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Revista de Poesía / nº10/ año IV/ Poeta invitada: Esther Ramón 1
Índice
Carnet de identidad 3
Poeta a la carta Claudio Rodríguez por José Pérez Carranque
5
Fondo de armario Alicia Naya Antonia Roig Carmen Díaz-Maroto Carmen Crespo Claudio Carrillo Aranda Elisa Fernández de Castro Esther Lucio Marino Federico Monroy Fran García José Pérez Carranque Juana Arriaga Juan Carlos Fernández Sanz Manuela Sola Castro María de la O Guillén Marisol Huerta Marisol Perales Miguel Cuerdo Nieves Pulido Paloma Espartero Pepe Alcamí Tirsa Caja
14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34
Territorios diVersos Monument Valley: Terrones de arcilla y celuloide por Miguel Cuerdo Mir
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Mirador Alicia Naya en dialogo con el artista plástico Nané Biografía del artista
38 42
Retrato en auto Esther Ramón
44
Publicaciones de los conVersos
52
Obras públicas
Ficha técnica
56
2
Carnet de identidad
Con el nº 10 de nuestra revista hemos entrado en su cuarto año. Tratándose de algo en torno a la poesía, materia que como todos sabemos no da para comer–ni siquiera para merendar, decía José Hierro– algo que se hace por un interés distinto al material, podemos estar satisfechos del camino recorrido. La poesía es, entre otras cosas, una especie de vacuna contra el reduccionismo economicista que padecemos y actúa mejorando nuestras posibilidades de llegar a ser humanos. Para celebrar este número tan rotundo, tan lleno de simbolismo pitagórico hemos decidido participar en “Fondo de armario” todos los conVersos que estamos a tiro. No teman, con un único poema cada uno. Nos acompañamos con una foto de nuestro “yo poético”, disculpen la broma pero es que lo pasamos tan bien que a veces jugando y jugando nos reímos de nosotros mismos. A la poesía, se lo aseguro, la tomamos como únicamente se puede tomar, en serio. En estos tres años y pico los conVersos además de participar en diversas antologías, plaquettes, recitales, seminarios, talleres, y ganar algunos premios, han publicado libros de los cuales damos noticia en el nuevo epígrafe “Obras públicas”. En “Retrato en auto” contamos, como poeta invitada, con Esther
Ramón, una mirada profunda y abierta al mundo natural en diálogo con el inconsciente y la imaginación como puentes hacia la realidad. “Apuesta por una visión reveladora de la poesía y por la transgresión de los lenguajes normalizados” como dijo el jurado del Premio Ojo Crítico de poesía tras concederle el correspondiente al 2008 por su libro Reses. Deseo, queridos lectores, que tengan el silencio y la quietud necesarios para prestar alguna atención a este rincón apacible. La vida no se deja explicar por la razón, la poesía no da respuestas, sólo tiene al tiempo de su parte. Acabo de tener noticia del fallecimiento de Félix Grande. Qué mal enero para la poesía: Juan Gelman, José Emilio Pacheco y ahora él. No puedo evitar un pensamiento, colaboró mucho tiempo y dirigió luego la revista Cuadernos Hispanoamericanos, los conocía a todos, eran amigos. Se ha ido con ellos. Parafraseando a Gelman: su poesía, de pie, frente a la muerte.
José Pérez Carranque
3
Poeta a la carta
Claudio Rodríguez - Una singularidad cósmica, un genio entre nosotros Por José Pérez Carranque
Poeta a la carta / Claudio Rodríguez - Una singularidad cósmica, un genio entre nosotros José Pérez Carranque
Claudio Rodríguez nace en Zamora en 1934. En 1951 llega a Madrid, y se licencia en Filología Románica, en 1958 se traslada a Inglaterra donde trabaja como lector de español en la universidad de Nottingham y luego en Cambridge hasta 1964. De vuelta a España se dedica a la docencia universitaria y fallece en 1999. Estos serían los datos de registro biográfico que ustedes pueden completar con lo mucho que hay escrito sobre él, para saber cómo en la casa de campo de su abuela toma contacto con la naturaleza y las labores agrícolas, de su carácter andariego, de cómo en la biblioteca de su padre lee a los místicos españoles y a los simbolistas franceses, de su posterior conocimiento de William Wordsworth y Dylan Thomas, es decir, de los detalles y matices que nos acercan a la persona y nos ayudan a conocer mejor al poeta.
C.R. ha escrito cinco poemarios y un libro recopilatorio de los cuatro primeros, además de algunos ensayos, artículos, y poemas sueltos publicados en revistas y diarios. En 1953 obtiene el premio Adonais con su primer libro El Don de la Ebriedad, sin duda, uno de los libros más deslumbrantes del siglo pasado, tanto por su calidad como por la sorprendente
juventud del autor (apenas 19 años). A propósito de aquel, el propio poeta nos dice: “la poesía es una manera peculiar de conocer (…). Todos los grandes poetas están utilizando la intuición. Intuir es conocer. No sólo existe el conocimiento lógico, que es lo que la gente piensa. Existe el conocimiento imaginativo. El conocimiento a través del sueño, por ejemplo, como decía Bécquer. Existen zonas inconscientes del ser, que son muy importantes en poesía, muchas veces decisivas. En mi caso, en mi primer libro esto es determinante. Esa ignorancia que yo tenía. Porque yo tenía el impulso, y nada más. Sí, lo irracional puede ser una fuente de conocimiento, y muy importante. Pero hablo del conocimiento poético, no del conocimiento lógico, porque la poesía no tiene nada que ver con la lógica“ (Espéculo. Revista de Estudios Literarios, nº 12. 1999). He aquí ya algunas claves que nos ayudan a entrar de su propia mano en su poesía. Sigamos con ella : Siempre la claridad viene del cielo; es un don: no se halla entre las cosas sino muy por encima, y las ocupa haciendo de ello vida y labor propias. Así amanece el día; así la noche cierra el gran aposento de sus sombras. 5
Poeta a la carta / Claudio Rodríguez - Una singularidad cósmica, un genio entre nosotros Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados cada vez a los seres? ¿Qué alta bóveda los contiene en su amor? ¡Si ya nos llega y es pronto aún, ya llega a la redonda a la manera de los vuelos tuyos y se cierne, y se aleja y, aún remota, nada hay tan claro como sus impulsos! Oh, claridad sedienta de una forma, de una materia para deslumbrarla quemándose a sí misma al cumplir su obra. Como yo, como todo lo que espera. Si tú la luz te la has llevado toda, ¿cómo voy a esperar nada del alba? Y, sin embargo -esto es un don-, mi boca espera, y mi alma espera, y tú me esperas, ebria persecución, claridad sola mortal como el abrazo de las hoces, pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.
De esta forma espectacular comienza su Don de la ebriedad, en realidad un único poema que se organiza en tres partes, primero, segundo y tercer libros, con nueve y ocho poemas en el primero y tercero respectivamente y dos cantos en el segundo: canto del despertar y canto del caminar. En cuanto a la forma está construido con endecasílabos
asonantados y con un ritmo marcado por múltiples exclamaciones, interrogaciones y encabalgamientos. Destaca su léxico rural, la originalidad de sus expresiones paradójicas y sus imágenes poderosas de marcado carácter irracional. Es poesía entendida como un don, ebriedad como un estado de entusiasmo, rapto, éxtasis en el que se da un conocer que es revelación. El poeta contempla un mundo que nace ante él con la claridad de una nueva mirada. El amor solidario y la entrega son vías para acceder a la realidad verdadera, más allá de la triste realidad de su apariencia. Poesía esencial, en la que no sólo hay meditación ontológica. El qué se dice y el cómo se dice se funden, gracias a una poderosa capacidad expresiva en el poema, en el verbo encarnado, que alcanza una dimensión lírica verdaderamente excepcional. Los poemas de C.R. no se recitan, se viven. Los especialistas incluyen a nuestro poeta en la generación de los cincuenta : Francisco Brines, Ángel González, Gil de Biedma, Valente, entre otros, pero su voz es absolutamente singular. No era amigo de los cenáculos literarios y no le interesaba la vida social de los poetas, se encontraba a gusto con la gente sencilla de su barrio, con los que bebía unos vinos en el bar de la esquina. Por supuesto tenía amigos poetas, a Vicente Aleixandre, con quien tenía una relación casi filial, le dedica su segundo libro 6
Poeta a la carta / Claudio Rodríguez - Una singularidad cósmica, un genio entre nosotros Conjuros de 1958.
Alto jornal Dichoso el que un Buendía sale humilde y se va por la calle, como tantos días más de su vida, y no lo espera y, de pronto, ¿qué es esto? mira a lo alto y ve, pone el oído al mundo y oye, anda, y siente subirle entre los pasos el amor de la tierra, y sigue, y abre su taller verdadero, y en sus manos brilla limpio su oficio, y nos lo entrega de corazón porque ama, y va al trabajo temblando como un niño que comulga mas sin caber en el pellejo, y cuando se ha dado cuenta al fin de lo sencillo que ha sido todo, ya el jornal ganado, vuelve a su casa alegre y siente que alguien empuña su aldabón, y no es en vano.
“Alto jornal” pertenece al segundo de los cuatro libros o partes que forman su segundo poemario. Aunque en él ya aparece la duda sobre la capacidad del hombre para alcanzar la verdad y
para decirla, este poema refleja todavía su esperanza en aquella mirada desveladora que te sitúa en el mundo en armonía con él y nos habla también del hombre (el poeta) que abre su taller y comparte su conocimiento amorosamente. En las antípodas a este hombre que ha conseguido un sentido pleno para su vida se sitúa el que encontramos en: Ajeno Largo se hace el día a quien no ama y él lo sabe. Y él oye ese tañido corto y duro del cuerpo, su cascada canción, siempre sonando a lejanía. Cierra su puerta y queda bien cerrada; sale, y por un momento, sus rodillas se le van hacia el suelo. Pero el alba, con peligrosa generosidad, le refresca y le yergue. Está muy clara su calle y la pasea con pie oscuro, y cojea enseguida porque anda sólo con su fatiga. Y dice aire: palabras muertas con su boca viva. Prisionero por no querer abraza su propia soledad. Y está seguro, más seguro que nadie porque nada 7
Poeta a la carta / Claudio Rodríguez - Una singularidad cósmica, un genio entre nosotros poseerá; y él bien sabe que nunca vivirá aquí, en la tierra. A quien no ama, ¿cómo podemos conocer o cómo perdonar? Día largo y aún más larga la noche. Mentirá al sacar la llave. Entrará, Y nunca habitará su casa.
Escrito en Cambridge en 1962, es uno de los poemas más representativos de Alianza y condena (1965). Poema de la desesperación, del vacío, por tanto de la condena, refleja el carácter dialéctico que vertebra el libro, que ahonda en el sentido paradójico de la existencia. C.R. dice a propósito del título del libro ”dentro de la alianza existe la condena, igual que dentro de la condena existe la alianza”. Todo el libro gira en torno a la capacidad epistemológica del lenguaje que apunta hacia la toma de conciencia de que éste, no es ya conjuro, sino límite. Es mentira, cáscara, aire, pero se entrega y es el único espacio posible para el conocimiento poético. García Jambrina ha descrito su evolución como la del poeta que no sabía que sabía, al poeta que sabía que no sabía. Para el primero el lenguaje era claridad, transparencia y entrega; para el segundo, sólo puede ser opacidad, instrumento, velo. “El poeta tiene que buscar, robar lo secreto, lo sagrado, abrir el sagrario” escribe C.R. en su discurso de recepción en la Real
Academia de la Lengua. “Ajeno” sería el relato de la expulsión del paraíso contemplativo de Don de la ebriedad, pero expulsión también de la posibilidad de conjurarlo en la escritura, como plantea en Conjuros, de ahí su tremendo final: “Entrará. Y nunca habitará su casa”. No podemos conocer más allá del lenguaje, no podemos habitar la casa del Ser. Habitar el lenguaje es la condena , pero también la alianza.
En este momento me gustaría abrir un paréntesis y decir algo sobre la irracionalidad y/o surrealismo de C.R. Para Wallace Stevens lo irracional guarda con lo racional la misma relación que lo desconocido con lo conocido, desde ese punto de vista, en mi opinión, la búsqueda de lo desconocido, sólo intuido detrás de la apariencia, lleva a nuestro poeta al uso premeditado de lo irracional como vía de acceso a lo inefable y no es consecuencia de la libre asociación automática, inconsciente e inverosímil de los surrealistas, aunque en algún caso pueda aprovechar materiales que aparecen inesperadamente al abrirse las compuertas del subconsciente. No tiene el menor interés en ser oscuro, al contrario, su mayor bien sería la claridad absoluta, lo que sucede es que para decir lo inefable, después de asediarlo infructuosamente desde la razón, lo menos malo resulta ser lo irracional y a ello acude. C.R. ciertamente no utiliza la lógica de la razón para escribir, pero no es un visionario o un profeta, utiliza la lógica del 8
Poeta a la carta / Claudio Rodríguez - Una singularidad cósmica, un genio entre nosotros símbolo, del arquetipo, de la leyenda y de las reglas del oficio de poeta que conoce a la perfección, como demuestra el sabio manejo que hace de la metáfora continuada y del resto de los recursos expresivos que le facilita el lenguaje. Es un artista de enorme talento y además un artesano que trabaja su obra magistralmente, concienzudamente, sin que se note el artificio.
En una carta dirigida a Philip W. Silver fechada en Madrid el 29 de abril de 1980 dice: “Brujas a medio día”, lo escribí, mejor diría lo concerté, durante dos meses aproximadamente. En Burgos, frente a la Catedral, en un mediodía de agosto, vi jugar a unos niños, en corro-circularmente, como el vuelo de las brujas-: entre el cielo, el juego y la canción tuve una primaria intuición ( no nueva por supuesto): el conocimiento humano es imposible ¿por el misterio de la materia? ¿por la limitación de los sentidos y del espíritu humano para comprenderla? Por ello “Porque no poseemos” es otro poema que se acerca al anterior. Vemos porque no poseemos: el ansia de poseer, de saber, de tener lo que vives en plenitud y en don, se salva a través, en este caso, de la mirada. Es convertirse en lo que contemplas. Lo que ya Berson, Antonio Machado, y aún antes Keats, decían de la esencial heterogeneidad del ser (Rimbaud: “Je suis un autre”) Bueno, bueno, este señor no es un irracional precisamente, parece que sabe de lo que habla y que se toma muy en serio su trabajo, veinte días para concertar un poema, nada menos.
Como en muchas otras cosas su obra se sitúa en la sutura, en el borde de dos espacios: lo conocido y lo desconocido, lo lírico y lo narrativo, lo abstracto y lo concreto, lo racional y lo irracional haciendo de ello tarea propia, palabra sonora, música vital.
Para cerrar el paréntesis se me ocurre acudir a las matemáticas: número irracional es cualquier número real que no es racional, es decir, que no puede ser expresado como una fracción m/n donde m y n son enteros y n diferente de cero, siendo la fracción irreductible. El número irracional pi es la razón entre la longitud de una circunferencia y su diámetro, su valor es 3,1415…. los puntos suspensivos son los infinitos decimales necesarios para escribir el valor exacto de esa razón. En poesía pasa algo parecido, sabemos que no podemos llegar a conocer la última verdad del misterio pero hay poetas que afinan muchísimo con los decimales, Claudio Rodríguez es uno de ellos. Pero divagando y divagando me he alejado de donde está la verdadera chicha que no es en otro lugar distinto que en los propios poemas del zamorano, así que vamos a remediarlo de inmediato y a centrarnos en lo que de verdad importa. Después de la cita de su carta, “el ansia de poseer se salva a través de la mirada” me viene a la memoria un maravilloso poema de El vuelo de la celebración su cuarto libro (1976) 9
Poeta a la carta / Claudio Rodríguez - Una singularidad cósmica, un genio entre nosotros en el que nos encontramos ante un conocimiento contemplativo y amoroso que implica la unión del poeta con las cosas. El amor se revela como la más alta vía de conocimiento, la que permite ver lo que habitualmente no se ve: la iluminación de la materia; y oír lo que no se oye: la música callada, todo lo cual supone la superación dialéctica e integradora de su libro anterior. La palabra ahora es un canto y la claridad, más que un don fruto de la ebriedad, es fruto del esfuerzo, de un ir hacia la luz, hacia la contemplación viva. Ballet del papel A Francisco Brines
…Y va el papel volando con vuelo bajo a veces, otras con aleteo sagaz, a media ala, con la celeridad tan musical, de rapiña, del halcón, ahora aquí, por esta calle, cuando la tarde cae y se avecina el viento del oeste, aún muy sereno, y con él el enjambre y la cadencia de la miel, tan fiel,
la entraña de la danza: las suaves cabriolas de una hoja de periódico, las piruetas de un papel de estraza, las siluetas de las servilletas de papel de seda, y el cartón con pies bobos. Todos los envoltorios con cuerpo ágil, tan libre y tan usado, bailando todavía este momento, on la soltura de su soledad, antes de arrodillarse en el asfalto. Va anocheciendo. El viento huele a lluvia y su compás se altera. Y vivo la armonía, ya fugitiva, del pulso del papel bajo las nubes grosella oscuro, casi emprendiendo el vuelo, tan sediento y meciéndose, siempre abiertas las alas sin destino, sin nido, junto al ladrillo al lado, muy cercano de mi niñez perdida y ahora recién ganada tan delicadamente, gracias a este rocío de estos papeles que se van de puntillas, ligeros y descalzos, 10
Poeta a la carta / Claudio Rodríguez - Una singularidad cósmica, un genio entre nosotros con sonrisa y con mancha. Adiós, y buena suerte. Buena suerte.
Cómo no quedarse prendado de este poema que empieza in medias res en el que de repente prestamos atención a algo tan banal como un remolino de viento que hace bailar unos papeles desechados y sucios por un momento y nos trae, también por un momento, la infancia perdida. Ya lo hemos dicho. Contemplación viva. Leyendo este poema me viene a la memoria lo que decía otro gran contemplador, el poeta norteamericano William Carlos Williams: ”La más común de las situaciones de la vida encarna la esencia de la poesía si se mira de forma adecuada”. Aunque sus poéticas aparentemente difieren en bastantes cosas, sería cuestión de buscar las coincidencias y puede que nos llevásemos más de una sorpresa, pero eso queda para otra ocasión, en lo que no hay duda es que en esto estarían de acuerdo. Desde El vuelo de la celebración hasta Casi una leyenda pasan quince años y desde éste a su primer libro El Don de la Ebriedad casi cuarenta, es decir C.R. no se precipitaba escribiendo. La muerte le impidió terminar un sexto libro Aventura del que llegó a escribir once poemas, su último libro es por tanto Casi una leyenda, que cierra el círculo de su trabajo de creación.
En un tono elegiaco el poeta dialoga con sus obras anteriores, sobre todo con la primera de ellas y aparecen los temas ya conocidos vistos desde la lejanía y otros nuevos que tienen que ver con nuestro fugaz paso por la tierra, con la presentida muerte y con una duda esperanzada sobre su insondable misterio. Vista en conjunto su obra presenta un marcado carácter unitario, matizado por el paso del tiempo sobre el escritor, su historia y su leyenda.
Su último trabajo se estructura como una obra musical con un extenso poema inicial a modo de obertura, sus tres movimientos con cinco piezas cada uno y sus dos interludios. Al último de los movimientos “ Nunca vi muerte tan muerta” pertenece también el último poema que vamos a ver de este poeta que además del Adonáis (1953) obtuvo el Premio de la Crítica (1965), el Premio Nacional de Poesía (1983), el Premio Príncipe de Asturias y el II premio Reina Sofía de Poesía Ibero Americana (1993)
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Poeta a la carta / Claudio Rodríguez - Una singularidad cósmica, un genio entre nosotros Sin epitafio Levanta el vuelo entre los copos ciegos de cada letra. Deja a esta inocencia que se está grabando en el centro del alma. Deja, Deja tanto misterio y tanta cercanía, tanto secreto que es renacimiento. La vida se adivina. Vete. Fue esta armonía de dolor y gracia, tanta felicidad que es la verdad y ahora alumbra tu oficio con su silencio fugitivo, en son sereno como de agua a medio día. Levanta el vuelo. No entres en este cuerpo entero: donde está amaneciendo.
Para terminar permítanme una recomendación, lean ustedes poesía de vez en cuando. No porque los poetas no engañen, su arte sea sagrado, su origen esté más allá del hombre que lo incorpora al mundo y tenga que ver con el misterio que lo gobierna; porque el poeta sólo atiende a la verdad, la busca, y, a veces, la desvela. Si no, simplemente, porque como decía
Cernuda “el poeta es un ser como los otros, que además escribe versos”. Digan los poemas con su propia voz, háganlos suyos y lean a los mejores, Claudio Rodríguez es uno de ellos.
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Fondo de armario
Para celebrar el cuarto aniversario de la Revista conV ersos, cada uno de los conV ersos regala un poema y una foto de su “yo poético”
Fondo de armario
Este viento húmedo del sur El lamento de las hojas La certeza de la raíz soterrando la tierra en su profundo acopio de energía
Alicia Naya
Las granadas mostrando sus entrañas La concentrada madurez del escaramujo De la parra virgen su profundo rojo El avance de la noche que empieza a ganarle la partida al día
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Fondo de armario PIEZA DE FUGA Nº 7: LETANÍA protéjame esto, proteja esto a quien lo expone Olvido García Valdés
Protéjame la observación, la atenta vida de amanuense, levantando acta del pájaro caído, del árbol roto, del cobre y sus asuntos, sin armas ni memoria, sin un por qué, sin verso y su guadaña.
Antonia Roig
Que pase cada día como un coro de voces dispersas, con su color y propia tesitura, a tono ausente, vibración de unos acordes sobre otros, acaso nada, un eco. Protéjame este frío, protéjame.
De Nueve piezas de fuga y tres divertimentos, Ed. Vitruvio, 2012
15
Fondo de armario
Por el sueĂąo gratitud, por ese techo de gota en su errancia.
RevelaciĂłn, el hambre de constelaciones deshiladas en la mano.
Visiones, plumas furtivas arrancadas a esa otredad nuestra, visibles por una vez.
Carmen DĂaz-Maroto
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Fondo de armario
Casi un ruido o el rastro de un ruido. Quizás arcilla, buque, embozo o temporal. Tan brusca como el cuerno sin hueso de los rinocerontes. O tan morosa como una hebra tensando el espacio invisible de los márgenes – hebra en equilibrio – [piedra,cálamo: granada/maraca/sonajero
una
con ortigas rojas en su interior]
Carmen Crespo
Una piel lista para de-mudar, para evadir sus leñosas formas y permitir la zarza. Zarza que sólo arde cuando miro.
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Fondo de armario
Las cosas en esencia, el asa del cafĂŠ alrededor las manos el dĂa sobre el borde. A veces se acompasan, a veces tu presencia
Claudio Carrillo Aranda
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Fondo de armario Perplejidad
La certeza y tu vértigo juegan en un tablero sin apoyo y no hay dados ni premios. Y no hay reglas. Fogonazos alumbran las jugadas sin ley y los zarpazos al aire de tu asombro.
Si ganas, el camino será tu laberinto. Si cedes, qué será de ti tan firme.
Elisa Fernández de Castro
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Fondo de armario El agua de Tarkovski
-¿De qué fuente soy, madre? Las paredes son grietas. Me enseñan sus raíces mientras buscan sedientas una luz líquida. -Quieren beberme.
Esther Lucio Marino
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Fondo de armario Me despierto
Oh Dios, descansan tus ojos. Pero se vuelven a encender como talón de cíclopes. Los balcones parpadean, el amanecer salta mudo y es inútil callarte. Pero tu intimidad es una flecha de Filoctetes, me provoca un callo en la retina. De improviso, también tu ajuar se desmorona, como tela de Laertes. Y con los manes, colgado de otra raza, me aparto del murmullo de unos dioses sin memoria. (Estoy alerta, como si durmieran).
Federico Monroy
Son cuchillos de talco tus ojos, y se abren atroces con el espectáculo de lo que acontece.
Y entonces, ocurre lo imprevisto. Me despierto.
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Fondo de armario
Te he aislado en la palabra
en su silencio
y te has vertido en lluvia que aleja el poniente en el vértigo ciego que la oxigena. Sospecho
Fran García
que sigues siendo el mar
que un día creí libre.
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Fondo de armario A Jorge Riechmann
Hay personas, supuestamente inocuas, cuya respiración es su respuesta más violenta. Vienen de miedos anteriores cuando todo se sofocaba. Su experiencia de libertad es limitada y epidérmica. Sólo en contadas ocasiones su dignidad, inerme, sobrevive. Suelen tener un discreto anhelo de infinito y, a la vez, una tibia conciencia de fracaso.
No son mero excipiente inofensivo, no lo son su silencio ni su acostumbrada obediencia.
José Pérez Carranque
Podría dar algunos nombres, aunque el rebaño crece y su acre olor se extiende día a día; pero está feo señalar. Pongamos: yo mismo.
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Fondo de armario La Quimera
Construyo cada día la quimera que me sontenga el cielo por encima del mundo de infortunio aquí abajo tan cerca un cielo rosa verde gris marrón que mi vivienda pinta por el día y llegada la noche es ya celeste su turbado color
Juana Arriaga
y linda la distancia de mi sueño al clamor ambicioso de este mundo con el prohibido disco rojo al paso de un sol desvanecido
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Fondo de armario
Juan Carlos Fernández Sanz
Toqué la barba de violín en pose paganini, rota media cabeza la tengo ya injerto, mandíbula de plástico o latex, en el quirófano un cirujano-Jefe y el ahogo, el que-me-da, queme-da, que-me-va-a-dar galopando en mis retinas. Infierno no hay como escribir Filomeno es librado, ¿quién lo iba a pensar, Milton? -la calma ante lo que uno sufre. la cabra ante lo que uno sufre. Un dolor como unas obras completas y un gemido como una antología. Cerdos y turistas. Vivo en el cuarto país del mundo en número de cerdos y el tercero en número de turistas. Bellotas, fotos (alguna panorámica) y mi mano obligada a tocar la castañuela de la tecla, en el ordenata, la frase en círculo: Filomeno es librado Filomeno es librado. Y el Revisor que aparece en plena catábasis y me dice (la cabeza rota, cosida de brechas, toco la barba de oído): “Si quieres enamorarla, estudia publicidad
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Fondo de armario Arquitecturas
No te recojas sin vaguear los pies sobre las montaĂąas alzadas por el hombre.
No te mires hacia fuera sin escuchar el movimiento de las venas el cuajar del estomago.
Manuela Sola Castro
AbandĂłnate a la cadencia al ritmo, al minĂşsculo pentagrama de tu edificio interior. No te recojas sin antes conversar con la ciudad.
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Fondo de armario Toy story
Ni en la universidad lo descubrí.
No sé por qué no guardo medallas, ni recetas, como algunas.
Sin embargo sonrío a los muñecos que encuentro en algún arenero de un parque atardecido.
Marisol Huerta
Y les digo al oído que vayan de la mano todos juntos cuando los arrojen al fuego. Pero ellos no me entienden.
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Fondo de armario Hay que vivir
Como un faro en lo alto la luz en la ventana de una mujer que duerme ilumina sus ojos. La presencia del día la despierta. En su cuarto:
Marisol Perales
una mesa camilla la lámpara el reloj un cuadro de Renoir un vaso de agua y su vida, que agota poco a poco, mientras toma un café. Se le apagó la luz que encendía los muebles que alegraba los muros que los hacía mansos que dilataba el tiempo entre las sombras. Y hoy como tantos días la ciudad amanece en el agua en el sol en el silencio en esas dos acacias que se abrazan.
Y una vez más apuesta por vivir antes de que la noche se vuelva imprescindible.
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Fondo de armario 091009
Desde ahora, todo oscurecido de suave lana y gris marengo, traje de esperanza fatal, mortaja de estreno.
Una bruma que ciega, una madre hecha de aĂąicos recientes.
Miguel Cuerdo Mir
Desde ella, solamente una mirada, unos ojos clavados en aquella orilla, donde ya su silueta escribe en azabache e indeleble brutal que en este lado se han dejado otro game over, sin ningĂşn extra.
29
Fondo de armario Casi cuatro haikus
En los escaparates maniquís sin zapatos: cuesta de enero. ***
Un papelito revolotea en la orilla, casi una mariposa. ***
La silla roja vacía en la calle, se acaba el otoño.
Nieves Pulido
***
En la pared pintada una flor azul. ¿Nevará este invierno? 30
Fondo de armario Levedad de la piedra
Envidia del pĂĄjaro y sus huesos de aire. TĂş no quieres tu destino de piedra y abres hueco dentro de ti frontera sin lĂmite para el contacto
Paloma Espartero
31
Fondo de armario David 3.0
Frente al abismo del tiempo David se yergue.
Contempla el gigante amenazador y más allá el universo y más acá su alma
Pepe Alcamí
Su mirada serena susurra “Este es mi destino. Si muero, no importa, Si venzo, no importa. Sólo importa el lugar que ocupo, el instante que vivo, la piedra en la honda que lanzaré como un sueño. Si muero, no importa, si venzo, no importa, mi destino, la piedra en la honda, … la eternidad, la piedra que habito”
32
Fondo de armario
Comprender de qué sustancia están hechas las esperas cuando te invoco rompiendo con las manos el agua helada del lavadero o al programar el artesano mecanismo de la Hoover de carga superior traqueteando miedos incertidumbres soledades
Tirsa Caja
cuando me veo apretando el pulsador digital del último modelo clasificación A+ silencioso de máximo ahorro energético su tambor dando vueltas igual que nuestra suerte que no ha avanzado nada madre
33
Territorios diVersos
Miguel Cuerdo Mir nos ha traído un “souvenir” de Monument Valley. Saboread estos terrones de arcilla y celuloide.
Territorios diVersos / Monument Valley: Terrones de arcilla y celuloide Miguel Cuerdo Mir
Monument Valley NO es un parque nacional de los EEUU. Es un tribal park dentro de la Nación Navajo, en la frontera entre los estados de Arizona y Utah. Es un lugar para no pararse. Es una ciudad rojiza levantada por el viento, con elefantes incluso.
Está hecha para cabalgar como Dennis Hopper en su HarleyDavidson o como John Wayne en aquella legendaria diligencia. Si te atreves a entrar con algún vehículo por ese mundo de socavones de arcilla, su legendaria aridez te salpica terrones rojos, que resuenan como tambores lejanos y dibujan rostros de orgullosos guerreros, que ahora se pierden por las mesas de los fast-food de los alrededores, pendientes del partido de fútbol
americano de la tele. Estos son los apaches que muy diseminadamente pueblan el Monument Valley. Héroes norteamericanos desde que confundieron con su habla navajo a los japo a través de la radio. Son nativos americanos, según el lenguaje políticamente correcto. Aunque no para todos ellos, porque en un McDonald –quizás fuera un Burger King o un Wendy o puede que fuera algún tex-mex de marca menos conocida, incluso un Los Pollos Hermanos sacado de Breaking Bad- encontré a un hombre, con la cabeza embutida en un casco de fútbol americano, al que era difícil calcularle la edad, que se emocionaba y soltaba exclamaciones cada vez que uno de los equipos avanzaba unas yardas a través de un territorio de hierba artificial. Me dirigí a él para preguntarle quién estaba jugando. Se quitó el casco –seguía siendo difícil calcularle la edad- y me contestó que los Ravens –¡cómo les gusta el bicho a unos y a otros!- contra los Red Skins. Se me ocurrió decirle que los Red Skins eran de Washington DC, casi cuatro mil kilómetros al este de donde estábamos. Pero enseguida me lo aclaró…”yes, but they’re the Red Skins”. Mientras yo me preocupaba por pronunciar como Dios manda american native. Me emocionó ese sentimiento de pertenencia, aunque fuera llevado al absurdo y desembocara en un término foráneo y 35
Territorios diVersos / Monument Valley: Terrones de arcilla y celuloide despectivo. No obstante, ese sentimiento es muy poderoso, como tuve ocasión de comprobar de nuevo en un supermercado de Cayenta, un pueblo a las puertas del Monument Valley. En ese supermercado se cobraba el servicio de una gasolinera. Había llenado el depósito y esperaba una cola que apenas divisaba delante de mí, porque un norteamericano alto y de anchas espaldas me dificultaba la visión. La cola no avanzaba. Una mujer discutía con el tendero. El norteamericano alto y de anchas espaldas, sin duda fuera de su hábitat, debió confundirla con alguna inmigrante del sur y pensó que no se hacía entender y, por eso, era incapaz de rematar la compra. En ese tono extravertido que utilizan algunos de estos rostros pálidos le espetó a la mujer que había que hacerse entender en la lengua del país y, si no, había que irse por donde uno hubiera venido. A lo que la mujer replicó: -”entonces es usted el que tiene que volverse hasta Inglaterra”. En fin, una nación con orgullo cobrizo y una suerte de belleza arisca, como su tierra, distante, que incomoda por momentos –aunque el primero de toda tu familia que estuviera en América fuera un primo segundo tuyo en viaje de luna de miel-. Con todo, sales del Monument Valley habiendo cabalgado muchas horas entre enormes terrones de arcilla y celuloide, dándole un nuevo sentido a la palabra extenso, cantando repetidamente el
Born to be wild que suena en Easy Rider, aunque no te hayas movido del John Ford Point. Porque tu memoria de fotogramas
ha encontrado acomodo en esa extraña realidad. Incluso entiendes mejor por qué la decisión de Forrest Gump de dejar de correr se produce en aquel preciso lugar, mientras suena el Against the wind de Bob Seger y la Silver Bullet Band en esa interminable carretera.
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Mirador Alicia Naya ha elegido la obra pictórica de Nané para su diálogo poético.
Mirador / Alicia Naya (textos) y Nané (obras)
Relámpago como raíz
que penetra el misterio que alimenta el fruto.
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Mirador / Alicia Naya (textos) y Nan茅 (obras)
Redondas como el 贸vulo giran en el espacio las esferas y como el latido
todo lo bueno
que viene y que va
todo lo malo.
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Mirador / Alicia Naya (textos) y NanĂŠ (obras)
Arcanas y ciegas sombras buscan su lugar.
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Mirador / Alicia Naya (textos) y NanĂŠ (obras)
El arco iris vencido luminoso se asoma a lo cotidiano 41
Biografía de Nané (Jesús Andrés Díez Roríguez)
NANÉ – Jesús Andrés Díez Rodríguez, nació en Badarán, la Rioja, en 1943. Pintor, escultor, diseñador de muebles, inventor de artilugios no patentados, creador de un sistema de grabación para enseñar a pintar a invidentes, poeta, autor de una obra de teatro (sin representar), este artista multifacético dice de sí mismo que es un investigador nato, un buscador de nuevas formas de expresión porque el arte es, para él, algo vivo. Ha realizado numerosas exposiciones individuales y colectivas (Rioja, Sevilla, Almería, Marbella) y recibió, entre otros, el primer premio y medalla de oro en la Bienal de pintura de Almería. Actualmente comparte su tiempo entre sus búsquedas en el taller-estudio y la docencia, además de participar en exposiciones individuales o colectivas. http://www.nanediez.es/curriculum.html
Bodegón Técnica mixta 120X90
Esfera Técnica digtal
Desequilibrios Técnica digital
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Gallinero Técnica mixta 200X180
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Retrato en auto En su libro in茅dito semilla, del que nos presenta algunos poemas, Esther Ram贸n relaciona arm贸nicamente un conjunto de sentidos capaz de exprimir algo que se constituye como evidencia: el desplazamiento forzoso.
Esther Ramón
Retrato en auto / Esther Ramón
Auto-biografía
De niña me encantaba viajar en coche, en el asiento de atrás. Allí acudían las mejores visiones, se rompían con la velocidad, y podía jugar a lo que más me gustaba. El juego número 1 se jugaba casi siempre en la ciudad. Consistía en concentrarse en una persona, animal o cosa de afuera, en sentir lo mismo que ella, él o ello. Ejemplo: una señora mayor, con el pelo recogido, cojea, sube despacio el carro de la compra por una calle en cuesta, se para en un semáforo y el sol le alcanza
la nuca y sube hasta la oreja derecha. Y entonces el pelo tirante, el dolor de la pierna marcando la marcha, su movimiento distinto y rítmico, como palanca de avance, el peso del carro, el sonido del peso sobre el pavimento irregular, el alivio, la caricia del sol, como una tenue mano amarilla introduciendo en el cuerpo palabras y monedas de fuego. Todo era rápido, casi inmediato, porque el coche continuaba la marcha y yo cerraba los ojos para retener algún matiz más: el olor y ruido del tráfico, un resto de colonia añeja del peatón que espera junto a mí, la mirada fija de una niña dentro de un vehículo verde botella que reanuda la marcha con suavidad. Con los animales, y sobre todo con las plantas y las piedras, el juego se hacía mucho más sutil, y entraba en la extraña e incomunicable sensación de estar siendo pensada o respirada. El juego número 2 se jugaba en carretera, en el momento en que aparecían los postes eléctricos. Era un juego de vuelo. Cuando localizaba el primer poste me situaba imaginariamente sobre él y empezaba a volar, dejándome rozar por las copas de los árboles, acariciando las hojas más altas. Al llegar al segundo, me deslizaba hacia abajo, cayendo dentro del poste, adaptándome a su forma, y después bajo tierra, donde iniciaba el vuelo subterráneo, lleno de obstáculos –piedras, tierra, lombrices–, que sin embargo no frenaban la velocidad. Intentaba no respirar hasta llegar al siguiente, y allí otra vez emprendía el vuelo hacia arriba, dentro del poste, alcanzaba su cima con una gran bocanada de aire, y desde allí me expandía y volaba completamente libre, sin trabas y con el aire limpio sobre mí. Ambos vuelos me gustaban, y me daba cuenta de que uno se intensificaba con el otro. Nunca fui más yo que cuando jugaba a no serlo. Nunca volé mejor que en lo poético. 44
Retrato en auto / Esther Ramón
El objeto de inspiración
Los poemas que siguen pertenecen al poemario inédito semilla , fragmento o suite poética basado en la obra escultórica El viaje, (terracota, cuarzo y hormigón) de María Isabel Ballester.
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Retrato en auto / Esther Ramón Los Poemas
Mandeln, almond kernels, amandes, prunus dulces, amygdalis communis. Los frutos de la piedra, almendras vivas que respiran su transporte en los barcos de carga, en los furgones. Cortada y vaciada, una almendra que es un barco frágil. Lo miramos desde arriba, lo lanzamos al océano, distinguimos los rostros finamente modelados, los cuerpos hacinados de la migración.
Les escucha, con las manos cerradas, antes de recordar su forma. Luego toma, una a una, sus conchas quebradas, les hace un molde, se adentra en la gruta del tacto con su canto –mi hija amarilla, mi hija roja, mis nietos color cobre–, detrás de la puerta de líquenes, del jardín de encaje, allí donde se alejan los aromas.
Si la huella vuelve a hundirse, se superpone. Si la espiral nos pisa con sus ruedas separadas. Es la misma madera para todos, las mismas olas verdes, el mismo crujido en el vientre de acceso.
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Retrato en auto / Esther Ram贸n Los Poemas
Tambi茅n huelen sus pensamientos, un dolor suyo. Lo esculpe con vendas heladas y le da un nombre: Irene.
Sobre una manta de nudos examinamos los fragmentos del cosmos, la carga del arca diminuta: calabazas pintadas con sonidos (agitadas), un tejido tenso y rojo de hilo y de tendones, el bast贸n ritual donde viven las hormigas, semillas de eucalipto, ra铆ces y picos pulverizados. Y el alimento: hogazas de humo y uvas blancas, saturadas de luz. Me habla de un hombre de arcilla, que caza siempre solo. Le acerco el guisante dividido en el que duerme la existencia.
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Retrato en auto / Esther Ramón Los Poemas
Se desviste, se despoja. Se queda sólo con el tacto. Cierta resistencia a separar la gema de la mano abierta. Es verano y han caído hojas amarillas sobre sus cuerpos de barro refractario. Uno de ellos se abraza, porque el pájaro es demasiado pequeño. Otro, que ya no respira, mira el papel timbrado del horizonte. Las madres cantan hacia el interior de sus hijos, con los labios cosidos y los brazos en cruz. Todos cruzan el mar en la fragilidad. La semilla avanza con sus pesos, desgranándose sobre el nivel del agua.
Si vives en la mitad blanca de la casa, compras bálsamos y agua de cactus; coleccionas los caracoles brillantes que se adhieren al cuerpo que se hunde; duermes sobre una pantalla; riegas las rosas del desgarro sin pensar en el hacha que mana de tus extremidades, que tala sus nombres, el ala rígida, el sol en el interior de los murciélagos. Al otro lado, las cabras beben de la ubre hueca del olivo. El aceite de las almendras se quema para iluminar.
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Retrato en auto / Esther Ramón Los Poemas
Desplazados. El eje girado a la izquierda, abertura en el muslo, pies que se hincan en la madera, para no caer. En la sombra, una estaca entra o sale de la nuca. En el hierro, una mano desde el cuello apunta al interior. Grupos de tres. Es la sombra del triángulo, que se abre en el agua, la que hiere la exactitud de la figura. Óxido de manganeso y de cobre sobre placas de cerámica.
Autorretrato. Animal de bronce que se arrodilla. No tiene boca, ni dedos, sólo manoplas para señalar. Danza sin manos, sin articulaciones, con la cabeza puntiaguda que apunta al sol.
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Retrato en auto / Esther Ram贸n Los Poemas
Me uno al tacto, acaricio los platos planos donde beben sus hijos, tapono los boquetes de la balsa con los dedos, aliso las picaduras del sol, pongo las manos en la nuca inclinada, en la sal del agua, en las cabezas que se alzan, sin saber a qui茅n preguntar.
Si hacemos lo que hay que hacer, entonces llueve. El croar de las ranas asusta a los malos esp铆ritus. La lengua de las cosechas se estira y nos lame los brazos. Se aparta la ardilla, los animales disecados, tejidos y reptiles en la red. Surcamos las aguas de otras islas, abrimos el saco de la adivinaci贸n, la silla del vuelo nos transporta al interior de la marmita, en el lado protegido de la casa, donde nada falta. Ni una coma. Ni una letra. Nadamos, siempre juntos. No recordamos el calor.
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Biografía de María Isabel Ballester * Sor Francinaina Cirer, Iglesia Son Macià
María Isabel Ballester nace en Buenos Aires en 1960. Desde 1979 vive en Palma de Mallorca, donde descubre y desarrolla su actividad artística. Estudia dos años en la escuela de artes y oficios de Palma. Trabaja en su estudio del casco antiguo de Palma, donde también da clases de escultura. Obra destacada * Jafuda Cresques, plaza del Temple, Palma de Mallorca. * Dos Gigantes del Consell de Mallorca * Presencias, en el Hospital Psiquiátrico de Palma de Mallorca. * Resurrección, Iglesia Son Macià * Ramón Llull, Iglesia Son Macià
Exposiciones individuales * 2012 – Galeria Dalmau, Tübingen, Alemania. * 2010 - Galería Masters, Palma * 2009 - Kunstart, Feria de Arte de Bolzano * 2008 - Can Alcover, Espai de Cultura, Palma - Escorxador Marratxí * 2004 - Capilla de la Misericordia, Palma * 2003 - Claustro de Sant Antoniet, Palma * 2001 - Fundación Matthias Kuhn, Palma * 2001 - Galería Mediterránea, Palma * 1999 - Museo de Mallorca, Palma * 1998 - Galería Es Porxo, Campos * 1997 - Jadite Galleries, New York * 1995 - Galería Manzana 50, Palma * 1994 - Cal Capità Flexes, Palma * 1993 - Cal Capità Flexes, Palma * 1992 - Cal Capità Flexes, Palma * 1991 - Cal Capità Flexes, Palma * 1990 - Galería Manzana 50, Palma * 1990 - Sa Nostra, Sant Llorenç * 1987 - Galería Lluc Fluxà, Palma * 1985 - Sa Nostra, Lloseta * 1984 - Galería d’Art de Valldemossa * 1984 - Banca March, Manacor 51
Obras públicas
Espacio dedicado a mostrar las publicaciones de los conVersos o cualquier acción poética en la que ellos participen
Obras públicas Antonia Roig
Miguel Cuerdo Mir
Alacena Roja, 2013
Ediciones Vitruvio, 2012
Pavana y aria para un adiós
Antonia Roig
Nueve piezas de fuga y tres divertimentos Ediciones Vitruvio, 2012
Álgebra de la memoria
Miguel de Francisco (1949-2012)
Dalton Peabody
Amargord ediciones, 2012
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Obras públicas Federico Monroy
Nieves Pulido
Fundación Once, 2012
XXVI Premio Gerardo Diego de Poesía 2010 Soria, Excma. Diputación de Soria, 2011
Marisol Perales
Tirsa Caja
(Poemas y teatrillos de Navidad) Editorial Verbum, 2012
Amargord ediciones, 2011
La lengua de los ciegos
A Belén por la autopista
Grandes éxitos
Los más queridos nombres
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Obras públicas Marisol Huerta
Puedo empezar así Editorial Renacimiento, 2010
Julio César Navarro (1970-2009)
Todo sigue así (poesía completa) If ediciones, 2009
Marisol Perales
Federico Monroy
Kukudrulu, 2009
Ediciones Escalera, 2007
Sueños azules
Doblaje
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Obras públicas Carmen Díaz-Maroto
Alimento del aire
Premio Blas de Otero de poesía, 2006 Publicaciones Universidad Complutense de Madrid, 2007
A publicar en 2014: Esther Lucio Marino
Cómo trabajar una duna Editorial Devenir Carmen Crespo
Tal vez huésped Editorial Devenir
Si estáis interesados en alguna de estas obras, enviar un email a: conversos15@gmail.com
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Ficha técnica Grupo de los poetas conVersos:
Alicia Naya, Antonia Roig, Carmen Díaz-Maroto, Carmen Crespo, Claudio Carrillo Aranda, Elisa Fernández de Castro, Esther Lucio Marino, Federico Monroy, Fran García, José Pérez Carranque, Juana Arriaga, Juan Carlos Fernández Sanz, Manuela Sola Castro, María de la O Guillén, Marisol Huerta, Marisol Perales, Miguel Cuerdo, Nieves Pulido, Paloma Espartero, Pepe Alcamí y Tirsa Caja.
Diseño y maquetación: Manuela Sola Castro
Correctoras de estilo:
Esther Lucio Marino y Nieves Pulido
Número 10 editado digitalmente el día: 9 de febrero del 2014
Comité de Redacción:
Carmen Crespo, Esther Lucio Marino, Elisa Fernández de Castro, José Pérez Carranque, Manuela Sola Castro, Nieves Pulido y Tirsa Caja
Fotografía de la portada: Esther Lucio Marino La revista fue pensada en:
Café Ajenjo, Madrid, 2010 (cafeajenjo.com)
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