggio y Rubens. Y cuando, con La ronda nocturna, rompió los cánones pictóricos de la época fue castigado y denostado por sus pares. En modo distinto, dice Padura, Daniel Kaminsky, protagonista de Herejes, vive una lucha

constante por su libertad; primero, como judío que ha visto a sus padres y hermana partir hacia el exterminio del Holocausto; luego, en su metódico proceso de cubanización; y posteriormente, en su regreso al judaísmo ya desde el exilio en Miami. En cada etapa, hay una toma de decisiones y una reflexión sobre su propia libertad e identidad. Padura insiste en que estas reflexiones, sobre temas tan universales, él las hace desde una perspectiva esencialmente cubana y latinoamericana. “Yo no sólo soy cubano, sino que soy de La Habana, y no soy sólo de La Habana, sino que soy de una parte muy específica de la ciudad, del barrio de Mantilla, donde nací, y de la casa en el barrio de Mantilla donde he pasado todos los 58 años de mi vida y donde pienso seguir”, subraya. La identidad y la libertad están a veces ligadas a ciertos momentos en la memoria del artista. En algún pasaje de Herejes el protagonista, Daniel Kaminsky, adopta esa otra pasión cubana que es el béisbol y por coherencia consigo mismo se hace fanático del Almendares, un equipo que casi nunca gana pero que tiene una feligresía irrenunciable. En la mejor temporada del Almendares, el toletero Orestes Miñoso conecta un jonrón descomunal depositando la pelota fuera del edificio donde juega la novena. Es un momento histórico, definitorio para Kaminsky de su identidad y su libertad. Padura confiesa su amor por el béisbol bajo esos mismos principios. La misma noche de su charla en UIC, en una recepción privada, Padura se lleva la sorpresa al encontrarse con el mítico Miñoso, el Minnie Miñoso del Almendares y de los Medias Blancas de Chicago. El Minnie Miñoso del batazo histórico de 1953. Sesenta años después, en una noche gélida, fuera de la magia de la ficción, pero real, tangible y dotada de su propia magia.

Gerardo Cárdenas, escritor y periodista mexicano, director editorial de contratiempo. Es autor del libro de relatos A veces llovía en Chicago.

Fotografías: Ana María Soto Superior: Leonardo Padura, entre banderas, en febrero en UIC donde habló de su novela Herejes. Inferior: Gerardo Cárdenas, Leonardo Padura y Jochy Herrera en el Instituto Cervantes de Chicago

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CRÍTICA

CLAUDIO PALOMARES SALAS

El lugar más triste para soñar o las claves de la literatura Juana Iris Goergen

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laudio Palomares posee sin duda el ‘don’ de la literatura y consigue cautivar al lector acotando lo esencial, sin caer en explicaciones dilatorias respecto a las situaciones descritas, como ocurre a menudo en la novela de nuestros días: “En el sueño de Nau había un mapa, lleno de trazos violentos y una isla. Había estruendos y acordes mezclándose constantemente entre sí, superponiéndose en una armonía pesada que convirtió a la música en un horizonte espesamente nevado”, dice en El lugar más triste para soñar (Lugar Común, 2013). El narrador va siempre al grano, describiendo personajes y acontecimientos en directa relación con lo medular del asunto, avanzando escena tras escena hasta configurar un mundo cerrado sobre el amor, sobre la música, sobre la experiencia migratoria en sus dos ejes –origen y exilio-. En consecuencia estamos aquí frente a un autor que no sólo conoce las claves de la literatura sino que además las domina a la perfección para construir y perfilar su mundo narrativo, como se muestra en este encuentro y conversación con García Lorca:

o tal vez sea mejor decir, la alusión. Esta figura aparece entonces como una figura de juego de lenguaje y presupone un destinatario/lector capaz de percibir el alcance de la alusión que reside en el cumplimiento del sentido textual. En el encuentro del protagonista con Vicente Huidobro podemos ver esta técnica, claramente ilustrada: Ayer escribí un poema y me acordé de algo que me dijiste el día que paseábamos por París (….) —Las cosas se fatigan (….) —El horizonte habla y detrás todo se fatiga (….) No sé por qué recordé aquello, pero ayer escribí un poema que buscaba decir lo mismo, que explicara cómo el amor también se fatiga y cómo el horizonte a veces llama…

Abi entiende el secreto del agua recién nacida, es ella quien lo entiende Federico, no tú, ni yo (….) Abi y tú comparten algo, Federico (…) Pero sobre todo comparten el duende. (….) Si vinieras podrías bailar con Abi algún poema o alguna bulería, y encontrar junto a ella el duende. Yo les dibujaría un olivar con un cielo hundido y pintaría una lluvia oscura con la tinta de mis manos.

Así podemos ver cómo en el plano estético, su prosa entretejida de hermosos momentos líricos, está plagada de imágenes magníficas. Para describir el origen idealizado por uno de sus personajes, dirá: “Valeria decía que México era un país tejido en un telar viejo, de siete hilos (….) Por eso los mexicanos son tan fascinantes, porque son la suma de todos los hilos del telar: el rebozo mexicano, decía Valeria”. Sacadas de su legítimo contexto narrativo, en estas imágenes encontramos valores que exceden el plano narrativo y configuran un universo poético superior a la narración misma. En esta obra, es el asombro -frente al mundo del amor multicultural, al mundo de lo plurilingüe, al mundo del exilio frente al origen, como tan o más ajeno que el mundo del exilio en un lugar ‘prestado’- lo que constituye el punto de partida. Es el hombre como niño asombrado quien mira y describe el ‘yo y sus circunstancias’ de frente y en relación con esos ejes. Ese estado de apertura frente NÚMERO 113

a su mundo —o a sus mundos— permite a sus personajes una relación con el ‘ser de las cosas’, y no una relación de dominio de las cosas que perturba el asombro, como sostiene Heidegger. De ahí la posibilidad de pasajes tan hermosos como el que sigue: Los sueños no tienen suelo, son historias sin lugar. La historia de este sueño rompió un ritmo, una membrana, lo sangró todo. Yo lo supe demasiado tarde, cuando el filtro ajado de las noches se había vuelto cobalto, como el color de algunos huracanes antes de azotar las costas (….) Fue en ese tiempo que Nau soñó este sueño y me lo contó. O tal vez fui yo quien lo soñé, no lo recuerdo bien, pero en el sueño había una mujer, su nombre era Abi y Abi era un continente.

Recreando y describiendo sus mundos interiores, esta novela confiere valor y sentido a la mirada crítica. El discurso mismo es un iceberg instituyendo lo no-dicho, la omisión

Las metáforas y alusiones invaden los signos discursivos, como si la alusión poética se hubiera hecho hombre o mujer/personaje, no obstante al descubrir todo el iceberg se nos permite desgarrar el velo al descubrir mencionada en el discurso la doble clave de los signos ‘fatiga’ y ‘horizonte’. Quiero cerrar estas notas con las palabras que usó Victoria Ocampo para referirse al autor del Aleph: “A través de su obra, no es difícil asomarse a su espíritu”. En esta novela encontraremos también la esencia de Claudio Palomares, lo mejor de sí mismo en su profunda majestad creadora.

Juana Iris Goergen es poeta, ensayista, traductora y profesora en DePaul University en Chicago. Su labor poética incluye La sal de las brujas (Betania 1997); La piel a medias (Madrid/Betania 2001); Las Ilusas; Desarraigos (Ediciones Vocesueltas, 2008), y poemas publicados en diversas antologías. Es iniciadora y co-organizadora del Festival Internacional de Poesía en Chicago: Poesía en abril. contratiempo

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Portada de El lugar más triste para soñar


CRÍTICA

Cuentos para dormir mal de noche Gerardo Cárdenas

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onfieso que soy un lector chapado a la antigua que busca en el cuento un elemento final de sorpresa y sobresalto. Reconozco la maestría de Carver y Chejov, pero siempre me inclino del lado de Poe y Borges. Mientras más me sobresalte un cuento, mientras más me sorprenda, mientras más me inquiete mayor será mi gusto por volver al texto y a su autor. Con Incidentes (Editorial Ink, México, 2013), Daniel Rodríguez Barrón logra ese punto de sobresalto, de angustia, de zozobra que deben acompañar al cuento, que le dan arraigo y sentido como género. Incidentes es el debut como cuentista de Barrón (Ciudad de México, 1970), dramaturgo, editor, periodista cultural y traductor. Barrón había ganado el Premio Alemán de Periodismo 2009 por el documental Adiós al palacio de las lágrimas, y en 2002 había obtenido el Premio Nacional de Dramaturgia Joven por La luna vista por los muertos. Ha conducido los programas televisivos Arte afuera y Homozapping dentro de rompeviento. tv, y actualmente edita una sección de entrevista en el programa Noticias del canal 22 de la televisión mexicana y coordina los Diálogos Cervantinos del Festival Internacional Cervantino. Además de Incidentes, en 2014 debutará también como novelista. En Incidentes hay un punto de maldad con que el autor confronta al lector. Las historias tienen una realidad de noticia de la sección de crímenes del diario. Los hechos son sencillos e incontestables.

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Las motivaciones internas de los personajes son otra cosa. Ahí reside la pesadilla. En “Madame Beatriz”, la protagonista recurre a un milenario y salvaje método de adivinación como un ritual de secreta venganza o despecho tras la muerte del amante; sus rituales son caros, pero el dinero es un mero pretexto o un placebo para intentar aliviar el dolor de la ausencia del amado. En “El cuento de Julia”, la banalidad de un improvisado taller de cuento surgido de un no menos banal grupo de yoga –elementos imprescindibles de toda receta del aburrimiento de la clase media urbana—nos llevan a la posible comisión de un crimen; crimen que pudo o no ser cometido por uno de los personajes, una duda que nunca despeja el autor. De nuevo, la cotidianeidad de la violencia urbana contrapuesta al horror de la indiferencia de determinados personajes ante el mal: tan culpable quien comete el crimen, sea quien sea, como quien arroja sobre los hechos una tenue capa que apenas consigue encubrirlos bajo el principio de que ciertas cosas es mejor no saberlas. Si en los cuentos antes citados la sorpresa se aparece por los vericuetos de lo criminal, en “Día de baño” la sorpresa es íntima y personal. Algo tan sencillo como un hijo que cuida de su madre anciana, y algo al mismo tiempo tan terrible como dos cuerpos derrotados, uno por la edad y el otro por la renuncia; dos cuerpos que al final se reconocen en una complicidad porque son parte de sí mismos, madre e hijo reunidos

en un punto final del viaje que emprendieron juntos. Con “En Oaxaca” el autor regresa a la temática inicial, pero plantea al lector un reto: encontrar un hilo de lógica que explique el laberinto en el que poco a poco se van perdiendo dos franceses en Oaxaca. Los motivos de su presencia en ese estado mexicano son cada vez menos importantes: lo que ocupa su lugar es la espiral de horror en la que ambos caen, donde da lo mismo quién viva y quién muera. Ambos hombres son meros pretextos para un mal que existe en la tierra, y que es más viejo que sus habitantes. Los últimos cuatro relatos del volumen –“Post-mortem”, “Primer amor”, “Última isla” y “DF”—confirman el recorrido que el autor ha ido trazando desde el principio. Subrayo el tono oscuro de relatos como “Primer amor” y “DF”, donde el ambiente es de una asfixiante espera y la resolución de brutal contundencia. Un incidente es, por definición, algo que se sale del curso de un asunto principal, pero que tiene que ver necesariamente con este último. Es decir, un desarrollo de consecuencias inesperadas, algo que está fuera de todo control. En sus Incidentes, Daniel Barrón nos deja a solas en un cuarto oscuro donde las consecuencias de nuestros trastabilleos pueden ser inocuas o fatales. Dependerá de cada paso nuestro. Gerardo Cárdenas, escritor y periodista mexicano, director editorial de contratiempo. Es autor del libro de relatos A veces llovía en Chicago

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TIEMPO EXTRA

Los suplicios melódicos de Ricardo Muñoz Munguía Guillermo Samperio

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a trama poética de Melodías del suplicio de Ricardo Muñoz Munguía (Colección Alejandro Meneses, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Dirección de Fomento Editorial, México), es el relato de las aventuras del inconsciente ante la imposibilidad de transformar lo posible en lo real, con el peligro de caer “sin red” a lo imposible, aunque esté cerca de ello. Sabemos que lo posible precede a lo real, y la literatura surge en el momento en que el Yo se transforma, de lo real, otra vez, a lo posible. De la realidad, al deseo. Lo que explica el nombre de su primera sección: “Sacrilegio de cicatrices”. ¿Y qué más cicatriz que la que deja el oficio de envejecer?, al que por suerte, el autor renuncia, en su poemario, pero que no obsta para entender: (cito) “Un temblor hace del hombre torre vulnerable/ que cruje al contacto con el frío viento de la muerte”. En toda literatura, somos testigos del modo en el que el Yo se enfrenta a su circunstancia para ejercer la equivalencia de Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mis circunstancias, y si no las salvo a ellas, no me salvo yo”. Por eso esgrime el poeta: “Escribo en medio de un cementerio… a diario crezco dentro de un árbol… soy olvido a carta cabal”. La poesía de Ricardo Muñoz Munguía, por definirla con otro de sus versos, “es alma retenida en la mirada”, y cuenta una hazaña: las peripecias y vicisitudes del yo poético para salvar su circunstancia. El drama de la poesía radica en que tiene que salvar aquello que la realidad ha desahuciado, el lado amargo de la aventura de vivir, el cual no puede perder su condición de referente. Hay que evocarlo. Evocar, se utiliza como sinónimo de recordar, pero evocar es recordar con un matiz más poético. El poder del signo evocativo debe sobreponerse a la pura memoria; porque en ocasiones la memoria es dolorosa y entonces el que evoca no quiere acordarse, el poeta vive con esta pena, pero también con esta gloria. Porque el grito es de muerte y atraviesa por la literatura en la voz del poeta que repite: “La muerte es de metal y yo lo afirmo”, él lo convierte en vida que se agolpa en palabra: “para hacer de mi página/ una mañana recién nacida” y sosegarse luego ante el solo motivo que contiene la gloria de nacer y morir: “Sólo la casa sigue limpia/ por los latidos del peral sembrado por mí/ y por mi padre y por mi madre/ al final del jardín…”. Para el poeta Ricardo Muñoz, como para todo escritor que enfrenta sus sueños a la crudeza de lo real, la memoria se vuelve un dolor, pero un dolor que atrae, por eso en la segunda

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sección intitulada “Estuario”, él mismo define su quehacer poético como “Páginas plateadas por el olvido”. En la tercera sección llamada “Plegaria por las ciudades”, el autor elige como epígrafe el fragmento de Rosario Castellanos en donde ella propone: “Arrullemos con canciones de cuna a la memoria/ y amemos esta zona devastada”. Una pregunta que me surge al leer este intenso y profundo poemario de Ricardo Muñoz: ¿es la memoria una zona de derrumbes?, pienso que sí, porque uno lleva en la vida una idea que en el momento de pensarla, de acariciarla, fue mejor, pero en ocasiones la realidad la descobija, la bloquea, y el deber del poeta es salvarla a través de la poesía, que es precisamente lo que hace Ricardo. Cada sección del libro es como un nuevo poemario. Así, la que sirve de cierre denominada: “Luciérnagas núbiles”, trae un suave erotismo enredado en sus pliegues; iguala los amantes al oleaje que se mece, dice el autor en “palabras encumbradas sobre tus pechos frescos, pozos de lumbre líquida/ de humo cierto, palpable”. Sentimos que era justo y necesario para poder decirle frente a frente al amor: “Esta noche sigue de luz, en ti, en mí”, porque el recuerdo, el puro recuerdo sin revivir, se hace duro, se seca, se vuelve almohada de piedra y lo que trata este libro es de comunicarnos qué se siente al recostarse en ella. Lo primero que acude es la noción de suplicio, pero arrullado, siguiendo la cita arriba mencionada de Rosario. Un suplicio

a voces, a ritmo lento que va por lo perdido, y se le dificulta, se le atraganta traerlo, pero no se resigna a lo que dice el refrán, “de lo perdido lo que aparezca”, sino que se hunde hasta el fondo para rescatarlo, aunque le cueste sobrellevar su peso: “Cada vez rechina más el día, al abrirse”. La mayoría de las metáforas y símbolos utilizados parten de algo amargo, que se va destilando, purificando hasta quedar en poemas que son, precisamente, las Melodías del Suplicio. Que aprietan el suplicio y lo liberan o quizás, lo celebran, como en aquel poema titulado “Reloj”, cuyos versos trazan la geometría de un reloj de arena, o como en la vivencia de la “Soledumbre”, que dibuja el poeta “a su manera, desde dentro”: sabiendo que los que aman quedan para siempre encerrados en “soledumbre”, tendidos en la geometría/ de aves en fuga. De las múltiples formas de enfrentar esto, que a fin de cuentas es el drama humano, se desprenden diversas perspectivas que van, desde el “dulce lamentar” renacentista, hasta la desesperación romántica. Tal como sintetiza Ricardo en un momento dado cuando expresa: “El corazón se me llenó de un grito…” que a fin de cuentas no ha terminado, ya que como dijo Rubén Darío: “¿Quién que es, no es romántico?”. Guillermo Samperio, escritor mexicano, ha publicado más de 25 títulos entre cuento, novela, poesía, ensayo y crónica contratiempo

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Izq: Portada de Melodías del suplicio Der: Ricardo Muñóz Munguía Crédito: Javier Narváez


COMENTARIO

A ver si lo entiendo Deisy Toussaint

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ací en Santo Domingo hace 26 años, me he criado, he estudiado y me he formado aquí; y, desde hace varios años, trabajo para el Gobierno. Siempre ando involucrada en asuntos culturales, ejerzo de periodista publicando artículos con asiduidad, algunos en otros países; también he ganado premios de cuentos y junto a otros autores dominicanos formo parte de antologías literarias. Gracias a la difusión me han empezado a solicitar en el extranjero para asistir a eventos en representación de mi país. Pero cuando voy a renovar mi pasaporte me dicen que no, porque mi apellido “afrancesado” me aleja de la nacionalidad dominicana, naturalmente pienso que se trata de un error y me pierdo varios viajes esperando con paciencia a que se aclare el malentendido pero resulta que no hay ningún malentendido. Ya no soy dominicana. Entonces, ¿qué soy? Me pregunto. He escuchado que por mi ascendencia tal vez tendría derecho a solicitar una nacionalidad haitiana. Yo entiendo que cada país tiene derecho a establecer y regular sus leyes de inmigración, es perfectamente lícito y necesario. Este país lo hizo en el 2010 con la modificación de la Constitución. Pero luego decidieron aplicarle un efecto retroactivo de ochenta años, lo que afecta a miles y miles de personas. Yo, entre ellas. Y claro, una multitud de

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reacciones internacionales condenando esta decisión obliga al Presidente a defenderse y justificarse constantemente. Un costo demasiado caro e innecesario para el país y también para su imagen personal, pienso yo, después de lo que le había costado en estos casi dos años ir ganando palmo a palmo y día a día credibilidad y prestigio. Ahora entonces se ve obligado a nombrar comisiones con los más “lumbreras” de la nación para ver si encuentran la manera de salir de este atolladero con la cabeza razonablemente alta. Eso sí, mientras un sector ultranacionalista de sangre pura, digo yo, clama por la radicalización y el destierro, y no me extrañaría que ahorita lo hicieran por el blanqueo de la raza, vaya usted a saber. Y esperemos que no se le pase a alguno por la cabeza proponer la “solución total” como se le ocurriera a un austriaco con bigote allá por los años 40 del anterior siglo. Y es que hay que estar atentos para no confundir una saludable identidad que involucre costumbres, gastronomía, paisaje o folklore con un nacionalismo exacerbado que invite a pensar que se está definitivamente por encima del resto. Pero yo a lo mío. Y como amante que soy del cumplimiento de las leyes, busco una solución por el conducto reglamentario. A ver si lo entiendo. Si ya no soy dominicana,

algo seré… ¿Haitiana? Bueno, pues sigamos pensando qué puedo hacer. Vamos por pasos: Primero, tengo que buscar una academia para aprender creole. Segundo, ir a Haití, pero como no tengo pasaporte debo contratar un guía para que me pase clandestinamente por las montañas (cruzando un río no, porque nado fatal). Tercero, dirigirme a sus autoridades para decirles que con base en mis antepasados me hagan haitiana y me entreguen un pasaporte. Cuarto, como presumo que el trámite no va a ser rápido, deberé buscar un trabajo allí (el mío en Santo Domingo lo habré perdido). Quinto, como extranjera entrar legalmente en la República Dominicana y, claro, solicitar de inmediato un permiso de residencia para residir en mi casa. Y por fin, ya sí, con mi flamante pasaporte haitiano podré representar a la República Dominicana en el extranjero. A ver si lo entiendo. Deisy Toussaint es escritora dominicana

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MÚSICA

¡Gracias, Paco! Catalina María Johnson

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través de las manos y la guitarra de Paco de Lucía, aprendimos historias divinas narradas en una lengua musical intrincada que nació en la India, viajó con los gitanos en España, y se desarrolló con vocabulario moro y sefardí ya en ese país. Reconocido como uno de los grandes innovadores del arte flamenco, Paco de Lucía comenzó a tocar a los siete años edad y al fallecer sorpresivamente en México el mes pasado, llevaba en esa labor casi seis décadas. Nació en Algeciras, el menor de los cinco hijos de Antonio Sánchez y Lucía Gomes. Adoptó el nombre artístico de Paco de Lucía en honor a su madre portuguesa (y además para distinguirse de los muchos otros ‘Pacos’ que había en el vecindario). A los catorce años de edad, ya viajaba de gira con la compañía de baile del aclamado danzante español José Greco. En manos de dicho maestro, la guitarra se volvía varios instrumentos -le extraía a ella tintineo de arpa, lamento de laúd, textura de tambor. Sus solos eran muestra de perfección artística en los que De Lucía paseaba la mano izquierda a lo largo de su instrumento con lo que fuera una tranquila y delicada fluidez, entrelazando nítidas notas y brillantes acordes, con la percusividad que añadían los golpes y rasgueos de su mano derecha. Conoció al legendario cantaor flamenco Camarón de la Isla en 1968, y con él grabó diez álbumes que resul-

taron fundamentales para el movimiento del Nuevo Flamenco. La colaboración entre ellos dio frutos hasta la muerte de Camarón en 1992. De Lucía también introdujo ritmos de jazz y rock a su música creando a la par piezas icónicas como Mediterranean Sundance con los guitarristas Al Di Meola y John McLaughlin. Ya a fines de la década de los setenta, introdujo el cajón peruano al flamenco, instrumento que hoy día se considera casi indispensable en el arte. Cuenta en entrevistas que en un tributo que le hicieron a él mismo en la embajada española en el transcurso de uno de sus viajes a Lima, Perú, descubrió el instrumento al escuchar la actuación del extraordinario percusionista afroperuano Caíto. Dice De Lucía que en ese instante se dio cuenta que el cajón era la percusión que le faltaba al flamenco. Con este instrumento, se lograba lo que no era posible con las palmas-una constancia rítmica que se sostuviera a lo largo de cada pieza y que además tuviera golpes afines al baile flamenco, ya que el cajón produce tanto un sonido agudo como el taconeo de la bailaora y al igual otro profundo que asemeja el golpe de la planta del pie. A lo largo de su vida siguió incorporando al flamenco instrumentos sorprendentes. En la gira que tuve el privilegio de presenciar en Chicago en el Symphony Hall y luego en el Festival de Música Sacra de Fes en el 2012 y 2013, respectivamente, incorporó a su conjunto a Antonio Serrano, músico que toca la armónica.

Y no le temía ni a las influencias tropicales. Esas últimas dos veces que vi a De Lucía en concierto, de encore presentó Entre dos aguas, rumba flamenca icónica de su obra, cuyo título hace referencia a la ubicación de España entre el Mediterráneo y el Atlántico. En el bis, le añadieron los músicos a la canción el clásico ritmo latinoamericano de la clave, con lo cual Paco de Lucía nos transportó desde esos mares hasta el Caribe.

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Inclusive en la música clásica tuvo su efecto de Lucía, y su versión del Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo es de las más conocidas y admiradas interpretaciones de la pieza. A través del flamenco, exploró una gran cantidad de ritmos y melodías dentro de diversos géneros musicales, pero nunca se le podría calificar a Paco de Lucía de crear fusiones flamencas. Lo maravilloso de su vida artística fue la manera en la que desarrolló ese arte tan español sin perder ni la integridad esencial del arte ni su espíritu verdadero. Esto sin duda porque pocos como él comprendían tan bien lo que dijo el poeta español Federico García Lorca respecto al ‘duende’ del flamenco: “...El duende... no es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre; es decir, de viejísima cultura, de creación en acto”. Descansa en paz, maestro. Catalina María Johnson es miembro del consejo editorial de contratiempo, escritora, locutora y productora de Beat Latino (www.beatlatino.com), programación radial para estaciones de radio pública desde México, D.F. a Berlín

Fotografías: Catalina María Johnson Ilustración: Olivia Liendo

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MIRADA CĂ“MPLICE

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MIRADA CÓMPLICE

Rafael Franco Steeves

a última vez que vi a Edra Soto fue en el Viejo San Juan, por ahí de los mil novecientos noventa y tantos, poco antes de que viniera a Chicago a estudiar en el School of the Art Institute. La comunidad artística de la Escuela de Artes Plásticas es muy activa en el Viejo San Juan, y Edra Soto se trajo esa peculiar ética de compromiso boricua cuando vino a Chicago. Una docena de años luego de su graduación, Soto y su esposo, el artista, músico y ebanista Dan Sullivan, abrieron The Franklin, un espacio artístico único en Chicago. Sin fines de lucro y liderado por artistas, The Franklin está comprometido con el desarrollo de East Garfield Park, la comunidad en la que está ubicada. Los problemas socioeconómicos de EGP son harto conocidos; drogadicción rampante, alta criminalidad, la crisis hipotecaria que ha dejado un saldo enorme de edificios clausurados en esta comunidad principalmente afroamericana de clase trabajadora. Cuando la Ciudad llamó la atención sobre este espacio artístico a través de su programa de Chicago Artist Month del Departamento de Asuntos Culturales, Soto fue nombrada curadora del barrio para coordinar alguna programación artística en el atrincherado vecindario. “La posición me obligó a mirar más allá de la norma y me ayudó a entender la realidad de mi vecindario”, le dijo Soto a contratiempo recientemente. “El diseño singular de nuestro espacio ha sido instrumental en ayudarnos a levantar nuestro perfil dentro de la comunidad”. El espacio es el patio y los interiores del hogar de Soto y su esposo. La programación de The Franklin incluye el arte performativo, instalaciones, sonido, medios nuevos, artes visuales, eventos y conferencias. Recientemente Sarah Weber presentó Honor your poets en febrero y Bare Bones, un colectivo con arte de Sarah y Joseph Belknap, Veronica Bruce, Jovencio de la Paz, Victoria Martinez, Dan Paz, Mike Kloss y muchos otros. La realidad del caso es que cualquier evento programado en The Franklin se merece una

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visita con calma. Además, los años que llevan Soto y Sullivan coleccionando arte los ha dotado de una impresionante colección permanente. Soto, cuya trayectoria la ha llevado a foros artísticos internacionales, está comprometida con obviar las líneas que separan la creación artística de la comunidad residencial y con esto ha tenido un éxito memorable.

Además de la galería, Soto y Sullivan también ganaron una de las convocatorias de la CTA para transformar la parada de la Western del ramal O’Hare de la Línea Azul de trenes. Ésta se presentará al público en el otoño del 2014. Sin duda, The Franklin se posiciona a la vanguardia de la comunidad artística latina de Chicago. No dudamos de que allí residirá por años.

Fotografías cortesía Edra Soto

Para más información sobre The Franklin, visitar la página web http://thefranklinoutdoor.tumblr.com/, acudir al espacio ubicado en 3522 W. Franklin Blvd., o llamar al (312) 823-3632.

Rafael Franco Steeves, poeta, narrador y traductor puertorriqueño, es integrante del consejo editorial de contratiempo

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CENTENARIOS

Del legado de los poetas Gerardo Cárdenas

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n 1914 el mundo se sacudía con una nueva guerra, una guerra que por sí misma cambiaría el concepto del belicismo y sería el prólogo de los horrores que siguieron en la Segunda Guerra Mundial y otros conflictos del siglo XX. En 1914, el avión y el automóvil comenzaban a adueñarse de tierra y cielo y a modificar las comunicaciones, el comercio y el concepto de distancia. En 1914 nacían Octavio Paz, José Revueltas y Efraín Huerta; Nicanor Parra y Julio Cortázar. En 1914 James Joyce publica el Retrato de un artista adolescente y, en Londres, se conocen Ezra Pound y T. S. Eliot. En marzo de 1914, la revista Poetry publica, en Chicago, el homónimo poema de Carl Sandburg. En 1914, Charles Chaplin debuta como protagonista de Making a living. En esos años, las vanguardias establecen los principios que determinarán a la literatura y al arte del siglo XX. En el mes de abril de 2014, contratiempo, DePaul University y otras organizaciones llevarán a cabo el VII Festival Internacional de Poesía Poesía en Abril y los centenarios de Paz, Huerta, Parra, etcétera son pieza central en el objetivo del evento de mantener un diálogo continuo a través de la poesía y sus poetas, y de hacerlo en español en los Estados Unidos. Para ello, nuestro dossier de abril recoge varias perspectivas: Juana Iris Goergen, poeta puertorriqueña y co-organizadora de Poesía en Abril, abre el dossier con una reflexión sobre el poder creador de la palabra a partir de los in memoriam que se nos han acumulado desde temprano en el año (Juan Gelman, José Emilio Pacheco, Félix Grande, Ana María Moix, Leopoldo María Panero); Malva Flores, desde México, hace un análisis minucioso, abierto y frontal sobre la controversia que la propia poesía mexicana, y en especial las generaciones de poetas jóvenes, viven en torno al legado de Octavio Paz; el poeta peruano Jorge Frisancho, integrante de nuestro consejo editorial, desde el Perú mira al legado de Paz, y al de otro centenario, Nicanor Parra, en busca de las claves estéticas que permitan su continuidad más allá de los homenajes; el catedrático mexicano Carlos Montemayor se centra en la universalidad de uno de los mayores poemas de Paz, Piedra de sol; y cierra la poeta mexicana y estadounidense Xanath

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Caraza, quien reflexiona sobre la poesía hispana contemporánea a través de la obra del poeta texano Tino Villanueva. En abril de 2014, impera la poesía. No sabemos si este 2014 tendrá el mismo peso sobre la literatura del siglo XXI, que sobre la del XX tuvo el 1914. Pero sabemos que la poesía hace y rehace al lenguaje y a la cultura tanto como entonces, tanto como mañana.

Gerardo Cárdenas, escritor y periodista mexicano, es director editorial de contratiempo

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EL GOBIERNO DE LA PALABRA

Apuntes sobre la inmortalidad Juana Iris Goergen

a todos los poetas, In memoriam Consideré la posibilidad de un lenguaje que ignorara los sustantivos, un lenguaje de verbos impersonales o de indeclinables epítetos. Las noches del desierto pueden ser frías, pero aquélla había sido un fuego. Borges, El inmortal.

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n los anales del Archivo de Indias, se habla de personas con el poder de “empuñar y blandir” la pluma, refiriéndose a ellos como “gobernadores de la palabra”. En las Indias del siglo XVI, gobernar1 la palabra no era un acto inocente, estos “gobernadores” estaban muy vigilados y como ha sucedido a lo largo de la historia, la palabra escrita era escrutada minuciosamente. Se puede deducir que la Inquisición entendía la escritura como un método o mejor aún, como la afirmación contundente del proceso mismo del conocimiento. De allí que fuera la condición de los poetas “gobernadores de la palabra”2, la más reprimida3. Esto continúa siendo en muchos lugares la realidad vigente. Tal vez porque por encima del celo ideológico, ese invento de la modernidad, los verdaderos “gobernadores de la palabra” se apoyan justamente en la inquietud por permanecer propia del utopista. “Gobernar la palabra” es gobernar un espacio ideal y este ‘gobernar’ no es lo mismo que ejecutar en el tiempo. La condición temporal es signo de la Historia, define la vida de los seres humanos y es escolladero de las mejores intenciones. Es a la par necesaria definición de la topía4, y esto no es el verdadero ‘gobernar’. La topía, para un poeta como Gelman o como José Emilio, o como Alfonsina o como Julia o tantos otros, no es el reverso de la utopía meramente por encontrarse en el espacio imperfecto de la humanidad; más que nada es su contrafigura, por la aceptación misma del tiempo, es decir por esa radical inserción en toda historia abocada a la muerte que sólo puede ser salvada por la inserción en la memoria colectiva. Así gobiernan los poetas la palabra, buscando con afán un buen poema, porque los buenos poemas destacan el misterio de su factura, agregando una dimensión atemporal y profunda a su existencia. Hace exactamente noventa años, en marzo de 1924, Pablo Neruda publicó sus Veinte poemas…, y allí, Puedo escribir los versos…. Hace noventa años, NÚMERO 113

y desde entonces ¿cuántas vidas incendiadas? ¿y cuántas más se incendiarán mañana y pasado mañana, y así miles de mañanas hasta el infinito? No es casual que la comunicación, palabra subestimada o estigmatizada por los discursos filosóficos represivos, esté reemergiendo como uno de los conceptos más importantes en nuestro siglo. Los ‘gobernantes de la palabra’ y los gobernantes lo han sabido desde siempre. Comunicarse con la imaginación del pueblo en el espacio emotivo e inscribir en éste figurativamente, metáforas semánticamente abiertas a diferentes registros5, u organizar en él la heterogeneidad en lo compartible, es alcanzar la inmortalidad y es gobernar —en su sentido primigenio de encauzar, de pilotear— no sólo a las palabras, sino también a la estructura del pensamiento y a la construcción de la realidad. El poeta se pluraliza en la palabra que lo trasciende. Se hace dueño del “cerca” y del “junto”, pero también se adueña del “después” y el “más allá”, gobierna el “porvenir”. Late ahí el potencial de re-descripción y re-narración de su existencia intemporal, ligada a la palabra desde los segundos de la imaginación y la articulación adscrita a la acción misma. Acción que trascenderá el tiempo de la mortalidad, funciona por similitud, rebasa premisas ideológicas y abre puertas al encuentro de culturas heterogéneas y de estratos epistemológicos. El poeta es inmortal. Amarrado a un esquema fuera de las ciencias naturales. Instalado en el espacio autonómico de las ciencias del espíritu6, lucha con el ángel como el primer Jacobo de mi estirpe, por la bendición de un poema perdurable, porque los grandes poemas son incendios que se propagan por todas partes, iluminando eternamente sus consumaciones con estremecimientos de placer o de agonía. Es desde esa otra arqueología que podemos afirmar: “no mueren los poetas, trascienden, reaparecen como entidad colectiva en la memoria de otros7, son salvados de una no-palabra, cómplice del olvido”. Todos los poetas aspiramos a esta suerte de inmortalidad. ¡Si tan sólo uno de nuestros versos lograra esto, y fuese repetido por un solo par de labios a cincuenta, a cien años de ahora, nos daríamos por satisfechos!

1 El vocablo “gobernar”(<ciber+nao) significa “pilotar la nao”, “dirigir la nave”. Su raíz griega / cib/ es la misma con que se designa la acción de “echar los dados”. El timonel era el “gobernador” (cibernauta). A nosotros nos llega filtrada por el latín “gubernare” que le dará su sentido de relación con el estado político por la afiliación metafórica del estado como “nave”. 2 Pensemos en Platón y en sus razones para aconsejar la exclusión de los poetas de la República. Havelock destaca como trasfondo latente del examen platónico que “tanto el papel de enciclopedista de la sociedad que desempeña el poeta, como la función de vehículo de la tradición cultural que cumple su lenguaje formulario, siguen estando vigente y teniendo importancia” (Havelock, E. A., Prefacio a Platón, Madrid, Visor, 1994, p. 99.) Precisamente por ejercer ese poderoso influjo normativo-educativo, el poeta tradicional se revela a los ojos de Platón como uno de los principales obstáculos para el establecimiento de la pólis ideal. Recordemos que Platón aceptaba la poesía como mímesis, su oposición era en contra del poeta tradicional, ejemplificado en Homero. 3 El castigo de renunciar a la escritura, a sus libros y a sus estudios contra Sor Juana Inés de la Cruz y las amonestaciones contra “las insumisas” poetas Clorinda y Amarilis, nos vienen a la memoria. 4 La topía es el estado de concreción conducente a la utopía y ésta a su vez es el estado conducente a la topía, término arquitectónico en el que se utiliza el espacio como hecho social. Aquí utilizado se refiere al mundo de lo concreto, el aquí versus lo utópico o quimérico por venir. 5 Las metáforas desde un punto de vista filosófico, pueden aparecer como una pérdida circunstancial del sentido, o como “un daño irreparable causado en lo esencial” (J.Derrida, Die wiese Mythologie. Wien: Passagenverlag, 1988. P.288). Desde un enfoque de análisis literario, es lo contrario, la metáfora puede dar acceso a un movimiento de experiencias sentidas por la peculiaridad del poeta y sus experiencias del actuar y del vivir en el mundo. 6 Denominado por Walter Benjamin como Geistenwissenschaften.

Juana Iris Goergen, poeta puertorriqueña, es catedrática en DePaul University

7 Como explicara Borges en su cuento El inmortal. contratiempo

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La quijada del asno Carlos Montemayor

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a cotidianidad del mal y el mágico contraste que genera con la constancia de la belleza son un tema central de “Piedra de sol” y, obviamente, de la poesía en general. El modo en que Paz articula este contraste es ejemplar. La banalidad del mal, el delirio de la historia y el horror del exterminio son aspectos definitorios del siglo pasado. La costumbre del desdeño y la obsesión por el poder marcan a la historia humana desde sus inicios. Pero también la marca el optimismo de que la conciencia humana lo puede trascender todo. El primer crimen. ¿Por qué ocurrió? ¿Por qué la violencia? Quizá, como algunos han especulado, el origen (o por lo menos uno de los orígenes) del odio y la indiferencia hacia el dolor de los otros es la noción de propiedad. No la propiedad en sí (no el hecho de tener posesiones) sino la compulsión por competir y acumular. La mayoría de la humanidad, que siempre ha vivido en la pobreza, se acostumbra a encontrar la belleza incluso en la abyección de la miseria. Esta es sin duda una capacidad divina del ser humano. Pero una vez que el ser humano prueba el poder y el dominio, es muy difícil controlar la obsesión por acumular. Paz no tiene que entrar en detalles para hacer entender al lector que estas consideraciones determinan la balanza del devenir humano. Su poema captura ésta y muchas otras disquisiciones. “La mandíbula rota entre las manos… como un trono escarlata”: señala Paz, encapsulando el claroscuro que es el universo humano; la traición, la recompensa y el apoyo divino. Sansón y la quijada del asno. Una quijada fresca para el festín de mil muertes. El cálculo asesino y compensatorio del comercio, que todos sufrimos y que deseamos distribuir. Lo nuestro que es de los otros pero que no compartimos. Lo mío que he de defender a muerte. Lo tuyo, que no mereces. Las guerras, los incendios y las amenazas mortales que imploran el reconocimiento del poeta, el narrador y el artista. Al final, todos vamos a una frontera desconocida en donde somos profundamente iguales, lo mismo: la humanidad. Pero la obsesión por el cálculo triunfa sobre esta gran verdad. A pesar de lo evidente de nuestra conexión original y final, las cuentas, las mercancías, la esclavitud y la exactitud de las cifras aniquilan de inanición a la verdad. La exactitud de las ecuaciones del mercado, su indiferencia hacia la virtud, la violencia y la ignominia. Los “sin nombre” que sufren la

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precisión de las ecuaciones son los albañiles que construyen la realidad de lo cotidiano. Convertir a nuestros ángeles en calculadoras, éste es el mayor de los crímenes. Esta es la verdad de lo cotidiano: un balance constante, un claroscuro perpetuo; la verdad, el saber inútil de que morimos muertes similares, sin consecuencia. En los rincones en donde manda la tortura, siempre grita de pronto la verdad, la justicia. En la sombra de la prisión o del cuarto aislado aparece una luz serena. Lo eterno, lo indiferente puede ser ambiguo, pero la luz aparece. El sol que sale cada día es insensible al dolor humano, pero aparece a pesar de los pesares. El mal pareciera ganar y convencer al universo de que nada importa. Pero pintamos cada día una obra maestra, en una búsqueda constante de significado. No queremos acabar esta pintura; no podemos acabarla. El significado de nuestra presencia en los tonos del claroscuro lo permea todo: la cama, el parque, las memorias de la infancia, el porvenir. Las promesas irrelevantes de los que dicen preocuparse por el bienestar de todos se proyectan con fuerzas descomunales. Los que anuncian y denuncian porque son muy progresistas y entendidos: todos los que participan en la política global y local son parte de una gran farsa que al mismo tiempo es una obra de arte. Jamás se hubieran inventado la tragedia y la comedia sin estos personajes. La tragedia y la comedia, géneros que se reflejan mutuamente, giran como un espejo giratorio. Un espejo no distante, sumergido en lo cotidiano, y que miramos a diario. En el poema de Paz, estos contrastes entre lo global y lo mundano, los ejercicios militares y la cocina, forman parte del contraste principal entre lo brutal y lo sublime. Somos el reflejo de un espejo que da vueltas, pero que permanece. Somos lo eterno: “no pasa nada, callas, parpadeas (silencio: cruzó un ángel este instante grande como la vida de cien soles”. Somos lo eterno: la inmortalidad de la belleza que crece como una flor resplandeciente en un desierto de cifras y cementerios. La oscuridad sólo es interesante como ruta hacia la luz. Por eso hay que leer varias veces las secciones optimistas y radiantes de “Piedra de sol”, para encontrar las vías, aún transitables, hacia la luz.

Carlos Montemayor es doctor en filosofía por la Universidad de Rutgers, Nueva Jersey. Autor de La unificación conceptual de los derechos humanos y Minding Time: A Philosophical and Theoretical Approach to the Psychology of Time. Actualmente es profesor de Filosofía en la Universidad Estatal de California, San Francisco.

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Octavio Paz y los jóvenes Malva Flores

No podían hablar bien de Garro sin hablar mal de Paz. No podían hablar bien de Huerta sin hablar mal de Paz. No podían hablar bien de sor Juana, Reyes, López Velarde o Villaurrutia sin hablar mal de Paz. No podían hablar bien de Vasconcelos, Rulfo, Salazar Mallén, Sabines, Revueltas, Alatorre, Fuentes, Monsiváis, los estridentistas, los muralistas, los infrarrealistas, los zapatistas, los alarmistas, los consumistas, los futbolistas, sin hablar mal de Paz. Al final, en un alarde de congruencia, tampoco podían hablar bien de Paz sin hablar mal de Paz1. Luis Vicente de Aguinaga, Facebook, 2 de noviembre de 2012, día de muertos.

¿Qué piensa de Pablo Neruda?”, le preguntaron a Vicente Huidobro en mayo de 1939. Molesto, el autor de Altazor respondió con un desplante luciferino: “¿Con qué intención me hace Ud. esta pregunta? ¿Es forzoso bajar de plano y hablar de cosas mediocres? Ud. sabe que no me agrada lo calugoso, lo gelatinoso. Yo no tengo alma de sobrina de jefe de estación. Estoy a tantas leguas de todo eso.” La razón de Huidobro para abominar de la poesía “gelatinosa” de Neruda era su carácter fácil, bobalicón, “al alcance de cualquier plumífero. Es, como dice un amigo mío, la poesía especial para todas las tontas de América.”2 En esa misma entrevista aseguró que la poesía que más le interesaba comenzaba en su generación y, “para hablar claro, le diré que empieza en mí”. Así ha sido siempre. Todo empieza en uno, pese a que uno no sea Huidobro o Neruda. Ya en 1926 Borges exclamaba triunfante: “se gastó el rubenismo ¡al fin, gracias a Dios!” Su euforia, expresada en las páginas preliminares del Índice de la nueva poesía americana, era parte de los tres prólogos con los que contó esa antología, firmados por Alberto Hidalgo, Huidobro y el propio Borges. En el primero de ellos, Hidalgo nos regala frases como esta: sostengo que los mexicanos y centroamericanos son intrusos donde están. Los grandes pueblos son como los líquidos: toman la forma del vaso que los contiene, los Estados Unidos están creciendo, creciendo, Lógicamente tendrán que extenderse sobre México, sobre Guatemala, sobre Nicaragua, sobre... (¿cuántas aún? ¿cómo se llaman las otras republiquetas?). Tienen derecho a ello. Son los dueños naturales de todo eso. Hasta donde el mar los deje ir, hasta ahí deben ir, hasta ahí irán. Nada podrá para evitarlo la política de lloriqueo y adulación que México desarrolla en el sur para que lo defendamos contra el norte. ¡Basta ya de farsas! No es posible enmendarle la plana a la naturaleza. NÚMERO 113

Considerando nuestra actual admiración, emulación o “plagio creativo” de la poesía sudamericana bien podríamos confirmar que Hidalgo era un vidente, pero la palabra vidente hoy está proscrita en la sensibilidad de muchos poetas jóvenes. Dos años después de esta reunión de poesía, se publicó en México la multicitada Antología de la poesía mexicana moderna (1928), donde Jorge Cuesta se planteó, junto con sus compañeros, la posibilidad de un canon mexicano. Como sabemos, esta antología fue una reunión generacional y una lectura polémica, aguerrida, de la tradición. Ahora las antologías se vuelven muchas veces las anti-antologías: su cliché, según se desprende de las palabras que Marcelo Pellegrini dedicó a la cuestión en el prólogo de Nosotros que nos queremos tanto (El Billar de Lucrecia), antología que reunió a poetas latinoamericanos en 2008. No es extraño que Pellegrini, poeta chileno, prologara esta edición. Desde finales de los noventa, largas caravanas de jóvenes poetas mexicanos se aventuraron a los festivales poéticos sudamericanos. Han sido tantos los contactos de los poetas mexicanos con ellos que por aquí y por allá aparecen muestras colectivas o, incluso, antologías de poetas de aquella región publicadas en México —Caos portátil. Poesía contemporánea del Brasil (El billar de Lucrecia, 2007), o 12 en punto. Poesía chilena reciente (1971-1982), compilada recientemente por Daniel Saldaña París, para la UNAM, son sólo dos ejemplos—. ¿Qué veían los poetas mexicanos en aquellos parajes? tal vez algo parecido a su idea de libertad. El mismo Saldaña, al comentar la aparición de Diego Maqueira en México con motivo del Encuentro de Poesía Vértigo de los Aires en 2011, explicó su interés. No era, el chileno, un poeta decorativo y sus “alusiones culteranas” no tenían el propósito de satisfacer el “fino bagaje” del lector. Los nombre propios que Maqueira introducía en su poema tenían un propósito narrativo y, “al mismo tiempo, delirante y procaz. Nada más lejos de la poesía prístina y sin conjugar –que con tanto aplauso se cultiva en México– que los personajes grotescos de Maqueira hablando entre ellos en un castellano que es un dialecto privado y expresivo; un español que le debe mucho al Vallejo de los Poemas humanos y a la prosa seca de Rulfo (otro de sus referentes).”3 Antes de la aparición de Nosotros que nos queremos tanto, se habían publicado en México otras antologías regionales de poetas jóvenes —El decir y el vértigo. Panorama de la

poesía hispanoamericana reciente (1965-1979), de Rocío Cerón, Julián Herbert y León Plascencia Ñol, por ejemplo—. En 2011, viendo hacia la península, apareció Poesía ante la incertidumbre. Antología de nuevos poetas en español (2011), de varios autores hispanoparlantes, entre ellos el mexicano Alí Calderón. Sin embargo, en las muestras de poesía joven exclusivamente mexicana publicadas en los últimos años, es evidente el disgusto de los poetas frente a los “visos retóricos”: el malestar de la poesía frente a sí misma —diría Luis Felipe Fabre en el prólogo a Divino tesoro. Muestra de nueva poesía mexicana (Fundación del Centro Histórico de la Ciudad de México, 2008). “Siempre —explica— frente a una estética dominante, surgen voces disidentes, pero ahora es probable que estemos asistiendo a una disidencia más generalizada”. Aunque poco más adelante cuestiona la idea de “responsabilizar a Paz del desastre o incluso a Becerra”, es evidente que encuentra en el “poema mexicano promedio” rasgos que han sido identificados con la influencia de quien escribió Libertad bajo palabra. Así, este tipo de poema es “solemne, formalmente impecable, aséptico, apolítico, pretendidamente atemporal y sublime, tradicional con uno que otro detalle moderno: bellísimas aves surcando el éter”. La crítica de poesía, que ya no existe como una crítica libre de academicismo, ha recogido el discurso antihegemónico y multicultural que, en el caso de México, señala a Octavio Paz y a sus “cofrades”, colaboradores, lectores o admiradores como los culpables de un estancamiento, una petrificación de la poesía. Y es curioso cómo, incluso entre los más acérrimos enemigos (los poetas siempre forman grupos enemigos), relacionar el anquilosamiento de la poesía con Paz tiene “consenso”, como ahora se llama la simpatía por una idea. El nombre del poeta aparece mencionado, sugerido, aquí y allá, bien lo pronuncien con todas sus letras, lo llamen patriarca o lo identifiquen con el pri. Lo asombroso a 16 años de su muerte, es que el petrificador siga tan vivo, que sus poemas y ensayos sigan siendo citados, recitados o refutados constantemente, como una herida de la que no pudiéramos sanar. Hoy podemos encontrar esta relación en prácticamente cualquier discurso crítico sobre la poesía mexicana. En “Modos de circulación cultural”, Cristina Rivera Garza describe a la poesía mexicana de fines del siglo pasado dominada “tanto simbólica como burocráticamente por la figura del patriarca”. Para ella, esta poesía se convirtió en un “producto rescontratiempo

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petuoso, bien comportado, prematuramente cansino [que] se producía, y esto hay que recordarlo con puntualidad, en un mundo literario en el que los apoyos económicos, los viajes, e incluso las traducciones de libros fundamentales dependían de las elecciones y los gustos de un pequeño y poderoso grupo central que sobrevivía amparado por estratégicas, aunque nunca lineales, conexiones con el Estado”.4 En diálogo con Álvaro Solís, (“Notas para una relectura de la poesía mexicana”)5 Alí Calderón aseguró que el quehacer y el magisterio de Paz

base en la cuenta del número de verbos conjugados que existía en el poema (cuenta errónea que otro poeta, Rodrigo Flores Sánchez, le demostró). Simplificando su argumentación, podemos pensar que el poema es algo genial pero mecánico, estático. La inexistencia de verbos conjugados permite suponer que en él “no hay acción porque no hay principio. Ni final. El mundo es, fue y será uno y el mismo.” Así, Piedra de sol sería un poema conservador, obra de un poeta conservador que no creía en la historia, y de ahí a la adjudicación priista sólo hay un golpe ideológico de máquina:

establece una suerte de paralelo con el sistema político mexicano durante el siglo XX. En México tuvimos un partido de estado, una dictadura blanda, dirían algunos. Todo estaba controlado por el PRI (Partido Revolucionario Institucional). Se trataba de una organización absolutamente corrupta que penetró en todos los órdenes de la cultura. En la poesía, Octavio Paz fue una especie de tirano. Dominó todo el panorama lírico. Quiero decir, impuso sus visiones, favoreció a sus cercanos. Dictó justicia y dictó canon. Era una especie de Capo de la mafia. En ambos campos, la democracia no existió. En ambos casos la imposición y la muestra de músculo dominaron.

El genio literario no es una virtud intrínseca de ciertas inteligencias. Es, por el contrario, una relación fructífera entre éstas y su entorno social. Así, aun si elegimos disentir de Paz y creer en la historia, podemos reconocer la armonía entre su pensamiento y su entorno, es decir, su genio. Ese entorno, el México de la segunda mitad del siglo XX, era el país más estable de un (tercer) mundo inestable. Mientras el resto de la región se convulsionaba en revoluciones y contrarrevoluciones, el régimen mexicano se mantenía en pie gracias a una inusitada capacidad de asimilar en su seno, retóricamente si se quiere, incluso los términos extremos de las diversas contradicciones que desgarraban a la sociedad. Un sistema que conservó de la Revolución mexicana lo mismo que Paz conservó de la dialéctica de Hegel: sólo el lenguaje. Incorporando a su aparato todo un matiz de semidisidencias y negándole viabilidad a todo aquello que no pudiera incorporar, el PRI buscaba ser el partido de la vieja Revolución como final feliz y absoluto de la historia, el partido de la no política. Más que un partido, es una era geológica. A su modo, tampoco el PRI careció de genio.

En consecuencia, los poetas cercanos a Paz, crearon “clientelas” y se apropiaron “del sistema cultural y sus privilegios (acceso a becas, premios, publicación en editoriales de prestigio)”. Para salir de ese marasmo, Calderón planteó la necesidad de repensar la poesía mexicana y de crear “métodos de valoración” que ofrecieran una “imagen estetizante y no sociologizante”. Poetas de las más diversas tendencias coinciden en que la poesía mexicana estuvo de algún modo “corporativizada” en el último cuarto del siglo XX. En “Valor de culto y valor de exhibición o cómo herir críticamente la poética nacional”,6 Óscar de Pablo comentaba que el patrocinio a las artes produjo, en el caso de la poesía mexicana, un efecto priista. Beneficiaria de los fondos públicos como pocas de las artes, generó obras memorables pero propició un curioso fenómeno: la “fama” mítica de un poeta “justificaba su sustento institucional”. Así nacieron los “Grandes Poetas Serios” que crearon la poesía nacional del siglo pasado y cuyas características resume así: “una poesía que se toma a sí misma profundamente en serio y que se asume como heredera y responsable de una imponente tradición literaria nacional. Más que una poesía conservadora o elitista en el sentido tradicional de estos términos, lo que surgió fue una poesía corporativizada, profundamente respetuosa del derecho del pueblo mexicano a una Literatura Nacional seria y que por lo tanto aborrece la frivolidad: una poesía viril concebida para grandes auditorios, rígidamente asida a la retórica como único recurso capaz de conservar el punto de equilibrio histórico entre el populismo y el clasismo. En suma: una poesía a la medida del PRI”. Esta poesía defensora “del valor de culto”, cortés, de buen gusto, elegante, asfixió, desde su perspectiva, cualquier intento de renovación. Apenas en enero de este año, el mismo de De Pablo acometió una empresa realmente asombrosa en “El relojero divino”, publicado en Nexos: demostrar que Piedra de sol era obra de un poeta priista, con

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Ya con Fox en la presidencia, a principios de este siglo presencié la euforia que el desafortunado fin de la Fundación Octavio Paz produjo entre algunos sectores de la comunidad poética. A la voz de “Ahora sí nos los chingamos”, la alegría se desbordó. Todo eso, ¿tenía que ver con la poesía o con los poetas? Leo la crítica de los poetas jóvenes (aunque muchos de ellos ya han dejado la cifra oficial que Conaculta ha establecido para, en México, ser joven hasta los 35 años) y advierto la vigencia de Paz, pues no dejan de mencionarlo. Lo asombroso es que quienes lo refutan proceden exactamente igual que lo que juzgan —más de oídas que cierto— como delito de lesa humanidad poética: No pretenden hacer panoramas poéticos incluyentes y sus antologías y deslindes lo demuestran, de uno y otro lados. A diferencia de las polémicas públicas de hace veinte años, hoy los poetas se insultan, descalifican y “trolean” en las redes, en los correos electrónicos, y me imagino que eso es, para ellos, la democracia, la “horizontalidad”… Los poetas se han propuesto hacer una guerra a las prácticas “oficialistas” de la era paciana, pero gran parte de ellos engrosa el catálogo de Tierra Adentro, obtienen las becas del FONCA, del SNCA o la Fundación para las Letras Mexicanas; apoyan sus proyectos “independientes” con fondos de Conaculta o sus versiones estatales; participan en todos los premios que son financiados por el Estado. Muchos de ellos creen, como Paz creía y por ello impulsó la creación de las instituciones que hoy nos becan, que los beneficiarios de las fundaciones e instituciones

culturales no eran los poetas, sino la sociedad. En el número de Letras Libres dedicado a conmemorar el centenario del poeta, Tedi López Mills escribió una reflexión interesante sobre la encrucijada de los poetas actuales en relación con Paz: seguir denostándolo o sacralizándolo. “Ignoro —dice Tedi— si hay otro caso similar de un poeta al que se le atribuyan tan numerosos pecados o numerosas virtudes, a quien se le deba tumbar o exaltar; el término medio aún no existe y uno tiene que andar con cuidado, no vaya a resultar señalado por el dedo acusador.”7 Plantear que sería recomendable leerlo sin anteojeras ideológicas, digo yo, forma parte del discurso que ese mismo dedo acusador señala a cualquiera que hable de Paz sin denostarlo, pues lo políticamente correcto no es revisar críticamente a Paz, es demolerlo. Así, coincido con Tedi cuando advierte la importancia de librar a la obra de Paz “del infortunio que la convierte en una autoridad o una traición”. Quizá entonces empecemos a reconocer menos visceralmente sus aciertos y también sus errores.

Malva Flores es poeta y ensayista. Sus últimos libros son: Aparece un instante, Nevermore (Bonobos editores/ UNAM, 2012); Viaje de Vuelta: estampas de una revista (Fondo de Cultura Económica, 2011) y Luz de la materia (Era, 2010). Ha obtenido los premios Aguascalientes de Poesía; José Revueltas de Ensayo y Elías Nandino de poesía joven. Obra suya ha sido traducida al inglés, holandés, alemán, japonés y portugués. En 2000 ingresó al Sistema Nacional de Creadores de Arte. Es miembro de los consejos editoriales de Literal. Latin American Voices y Letras Libres

1 Texto reproducido con la autorización de Luis Vicente de Aguinaga. 2 Vicente Huidobro, “La poesía contemporánea empieza en mí”, en http://www.vicentehuidobro.uchile. cl/ entrevista3.htm (Consultado el 10 de octubre de 2012). Entrevista publicada originalmente en La Nación, (28 de mayo de 1939). 3 Saldaña París, Daniel. “Cuadernos del sedentario. Diego Maqueira, director de poesía”. En Letras Libres On Line, (Octubre 7 de 2011). http://www.letraslibres. com/blogs/cuaderno-del-sedentario/diego-maquieiradirector-de-poesia (Consultado el 10 de marzo de 2012). 4 Cristina Rivera Garza, “Modos de circulación cultural”, Milenio, Cultura. (16 de junio de 2009). 5 Alí Calderón y Álvaro Solis. “Notas para una relectura de la poesía mexicana. Un diálogo.” En: Círculo de poesía, 18 de septiembre de 2009. http:// circulodepoesia.com/nueva/2009/09/notas-parauna-relectura-de-la-poesia-mexicana-un-dialogo/ (Consultada el 3 de marzo de 2012). Publicada originalmente en Trilce. 6 Incluido en Escribir poesía en México, Bonobos, 2010. 7 Tedi López Mills, “La encrucijada”, Letras Libres 183 (marzo, 2010): 18-21. ABRIL 2014


DOSSIER

Dos poetas centenarios Jorge Frisancho

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n 2014 se cumple el centenario del nacimiento de dos poetas latinoamericanos ya canonizados, en grados distintos pero no menos ciertos, como parte de la tradición continental: Octavio Paz (México, 31 de marzo) y Nicanor Parra (Chile, 5 de septiembre). Habrá que celebrarlos, y seguramente las celebraciones, que ya han empezado, serán abundantes y nutridas a lo largo del año. Pero una pregunta sobre ellos quizá sea la más pertinente: ¿qué tan actual es lo que hicieron, visto desde hoy, a seis o siete décadas de sus primeros libros? Aunque ya había publicado en 1937 un libro que luego desestimó, Cancionero sin nombre, Nicanor Parra adquirió su lugar central en la tradición moderna de la poesía latinoamericana con Poemas y antipoemas, publicado por primera vez en 1954. El título, por supuesto, ya dice bastante, y se ha convertido en una seña de identidad definitiva para su autor. Antipoeta es una designación usual para Parra, como lo es antipoesía para todo su trabajo posterior. Pero quizá valga notar que el título de ese segundo/primer libro suyo no dice solo eso: tiene dos términos, poemas y antipoemas, y en esa conjunción anuncia claramente algo como una dialéctica, un proyecto que es síntesis tanto como es ruptura. Tal vez no es casualidad que Parra haya sido, profesionalmente, un científico (físico, matemático y cosmólogo): considerado en frío y en conjunto, el proyecto que inició entonces, al que se ha mantenido fiel a lo largo de varias décadas, contiene un elemento de racionalidad y análisis que los (anti)poemas vistos de manera individual no revelan tan fácilmente. Y el objeto de ese análisis racional es el lenguaje mismo, empezando con el lenguaje literario y expandiéndose al lenguaje en su totalidad, e incluso las formas no verbales de representación. Heredero de la voluntad rupturista de la vanguardia latinoamericana, el problema al que parece haberse enfrentado Parra en los años 50 es el de darle continuidad a esos impulsos, ese vocabulario y esa estética luego de su retorización: sacar a la vanguardia del museo al cual ya entonces estaba entrando. Y el gesto más básico y duradero con el que Parra buscó realizar tal operación fue el de reemplazar aquella retórica con una recuperación del habla empírica, sustituyendo el alto idioma de la poesía (incluso el idioma vanguardista) con modos coloquiales de expresión y una mirada que se centraba en los espacios de lo cotidiano y construía desde NÚMERO 113

ellos la representación de una subjetividad. Con ello, Parra buscó y consiguió desestabilizar sistemáticamente la escritura, hacer híbrido el lenguaje y reflejar un momento de la cultura en el que ninguna de las viejas certidumbres de la representación (el sujeto, las emociones, el mundo) eran factibles. Buscó, y consiguió, no sólo decirlo sino hacerlo texto. Y así también, vale decirlo, abrió las puertas de un tránsito entre la modernidad que es su punto de partida y el instante que luego llamaríamos, quizá desafortunadamente, postmoderno. El problema enfrentado por Octavio Paz al inicio de su trayectoria es en lo fundamental el mismo. Afincado en el arte de vanguardia que animó su entrada en la escritura, quiso buscar modos de devolverle a aquellas formas literarias (en especial al surrealismo, su fuente más proteica) la vitalidad y la capacidad comunicativa que su consagración como mainstream moderno les estaba robando. Pero su respuesta, al menos vista desde cierta perspectiva, fue opuesta a la del chileno. Como dejó en claro la publicación de Libertad bajo palabra en 1949, volumen en el que se reunió, revisado y editado, su trabajo anterior, la apuesta de Paz fue una suerte de retroceso en busca de plataformas para el avance, y su gesto fue el de un retorno a lo literario antes que el de un quiebre de sus fronteras. Armado de un conocimiento enciclopédico y una comprensión profunda de la tradición clásica (muy en particular, y muy significativamente, el barroco latinoamericano), y armado también de una familiaridad poco usual con tradiciones de pensamiento y de expresión no occidentales, Paz asedió el problema de la inestabilidad del lenguaje y del sujeto como un problema filosófico. No quiso, como Parra, poner en escena (o en texto) ese estallido; quiso —y consiguió— poner en escena (o en texto) esa idea.

Y en el trámite de hacerlo logró, entre varias otras, tres cosas fundamentales. La primera de ellas es una revalidación de la forma del poema —concebida en términos clásicos como una secuencia de regularidades y limitaciones a su estructura— como un estamento de su modernidad. La segunda es una expansión de las fronteras de esa modernidad para incluir, formal y conceptualmente, la multiplicidad de tiempos históricos que hacen a América Latina, y promover así desde la poesía problematizaciones del imaginario nacional y los discursos historiográficos tanto como los filosóficos. (En esto, hay que decirlo, Paz no estuvo solo: la misma operación se anuncia en los mejores momentos del vanguardismo indigenista del continente, en los años 20s y 30s). Y la tercera es el haberse mantenido fiel al impulso surrealista, particularmente en la construcción de imágenes que buscan el anverso de la racionalidad y la conciencia, pero no por ello dejan de comunicar. Hoy, el riesgo para los proyectos de Parra y Paz es su propia transformación en piezas de museo (algo a lo cual las celebraciones por sus respectivos centenarios no harán otra cosa que contribuir). Convertidos ambos desde hace muchos años en protagonistas esenciales de nuestro canon moderno, es fácil leer su poesía como retórica, y reaccionar contra ella en esos términos. Algo de eso hay, quizás, en la centralidad que el así llamado Neobarroco ha adquirido en la escritura de la región. Y sin embargo, me parece que no hemos salido todavía del momento que Parra y Paz anunciaron y consagraron. De un lado, la hibridación y desestabilización del lenguaje y el gesto coloquialista de Nicanor Parra siguen nutriendo una buena parte de nuestra escritura, como lo hace también su estrategia de la performance verbal en el poema. Del otro, las preocupaciones formales y filosóficas de Paz continúan vigentes e irresueltas, y la poesía en lengua española continúa explorándolas. De hecho, el propio Neobarroco da en no pocas ocasiones muestras de ambas cosas, signo quizás de que no se trata tanto de una respuesta a esos lenguajes tanto como de su incorporación en búsquedas alternativas.

Jorge Frisancho, poeta peruano, es integrante del consejo editorial de contratiempo contratiempo

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Izquierda: Fragmento de la portada de Octavio Paz en la deriva de la modernidad., de Jacques Lafaye. Fondo de Cultura Económica, 2013 Derecha: Fragmento de la portada de Nicanor Parra. Poemas para combatir la calvicie. Antología de Julio Ortega. Fondo de Cultura Económica


DOSSIER

La poesía es necesaria como el aire que respiro Xánath Caraza

L

a poesía es necesaria como el aire que respiro es una afirmación, no un verso, que al pronunciarla simplemente me hace sentir bien. Firmemente creo que la poesía tiene poderes mágicos, como queramos interpretar magia. Quizá magia en su sentido original, de aquel que es un maestro en algún área, o de manera ingenua donde algo de la nada nos trae, casi siempre, una sorpresa agradable. Tómese como sea, la poesía es mágica y es necesaria como el aire que respiro. Hay muchos poetas latin@s/chican@s en los Estados Unidos que han contribuido a esta magia literaria En este ensayo corto voy a enfocarme en tan sólo un poeta que ha enriquecido, con sus dones, a la poesía escrita en los Estados Unidos en español. Sé que hay más pero con anticipación me disculpo por no incluir a todos en este corto ensayo, mas habrá ocasiones futuras para hacerlo. La poesía en español en los Estados Unidos está teñida en sus inicios de una discusión constante para ser reconocida como tal. Tino Villanueva, el poeta que voy a incluir aquí viene de un sector social donde aunque se hablase español en casa, fuera de ésta, era lo último que se debía hacer. La poesía de Villanueva está comprometida con la realidad social que le ha tocado vivir, la dibuja entre sus versos. Poesía ascendente es como defino a la poesía de Tino Villanueva. Villanueva es un poeta que se forja a sí mismo con cada letra que imprime en el papel. Es un poeta que se reinventa a sí mismo, que renace con cada frase dibujada en la hoja y deja un pasado, su pasado, atrás para resurgir como poeta-sabio en los labios de cada uno de sus lectores celebrando sus dos idiomas, español e inglés. Villanueva es un pionero de la poesía latina/ chicana de los Estados Unidos. Nace en 1941 en San Marcos, Texas. Su niñez se reparte entre su pueblo natal y las regiones agrícolas donde trabajó de jornalero. Su dura niñez trabajando en los campos de algodón en Texas lo disciplina, lo prepara para la vida. No hay nada romántico en esa escena, mas creo que también le da conocimiento. Lo maravilloso de Villanueva es que dejó ese contexto y traspasó esa fuerza de espíritu, esa rabia a la hoja de papel. Escribir es como sembrar, escribir es como saber esperar a que la cosecha esté lista, escribir es cosechar en el momento apropiado, con dolor muchas veces, pero al final, el que entiende la dureza del campo tiene disciplina. Villanueva es autor de seis poemarios, Hay Otra Voz (1972), Shaking Off the Dark (1984), Crónica de mis años peores (1987), Scene from the Movie GIANT (1993), que ganó el American Book Award en 1994. Ese mismo año apareció la edición bilingüe de Chronicle of My Worst Years / Crónica de mis años peores traducida por James Hoggard. Primera causa / First Cause (1999), traducida por Lisa Horowitz, es su segunda

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colección bilingüe. Il Canto del Cronista (2002) es una antología de su trabajo traducida al italiano. Ocho de sus poemas han sido antologados en The Norton Anthology of Latino Literature (2011). So Spoke Penelope publicado por Grolier Poetry Press, Cambridge, MA en 2013 es su más reciente poemario. Tino Villanueva también es artista, pinta desde 1973. Su trabajo artístico ha sido exhibido en El Paso, Berlín, Boston y en las portadas y páginas de Nexos, Green Mountains Review, TriQuarterly, Parnassus y Connecticut Review. Villanueva enseña en la facultad de lenguas romances de la Universidad de Boston. A continuación comparto uno de sus poemas, “Convocación de palabras”, escrito originalmente en español de su poemario Crónica de mis años peores, Editorial Verbum, 2001. En este poema se observa cómo Villanueva se esfuerza por perfeccionar el idioma inglés de manera autodidacta. El poeta se describe a sí mismo diciendo que él no era él todavía. En el poema, el poeta invita a las palabras al altar de su deseo, aprehendiéndolas, conociéndolas, haciéndolas suyas. Hasta alcanzar la libertad. Libertad que traduzco como libertad intelectual y sobre todo dignidad. Asumo también que en este proceso de aprehender las palabras, Villanueva se va transformando en él mismo, en el poeta de hoy; se transforma en el que sabe, el que entiende, por lo tanto el poeta se integra a la sociedad estadounidense. Convocación de palabras Yo no era mío todavía. Era 1960… Y lo recuerdo bien Porque equivocaba a diario El sentido de los párrafos, En la umbría de una tarde Enmugrecida con aire desvalido Asistía a la vergüenza De no entender del todo Lo que el televisor Estaba resonando en blanquinegro. Desharás, me dije, Las sanciones en tu contra. Irresoluto adolescente, Recién graduado Y tardío para todo, Disciplinado a no aprender nada, Harás por ti Lo que no pudo el salón de clase. Ésta será tu fe: Infraction Bedlam Ambiguous. Las convoqué En el altar de mi deseo, Llevándolas por necesidad A la memoria. En la fecundidad de un instante Me fui multiplicando:

Affable Prerogative Egregious. Cada vez tras otra Asimilé su historia, Lo que equivale a rescatar Lo que era mío: Priggish Eschew Impecunious. Porque las hice doctrina Repetida horariamente, De súbito Yo ya no era el mismo de antes: Assiduous Faux pas Suffragette. Ahora desciendo inagotablemente De ellas; son Mi hereditaria ofrenda, Huellas de sangre vivida Sobre el papel constante: Exhume Querimonious Kibitzer: Tenaz oficio El de crearme en mi propia imagen Cada vez con cada una al pronunciarla: Postprandial Subsequently Y de escribir por fin con voluntad Las catorce letras de mi nombre Y por encima La palabra libertad.

Tuve la suerte de haberlo conocido en febrero de 2013, en Boston. No hay duda que es un verdadero ícono de la poesía chicana, quien no le tiene miedo al cambio, a la hoja de papel en blanco y mucho menos a encontrar su propia voz, aunque sea repitiendo listas de palabras que reflejan su nueva realidad. Sus poemas son como delicados mantos de palabras entretejidos con la crudeza de la realidad pero sobre todo belleza. Vuelvo a afirmar en voz alta que la poesía es necesaria como el aire que respiro. Xánath Caraza es poeta, narradora y educadora; nacida en Xalapa, Veracruz, México, ha vivido en Vermont y Kansas City, donde enseña literatura en la Universidad de Missouri-Kansas City. Nombrada una de los diez autores latinos a seguir por LatinoStories.com, es autora de los poemarios Sílabas del viento (2014), Noche de colibríes (2014), Conjuro (2012) y del libro de relatos Lo que trae la marea (2013), entre otros títulos. Caraza escribe para el sitio La Bloga (http://labloga. blogspot.com) y la columna US Latino Poets en español para el Periódico de Poesía de la UNAM ABRIL 2014


DESHORAS

centenarios ABRIL 24-26, 2014

C

omo cada mes de abril, la poesía en español se da cita en las calles de Chicago. Poetas venidos de otros países y poetas locales se leen, debaten y comparten. En el VII Festival Internacional Poesía en Abril acuden a Chicago poetas procedentes de Colombia, España, Perú, México, República Dominicana, Puerto Rico y Argentina. Ellos son: Piedad Bonnett (Colombia): ha publicado ocho libros de poemas y varias antologías. Es dramaturga y autora de cuatro novelas y de un libro testimonial sobre el suicidio de su hijo. Con El hilo de los días ganó el Premio Nacional de Poesía otorgado por el Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura, en 1994; en 2011, con Explicaciones no pedidas, ganó el premio Casa de América de poesía americana de Madrid y el José Lezama Lima de Casa de las Américas 2014, y en Aguascalientes, México, el Premio Poetas del Mundo Latino 2012. Hugo Mujica (Argentina). Estudió Bellas Artes, Filosofía, Antropología Filosófica y Teología. Sus más de 20 libros de ensayos, narrativa y poesía han sido publicados en 15 países. En 2013 se editó Poesía Completa 1983-2011, en la editorial Vaso Roto. En inglés tiene publicado What the Embrace Embraces (Coimbra Editions). Sus libros han sido publicados en España, Argentina, México, Chile, y traducidos y publicados en Estados Unidos, Bulgaria, Eslovenia, Italia y Francia. Entre sus muchos premios figuran el premio Faja de Honor Sociedad Argentina de escritores 1987 y Casa América de Madrid 2013. Ana Merino (España): dirige el MFA de escritura creativa en español de la Universidad de

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Iowa. Ha publicado siete poemarios: Preparativos para un viaje (Rialp 1995, Reino de Cordelia 2013, Premio Adonais 1994), Los días gemelos (Visor 1997), La voz de los relojes (Visor 2000), Juegos de niños (Visor 2003; Premio Fray Luis de León), Compañera de celda (Visor 2006), Curación (Visor 2010) y el poemario infantil Hagamos caso al tigre (Anaya, 2010). También es autora de la novela juvenil El hombre de los dos corazones (Anaya 2009) y la obra de teatro Amor: muy frágil (Reino de Cordelia, 2013). Eduardo Chirinos (Perú): poeta, ensayista, antólogo, traductor y autor de cuentos para niños. Sus libros de poesía más recientes son El equilibrista de Bayard Street (Lima: Colmillo Blanco, 1998), Abecedario del agua (Valencia: Pre-Textos, 2000), Breve historia de la música (Premio Casa de América de Poesía, Madrid: Visor, 2001), Escrito en Missoula (Valencia, PreTextos, 2003), No tengo ruiseñores en el dedo (Valencia: Pre-Textos, 2006), Humo de incendios lejanos (México: Aldus, 2009), Mientras el lobo está (XII Premio de Poesía Generación del 27, Madrid: Visor, 2010) y la reciente antología Reasons for Writing Poetry, vertida al inglés por Gary J. Racz (Londres: Salt Publishing, 2011). Desde 2000 reside en Missoula, donde se desempeña como profesor de literatura hispanoamericana y española en la Universidad de Montana. Reneé Acosta (México): publicó El jardín del vértigo (1999), Milésima de segundo por la muerte de Pablo Ochoa (2002), Moebius (2006), El sentido de las horas (2008), Metafísica del ojo (2012), La holomúsica de esferas (2013), Dispersión simultánea (2014). Ha recibido el Premio de la Juventud Agustín Melgar 2002, mención honorífica Premio Estatal de la juventud 2006, Premio a la mujer chihuahuense destacada 2009, Premio Nacional de Periodismo y Literatura AMMPE 2011, Premio Internacional de Poesía Gabriela Mistral 2012, y Premio Internacional de Poesía Experimental 2013.

Manuel Vilas (España): poeta y narrador. Ha publicado los libros de poemas: El cielo (DVD, 2000), Resurrección (Premio Gil de Biedma, Visor, 2005), Calor (Premio Fray Luis de León, Visor, 2008) y Gran Vilas (Premio Ciudad de Melilla, Visor, 2012). Su poesía completa se publicó en 2010 (Visor) con el título de Amor. Es autor de las novelas España (2008), Aire Nuestro (Alfaguara, 2009), Los inmortales (Alfaguara, 2012) y El luminoso regalo (Alfaguara, 2013). Ezequiel Zaidenwerg (Argentina): publicó Doxa (Vox, 2007) y La lírica está muerta (Vox, 2011). Desde 2005, administra el blog http://www.zaidenwerg.com, dedicado a la traducción de poesía. Urayoán Noel (Puerto Rico): poeta, performer, crítico y traductor puertorriqueño radicado en Nueva York. Ha publicado Kool Logic / La lógica kool (Bilingual Press, 2005), Boringkén (Ediciones Callejón/La Tertulia, 2008), Hi-Density Politics (BlazeVOX, 2010), Los días porosos (Catafixia Editorial, 2012) y los libros artesanales Las flores del mall (2000) y The Edgemere Letters (colaboración con la artista plástica Martha Clippinger, 2011). Como traductor ha publicado ILUSOS de Edwin Torres (Atarraya Cartonera, 2010) y como performer ha colaborado con el compositor Monxo López en un CD y un DVD. Josefina Báez (República Dominicana): poeta, actriz, directora y educadora. Fundadora y directora de la compañía de teatro Ay Ombe. Ha publicado Dominicanish, Camarada, la dicha no está jugando, Dramaturgia I y II, Como la una y Levente no. Yolayorkdominicanyork.

Introducción y selección de Gerardo Cárdenas

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DESHORAS

Poemas de

Piedad Bonnett Latitudes

Las cicatrices

Sin ti ha vuelto esta vez el sol de enero. El dios indiferente que adoramos, que ni culpa, ni salva, ni señala.

No hay cicatriz, por brutal que parezca, que no encierre belleza. Una historia puntual se cuenta en ella, algún dolor. Pero también su fin. Las cicatrices, pues, son las costuras de la memoria, un remate imperfecto que nos sana dañándonos. La forma que el tiempo encuentra de que nunca olvidemos las heridas.

(Tu cuerpo gozaría este sol que nada pide, que vuelve a hacernos simples y animales). El árbol que veías detrás de tu ventana reverbera de luz. Adentro, sobre lo intacto aún, sobre tu almohada, la sombra de mi mano se acongoja. Lejos, en Prospect Park, el árbol al que dimos tu cuerpo en primavera habrá perdido ya todas sus hojas. En su raíz fulgurará la nieve. Enero siempre vuelve. En la pared del cuarto tu luz dibuja sombras.

Lazos de sangre Atrévete salta al vacío mírale los ojos al hermano a la hermana su hiel mansa oye al hijo entre su nube de rencores al padre y su silencio como piedra ardiente y el reproche del marido a la esposa

Sin novedad en el frente En esta misma hora Cecilio estaría sangrando la vaca: le diría “quieta” con su voz nocturna. Y Antonio, en esta misma hora, escribiría con su letra patoja, “recibido”. ¿Qué haría Luis? Quizá le ayudaría a su hermano menor a hacer sumas y restas, quizá se despidiera de su madre pasándole la mano por el pelo.

refinada mordedura del tedio y el eterno balanceo del odio ah la familia siente cómo su amor comete sus destrozos cómo mastica a secas tus tripas se envenena con la sangre que dentro de ti silba como un río que baja con su carga de piedras

(Cecilio, Antonio, Luis, nombres conjeturales para rostros nacidos de otros rostros) Cecilio es negro como el faldón con flores de su madre. Antonio tiene acné y sufre los sábados cuando va a un baile y ve a una muchacha hermosa. Luis es largo y amable y virgen todavía. En esta misma hora, uno mira hacia el sur, donde su hermana ha encendido una vela. Un gallinazo picotea su frente. El otro parece que estuviera cantando, tan abierta tiene la boca a tan temprana hora. La misma en que el tercero, (largo y amable y virgen todavía) parece que durmiera con una flor de sangre sobre el sexo. Sobre su pecho hay un escapulario. Todo en el monte calla. Ya alguien vendrá por ellos.

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Los estudiantes Los saludables, los briosos estudiantes de espléndidas sonrisas y mejillas felposas, los que encienden un sueño en otro sueño y respiran su aire como recién nacidos, los que buscan rincones para mejor amarse y dulcemente eternos juegan ruleta rusa, los estudiantes ávidos y locos y fervientes, los de los tiernos cuellos listos frente a la espada, las muchachas que exhiben sus muslos soleados sus pechos, sus ombligos perfectos e inocentes como oscuras corolas, qué se hacen mañana qué se hicieron qué agujero ayer se los tragó bajo qué piel callosa, triste, mustia sobreviven

ABRIL 2014


DESHORAS

Poemas de

Hugo Mujica VI

LXIX

Tiempo de bajamar

Entre las grietas los posibles brotan y los poemas hablan;

algún graznido, lo que el mar abandona en la arena y esta soledad de ser solo a medias.

entre las grietas, las propias, el hombre yergue su vida, da a luz su alma.

Es la hora de la melancolía la de la ausencia de lo que nunca estuvo y lo sentimos más propio: lo que todavía de nosotros no dimos a luz en la vida.

XXXIII Cuando la lejanía late adentro es que el adentro ya es afuera; es haber llegado al alma, a ese hueco de nadie que en cada uno se abre todos.

Siempre hay algo que no llega a volverse carne: no es que nos falte es que nos excede. La vida no cabe en la vida por eso siempre, en algún lugar, se nos parte.

LXXV Solo el perderse nos lleva a donde nunca fuimos, nos enseña quienes somos. -No la línea del horizonte, el viento que la borra es la seña que nos llama-.

LXV

LXXVIII

Viento y las nubes se deshacen; brisa y blancas se transfiguran.

Al final no habrá final habrá la entrega:

Hay ecos que no son de las palabras son del aliento, no nos repiten nos convocan a escuchar lo que para nacerse nos llama.

NÚMERO 113

LXXIII

ese salto sin orilla desde donde darlo, ese saltar al vacío desde el que una vez llegamos, esa entrega para la que nos fuimos vaciando.

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Poemas de

Ana Merino Si estás viva Si estás viva tendrás que acostumbrarte al desamor con su desapacible exuberancia; neutralizar cualquier indicio de su patógena presencia para volverte inmune sin perder la cordura. Ser metódica, tragar el desafecto con ternura y reírte en secreto de tu propia tristeza. Si logras superar este fracaso, te harás adicta a lo que más te duele, al entramado hostil de las causas perdidas que deambulan contigo por esa geografía de plenitud ingrávida que te ayuda a volar cuando los espejismos se mezclan con las huellas de los rinocerontes que lloran enjaulados.

¿De dónde soy? ¿De dónde soy? Soy de lo que leo, estanterías viejas de libros y selvas, páginas de tierra ensangrentada por los disparos que agujerean las paredes y le cierran los ojos a la vida.

Silencia lo que intuyes, drena su desnudez para que cauterice, y nunca olvides que el tiempo enamorado es una medicina que se agota, entonces no podrás ocultar sus secuelas.

¿Dónde está mi geografía, mi pedazo de mundo? No siento la patria, ninguna historia se escribe con mayúsculas, sólo un susurro extraño de ventilador y horas inmóviles, tardes prostituidas, negocios sudorosos y las manos atadas a la espalda.

(de Curación, Visor 2010)

(de La voz de los relojes, Visor 2000)

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DESHORAS

Poemas de

Eduardo Chirinos El equilibrista de Bayard Street Para Roxana y Jorge, que las han visto

Camina de puntas el equilibrista de Bayard Street, evita el abismo la mirada y arranca de cuajo toda pretensión, ¿de qué sirven el heroísmo, la grandeza, el entusiasmo? Poca cosa es la vida para el equilibrista de Bayard Street, poca la indulgencia de llegar al otro lado y repetir cien veces la misma operación. Una mujer lo observa sin asombro, tras la ventana acaricia el cabello de sus hijos y turba con su canto los oídos del equilibrista de Bayard Street. Los vecinos lo ignoran, beben latas de cerveza, conversan hasta altas horas de la noche, ¿quién repararía en tan inútil prodigio? Sólo los niños señalan con el dedo al equilibrista de Bayard Street; ellos lo admiran, contienen la respiración y aplauden hasta espantar a los gatos. Una iglesia presbiteriana es el orgullo de Bayard Street; fue construida a principios de siglo y tiene torre y campanario. Fija la mirada avanza hacia la iglesia el equilibrista de Bayard Street. Su esposa ha preparado una pierna de pollo, ensalada de tomates y un plato de lentejas, con suerte harán el amor esta noche y tendrán un instante de feroz alegría. Es muy joven la esposa del equilibrista de Bayard Street; es ella la encargada de tensar la cuerda, la que mide la distancia entre la ventana y la torre, la que tiene rostro de heroína de novela de amor. A nada le teme el equilibrista de Bayard Street, pero hace varias noches que no duerme; dicen que soñó que sus zapatillas colgaban de la cuerda mientras los niños esperaban que se despanzurrara de una vez el equilibrista de Bayard Street. (De El equilibrista de Bayard Street, 1998)

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El color de los atardeceres Atardecer naranja con sus nubes raídas y su sol que alumbra todas las palabras. Una gasolinera exhibe un dinosaurio (aquí hubo dinosaurios) y una pradera inacabable. ¿Dónde aprendí todo eso? Descartemos las nubes, son siempre las mismas. Descartemos el sol, presa fácil de todas las metáforas. Nos queda la naranja. Algunos dicen que vino de la India donde era alimento de los dioses. Otros, que vino de Persia o de Arabia igual que el nombre y su color. Virgilio la llamó «aurea mala» y la dejó caer en una égloga. Colón la tuvo entre sus dedos. Por ella descubrió que el mundo era redondo y que viajando hacia el Poniente llegaría (como el sol) hacia el Levante. Ahora estamos solos. Yo y la naranja. Cuesta siglos decir atardecer naranja (De: Escrito en Missoula , 2003)

contratiempo

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DESHORAS

Mujeres

Poemas de

Manuel Vilas HU-4091-L

Adiós, hermano mío, la grúa fúnebre te conduce al infierno del desguace. Majestuoso, vas hacia la destrucción subido en una grúa roja, como si fueses Luis XVI camino de la guillotina, y yo detrás. Pareces un rey. Soy el único que ha venido a tu entierro. Te he querido. Rezo por ti un padrenuestro y un avemaría. Rezo por ti y me conmuevo. Eras el mejor. Y lo que vivimos juntos, y las ciudades que pisamos, y las carreteras secundarias y los pueblos y los mares que vimos, y los párquings subterráneos y los túneles helados de las carreteras de montaña, con afiladas estalactitas a la entrada, amenazando nuestra milagrosa inocencia, y los mendigos en las avenidas, pidiendo en los semáforos en rojo, y lo que nos amamos en la oscuridad de las autopistas, fundidos en un solo ser: confundida tu carne con mi chapa. Me salvaste de la lluvia ácida y de la nieve sin ángeles. Con tu aire acondicionado, que está intacto después de doce años, impediste que me quemara vivo en los veranos españoles. Ese aire frío que me subía por la pierna, ay. Y eras blanco, porque la santidad y el amor industrial y la velocidad son blancos. Y cómo me gustaba tocarte las marchas, y cómo te ponía la quinta, eh, y qué caña te metías, narciso, que eras un narciso.

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No las ves que están agotadas, que no se tienen en pie, que son ellas las que sostienen cualquier ciudad, todas las ciudades. Con el matrimonio, con la maternidad, con la viudedad, con los golpes, ellas cargan con este mundo, con este sábado por la noche donde ríen un poco frente a un vaso de vino blanco y unas olivas. Cargan con maridos infumables, con novios intratables, con padres en coma, con hijos suspendidos. Fuman más que los hombres. Tienen cánceres de pulmón, enferman, y tienen que estar guapas. Se ponen cremas, son una tiranía las cremas. Perfumes y medias y bragas finas y peinados y maquillaje y zapatos que torturan. Pero envejecen. No dejan las mujeres tras de sí nada, hijos, como mucho, hijos que no se acuerdan de sus madres. Nadie se acuerda de las mujeres. La verdad es que no sabemos nada de ellas. Las veo a veces en las calles, en las tiendas, sonriendo. Esperan a sus hijos a la salida del colegio. Trabajan en todas partes. Amas de casa encerradas en cocinas que dan a patios de luces. Sonríen las mujeres, como si la vida fuese buena. En muchos países las lapidan. En otros las violan. En el nuestro las maltratan hasta morir. Trabajan fuera de casa, y trabajan en casa, y trabajan en las pescaderías o en las fábricas o en las panaderías o en los bares o en los bingos. No sabemos en qué piensan cuando mueren a manos de los hombres.

Y ahora todo ha acabado. Doscientos sesenta y ocho mil kilómetros hemos estado juntos. Fuimos felices. Fuimos grandes y definitivos. Te doy un beso delante del chatarrero y de un negro que lleva un chorreante radiador en una mano. Te he amado más que a mis amantes, más que a mi perro; casi tanto, pero no tanto, eh, como al dinero. Bueno, no te enfades, tú también fuiste dinero, y aún lo eres, y yo también soy dinero. Perdona que te humille haciendo recaer sobre tu hermosa tapicería, sobre tus ruedas, manguitos y válvulas que han gloriosamente ardido, la miseria de España: el plan Prever, 400 euros sociales (¿os molesta que hable de dinero o de tan poco dinero?), para la clase media, que ama la limosna. Tú, que fuiste mi libertad, que me llevaste cerca del paraíso; tú, que me hablabas por las noches y me decías “hermano, qué bien conduces; hermano, eres el mejor de los hombres”.

ABRIL 2014


DESHORAS

Poemas de

Poemas de

Necesario

Primer día

Reneé Acosta era necesario el final para los nacimientos era en precisión de actos multiplicados el surgimiento de una nueva cosecha una nueva canción frente a las playas era necesaria también la flor concatenada con el viento y la mujer de las noches frías eran necesarios los estantes los anaqueles enloquecidos por los nombres y nombres sin relación aparente fueron necesarias guerras libros poesías fueron necesarias pescas llantos besos en un cadillac

(Playa Vacía Talega) 4:02 pm

voz esplayá voz de playa voz pallá sin payador voz esmayá voz es maya voz yemayá voz que no llega voz que no va voz que navega voz que bosque voz que queja bosquejando quejando ando 4:05 pm

fueron absolutamente circunstanciales el vuelo de las moscas todo justo y necesario en el momento preciso

Testimonial del ojo I Mirar las cosas simples bajo el registro de la luz que hay en el ojo ojo celeste, ojo emblemático ojo permanente en lo no permanente ojo santo

II y en el momento la mirada habita humilde en el rabillo del ojo la mirada se vuelve iluminada se complace en las brumas de valles nunca vistos cuando la mirada se inclina se vuelve al ojo primigenio para mirar con el cenit la otra pupila altísima que en un diamante herido emana iridiscencia la herida del objeto que aparece frente al ojo en su humildad de cosa ya sin uso, abandonada se encarna de luz la iridiscencia

NÚMERO 113

Urayoán Noel

mis opiniones de Piñones panoramas dioramas ramas aquí sin remos apenas rimas nos agarramos aquí vinimos aquí nos vamos aquí se dice aquí se nace aquí se mece la voz se estremece hace meses que no veo la costa solo el costo aquí remoto aquí en remate aquí remito el mito me remonto el remanente el ente el transbordo aquí sordo aquí seguir aquí sesgar cegar el lar aquí por siempre dis-similar dis-simular aquí la voz sin formulario improvisada izada aquí el sobrante el brete el brote a lo bruto aquí broto de Los días porosos (2012)

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DESHORAS

Poemas de

Ezequiel Zaidenwerg Murió el terror de las escandinavas

La lírica está muerta

Murió el terror de las escandinavas, ése que echaba espuma por la boca no bien veía una melena rubia vagamente foránea. Sus amigos lo imaginan ahora entre los fiordos del cielo, persiguiendo a las valkirias a un Valhalla nudista junto al sol, con su falo de cera, inofensivo. Poco a poco se fue descascarando, igual que una cebolla hecha de carne, y quedó expuesta, capa a capa, toda la geología de su desviación (el púgil fracturado, el libertino púdico, el cocainómano amateur), hasta que al fin la imagen de su crimen, como un puño de odio palpitante, se hizo visible al estallar la cáscara que lo cubría: un fauno enloquecido que, apretando del cuello a una doncella, la flagelaba con su verga bífida y abría surcos de copiosa sangre de cocodrilo sobre el cuerpo trémulo; luego se lo llenaba de gargajos y de insultos y, armado con un fórceps al rojo vivo, abría sus caderas para implantarle en la matriz profunda algún objeto no identificado de látex, con higiene y precisión. Después, para humillarla, le decía: “La princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa?”, al oído con ternura fingida, y explotaba de repente en una carcajada demencial; y, a fin de hacer completo el aquelarre, traía a algún secuaz para vejarla.

se quedó varada en un remanso hipnótico del sueño, mientras que más allá del coágulo final de la conciencia, en torno al lecho con dosel de plata, junto a la cama pobre de madera y espina, se reunían los deudos, aguardando el instante de iniciar la sucesión. Con todos los sentidos humanos agotados, la cápsula de viento que tenía su espíritu se alzó rumbo a las auras, desleída en una racha centrífuga de luz, igual que Elías en la tempestad, arrebatado sobre un carro de fuego. Y aunque murió la vida, no dejó harto consuelo su memoria: nadie partió las aguas, ni surgió un Eliseo como sucesor. Ajenos al prodigio, en contubernio, se llevaron el cadáver y vino un impostor para dictar un testamento espurio, que se arropó con sus cobijas, tibias todavía. La lírica está muerta. “De muerte natural”, según manifestaron a través de un portavoz, “tras batallar durante largos años contra una cruel enfermedad”. (Fin del comunicado). “Con profundo pesar, sus hijos y sus hijas, sus nietos y sus nietas y su abnegado esposo participan de su fallecimiento y ruegan una oración en su memoria”. Está muerta, la lírica. Hace ya siglo y medio, y aunque sus herederos todavía parecen ser los mismos –aún no peinan canas y caminan erectos, sin ayuda de nadie–, recién ahora el expediente (LÍRICA S/SUCESIÓN AB INTESTATO), tras mil y una ofensivas judiciales, tiene sentencia firme, y es posible dar curso a la liquidación definitiva del acervo hereditario: PROPIEDADES OFRECIDAS: Gran oportunidad. Se vende torre. Únicamente en block. Importantes detalles en marfil sobre fachada. Destino: comercial o dependencias estatales. A reciclar. Sin baños ni aberturas. Gran profusión de espejos.

Ya no existe el terror de las noruegas, nativas o becadas; lo borraron ráfagas bienhechoras de silencio, que, deshaciendo aquella ruina humana, muscular y moral, trajeron paz definitiva. Ahora, como antes, mancebos y muchachas pueden creer que es posible un amor, en este mundo cruel, puro como el agua del deshielo; otra vez pueden respirar las madres aliviadas (ya nadie grita: “¡Viene el lobo!”) y pueden regresar los chicos a jugar a las plazas, sin temer la presencia furtiva en los arbustos: murió el terror de las escandinavas.

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ABRIL 2014


DESHORAS

Poemas de

Josefina Báez De La Romana 101 Cógele el pasito al 70 los mellizos cafeteros y un tal pedacito de Quisqueya waved good bye. Patronales and aguinaldos decorated the come back invitations. Has cambiado pero sigues igualita of hueles a nuevo danced with El Brujo and El Caballo, Oliendo a downy but not in the GfMP converse pro Keds grooving Dig it? Qué gozá? pero no me quedo Hijos de factoría comen mucho Hijos de factoría crecen espigados Hijos de factoría refuerzan quintetos distritales Vitrales? Vitrales de Con Edison Vitrales del extranjero ausentes presentes que se cantean ausentes presentes Dominican Yorks ¡que los más malos de la bolita del mundo Ya encestes o no eres Dominican York se eleva tira Falla Oigan la bulla amigos falta personal del número 24 pierde la bola el equipo local con o sin bacá tiro de tres no aplaudí la llegada Amor de lejos amor de tres amor de cuatro Un ripiao una línea larga turistas otra ma’ larga que’r diablo nacionales Un guardia un maletero otro maletero y lo mío? otro maletero y otro má descuartizan la bienvenida Sospechosos no conocidos al cuartico. Sospechosos conocidos al salón diplomático La que tiene una monga en la mano Mírenla ahí mírenla ahí I ain’t no fucking Juanita Shit Divisas divisorias dividiendo parte integral del GNP Divisas divisorias dividiendo remesas igual a turismo Divisas divisorias dividiendo falsa paridad del dollar Divisas divisorias dividiendo reportando para la nación la que no se cayó en el cajón El país en venta se vende esta mejora se vende este Club Gallístico For Sale Por motivos de viaje vendo pasaporte vencido folio de su acta de nacimiento se dañó con el ciclón regrese a su pueblo vaya a la central pase primero por la regional cédula expirada usted está casi trancao pueblo-capital-otro pueblo-capital Con esta me hago ciudadana con viva emoción Bienvenidos al país mejor del mundo el tuyo said What? y sin esperanzas “Todo lo que dejas te espera... Damn! mensaje de la Presidencia

NÚMERO 113

De Levente no.yolayorkdominicanyork My name is Quisqueya Amada Taína Anaisa Altagracia Indiga. You can call me Kay. El cocolo, mi timacle, calls me chula. He calls me Chula and his derriengue. And the rest Gorda. They call me La Gorda. Chiquita, gorda, mal tallá. No soy vacana. Ni matatana ni un mujerón. Muy normalota. Molleta. Una morenota. Otra prieta mas. Sin na’ atrá. Bling bling ain’t for me. But you will not believe lo que yo gusté en Erre De. Well, not me, me, me. But me my USA passport Me my many gifts Me paganini Me my hot hip hop steps Me mambo violento mambo rabioso mi mambo sabroso. Raggetón. Dembow, dembow, dembow. Boleros not even in a dream. Me my mami chula salsa swing, Me chercha Royalty, merengue queen, bachata princess. Me Queen of the Can Domini can that is Me, my bachata perreo. Clothes and accessories as in the lastest video. Eee Ooo. También mandé tres cajas de comidas y dos drones, full de to’. ¡Hello!

contratiempo

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