Revista digital de poesía / nº22 / año VIII
con V ersos Poeta invitado: Miguel Casado 1
Índice
Mirador Bodegones conVersos Participan: Alicia Naya, Carmen Crespo, Claudio Carrillo, Esther Lucio Marino, Miguel Cuerdo y Tirsa Caja
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Carnet de identidad
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Retrato en auto
Poeta a la carta Wang Wei por Nieves Pulido
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Miguel Casado
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Publicaciones de los poetas conVersos
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Obras públicas Fondo de armario Carmen Crespo Claudio Carrillo
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Esther Lucio Marino Juan Hospital Manuela Sola Castro Tirsa Caja
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El esqueleto - un cuento de Antonia Díaz Rodríguez
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Ficha técnica
Territorios diVersos
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Carnet de identidad
En Territorios diVersos Antonia Díaz nos trae un maravilloso relato: El esqueleto. En el apartado de Mirador, algunos de los conVersos participan con fotografías de bodegones. Ya sabemos de la fuerza que tienen las imágenes para comunicar.
No está claro por qué, pero a la poesía siempre se vuelve. Quizá sea porque nos reconocemos en ella, o porque buscando respuestas encontramos preguntas que nos interrogan desde otros ángulos y nos ayudan a replantearnos nuestras convicciones, reconociendo entonces en nosotros mismos nuestra vulnerabilidad. O quizá es porque nos demuestra que la única certeza es la incertidumbre, y que el paso más allá que en algún momento pretendemos dar, siempre termina dirigiéndose hacia nosotros mismos.
Y por último, en Retrato en auto, nos acompaña la poesía de Miguel Casado. El poeta, crítico y traductor es autor de una amplia obra. En este número nos acerca parte de ella para nuestro disfrute. Esperamos que el encuentro que supone este número 22 de la revista conVersos aporte lo suficiente a quienes se adentren en él. Ya sabemos que, para volver, siempre es buen momento.
Quizá es algo de todo eso. O nada. O quizá ni siquiera somos nosotros los que volvemos a la poesía, sino que es la poesía la que vuelve a nosotros. ¿Quién sabe?
Fran García
En un intento de volver a la poesía, o de hacer que ella vuelva a nosotros, publicamos un nuevo número de la revista conVersos. En esta ocasión en Poeta a la carta, Nieves Pulido nos lleva a la edad de oro de la poesía china, acercándonos a los Poemas del río Wang, de Wang Wei: una auténtica delicia. En Fondo de armario, Carmen Crespo, Claudio Carrillo, Esther Lucio, Juan Hospital, Manuela Sola y Tirsa Caja nos regalan algunos de sus poemas. Se recomienda una lectura detenida para empaparse de sus voces. 3
Poeta a la carta Nieves Pulido nos acerca al poeta chino de la dinastĂa Tang, Wang Wei.
Poeta a la carta / Wang Wei
Nieves Pulido
Wang Wei (699-761) fue un famoso poeta, pintor, músico y estadista de la dinastía Tang (618-907), época que se considera la edad de oro de la poesía china. Era originario de Puzhou, una localidad que actualmente se conoce con el nombre de Yongji y que está situada en la provincia de Shanxi. Wang Wei sirvió durante años como funcionario en la corte de los emperadores Tang, pero tras el estallido de la rebelión de An Lushan, perdió su cargo, y fue encarcelado acusado de traición. Años después recuperó su cargo en la administración y llegó al puesto de ministro. Hacia el final de su vida, Wang Wei abrazó el budismo y se dedicó a la meditación y contemplación.
¿NO QUIERES COGER LOS HIBISCOS
DE LA PUNTA DE LAS RAMAS?1
Acercamiento a los Poemas del río Wang de Wang Wei
De los miles de poemas que, supuestamente, Wang Wei escribió solo nos han llegado los cuatrocientos que su hermano reunió cuando Wang Wei ya había muerto. Entre ellos destacan los llamados poemas de paisaje, una tradición de corte naturista y específicamente china que iniciaron los célebres poetas Tao Yuanming (365?-427) y Xie Lingyun (385433) y que posee un marcado sabor taoísta. Este tipo de poesía ensalzaba la vida serena del hombre que, apartado del mundo, pasa los días caminando por la montaña; y las noches bebiendo vino y cantando a la luna. A pesar de que Wang Wei le debe toda su fama a la poesía de paisaje, su obra aparece reiteradamente asociada al budismo chan. Las razones para afirmarlo son, en primer lugar, biográficas. Parece ser que su madre, una mujer culta y budista, influyó fuertemente en el poeta, y que, por ello, el poeta abrazó el budismo. En segundo lugar, la crítica sostiene que hay innumerables trazas de budismo en sus poemas, principalmente
Soo Jung Cho
1 Wang Wei hace referencia a este verso de Tao Yuanming en uno de sus cuartetos.
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Poeta a la carta / Wang Wei
la recurrencia en su obra de la palabra vacío; la insistencia en el reflejo (elemento que consideran fuertemente asociado al mundo de la ilusión o samsara), y también, el empleo de la luz como metáfora de la iluminación ( nirvana). Estos argumentos son válidos. pero en parte discutibles, ya que el vacío no es un concepto unívocamente budista y el empleo de la luz y el reflejo puede que responda a la mirada del pintor y no a la del budista. En cualquier caso, toda la crítica coincide en reconocer un cargado tono budista en los Poemas del río Wang.
momento poético extraordinario. Por otro lado, el jue-ju es más elaborado que el haiku. Aunque ambos recurren a la yuxtaposición y al contraste de imágenes para generar sorpresa, el jue-ju aspira a transmitir o a crear una unidad de los contrarios. Además, el jue-ju muestra más tolerancia que el haiku a la entrada de elementos subjetivos, y a la presencia humana en el poema. Si, como se afirma, la influencia budista en los Poemas del río Wang es clara, su carga taoísta no lo es menos. Esto no es en absoluto sorprendente: tanto la noción de vacío, considerado el principio básico del universo, como la manifestación de ese principio en la dualidad yinyang, están presentes en todas las formas artísticas chinas. En poesía, la noción de vacío se introduce mediante la casi total ausencia de palabras vacías (aquellas que no tienen valor semántico); y, sobre todo, mediante el paralelismo, un recurso en el que nos detendremos más adelante. En pintura, sin embargo, el vacío se manifiesta de modo más pleno: básicamente deja grandes espacios de la tela en blanco y juega con los matices de la luz (claro-oscuro) para representar la naturaleza dual del universo. Los Poemas del río Wang nos niegan la oportunidad de observar cómo esos elementos se corresponden en ambos planos (el de la pintura y el de la poesía), pero la imposibilidad de comparar, de contrastar palabra e imagen se convierte, paradójicamente, en uno de los rasgos más cautivadores de su lectura, ya que exige al lector invocar lo que falta (el cuadro, que era probablemente la parte fundamental de la obra) apelando directamente a su imaginación.
De la obra pictórica de Wang Wei sólo se conservan veinte poemas. Son los veinte poemas que el artista caligrafió en una de sus pinturas, y que hacían referencia a los lugares que la obra presentaba. La pintura –cuyo original desafortunadamente se perdió, aunque hay algunas copias no muy fiables– consistía en un rollo horizontal que mostraba un singular paisaje: el valle del río Wang. Allí, a la entrada del valle, Wang Wei construyó una cabaña, a donde iba, siempre que podía, en busca de inspiración y sosiego, y que fue también el lugar donde pasó sus últimos días. La colección del río Wang consiste en veinte cuartetos chinos, una forma poética china llamada jue-ju, que muchos consideran similar al haiku japonés. Sin duda, como toda la poesía oriental, uno y otro presentan rasgos comunes. Como el haiku, el jue-ju es un poema muy breve –apenas cuatro versos de cinco o siete sílabas cada uno–. Esta brevedad le aporta una gran fuerza sugestiva a la par que obliga a una extraordinaria concisión. Además, el jue-ju, al igual que el haiku, no es tanto un poema como la esencia de un poema, lo que podríamos llamar la transmisión de un 6
Poeta a la carta / Wang Wei
Según la cosmovisión china, el universo es un sistema armónico de resonancias, y la poesía es la encargada de revelar las relaciones secretas que hay entre las cosas. Dicho de otro modo: la poesía china centra toda su atención en cómo las cosas se relacionan entre ellas, y no en las cosas en sí mismas. Este cambio radical de perspectiva (respecto a Occidente) es un elemento clave para comprender el elusivo pensamiento chino y también para acercarse a la poesía de Wang Wei. Esta manera de ver es, creo, la responsable de provocar en el lector la extraña sensación de haber estado en un sitio donde en realidad jamás ha estado, o de encontrarse fuera del tiempo.
aureolado de suaves neblinas; las montañas redoblan sus detalles de esmeralda, mientras el sol, que lanza rayos oblicuos, parece muy cercano. Al amanecer, los picos se desprenden de la noche; en la luz naciente, donde aún se entretejen colores confusos y la nieve plateada, mengua una luna vaporosa. Al atardecer, en el horizonte dorado por el ocaso, unas velas corren sobre el río. La gente se recoge apresuradamente, las casas tienen las puertas entornadas.
Claro que para que la lectura suscite tales impresiones, al otro lado del poema debe haber, por fuerza, un artista que posea una percepción lo suficientemente aguda como para captar y penetrar los significados ocultos en las cosas. En ese sentido, Wang Wei, que era un artista interdisciplinar, se encontraba en una posición privilegiada, tal y como se puede apreciar en este fragmento del Shanshui fu (unas notas sobre el arte de la pintura) donde el pintor observa las variaciones de la atmósfera y los cambios de tono en los paisajes:
La poesía china se vale de la naturaleza para reflejar el estado de ánimo del poeta. Atiende, por tanto, a la correspondencia que se da entre el mundo externo y el mundo interno del poeta. Es importante subrayar que esta relación funciona en ambos sentidos, es recíproca. Como en un juego de espejos, la imagen y su reflejo se desdoblan en infinitas imágenes, algo parecido a la emisión de una palabra y su eco, cuyas vibraciones se multiplican hasta el punto de que nos es imposible distinguir entre la palabra y el eco. De hecho, estrictamente hablando, para la conciencia china, la distinción entre la emoción y el paisaje responde a una pura cuestión nominativa, ya que ambos son aspectos indisociables en la realidad.
Bajo la lluvia no se distingue ni cielo ni tierra, ni este ni oeste. Cuando sopla un viento sin que llueva, la mirada es atraída sobre todo por las ramas de los árboles que se agitan. Los días de lluvia sin viento, en cambio, los árboles parecen aplastados; los transeúntes llevan sus sombreros de lluvia y los pescadores sus abrigos de paja. Después de la lluvia, las nubes se desvanecen y asoma un cielo azul
No hay que olvidar que para el taoísmo, todas las cosas que hay en el universo pertenecen simultánea e interdependientemente a tres categorías: son lo que son, son lo que no son (lo contrario), y son lo que son y lo que no son a la vez. O sea, la emoción es la emoción, la emoción es el paisaje, y la emoción es el paisaje y la emoción, al mismo tiempo. Para expresarlo, quizá, con mayor claridad, emplearé el par “uno y múltiple”: 7
Poeta a la carta / Wang Wei
por un lado, tenemos lo uno; por otro, tenemos lo múltiple (lo contrario de lo uno); y por último, tenemos el concepto de que lo uno y lo múltiple son a la vez Uno. Curiosamente, esta dinámica de creación, destrucción y recreación se retroalimenta sin fin.
los pájaros blancos se dirigen a la montaña. Solitario y en silencio, como el letrado de Yuling, disfruto regando mi jardín con el agua del pozo.
Esta naturaleza dual (yin-yang) del universo también puede observarse en el paralelismo, una de las figuras retóricas más importantes de la poesía china. Cuando los elementos de un verso, desde cualquier plano formal (fonético, sintáctico o semántico), coinciden, por semejanza u oposición, con los de otro verso estamos ante un paralelismo. Muchas veces el recurso se pierde en la traducción, pero en el poema de Wang Wei que transcribo a continuación (y que no está incluido en la serie del río Wang) la traducción ha sabido recoger fielmente esta estructura:
Como vemos, los versos del centro del poema (en cursiva) se corresponden sintáctica y semánticamente. También puede observarse que el paralelismo se da únicamente en ciertos versos y que gracias al contraste, se aprecian las diferencias que hay entre los versos paralelos y los que no lo son. Los versos paralelos presentan un lenguaje más común, indiferenciado, emplean el presente continuo, o eterno, y están situados en un espacio no concreto. Además, el yo poético desaparece o está plenamente inmerso en el mundo. Los versos se responden el uno al otro: la cercanía de la casa con la aldea a lo lejos, el reflejo de las plantas en el agua con el vuelo de los pájaros sobre la montaña.
VIVO OCIOSO EN EL RÍO WANG Desde que he regresado a Baishi, no he vuelto más a la Puerta Azul.
Los versos no paralelos, en cambio, emplean expresiones cotidianas, referencias históricas, citas, o alusiones (la Puerta Azul, el letrado de Yuling), su lenguaje es más concreto y abundan (aunque este no es el caso) expresiones que interpelan o cuestionan al lector. Por último, el yo poético es un yo mucho más humano, separado y en algunos casos, en conflicto con el mundo.
Me apoyo a veces en un árbol, frente a mi morada, y contemplo a lo lejos la aldea en la pradera. Las verdes plantas acuáticas se reflejan en el agua; 8
Poeta a la carta / Wang Wei
La estructura par también puede observarse en el ritmo de los poemas chinos. Para generar juegos de eco y resonancia, se combinan los tonos oblicuos (yin) y los llanos (yang) con las pausas internas y la rima. En cualquier caso, como estos esquemas rítmicos son intraducibles a nuestro idioma (que no es tonal) no merece la pena explicarlo aquí con mayor profundidad. Valga solo insistir en que las formas poéticas chinas responden siempre a patrones paralelos, en todos los planos imaginables, desde los más formales a los más sutiles; y que esos elementos paralelos buscan, a través del contraste y la semejanza, alcanzar una unidad mayor que los englobe, para de este modo manifestar la mecánica del Tao tal y como se expresa en el Tao Te King:
incompletos. Al fin y al cabo, la poesía china (y en particular la de Wang Wei) se asienta en la observación directa del mundo físico; y es precisamente en la fuerza y detalle de sus imágenes donde radica su poder sugestivo. Este poder cobra extraordinaria importancia en los Poemas del río Wang, ya que el lector no solo debe inferir lo que se ha dicho sin decirse, sino también percibir lo que Wang Wei pintó sin que pueda verlo.
El Tao engendra al Uno
Muchos consideran Los Poemas del río Wang como un viaje iniciático o un vuelo místico. No seré yo quien les contradiga pero, teniendo presente la capacidad alusiva (y elusiva) de la poesía china, considero prudente dejar esta cuestión en manos del lector. Espero, eso sí, que estas notas ayuden a responder, o, al menos a reconocer, la magnitud de tales cuestiones.
el Uno engendra al Dos
Nieves Pulido
el Dos engendra al Tres el Tres engendra a las Diez mil cosas No debemos pues, llamarnos a engaño: bajo la irresistible sencillez de los poemas de Wang Wei se oculta una compleja estructura que, aunque muchas veces pase inadvertida, es en realidad uno de sus mayores atractivos. Tras una aparente quietud, los Poemas del río Wang esconden un mundo en constante movimiento.
La traducción de los poemas es de Guillermo Dañino, a excepción del poema “La vereda de las sóforas” que es de Pilar González España (aunque he adaptado su estructura al cuarteto).
Antes de terminar, quiero insistir en que los lectores no deben desanimarse ante el hecho de que los Poemas del río Wang estén 9
Poeta a la carta / Wang Wei
POEMAS DEL RÍO WANG de Wang Wei
EL REFUGIO DE LA MURALLA DE MENG
EL ALBERGUE DEL ALMENDRO
Mi nueva morada junto a la muralla de Meng;
Vigas talladas en madera de almendro;
entre añosos árboles, restos de caducos sauces.
cabaña tejida de aromáticos juncos.
¿Quién vendría a habitarla después de mí?
Ignoro si se fueron las nubes del alero
En vano me inquieto por su antiguo dueño.
a repartir lluvia entre los hombres.
LA CUMBRE DEL HUAZI
EL MONTE DE LOS BAMBÚES
Aves sin número en vuelo al infinito;
Esbeltos bambúes reflejados en el espacio azul;
de nuevo el esplendor del otoño en las montañas.
su verde intenso vibra entre las ondas.
Trepo y desciendo la florecida cumbre.
Entro, furtivo, en la senda del monte Shang;
¿Cuándo acabará mi melancolía?
ni siquiera el leñador se dio cuenta.
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Poeta a la carta / Wang Wei
EL RECINTO DE LOS CIERVOS
LOS CORNEJOS DE LA ORILLA
Montaña vacía. No se ve a nadie.
Lucen frutos rojos y verdes
Se escucha tan solo el eco de voces humanas.
como si florecieran de nuevo.
Los rayos oblicuos del sol poniente penetran en el profundo bosque
¡Detente, caminante de la montaña!,
y levantan sus reflejos en el musgo verde.
¡disfruta conmigo esta copa de hibisco!
EL JARDÍN DE LAS MAGNOLIAS
VEREDA DE LAS SÓFORAS
Las montañas de otoño retienen los últimos rayos del ocaso;
El sendero está cubierto por la sombra de las sóforas;
aves bulliciosas se persiguen en bandada.
húmedo y secreto por doquier el musgo verde.
Por momentos centellea el verde esmeralda;
Alguien barre la entrada en señal de bienvenida
la bruma de la tarde no sabe dónde posarse.
por si llega el monje de las montañas.
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Poeta a la carta / Wang Wei
EL MIRADOR JUNTO AL LAGO
EL LAGO YI
La barca ligera de mi amable huésped
La voz de una flauta toca el extremo de la orilla;
se acerca lentamente por el lago.
por la tarde despido a mi noble amigo.
En la terraza, frente a nuestras copas de vino,
Desde el lago, vuelvo la vista hacia atrás;
florecen por todas partes los espléndidos lotos.
sobre la montaña verde se deslizan nubes blancas.
LA COLINA DEL SUR
ONDAS ENTRE SAUCES
Mi ligera barca se dirige a la colina del sur;
En fila, los esbeltos sauces reflejan
a la del norte, en la inmensidad, es difícil acercarse.
en las ondas sus imágenes invertidas.
Se divisan en la ribera gentes y casas
No es así en el canal de Palacio;
y no puedo desde tan lejos reconocerlas.
el viento de primavera se entristece con las despedidas.
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Poeta a la carta / Wang Wei
EL TORRENTE DE LOS LUAN
LA ORILLA DE LAS PIEDRAS BLANCAS
Entre el fragor del viento y la lluvia de otoño,
Límpida y poco profunda el agua de la orilla;
torrentes de agua se precipitan sobre las rocas.
tiernos juncos podrían cogerse con la mano.
Saltan las olas y chocan entre sí.
Al este y al oeste del río,
Asustada, desciende una garza blanca.
lavan seda al claro de luna.
EL MANANTIAL DE LA ARENA DORADA
LA COLINA DEL NORTE
Si bebo cada día en el manantial de la arena dorada,
Al norte del lago se yergue la colina;
viviré por lo menos mil años.
brillan entre árboles las barandas rojas.
El fénix esmeralda y el dragón listado vuelan,
Por el sur serpentean las aguas del río,
con insignias de plumas, a la corte del Emperador de Jade.
centelleando en los rincones del bosque.
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Poeta a la carta / Wang Wei
EN LA ESPESURA DEL BAMBÚ
EL JARDÍN DE LOS ÁRBOLES DE LACA
Sentado, solo, entre secretos bambúes,
Este anciano no fue arrogante funcionario;
pulso las cuerdas y canto.
por sí mismo no hubiera resuelto nada.
En el profundo bosque no hay nadie.
Por suerte le tocó un puesto sin importancia
Solo me mira la luna.
y, feliz, se puso a bailar entre los árboles.
EL PABELLÓN DE LAS MAGNOLIAS
EL JARDÍN DE LOS PIMIENTOS
Flores de hibisco en las puntas de sus ramas;
Con copa de laurel acojo a la noble estirpe;
rojas corolas deslumbran el bosque.
hierbas fragantes para la bella diosa.
Solitaria y en silencio la quebrada.
Con esencia de pimiento, brindo en este banquete;
En completo desorden, se abren y caen.
te ruego que desciendas, espíritu de las nubes.
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Poeta a la carta / Wang Wei
REFERENCIAS Mis disculpas y agradecimientos por haber mezclado, tergiversado, parafraseado e incluso tomado prestadas muchas de las ideas expuestas en los siguientes libros: Cheng, François. La escritura poética china. Pre-textos, Valencia, 2016. Cheng, François. Vacío y plenitud. Siruela, Madrid, 2004. Wei, Wang. La montaña vacía, trad. de Guillermo Dañino. Hiperion, Madrid, 2004. Wei, Wang. 99 cuartetos de Wang Wei y su círculo. Ed. y trad. Anne-Hélène Suárez Girard. Pre-textos, Valencia, 2000. Wei, Wang. Poemas del río Wang. Ed. y trad. Pilar González España. Trotta, Madrid, 2004. Weinberger, Eliot. 19 Ways of Looking at Wang Wei. New Direction Books, New York, 2016.
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Fondo de armario con los conVersos: Carmen Crespo Claudio Carrilo Aranda Esther Lucio Marino Juan Hospital Manuela Sola Castro Tirsa caja
Fondo de armario
Carmen Crespo
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Fondo de armario / Carmen Crespo
:underground
cuerpos tardíos/cuerpos solos
los párpados aún sin producirse
sois cobijo, la mordida de la bestia que os aloja
sois quedos
decid decid entonces
cómo pronunciáis
fuga
18
?
Fondo de armario / Carmen Crespo
:hombre bajo la ducha
entonces advirtió que era real, que el vértigo estaba ahí. como los cientos de gotas esmeriladas sobre el cuello :algo así como la cercanía de un río en él un resto de algo antiguo piedras/charcos/aves como cardúmenes y el cuerpo diciendo del cuerpo, de geometrías más allá del paladar y su veladura nadie sabrá entonces qué lugar el de sus ojos, qué arrecifes ante él. roza apenas la luz sus aledaños – su perfil que vela y desvela :pupila/peces/glotis
o barro antes de
19
Fondo de armario / Carmen Crespo
:geómetra
vendrá la redonda invisible a sostenerse ante tu ojo :medidor de luces
ante ti
de arcos desatinados que equilibran aves,
animales profundos y traerá impactos de agua, naufragios que arriman el cuerpo a la orilla
– a la secreta salada
20
Fondo de armario / Carmen Crespo
:charcos
siempre esta agua en el umbral, esta sombra que tiembla. pensĂŠ en ti y en lo Ăntimo de una pitera y esa onda que apenas miro y ese verde
los narcisos son poca cosa
respira existe
– murmuraste
21
? ?
Fondo de armario
Claudio Carrillo
22
Fondo de armario / Claudio Carrillo Aranda
Sentado en la ribera,
Cómo hacer de mi cuerpo un continente,
los pies y el agua,
borrar las marcas que la vida imprime,
el sabor fresco de los berros en la sombra.
dotar la boca de palabras. Ir entre los labios de los niños y de los viejos.
Veo el río subir corriente arriba volver hasta las fuentes,
Qué esclavitud la noche en la frontera
la laguna vaciarse y mudarse los reflejos en piedras,
de agua que dicta el límite de dos
la torre, acribillada de cirros y de alas,
pulsaciones que tienen por castigo
gaviota en marcha hacia los hielos árticos
a las olas del mar y a las resacas.
con el sol remontando la boca y el poniente. El estómago convertido en pájaros,
Para tener tu abrazo
en ojos hipnóticos,
tiendo arterias y venas y mi sangre
en espiral, desde aquel día en la ribera.
desparramada brota.
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Fondo de armario / Claudio Carrillo Aranda
El viento estalla en cada piedra,
Cáscara de los abedules sobre los huesos rotos,
en el animal que pace,
entre los corazones amarillos,
en el ojo dilatado de los charcos,
la piedad huele a estiércol bajo el peso del cuerpo.
escarcha sobre el amarillo de los días. Tras el rastro de los animales, el crujido es tenue como el aura de las apariciones. Se despereza el filo de la cara, y las manos se vuelven trasparentes como una torre que desafía al tiempo en la neblina.
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Fondo de armario
Esther Lucio Marino
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Fondo de armario / Esther Lucio Marino
Abrevadero
El veneno del tiempo
Llegado el mes labriego
Hay un hombre colgado
encontraréis sobre la mesa el cesto de mimbre
-dos, ahora tres-
repleto el vaso
sus pies son su cabeza con ella puede caminar.
el pan caliente
Su cuerpo es un péndulo
y las flores regaladas.
una cobra
se retuerce, voltea
No detectaréis la ausencia
salta
el olvido
a los ojos
ni el paso del tiempo.
inocula su elegancia. Es una línea quebrada
El sol abrigará el desnudo.
-en sincronía con los otrosel equilibrio de fuerzas la tensión y precisión de un engranaje el sonido de sus propios pasos
que nutren
generan luz y compensan su ausencia. 26
Fondo de armario / Esther Lucio Marino Zona de representación con un martillo la mujer arrastra la última madera mientras fuma la mujer arastra la última madera
con un martillo
la coloca sobre el montón de leña el hombre sujeta el mango alterna el golpe de su corteza surgirá la llama de su corteza surgirá la llama
la coloca sobre el montón de leña nuez, almendra, avellana nuez, almendra, avellana el hombre sujeta el mango alterna el golpe mientras fuma ahora su fuerza destroza el corazón ahora su fuerza destroza el corazón 27
Fondo de armario / Esther Lucio Marino
En estudio
Hago acopio de palabras como el pintor
en el embriรณn de la luz
del cuerpo inerte del movimiento la expresiรณn y la sombra
por acumulaciรณn
de tiempo de espacios de laberintos y representaciones.
Emborronar y reconstruir trazos pinceladas perdidas.
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Fondo de armario
Juan Hospital
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Fondo de armario / Juan Hospital
collected poems
hay poca inmensidad aún
no hay un verbo sustancial, pero sentimos algo sin remedio, y algo sin remedio debiéramos decir acerca de ello
los días han pasado como una muchedumbre y no sabemos cuántos ni por qué - el cómputo no fue actualizado, tampoco fue descrito algún valor por eso te convoco en el lugar donde sirven comida con la simple intención de departir, - aunque no sea éste el mejor de los verbos, ni tú ni yo dos presas fáciles ni esta habitación lo que se entiende por: “un entorno ideal” hay trozos de carne arrojada en unos platos - que bien podría ser la nuestra cabezas o trofeos de animales atraviesan la pared, pero sus cuerpos no, y podemos ver los nuestros inquietos, fragmentados, en el brillo de copas que permutan y nos hacen barrocos, simultáneos, partícipes de esta gran estampida congelada
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Fondo de armario / Juan Hospital inicio de la ruta
último intento
no es fácil calcular a qué distancia está aquí o allí es un lugar incierto ni tampoco saber qué significa un pie cansado
tiré la escalera para ser consciente de la altura y sentir que ya no es posible bajar de nuevo al sueño
¿he dicho algo? me pareció escuchar la palabra adelante pronunciada con énfasis
para que venga a ti reconfortado del fondo de la noche de la que nunca nunca debió salir
pero no hay registro y la memoria es esa nube de polvo en suspensión que oculta el horizonte parece que asistiéramos al fin de una película de acción en la que el protagonista yace extenuado nada tiene de extraño pues dos manos enlazadas esperando a que enciendan las luces 31
Fondo de armario / Juan Hospital
primer cuerpo (II)
el animal predijo la marea la hora de las aguas calcul贸 en pies la vertical aproxim贸 con frente alzada la altura de su cuerpo en relaci贸n al horizonte imagin贸 alrededor la curva de humedad el difuso perfil de la inocencia
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Fondo de armario
Manuela Sola Castro
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Fondo de armario / Manuela Sola Castro
Poema imaginario
Preludio
Me convocan objetos que pueden saltar al poema
Las sillas se sentaron para recibir el poema.
La manzana roja
Estantes vacíos enmarcaban la sala
El pájaro carpintero
mientras una escalera de caracol
Una luz intensa enmarcando partículas de polvo
se retorcía en el vacío.
Dos anillos abandonados
Las palabras colgadas del techo.
Páginas del infierno de Dante
Vistas en perspectiva,
Flores en el balcón
moldeaban líneas que convergen No encuentro palabras
en el punto donde se construye el poema.
que hilen el verso
Atraviesa la sala y se va acomodando
para montar el poema
en el corazón de los hombres y página a página los corazones
Se esconde detrás del estomago
pulsan verticalmente en los estantes.
y ni el puñetazo incisivo
Gotas de música deslizan
que recibí hace tiempo
por el interior de los espacios verticales.
me permitió devolverlo
Intervalos vacíos dejados por la respiración.
a la página blanca. 34
Fondo de armario / Manuela Sola Castro
Ondas del aire
para Jacques Thiers
Subió las escaleras para encontrar el mar. No fume por su salud, o por mi hipocresía. Fuera, fuera, allí puede dibujar ondas con el humo. Ondas que caen en el suelo de América. Invisibles. Sonoras. Casi en el aire, las ondas. Siete de la tarde en la radio de Bastia. La mesa, redonda, invitaba a la intimidad. Sonaron palabras contando la historia, sonaron acordes contando el lugar, hasta sonó el móvil que debería estar inmóvil. Se movió el corazón. Eran las ocho de la tarde. Parecía siempre.
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Fondo de armario / Manuela Sola Castro
Otro se pasea en tu cuerpo
Lejos del mar las manos vacías
te las devuelvo para que te acaricien la piel como lava de memoria.
Tu cuerpo moteado como antes pretexto para mimos a medida sábanas frescas palabras nuevas delirios extravagantes.
Niños con el corazón estallando por las costuras. 36
Fondo de armario
Tirsa Caja
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Fondo de armario / Tirsa Caja
Dudar funambulistas
Tras las contraventanas el día con sus signos
siempre al borde mantenernos en el temblor de los instantes
por las esquinas del pensamiento hay hielo metal azul en las rendijas del dolor inútil
salvarnos cada día por cuántos trozos se ha roto la noche pisar sobre un terreno sin raíces saber que los inviernos caducan con sus hojas que algunas cosas caen inertes en sí mismas
si el miedo quiere entrar limpia rasca la escarcha de los bordes barre la casa como si fuera un acto transcendente
y resistir perennes a punto de rompernos.
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Fondo de armario / Tirsa Caja
No escampa no perdona no deja penetrar la poesĂa ese espacio abisal interior sin palabras
Como tiembla una estela Como vuelven los lunes sin motivo seguimos deambulando Como se queda todo igual pero sin nada Apenas una brizna se diluye y ya nunca seremos los mismos Como suceden sin apearse las lunas aunque a nadie le importe doblamos una esquina no sabemos
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Territorios diVersos Esqueleto, un cuento de Antonia Díaz Rodríguez
Territorios diVersos / Antonia Díaz Rodríguez
El esqueleto
esqueleto humano, pero no podía comprar uno, así que papá habló con el enterrador. Cuando se vaciaba alguna tumba y se llevaban los restos antiguos al osario, discretamente, algún hueso se perdía en el traslado. Entonces el enterrador avisaba a papá”. Isabel siguió hablando, pero mi mente ya se había ido al cementerio, un diminuto jardín de paredes blancas y varios cipreses centenarios.
Me acuerdo de que mi tío Aurelio, mientras fumaba, jugueteaba con lo que parecía un guijarro.
Un diminuto cementerio de paredes blancas y cipreses centenarios. A la manera mediterránea, se entierra a la gente en nichos adornados con gladiolos y crisantemos. El osario está al fondo, siempre cerrado. Es una noche de luna llena. La brasa de un cigarrillo cae al suelo y un pie la pisa. Dos sombras abren la puerta del osario y desaparecen. Al poco, dos hombres salen del cementerio y toman caminos diferentes. Uno entra en una casa cercana. El otro coge una vereda entre huertos de naranjos y se dirige a una casa en una hondonada. A la luz de la luna, la vereda resplandece entre los árboles negros. En la casa una sola ventana está iluminada. Se acerca despacio, saca el hueso que llevaba escondido y golpea el marco de la ventana con él.
Me encontraba en su casa el día que murió. La casa, enclavada en una hondonada y rodeada de huertos de naranjos, olía a humedad y a madera vieja. Se oía el tic-tac de un reloj y murmullo de gente. Me armé de valor y me dirigí a la habitación del muerto para avisar a mi madre de que era hora de marchar, pero, avanzando por el pasillo, me llamó la atención una habitación austera como una celda monacal donde había una cama, una mesa, un flexo antiguo, una librería con libros desvencijados y un esqueleto. Los huesos estaban engastados con el alambre que se usaba para hacer las jaulas de los conejos. Por la ventana abierta entraba el olor del azahar y se escuchaba zumbar a las abejas en los naranjos cercanos. Me llamó la atención que el esqueleto parecía contrahecho. Tenía una pierna más larga que la otra y uno de los hombros estaba encogido. Esa asimetría hacía que ladease ligeramente la cabeza y le daba un extraño aire de viveza, como si mi irrupción en la sala hubiese interrumpido un peculiar baile de San Vito. La mandíbula inferior, un tanto desencajada, completaba la impresión de que el esqueleto se estaba carcajeando. Pensé que debía ser de mi prima Isabel, de su época de estudiante. Salí de la habitación en silencio y, por si acaso, cerré la puerta. Esa tarde hablé con Isabel mientras tomábamos un café en el Tanatorio. Le mencioné el esqueleto. Se le humedecieron los ojos. “Quería estudiar medicina. No fue fácil convencer a mis padres; iba a ser la primera de la familia que cursara una carrera universitaria y, además, la única chica. Pero siempre fui la preferida de papá. Ya sabes las estrecheces económicas que pasamos. Necesitaba estudiar el
--Mira lo que te traigo. --¡Jesús, qué susto me has dado! Una joven se asoma por la ventana, coge el hueso y lo examina. --¡Es un fémur! ¡Qué bien! Se aleja de la ventana. --Pero es más corto que el otro. ¿No había otro más largo? --Hija, ¿qué quieres? Han desenterrado a la abuela Julia y Cándido solo ha podido coger este hueso porque toda la familia estaba allí para ver si había joyas en el féretro y no le quitaban ojo de encima. Y el otro es del 41
Territorios diVersos / Antonia Díaz Rodríguez
bisabuelo de los Largo…
es a quién pertenece.
--¿La abuela Julia? ¿Te refieres a tu tía Julia?
Salimos a la calle a tomar el aire. Empezaba a anochecer. Una ligera brisa se movía entre los naranjos. Isabel se guardó el guijarro en el bolsillo de su chaqueta y encendió un cigarrillo.
--Sí. La joven da vueltas al fémur y lo mira con gesto dubitativo. --Me da no sé qué. Por lo que cuentas, la abuela Julia era casi como tu madre. --Que no te de nada; era tan buena que, de saber que te hacía falta, te lo hubiese dado ella misma. ¡Rediez, Isabel! ¿No te ha dicho tu madre que no fumes dentro de la casa? La joven sonríe y, empinándose por encima del alféizar de la ventana, le da un beso en la mejilla al hombre y vuelve a desaparecer dentro de la habitación. --No te quedes leyendo tarde. No se cómo no te cansas… El hombre da un rodeo para entrar a la casa, pero se sienta en el poyete de la entrada. Su mano derecha, al ir a coger el paquete de tabaco, saca algo que parece un guijarro. Se queda un instante mirándolo con gesto melancólico, pero empieza a lanzarlo al aire y jugar con él. Enciende un cigarrillo y contempla los huertos negros. Una ligera brisa se mueve entre los naranjos. Isabel dijo “Mira” y me sacó de mis pensamientos. En su palma extendida descansaba un huesecillo blanco y redondeado. Al cogerlo noté que era suave como un canto rodado o las tabas con las que jugaban los niños. Reconocí el guijarro con que jugaba mi tío Aurelio. Isabel sonrió. --Es un escafoides. Siempre lo llevaba en el bolsillo y se entretenía lanzándolo al aire. Me dijo que lo encontró en el suelo del osario. Lo que no se
Antonia Díaz Rodríguez, 2016
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Mirador Bodegones conVersos Trabajo fotográfico y poético de: Alícia Naya, Antonia Díaz Rodríguez, Carmen Crespo, Claudio Carrillo, Esther Lucio Marino, Miguel Cuerdo y Tirsa Caja
Mirador / Bodegones conVersos
Alicia Naya
OjalĂĄ me dieran un lugar en su nido /para ser Ăştil /no esta deriva de la lengua...
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Juan Gelman
Mirador / Bodegones conVersos
Carmen Crespo
Cuenco con uva
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Mirador / Bodegones conVersos
Claudio Carrillo
Translucir
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Mirador / Bodegones conVersos
Antonia DĂaz RodrĂguez
Tres naranjas
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Mirador / Bodegones conVersos
Miguel Cuerdo
Cosmobodegรณn con mazapรกn sobre fondo blanco
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Mirador / Bodegones conVersos
Esther Lucio Marino
Ni frĂo, ni silencio
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Mirador / Bodegones conVersos
Tirsa Caja
Destejido
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Retrato en auto En Seis primeras pรกginas Miguel Casado ha reunido para este espacio, el primer poema de cada libro publicado. Disfrutemos de su lectura.
Retrato en Auto / Miguel Casado
caprichoso de la figura del unicornio, que no debe, bajo ningún caso, entenderse como símbolo, sino como golpe de efecto.
1. El unicornio es deseo de realidad; 2. El unicornio es la incertidumbre de no poder reconocer lo que tenemos delante, la certeza de que nos pasa de largo; 3. El unicornio es transgresor, negación del unicornio;
Miguel Casado
4. La negación del unicornio es, sin embargo, solo la negación del unicornio; 5. El unicornio es un fragmento o principio;
POETA ATRAVESADO POR UN BOSQUE o SIETE MANERAS DE NOMBRAR AL UNICORNIO
6. Se parece a una nube china, a los zapatos de Beckett, a todo lo que está al borde de existir;
A propósito de la poesía de Miguel Casado
7. El unicornio es el pensamiento del unicornio, la travesía por el bosque solitario del poema.
¿El unicornio es una mentira? (…) ¡Qué desilusión! Me habría hecho gracia encontrar alguno al atravesar un bosque. Si no, ¿qué gracia tendría atravesar un bosque? Umberto Eco, El nombre de la rosa.
Nieves Pulido
BREVE NOTA ACLARATORIA: Debo advertir al lector de que la poética que aquí esbozo nace de una lectura muy personal, quizá desacertada y decididamente temeraria, de los poemas de Miguel Casado. La poesía de Miguel, en mi opinión, nace de la transgresión, avanza y retrocede contra sí misma y ante ella. Este texto debe leerse, por tanto, como poética que busca transgredir la propia poesía de Miguel. De ahí, el empleo
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Retrato en Auto / Miguel Casado
Breves notas sobre el poeta
Ha traducido obras de Paul Verlaine, Arthur Rimbaud, Francis Ponge, Bernard Noël, Roberto San Geroteo o Gastão Cruz, y ha sido miembro de la dirección de revistas como Los Infolios, El signo del gorrión o Hablar/ Falar de Poesia, y del colectivo “Estudios de Poética”; desde 2016, imparte su curso “Vanguardia y lenguajes de ruptura” en la Fundación Centro de Poesía “José Hierro”, en Getafe.
Miguel Casado (Valladolid, 1954) reside en Toledo y es autor de una amplia obra poética, crítica y de traducción. Como poeta ha publicado Invernales (1985), La condición de pasajero (1986), Inventario (Premio Hiperión 1987), Falso movimiento (1993), La mujer automática (1996), Tienda de fieltro (2004) y El sentimiento de la vista (2015). En 2017 ha aparecido una antología en francés, Pour un éloge de l’impossible; sus poemas se han traducido además al portugués, inglés, alemán, árabe y neerlandés. Además de ediciones de la obra de diversos poetas (Antonio Gamoneda, José-Miguel Ullán, Vicente Núñez…) o de libros colectivos, su escritura crítica se recoge en volúmenes de ensayo como La puerta azul. Las poéticas de Aníbal Núñez (1999), Del caminar sobre hielo (2001), La poesía como pensamiento (2003), Archivos –Lecturas, 1988-2003– (2004), El vehemente, el ermitaño. Lecturas de Vicente Núñez (2004), Ramón del Valle-Inclán (2005), Los artículos de la polémica y otros textos sobre poesía (2005), Deseo de realidad (2006), El curso de la edad. Lecturas de Antonio Gamoneda (2009), La experiencia de lo extranjero (2009), La palabra sabe (2012) o Literalmente y en todos los sentidos (Desde la poesía de Roberto Bolaño) (2015). Actualmente mantiene la sección “Tienda de fieltro” en el mexicano Periódico de Poesía, y colabora en la revista Rebelión. 53
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Poemas
Para una teoría del color, I.
A través de los años, el color de manera cambiante se define; se buscan sus misterios y leyes, sus medidas, sus demoras y en parte sus fracasos.
Seis primeras páginas
Variables son los ojos que lo miran, la gradación de veladuras, nombres, distancias. Tensa es la actitud, es frágil el juicio del que ansía lo real,
Miguel Casado
de quien se atreve incluso a inventar, como en sueños, las respuestas.
(de Invernales, 1985)
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Retrato en Auto / Miguel Casado
Poemas
El curso del río, I.
en descomposición, restos orgánicos, grava pulida y escasa: se sabía sin los ojos
En algunas orillas que aparecen
el limo. Pero no era así su origen:
despejadas, el limo
invisible el arrastre al reposar,
forma un borde negruzco
invisible al volverse
de disuasión, que crece muy despacio.
de agua.
Solo en ellas el limo puede verse;
sin embargo, es sabido
y herramientas de plástico amarillas
que el estuche del cauce se define
se fabricaba el barro;
por él.
También, junto al río, de arena
su tacto y duración eran distintos
“Cuidado, el fondo es de pecina”,
cada vez, construía muros sólidos
avisaban a voces desde el centro
o se escurría entre las manos, casi
del río, mientras levantaban mucho,
agua coloreada. Y esta ciencia
con aspavientos, los pies. Era entonces
nunca evitaba el miedo ni lo frágil,
el tiempo en que regía aquella lógica:
que continuaba oculto.
inventar remolinos, resbalar y hundirse, pese al bajo nivel de aguas.
(de Inventario, 1987)
La mezcla de materias 55
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Poemas
La llegada de marzo, I.
el último escenario de la juventud. Todos los momentos se equilibran
Parecía absoluta la quietud
en este extremo del pasillo donde escucho,
del domingo, y ahora, sin embargo,
su repetición anuncia
llega, desde un punto distante,
la vuelta del silencio.
al fondo de la casa, el ruido de una máquina de escribir. Quien allá
(de Falso movimiento, 1993)
escribe actúa como con prisa, el ritmo sube mucho a ratos y se confunden entre sí los golpes y luego decae, espaciándose, perdiéndose. En las pausas todo vuelve a estar silencioso, salvo a veces el gorgoteo de un grifo. Así se ejecutan los actos, con insistencia sobre una superficie plana, y en su música reconozco 56
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Poemas
la cara lisa.
La vida, I.
Madera sin barniz. Wu Tianming, La vida.
No era el sudor
Después de la lluvia
lo que la luz pintaba,
han removido la tierra,
los granos de tierra pegados al rostro
el marrón del nuevo año
cuando al cavar salpican;
se levanta con puntos amarillos.
era la luz misma
No pesa el aire,
en la luz de la tarde.
las curvas largas del pájaro.
Bajo el parasol de robles,
No hablan. La ha sorprendido
las colmenas de madera
mirándole. El nombre es lento,
en las terrazas.
pero su camino se llena
El tejadillo alarga sombra,
de colores jugosos. Aún 57
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Poemas
están floreciendo los cardos. El nombre es lento.
Mucho tiempo ha pasado en estos días, tras las altas paredes de las terrazas, tras los matojos del hoyo verde del manantial. El tiempo de estar tendidos en la pradera en estos días, cuando el campo calla.
(De La mujer automática, 1996)
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Retrato en Auto / Miguel Casado
Poemas
Los grajos, I.
en las piedras góticas antes de alejarse hacia la ribera. La música
Levanto la cabeza sin haber oído
de la retirada: gritos agudos dispersos,
nada, y están ahí; empiezan a graznar
última salva coral. Después,
cuando miro –un peso del aire
apenas queda luz.
incluso a este lado de la ventana. Sus maniobras toman la confusión
(de Tienda de fieltro, 2004)
por mecanismo de orden: revoloteos aislados, salidas falsas en grupo, alas suspendidas, pináculos; varias veces la bandada se junta en vuelo y solo uno o dos individuos resisten, esperan, retornan finalmente los demás. La vista no sabe distinguir el impulso inútil del rito cumplido: la retirada diaria de los grajos, que se reúnen 59
Retrato en Auto / Miguel Casado
Poemas
Tendido a oscuras, con las ventanas abiertas, respira la brisa de los árboles, ve la sombra más negra que la habitación de las ramas del moral, y la extraña luz que se difunde en el cielo. Luz de la noche, equilibrio de verdad y mentira, corriente sin manantial. Oye el leve goteo del agua en la acequia, tan raro desde hace años. Oye lo que sabe y lo que no sabe resuena en sus tendones. Luz de la noche, no sabe si queda tiempo.
(de El sentimiento de la vista, 2015) 60
Obras pĂşblicas Lista de publicaciones de los conVersos
Obras públicas
Antonia Roig
Carmen Díaz-Maroto
Nueve piezas de fuga y tres divertimentos
Alimento del aire.
Ediciones Vitruvio, 2012
Premio Blas de Otero de Poesía, 2006.
Pavana y aria para un adiós.
Universidad Complutense, 2007
Alacena Roja, 2013.
Carmen Crespo
Esther Lucio Marino
Teselas.
Cómo trabajar una duna.
XIII Premio de Poesía César Simón 2016.
Editorial Devenir, 2014.
Editorial Denes, 2016.
Todo ardió Luminoso.
Armagord, 2016.
Cuerpo o el corazón del mundo todavía.
Eva Yárnoz
Editorial Sol y Sombra, 2015.
Filiación.
De músicas y otras pieles.
Premio Flor de Jara de Poesía 2016.
Editorial Polibea, 2015.
Diputación de Cáceres, 2017.
Poemario breve.
Universalia ante Rem.
Editor Manuel Ayllon, 2014.
Tal vez huésped. Editorial Devenir, 2014.
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Neopátria, 2015.
Javier Lerena
Miguel de Francisco (1949-2012)
El silencio en su hueco. I Premio internacional de Poesía Manuel del Cabral.
Dalton Peabody (Poesía completa).
Amargord ediciones, 2012.
Huerga y Fierro, 2015.
Nieves Pulido
Juan Hospital
Gris: una teoría.
Amargord, 2012.
Grandes éxitos. XXVI Premio Gerardo Diego de Poesía, 2010. Excma. Diputación de Soria, 2011.
Julio César Navarro (1970-2009)
Todo sigue así (Poesía completa).
If ediciones, 2009.
Tirsa Caja
Marga Mayordomo
Dedos de Martini-Dry.
Colección Melbea, 2014.
Miguel Cuerdo Mir
Álgebra de la memoria.
Ediciones Vitruvio, 2012.
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Los más queridos nombres.
Amargord ediciones, 2011
Grupo de los poetas conVersos:
Diseño y maquetación:
Alicia Naya, Antonia Roig, Carmen Díaz-Maroto, Carmen Crespo, Claudio Carrillo Aranda, Esther Lucio Marino, Eva Yárnoz, Fran García, Javier Lerena, José Pérez Carranque, Juan Hospital, Manuela Sola Castro, Marga Mayordomo, Miguel Cuerdo, Nieves Pulido, Paloma Espartero, Pepe Alcamí y Tirsa Caja.
Manuela Sola Castro
Correctoras de estilo: Esther Lucio Marino y Nieves Pulido
Y también: Elisa Fernández de Castro, Julio César Navarro, Miguel de Francisco
La revista fue ideada en:
Comité de redacción:
Café Ajenjo, Madrid, 2010 (cafeajenjo.com)
Antonia Díaz Rodríguez, Carmen Crespo, Esther Lucio Marino, José Pérez Carranque, Manuela Sola Castro, Nieves Pulido y Tirsa Caja
Número 22 editado digitalmente el día 9 de febrero de 2018
Secretaria: Carmen Díaz-Maroto
En la portada: Composición de Manuela Sola Castro
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co n Ve rs o s nยบ 22 febrero 2018
con V ersos