Contratiempo 61 • Diciembre 2008

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50 años de la Revolución Cubana: Perspectivas

chicago, illinois, diciembre-enero 2009

Obama y la agenda migratoria EdZiVh n XjZci^hiVh YZ 8]^XV\d

contratiempo número 61


contratiempo

número 61

diciembre 2008-enero 2009

Directiva Frances R. Aparicio, Beatriz Badikian, Raúl Dorantes, Gregory X. Gorman, Jochy Herrera, Fernando Olszanski, Félix Masud-Piloto, Moira Pujols, Helen Valdez

Directora ejecutiva Moira Pujols

Director editorial

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Gerardo Cárdenas

Consejo editorial Gerardo Cárdenas, Raúl Dorantes, Esmeralda Morales, Julio Rangel, José Castro Urioste, Febronio Zatarain

Jefe de redacción Febronio Zatarain

Directora de arte Esmeralda Morales

Diseño gráfico Marisa Bueno, Esmeralda Morales

contrafoto

contenido 3 Editorial

Jesús Sereno

4 Revolución cubana hoy: El sueño de unos pocos, Yoani Sánchez

Correctores de estilo

5 Reflexiones sobre 50 años de revolución en Cuba, Félix Masud-Piloto 6 Con las vidas construimos tu canción: Revolución y música en Cuba, Catalina María Johnson

Laura Pujols, Julio Rangel y Mayavel Saborío Carranza

7 El cine cubano y el Estado: historia de un conflicto, Paul A. Schroeder Rodríguez 8 Becado de Johnson o hijo de Fidel, Jorge García

Portada

dossier

9 Medio siglo de engaño y opresión, Vicente Echerri

Guillermo Munro www.gmunro.com

latinidad

10 La población latina, un gran aporte a Chicago, Roger Knight

Las opiniones expresadas por los escritores que colaboran en contratiempo no son necesariamente las de la revista, o de la entidad que la publica, contratiempo nfp, una entidad 501 (c)3 sin fines de lucro.

©

11 Presentación 12 Poemas de Jorge García 13 Poemas de Jesús Guerrero

contratiempo nfp

1702 South Halsted St., Chicago Il 60608 (312) 666 7466 Para obtener más información sobre las distintas secciones de la revista publicidad o suscripciones, escríbanos a: info@revistacontratiempo.com o visite nuestro sitio: www.revistacontratiempo.com

16 Cuentos de Stanislaw Jaroszek 17 Poemas de santiago weksler

deshoras mirada

directoreditorial@revistacontratiempo.com

20 Blues con Décima: Chicago Cuatro Orchestra, Catalina María Johnson 21 Los inmigrantes en la era de Barack Obama, Raúl Dorantes y Febronio Zatarain 23 Obama y la reforma, Jorge Mújica

tiempo extra

24 La memoria y la escritura: Una conversación con Jorge Edwards, José Castro Urioste 25 El trabajo de la palabra, Antonio Zavala 26 El dinero, Marco Escalante

Raúl Dorantes tiempoextra@revistacontratiempo.com

14 Herejías: Una lectura crítica de la imagen fotográfica, Julio Rangel 19 Del mariachi y otros demonios, José Angel Navejas

Para envío de colaboraciones: Gerardo Cárdenas

18 Poema de tory hakmiller y kevin mcnamara

27 Aproximaciones Cantar la vida: la poesía de Ricardo Yañez, Francisco Pamplona

tiempo desobra

28 Contrafoto, Jesús Sereno


c u l o v 50 a e ños de la R

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Ilustración: Judith Espino

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n el mundo actual, aquejado de una preocupante cortedad de memoria, los temas que fueron polémicos ayer, han pasado a segundo plano hoy, serán historia mañana, y para pasado mañana habrán sido completamente olvidados. Por lo mismo, que un tema que generó una intensa polémica mundial hace 50 años, siga generando polémica hoy –si bien en espacios algo más reducidos– es de resaltar. En el contexto de la Guerra Fría, que una guerrilla de izquierda se hiciese con el control de un país históricamente inestable, a 90 millas de las costas estadounidenses, y no fuese inmediatamente aplastada por Washington, resultó un hecho inédito. La capacidad de Cuba para seguir siendo tema de estudio y discusión por las siguientes seis décadas, confirma no sólo la particular relevancia y dramatismo de su revolución, sino la disposición de lo cubano —y de los cubanos— para polemizar, y ser centro de la polémica (impensable, por ejemplo, que hechos similares hubieran generado la misma cantidad de tinta, neuronas y saliva si hubiesen ocurrido, por decir, en Madagascar). El siglo XX vio cuatro grandes revoluciones (por orden histórico – México, Rusia, China y Cuba). La revolución mexicana generó un sistema y una filosofía política casi perfectamente maquiavélicos, a los que derrotó el cansancio y la corrupción. Rusia y China generaron monstruos geopolíticos; el primero vencido por las desigualdades económicas y militares de la Guerra Fría; el segundo, por las realidades del mercado y la demografía. Cuba generó mitos aún vivos: Fidel Castro, Ché Guevara, Playa Girón (o Bahía de Cochinos, depende de a quién se le pregunte), “la historia me absolverá”, el Mariel, y muchos otros.

Cu n ó i

bana: Pers pectivas

Ninguna de las otras tres revoluciones generó tal cantidad de mitos, y los pocos que sí generó se han ido diluyendo con el paso del tiempo, deslizándose sin excepción del sarcasmo, al kitsch, a la sombra. De un lado, ciertos mitos cubanos permanecen en el imaginario colectivo mundial (Castro, su barba y su puro; Ché Guevara, su boina y su melena). Del otro, pocos exilios han tenido tal impacto político, económico, social y cultural en la vida del país receptor, como el exilio cubano en Estados Unidos. Los cubanos han transformado Miami y el sur de la Florida, y generado un poder político y corporativo que los migrantes mexicanos, más numerosos pero mucho menos politizados, tardarán muchos años en alcanzar. Es innegable también el peso de la revolución cubana en los asuntos internacionales: el dinero de Moscú habrá financiado las guerrillas y partidos comunistas en América Latina, pero la inspiración de las mismas venía de Cuba – Castro y Guevara eran el modelo, no Khruschev o Brezhnev, mucho menos Mao o Deng. Cuba, no lo olvidemos, fue factor de desestabilización en el teatro africano de la Guerra Fría, y tuvo a Washington y Moscú a un parpadeo de la guerra nuclear. ¿Cuál es el balance de 50 años de revolución? No es una pregunta de fácil ni inmediata respuesta: el régimen cubano dedicará el 2009 a justificar su existencia; el exilio de Miami, a denostarla. Y la población de la isla sobrevivirá en un clima creciente de escepticismo, desencanto, sarcasmo y hartazgo. Económicamente el país vive una profunda depresión que deja inservibles los logros sociales de la revolución: altísimos niveles de educación, erradicación del analfabetismo, salud para todos, etc. Obsesio-

nado por impedir la penetración de la cultura estadounidense, el régimen de La Habana es el principal cómplice de la clandestinidad del dólar y el consumismo rampantes en la isla, algo que ha generado una prostitución de los valores de una de las culturas más auténticas del continente. Cabe preguntarse cuál será el tono de la relación entre Washington y La Habana tras la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca. Pero ese tema será tratado en futuros espacios de esta revista. El presente dossier aborda un tema altamente polémico, y su intención no es otra que seguir alimentando la discusión. Félix Masud-Piloto nos ofrece una visión panorámica de lo que quiso y pudo conseguir el régimen castrista; Yoani Sánchez, la principal “bloguera” de Cuba, pinta un cuadro sobrio sobre la realidad del “cubano de a pie”, y Vicente Echerri presenta el punto de vista fundamental del exilio. Paul Schroeder-Rodríguez y Catalina María Johnson analizan el impacto de la revolución sobre dos de los principales productos culturales de Cuba: el cine y la música, en tanto Jorge García cuenta una historia que, siendo personal, refleja las complejas opciones de vida que tiene el cubano de la isla. Las opiniones de cada articulista son muy suyas, y al mismo tiempo muy vivas, contundentes e inquietantes, y reflejan que, para bien o para mal, a favor o en contra, Cuba se ha trazado un destino dramático, coherente con el espíritu radical de su pueblo. Aventuremos la afirmación de que, al cumplir 50 años, la revolución no pasa su última página, sino que abre un nuevo capítulo cuyos autores, dentro y fuera de la isla, escribirán con tintas de otros colores.


Revolución Cubana hoy:

El sueño de unos pocos Yoani Sánchez

Una pregunta en torno a los 50 años de la Revolución Cubana es si se trata del aniversario de lo ocurrido hace medio siglo o del cumpleaños de algo que aún está vivo. Las revoluciones tienen ambiciones de inmortalidad, vocación de parte aguas, ansias destructivas de lo que hubo antes, prisa por el futuro. Cuando una de ellas se jacta de cumplir medio siglo, en realidad su certificado de defunción se ha firmado muchos años atrás. Prolongarse en el tiempo, aferrarse en el poder, tener sueños de eternidad es la forma de suicidarse que tienen las revoluciones. Para la generación que fue testigo consciente del triunfo revolucionario y protagonista de los años fundacionales, la palabra “antes” significa lo previo a 1959. Sin embargo, los nacidos entre los años 70 y los 80 la interpretan de una manera muy diferente; para ellos la revolución es su pasado. Las conquistas que este proceso logró, especialmente las alcanzadas en la época de la subvención soviética, no produjeron en la nueva generación el efecto de salvación mesiánica, porque ellos nacieron en medio de su mejor momento y fueron testigos de su decadencia. Al no sentirse rescatados de ningún mal del pasado, les cuesta identificarse como beneficiarios del socialismo y esto les permite ser más objetivos, lo que los lleva a ser más críticos. Ésa es la generación que tendrá en sus manos la decisión de cómo será el futuro y no podrán contar para ello con la experiencia de un “antes”, que no vivieron. La revolución, el sistema, el proceso, esto, o como cada cual quiera llamarle, agotó hace mucho tiempo su combustible, su capacidad renovadora. Ya no le queda nada viejo por destruir, pero le falta mucho por hacer. Cincuenta años después del triunfo revolucionario, el país tiene más tierras improductivas que nunca y el más alto déficit habitacional de la historia. La moneda con que se paga el salario a los trabajadores carece de valor real y los dos renglones de mayor prestigio, la educación y la salud transitan por momentos de verdadera crisis. Se observa un índice demográfico en retroceso y una emigración creciente. La que una vez fuera la ideología oficial, el marxismo leninismo, es hoy una curio-

sidad arqueológica de la que solo se habla en círculos académicos. El Partido Comunista, el único permitido por las leyes, hace más de una década que no realiza un congreso. Nunca más se ha hablado de planes quinquenales y el sueño de contar en el siglo XXI con un hombre nuevo, fruto de una esmerada formación, no es ni siquiera una quimera, más bien parece una broma. Quien lo desee, puede comprobarlo preguntándole a cualquier adolescente sobre el ansiado arquetipo y ya verá cómo se ríe. La crisis de los valores preocupa a todos, sobre todo la disminución de la responsabilidad ciudadana, la aceptación de lo ilícito como normal, incluso como forma de sobrevivir. Saltan a la vista la devaluación de las más elementales normas de la decencia, la falta de respeto por lo que es ajeno, sobre todo si es un bien común. Los cubanos convivimos con el vandalismo, el arraigo del racismo, el aumento del regionalismo, el culto creciente a todo lo foráneo, el desprecio desmedido a lo nacional, la falta de escrúpulos con el manejo de los recursos públicos, el soborno como método preponderante para solucionar un problema o cumplir una aspiración, la metástasis de la corrupción a todas las esferas de la sociedad. Campean libremente el nepotismo, el beneplácito popular al mercado negro, la pérdida de confianza en las instituciones y en los procesos de presumible solución que éstas generan. Con una población penal que ronda los 80 mil reclusos, Cuba se ha convertido en un país donde trabajar llega a verse como un absurdo y en el mejor de los casos como una formalidad. Pero lo peor de todo no es la variedad ni la intensidad de estos problemas, sino la falta de perspectiva que hay para encontrarles solución. La sociedad civil está desmembrada y en los medios de difusión sólo se proyecta un país que no tiene referentes con la realidad. No hay un debate estructurado sobre los males que aquejan al país. La oposición política, dispersa, perseguida, satanizada y muchas veces instrumentalizada o infiltrada, poco puede hacer para dar a conocer sus programas y propuestas. Cambios, ansiedades e incógnitas Los cambios que reclama la sociedad cubana son impostergables, pero tienen la dificultad de ser considerados pasos atrás, si se analizan desde el punto de vista estrictamente revolucionario. Esto último trae como consecuencia una enorme resistencia para aplicarlos de una vez por todas, fundamentalmente entre aquellos que emplearon sus mejores años en la construcción de un ideal al que nunca se arribó. Los cambios que espera la sociedad cubana no se limitan al aspecto económico. En el campo de los derechos ciudadanos, la gente aspira a que el gobierno elimine el humillante trámite de “permiso de salida” que limita los viajes al extranjero. Especialmente que termine de una vez el concepto de “salida definitiva”

que convierte a los emigrantes en extranjeros sin poder radicarse nuevamente en su propio país y con sus propiedades confiscadas a la salida. Ya se avanzó algo cuando fue permitido a los cubanos hospedarse en los hoteles y hacer contratos para telefonía celular. A mediados de este año, se levantó la veda para la venta de algunos artículos electrodomésticos, como hornos de microondas, reproductores de DVD y computadoras, hasta entonces prohibidos, pero todavía queda mucho por conquistar. Entre las demandas en esa dirección están el hecho de que un ciudadano cubano pueda comprar libremente un auto o contratar servicios de Internet y televisión por cable. Estas “aspiraciones de clase media” son poca cosa si las comparamos con las más esenciales. La necesidad de expresar libremente criterios y el derecho a asociarse alrededor de cualquier tendencia o preferencia, sin temor a represalias. Éste es el punto más candente que coloca a Cuba en la lista de países ajenos a las normas democráticas, comúnmente aceptadas por la mayoría de las naciones civilizadas. La revolución cubana cumple su medio siglo, como el avión achacoso que logra surcar los aires con el piloto automático encendido. La retirada de su líder histórico y la sensación de indefinición sobre quién lleva realmente las riendas del país, se combina con una nueva administración norteamericana. Obama “amenaza” con desactivar al menos una buena parte de los argumentos tradicionales sobre los que se ha basado la represión a la diferencia. Si el nuevo presidente demócrata se inclina por la tendencia de aflojar las tensiones con la isla, puede crearse un clima de diálogo que favorecería a los elementos más reformistas dentro del gobierno. La solución del diferendo entre Cuba y los Estados Unidos, o al menos la disminución de su perfil, parece una condición indispensable para sacar del juego a los fundamentalistas. Si a eso se sumara la aparición de una nueva generación de dirigentes políticos, podría desencadenarse algo más dinámico que una perestroika y menos controlado que el modelo chino de hacer el socialismo. Lo que es hoy la Revolución Cubana no se parece al sueño de nadie, ni de los que la construyeron y, mucho menos, de quienes la heredamos. Al menos ya sabemos que no hay tiempo ni deseos de empezar otra vez por el principio. Yoani Sánchez, licenciada en Filología, residente en La Habana, y considerada la principal “bloguera” de Cuba, es ganadora de los premios Ortega y Gasset de Periodismo Digital 2008 y del Jurado de Bitácoras.com 2008

IlustracIón: JudIth EspIno

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Reflexiones sobre 50 años de revolución en Cuba Félix Masud-Piloto

Todos los que presenciamos el triunfo de la Revolución Cubana aquel 1 de enero de 1959, nunca olvidaremos la gran emoción y orgullo desatado por lo que la gran mayoría de los cubanos interpretaron como una necesaria segunda guerra de independencia para rescatar el país de las garras de la corrupción y violencia política. Aunque yo era un niño de apenas diez años, o quizás por eso, recuerdo bien el terror que se vivió en el país bajo la corrupta y brutal dictadura de Fulgencio Batista. Recuerdo que la entrada de los “barbudos” a La Habana venía acompañada por una gran ola de regocijo y esperanza, y otra de temor a lo desconocido, al experimento, y a la reacción de los Estados Unidos por el desafío que la revolución representaba para el gigante del norte. Muchos años de estudio me esclarecieron los hechos que presencié como niño y así comencé a entender que la lucha de los cubanos por su soberanía había sido larga, turbulenta y sangrienta, y que el proceso revolucionario representaba la culminación de esa lucha. Entendí también que para los Estados Unidos era simplemente inconcebible que Cuba, después de más de 400 años de resistencia y lucha contra el colonialismo español, y más de 50 años de neocolonialismo, declarara su definitiva liberación y comenzara, desde ese primer día, una heroica defensa de su soberanía y dignidad nacional. La historia de Cuba y la de su relación con los Estados Unidos deja muy claro que nuestra historia no comenzó ni terminó en 1959, como muchos pretenden interpretarla, según su perspectiva política. Motivos, impacto, y consecuencias de la revolución Estaba claro que en 1959 los cubanos habían perdido toda confianza en el sistema político que tantas veces los había traicionado. Las ocupaciones militares de Estados Unidos en 18981902 y 1906-1909, los gobiernos corruptos, y las sangrientas dictaduras de Gerardo Machado y Fulgencio Batista, fueron marcando el camino hacia la última y única alternativa: revolución. Pero, ¿Podría la revolución lograr el sueño de Martí de una Cuba libre e independiente: “con todos y para el bien de todos”? ¿Sería posible para un país subdesarrollado, dependiente y políticamente podrido crear una sociedad con justicia social, igualdad y una política exterior independiente de los dictados de Estados Unidos? Y ¿podría el nuevo gobierno eliminar la violencia social, la corrupción, la prostitución, el desempleo y el analfabetismo? Eso era lo que proponía la revolución y por eso se ganó el gran apoyo nacional e internacional que en gran medida todavía mantiene. Tomándose en serio la difícil tarea de transformar el país, desde sus primeros días en el poder, la dirigencia revolucionaria atacó los problemas sociales y económicos más serios de la nación con gran determinación y energía. Durante sus primeros cinco años la revolución logró más reformas sociales que en los 58 años de seudo-república: reforma agraria, reforma urbana, sistemas de salud y de educación totalmente gratuitos, igualdad e integración plena de la mujer a la sociedad -posteriormente consolidado en el Código de la Familia-, eliminación de la discriminación racial, la prostitución, y el analfabetismo. Todo esto dentro de un torbellino político, que incluyó una invasión mercenaria (Bahía de Cochinos, 1961), una crisis internacional que llevó al mundo al borde de una guerra nuclear (octubre, 1962), y la salida definitiva del país de más del 50 por ciento de todos los médicos, técnicos y profesionales, reclutados por la fallida campaña migratoria de “brazos abiertos” de Estados Unidos, diseñada para permitir, o al menos entorpecer el proceso de reformas sociales prometidas y avanzadas por la revolución. A pesar de sus transcendentales cambios, el proceso revolucionario no fue ni es perfecto. Al contrario, también desde sus primeros días, la dirigencia revolucionaria cometió grandes errores y excesos que comenzaron a erosionar el apoyo popular. La eliminación de toda oposición política, el encarcelamiento y ejecución de enemigos reales y a veces imaginados, la imposición de una prensa oficial única, y la nacionalización de la empresa

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privada fueron algunos de los principales irritantes que crearon en Cuba un ambiente de extrema tensión que resultaron en la emigración ilegal, actos de sabotaje y terrorismo y la intransigente oposición de los Estados Unidos. La complicada, turbulenta y obsesiva relación Cuba-EEUU La reacción de los Estados Unidos a la Revolución Cubana no se hizo esperar. Justificando cualquier acción, por violenta, ilegal, o inmoral que fuese en nombre de Cuba libre –léase recuperar el dominio que ejercieron sobre Cuba por casi sesenta años—Washington dio la orden de que Castro y su revolución fuesen destruidos, a cualquier costo. Estrategia política que durante los últimos 50 años se hizo obsesión. Diez presidentes estadounidenses, de Eisenhower a George W. Bush, han ordenado, organizado y ejecutado acciones militares contra Cuba, campañas de sabotaje y terrorismo contra la población civil, y un ilegal bloqueo económico a nivel mundial. El último en contra del rotundo rechazo de la comunidad mundial y de la Organización de Naciones Unidas, que este año votó por décimo séptima vez, 185 a 3, en contra del unilateral y criminal bloqueo. Y como si todo eso fuese poco, en 1996 el Congreso de Estados Unidos, con la ley Helms–Burton, codificó el bloqueo contra Cuba. El disparo más reciente en la guerra de Estados Unidos contra Cuba es el plan de la “Comisión para la ayuda a Cuba libre,” también conocido como el “Plan Bush,” que con gran crueldad y en contradicción con la Constitución estadounidense, apretó aun más el bloqueo contra Cuba, esta vez con medidas abiertamente dirigidas contra todos los cubanos residentes en Cuba y en el propio Estados Unidos. Las regulaciones vigentes desde el 2004, entre otras cosas, restringieron los viajes familiares de cubano-americanos a la isla a solo una visita cada tres años y con permiso oficial del Departamento del Tesoro, y sin excepciones humanitarias por grave que fuesen. El plan también limita las remesas familiares y con extrema arrogancia y absoluta prepotencia, redefine y pretende reducir la familia cubana a sólo la inmediata. En el mundo bizarro que Washington quiere crear para los cubanos, tíos, tías, primos y primas no se consideran parte de la familia y por ende, no tienen derecho a visitas y mucho menos a ayuda. Las 450 páginas del “Plan Bush,” están llenas de crueles prohibiciones contra el pueblo cubano en Cuba y el exilio, de absurdos planes para la derrota de la revolución, y el “plan maestro” para la Cuba de mañana, después que regrese al campo “libre” del imperialismo estadounidense. Más que asco, el “Plan Bush” da pena por el evidente fracaso e incapacidad de los gobernantes estadounidenses, que después de más de 150 años de experiencia directa con Cuba y los cubanos, nos quieren seguir tratando, para desilusión de ellos, como colonia. La revolución cubana y el mundo Además de las transformaciones sociales logradas en Cuba, no cabe duda que el otro gran logro de la revolución ha sido y es su política exterior, que durante los últimos 50 años se ha ganado la admiración y el agradecimiento del mundo por su generosa y desinteresada solidaridad, y compromiso con los proyectos de liberación nacional y avances sociales de todos los pueblos. El mejor ejemplo de esto es la política de Cuba en África, donde más de 200 mil tropas cubanas, a lo largo de 26 años libraron numerosas batallas contra el colonialismo y neocolonialismo europeo, contra el apartheid, y la explotación del hombre por el hombre. Cuba pagó un alto costo -más de10 mil muertospor lo que algunos le llaman “La odisea cubana en África”. En parte por el sacrificio cubano, hoy Angola y Namibia son libres e independientes y todas las tropas cubanas regresaron a Cuba, para ser remplazadas por más de 30 mil médicos, constructores y técnicos que continúan brindando sus servicios y solidaridad humana a los más necesitados de la tierra. Presionados y amenazados por los Estados Unidos, en 1965, todos los países latinoamericanos, con excepción de México, rompieron relaciones diplomáticas con Cuba. Sin embargo

hoy Cuba no solo tiene relaciones diplomáticas y comerciales con todos los países latinoamericanos, sino que más de 45 mil médicos y técnicos cubanos brindan sus servicios en casi todos los países del continente. Ningún otro país latinoamericano ha tenido ni tiene una política exterior tan abarcadora, efectiva y solidaria como la cubana. Eso lo digo sin reproche y en tono de esperanza, no crítica. Ojalá que todos nuestros países pudieran seguir el ejemplo de Cuba. Eso sería la verdadera revolución continental soñada por el Ché. Deseos de cubano El próximo 1º de enero, todos los cubanos, jóvenes y viejos, en todas partes del mundo, debemos y nos merecemos tomarnos un tiempo para reflexionar sobre nuestro proceso histórico y muy especialmente sobre los últimos 50 años. Cincuenta años de revolución han sido una prueba de fuego para todos los cubanos. Para los más de un millón que tomaron la ruta del exilio, vivir fuera del país natal siempre es y será castigador, bajo cualquier circunstancia. Para los que nunca abandonaron Cuba, la vida tampoco ha sido fácil. La realidad es que tres generaciones de cubanos han experimentado los efectos reales del bloqueo, agresiones militares, terrorismo, penurias económicas, y las exigencias, a veces injustas del proceso revolucionario. Personalmente, y como cubano, siempre he tratado de entender a la revolución por lo que es, parte del proceso histórico de un país pequeño que bajo circunstancias extremadamente difíciles, peligrosas, y sangrientas, ha sabido defender su soberanía y dignidad nacional. Y es por eso que desde hace más de 40 años y a pesar de la distancia, he tratado de mantener una relación lo más normal posible con mi patria y su gobierno. Esto no quiere decir que estoy de acuerdo con todo lo que la revolución ha hecho y hace en Cuba. Los que me conocen saben que he tenido y tengo grandes diferencias con algunas de las medidas y decisiones tomadas por la dirigencia revolucionaria. No obstante eso, porque conozco bien la realidad cubana y porque he estudiado a fondo la historia de Cuba, siempre que pienso en Cuba, lo hago desde una perspectiva histórica. Con la histórica elección de Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos como un agente de cambio en la política de este país, y el reemplazo de Fidel Castro como jefe del Estado Cubano por su hermano Raúl, sería muy apropiado y deseado por la gran mayoría de los cubanos y estadounidenses, un cambio, al fin positivo, en las relaciones bilaterales entre los dos países. Más allá de terminar la irracional obsesión de dominación que tiene Estados Unidos con Cuba, los cubanos que residimos en este país recuperaremos nuestro derecho constitucional de poder viajar libremente a nuestro país de origen sin amenazas ni represalias por nuestro país adoptivo. Mi mayor deseo para el futuro no distante es, que pase lo que pase en Cuba, todos los cubanos podamos llegar a un entendimiento entre cubanos, sin interferencias ni presiones foráneas. La revolución cubana con todos sus logros y fracasos es una realidad que está al centro de nuestra historia. Estemos de acuerdo con ella o no, ningún cubano digno puede aceptar las amenazas y chantajes imperiales de los Estados Unidos. Volver al pasado sería una verdadera tragedia no sólo para Cuba, sino para toda América Latina y todos los pueblos del mundo subyugados por el imperialismo. Félix Masud-Piloto, cubano, es catedrático y director del Center for Latino Research en la Universidad DePaul de Chicago.

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Con las vidas construimos tu canción: Revolución y música en Cuba Catalina María Johnson

Madre, en tu día No dejamos de mandarte nuestro amor Madre... Madre Patria y Madre Revolución con las vidas construimos tu canción. La historia de la música no se puede escribir sin dedicarle muchos capítulos al inmenso aporte cubano, que antes de la revolución constaba de una lista extensa de ritmos al compás de los cuales se movía literalmente medio mundo, difundidos e impulsados, en particular, en las décadas de los años treinta y cuarenta – y que, dependiendo de a quién se le pregunte, formó parte o de una era en la que la isla fue paraíso perdido o, al contrario, decadente destino sexo-turístico del imperialista. Con “filin” cubano La realidad sociopolítica queda entre alguno de los anteriores dos extremos, pero sin duda alguna la realidad musical es que ya desde esa época le debíamos a Cuba mínimo: guaracha, son, danzón, bolero, mambo, cha-cha-cha, rumba, influencia definitiva sobre el jazz tanto norteamericano como latino en intercambio con Nueva Orleans, y todo esto sin mencionar un sinfín de ritmos que se arraigan adaptados al repertorio popular de nuestras tierras, incluyendo el ritmo de la clave 3/2 que predomina en la salsa. Del 59 en adelante, las melodías y ritmos cubanos los mueven la batuta del estado, que limita y, a su vez, desarrolla tendencias musicales. La isla sigue siendo fuente de músicas que se han preservado y desarrollado, en gran parte, gracias a iniciativas del Gobierno tales como mantener centros de investigación, ofrecer educación musical gratis, subvencionar espacios de actuación y dirigir la vida activa de los músicos a través de empresas y agencias gubernamentales. Estos comentarios sobre la música cubana posterior a la revolución son breves reflexiones de lo que resulta ser una partitura en contrapunto – voces individuales que construyen cincuenta años de canción cubana. Trova nueva que renueva Madre, que tu nostalgia se vuelva el odio más feroz. Madre, necesitamos de tu arroz. La “nueva trova” de Silvio Rodríguez y otros cantautores nace a la par que la revolución, y cobra fuerza a partir de que Silvio hace su debut, en 1967, en el programa de televisión “Música y Estrellas”, vestido con sus botas militares. Se nutre de la trova tradicional cubana y retoma esa trayectoria musical legendaria dentro del contexto de la naciente canción protesta de Argentina, Chile y otros países latinoamericanos. En años posteriores, la poesía musical de Silvio se extiende a tal grado por Latinoamérica y España, que su legado e influencia sobre varias gene-

raciones difícilmente se pueden medir. Me queda en la memoria haber presenciado un concierto de Silvio en la Plaza de Toros de Madrid, en la que el redondel repleto susurraba las canciones a la par que Silvio las cantaba. A pesar de su fama, se ha hablado de límites estatales sobre su expresión artística. Lo único que me consta es que tengo un disco en vinilo de “Unicornio Azul”, firmado por él, que me compró mi hermana en Madrid. El autógrafo lo porta la cubierta porque al ir a pagar, le dijo a mi hermana la dependiente que ahí mismo en la tienda se encontraba Silvio obteniendo algunos de sus propios discos, ya que en Cuba no tenía a la mano la información completa sobre la distribución de sus propias grabaciones. La bendición de San Lázaro Casi cincuenta años después de que cerró el Buena Vista Social Club, inspiró la grabación hecha por el cubano Juan de Marcos González y el guitarrista norteamericano Ry Cooder, acompañados por músicos cubanos; la mayoría de los cuales eran veteranos septuagenarios que habían actuado en el Buena Vista Social Club en sus épocas de apogeo. La grabación del mismo nombre se convierte en enorme éxito internacional y la filmación de los posteriores conciertos, en 1998, en Ámsterdam y en Nueva York, al igual que entrevistas con los músicos en La Habana, pasaron a la historia en el muy premiado documental del alemán Wim Wenders. Posiblemente, gracias a la intervención de San Lázaro -santo al que rezaba Ibrahim Ferrer, uno de cantantes más queridos del grupo– fueron resucitados los músicos a una segunda breve vida de éxito y prosperidad. Entre 2003 y 2006 ya han fallecido: Compay Segundo, Rubén González, Ibrahim Ferrer y Pío Leyva, a las edades de noventa y cinco, ochenta y cuatro, setenta y ocho y ochenta y ocho, respectivamente. En una vuelta algo surrealista, resulta que a nivel mundial, la música más popular cincuenta años después de la revolución es la música anterior a la revolución. Rap y rock que desafinan con el estado y otras zonas incómodas La época posterior al desmoronamiento de la República Soviética en 1990, denominada en Cuba “periodo especial en tiempo de paz”, da lugar a una diáspora de jóvenes cubanos que emigran llevando consigo no sólo el son de su tierra, sino gran interés en el rap y el hip hop. De éstas, una de las agrupaciones de mayor éxito es la de tres hip hoperos: los Orishas, que anteriormente se llamaban “Amenaza”, que emigran a Milán, París y Madrid a fines del decenio de los noventa. La letra de su música no sólo manifiesta añoranza por la patria, sino que comenta los problemas del cubano negro, en particular, además de otros problemas sociales de la periferia de La Habana que fueron, en gran parte, resultado de que se acabaran los subsidios soviéticos a Cuba.

Al mismo tiempo, dentro de la isla, crece el movimiento del rap y se crea la correspondiente Agencia Cubana de Rap en 2002 para apoyo y, por ende, control gubernamental de la rebeldía rapera. En estos mismos años, otras músicas del enemigo, el rock y el punk, inciden fuertemente en la escena musical, protagonizadas de manera ejemplar por Porno para Ricardo. El cantante principal, Gorki Águila, rompe guitarras en el escenario gritando “son rusas y tienen que morir” y dicen ha mostrado las nalgas desde el escenario del Teatro América en La Habana, cantando canciones sobre el “coma andante”. Lo que le ha valido últimamente una detención, después de la cual se le ordenó pagar 600 pesos (28 dólares) —lo que supone ocho dólares más de lo que es el sueldo promedio mensual de la mayoría de los habitantes de la isla—. Regresó a pagar su multa por “desobediencia” e “indisciplina” con 12 000 monedas de cinco centavos que tuvieron que contar los funcionarios. Le fue bastante mejor a Gorki que si hubiera sido condenado por la acusación inicial: “peligrosidad social predelictiva”, que conlleva pena de cárcel. Aunque si lo hubieran encarcelado, quizás le hubiera tocado escuchar un concierto de Silvio Rodríguez –hoy considerado “la voz de la revolución cubana”–, quien ha cantado en diversas prisiones como parte de giras por las denominadas “zonas incómodas” de la sociedad. 90 millas Y así hasta hoy, continúa en eternos actos de creación la musicalidad cubana, en un estira y afloja con el Estado y marcados por numerosas intervenciones desde el extranjero y el exilio. Es un mundo donde en las cárceles en las que da conciertos el trovador más insigne de la revolución felizmente no se encuentra el rockero que manifiesta en su blog: “jodemos a los comunistas porque ellos nos joden a nosotros”. Por lo tanto, deseamos de todo corazón desde este país, donde hay 90 millas de distancia entre Cuba y la Florida —millas que dan título al CD que recientemente le ganó el Latin Grammy a Gloria Estefan, quien saliera de Cuba con la revolución a los 16 meses de edad­— que no se le impongan límites nunca, porque como nos canta el mismo Silvio: Madre, ya no estés triste, la primavera volverá, madre, con la palabra “libertad” “Madre” de Silvio Rodríguez

Catalina María Johnson, Ph.D., es conductora y productora de programas de música latina para estaciones de radio públicas. Para mayor información: www.beat-latino.com

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1. Silvio Rodríguez 2. Buena Vista Social Club

Foto: Getty Images by AFP/Getty Images

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Foto: www.thesun.co.uk

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El cine cubano y el Estado: Historia de un conflicto A Humberto Solás (1941-2008), in memoriam Paul A. Schroeder Rodríguez

Me gusta pensar que el cine es para la Revolución Cubana lo que el muralismo para la mexicana: una manifestación oficial pero no siempre oficialista del Estado. En Cuba, esta oficialidad se debe al hecho de que casi todo el cine ha sido producido o co-producido por el ICAIC, el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos. Lo de oficialista es más complicado, pues el mismo ICAIC ha sido algunas veces la conciencia crítica de la Revolución y otras portavoz de su ortodoxia. Para efectos de este ensayo, me detendré en el papel del ICAIC como generador de obras y debates críticos, pues es aquí donde hallamos lo más revelador de una historia tan conflictiva como productiva. El cine cubano se puede dividir en cuatro periodos: el Nuevo Cine, asociado con la euforia revolucionaria de los años 60; el Cine Didáctico, copartícipe de la institucionalización de los años 70; el Cine Popular, ligado a la rectificación de los años 80, y el cine independiente, producto del Periodo Especial desde los años 90. Cada uno de ellos está identificado con obras que seguramente hubieran pasado al olvido de no ser por las polémicas que suscitaron: P.M. (1961), Fuera del juego (1968), Cecilia (1981) y Alicia en el pueblo de Maravillas (1991).

P.M. y el Nuevo Cine Cubano de los años 60 Apenas tres meses después del triunfo de la Revolución, la Ley No.169 creó el ICAIC con el objetivo de “organizar, establecer y desarrollar la industria cinematográfica, atendiendo a criterios artísticos enmarcados en la tradición cultural cubana y en los fines de la Revolución que la hace posible y garantiza el actual clima de libertad creadora”. Las primeras filmaciones parecen haber respondido al llamado de Joris Ivens, el conocido documentalista holandés, a “filmar tan rápida y directamente todo lo que ocurre”. Esto significó, en el ámbito de ficción, una producción al estilo neorrealista y, en el campo del documental, al estilo del cine directo. En ambos casos, además, los temas eran siempre ejemplares; por ejemplo, la documentación de marchas y movilizaciones en masa, la explicación del proceso revolucionario o cómo incrementar la producción agrícola. Dentro de este contexto, la censura que hizo el ICAIC a P.M., —documental independiente que explora, sin claro argumento ni mensaje, cómo un grupo de afro-cubanos merodeaba de bar en bar a lo largo de toda una noche— desató la primera gran polémica cultural de la Revolución. Fidel Castro se vio obligado a intervenir con sus famosas “Palabras a los intelectuales”: “Dentro de la Revolución todo. Fuera de la Revolución nada”. Y así fue: dentro de la Revolución el debate continuó entre marxistas dogmáticos y marxistas heterodoxos, mientras que los liberales fueron silenciados. El ejemplo más claro de ello fue la clausura, pocas semanas después, de la revista cultural más leída en la historia del país: Lunes de Revolución, editada por Guillermo Cabrera Infante, hermano de uno de los creadores de P.M.

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Dentro del ICAIC, centro nacional de la heterodoxia marxista en aquel momento, se dio un intenso debate que culminó en 1963 con un manifiesto en contra de fórmulas estéticas, y que abrió las puertas a la producción de una serie de excelentes películas que hermanaron la experimentación estética con una posición a la vez crítica y comprometida hacia la Revolución. Entre ellas, las más conocidas son Muerte de un burócrata (1966) y Memorias del subdesarrollo (1968), ambas de Tomás Gutiérrez Alea, Lucía (Humberto Solás, 1968), y La primera carga al machete (Manuel Octavio Gómez, 1969).

Fuera del juego y el Cine Didáctico de los años 70 La heterodoxia parecía haber ganado, hasta que otra polémica, esta vez suscitada por el poemario Fuera del juego (Heberto Padilla, 1971), dio a la ortodoxia las armas que buscaba. Para la ortodoxia, el problema con este libro no era tanto la calificación de la Revolución como un juego sin sentido, sino el hecho de que la UNEAC —la Unión de Escritores y Artistas Cubanos, que había sido creada a raíz de la polémica con P.M. para, entre otras cosas, canalizar los debates culturales de forma más organizada­— hubiera otorgado su premio anual de mejor obra literaria a un libro con esta postura. Se abrió un juicio donde Padilla fue forzado a declarar un mea culpa y, enseguida, se efectuó el Primer Congreso de Cultura y Educación para definir más detalladamente el papel de los trabajadores culturales en el proceso revolucionario. El Congreso concluyó que el objetivo principal de todo trabajador cultural era crear un mínimo de conciencia social. En adelante se institucionalizaría un arte didáctico que transmitiría un claro mensaje revolucionario a un amplio público. En el ICAIC, se tomó la decisión de producir largometrajes que exploraran de una forma clara las raíces históricas del racismo y el sexismo contemporáneos. Los mejores resultados de esta nueva política fueron El otro Francisco (Sergio Giral, 1974), La última cena (Tomás Gutiérrez Alea, 1977), De cierta manera (Sara Gómez, 1974) y Retrato de Teresa (Pastor Vega, 1979). De éstas, sólo De cierta manera logró mantener la frescura y la experimentación que caracterizaron la producción de la década anterior. Cecilia y el Cine Popular de los años 80 A finales de los años 70, cuando el Estado comienza a exigir a las empresas culturales cierta rentabilidad (la palabra que se impuso fue ‘rectificación’), el ICAIC respondió con la estrategia riesgosa de poner todos sus huevos en una cesta: una súper co-producción con España a cargo de Humberto Solás, basada en la novela decimonónica Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde. El fracaso comercial fue tal que el ICAIC se fue a la bancarrota, y Alfredo Guevara, fundador del Instituto y director del mismo por más de veinte años, fue sustituido por Julio García Espinosa, conocido cineasta y autor del más citado manifiesto del cine cubano, “Por un cine imperfecto” (1967).

El principal legado de García Espinosa en su nuevo papel fue democratizar el proceso de selección de proyectos y promover comedias populares como Se permuta (1983) y ¡Plaff! (1988), ambas dirigidas por Juan Carlos Tabío. La excepción, esta vez, fue Papeles secundarios (Orlando Rojas, 1989), una túrbida tragedia que hubiera abierto nuevos caminos de no ser por lo que pasó tras la caída del Muro de Berlín ese mismo año.

El Periodo Especial y el cine independiente de los años 90 En 1991, Boris Yeltsin, como presidente de la nueva Federación Rusa, anunció el fin de los subsidios a Cuba. De repente, el Gobierno (y por lo tanto el país) perdió lo que se calcula era más del setenta por ciento de su presupuesto. Fidel Castro respondió a la crisis económica con un plan de emergencia que llamó el Periodo Especial en Tiempo de Paz, y los ortodoxos vieron en la crisis una buena oportunidad para poner el ICAIC bajo el control de las Fuerzas Armadas. El pretexto lo encontraron en una película con críticas vedadas a Castro: Alicia en el pueblo de Maravillas (Daniel Díaz Torres, 1991). El intento falló, en gran parte por la unanimidad y convicción con que el personal del ICAIC defendió la autonomía de la compañía. Hubo cambios, por supuesto, entre ellos el retorno de Alfredo Guevara como director y, sobre todo, el auge de co-producciones suscitadas por el éxito sin precedentes de Fresa y chocolate (Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, 1993). Pero desde entonces, Madagascar (Fernando Pérez, 1994) y Guantanamera (Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, 1996) son de las pocas películas que han logrado escapar de lo prosaico, mientras que la jubilación de Alfredo Guevara en el 2000 parece haber marcado el fin de los grandes conflictos entre el ICAIC y el Estado, y el fin también de la creatividad que éstos generaron por más de cuarenta años.

Paul A. Schroeder Rodríguez, dirige el Departamento de Lenguas y Literaturas Extranjeras de la Universidad Northeastern Illinois

Adela Legrá en Lucía (Humberto Solás, 1968). Cortesía de New Yorker Films.

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Becado de Johnson o hijo de Fidel

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Jorge García

Es muy difícil escribir o hablar de Cuba, sobre todo si se es cubano, sin ser tendencioso. Ser objetivo es como caminar sobre una cuerda de equilibrista. Los cubanos “del montón” que hemos vivido los cincuenta años de Revolución bajo esa singular sociedad sí nos entendemos con perfecta complicidad respecto al tema de la isla. Vine a residir a los Estados Unidos en diciembre del año pasado por razones familiares y personales. Cuando pienso en mi país desde la distancia, empiezo a visualizar, a manera de flash back, las escenas agridulces de mi vida bajo unas circunstancias condicionadas por los adultos de la generación de mis padres y en las que me vi obligado a vivir -aún en contra de mi voluntadcasi toda mi vida. Cada cual cuenta el relato, según le fue en el convento. Esta es mi versión. Yo nací en la segunda mitad de 1954. Tenía 4 años el 1 de enero de 1959. Nunca podré olvidar el júbilo del pueblo cubano aquel histórico día. Me encontraba en un bateicito de campo cerca de Cárdenas, provincia de Matanzas, donde residían casi todos mis familiares. Salimos en una carreta tirada por un tractor a festejar en caseríos cercanos en medio de aclamaciones de “Viva la Revolución”. Sólo mi abuelo español, que conocía bien la experiencia de su país durante la primera mitad del siglo XX, se mantuvo sospechoso y reservado. Aquel año de l959 fue bastante convulso y predominaba la percepción de un proyecto de justicia social que pretendía reivindicaciones a los más pobres y desatendidos. Por tanto, muchas personas vieron con simpatía la intervención estatal de grandes latifundios ante la necesidad de redistribuir y cultivar los campos. Sin embargo, ese proceso llegó a un grado de radicalización tal que las fincas de mis abuelos, aún siendo bastante pequeñas –de 5 y 10 caballerías- fueron también intervenidas, para disgusto de mis padres y tíos. Esto y otros motivos de decepción —como las carencias materiales, las trabas burocráticas, el rígido control estatal de las vidas y haciendas, el poner personas confiables políticamente pero inexpertas a administrar el país, la represión religiosa, la ruptura con tradiciones y raíces nacionales— generaron un gran descontento en mis tíos, lo cuales empezaran a emigrar a los Estados Unidos por diferentes vías, en botes ilegalmente, en vuelos directos Varadero-Miami o por España. De manera que fui creciendo en un ambiente de desmembramiento familiar a causa de desgarradoras separaciones que por aquellos años no abrigaban ni la más mínima esperanza de reunificación. Mis padres también tenían la expectativa de emigrar y sembraron en mí el “sueño americano” como antídoto de la “pesadilla cubana”. Diversas razones, entre ellas la suspensión de los viajes como consecuencia de la llamada Crisis de Octubre,

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impidieron el éxodo de mis padres y se apeló a sacarme del país por España como parte de la Operación Peter Pan, ya que tenía 13 años y había que evitar que me alcanzara la prohibición de salir del país por edad militar al cumplir los 15. Aunque todas las gestiones se hicieron con sobrado tiempo de antelación, las autoridades cubanas evidentemente retrasaron mi salida a fin de impedirla, en un gesto aparentemente protector, hacia el que tengo un profundo reproche y ningún agradecimiento. De manera que viví desoladoramente la frustración del adolescente que tenía la ilusión de trasladarse a un país que supuestamente le ofrecería un futuro promisorio; además de la consecuente separación de familiares muy queridos sin ninguna esperanza de reencuentro. Al no haber sido “becado de Johnson” me tocó ser “hijo adoptivo de Fidel”. Los jóvenes de mi generación fuimos movidos tempranamente hacia becas, escuelas al campo, escuelas en el campo, movilizaciones, trabajos voluntarios, campamentos de exploración, Servicio Militar Obligatorio y todo lo que nos alejara de la educación tradicional paterna y nos acercara al lavado de cerebro que suponía el adoctrinamiento en la ideología y la moral comunistas. Se trataba de una visión maniquea de que en la isla, y bajo el régimen de Fidel Castro —“Nuestro Padrecito Zar”— estábamos protegidos; ya que el resto del mundo, excepto el antiguo campo socialista, era la mismísima caldera del diablo. Mientras los Estados Unidos y los restantes países capitalistas representaban la fuente de todo mal y perversión, nuestra isla era la utopía del siglo XXI que generaría “Hombres Nuevos” y puros, como los atlantes de una emergente Atlántida. Aunque la historia posterior ha demostrado lo contrario, en aquellos momentos se pensaba que ese nuevo tipo de ejemplar comunista se produciría en el país como por generación espontánea, dadas las circunstancias creadas. En una década tan crítica como la de la segunda mitad de los años 60 y primera de los 70, se nos prohibió contaminarnos con todo lo que oliera a sociedad de consumo. Usar jeans apretados, melenas, gustar del rock y ser fanáticos de Los Beatles o de Los Rolling Stones eran abiertas y ofensivas manifestaciones de diversionismo ideológico que no se podían tolerar. Tener una mesa redonda, jugar a las cartas o padecer de jaquecas denotaba una filiación pequeño-burguesa que había que combatir. Dos artistas con canciones inocuas políticamente como Julio Iglesias y José Feliciano fueron prohibidos en las emisoras radiales y se penalizaba a quien los pusiera en sus fiestas privadas Por aquellos años, se celebró el Primer Congreso de Educación y Cultura que dictaminó lo que era sexual, moral y socialmente adecuado, según los intereses de la Revolución. Desde los primeros años del Gobierno Castrista, se fue estructurando una urdimbre de organizaciones políticas y de masas con propósitos abiertamente controladores e inmovilizadores de la más mínima manifestación contestataria. El PCC, la UJC, la UPC, los CDR, la FMC, la CTC, la ANAP, las MTT, garantizaban un sistema de vigilancia colectiva e individual hacia todo tipo de actividad o pensamiento heterodoxo. No hay mejor alegoría literaria de los mecanismos y el modus operandi del Estado en cualquier país socialista que el relato 1984 de George Orwell. Cuando lo pude conseguir y leer, apenas hace dos años en Cuba, me pareció una lúcida revelación de los procesos maquiavélicos que es inherente, en la práctica, a este tipo de sociedades totalitarias. Viví los hechos del Mariel en 1980 en La Habana, pues me encontraba finalizando mi carrera universitaria. Durante aquellos aciagos acontecimientos, pude ser testigo de los límites irracionales a que puede llegar el ser humano en cuanto a salvajismo, violencia y deshumanización cuando un gobierno intolerante, tratando de perpetuarse a toda costa, estimula el espíritu de horda y el irrespeto por las personas que no comulgan con el pensamiento oficial. Afortunadamente para mí, no estaba

incluido en el listado de una purga inquisitorial que se desarrolló por aquellos días en La Universidad de La Habana, pero uno de mis compañeros de estudios, que fue expulsado por el único delito de ser homosexual, se suicidó poco tiempo después en su pueblo de residencia. También, el verano de 1994 fue bastante infausto y trágico para el pueblo cubano que masivamente arriesgaba su vida subiéndose a improvisadas balsas con tal de escapar de ese régimen. Hay un cuento popular “gusano”, como siempre se le ha dicho en Cuba a cualquier manifestación “no revolucionaria”, en que los empleados de un cine van a hacer un homenaje al único espectador que permaneció viendo la película rusa de guerra y los noticieros ICAIC. Resulta que el hombre, al dársele la oportunidad de hablar, sólo dijo: “Yo, lo que quiero es encontrar al que me llevó las muletas para mentarle la madre”. Como al cojo, me tocó echarme casi completa, si es que estamos en los epígonos, la película del comunismo en Cuba. Mi experiencia personal, después de todo lo que me tocó vivir y presenciar, es que no son las carencias materiales, aunque estas fueron agudas en el mal llamado Período Especial, mis mayores resentimientos hacia el socialismo subano. De lo que más me quejo es de la limitación al derecho que tiene todo ser humano a pensar el mundo por sí mismo, hacer su propia y personal lectura del mismo y vivir de acuerdo con las convicciones a las que arribe. Desde que llegué a Chicago he observado cómo, a pesar de todos los males y defectos de esta sociedad, hay muchas personas simpatizantes del marxismo y de la Revolución Cubana, las cuales manifiestan abiertamente su credo en medio de un clima de tolerancia y respeto. Eso en Cuba, expresar abiertamente una opinión opuesta a los intereses del régimen de los hermanos Castro sería reprimido inmediatamente por cualquier vía. Recuerdo que hace dos años estaba recibiendo un Curso de Postgrado sobre Técnicas de Dirección Gerencial en un pueblo de la provincia de Matanzas y fui amonestado verbalmente por manifestar que había que ir preparando al pueblo de la isla para la Era Post-Castro. No es lo mismo visitar Cuba como turista, participante de un evento científico o miembro de una organización solidaria. Cuando vas bajo esta condición, y sólo por unos días, te muestran el rostro luminoso y bonito de Cuba, el de postal turística de hoteles, Tropicana, mulata, rumba, ron, habano y “logros de la Revolución”; pero esa no es para nada la realidad cotidiana de los cubanos “de a pie”, que tienen que hacer maravillas para sobrevivir y sustentar a sus familias en medio de carencias materiales de todo tipo que sólo se pueden resolver con divisas o, en la bolsa negra, a precios irrisorios en comparación con lo que gana un cubano como promedio mensual que no excede los $300 pesos cubanos (equivalente a 12 dólares). Además, carencia de vivienda, hacinamiento, trabas burocráticas para todo tipo de gestión, persecución de cualquier tipo de actividad económica considerada ilegal, déficit de medios de transportación y, sobre todo: la sensación de impotencia —después de 50 años de demagogia— al

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o l g i s o i d e M

Jorge García es literato, poeta y escritor cubano. Reside en Chicago.

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Ilustración: Judith Espino

no vislumbrarse salida inmediata hacia una sociedad más plural y democrática que valide el esfuerzo del cubano por salir adelante y mejorar su vida de acuerdo con sus expectativas y posibilidades personales. Si hay algo que también reprocho a los sucesivas administraciones americanas coincidentes con los años del Gobierno de Fidel Castro en Cuba es haber mantenido el embargo; pues eso ha dado, durante muchos años, la coartada perfecta al presidente de Cuba para achacar las desgracias económicas de la isla al bloqueo y no a la ineficiencia de un sistema que no probó su validez en la antigua URSS, en Europa del Este y tampoco en mi país. Yo respeto las opiniones políticas de toda persona porque es un derecho inalienable que yo también tengo, disfruto y valoro actualmente como un bien espiritual preciado que no pude ejercer durante casi 50 años; pero a los que alardean de simpatías ciegas hacia la Revolución Cubana les digo que sería bueno que se pusieran bajo la piel de un cubano de la isla que amanece cada día con la incertidumbre de como va a resolver los problemas más elementales de su existencia.

Vicente Ec

n ó i s e r p o y de engaño

herri

a Revolución Cubana cumple 50 años. Desde enero de 1959, cuando el colapso del Gobierno de Fulgencio Batista trajo al poder a Fidel Castro, éste se ha mantenido mandando en Cuba (directa o indirectamente) hasta el día de hoy con pavorosos resultados para el país y sus habitantes. La desaparición de las instituciones democráticas, el hundimiento de la economía, el éxodo de más de un diez por ciento de la población, la ruptura de la familias, la perversión de las tradiciones y el envilecimiento masivo de la ciudadanía son algunas de las más graves secuelas de una gestión marcada por el fracaso y a la cual, pese a los buenos deseos de sus apologistas, no puede atribuírsele ningún logro auténtico y costeable. Se trata de un fiasco gigantesco sustentado por la represión y la propaganda fraudulenta. Sin embargo, este medio siglo de horror que le ha tocado vivir a los cubanos no parece bastarle a muchos simpatizantes del castrismo que, por ignorancia o malicia, siguen repitiendo los truismos con que la izquierda internacional vendió la Revolución Cubana desde el principio: un singular experimento de justicia social construido heroicamente a la puerta del “imperialismo”. Este mito, que aún encuentra defensores tanto entre gente común como entre algunos intelectuales y académicos de este y otros países, ha sido la mayor causa de frustración a que nos hemos enfrentado las víctimas de esta larga tiranía. En gran parte del imaginario colectivo de la sociedad occidental, el sueño de esa “Revolución” sigue suplantando a una grotesca realidad. Las dos premisas falsas sobre las que suele justificarse el surgimiento y existencia de la revolución comunista en Cuba son el atraso del país antes de 1959 y su condición de semicolonia de Estados Unidos. Arguyen que la acumulación de injusticias laborales y la humillación a la soberanía nacional obraron mancomunadamente como factores de un movimiento progresista y reivindicador que tomó el poder en beneficio de las grandes mayorías para imponer logros perdurables —sobre todo en los terrenos de la educación y la salud— aunque puedan apuntársele algunos defectos o fallas. Esta opinión errónea suelen compartirla una buena cantidad de liberales, algunos de ellos con incuestionables credenciales democráticas. Bueno es señalar —con intención de desmentir esa sarta de lugares comunes— que, en la década de los 50 del pasado siglo, Cuba se encontraba en un momento de altísima prosperidad conforme a todos los índices que sirven para evaluar el desarrollo de un país: ingreso per capita, construcción, transporte, comunicaciones, educación, tasas de mortalidad y de alfabetización, número de médicos, etc. Los datos de desarrollo de esos años, tabulados por expertos e instituciones internacionales, revelan que Cuba era un país que, en muchos aspectos, se encontraba en el umbral del desarrollo y que, en efecto, ocupaba uno de los primeros lugares en América Latina, sólo cediéndole el primer puesto en algunas áreas a un país de tan vastos recursos como Argentina. La educación y la salud pública gratuitas de que tanto presumen los defensores del castrismo distan de ser logros de la revolución, no sólo por la pésima calidad de estos servicios en la Cuba actual, sino porque ambas conquistas anteceden con mucho la llegada de Castro al poder y prosperan ampliamente —junto con toda una riquísima legislación obrera— en los 25 años que median entre 1933 y 1958 en que, y no siempre para bien, la izquierda gobierna la vida cubana e impone una ambiciosa agenda socialdemócrata. La revolución en sus primeras dos décadas no hace más que extender cuantitativamente —y en muchas ocasiones en

detrimento de la calidad— unos modelos que ya los cubanos conocíamos y disfrutábamos. Asimismo, y pese a la limitación que significó para la soberanía cubana durante poco más de tres décadas (19021934) la Enmienda Platt, que permitía la intervención de Estados Unidos en caso de una crisis que pusiera en peligro en Cuba la funcionalidad del Estado, las relaciones de ambos países tuvieron un saldo positivo para los cubanos desde la época colonial, no sólo por el progreso que significó esa vecindad en el orden tecnológico (que nos permitió ser de los primeros países del mundo en contar con ferrocarril, barco de vapor, electricidad y teléfono, así como más tarde aviación comercial y televisión), sino porque estimuló constantemente nuestra vocación empresarial e influyó decisivamente en nuestro pensamiento político. Cuba era el país con mayor simpatía por Estados Unidos de toda América Latina. Las máscaras del régimen ¿Cuáles fueron, entonces, las causas de la revolución? El rechazo al orden impuesto por el golpe de Estado de Batista en 1952 que éste intentaría licitar con elecciones fraudulentas en 1954. Fidel Castro, un gangstercillo inescrupuloso, se aprovechó de este clima de inconformidad política —fundamentalmente de la clase media e incluso de un buen segmento de la clase alta— para minar las instituciones de la República con el pretexto de salvarlas y lograr así el poder absoluto. Luego, ya desde el poder, fue derivando en poco tiempo hacia la imposición de un modelo totalitario que impuso por engaño y por fuerza. El resultado neto cincuenta años después es el envilecimiento masivo de un pueblo y la ruina casi absoluta de un país. La perdurabilidad de esta catástrofe y la fascinación que todavía ejerce en muchas partes del mundo, incluidos ciertos círculos de Estados Unidos, hay que ir a buscarlas, sin embargo, fuera de Cuba: en América Latina, por ejemplo, se explica en el sentimiento antinorteamericano que ha tenido tanta vigencia en la región; en este país es más el resultado directo de lo que se ha llamado cultura pop. Fidel Castro bien puede entenderse —independientemente de su realidad histórica— como un producto de la cultura popular norteamericana, alguien que vino a encarnar en la arena política los modelos que figuras como Elvis Presley y James Dean habían consagrado frente al atildado hombre de traje gris en los años cincuenta. Visto así, Castro es una suerte de protohippie, rostro de una subversión cultural que sacudió al mundo hace tres generaciones y, en ese sentido, un verdadero “sueño americano”, cuyo icono logró entronizarse en la conciencia colectiva como auténtico personaje folclórico para lograr enmascarar, con bastante éxito, al déspota que los cubanos hemos padecido. A medio siglo de castrismo, es hora, creo yo, que las personas honradas tengan el valor de desacralizar esa imagen y de arrancar esa máscara para enfrentar la monstruosa fealdad de un régimen que nunca tuvo razón de existir. En nombre de un quimérico espejismo, sustentado en la falacia y la sed de poder, el pueblo de Cuba perdió a un tiempo la libertad y la prosperidad con la aquiescencia entusiasta del mundo. Se precisa ahora de igual solidaridad para que las recobre. © Echerri 2008 Vicente Echerri, poeta, narrador y columnista cubano que reside en Estados Unidos

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La población latina, un gran aporte a Chicago Roger Knight La población latina constituye un importante activo para el área metropolitana de Chicago, en la medida en que ocupan puestos de trabajo y crean nuevos empleos, compran viviendas, y se mudan a localidades que, de otra manera, perderían población y verían disminuida su base fiscal. Datos recientes analizados por el Instituto de Estudios Latinos, revelaron algunas fortalezas poco conocidas de la población latina en el área de Chicago, así como alguno de los retos que este cambio demográfico representa. Entre 1970 y 1980, y entre 1980 y 1990, la región de Chicago habría perdido población de no haber sido por el crecimiento de los latinos. Durante la década de los 90, el crecimiento de la población latina disminuyó, pero aún así representó dos tercios del incremento en toda la región. En lo que va de la década, los latinos representan la virtual totalidad del crecimiento de la población en la región. Entre 2000 y 2006, la población suburbana creció 46 por ciento, contra sólo dos por ciento en la ciudad de Chicago. De hecho, la población de la ciudad habría decrecido de no ser por los latinos. Se espera que ese patrón continúe por el resto de la década. La población latina de Chicago, estimada en 1.7 millones, es más numerosa que toda la población del área metropolitana de San Francisco. Para el 2006, la población de origen mexicano constituía la mayoría de los latinos en la región, y por sí misma la tercera mayor población mexicana de la nación. En los seis condados de la región, un cuarto de la población de Kane, un séptimo en Cook y Lake, y un décimo en DuPage, McHenry y Will son de origen mexicano. Los puertorriqueños constituyen el segundo mayor grupo, con nueve por ciento de la población latina de la región, en tanto que el restante 12 por ciento está repartido entre otros grupos latinos incluyendo centroamericanos, sudamericanos, cubanos y dominicanos. Sin duda alguna, el crecimiento de la población latina tiene un impacto sobre el mercado laboral. Entre el 2000 y el 2006 los latinos representaron 74 por ciento del aumento total en personas con trabajo en el área de siete condados, y el 58 por ciento del aumento en trabajadores suburbanos. En Chicago, el crecimiento de la

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población latina empleada impidió un descenso en el número total de trabajadores en la ciudad. El alto nivel de ocupación de los latinos facilita que muchos de ellos puedan comprar una casa. Entre el 2000 y el 2006, los latinos representaron 54 por ciento del aumento en viviendas adquiridas en Chicago, 47 por ciento del incremento en los suburbios, y 48 por ciento del incremento en los siete condados de la región. Pese a su fortaleza demográfica, los latinos en Chicago enfrentan muchos obstáculos para su avance económico, incluyendo pobreza, descenso en ingresos, y bajas tasas de graduación de educación secundaria. De hecho, casi uno de cada cinco latinos vive en situación de pobreza, y los latinos se están rezagando mucho más que otros grupos étnicos y raciales en poder adquisitivo. Nuestros análisis revelan que la diferencia en ingreso familia medio entre blancos y latinos ha crecido mucho más a lo largo de las últimas tres décadas. El ingreso medio para familias latinas disminuyó en 13 por ciento, a $30,891, entre 1999 y 2006, comparado con el descenso de tres por ciento entre hogares blancos de la región, los cuales tienen un ingreso medio de $54,580. Los datos muestran importantes avances económicos entre familias afro americanas durante la década de 1990, inclusive rebasando a los latinos en ingreso familiar medio. En el 2006, sin embargo, las familias negras experimentaron la mayor caída en ingreso medio (16 por ciento) de todos los grupos étnicos y raciales, cayendo casi hasta la frontera de los 30 mil dólares ($31,947), con las familias latinas siguiéndolas muy de cerca. En la región, los asiáticos viven una realidad económica muy diferente – superando a los blancos en ingreso familiar medio en 1999 y, para mediados de la década, manteniendo su nivel de ingreso familiar medio, cuando el de todos los demás grupos ha decrecido. La falta de progreso educativo constituye una de las razones por las cuales los latinos siguen estancados al final de la escalera económica. Para el 2006, 58 por ciento de los adultos latinos mayores de 25 años habían finalizado al menos la secundaria – ese es

básicamente el mismo nivel de avance educativo que los blancos tenían en 1970. Adicionalmente, en los últimos 30 años, la tasa de graduación universitaria de los latinos había subido siete puntos porcentuales, contra 28 puntos porcentuales para los blancos. Los trabajadores no capacitados, sin secundaria o universidad, pueden verse estancados en trabajos mal pagados, así como que los individuos que perciben el salario mínimo estatal de 7.50 dólares por hora son incapaces de salir de la pobreza. Si bien 71 por ciento de latinos trabajan (más que cualquier otro grupo), el grupo es estadísticamente más proclive a vivir en la pobreza que los blancos o los asiáticos. De hecho, si bien la tasa de desempleo disminuyó para los latinos entre 2000 y 2006, aumentó para todos los demás grupos. En otras palabras, los latinos no son pobres porque no estén trabajando. Adicionalmente, si bien latinos y blancos están empatados en materia de mayor tasa de participación en el mercado laboral en Chicago, en los suburbios la mayor proporción de personas mayores de 16 años que trabajan o buscan empleos son latinos. De hecho, los latinos de los suburbios alcanzaron casi 80 por ciento de participación en el mercado laboral en la década de 1990. Estas tendencias comprueban el cambio en la población latina, de la ciudad a los suburbios, dado que es ahí donde están los trabajos. Tras revisar el informe “El cambio en situación económica de las mujeres y las minorías en el área metropolitana de Chicago entre 1970 y 1990”, elaborado por Chicago Urban League, el Instituto Latino, y la Universidad Northern Illinois, el Instituto de Estudios Latinos (ILS) actualizó la información para los años 2000 y 2006. El ILS generó nuevas tablas y gráficos gracias a un donativo de investigación de la Chicago Metropolitan Agency for Planning. Esos datos subrayan las disparidades económicas entre grupos raciales y étnicos en el área de Chicago, en materia de ingreso familia, pobreza, participación en el mercado laboral, y graduación de educación media y superior. Roger Knight es investigador y sociólogo del Instituto de Estudios Latinos de la Universidad Notre-Dame en South Bend, Indiana

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presentación

{deshoras} En la presente edición de Deshoras incluimos a seis autores de diversas edades que participan en talleres literarios; cuatro de ellos en el de la revista contratiempo, y los otros dos en el de DePaul University. El primero de ellos está abierto al público en general, y el segundo es para los alumnos de la misma Universidad que estudian español como segundo idioma. Lo que más llama la atención de esta pequeña muestra es, por un lado, la diversidad nacional: los cuatro que participan en Contratiempo son de países diferentes; Jorge García es de Cuba, Stanislaw Jaroszek de Polonia, Santiago Weksler de Perú y Jesús Guerrero de México; los dos alumnos de DePaul, Tory Hakmiller y Kevin McNamara, son de los Estados Unidos. Por el otro, es que la mitad de ellos han aprendido español como segundo idioma. Estos dos aspectos nos dicen mucho sobre la comunidad latina y el español en Chicago, pues pese a que la mayoría de los hispanoparlantes residentes en ella es de origen mexicano, Chicago se ha caracterizado, en el terreno de las artes, por resaltar su espíritu latinoamericano.

para el año 2025 más del 50 por ciento de sus residentes serán de origen latino

Además, nos recuerdan que el español es una presencia palpable en todos los intersticios sociales de la ciudad; el castellano ya no está estigmatizado, como todavía lo está en muchas de las ciudades cercanas a la frontera sur. Un fenómeno lingüístico de este tipo es impensable en ciudades como Phoenix, Houston e incluso Los Ángeles, la ciudad con más hispanos en el país. La recién publicada Enciclopedia del Español en los Estados Unidos, patrocinada entre otras instituciones por el Instituto Cervantes, ha señalado en sus páginas que Estados Unidos es el segundo país con mayor número de hispanohablantes. También el novelista y ensayista Eduardo Lago, principal promotor de la Enciclopedia..., ha señalado que para el año 2025 Estados Unidos contará con 132 millones de hispanohablantes; es decir, estará muy cerca de rebasar a México que en la actualidad cuenta con una población de alrededor de 104 millones de habitantes. La proyección de que en Chicago para el año 2025 más del 50 por ciento de sus residentes serán de origen latino y muestras literarias como la presente, nos hacen pronosticar que la Ciudad de los Vientos para la segunda mitad del siglo XXI será bilingüe; es decir, la gran mayoría de sus residentes podrán leer, hablar y escribir tanto en inglés como en español independientemente de su origen étnico. Esperamos, amigos lectores, que disfruten de estos textos literarios gestados en la lengua de Cervantes en un territorio donde predomina la lengua de Shakespeare.

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poemas de jorge garcía

Chicago

Así pasan los días Chicago, tú nunca serás la indiscreta vecina que me invade pidiéndome un tincito de salsa de tomates para el almuerzo,

Desde Cuba te soñaba como a una maqueta para subir al cielo. Ahora que recorro tus calles y tus parques reconozco que gravito que dejaste de ser una tarjeta turística. Te reinvento, te recreo, yo, guajiro caribeño, traigo un susto de arique en los tobillos y mascullo inseguro tu lengua que hace estallar mi monogámica visión del mundo. Eres todavía laberinto de cristales que obnuvila. Vas mostrándome la magia de tus rincones. De madrugada, alivias mis cubanas pesadillas Pero aún me siento intimidado por tu imponente arquitectura. Espero que como la nieve se derritan estas gélidas impresiones. Me pregunto, fatigado de tanto cavilar, con quiénes hilaré de nuevo la rueca de conversaciones y afectos. Chicago, todavía me deparas quién sabe cuántos designios y por eso, me retas.

ni el amigo curda que se me aparece con un litro de mofuco pa’ darnos unos palos, y de paso, ponerme al día de la última; que Cuca le pegó los tarros a Pepe con el carnicero. Chicago, nunca me dirás: Entra, que acabo de colar un café riquísimo de la shopping; ni me preguntarás: Asere, donde estabas metío anoche que te estuve buscando pa’ que me prestaras el gao polque tenía una vuelta con una jeba. Chicago, en ti nunca podré vacilar unos laguers jugando dominó con los socitos del barrio, coger cajitas en un güiro al que no me invitaron, colarme en un bembé Yoruba, ni volverme crazy y gastar todo el dinero del mes el día del cobro. Chicago, en ti nunca tendré Ni a la pura, ni a la síster, ni a la chivata del CDR, ni al brother que me dice: ¡Que volá! Chicago, tu nunca serás remontado batey de negros y guajiros al nordeste de la provincia de Matanzas; sino la inmensa pecera donde Cuba se me amnesia.

12 contratiempo

Ínsula Se evapora una isla en sus calendas, cada vez más un tímido horizonte, lejanía que reverbera, que desvanece. Este lago nunca puede ser el mar: el mar es siempre el mar y punto. Mas no hay regreso: el sur no vende tickets a los arrepentidos. Allí quedan humeantes naos que pudren la ausencia; Aquí vagan gélidos soles, azules que envenenan cerebelos de palomas. Aquí el otoño grita un norte anaranjado; Escandalizan otros colores fantasmagóricos Al turquesa caribeño. Y mi paisaje mío escapa volátil cual postes huyendo hacia las sombras. Se me pierde una isla, su vereda. Náufrago de continente estoy ahora. ¿Cómo sobrevivir a tanta tierra? Antes me sostenía, marino de altamar, pies en tijeras, tambaleante; pero tanta firmeza me hace grave, al punto que me desparezco. Se me fuga un isla; el espectro que la acuna de huracanes va derritiéndose como relojes sangrantes de Dalí. Y yo sigo obstinado tratando de ignorar los arcanos del olvido. Una ínsula irreal, intangible, innombrable, levita el éter de la desmemoria.

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poemas de jesús guerrero

En la clase de filosofía Se presentó el maestro de su boca saltaron letras igual que ranas igual que sapos con vestiduras blancas que al entrar por las orejas del educando trocaron sus figuras volviéndose sirenas nadando sobre ondas negras y hechizo en el canto. Caminó el Tiempo un tramo Surgieron más ranas multiplicáronse los sapos Se anuncian dogmas y espantan al pensamiento Regresáronse las letras del comienzo hasta las fauces del maestro se hizo de humo el Tiempo se vuelve eco un nuevo ciclo

Little Village

Puritana

Es de verano el día El aura asecha desde la cumbre de los espectros citadinos

Soleado en la arboleda estival adyacente al Loop

Cruza el asfalto un felino Bésame Por una ventana con mueca de orgullo la madre contempla al hijo que en el prado de la acera planta rosas con el libro a cuestas Tres detonaciones cimbran el viento un raudo automóvil se da a la fuga el cuerpo de trece años se desploma las flores se vuelven negras Dos lustros se han ido yace hincada sobre el prado ante una hermita una mujer diez años más vieja siembra sus lágrimas al pie de las oscuras rosas secas Entre los nuevos vecinos fluye el rumor de una loca que hasta en invierno ahí se postra a platicar a solas

Dónde En el pecado La boca frente al diamante áureo se recuesta la herbosa Venus tiembla Marte abrasa con su fragua el Míchigan transpira olas Y olas de su ribera desborda la oruga de retuerce ofuscada en el túnel en las vías el Sears se agranda se desploma condescendiente el árbol con menos hojas despide a la pareja

número 61

contratiempo

13

{deshoras}


Herejías: Una lectura crítica de la imagen fotográfica Julio Rangel

A más de cuarenta años de publicado, el libro Apocalípticos e inte-

al debate sobre la cultura en las nuevas sociedades capitalistas.

El veterano fotógrafo mexicano Pedro Meyer sabe no sólo de la santificación

grados, de Umberto Eco, renueva su

Recuerdo que en alguna ocasión

del fotógrafo artista-artesano sino del

vigencia a la luz de la nueva cultura

escuché a alguien quejarse de que

temor que despierta la imagen digital,

cibernética y el debate social que la

la fotografía de hoy no valía la pena,

sea por su susceptibilidad de ser alte-

circunda. En dicho libro, Eco clasifica y

esto es, no podía considerarse un arte,

rada –el Photoshop como herramienta

analiza dos posturas opuestas en torno

puesto que los nuevos fotógrafos

de la conspiración política al falsear la

a la cultura: la de aquellos que transitan

aprestan su cámara digital hacia el

realidad–

por los caminos tradicionales, miran

objetivo y la tecnología de la cámara

parece negarle el “aura” artística a un

con desconfianza las manifestaciones

se encarga del resto, en tanto los fotó-

objeto tan ubicuo y poco sofisticado.

modernas de la cultura de masas, y se

grafos de antes tenían que ajustar la

De allí que la exposición presentada

resisten a ellas con cierto temor apoca-

luz, la velocidad de obturación, y para

en el Museo Nacional de Arte Mexi-

líptico, al ver en éstas sólo decadencia,

obtener la imagen se trabajaba la pelí-

cano en Pilsen se titule atinadamente

y la de quienes abogan por lo nuevo y se

cula fotosensible con líquidos químicos

Herejías. En ella hay un recuento de

suben alegres al carro de los lenguajes

en un ritual casi mágico. Es decir, había

imágenes que sintetizan con humor,

recientes y de la evolución tecnológica.

un proceso artesanal involucrado, lo

ironía y en ocasiones cierto sentido

Eco indagó con brillantez en los riesgos

que dotaba a este ejercicio de un aura

poético las posibilidades creativas de la

de ambas posturas cuando se entregan

de superioridad artística del que carece

manipulación fotográfica.

incondicionales a sus manifestaciones

la mundana foto digital.

extremas, y de paso le tomó el pulso

14 contratiempo

o por esa masificación que

Al abrazar abiertamente las nuevas tecnologías,

Meyer

construye

un diciembre 2008 - enero 2009


Calle Independencia

La tentación del ángel

El santo de paseo

Trabajadores migrantes mexicanos

discurso artístico a partir de la alteración de la imagen. Propone al espectador, también, desarrollar una lectura crítica de la imagen, único recurso para los ciudadanos inermes ante el avasallamiento de la llamada iconosfera, esta sobrepoblación de objetos visuales que buscan vendernos ideas o productos; un universo pixelado donde no existen arrugas

ni

estómagos

prominentes

y la realidad es siempre perfectible, retocable. Al yuxtaponer fotografías de origen diverso, Meyer construye nuevas realidades, logra en ocasiones un surrealismo jocoso y en otras invita a lecturas más profundas, como en “La tentación del ángel”, donde vemos a una niña vestida de ángel, quizás para una pastorela, sentada ante una mesa en la que número 61

aparece una vieja con ramas ardientes,

Meyer en la foto documental hasta su

como

y

inmersión en las nuevas tecnologías.

pagana. Las formas del sincretismo

Dicha celebración consiste en una

religioso, las graves atmósferas de la

exposición simultánea en 60 museos

devoción popular, los interiores de ricas

alrededor del mundo, en la que cada

texturas, el arte de Meyer descansa a

museo impuso su propia curaduría, lo

partes iguales en la imagen encontrada

cual representa una forma novedosa de

y en la imagen fabricada, para lograr

distribuir y presentar la obra artística.

el apunte incisivo, la alusión sutil o

Herejías estará abierta hasta el 1 de

delirante, el comentario sarcástico, la

febrero de 2009.

una

incitación

chamánica

discontinuidad del espacio que permite cuestionar el sentido de realidad. Pedro Meyer es creador y promotor de la página web Zonezero (www.zone-

Julio Rangel, escritor originario de San Luis Potosí. Reside en Chicago desde 2000.

zero.com) que se ha consolidado como uno de los foros más serios y propo-

Museo Nacional de Arte Mexicano

sitivos para ver, analizar y hablar de

1852 W. 19th Street

fotografía en español e inglés. Here-

Tel. 312. 738. 1503

jías comprende cuatro décadas de obra fotográfica, desde los inicios de contratiempo

15


{deshoras}

cuentos de stanislaw jaroszek

Amanda, la cariñosa –¡Cuatro años! –Cuatro años en EstadosUnidos –¡Fuiste polaco y regresaste puro americano –Yes, yes… Ya casi borrachos los tres hombres se reían a carcajadas en una cantina de la ciudad provincial. –¡Qué buena la vida cuando hay bebida! –Hermanos, sin plata la vida no vale nada –De eso no hay duda. La primera semana se la pasaba en estas fiestas de bienvenida interminables con viejos y nuevos amigos, platicando de los viejos tiempos y las esperanzas del futuro. Una noche regresaba a casa cuando en la calle central oyó unos tacones altos, volteó y vio a una mujer bonita. Al principio no la había reconocido pero mientras más se acercaba, le parecía más y más conocida. Al momento que la luz de la farola llegó al rostro de la mujer, ya no había ninguna duda: era ella. –Hola. –Hola respondió ella. –¿No te da miedo andar sola a estas horas? –Ya no, ya nada me da miedo. –Ven, dame un abrazo. Después de un abrazo largo, el hombre perdió el balance y estuvo a punto de caerse, pero lo sostuvo la mano fuerte de la mujer. –¡Qué fuerte eres! –Es que yo no estoy borracha como tú. –No me hagas reproches por favor… –Yo no te reprocho nada. – Oye, y ¿por qué tan seria?, siempre tenías en tu cara un sonrisa de oreja a oreja, y ahora te veo triste, diferente… –Es que me pasaron cosas. –¿Por qué no nos vemos mañana? –Como quieras. –Te esperaré a las tres. –¿Dónde? –En el lugar de siempre. Le compró unas rosas rojas. “Le van a encantar” pensó cuando se dirigía al parque central. Al encontrarla, le entregó el ramo. –Son preciosas, gracias –dijo ella besándole en la boca. –Besas mejor que nunca… Cuando se sentaron en la banca, él bajó la mirada y dijo:

16 contratiempo

–Perdóname, no sé cómo pude olvidarme de ti… –No me digas nada. ¡Mira! ¡Que día tan bonito! Hubo un silencio, luego ella dijo: –¿Por qué no vamos al cementerio? –¿Al cementerio?, a mí no me gusta molestar a los muertos… –Es que los muertos nos aman mucho. Caminaron alrededor de la ciudad hasta que llegaron al estadio del equipo local, donde a esa hora no había nadie, las puertas siempre estaban abiertas y lo frecuentaban las parejas enamoradas. Ese día hicieron el amor varias veces y cada vez fue una experiencia distinta. Al hombre se le olvidó todo el mundo y lo único que traía metido en la cabeza era ella. No podía pensar en nada más, sólo en su piel caliente y sus labios apasionados. Es que nunca antes había vivido un amor loco, un amor enfermo, un amor

que lo llevara hasta los límites de la conciencia. El segundo día se fueron a un hotel barato, y lo abandonaron a las cinco de la mañana. El tercero, habían quedado de verse otra vez. Mientras el hombre comía lo que su madre le había preparado, pensaba sólo en ella. Se apresuraba y comía rápidamente para no llegar tarde a la cita cuando oyó la voz seca de su madre. –Hijo, hay algo que necesito decirte. –Déjame comer, hablaremos mañana. –Es que hay algo que tienes que saber. –Dime entonces. –¿Te acuerdas de la chica que salía contigo, la campera esa…? –Sí. –Es que se colgó después de que te fuiste. –¿Qué tonterías me dices? –Dicen que lo hizo por ti.

–Eso no es posible, hoy tengo una cita con ella. –¿Cómo con ella si está muerta? ¿Te volviste loco? El hombre la miró con enojo. –No sé qué te pasa, me quisiste separar de ella antes y ahora empiezas de nuevo. Ya no soy un niño y haré lo que quiera te guste o no. Agarró el saco y salió de la casa. Llegó la hora del encuentro pero ella no venía. ¿Por qué está tardando? ¿Qué la detiene? Pasó una hora y otra hora más, pero nunca apareció. El hombre se fue a pie al centro, entró a la cantina y se sentó en la mesa de sus amigos. –Díganme una cosa, ¿ustedes se recuerdan de mi novia...? –¿La ahorcada? El hombre sintió que se le caía el mundo, corrió afuera y empezó a vomitar, se arrodilló para no ensuciarse los pantalones; la calle ya estaba cubierta por la oscuridad del crepúsculo. Le daba asco pensar que había hecho el amor con un fantasma, que las caricias de ella, todas estas experiencias íntimas, todo el paraíso recién descubierto tal vez nunca había existido. Después de un tiempo, se levantó y buscó un taxi. Se fue al hotel de ayer. –¿Usted se acuerda de mí? –Preguntó al dependiente. –Sí –Yo estaba aquí ayer con una mujer. –No señor, usted vino y salió solo. –¿Podría revisar el libro de registros? –Un momento. Mire señor, aquí dice “habitación simple, 50 zloty, una persona”. Para dos costaría 20 zloty más. Esa noche no pudo dormir. Fue la noche más larga de su vida. Cuando amaneció, fue al cementerio. Había pocas tumbas nuevas y en un rincón de la izquierda encontró la tumba de ella. Encima de la lápida había seis rosas rojas, “Le regalé siete”, pensó. Al lado notó una tumba pequeña con una sola flor. Leyó el nombre; era el de una niña. “un mes, que vida tan corta”, pensó. Sintió que la camisa se le empezaba mojar de lágrimas y dijo: –¿De dónde sale tanta mierda? Alguien puso la mano sobre su hombro, volvió la cabeza y vio una campesina vieja. –No llores hijo, ellas te amarán siempre… La mujer sacó dos velas baratas de la bolsa de plástico y se arrodilló para encender una en cada tumba.

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poemas de santiago weksler

Un regaño Lo encontraron muerto en su casa. Era enero y por la ventana entreabierta se metía una ráfaga de frío penetrante. En la mano del cuerpo ya congelado descubrieron una hoja de papel:

Yo tengo el mismo corazón que mi hermana

—Mira, hay algo en la mano.

late y baila

día

—¿Qué es?

baila salsa

*

—Dice: “El testamento”.

y merengue.

La tarde ya está

Yo tengo el mismo corazón que mi hermana

llega sola

Cariño:

rojo y alegre

trae un vino como bastón

Te he amado con todas mis fuerzas y con todo el corazón, con cada mirada y cada respiro. Mi alma muere enriquecida de los recuerdos nuestros…

e iridiscente

—Léelo.

¡Gracias! por tus sacrificios, tu labor y dedicación incansables; gracias por ser una gran mujer, por tu apoyo en cada momento de mi vida. Sabes que te fui fiel cada uno de los días de nuestro matrimonio y ni una sola vez me fijé en otra. Gracias por darme esos niños tan preciosos con todas sus travesuras..,. por darme el placer de leerles cuentos antes de dormir, de vivir en sus sonrisas y en sus lágrimas. Me voy..., mas me da pena morir y abandonarlos; me siento como un traidor que les abandona para empezar una vida nueva y no se atreve a pedirles perdón…

no cierro los ojos

es rojo y alegre

*

arrastra su viejo velo verde

Cómo se carga la tristeza que se carga

camisa rosada manga larga

cómo se carga la tristeza a la distancia

extrañamente atractiva

cómo se carga la tristeza de la niña cómo se carga la tristeza en la mañana

toc, toc

cómo se carga y se descarga la tristeza que se carga

el sol la hace pasar

*

ella lo cubre

La carta había sido encontrada por las hermanas del difunto.

Ya caminas en sepia

con más vino

—Es para ella.

y sigues callado

luego él

—No, no es para ella.

hoy llegaste con dos bolsas

ya borracho

—Es para reclamarle.

en una

duerme

—¿Reclamarle qué?

traías penas y tangos

—Que se casó con otro.

en la otra

ella

—¿Cincuenta años después? Sabrá Dios si todavía esté viva.

helados

sale a celebrar

—Está viva. Tal vez hay que enviársela.

*

—Ya no importa.

noche

una lágrima

—Para ti nunca importó. —Porque el amor no importa.

*

una mujer parada en mi cama negra y transparente

un ladrón entra por la pared

r e c o r r i ó

huelo su cuchillo mi mejilla durante una araña me trae el desayuno treinta y tres años tostadas mantequilla mermelada

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contratiempo

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poema de tory hakmiller y kevin mcnamara

La casa vieja Tory Hakmiller

La lluvia golpea contra el vidrio de la vieja casa de esa granja. Era un ritmo constante, rápido y fuerte, Como un latido del corazón después de una carrera. No hay personas en esta casa; la granja había sido abandonada años antes. Dentro de la casa, unos cuartos calmados y silenciosos. La única ilusión de movimiento es el latido constante de las gotas de lluvia contra las ventanas. Como el terliz del reloj, las gotas son la única noción del tiempo que la casa conoció. Ante los ojos, esta casa estaba vacía. Pero la casa no está vacía. La calma de la casa sólo amplifica la vida dentro. Vidas, eventos, ocurrieron aquí. Debajo del polvo, restos de vidas pasadas quedan: Un juguete de niño sentado en un rincón; colores desteñidos por el polvo y el tiempo. En la parte superior de la barandilla, el nombre de una chica, gallado en la madera. La pintura en las paredes está descascarillada. Una flor muerta en la cocina. Las vidas de las personas pasadas, Que viven bajo el polvo. Las fantasmas de la granja vieja, Tranquilos fantasmas que no conocen tiempo No conocen el mundo, pero las gotas, ésas sí las oyen. Las gotas. Oyen el tictac del tiempo presente. El latido del mundo exterior. Y nada más. Para el mundo, la casa está vacía. Para la casa, el mundo no existe.

Kevin McNamara Vivo en una de estas casas, Que se ubica en uno de estos barrios, De los que no se puede distinguir una casa de otra. Mis padres la compraron hace veintiún años, El mismo año que nací yo. Tanto como yo, la casa ha madurado. Y aunque no me trasladé nunca, Ya no vivo en la casa de mi niñez. En la casa de mi niñez Monstruos merodeaban por las sombras de mi cuarto, Y Reinaba un rey elfo por todo el sótano. Pero el monstruo se ha convertido en una cómoda; En el sótano sólo reinan las arañas. Detrás de la casa de mi niñez Había un bosquecito Donde pasaba días innumerables e infinitos Platicando con los pájaros Los cuales ahora solamente pían. Lo talaron hace unos años, Para construir uno de estos barrios, De los que no se puede distinguir una casa de otra. Casas de monstruos y reyes elfos, Hasta que sus niños se hacen hombres.

18 contratiempo

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tiempo extra Del

mariachi y otros demonios José Angel Navejas

E

l pasado 19 de octubre el Mariachi Vargas de Tecalitlán se presentó en Chicago. A pesar de que Vicente Fernández ofrecía un concierto a la misma hora en otro venue aquí mismo, el Symphony Center estaba abarrotado. Incluso las gradas ubicadas detrás del escenario –que supongo estarán reservadas para los coros de grandes sinfonías– estaban a reventar. Yo le había prometido una gran sorpresa a mi acompañante, pero ella nunca imaginó de qué se trataba ni dónde sería. Me hubieras dicho que era en el Symphony Center, me dijo al notar la elegancia del público congregado. Es domingo, le dije, todo mundo se pone sus mejores garras. Nosotros –irreverentes– irrumpimos en aquel afrancesado recinto en jeans mientras un mar de gente en vestidos de noche, en abrigos de piel y corbata comenzaban a tomar sus asientos. Al Mariachi Vargas se le considera el mejor mariachi del mundo, y con razón. Es una agrupación disciplinada, enfocada. Y diversa. En ella convergen el brío de la juventud y la mesura de la experiencia. Otro elemento de tal diversidad que me llamó la atención fue la inclusión de un arpa: un instrumento tan ajeno al espíritu del mariachi como la cultura del Golfo de México le es a las costumbres de los Altos de Jalisco. Pero la diversidad que el Mariachi Vargas me reveló a mí en lo personal fue mucho mayor. Semanas antes había tenido la oportunidad de escuchar a un mariachi de Tucson en el Chicago Cultural Center. En un inglés perfecto, el líder del mariachi hablaba de la complejidad de esta tradición musical. Hablaba de cómo los espectros opuestos del espíritu niegan la distancia y convergen en un mismo punto. Yo le resté atención a sus comentarios: me perdí y sufrí la música. El mariachi –me dije a mí mismo– es otra cosa: es dolor, es agonía, es exorcismo. El mariachi es una búsqueda. Hace ya años me había convencido de que el mexicano promedio, asediado por su propia sociedad, por una precaria situación económica y por el peso de una historia que nunca le ha favorecido, se había extraviado en su miseria y había ido buscando un refugio alterno. Y, al no encontrarlo, lo inventó. La música es el último bastión del espíritu mexicano. Cuando un mexicano canta se reconcilia con la existencia. Su espíritu –escurridizo, huraño, indefinido– encuentra en la música un escape, se eleva a cumbres imprevistas y desciende a sus más íntimas cavernas. Sólo en su música alcanza el mexicano promedio una libertad plena. En ella sueña y anhela. La música le purga sus angustias, le enmienda su confianza. En su música el mexicano se examina, se confronta y se reinventa. Para espíritus grises como el mío, no es la voz angelical y poética de Javier Solís, sino el canto crudo, amargo y desgarrado de José Alfredo Jiménez lo que redime. Si bien Javier Solís podría formar parte del más exquisito y selecto coro celestial, sólo la voz apocalíptica de José Alfredo es capaz de romper el séptimo sello de nuestras vidas cotidianas. La música de mariachi alcanza su ápice en la excelsa obra de José Alfredo. En su obra se intuye una búsqueda, una desesperanza, una angustia que se sabe a sí misma irredimible.

número 61

keith skeen © images.com/corbis

El mariachi –me dije a mí mismo– es otra cosa: es dolor, es agonía, es exorcismo. El mariachi es una búsqueda. Con una o dos copas encima, la música de José Alfredo se convierte en una fina y dulce daga que se hunde —quedito— en el corazón. Y no es para menos. La obra de José Alfredo es el trabajo de un hombre que se dedicó a reflexionar sobre su desfavorecida situación y a urdir con sus cavilaciones toda una saga. Y lo hizo con una convicción única e inquebrantable, como si –apropiándose del gran lema de José Vasconcelos– nuestro máximo bardo hubiese concluido: “por mi música cantará el espíritu.” La obra de José Alfredo es una sublime narrativa de

la vida del mexicano promedio. Pero escribo saga del hombre mexicano y me siento tentado a borrar el adjetivo. La música gozará de carácter regional, pero carece de residencia fija. Así como el aliento de Dios le dio vida a Adán, la música es el hálito del hombre pues su morada natural es el alma humana. Observa Carlos Monsiváis que uno de los logros de José Alfredo fue transportar una música concebida en las zonas rurales a un entorno urbano. El conflicto interno del mariachi se desplaza del corral a la cantina. Pero tal angustia –que es la vértebra de la obra de José Alfredo– estuvo ausente en la velada del Symphony Center. La misión del Mariachi Vargas para tal ocasión era otra. Interpretaron un popurrí de José Alfredo que no alcanzó a hacerle justicia a quien es quizá uno de los más profundos pensadores mexicanos del siglo veinte. El repertorio de esa noche fue más bien bullicioso y alegre. La velada en el Symphony Center me reveló otra cara del mariachi. Me sacó de mi encasillamiento. Ese domingo el Mariachi Vargas me mostró que el terror y la esperanza son sólo dos variables de la compleja ecuación que es la vida. Y aunque dichas variables le son congénitas a la música de mariachi, el Vargas de Tecalitlán interpretó una serie de canciones que no apelaban a la desesperanza sino a la alegría: la música de mariachi es una confluencia de emociones. Esa tarde de domingo el Mariachi Vargas fue una agrupación de hombres juguetones y sensuales. Es significativo y sugerente que un símbolo tan pueril como el mariachi esa tarde haya dado un giro inesperado. Una de las imágenes más vivas que tengo del concierto es la de uno de los veteranos del mariachi acercándose a uno de los jóvenes violinistas que había estado cantando y bailando de manera seductiva en el centro del escenario. Al acercarse a tomar el lugar del joven, el veterano –coqueto– arrimó su rostro al del joven. Y, después de un movimiento que no alcancé a apreciar bien desde mi asiento en el tercer piso, el joven saltó hacia atrás al tiempo que su mentor le reprochaba: “¡no le saque!” Ya hacia el fin del concierto fue evidente que todo el espectáculo había sido premeditado. Cuando el Vargas de Tecalitlán regresó a ofrecer un encore, el escenario del Symphony Center se convirtió en una gran fiesta rural en la que el rancho y el toro, el rebozo y la paloma fueron los invitados principales. El espíritu del mariachi volvía a sus raíces provinciales, como si nunca hubiese atravesado por las arterias urbanas. Yo, acostumbrado a la pesadumbre de José Alfredo, salí del concierto en el Symphony Center sintiéndome un poco más ligero. José Angel Navejas: Escritor mexicano. Vive en Chicago.

contratiempo

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tiempoextra

Blues con Décima:

Chicago Cuatro Orchestra Catalina María Johnson

S

atro Orchestra

ector del Chicago Cu

Orlando Rivera, Dir

i vas hacia el oeste por la Armitage, poco después de pasar Pulaski, veras una tienda de instrumentos musicales con el rótulo “Music Express”. A través de sus grandes ventanales enrejados, cualquier martes por la tarde se pueden ver y escuchar varias decenas de jóvenes tocando un pequeño y bello instrumento de cuerda en forma de violín. Se trata de los miembros del Chicago Cuatro Orchestra, quienes ensayan con gran seriedad según las instrucciones del maestro Orlando Rivera, fundador de la Orquesta con su hermano David hace 13 años, según las instrucciones del maestro Orlando Rivera, fundador de la orquesta. El instrumento que tocan es el cuatro puertorriqueño. Es considerado el instrumento nacional, desarrollado en tiempos de la Colonia por lo que Rivera denomina “la nueva raza puertorriqueña”, mezcla del pueblo indígena taíno y los españoles europeos. En imitación de la guitarrilla, el laúd, la cítara y otros instrumentos de cuerda con los que viajaron los marineros españoles para entretenerse en sus largos viajes en barco y para acompañar la música en las liturgias con que pretendían obtener conversos, los primeros cuatros fueron cortados de piezas de madera a machetazos. Cuenta la leyenda que en vez de las diez cuerdas con las que cuenta hoy, posiblemente solo tenían cuatro cuerdas; por lo tanto, el nombre “cuatro”. El cuatro es el instrumento que se usa para tocar la música jíbara - música de las montañas y música del Puerto Rico rural, que a partir de tiempos coloniales desarrolló una serie de tradiciones musicales basadas en las canciones folklóricas y baladas románticas españolas de los siglos XVIII y XIX. Rivera consi-

En su enseñanza y sus grabaciones con la orquesta, Rivera hace todo lo posible por integrar la tradición del cuatro con otros géneros, por ejemplo, el blues de Chicago en “Blues con Décima” del primer CD que grabó la orquesta, y recientemente, para el segundo CD, compuso una fusión de música jíbara con ritmos de reggaetón. A los pocos días de haber visitado el Music Express para ver en ensayo al Chicago Cuatro Orchestra, tuve la fortuna de presenciar su actuación en la apertura del Décimo Festival Anual del Cuatro, realizado el 14 de noviembre con el patrocinio del Puerto Rican Arts Alliance. El concierto tuvo lugar en el Auditorio de la Universidad de Roosevelt, en pleno Loop. La orquesta presentó varias canciones que aplaudieron más de tres mil personas. La fusión reggaeton-jíbara cerró la presentación de la orquesta, y fue recibida con entusiasmo casi delirante. En varias filas, los jóvenes de la orquesta, elegantemente uniformados, tocaron uno de los ritmos bailables de mayor difusión del siglo xx, acompañado con instrumentos creados por ancestros de razas desaparecidas ya varios siglos atrás. Por delante de ellos, el improvisador en pantalones de mezclilla y gorra virada de lado, paseaba con grandes zancadas de un lado al otro del escenario, sacudiendo los brazos e improvisando su canto sobre una estructura poética verbal creada por un andaluz del siglo xvi. La música de dos pueblos pobres en cuanto a economía —el reggaetón de los proyectos y la del jíbaro de las montañas— unió su riqueza musical por primera vez en Chicago, ciudad donde muchos inmigrantes encuentran los tesoros que al llegar desconocían que llevaban dentro.

El cuatro es el instrumento que se usa para tocar la música jíbara, la música de las montañas y la música rural de Puerto Rico, Miembros del Chica

go Cuatro Orchestra

ra

atro Orchest

l Chicago Cu

Miembros de

toDas Las Fotos: santiago WeksLer

20 contratiempo

dera valiosísimo inculcarles a los jóvenes esta tradición, ya que es la música de sus ancestros y una tradición musical de enorme diversidad que muchos desconocemos, pues asociamos a Puerto Rico principalmente con la salsa, que —él mantiene— es el resultado de una fusión cubana, puertorriqueña, colombiana y dominicana creada en Nueva York, y no la verdadera música autóctona de la isla misma. Esta última sería más bien la que expresan varios géneros creados frecuentemente a la par de la décima, verso de diez líneas, cada una de ocho sílabas, que se le atribuye a Vicente Martínez de Espinel, poeta, novelista y músico español del sigo xv de Andalucía. Espinel revive el género en verso conocido como la décima de la cual se deriva la tradición de la décima, jíbara, que igualmente se nutre de otras raíces medievales españolas y moriscas. Entre las manifestaciones principales de la décima en Puerto Rico se encuentra el seis, un género de canto y baile, y cientos de aguinaldos (canciones navideñas, de las cuales cada municipalidad en Puerto Rico tiene por lo menos una propia) en forma de décima. Los jóvenes del Chicago Cuatro Orchestra están aprendiendo a tocar un instrumento que de alguna manera cristaliza la identidad puertorriqueña. El cuatro de una de las estudiantes, Anissa Vega, de 12 años de edad, quien se unió a la orquestra desde que tenía seis, tiene los autógrafos de una gran variedad de legendarios cuatristas, incluyendo Yomo Toro, quien reside en Nueva York. Afirma Rivera con gran orgullo que a pesar de que en Nueva York viven algunos de los mejores cuatristas del mundo, sólo Chicago cuenta con una orquesta de estudiantes que pasan por un currículo detallado en cuatro niveles, y considera que hay posibilidades de que aquí se realice uno de sus mayores sueños: estar al frente de una orquesta nacional de cuatro.

Catalina María Johnson, Ph.D. es conductora y productora de programas de música latina para estaciones de radio públicas. Para mayor información: www.beat-latino.com Para mayor información sobre la música del Chicago Cuatro Orchestra y su concierto navideño: Tel. 773 931 2779.

Miembros del Chica

go Cuatro Orchest

ra

diciembre 2008 - enero 2009


tiempoextra

Los inmigrantes en la era de Barack Obama Raúl Dorantes y Febronio Zatarain

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esde que a mediados de los noventa se aprobara la Operación Guardián, han muerto alrededor de seis mil inmigrantes latinoamericanos a lo largo de la frontera México-Estados Unidos. Como parte de dicha Operación —establecida, cabe decir, durante la Administración Clinton— se incrementó el número de agentes fronterizos y se mandaron construir muros en la parte oeste de California, obligando con eso a los inmigrantes indocumentados a internarse en el extremoso desierto de Arizona para llegar a su destino estadounidense. Pese a las críticas y a las demandas en los ámbitos internacionales, el gobierno norteamericano —sin importar el partido en el poder— no sólo ha fortalecido la Operación Guardián sino que también ha establecido operaciones similares en otras partes de las casi tres mil millas de frontera. Por ejemplo, en 2006 se aprobó el envío de 6,000 efectivos de la Guardia Nacional y la construcción de 728 millas de muro. Como consecuencia, ya en 2007 la muerte de mexicanos por año en la faja fronteriza casi rebasaba la cifra de 500, esto según el ombudsman mexicano José Luis Soberanes. Y seguramente la muerte de centro y sudamericanos tanto en su travesía por México como por la llamada frontera norte alcanza un número similar. A esto hay que agregar a los salvadoreños, hondureños y guatemaltecos que día con día pierden una o varias de sus extremidades al ser arrollados por los trenes de carga en territorio mexicano. Muerte global Al otro lado del Atlántico, quizás llegue al millar la cifra de inmigrantes africanos que mueren ahogados cada año en el Estrecho de Gibraltar. Como sabemos, decenas de inmigrantes se arriesgan en pateras inseguras que acaban naufragando en las aguas del Mediterráneo. En muchas ocasiones las patrullas navales de Marruecos y España no alcanzan a detectar los naufragios. Citemos tan sólo una nota de la Agencia Efe del 9 de octubre pasado: “Las fuerzas de seguridad marroquí encontraron ayer, en una playa a unos cuarenta kilómetros al norte de Rabat, el cuerpo de un joven marroquí que iba a bordo de una embarcación que tenía previsto llegar a las costas españolas y volcó con cerca de cincuenta personas a bordo a la media hora de partir”. Si la marea no hubiese arrastrado el cadáver de este inmigrante hasta la playa, seguramente el mundo jamás se habría enterado de la tragedia. Y como ésta, ¿cuántas más habrá? Este tipo de decesos de inmigrantes —no registrados en su mayoría— también acontece a diario en el estrecho de Adén que separa a África de la Península Arábiga. De acuerdo a un reporte de la organización Médicos Sin Fronteras, más de 32 mil africanos, principalmente de Somalia y Etiopía, intentan cada año llegar al territorio de Yemen. No se sabe exactamente qué proporción de éstos muere. La organización de médicos afirma que en los meses de septiembre y octubre se ahogaron más de 120 africanos en el estrecho. La suerte de los inmigrantes africanos la comparten también decenas (o quizás cientos) de dominicanos y haitianos en el canal de la Mona en su intento por llegar a la isla de Puerto Rico. Darwin y los inmigrantes Es importante recalcar que alrededor de 400 mil inmigrantes mexicanos no autorizados sí logran su objetivo cada año, es decir, cruzan la frontera y se establecen en algún centro laboral de la Unión Americana. Pareciera que los gobiernos estadounidense, europeos y en menor medida las economías prósperas de

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Asia, no dejan de manejarse a partir de la teoría darwiniana de la lucha por la existencia en la que sólo logran llegar a salvo a su territorio los más fuertes. Para explicar esta teoría, pongamos como ejemplo el caso de México; durante el último año del gobierno de Vicente Fox, el periódico La Jornada publicó que el 60 por ciento de los mexicanos estaba dispuesto a emigrar a los Estados Unidos si lo hubieran podido hacer legalmente. Es obvio que de estos 60 millones de mexicanos, sólo una pequeña porción (alrededor de 400 mil por año) da el salto para pasar a “la siguiente fase evolutiva”. Los 400 mil que dejaron su pueblo o ciudad de origen y que arribaron a la frontera, muy posiblemente fueron asaltados por los mismos polleros o las pandillas que pululan en la parte sur de la frontera, y sin duda algunas de las mujeres fueron violadas. Un mínimo porcentaje de estos 400 mil inmigrantes morirá en su intento de cruzar: .01 por ciento. Desde el punto de vista del gobierno estadounidense, o sea desde su teoría darwiniana, estas muertes mínimas son necesarias para que la gran mayoría —que está considerando venir a este país— por fin desista y se quede en territorio mexicano. El trato inhumano que vive el latinoamericano en la frontera México-Estados Unidos es realmente atroz, pero es mucho más atroz el trato al que se exponen los senegaleses, los argelinos y cualquier otro grupo africano que intente subirse a una patera para llegar a tierras europeas. O bien la suerte que corren los somalíes y etíopes que en ocasiones son forzados a lanzarse al mar por los mismos traficantes cuando temen haber sido descubiertos por los guardacostas. Todavía recordamos el incidente reportado por el diario El País en septiembre de 2005, cuando más de 700 inmigrantes subsaharianos trataron de librar las mallas con cuchillas que separan a Marruecos de Ceuta. Debido a las cortaduras, hubo un saldo de cinco muertos y más de cien heridos. Como castigo, muchos de los detenidos fueron abandonados a su suerte en medio del desierto por la policía marroquí. La vida cotidiana Dejemos atrás las fronteras e internémonos en las vidas cotidianas de los inmigrantes que habitan en las ciudades estadounidenses y europeas. En esta primera década del milenio, el mundo ha vivido un retroceso en lo que tiene que ver con los derechos humanos de los inmigrantes. Veamos el caso de Estados Unidos. Ante las agresiones continuas que estuvieron recibiendo desde el 11 de septiembre de 2001 hasta fines de diciembre de 2005, a los inmigrantes y a sus hijos no les quedó otra que tomar las calles y exigir respeto a su dignidad y una reforma migratoria que incluyera la legalización de todos los indocumentados. Recordemos que entre los meses de marzo y mayo de 2006, más de 12 millones de personas (en su gran mayoría inmigrantes) mostraron su descontento por la propuesta de ley del congresista de Wisconsin James Sensenbrenner, que era la síntesis de todos los ataques padecidos tanto por los inmigrantes como por sus hijos. La tragedia del 11 de septiembre de 2001 afectó a los inmigrantes de todas partes. En los Estados Unidos, la actitud antiinmigrante se percibió desde la Ley Patriota aprobada semanas después de los ataques a las Torres Gemelas. En un principio las detenciones realizadas respondían al propósito de detener a supuestos terroristas o de proteger la seguridad nacional; como la Operación Aeropuerto, que se realizó en Chicago a finales de 2002 y en la que resultaron detenidos decenas de indocumentados y ningún terrorista. En esta redada fue detenida una madre

soltera que se volvió símbolo de la lucha de la familia inmigrante: Elvira Arellano. No es sino hasta la primavera de 2004, con la publicación del ensayo “The Hispanic Challenge”, de Samuel P. Huntington, en que prácticamente se cambia de objetivo: de la búsqueda de células de Al Qaeda o de rastreos de inteligencia en áreas estratégicas se pasa a la búsqueda directa de indocumentados. Para Huntington, la identidad estadounidense —en esencia protestante— estaba en peligro debido a la presencia de tantos mexicanos. Y han influido tanto las ideas de Huntington que en el contexto actual de los Estados Unidos decir “mexicano” es prácticamente decir “indocumentado”. Es sabido que cuando en la Casa Blanca de la Administración Bush se pone sobre la mesa la problemática de los inmigrantes indocumentados se le refiere como “the Mexican case”. Bajo el paraguas ideológico de Huntington, el ya mencionado congresista Sensenbrenner inicia en 2005 una lucha frontal contra los inmigrantes, primero con la aprobación de la propuesta Real ID Act —que exige que solamente los residentes legales y los ciudadanos reciban licencias de conducir o cualquier otro tipo de identificación oficial. A fines del mismo año, el mismo congresista pisa el acelerador y con la HR4437 propone la criminalización del indocumentado y de toda persona que le proporcione ayuda; este proyecto de ley fue aprobado en la Cámara Baja pero rechazado en el Senado. Europa y sus inmigrantes El 11 de marzo de 2004 España sufrió un atentado por parte de una célula de Al Qaeda del que resultaron muertas 191 personas. Dicho ataque acrecentó la xenofobia ya existente, llevándola en algunas ocasiones al extremo. Es importante aclarar que España y toda Europa se han caracterizado por no tener consciencia de su racismo. Es muy común escuchar en boca de un español, una francesa o un alemán comentarios de asombro por la intolerancia que se da en Estados Unidos hacia los inmigrantes o hacia las minorías étnicas. A pesar de todo, el trato que reciben los inmigrantes y las minorías en Estados Unidos es menos denigrante que el que estos mismos reciben en toda la Unión Europea. Basta recordar que hay zonas en Alemania en las que no pueden internarse personas de color porque simplemente corren el riesgo de no salir vivas. Veamos el caso de los dos adolescentes franceses de origen árabe que en 2006 murieron electrocutados al tratar de esconderse de una persecución policíaca. Estas muertes provocaron más de tres semanas de disturbios en los barrios inmigrantes de París, lo que puso en claro que los hijos de los inmigrantes no están recibiendo el mismo respeto y la misma atención que reciben los jóvenes galos. Es de destacar que el ministro del interior de ese entonces, Nicolas Sarkozy, que aplicó una política de contratiempo

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bomberos para mitigar el conflicto, meses después fue elegido presidente de Francia. Pero el hecho que más sorprende es la agresión que sufrió una inmigrante ecuatoriana de 16 años en un vagón del tren metropolitano de Barcelona en octubre de 2007. Después de haber agredido verbalmente a la jovencita, el muchacho español —de nombre Sergi Xavier— se sintió con todo el derecho de soltarle varios puñetazos y una patada en el rostro mientras hablaba por el celular. Fue detenido y liberado horas más tarde sin ningún tipo de cargos, y además fue visto como héroe por un sector de la sociedad española. Pero la historia de Sergi Xavier no termina ahí: seis meses más tarde fue detenido por conducir bajo la influencia del alcohol. Por este delito sí recibió una multa de 1080 euros y la prohibición de manejar durante diez meses. El mensaje de la justicia española es clara: “si quieres alocarte, puedes salir a la calle y golpear inmigrantes; no te va a pasar nada. Pero por favor no conduzcas bajo la influencia del alcohol”. Lo que llama la atención es que el Estado español —administrado en estos momentos por el PSOE, caracterizado en tiempos no muy lejanos por la defensa de los inmigrantes— permita que se sigan repitiendo estas actitudes xenofóbicas. Tan sólo en abril del presente año el ecuatoriano Juan Cristóbal fue molido a palos en Madrid al tiempo que los agresores lo insultaban bajo el estribillo de “viva España”. Por último, ¿cómo considerar a la Unión Europea por encima de los Estados Unidos en términos de los derechos de los inmigrantes si en junio pasado aprobaron su propia HR4437 en el recinto del Congreso Europeo con el aval de gobiernos de derecha (que no sorprende) y de izquierda (como el español)? México: el mayor expulsor y con acciones anti-inmigrantes Como mexicanos y como inmigrantes, hacemos un breve paréntesis para hacer un llamado de atención a la clase política mexicana y a su sociedad civil por las atrocidades de que son objeto miles de inmigrantes centro y sudamericanos al cruzar el territorio más peligroso en toda su travesía: México.

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Es inaudito que el ombudsman del país que más fuerza laboral expulsa en el mundo tenga que insistir en la derogación de leyes federales que siguen viendo al inmigrante sin documentos como una cosa y no como un ser humano. El pasado 30 de octubre, Soberanes denunció ante el Senado la política represora hacia los inmigrantes indocumentados en México y exigió la derogación del Artículo 67 de la Ley General de Población “para que los inmigrantes sin papeles puedan ser considerados víctimas de delito y tengan la protección del Estado mexicano”. Esperemos que el Poder Legislativo por fin tome consciencia de que alrededor de 30 millones de personas que viven en los Estados Unidos (inmigrantes e hijos de inmigrantes) se autodefinen como de origen mexicano. Obama En su intento por sacar una reforma migratoria bipartidista que sólo beneficiara a un poco más de la mitad de los indocumentados que vive en este país, el actual presidente electo Barack Obama aceptó que se construyera un muro a lo largo de 722 millas de la frontera, sin duda una extensión del muro que la Administración Clinton aprobó que se construyera en California. El senador Obama explicó en algunas entrevistas que hacer política es transar: conceder algunas cosas para obtener otras. En este caso, el sector demócrata que apoyó en 2006 aquella reforma migratoria esperaba conseguir en dicha negociación que alrededor de siete millones de indocumentados obtuviera su permiso de trabajo y, con el tiempo, su residencia permanente. Esta actitud de Obama, y de muchos otros legisladores demócratas, generó fuertes críticas de parte de los activistas pro inmigrantes. Aquí es importante señalar la diferencia entre el activista y el legislador: el activista no debe transar (su fin es que todos los indocumentados reciban su residencia), es una lanza que debe estar punzando en todos los territorios sociales para lograr que la mayor porción de su utopía se vuelva realidad; el legislador, en cambio, debe transar, y esta transacción debe tener un cuerpo ético, que tanto el debate como los resultados de su negociación

se den a conocer ante la sociedad civil, para dejar en claro que fue una negociación política entre dos o más grupos que representan diferentes perspectivas de la vida social. El hecho de que el político ceda en algunos aspectos para conseguir ciertos beneficios para el inmigrante indocumentado, no lo vuelve automáticamente enemigo del movimiento pro inmigrante. Hay que criticar la actitud, pero no hay que olvidar que ese político sigue siendo un aliado. Con el discurso de Berlín —dicho el pasado 24 de julio— queda claro que Obama no solamente está en contra de los muros físicos sino también de los muros mentales: los muros entre los blancos y los negros, entre los musulmanes y los cristianos, entre los europeos y los asiáticos, entre los ciudadanos y los inmigrantes. En Berlín, Obama le estaba hablando al mundo. Por eso, ante más de 200 mil personas, afirmó que tenía dos ciudadanías y dos responsabilidades: como ciudadano estadounidense (el bienestar de su patria) y como ciudadano del mundo (el bienestar del orbe). El 4 de noviembre del presente año, la sociedad estadounidense rompió una infinidad de muros al elegir a su primer presidente afroamericano. Es un suceso que se vuelve un parteaguas en la vida política estadounidense y mundial. En los Estados Unidos ya se sentó el precedente: un hijo de inmigrante africano ha sido electo presidente. Si bien en los debates presidenciales Obama, por cuestiones tácticas, tuvo que omitir —entre muchas cosas— la mención de una reforma migratoria, en su primer discurso como presidente electo en el Grant Park de Chicago recuperó una de las consignas más escuchadas durante la Primavera del Inmigrante del 2006: “Sí se puede”. Al final de su discurso, Obama volvió mantra la traducción al inglés de esta frase. ¿Habrá en ese “Yes we can” alguna una buena nueva para los inmigrantes? Raúl Dorantes y Febronio Zatarain: Autores de …Y nos vinimos de mojados.

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Jorge Mújica

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s apenas de madrugada… después de una larga noche. Suponen los optimistas que el sol va a salir e iluminar nuestros corazones, pero todavía está nublado. Entre los optimistas latinos hay quienes dicen que la pesadilla terminó y que ahora los sueños van a ser color de rosa. Es la interpretación del fin del régimen de George Bush y el inicio del de Barack Obama. El liderazgo latino “típico”, tradicional —que recibe lana gracias a sus contactos y favores al Partido Demócrata, que toma cafecitos con senadores y congresistas—, festeja el “Despertar Electoral” de los migrantes. Los grupos ligados al Partido Demócrata registraron cientos de miles de inmigrantes naturalizados y argumentan que “Obama nos la debe y nos la tiene que pagar”. We Are America Alliance, por ejemplo, invirtió 10 millones de dólares para registrar votantes (83 mil en Florida, 35 mil en Pensilvania, 35 mil más en Colorado, 40 mil en Nuevo México) y justifica que “Obama nos la debe”. En Nevada registraron 52 mil nuevos votantes, y así “demuestran” que “sin nosotros Obama hubiera perdido”. Hay estados que Obama tal vez ganó —especulativamente— gracias a los latinos, como Florida, y Nuevo México. En dichos estados los Demócratas ganaron por primera vez en un titipuchal de años, aunque en el segundo Obama perdió las elecciones primarias contra Hillary Clinton, a pesar del apoyo del gobernador Bill Richardson. Quienes creen que Obama “nos la debe” quieren cobrarle con el nombramiento de Richardson como Secretario de Estado. Pero el “pago” que todo el mundo espera es la reforma migratoria, y eso no se ve nada claro bajo la Administración Obama. Primero, nombró jefe de su gabinete al congresista de Illinois Rahm Emmanuel, pitoniso clarividente que declaró que no habría ninguna “reforma inmigratoria en el primer período de gobierno del Presidente Obama” ¡desde el año pasado! Segundo, en la Convención Nacional Demócrata le metieron mano negra a la Plataforma Electoral, el documento-guía para gobernar, y cambiaron la jugada sobre la inmigración.

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En vez del “camino ganado a la ciudadanía” que Kennedy pregonó por años, la Plataforma ahora dice “obligar a legalizarse” a los indocumentados. El cambio es un giro completo porque lo primero era reformar la ley inmigratoria a favor de los indocumentados y la “obligación de legalizarse” va más con el discurso de “formarse al final de la cola”. En corto, cambia la responsabilidad del gobierno al inmigrante. El responsable será el que “no se legalice”, en vez del sistema que impide la legalización. Tercero, están los varios puntos de la plataforma de Obama como candidato presidencial y su historial en el Senado. Como senador, apoyó varias propuestas de reforma migratoria y copatrocinó algunas que incluían la legalización, pero también se puso en la cola Demócrata de votos a favor del muro fronterizo y hasta le hizo agregados, pidiendo reforzar la frontera con nueva tecnología y rehabilitando porciones de muro ya construidas y que estuvieran deterioradas. Como candidato y ahora Presidente Electo, Obama propone “personal adicional, infraestructura y tecnología en la frontera”. Aún en el Senado, Obama copatrocinó la propuesta de hacer obligatorio el sistema de verificación laboral basado en el programa piloto EVerify, propuesta que también apoya la verificación del historial personal por parte del FBI, e incluye que las cuotas por procesos migratorios de ciudadanía no queden “fuera del alcance de los inmigrantes legales”. Obama apoya “aumentar los mecanismos de aplicación de la ley migratoria en los centros de trabajo”, lo cual contradice sus declaraciones de que “las redadas laborales son ineficientes” y que “ponen el peso de un sistema migratorio equívoco en las familias inmigrantes”. En todo caso, no se ha declarado a favor de una moratoria a las redadas laborales. Tampoco ha detallado lo que quisiera ver como sistema migratorio funcional. Sólo ha declarado que “Hay que arreglar la burocracia disfuncional y aumentar el número de los inmigrantes legales para mantener unidas a las familias y para proporcionarles trabajadores a los patrones que tienen problemas para encontrar mano de obra”. Sobre la “mano de obra disponible”, Obama propone extender las visas H1B y H2B y agilizar sus trámites, pero está contra las compañías que las usan para traer técnicos inmigrantes, más baratos que los ciudadanos, y afirma que hay que proteger

suspender el envío de cartas No Match del Seguro Social y rechazar las nefastas propuestas de Michael Chertoff y el actual Departamento de Seguridad Nacional. Igual con el Programa E-Verify (aunque lo dudamos porque Obama es su copatrocinador); suspender los acuerdos 287(g) (Polimigra) y, por supuesto, parar las redadas. Otra sería evitar acusaciones criminales a los inmigrantes como las de Postville, Iowa, donde todos fueron acusados de robo de identidad y no por ser indocumentados. Y la política de impedir que los detenidos depositen fianzas y tengan que permanecer detenidos hasta resolver sus casos. No creo que la nueva administración implemente muchas de estas medidas. Hay compañeros en el movimiento migratorio que piensan que “estamos en el umbral” de una reforma, pero a mí me parece que no nos van a abrir la puerta nomás por tocar el timbre. Hay quienes incluso aceptan un “puesta en marcha racional” de la ley migratoria. Yo soy de la tendencia de golpear la puerta, y fuerte. Si no la abren, hay que tratar de tumbarla y colarnos. Si ganamos la mitad de lo que demandemos, ganamos la mitad. Pero aceptar media derrota es aceptar una completa derrota. Obama y sus administradores no van a conceder nada. Como reza el viejo proverbio, los derechos no se conceden, se ganan peleando… Jorge Mújica: Periodista y activista mexicano. Publica semanalmente la columna “México del norte”

Dónde:

Talleres de creación literaria

Obama y la reforma

los salarios “americanos” y las oportunidades laborales, aunque tampoco detalla todo esto. Obama acepta que NAFTA causó, directa o indirectamente, parte de las olas migratorias, y amenazó con abandonar los convenios si México y Canadá no los renegocian. Pero afirma que de lo que se trata es de “proteger los trabajos americanos”. Sobre México, Barack quiere “trabajar de cerca con el gobierno” para “mejorar su desarrollo económico”, pues de México viene la mitad de la inmigración indocumentada. Personalmente, me parece que enfocarse en la mitad de la inmigración indocumentada es querer resolver medio problema. El planteamiento que esperaríamos de Obama debe ser integral, global, sobre toda la inmigración a Estados Unidos, y no solamente del vecino del sur. Por último, sobre uno de los elementos básicos de todo sistema migratorio, la aplicación de la ley, Obama ha hablado varias veces contra las redadas y la separación de las familias, pero sin detalles. Y como diría Cantinflas, “ahí está el detalle”. Hay muchas cosas que Obama podría hacer en sus primeros 100 días de gobierno, todas dentro del marco del poder ejecutivo. Por ejemplo, suspender los reglamentos que impiden emitir licencias de manejo para los indocumentados hasta que se apruebe una reforma integral;

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La memoria y la escritura:

Una conversación con Jorge Edwards José Castro Urioste

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orge Edwards es uno de los escritores latinoamericanos de mayor jerarquía. Su libro Persona non grata (1973) es un hito en nuestra cultura. Edwards ha obtenido galardones como el premio Cervantes (1999) y este año su última novela, La casa de Dostoievsky, obtuvo el premio Planeta-Casa de América. Durante estos meses Jorge Edwards está dictando un curso sobre su historia personal del boom en la Universidad de Chicago. Precisamente sobre este tema, dará una charla en 11 de diciembre en el Instituto Cervantes de Chicago. ¿ Cuál es el origen de La casa Dostoievsky? Últimamente yo he escrito bastante ficción basada en historias de artistas. En determinado momento se me ocurrió escribir sobre un poeta. Tomé a poetas de mi tiempo y básicamente a Enrique Lihn, pero hice una ficción. Es un poeta maldito, algo que era una característica especial en los cincuenta. No era tanto la tradición del maldito a la francesa, sino una especie de proyección del existencialismo de esos años en Chile. Asimismo, todo esto estaba marcado por una atmósfera intelectual y el conjunto de lecturas de mi generación, como por ejemplo lecturas de Dostoviesky, de Sartre y de algunos poetas, como el Neruda cercano al surrealismo y también César Vallejo. A partir de ahí construí al personaje, “el poeta”. Me han criticado los amigos de Lihn; dicen que lo dejo mal. Pero no es una biografía; es una ficción, y hay muchos episodios donde Lihn nunca estuvo. Es también una novela generacional, una novela sobre el mundo intelectual de mi tiempo. El núcleo de esta novela es el mundo literario, estético, de costumbres incluso, de la década de los cincuenta. Y creo, como en todas mis novelas, que la memoria es un factor de estímulo. Para mí la memoria no es la imitación, ni la reproducción, sino una entidad que selecciona e introduce coherencia en un pasado confuso. De este modo, la memoria es creativa. ¿ Hay algún episodio del que surge La casa Dostoievsky? Yo le voy a contar una anécdota sobre Enrique Lihn que debe tener unos veinticinco años. De esa anécdota surge en mí una idea que fue germinando con el tiempo. Enrique Lihn era un tipo muy bohemio, muy caótico, un tipo ácido y al mismo tiempo con un gran sentido del humor. Era muy actor, además. Había hecho teatro. Entonces Lihn me contó que vivía en una pieza chica en el centro de Santiago y que se le empezaron a acumular papeles, libros viejos, zapatos rotos, frascos de diferente tipo y hubo un momento en que no podía abrir la puerta porque todo estaba tirado. Entonces a Lihn se le ocurrió salir por la ventana y dejó todo tirado allí. Y no volvió más. A partir de esta historia se me ocurrió escribir un cuento largo de unas cuarenta páginas. Era un cuento que comienza con la adolescencia del poeta y termina cuando el poeta salta por la ventana. Muchos años después, buscando otras cosas, encontré ese cuento. Cuando lo releí, empecé a rescribirlo, y de allí salió La casa de Dostoievsky.

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Se han cumplido treinta y cinco años de la publicación de Persona non grata. ¿Cómo ve ese libro ahora que ha sido uno de los más polémicos que usted ha escrito? Aparte de ser lector de novelas, yo siempre he sido lector de literatura no ficticia: de memorias, de cartas, tanto de los clásicos y de otros autores. Ahora cuando me vi en una circunstancia como ésa, me vino inmediatamente la idea que podría escribir uno de esos libros que a mí que había gustado tanto leer. Es decir un libro sin ficción, pero narrado a la manera de una novela. Hacer una novela con elementos reales, tratando de no falsear nada y usando la memoria al máximo. Por otro lado, yo creo que ese libro me liberó porque yo estaba muy encajonado por todos los lugares comunes de la izquierda. Esto me ayudó a pensar por mi propia cuenta. Yo continué siendo un hombre de izquierda, y combatí contra la dictadura de Pinochet. Pero Persona non grata me liberó de unas cárceles mentales que estaban relacionadas con efectos y errores de la actuación de la izquierda. Por eso, después de escribir Persona non grata pensé que podría escribir cualquier cosa. Me sentía liberado como escritor.

¿Tuvo Neruda alguna influencia en su escritura? Yo no creo. Neruda era el extremo opuesto a lo que yo hacía como escritor. A diferencia de Neruda, yo era un escritor de bastante rigor verbal, poco abundante, más bien irónico. Por eso los escritores que leía eran extranjeros: Machado de Asís, Borges, el Rulfo de los cuentos, a Onetti, y a europeos como Kafka. Ahora, el estilo de Neruda que yo admiraba y me deslumbraba era Residencia en la tierra, pero yo llegué a la casa del autor de Canto general, a la casa del poeta comprometido, y eso era una notable diferencia. Lo que yo descubrí en esa casa es que el Neruda de Canto general seguía siendo un enamorado del surrealismo, un enamorado de Rimbaud, un enamorado de esa visión de la literatura a pesar de tener un compromiso político. En los años que siguieron yo asistía a las reuniones de Neruda con el poeta francés Aragón, y en una ocasión ellos dijeron: “Siempre hemos sido surrealistas”. Creo que con toda la revisión del estalinismo, se produce también una revisión de esa relación con el mundo de la vanguardia. Y estos dos poetas, Neruda y Aragón, que son los grandes poetas del comunismo de la época, empiezan a tener una nostalgia por la vanguardia, y de parte de ellos hay un retorno a ese período. Por eso he notado que en Neruda se expresa un cambio en el tipo de metáforas que emplea. En Las uvas y el viento hay una proliferación de imágenes que son ideas de flechas, de signos que apunta hacia el futuro, signos rectos, y a partir de Estravagario el mundo de Neruda se llena de imágenes de mundos circulares, de un retorno al pasado.

Se podría decir entonces que Adiós poeta es

también un ejercicio de memoria, un ejercicio

de la memoria sobre la relación que tuve con Neruda.

¿Diría usted que Adiós poeta es también un ejercicio de la memoria? Adiós poeta no es una biografía. Es un libro sobre todo lo que supe sobre Neruda, su tiempo, sus amigos y sus enemigos, su atmósfera que conocí desde adentro. Yo le envié a Neruda mi primer libro de cuentos y un periodista amigo me dijo que Neruda me quería conocer. El siempre era muy cariñoso con los escritores jóvenes. Así que fui a su casa; Neruda me miró y se sonrió. Fue muy divertida la recepción porque me llevó a un jardín donde estaban sus amigos. En esa época yo era muy delgado y me presentó diciendo: “Este es el escritor más joven y más flaco de Chile”. Después tuve un distanciamiento con Neruda y luego la relación se reanudó. Se podría decir entonces que Adiós poeta es también un ejercicio de memoria, un ejercicio de la memoria sobre la relación que tuve con Neruda. Algún sector de la crítica ha dicho que yo traté de desacralizar a Neruda en Adiós poeta, porque lo muestro en pantuflas, por ejemplo. Pero ese libro ha creado lectores para Neruda, porque había gente que le tenía antipatía por su posición oficialista y luego de leer Adiós poeta cambió su visión.

Parte de su vida ha sido como diplomático… Yo me gané la vida como muchos escritores chilenos de los viejos tiempos. Entré en la diplomacia en 1957, por concurso, y estuve allí hasta 1973, cuando empezó la dictadura. ¿Cómo fue desarrollar una carrera de escritor siendo diplomático? Fue muy duro. Pese a todo me mantuve escribiendo a base de actitudes que no sabía que era capaz de hacer. Por ejemplo, de levantarme muy temprano. Yo empezaba a escribir antes de empezar a trabajar en la diplomacia. Más o menos escribía unas

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tres horas diarias, de seis a nueve de la mañana, y de allí salía a la embajada y allí empezaba un día interminable. Eso además me producía una especie de salud mental. Así escribí Persona non grata, escribí los cuentos míos de Las máscaras, escribí El peso de la noche y el comienzo de Los convidados de piedra. Lo que no podía hacer era participar en la vida literaria, por ejemplo estar en las mesas redondas en que estaban Cortázar y Vargas Llosa. Usted está enseñando este semestre en la Universidad de Chicago un curso sobre su historia personal del boom. ¿Qué hipótesis plantea sobre el boom? Yo insisto en el pasado del boom. A veces se presenta el boom como un movimiento completamente fundacional, como salido de la nada. Sin embargo, hay una cantidad de precursores. Borges es un precursor; Rulfo y Onetti, también. Después están los precursores regionalistas. Y también está Machado de Asís. Ahora, el boom cambió mucho el lenguaje narrativo. Pero en ese nuevo lenguaje narrativo pesó la poesía anterior. Por ejemplo, en el comienzo de Rayuela de Julio Cortázar yo encuentro un airecillo de Residencia en la tierra de Neruda. Y después Cortazar reconoció que el estilo de Residencia en la tierra había tenido una gran influencia en él. Incluso hay momentos de Vargas Llosa —quien es menos poeta que Cortázar— en los que se siente el ritmo y el eco de Vallejo.

Un escritor chileno que es poco leído fuera de Chile y que podría ser considerado un precursor del boom es Manuel Rojas. Sí, Manuel Rojas es muy leído en Chile pero se le conoce poco afuera. Su libro Hijo de ladrón tuvo una influencia directa en mi generación. Fue la entrada de un método y una libertad narrativa que tenía algo que ver con Faulkner. Y hay otra escritora que es muy original y que tiene que ver con los antecedentes del boom: María Luisa Bombal. Ella posee esa novela que se titula La amortajada en la que el narrador es una muerta. La amortajada comienza todo cuando el personaje-narrador está en su ataúd y se acerca una persona por el cristal del ataúd que ha sido un amor del protagonista. Yo leí que Juan Rulfo le había hablado de esta novela a José Bianco —que era el secretario de redacción de la revista Sur— antes de escribir Pedro Páramo. ¿Podría hacerle alguna pregunta sobre política? Sí, claro que sí. No sé si se la pueda contestar. Obviamente el panorama político de América Latina ha cambiado en los último años. ¿Cómo lo ve usted? Para mí hay dos países que vienen haciendo un socialismo posible. La experiencia histórica ha demostrado que centralizar la economía no resulta, y que a través de ello en vez de encontrar

justicia para las amplias masas, se produce una pobreza generalizada. Por eso hay que pensar en un socialismo posible, como son los casos de Brasil y Chile, sin decir que sean impecables. Por otro lado, a Alan García lo veo gobernando para un sector del Perú, y no para la gran masa indígena peruana. También ha resurgido un populismo de izquierda, como el de Chávez, Correa y Morales. Vamos a ver cómo se desarrolla eso. Le confieso que yo tengo mis dudas. Me parece que Morales tiene buena capacidad de negociación. Más fuerte que la que tiene Chávez. En todo caso, veo que en varias sociedades latinoamericanas se está intensificando la polarización. Nosotros en América Latina hemos seguido una política de confrontación, de la guerra interna. Sin embargo, tenemos que desarrollar políticas de pacto. Allende tuvo ese lema equivocado que era “Avanzar sin transar”. Me parece que hay avanzar negociando y pactando. De lo contrario, no se avanza. José Castro Urioste: Escritor peruano. Radica en Chicago. Esta entrevista se realizó en octubre del presente año en el campus de la Universidad de Chicago. Jorge Edwards se presentará el 11 de diciembre en el Instituto Cervantes, 31 W. Ohio, Chicago, IL 60610

El trabajo de la palabra Antonio Zavala

A lo largo de mi carrera de escritor no he dejado de acor-

darme de mis maestros y editores. Ellos corrigieron mis errores, cortaron y editaron lo que no debía estar ahí. Ellos me llegaron a decir: toma las palabras en serio porque tienen mucho poder. Pocas veces nos ponemos a pensar en las personas que trabajan con las palabras. Sí, los que las escriben, editan, imprimen, pronuncian, promueven… y hasta los que cantan las palabras. Cuando yo empecé de reportero, allá por los años ochenta, pensaba que todo lo que escribía era de suma importancia. Mi ego estaba súper inflado. Mi primer editor, Humberto Perales, fue quien me enseñó que no todo lo que uno escribe es bueno. Me regresaba mis notas, escritas a máquina y en papel café, tachadas con tinta roja. “Tienes talento pero concéntrate”. “Esto no va ahí y esto no es necesario”. Así, en un diario que se llamaba El Mañana fui aprendiendo cómo trabajan los artesanos de la palabra. Fue en la Secundaria Wells que mi maestra de inglés, Mrs. Tello, me corrigió mi ensayo sobre César Chávez y me sugirió que siguiera escribiendo. Hay oficios que nos visten y nos calzan y otros que nos construyen una casa. Pero ¿qué hacen por nosotros las palabras? El uso de las palabras es la manera en que ordenamos y damos sentido a nuestra existencia. El poder de las palabras es inmenso. Con sólo decir la palabra “río”, por ejemplo, la mente ve el agua que fluye por el cauce. Pero ¿cómo era la humanidad antes de aprender a usar palabras? Me imagino que las tribus nómadas cruzaban largas distancias para poder ir a escuchar al primer hombre que pudo pronunciar una palabra. Ahí, sentados en un círculo, con una fogata ardiendo, los miembros de la tribu aprendieron a pronunciar las primeras palabras. Luego surgieron más y más palabras. El hombre fue nombrando todo lo que descubría. número 61

Imaginemos el poder que sintió ese hombre al poder nombrar por primera vez una montaña, un animal, el mar o al darle un nombre a otro ser. Al aprender a usar las palabras, el hombre unió para siempre su existencia a la Tierra y así la convirtió en su casa. Con el tiempo vinieron las miles de palabras que usamos cada día en cientos de idiomas para poder comunicarnos, expresar nuestras ideas y recordar al pasado. Hoy en día sabemos que las palabras son tan valiosas que se tienen que guardar para la posteridad. No es por demás que en las guerras lo primero que se quema son los libros de los enemigos. Las palabras se guardan en libros en las bibliotecas. Y ahora también en computadoras y memorias electrónicas. Para los que verdaderamente aman las palabras, sepan ellos que en las grandes ciudades del mundo, como París, Londres y la ciudad de México, ahí, en ilustres bibliotecas, se guardan miles de libros, algunos nuevos, algunos antiquísimos. Deberíamos tener cuidado en la vida moderna de no menospreciar ni mal usar las palabras. Algunos políticos son culpables de este pecado de cambiar el sentido de las palabras. Ya George Orwell nos alertó sobre el doublespeak. Ahora podemos caer en netspeak con el uso de los e-mails y los mensajes de texto. Cabe a los poetas, escritores y novelistas restaurar las palabras: volverlas entidades completas. Palabras buenas como “piedra”, “corazón”, “hombre” o “manzana” no se pueden sustituir. He escuchado que ya no hay empleados, una palabra buenísima. Ahora hay socios. En Disneylandia ya no hay ni empleados ni socios; hay ¡extras! La palabra “amnistía” en Estados Unidos es ahora una mala palabra. Debemos rescatarla, sanarla, usarla. La amnistía es el ungüento que se aplica a las heridas del alma.

No es por nada que los recuerdos y las memorias colectivas de la historia están escritas en palabras. Las palabras, tan pequeñas y tan menospreciadas a veces, nos unen a los demás a través del tiempo. Cabe leer las crónicas de los frailes y navegantes que llegaron de Europa para darnos cuenta de cómo era esta parte del mundo que nosotros conocemos como Las Américas. Termino con este cuento que leí en la sucursal Lozano de las Bibliotecas Públicas de Chicago. Lo encontré en el libro The Man Who Loved Books, de Jean Fritz. Dicen que en Irlanda había un monje llamado Columba que amaba los libros. Era la época en que aún no había imprentas y casi nadie sabía leer. Entonces los libros eran escritos a mano por los frailes y sacerdotes. Columba estaba dispuesto a caminar muchas millas para poder leer un nuevo texto. Una vez su amigo Finian trajo un nuevo libro de Roma. Le gustó tanto a Columba que noche tras noche Columba incursionaba en el monasterio donde estaba el libro y lo copiaba a mano. “Ah, qué belleza!”, decía Columba sobre la letras mayúsculas y los floridos dibujos que los libros hechos a mano tenían en esa época (563 d.C.). Finian acusó a Columba de copiar su libro. Llevado el caso ante el rey, éste falló en favor de Finian, diciendo lo siguiente: “cada becerro pertenece a su vaca y de cada libro es su hijo-libro”. Con tristeza, Columba se autodesterró a la isla de Iona. Continuó su amor por los libros y dicen que un día, a sus setenta años, murió en el momento en que copiaba una oración. Al morir, el buen Columba dejó 550 libros que él mismo había copiado a mano. Antonio Zavala: Reportero del semanario La Raza.

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El dinero Pocas

veces me he puesto a pensar en el dinero. Siempre lo tuve en la conciencia como una necesidad para sobrevivir, y nada más. Algunas veces, al evaluar cada una de mis frustraciones –la imposibilidad de ter– minar un libro, de escribir y leer disciplinadamente, de establecer un sistema que me convierta en un escritor de veras–, imagino por un instante que las cosas cambiarían sustancialmente si por azar recibiera una herencia de manos desconocidas. Dejaría entonces el trabajo, compraría una casita en un lugar apartado, viviría con lo justo necesario, sin lujos, sin más ambición que mi formación intelectual, que para mí, cuando estoy de humor, lo representa casi todo. Pero después la razón le quita al dinero este poder, porque de seguro no es la rutina laboral el obstáculo mayor en el logro de mi sueño, sino la apatía, la tendencia natural de mi espíritu a relajarse cada vez que le demando esfuerzo. Si tuviera algo de dinero, seguramente mis libros seguirían inconclusos y probablemente continuaría yo siendo un escritor mediocre, sólo que con mayor tiempo disponible para vegetar. Esto me lleva a la conclusión de que, sin ser pobre, tengo seguramente la cantidad de dinero que le conviene a mi destino. Es esta incapacidad de atribuirle al dinero alguna cualidad o de denigrarlo apasionadamente, como en aquellos tiempos en que estaba dedicado a las cosas del espíritu, lo que determina esta frialdad, esta indiferencia que siento por él. Probablemente años atrás hubiera suscrito esta invectiva de Durtal, un personaje de Huysmans: “Las leyes del dinero son precisas e invariables. El dinero atrae al dinero, busca acumularse en las mismas manos, siente una atracción natural por los canallas o por aquellos desprovistos del más mínimo talento. Cuando, por

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Marco Escalante

una excepción que confirma la regla, el dinero cae en manos de un hombre que, a pesar de ser rico, no es un avaro ni tiene proclividad hacia el crimen, permanece improductivo, incapaz de crear una fuerza bienechora, incapaz incluso de abrirse camino hacia manos caritativas que sabrían cómo emplearlo. Uno podría decir que se toma su revancha por haber seguido la dirección incorrecta, que experimenta una parálisis voluntaria cada vez que cae en manos de alguien que no es un estafador nato”. No podría suscribir algo como esto ahora, ya que al dinero no me une ni la ambición ni el desprecio, sino la simple necesidad, el cotidiano acto de magia por medio del cual un billete de a dólar se convierte en un pan o una manzana. Mi cuenta es un pequeño cofre que no le hace daño a nadie. Cada moneda que guardo en mi bolsillo no llama nunca a otra, sino que se pierde en el camino. He sido avaro muchas veces, sin tener un solo cobre; y cuando por un golpe de suerte se incrementó mi caudal inesperadamente, no hice el bien, pero tampoco me comporté como un canalla. Ha de ser lo nimio de mi riqueza material, que probablemente se reduce a unos pequeños ahorros y una que otra joya de valor modesto. Durtal habla obviamente de las grandes cantidades de dinero, del capital del comerciante burgués del siglo XIX, maestro del acaparamiento y la sisa. Razón no le falta de seguro, y pasión tiene de sobra. Un escritor que vive en una buhardilla donde los muebles acumulan polvo de siglos, que convierte a la literatura en su modo de existencia, que entiende la amistad como intercambio provechoso de ideas, que se relaja caminando por las calles de París antes que caiga la noche, que se acuesta a la luz de una vela con un gato silencioso al costado; un escritor, digo, que a pesar de su sobrio escepticismo piensa sobre todo en la caída del espíritu y su salvación, en la batalla milenaria de Dios contra el diablo, en lo luminoso y lo oscuro del alma humana, puede, por todo lo que su gesta tiene de elevado, y por la ingratitud de la sociedad para con empeños semejantes, arrogarse el

derecho de expresar su desdén hacia aquellos cuyo único libro es uno de cuentas. Es de veras triste que el dinero, en su tiempo como en el nuestro, tenga consolidado un altar. La otra cara de la medalla, es decir, el dinero como generador de riqueza social, como capital que invertido en el mercado trae bonanza a las naciones que saben darle el curso de la libre concurrencia, afirmo categóricamente que no me interesa. Entiendo los heroísmos del próspero panadero, pero en su mesa de oficio tan solo es blanca la harina, y en la puerta del horno social el pan tristemente se nos quema. Señores, a Durtal no le falta razón, repito. El hombre tiene un lado oscuro. En una región de su alma conspiran contra la piedad, la solidaridad y las buenas intenciones, el egoísmo, la envidia y la ambición desmedida. Y si es tan sólo un libro de cuentas la modesta biblioteca de Monsieur Guillaume, ¿en qué otras páginas hallará el necesario alimento espiritual que pueda combatir con fe e ideas esas miserias que le impulsan a dar a sus clientes gato por liebre? Ayer, para no retroceder tanto en el tiempo, se me abrió un zapato como si tuviera hambre. A un suéter que me regalaron hace apenas unos días, le apareció un hoyo que no es ningún misterio, si uno piensa en cómo marcha el laberinto de la producción de bienes. A todo esto, repito, no le doy mucha importancia, porque mi juventud ya se acabó y no estoy dispuesto a pasar por más riesgos. Así como reconozco la mediocridad de mi trabajo literario, reconozco que soy también mediocre como ser humano. Se me ha apagado la vela y he llegado a conformarme con que mi dinero haya sido bien ganado, que no cause estragos más allá del limitado espacio de mi cuarto, que se limite a procurarme el alimento del día, uno que otro libro, y una que otra pena… Marco Escalante: Escritor peruano. Vive en Chcago.

diciembre 2008 - enero 2009


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Aproximaciones

Cantar la vida: La poesía de Ricardo Yañez Francisco Pamplona Ni lo que digo, de Ricardo Yáñez FCE, Letras Mexicanas. México 1985. (Reeditado en la colección La centena. Conaculta, México 2004).

Así como la certidumbre de la muerte es el

único miedo existencial auténtico, así, la única certeza de felicidad para nosotros debería ser el amor. ¿Pero el amor a qué? Porque el amor necesita un objeto. Con sinceridad, deberíamos hablar de amor a las cosas, un amor abstracto e ilimitado pero siempre contingente y azaroso. La poesía de Ricardo Yáñez parece concitar a la redención por el amor a Dios (la naturaleza, la vida), pues ese miedo existencial por la muerte sólo se supera por amor a la vida, incluso cuando no se desea continuar viviendo. Dios, para Yáñez, está en uno y en lo otro: Este baño es mi castillo y estos orines mis ríos y esta flor, esta flor eres tú Señor Lo otro que es uno y que lo puede destruir, también dado como un albedrío más, irreparablemente:

Esta flor ocupa un lugar en dios dios se cuartearía se descuartizaría feamente si nosotros pudiéramos deshojar esta flor. Y sabemos que podemos. Sólo la fe podría salvar a la flor; la fe como fórmula para vivir entendiendo la vida. Los “hermosos cantos donde nuestra lengua se disuelve” son la experiencia de Yáñez, poetizada con la medida de la vida misma, con su contenido preciso, amorosamente vulgar y por tanto sólo expresable de forma prosaica, puesta en nuestro corazón como el aguijón de la avispa es dios-en-uno. Dios es afirmación y posibilidad: “Dios es sí y si” y Ricardo le da otro trago a su tequila. También busca la eternidad en su prosaísmo, pero lo desbanaliza al hacernos partícipes, al regresar a esa contradictoria mezcla de experiencias que es la vida, el agua quemada de nuestros antepasados. Nada definiría mejor a la poesía de Ricardo Yáñez como aquéllos versos de Fray Luis de León: El amor y la pena Despiertan en mi pecho un ansia ardiente

Se me viene el llanto al tequila sauza a los cigarros alas… hay un Ricardo Yáñez que me pega que todo el día me pega y hay un Ricardo Yáñez que te ama ese es el bueno. De pronto, se percibe que en la naturaleza, es decir, en uno mismo, reside una contradicción que es preciso revelar. ¿Por qué las espinas deberían ser siempre subalternas de la rosa y no que ésta permitiera existir la luz para disfrutarla? Fuego que refresca, agua que crepita, amor en una palabra: “Si no amor / soy entonces qué carajos!” Hay otro tema de Ricardo, otra esencia si se quiere que nos da la clave de su poesía, y es el humor en serio, como una necesidad de rebeldía para vivir siempre sobre la raya en un equilibrio precario e ineludible. Echó un poco de sal en su corbata mas no se la comió cual pretendía quizá porque pensó que estaba fría aparte de que no era muy barata

Pintó en su corazón de hoja de lata una dulce canción que se sabía pero le reprocharon la alegría y se compró un chaleco color rata Pensó que el sol era la luna y que la luna nada finalmente y se quedó mirando su presente Como quien ve llover y no se moja como quien huevos fritos desayuna mientras la rosa suya se deshoja. Ironía, humor sobre una condición de todos, o al menos de los que no quieren encontrar porque la búsqueda es el juego, la sal de la vida. A Ricardo Yáñez nada humano le es ajeno, ni lo que dice. Francisco Pamplona: Mexicano. Autor del poemario Aproximaciones. Vive en el D.F.

¿Acaso no es el Centro Nocturno, la Noche de San Juan, la noche oscura del alma? Ricardo puede escribir:

contrafoto por Jesús Sereno Díaz

Que toda la vida es sueño ... y los sueños esta semana a 99 centavos y 2 X $5.

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contratiempo contra tiempo arte y pensamiento latinoamericano en USA


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