conVersos nº5

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revista de poesía

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nº5, año II1


Índice

3

Carnet de identidad

Fondo de armario Tirsa Caja

5

Claudio C. Aranda

13

Federico Monroy

22

Carmen Crespo

Marisol Huerta Niembro

Carmen Paredes Marisol Perales

Antonia Roig

8

17 25 28 31

Poeta a la carta

Wislawa Szymborska por Marisol Huerta

36

Territorios di V ersos

La piel por Carmen Díaz-Maroto

49

Mirador

Paloma Benítez y Claudio C. Aranda

Información sobre la artista Paloma Benítez

52 55

Retrato en auto

Amalia Bautista Ficha técnica

57 64


Miguel de Francisco

Carnet de identidad

Ayer me encontré a Dalton Peabody en la calle Ruiz, cabizbajo y más triste que de costumbre y con ese desaliño que tienen siempre los canallas de carácter atrabiliario. Habíamos quedado en el Café Ajenjo. -Tengo que verte urgentemente. Tengo un problema.

Nos sentamos, él pidió un café, solo y sin azúcar, yo una cerveza. -¿qué te pasa? De un bolsillo de su chaqueta raída sacó un pequeño libro El derecho a la pereza de Paul Lafargue.

-Sabías que este hombre se quitó la vida a los 69 años antes de que la implacable vejez le fuera quitando, uno a uno, los goces de la existencia, antes de ser una carga para sí mismo y para los demás. -Algo sabía, creo que su mujer también le acompañó en ese trance.

-El caso es que Miguel ha muerto y yo quiero acompañarle. -Pero tú eres una ficción, un personaje.

-Me da igual, Pepe, ¿tú sabes dónde puedo conseguir algo de ácido cianhídrico para una hipodérmica? Miguel de Francisco ha fallecido el pasado 27 de marzo a las 10:11 de la noche, era un converso y todos le admiramos. Dalton Peabody era uno de sus personajes más característicos. J. P Carranque

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Fondo de armario

Contamos en este número con los poemas de los conVersos Federico Monroy, Marisol Huerta, Carmen Paredes, Marisol Perales, Tirsa Caja, Antonia Roig y de dos poetas que acaban de llegar a nuestro grupo: Carmen Crespo y Claudio C. Aranda. De estos últimos encontraréis su biografía en este número. La biografía de los restantes poetas podéis encontrarla en el nº2 de la revista (http://issuu.com/conversos/docs/revista_conversos_n2) .


Fondo de armario / Tirsa Caja Bocanada de luz

entra el día en mi sangre y la transfunde en savia des cien do

Tirsa Caja

hasta mi hermano vegetal y aún más desciendo al alimento mineral y al hilo subterráneo de agua me toca el sol me toca y resucito de mi ovillo de sombras

germino en piedra nube pájaro raíz y ramifico.

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Fondo de armario / Tirsa Caja

A José Hierro

Subo por la pendiente oblicua de las cejas, por la cresta de pómulos tallados. Blandamente resbalo en las mejillas hasta el pliegue de un rictus de sonrisa imposible. Tropiezo en la potente quijada de aristas aplacadas por la edad y resoplo en tu cuello de toro abatido.

Revelo el privilegio de tocarte para siempre hecho tierra, óxido, sedimento. Amaso tus palabras. Mis manos ciegas pueden recordar en la herrumbre del barro tu espléndido apellido.

escultura de Tirsa Caja

Proceso de modelado

Acaricio tu cráneo. Mido su curvilínea dimensión, me hundo en la arcilla repitiendo los gestos de tu mapa de arrugas.

Me detengo en los ojos achinados. No sé cómo encender [su luz.

José Hierro

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Fondo de armario / Tirsa Caja Sísifo

Yo subía las piedras de construir mi casa las fijaba con saliva las juntaba con brazos ambulantes y las piedras caían al vértigo y subía las piedras las cosía con palabras lamía sus recodos aliviaba sus ángulos las guarecía y se desmoronaban

y subía las piedras abrazaba su peso las trepaba y se me iban de las manos se me iban de los días del futuro del siempre y del jamás fragilidad abajo

Por la blancura del hospital

atravesando las estancias sin vida y burlando la asepsia hoy han dejado salir hasta el porche al enfermo de la 52, desahuciado, para abrazar a su perro y una saliva de microbios y amor iba contaminando a lametazos su pijama de presidiario. (De Los más queridos nombres, Amargord, 2011)

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Fondo de armario / Carmen Crespo

Carmen Crespo

Nací en Cáceres aunque resido en Madrid. Mi interés por la literatura y la poesía comenzó desde niña y a lo largo de mi vida he participado activamente en distintos talleres y actividades literarias. He colaborado en varios proyectos interdisciplinares y actualmente participo en los talleres de poesía impartidos por Chus Arellano y Ada Salas en la Fundación Centro de Poesía José Hierro. He sido una de las poetas seleccionadas en el III Día Internacional de la Poesía de Segovia, 2012, con poemas publicados en el libro que la organización junto con la Diputación y el Ayuntaminto de Segovia, edita para cada evento.

También tengo poemas publicados en la colección Voces Nuevas, Ediciones Torremozas.

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Fondo de armario / Carmen Crespo Arden negras las arenas

Cae sobre los puentes la aflicción

en su naufragio

Sucumbo aquí ante la saliva de una paloma resbalando por tu cuello.

como rojo hierro que alarga el hollín de las paredes como canto de peces que lamen el oro de nuestras manos.

última pérdida del fuego y es gentil la roca permitiéndonos los ojos. Llega la sed sobre artrópodos blancos.

(Lanzarote)

(Oporto)

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Fondo de armario / Carmen Crespo El viento del Sur

Quizás la fatiga del paisaje alcance el límite

Como un ángel reposo mis alas bajo los naranjos, me quiebro en cada exhalación, soy soplo simple de cristal y hueso.

La nieve súbita el vaho la expectativa del Norte permitiendo tu rostro a su través.

me trajo hasta aquí.

de la nocturnidad.

Nada sucede en este día salvo un blanco quejido

de los jazmines al anochecer.

No te vencerán las palomas.

(Córdoba)

(Luxemburgo)

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Fondo de armario / Carmen Crespo y danza el cuerpo

exánime que pide agua bajo la embriaguez del musgo no hay roca ni aire ni úlcera que lo exonere del dolor

sólo la fragilidad de un cerrado párpado.

Este es el lecho donde tejeré la urdimbre de lo acontecido:

el ángulo sacro de la espalda, la tibieza del damnificado hueso, el olor de la rosa. Sobre blandos cojines acomodaré los miembros.

Acomodaré el aliento: alvéolo exhausto, la plenitud de la saliva, la flaqueza de la palabra.

Sobrevive así el cuerpo a la geométrica nocturnidad.

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Fondo de armario / Carmen Crespo No deseaba nada

que no fuera tu aliento tu cuello ávido de viejas branquias. Tu espalda oblicua ante mí. No era posible la herida.

Desconocíamos los arpones.

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Claudio C. Aranda

Fondo de armario / Claudio C. Aranda

Nací en marzo del 57 en Madrid, resido en Madrid y, después de viajar por más de veinte países de Europa, África y América, confieso que ésta es mi ciudad. Soy amigo de la buena compañía y la buena mesa. Lector anárquico, sólo he mantenido fidelidad por la poesía. Un mundo que desde hace algunos años he frecuentado a través de talleres, tertulias y otras juergas. Fruto de estas compañías son estos poemas que aquí presento.

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Fondo de armario / Claudio C. Aranda Puertas

4 de enero

Te vas y me pregunto:

¿cuántas veces se puede cerrar la misma puerta? Cuál el número exacto de portazos para que se descuelgue de sus goznes y quede al fin cerrada. Para siempre. Una vez en la vida, como dicen del cielo o el infierno, o quizá tantas como las palabras que encierra este poema o más, como la arena o las gotas o la hierba. Quién puede asegurar que no será ésta la última, la que haga de la vida una mazmorra.

Te vas y yo te pido que cierres, por favor, muy lentamente.

J. D. Sheldrake. El Apartamento. Billy Wilder (1960)

Queridos Reyes Magos: Yo para mí no quiero nada.

Nada. Ni ese batín, señora, ni el sombrero, ni balas de pistola, ni champán, ni botes de pastillas, ni café. Ni siquiera me gustan esas rubias tintadas de ojos verdes, ni mesas de despacho, tampoco el ascensor. No me gustan los martes… ni los viernes. No quiero ser un “mensh”, ni quiero tanto médico ni niños con cohetes. Me importan tres cojones todos aquellos pisos que tenga que subir. Otros tantos me importan todos los que algún día tuviera que bajar. Repito, Reyes Magos, nada… nada.

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Fondo de armario / Claudio C. Aranda Pan

El caracol

La noche es un olor a levadura, un cuerpo que se niega a escuchar la voz de la inocencia.

Eres la geometría sin par de tu habitáculo, un esqueleto al aire, hipnótica visión, dos faros con sus ojos vigilantes, también, agua o su rastro por el fango, vienes oliendo a mar, sabor de tierra, eres hombre o mujer, tienes tu ritmo: pausa y aliento. Ahora, ensimismado veo cómo tus ojos me presienten, me enredo, ola tras ola, en ese barro. Perdido en las volutas de tu cuerpo, yo soy el eremita de tu casa.

Tus manos que conforman cada hogaza y deslizan secretos por las mías:

el horno, ya encendido, le va dando a la harina un corazón y es la luz que despierta nuestros huesos.

Amanece, una fuente de cántaros y barro, vuelve el candor y vuelve el día. Siento el olor a pan por la mañana.

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Fondo de armario / Claudio C. Aranda En el bar

En cualquier bar, la mesa del fondo en la ventana, la cerveza ya muerta, sin espuma. Hay algo que no veo con los ojos, no sé, algo en tus manos o en tu ropa. Traías flores, lilas. Te estorbaban. —De mi madre, es mi santo. No, no me beses —dices.

Y me ofreces las flores que no quiero coger. Queda el metro adentrándose en el túnel y este hambre que perdura todavía.

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Fondo de armario / Marisol Huerta Blues de Kabula

Aquí vive Kabula la niña que tiene la mirada más triste.

Marisol Huerta Niembro

Kabula juega dentro de su choza Kabula no va a la escuela.

Ha nacido una niña de pelo blanco ha nacido en un pueblo al sur del África.

No sabe que las gomas sirven para borrar no sabe cómo huelen las letras mal escritas. Kabula juega dentro de su choza Kabula no va a la escuela.

Ha nacido un fantasma y su madre la esconde dentro de sí, muy dentro de su vestido.

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Fondo de armario / Marisol Huerta Kabula juega dentro de su choza Kabula no va a la escuela. Su piel es blanca

como la mía aquí y allí allí o aquí vivir o no el terror tu historia niña querida

Kabula juega dentro de su choza Kabula no va a la escuela. La mamá de Kabula la guarda muy adentro.

Le han cortado su brazo tres hombres y un machete tres hombres queroseno

su brazo espanta diablos para ricos.

Mark Rothko Evoluciona

como la tuya negros o blancos Europa o África aquí o allí y este horror niña Kabula

Son de carne y de hueso los hombres desprovistos. Son de carne y de hueso las mujeres tranquilas. Son de carne y de hueso las mujeres que hunden en agua sus raíces.

Las mujeres que hunden sus raíces de río en el río que pasa. Sus cuerpos alargados se estiran en la noche para coger un trozo de cielo sin romper.

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Fondo de armario / Marisol Huerta Sus cuerpos alargados, sus tacones altísimos les duelen cuando llegan a lo alto de la nada. Qué altas estas mujeres, qué solas se nos quedan.

A vista de pájaro

El cuervo sale a dar un paseo, sale a dar un paseo por Madrid de noche, de noche fría. de noche de cartones por el suelo con mendigo encima, con un mendigo tumbado en un rincón de un portal, [en un rincón, su rincón, un mendigo bien tapado con mantas, con muchas [mantas de regalo, de regalo de alguien que ha sentido el frío en esta [noche de Madrid.

El cuervo sigue volando y llega a la calle que sale del sol, llega a la calle de los portales y las chicas, de los portales [y las miradas, de los portales y los tacones y cuánto es y dónde vamos, de los portales y las extranjeras apoyadas en la pared, apoyadas en un pie de tacón y cansancio, de tacón [y tanto tiempo apoyadas. El cuervo sobrevuela las calles frías de las familias

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Fondo de armario / Marisol Huerta [felices, las calles de las familias que duermen y no sienten la noche [afuera, la noche de las mujeres con zapatillas y sopa para repartir, la noche de los hombres con periódico y sofá, [con periódico y mujer que les sirve café. El cuervo se va a dormir. Se ha cansado de esta noche. Se posa sobre un árbol del parque.

Sudokus

eso que hoy me mantiene en la ciudad es sentarme ante un sol disciplinado que confunde su tiempo con el mío eso que hoy me humedece los papeles es tomarme una copa y otra más tarde que mejore mi tiempo de descanso

eso que hoy me numera los poemas es hacerme un sudoku moribundo que encuentro ya arrugado en el bolsillo los números se mezclan en los cuadros intentando buscarse su casilla

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Fondo de armario / Marisol Huerta los números me otorgan el acierto de esquivar el cansancio este domingo los días de trabajo mis palabras los números quizás me equivoqué los guantes de algodón mis manos frías números hay que encender la estufa mañana números y más números la rutina el trabajo puede ser que esta noche amanezca. .

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Fondo de armario / Federico Monroy

Federico Monroy

Tú la probaste

Largo tiempo usada, deja su nombre en los rincones. Como elemento, se mezcla con el agua que hierve y nos avisa que hiela en los amaneceres. Tiene que ver con el hombre y su moneda, cuando nómadas la llevaban en sus labios por África. Pero aún tiene rutas más dolorosas: un sabor intenso que predice del desamor y la herida. La sal. Tú la probaste.

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Fondo de armario / Federico Monroy Andamios

En la orilla del río Kashinka

Mi portal es esta claraboya que ves, este corazón que se saca por la azotea y desaparece.

Desde la barca, nos captura en la orilla esta pólvora, fuera del fuego, íntima. Y no podrá con nosotros el frío, el frío jamás tendrá sus manos de hilachas. Ni siquiera en cada ala habrá una señal junto al infarto vencido.

Mi hall, esta soledad de siglo que se coloca en mitad del patio, y aunque no lo quiera, da sombra al alma y disimula el beso. Mi casa es Freud, candelas en el ático, llanto sin prisa como sacándose de nalgas. Y mi cielo es –escucha-, esto nuestro que se volea como un niño.

Sólo sé que, desnuda como el campo de Gorki, firmamos un campamento de heridas. Llegamos, y la pólvora escribe: mientras tú desciendes, [descalza y fatal. Allí, desde la barca, en el río Kashinka.

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Fondo de armario / Federico Monroy He llegado a Arcos

No cuando llego a estas casas lamento haber llegado, ni cuando piso esta piedra de cal a distinta altura. Sólo este momento hay, sencillo y de intimidad sagrada. Cruzo este patio que me deja sin rostro. Sé que detrás hay un pasillo, y después otro encima. Sólo este momento, para relajarme.

He llegado a mi casa. Me habla la noche con su dolor y me observa. No este rótulo de Kyoto que alguien le ha puesto por [dentro. Ni este vagar por San Pedro, por Cita, preciso. Sólo un deseo de intimidad, para mí.

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Fondo de armario / Carmen Paredes Medialba

Carmen Paredes

Besos en el espacio de tu boca me faltan cuando los pies se enfrĂ­an

toco reclamo trago la ausencia con labios transparentes de vacĂ­o donde los dedos del tiempo desgastan el borde de la noche

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Fondo de armario / Carmen Paredes Llanto de Tristana

Juego de muñeca

El río se diluye en mi cabeza besos de paraguas desvanecen el reproche de las nubes

Duda la mano en el pomo de la puerta a través de los cristales sus ojos esperan

en la orilla que extiendo los zapatos los tejados derraman verde azul y un secreto de piedras enciende tu sonido viento que muerde las paredes aroma de conjuros cántico de llaves Zocodover

(en las clases de Certeza sólo aprendo lo que no quiero guardar) gira

la mano el pomo de la puerta 26


Fondo de armario / Carmen Paredes El plano de mi casa

Prisionana

Cuelgan de la lĂĄmpara pieles de caricia plĂĄsticos desde la mesa legan a mis manos el interior de los colores

Cuna de sombra arrullada tarareo de baldosas

Trenzo espuelas y en la tarima quedan filamentos de memoria por los que me precipito

barquito azul atracado a la culpa ajena

en bruma de corredores trenza sueĂąos burbujeos que planean por el intento a volar

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Fondo de armario / Marisol Perales

Marisol Perales

Desde Chicago

Doce rosas encienden la mañana. Mis manos tiemblan al abrazar sus tallos mientras busco un frasco en la cocina. Las huelo. Sobre la mesa besos y felicitaciones. En tu cuarto, el viejo ordenador un telescopio, las fotos de tus “chicas”. los discos de Green Day, algún trofeo, la copia de Renoir que te pintó tu padre y un billete de avión para Cerdeña… Y siento que a esta hora los árboles, la calle que desciende, el autobús, los gatos, las aceras me sonríen. Y nos vamos los dos por Windy City.

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Fondo de armario / Marisol Perales El gato

Hay un gato rondando por su casa. No es un gato cualquiera, es un gato que maúlla en su ventana , que rompe los cordones del pasado, que la deja desnuda bajo la luna llena de diciembre.

es un gato que se esconde en su sombra, que se le escurre por las canas, que se cuela entre las cajas del pensamiento y caza los ratones del pasado. Es un gato que le deja el corazón lleno de pelos.

Es un gato que le revuelve el aire.

Ella nunca lo ha visto pero sabe que duerme entre sus sábanas, porque araña la punta de los dedos y el corazón de aceite y la curva enredada de sus manos y el vaso ya de nadie. Hay un gato rondando por su casa. No es un gato cualquiera,

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Fondo de armario / Marisol Perales Olor a paraíso

Mi suerte fue nacer en un pueblo de Cuenca con campanas de iglesia y olor a paraíso. Mi suerte fue estudiar en un colegio público y tener como meta el pastel de domingo. Mi suerte fue escribir tu nombre en mi diario y habitar en tus días en tus noches y en ti.

Fotografía

Se nos ve entre montañas y un sol de agosto, sobre un puente romano, detenidos, contemplando la tarde desde arriba. Tú mirabas el vuelo de un vencejo, yo apoyada en el muro, los niños replegados al borde de mi falda.

Allí están nuestras sombras, están nuestras pisadas, nuestra tiempo pintado en blanco y negro.

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Fondo de armario / Antonia Roig Niños de asfalto danzan

Niños de asfalto danzan en las noches de lluvia. Lejos queda el horizonte, surcado por un grueso labio que ha pintado los árboles de azul.

Antonia Roig

Vuestras risas han herido los días de otoño. Desapareced. La luz se torna azul, llega la nieve, los soldados afilan sus espadas. Lloro por vosotros.

Los cuervos vienen a mi jardín. No busquéis a los niños. Dejaron cintas azules en las calles. Buscad en la profundidad de los lagos.

(De Paraísos de Metal, 1990-1993 - inédito)

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Fondo de armario / Antonia Roig Un cuerpo en la nieve

Ha anochecido en la ciudad. Y el silencio duele a todas las almas ansiosas. Lejos, lejos anda un cuerpo brillante que me ha tocado el corazón. No he sabido articular una sola palabra. Los niños me miran y se ríen, los vagabundos cabecean tristes al mirarme. Porque una caricia en mi rostro me ha devuelto a la infancia y he quedado deshojada, aterida. Rozo con mis dedos los muros de los edificios y peregrino entre mis amigos. ¿Qué queréis?, os puedo dar mis ropas, los libros, los pensamientos y tantos besos. Pero no este fino dolor que seca mi garganta, esta secreta ensoñación, este deleite inesperado. En la nieve he caído como una flor. Una mano caliente, como sorprendida ola, me ha cubierto el rostro.

Y he olvidado la fría nieve, la ciudad dormida y los altos teoremas. Me he cogido las rodillas en este rincón cálido y he llorado sin pudor y he lavado todo mi cuerpo.

(De Paraísos de Metal, 1990-1993 - inédito)

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Fondo de armario / Antonia Roig Corredores en los lagos

Los veloces corredores levantan polvaredas intensas. Cierran los ojos, ya cegados por su rápido tránsito hacia la meta.

No quería llorar. No quería perlar mi rostro con esta fría certeza. Que os debo. La sutil añoranza. Este aire de negra melancolía que me da la bienvenida. Sé que soy un refugiado más.

Algunos son leves plumas ondeando un adiós. Porque nunca llegan. Los rostros de los triunfadores palidecen. Por su gesto deshabitado los conoceréis.

He leído, no se dónde, que los corazones se avezan en los tumultos cotidianos. Que los cuerpos se aligeran cuando dicen adiós. Que el pensamiento es un triste registro de adioses.

(De Paraísos de Metal, 1990-1993 - inédito)

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Fondo de armario / Antonia Roig Adiós a los niños

Las aceras de Minneapolis hierven porque desfilan niños sonriendo mientras dicen adiós. Reparten flores entre la muchedumbre. La luz dorada los vuelve etéreos y lejanos. Cada habitante intenta retener un niño y abrazarlo a la orilla de un lago. Pero ellos ríen y enfrían su carne, dispuestos a partir. Minneapolis queda cubierto de hielo y los edificios rojos sangran la nieve contenida. Quedan cerezas brillantes para ser comidas por bocas ansiosas que ya se han ido. Queda una lágrima en cada habitante, la tragan en silencio porque la primavera ha acechado mortal y sin niños para reír. Los aviones se alejan derramando globos de colores, muñecos de nieve que caen como rocío infantil.

Y los habitantes de esta ciudad vuelven a sus casas ateridos y huérfanos de corazón.

(De Paraísos de Metal, 1990-1993 - inédito)

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Poeta a la carta

Marisol Huerta nos habla de su querida Wislawa Szymborska.


Poeta a la carta / Wislawa Szymborska Wislawa Szymborska por Marisol Huerta Niembro Se ha muerto mi poeta favorita.

Se ha muerto y ya solo la tendré en sus poemas.

Se me ha muerto Wislawa Szymborska este pasado febrero de 2012 y no me ha sido posible conocerla. Me había propuesto ir a Cracovia el pasado verano. Pero no pudo ser.

No pudo ser porque ella no quería conocer a nadie y menos a una extranjera que no hablaba su idioma. Wislawa estaba cansada. Wislawa no quería ya visitas de desconocidos. Eso me comunicó Abel Murcia, representante del Instituto Cervantes de Cracovia, traductor de su obra y uno de sus amigos, creo, con el que me puse en contacto a través de Juan Carlos Mestre. Le conté mi sueño en una terraza de La Plaza Mayor de Madrid, una tarde de la primavera 2011. Allí estábamos Urceloy, Mestre y yo

tomándonos un agua mineral. Le conté mi deseo y Juan Carlos me preguntó si era, de verdad, mi sueño más deseado. Sí, ese es mi sueño, le contesté. Es mi sueño y lo deseo más que cualquier otra cosa. Y él se puso manos a la obra para intentarlo hacer realidad a través de sus amigos en el Cervantes de Cracovia. Pero no pudo ser aunque ya había mirado los billetes de avión, el alojamiento, el barrio, la casa donde vivía… Entiendo a Wislawa, entiendo que no quisiera conocer a nadie porque estaba enferma -tenía cáncer de pulmón-, porque era mayor, porque tenía todo el derecho del mundo a su intimidad. No abandonó hasta el final de sus días sus poemas, sus cigarrillos y su copa. No abandonó su querida voz. En este poema de Wislawa titulado El viejo catedrático en homenaje al escritor italiano Antonio Tabucchi, nos habla del paso del tiempo y el poso amargo que te deja la sabiduría. Wislawa le pregunta a un amigo sobre el trabajo y los días que pasan. Le pregunta sobre los amores que se quedaron en el camino. Sobre el veneno del alcohol y el tabaco comparables con el veneno del recuerdo. Maravilloso poema donde las respuestas que le da el viejo catedrático pudieran ser sus respuestas.

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Poeta a la carta / Wislawa Szymborska EL VIEJO CATEDRÁTICO Le pregunté sobre aquellos tiempos en que éramos aún tan jóvenes, ingenuos, entusiastas, tontos, inexpertos.

Algo de eso ha quedado, excepto la juventud -respondió.

Le pregunté si todavía sabe a ciencia cierta lo que es bueno y lo que es malo para el hombre. La más mortífera ilusión posible -respondió. Le pregunté por el futuro, si lo sigue viendo claro.

He leído demasiados libros de historia -respondió. Le pregunté por la fotografía, ésa en el marco, sobre el escritorio.

Fueron, pasaron. Mi hermano, mi primo, mi cuñada, mi esposa, mi hijita sobre las rodillas de mi esposa, el gato en los brazos de mi hijita, y un cerezo en flor, y sobre el cerezo un pájaro volador no identificado -respondió. Le pregunté si es a veces feliz. Trabajo -respondió.

Le pregunté por los amigos, si todavía tiene.

Algunos de mis antiguos ayudantes, que también tienen antiguos ayudantes, la señora Ludmila, que gobierna en casa, alguien muy cercano, pero en el extranjero, dos señoras de la biblioteca, las dos sonrientes, el pequeño Gregorio de enfrente y Marco Aurelio -respondió.

Le pregunté por la salud y por su estado de ánimo.

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Poeta a la carta / Wislawa Szymborska Me prohíben el café, el vodka, los cigarros, cargar recuerdos y objetos pesados. Tengo que fingir que no lo oigo -respondió.

Le pregunté por el jardín y el banco en el jardín.

Cuando la noche es serena observo el cielo. No deja de asombrarme cuántos puntos de vista hay ahí -respondió. Wislawa nació en 1923, en Poznan, Polonia. Antes de empezar a escribir poesía hizo dibujos, escribió cuentos, estudió Sociología y Literatura Polaca, fue empleada de ferrocarriles... Pero realmente se dio cuenta de que lo que quería era escribir cuando se instaló en Cracovia en 1945 y escribió su primer poema: “Mirando el mundo”. Durante muchos años solo se la conoció como poeta en Polonia. A España llegó cuando ganó el Premio Nóbel, en 1996. Conoció la Segunda Guerra Mundial de primera mano. Su obra empezó en 1952, “Por eso vivimos” y terminó en 2009, con “Aquí”.

Tuvo un principio prometedor cuando ganó el Premio Literario de la Ciudad de Cracovia en 1954. Luego, durante nueve años siguió escribiendo sin conseguir ningún premio hasta 1963, que recibe el Premio del Ministerio de Cultura de Polonia. Después pasaron casi treinta años antes que le fuera concedido el Premio Goethe (1991) y, por fin en 1996, el Premio Nóbel de Literatura. Aunque obtuviese pocos galardones, su vocación de poeta le servía de recompensa. Era su forma de estar en el mundo. Sus poemas tienen un efecto claro de cambiar nuestra percepción. Si leemos un poema suyo y damos por sentado lo que quiere decirnos, se convierte en un nuevo poema cuando lo volvemos a leer. Su poesía nos hace ver que somos pasajeros en el tiempo. En su poema «Nada dos veces», se ve clara esta idea: Nada ocurre dos veces. En consecuencia, la triste verdad es que llegamos al mundo improvisados y nos vamos sin poder practicar.

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Poeta a la carta / Wislawa Szymborska Y como de la poesía no se puede vivir, ni se podía vivir tampoco en su tiempo, Wislawa tuvo una serie de trabajos, además de los ya contados, como algunos ligados a la literatura: formó parte del grupo editorial de la revista “Vida Literaria”, sobre todo, dando a conocer a poetas jóvenes de su tierra. También formó parte de otras revistas donde solidificó su crítica contra el ideario de la República Popular de Polonia. También trabajó de oficinista para que no la deportasen a la Alemania nazi y trabajar allí para el Tercer Reich como una esclava cualquiera. No le gustaba viajar y solía poner excusas para no hacerlo: le gustaba estar en su casa de Cracovia. Voy a encuadrar a Wislawa en su país de origen, Polonia, que como otros países del Este se podría decir que no ha existido hasta hace poco. Después de la 1ª Guerra Mundial se creó Polonia como país independiente. Desapareció y volvió a aparecer después de la 2ª Guerra Mundial. Continuamente ha sido poseída por otros países. Tiene fama de ser un país revolucionario. Geográficamente tiene muchas tundras de hielo durante el invierno, que se convierten en trigales en verano. Al sur está la cordillera Tatra, donde vivía uno de los músicos polacos actuales más famosos: Gorecky (a los que lo desconozcáis os invito a escuchar su 3ª Sinfonía).

También fueron polacos otros personajes importantes como Chopin, gran músico, pianista, compositor, intelectual y activista político, que compuso los Nocturnos para piano más bellos, el Papa Juan Pablo II, Lev Valewsa, presidente de Polonia que surgió de la revolución obrera, o Stanislav Lem, uno de los escritores de ciencia ficción más leídos. La poesía de Wislawa es aparentemente sencilla, escrita con un lenguaje muy natural, en el que abundan expresiones de lo más corrientes. Tienen sus poemas una mirada filosófica profunda y un humor irónico. No juzga ni advierte, simplemente mira y ve, y su mirada individual se hace universal. Constantemente se hace preguntas sobre la existencia, el lugar que ocupamos en la naturaleza, en el cosmos, en la historia. No propone soluciones fáciles ni consuelos, más bien nos obliga a reconocer el horror de la existencia, a que cada uno busque por cuenta propia. Habla “para la gente”, en su nombre y en el nuestro porque el tema de sus poemas es la condición humana y la reflexión sobre ella. 39


Poeta a la carta / Wislawa Szymborska Libros y poemas publicados - Busco la palabra, 1945 (fue su primer poema, no libro). - Por eso vivimos, 1952 - Preguntas a mí misma, 1954 - La sal, 1962 - Mil alegrías –un encanto- o Cien consuelos, 1967 - Poemas selectos, 1973 - Si acaso, 1975 - Gran número, 1976 - Gente en el puente, 1986 - Fin y principio, 1993 - De la muerte sin exagerar, 1996 - Paisaje con grano de arena, 1997 - Instante, 2002 - Dos puntos, 2005 - Aquí, 2009 Premios y Distinciones

- Premio de la ciudad de Cracovia, 1954 - Premio del Ministerio del Arte y Cultura, 1963; - Premio de Zygmunt Kaladach, Presidente de la Fundación

de Suiza de Koscielski, 1990 - Premio “Goethe”, en Frankfurt, 1991 - Premio Johannes Herder de la Universidad de Viena, 1995 - Premio anual del Pen Club en Polonia, 1995 - PREMIO NOBEL DE LITERATURA, 1996 Como ya dije antes Wislawa no era conocida en España hasta ganar el Nobel en 1996. Jesús Munárriz, director de Hiperión, fue el primer editor español que recopiló poemas sueltos de Szymborska para sacar un libro. Se puso en contacto con la embajada de Polonia en Madrid, y con la ayuda de algunos traductores, sacó una antología. “El gran número. Principio y fin y otros poemas” (el de pastas verdes). Es un libro muy irregular porque los traductores intentaron rimar en español y la traducción de algunos poemas no quedó nada bien. Posteriormente han salido en diversas editoriales antologías y libros con mejores traducciones, pero hoy día aún no está traducida toda su poesía al castellano. Es difícil clasificar a Szymborska en una poesía específica: podemos encontrar en ella una poesía lírica, centrada en explicar el por qué de las cosas, una poesía

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Poeta a la carta / Wislawa Szymborska metafísica (hay unos pocos poemas en Fin y Principio) y una poesía irónica y sarcástica (que se manifiesta constantemente en toda su obra y que utiliza para referirse a las incapacidades del ser humano para resolver sus problemas o dificultades). Todos sus poemas son muy rítmicos, muy trabajados y algunos de verso clásico. Podría también catalogarse dentro de la poesía social, pero no refiriéndonos a ella como en España, por ejemplo, al estilo de Celaya, sino una poesía más sosegada, pero muy ácida, como por ejemplo el siguiente poema: La primera fotografía de Hitler ¿Y quién es esta personita con su camisita? Pero ¡si es Adolfito, el hijo de los Hitler! ¿Tal vez llegue a ser un doctor en leyes? ¿O quizá tenor en la ópera de Viena? ¿De quién es esta manita, de quién la orejita, el ojito, la naricita? ¿De quién la barriguita llena de leche? ¿No se sabe todavía? ¿De un impresor, de un médico, de un comerciante, de un cura? ¿A dónde irán estos graciosos piececitos, a dónde?

¿A la huerta, a la escuela, a la oficina, a la boda tal vez con la hija del alcalde?

Cielito, angelito, corazoncito, amorcito, cuando hace un año vino al mundo, no faltaron señales en cielo y en la tierra: un sol de primavera, geranios en las ventanas, música de organillo en el patio, un presagio favorable envuelto en un fino papel de color rosa. Antes del parto, su madre tuvo un sueño profético: ver una paloma en sueños, será una buena noticia; capturarla, llegará un visitante largamente esperado. Toc, toc, quién es, así late el corazón de Adolfito. Chupete, pañal, babero, sonaja, el niño, gracias a Dios, está sano, toquemos madera, se parece a los padres, al gatito en el cesto, a los niños de todos los demás álbumes de familia. Ah, no nos pondremos a llorar ahora, ¿verdad?, mira, mira, el pajarito, ahora mismo lo suelta el fotógrafo. Atelier Klinger, Grabenstrasse, Braunen,

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Poeta a la carta / Wislawa Szymborska y Braunen no es una muy grande, pero es una digna ciudad, sólidas empresas, amistosos vecinos, olor a pastel de levadura y a jabón de lavar. No se oye el aullido de los perros, ni los pasos del destino. El maestro de historia se afloja el cuello y bosteza sobre las tareas.

Symzborska afirma, en una entrevista que le hizo una periodista argentina, que no está en contra de escuelas, corrientes o tendencias, simplemente, que no se identifica con ninguna. “A mí no se me ocurre nada, yo veo lo que ocurre a mi alrededor, como cualquiera. La diferencia está en que lo escribo. Escribo lo que veo, estrictamente, y supongo que si otros me entienden, es que también ellos pueden verlo del mismo modo. Yo soy una poeta, aunque siempre permanece en mí el MIEDO ESCÉNICO”, como se puede apreciar en el siguiente poema:

Poetas y escritores Porque es así como se dice. Los poetas entonces no son escritores, sino qué. Al poeta la poesía, al escritor la prosa. En la prosa puede haber de todo, hasta poesía, en la poesía tiene que haber sólo poesía. Según el cartel que la anuncia con una enorme P de trazos modernistas, inscrita en las cuerdas de una lira alada, tendría yo que volar y no entrar caminando. ¿Y no sería mejor descalza que con estos zapatos de oferta, sustituyendo torpemente a un ángel entre taconeo y rechinado? Si al menos fuera más larga mi falda, con más vuelo, y si no sacara yo los poemas del bolso sino de la manga, fiesta, desfile, gran ocasión, pim pam pum, ab ab ba. Allá en el escenario acecha una mesita un tanto espiritista y de patas doradas, y sobre la mesita humea un candelabro. De eso se deduce

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Poeta a la carta / Wislawa Szymborska que tendré que leer a la luz de las velas lo que escribí a la luz de una simple bombita tac tac tac a máquina. Sin preocuparme de antemano si esto es poesía y qué poesía, si de esa en la que la prosa está mal vista, si de esa que es bien vista en prosa. Pero cuál es la diferencia, si sólo se aprecia en la penumbra sobre un fondo de cortinas rojas con flecos morados. La mejor defensa que tiene ella de la poesía y de su poética la expone en el discurso que dio cuando ganó el Premio Nobel de Literatura, que no pongo aquí dada su extensión, pero que os recomiendo leer. Y ahora unos poemas de mi poeta favorita que me gustan especialmente:

Elogio de mi hermana Mi hermana no escribe versos y dudo que empiece de repente a escribir versos. Lo sacó de mi madre, que no escribía versos, y de mi padre, que tampoco escribía versos. Bajo el techo de mi hermana me siento segura: el marido de mi hermana por nada del mundo escribiría versos. Y aunque esto suene a obra de Adam Macedonski, ninguno de mis parientes se dedica a escribir versos. En los cajones de mi hermana no hay viejos versos, ni recién escritos en su bolso. Y cuando mi hermana me invita a comer sé que no es con la intención de leerme sus versos. Sus sopas son exquisitas sin premeditación y el café no se derrama sobre sus manuscritos.

En muchas familias nadie escribe versos. Pero si lo hacen, es raro que sea sólo una persona. A veces la poesía fluye en cascadas de generaciones, lo que crea peligrosos remolinos en sus mutuos

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Poeta a la carta / Wislawa Szymborska [sentimientos.

Mi hermana cultiva una buena prosa hablada, y toda su escritura son postales de sus vacaciones con textos que prometen lo mismo cada año: que cuando vuelva, me contará todo, todo, todo.

Desde hace mucho cerré mi tercer ojo ante todo esto, me despedí de todo con la aleta, me encogí de ramas. Se esfumó, se perdió, se dispersó a los cuatro vientos. Yo misma me sorprendo de mí misma, de lo poco que quedó de mí: un individuo aislado, del género humano por ahora, que sólo perdió su paraguas ayer en el tranvía. Las tres palabras más extrañas

Discurso en el depósito de objetos perdidos Perdí algunas diosas en el camino de sur a norte, y también muchos dioses en el camino de este a oeste. Se me apagaron para siempre un par de estrellas, ábrete cielo. Se me hundió en el mar una isla, otra. Ni siquiera sé exactamente dónde dejé las garras, quién trae mi piel, quién vive en mi concha. Mis hermanos murieron cuando me arrastré a la orilla y sólo algún huesito celebra en mí ese aniversario. Salté de mi pellejo, perdí vértebras y piernas, me alejé de mis sentidos muchísimas veces.

Cuando pronuncio la palabra Futuro, la primera sílaba pertenece ya al pasado. Cuando pronuncio la palabra Silencio, lo destruyo. Cuando pronuncio la palabra Nada, creo algo que no cabe en ninguna no-existencia. La habitación del suicida Seguramente crees que la habitación estaba vacía. Pues no. Había tres sillas bien firmes.

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Poeta a la carta / Wislawa Szymborska Una lámpara buena contra la oscuridad. Un escritorio, en el escritorio una cartera, periódicos. Un buda despreocupado. Un cristo pensativo. Siete elefantes para la buena suerte y en el cajón una [agenda. ¿Crees que no estaban en ella nuestras direcciones? Seguramente crees que no había libros, cuadros ni discos. Pues sí. Había una reanimante trompeta en unas manos [negras. Saskia con una flor cordial. Alegría, divina chispa. Odiseo sobre el estante durmiendo un sueño reparador tras las fatigas del canto quinto. Moralistas, apellidos estampados con sílabas doradas sobre lomos bellamente curtidos. Los políticos justo al lado se mantenían erguidos. No parecía que de esta habitación no hubiera salida, al menos por la puerta, o que no tuviera alguna perspectiva, al menos desde [la ventana. Las gafas para ver a lo lejos estaban en el alféizar. Zumbaba una mosca, o sea que aún vivía. Seguramente crees que cuando menos la carta algo aclaraba.

Y si yo te dijera que no había ninguna carta. Tantos de nosotros, amigos, y todos cupimos en un sobre vacío apoyado en un vaso Un terrorista: Él observa La bomba explotará en el bar a las trece veinte. Ahora apenas son las trece y dieciséis. Algunos todavía tendrán tiempo de salir. Otros de entrar. El terrorista ya se ha situado al otro lado de la calle. Esa distancia lo protege de cualquier mal y se ve como en el cine: Una mujer con una cazadora amarilla: ella entra. Un hombre con unas gafas oscuras: él sale. Unos chicos con vaqueros: ellos están hablando. Trece diecisiete y cuatro segundos. Ese más abajo tiene suerte y sube a una moto, y ese más alto entra. Trece diecisiete y cuarenta segundos. Una niña: ella va andando con una cinta verde en el pelo. Sólo que de repente ese autobús la tapa. Trece dieciocho.

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Poeta a la carta / Wislawa Szymborska Ya no está la niña. Habrá sido tan tonta como para entrar, o no, eso ya se verá cuando vayan sacando. Trece diecinueve. Y ahora como que no entra nadie. En vez de entrar aún hay un gordo calvo que sale. Pero parece que busca algo en sus bolsillos y a las trece veinte menos diez segundos vuelve a buscar sus miserables guantes. Son las trece veinte. Qué lento pasa el tiempo. Parece que ya. Todavía no. Sí, ahora. Una bomba: la bomba explota. Un gato en un piso vacío Morir, eso no se le hace a un gato. Porque qué puede hacer un gato en un piso vacío. Trepar por las paredes. Restregarse entre los muebles.

Parece que nada ha cambiado y, sin embargo, ha cambiado. Que nada se ha movido, pero está descolocado. Y por la noche la lámpara ya no se enciende. Se oyen pasos en la escalera, pero no son ésos. La mano que pone el pescado en el plato tampoco es aquella que lo ponía. Hay algo aquí que no empieza a la hora de siempre. Hay algo que no ocurre como debería. Aquí había alguien que estaba y estaba, que de repente se fue e insistentemente no está. Se ha buscado en todos los armarios. Se ha recorrido la estantería. Se ha husmeado debajo de la alfombra y se ha mirado. Incluso se ha roto la prohibición y se han desparramado los papeles. Qué más se puede hacer. Dormir y esperar. Ya verá cuando regrese,

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Poeta a la carta / Wislawa Szymborska ya verá cuando aparezca. Se va a enterar de que eso no se le puede hacer a un gato. Irá hacia él como si no quisiera, despacito, con las patas muy ofendidas. Y nada de saltos ni maullidos al principio. Aquí (estrofa).

“La vida en la tierra sale bastante barata. Por los sueños, por ejemplo, no se paga ni un céntimo. Por las ilusiones, solo cuando se pierden. Por poseer un cuerpo, se paga con el cuerpo.” Gracias, Wislawa Szymborska, muchas gracias por haber sido la poeta que me da luz cuando el mundo se pone tan oscuro. Marisol Huerta Niembro

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Territorios diV ersos

Carmen Díaz-Maroto nos toca la piel, esa fina frontera entre el cuerpo y el mundo, que es también pantalla sensible a lo que en él acontece.


Territorios diVersos / Carmen Díaz-Maroto La piel La piel es el mayor órgano del cuerpo humano. Su extensión equivale a unos 2 m2, y su espesor varía entre los 0,5 mm (en los párpados) y los 4 mm (en el talón). Su peso aproximado es de 5 kg. Permite proteger al organismo de agresiones externas, ayuda a conservar la integridad de sus estructuras y a funcionar como un sistema de comunicación con el entorno.

La piel materia, coraza, blindaje, ejerce como límite de nuestro territorio. Por ella aprendemos a conocernos; es la frontera que marca el inicio de lo ajeno, por donde comenzamos a admitir su realidad. No se puede rasgar su superficie sin herirla. A pesar de su fragilidad, es el guardián que nos protege de todo lo exterior y del otro. Armadura que al tacto se vuelve dúctil, porosa, se viste de membrana y permite el ritual de su particular ósmosis. Sus poros se abren en la necesidad de consentir el paso del fluido del otro, de su aliento, su olor, su saliva. Así la piel pasa a ser sentido del gusto, la puerta del gusto, una extensión de la boca. Se convierte en un animal hambriento

capaz de trastocar el beso en simulacro de antropofagia; tal es el deseo de asimilar al otro, de engullirle, poseerle o de transformarse en él. Dos cuerpos abandonados a ser sólo instinto, baile continuo entre ser lobo y alimento. En este diálogo de la piel, la voluntad que esconde el cuerpo se realiza y se transciende, es la paradoja que le da plenitud. El ser que envuelve se hace fuerte en su vulnerabilidad, se completa al ser reconocido y asimilado por el otro. Lúdica y creativa, la piel practica continuamente el transformismo. Amparada en esta característica absorbe la naturaleza de otros sentidos, se transmuta en mirada cuando falla la vista. El tacto se centra en la yema de los dedos, así percibe los bordes, la consistencia, la suavidad y aspereza de aquello que toca, lo alza en medio de la oscuridad y de la nada, modela y revela la materia, la crea como algo que sólo puede leer la conciencia aprendida por las manos. Le da un matiz más profundo que la mirada, es como si únicamente la materia fuese capaz de entender y hacerse entender por la materia, adentrarse en su mundo sacando a la superficie los secretos que guarda, los perfiles que se escapan y que sólo la piel puede conocer. Esa es la riqueza del volumen, de las curvas, de los planos, de las texturas, casi se podría decir que la piel

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Territorios diVersos / Carmen Díaz-Maroto escucha la respiración de las cosas, se hace oído. Reconoce el temblor de otra piel, el estremecimiento de las superficies muertas o vegetales por el impulso del aire o de otra fuerza natural. Escucha todo aquello que no tiene lengua para articular palabra. Oye y acepta este diálogo mudo, se hace voz, contesta con su propio escalofrío y temblor, su propia maravilla de existir. La piel, como cualquier ser vivo, se fabrica, se modifica, se rehace con la esencia del tiempo; crece con sus recuerdos. Tiene memoria y recuerda, se habilita como puerta a la añoranza, a la ensoñación; evoca la infancia, el estremecimiento del deseo pasado. Como ser hecho de memoria se deja delatar por la edad, muestra sus propias cicatrices, algunas costumbres que la señalan, las huellas de sus gestos. Se convierte en el plano donde poder leer nuestra historia. Somos la reflexión de la piel en el discurso del tiempo.

Carmen Díaz-Maroto

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Mirador

Claudio C. Aranda se inspiró en la obra pictórica de Paloma Benítez para componer sus poemas. En la página 55 encontraréis información sobre la artista y las obras que aquí se publican.


Mirador / Paloma BenĂ­tez y Claudio C. Aranda

Miro la luz, calculo la carga de tu cuerpo y su perfil el trazo de los dedos.

Las huellas del destino

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Mirador / Paloma BenĂ­tez y Claudio C. Aranda

Luz de papel, la tinta de cada ola, la espuma en tus ojos ausentes.

En tus ojos naufraguĂŠ

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Mirador / Paloma BenĂ­tez y Claudio C. Aranda

Sobre la niebla las rayas de la mano y tu pincel.

El silencio de Chu Ta

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Paloma Benítez: biografía y ficha técnica de las obras que aquí se presentan

Paloma Benítez. Nacida en Madrid en 1957, confiesa que “cuando comenzó la carrera de bellas artes con más de cuarenta años nada hacía prever que un día se convertiría en artista”. Su obra, de una libertad creativa a toda prueba, profundiza el color y la percepción plásticas. Son varios los libros de artista, grabados y carpetas de dibujo que la conforman. Para esta colaboración traemos una pequeña muestra. Obra Título: El silencio de Chu Ta, plancha nº 8 Serie: El silencio de Chu Ta Técnica: Grabado en hueco mediante mordida de ácido directo y punta seca Matriz: Aluminio Tamaño matriz: 39,00x25,50 Soporte: Papel Lavis Tamaño soporte 49,50x35,50 Año realización: 2010 Taller: Taller de Estampación de la Facultad de BBAA de la UCM Tirada: 1/1

Título: En tus ojos naufragué Técnica: Monotipo Matriz: Acetato Tamaño matriz: 56x38 Soporte: Papel Superalfa Tamaño soporte: 56x38 Año realización: 2006 Taller: Taller de Estampación de la Facultad de BBAA de la UCM Tirada:1/I

Título: Las huellas del destino Técnica: Serigrafía Tamaño: 70x50 Soporte: Basik Año realización: 2009 Taller: Taller de serigrafía de la facultad de BBAA de la UCM Tirada: 6/12

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Retrato en auto

Recibimos en estas páginas a Amalia Bautista, que plasma con sencillez la respiración más íntima.


foto de Xiomara Cantera

Retrato en auto / Amalia Bautista

Amalia Bautista

Concisión, sencillez, medida, y mucho talento. Confieso que pertenezco a la inmensa minoría de lectores devotos de Amalia Bautista. “Hay que luchar contra la dificultad y contra la facilidad, y es mucho más complicado hacer un poema al que no le sobre nada que hacer un poema al que nada le falte”. “El poema y el lenguaje utilizado tienen que llegar a parecer inevitables. Y eso tiene una relación directa con la dificultad

de lo sencillo”. “El poema debe tener una estructura clara y precisa, debe decirnos cosas y no sólo palabras, y debe tender un puente entre lo particular y lo universal, un camino de ida y vuelta que puedan recorrer autor y lector”. Éstas, son algunas de las cosas que A.B. dijo en diciembre de 2008 en la Fundación Juan March (El nº 22 de la colección Poética y Poesía las recoge junto con otras no menos reveladoras y una nutrida selección de sus poemas). Nacida en Madrid en 1962, es licenciada en Ciencias de la Información por la Complutense y redactora del gabinete de Prensa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Ha publicado una decena de libros, Tres deseos. Poesía reunida (Renacimiento, Sevilla, 2006; 2ª edición, 2010) puede ser una buena muestra de su trabajo, y poemas suyos figuran en otras tantas antologías . Poesía que perdura, que no engaña. Ha sido traducida al italiano, al portugués, ruso y árabe. Ella nos da una pista ”En poesía importa lo que se dice y cómo se dice, pero también, y quizá por encima de esto, lo que se calla y lo que se sugiere”. Qué difícil tan clara sabiduría. J.P. Carranque

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Retrato en auto / Amalia Bautista CÁRCEL DE AMOR

LOS PIES

De todas las mujeres que has tenido que me quieres a mí más que a ninguna es lo que dices siempre. Sin embargo, ellas pudieron compartir tu cama. Y a mí me has encerrado en este cuarto en el que me visitas por las tardes. Me traes dulces y libros, y me hablas de arte y literatura. Al despedirte me das un paternal beso en la frente y así hasta el otro día. Y yo me quedo sola y me aburro. Y echo en falta un hombre. Por eso, no te extrañes ni me insultes, amor mío, si vienes por sorpresa y me ves abrazada al carcelero.

Qué feos son los pies de todo el mundo, menos los de mis hijas. Qué bonitos son los pies de mis niñas. Los mofletes redondos y rosados de los ángeles envidian sus talones, y sus dedos, vistos desde la planta, diminutos, tienen la suavidad de los guisantes. Los tienen a estrenar. Y me conmueve pensar en cada paso que aún no han dado.

(De Cárcel de amor, 1988)

(De Cuéntamelo otra vez, 1999)

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Retrato en auto / Amalia Bautista AL CABO

EL DOLOR

Al cabo, son muy pocas las palabras que de verdad nos duelen, y muy pocas las que consiguen alegrar el alma. Y son también muy pocas las personas que mueven nuestro corazón, y menos aún las que lo mueven mucho tiempo. Al cabo, son poquísimas las cosas que de verdad importan en la vida: poder querer a alguien, que nos quieran y no morir después que nuestros hijos.

El dolor no humaniza, no ennoblece, no nos hace mejores ni nos salva, nada lo justifica ni lo anula. El dolor no perdona ni inmuniza, no fortalece o dulcifica el alma, no crea nada y nada lo destruye. El dolor siempre existe y siempre vuelve, ninguno de sus actos es el último y todos pueden ser definitivos. El dolor más horrible siempre puede ser más intenso aún y ser eterno. Siempre va acompañado por el miedo y los dos se alimentan uno a otro.

(De Cuéntamelo otra vez, 1999)

(De Estoy ausente, 2004)

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Retrato en auto / Amalia Bautista LA FOTO

IRA

Hazme una de esas fotos que tú haces, empaña el objetivo, desenfoca lo justo y mide mal la luz. Ahora que está cayendo el día no es difícil salir favorecida. Que los rasgos se suavicen, que todas las arrugas del alma y del contorno de los ojos desaparezcan y que quien me mire piense que puedo merecer la pena. Y sobre todo, que lo que emocione de esa foto no sea yo, que salgo allí, sino tus ojos que la han hecho.

Ninguna más injusta por desproporcionada que la ira de Dios contra el gesto pueril de los amantes. Sólo era una manzana y el deseo de ser osados, libres, buenos.

(De Estoy ausente, 2004)

(De Pecados, 2005)

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Retrato en auto / Amalia Bautista GULA

UN PATIO DEL SUR

El sabor de los higos, su textura limando y lubricando la lengua, el paladar, los labios, las encías. El líquido estallido de las uvas entre los dientes, inundando todo. El chocolate derretido. El café, el vino rojo, el pan caliente. Mi almíbar en tus labios. Tu sal sobre los míos.

Un patio, cualquier patio, en un hueco del sur, limoneros de aroma mareante, la luz del día que se va muriendo indiferente, igual que cualquier día, repitiendo ese rito que conserva el misterio de las cosas sabidas y temidas a un tiempo: ¿y si fuera la última esta tarde? Bandadas de vencejos cruzan el cielo oscuro, bordean la alta torre, consiguen despistarme con sus vuelos erráticos cuyo frágil destino desconozco. Las campanas empiezan a sonar y los vencejos fingen asustarse con el estruendo, pero todo es juego, y tragedia, y cabriola, y trazado de círculos perfectos contra el gris rojizo de agonía del alto y ancho cielo.

(De Pecados, 2005)

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Retrato en auto / Amalia Bautista El cielo ya está negro del todo. Entre las ramas del limonero ríe y me deslumbra, tan arriba, un lucero.

IDA Y VUELTA Cuando nos dirigimos al amor todos vamos ardiendo. Llevamos amapolas en los labios y una chispa de fuego en la mirada. Sentimos que la sangre nos golpea las sienes, las ingles, las muñecas. Damos y recibimos rosas rojas y rojo es el espejo de la alcoba en penumbra. Cuando volvemos del amor, marchitos, rechazados, culpables o simplemente absurdos, regresamos muy pálidos, muy fríos. Con los ojos en blanco, más canas y la cifra de leucocitos por las nubes, somos un esqueleto y su derrota.

(De Luz del mediodía, 2007)

Pero seguimos yendo. (De Roto Madrid, 2008)

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Retrato en auto / Amalia Bautista EL PUENTE

Si me dicen que estás al otro lado de un puente, por extraño que parezca que estés al otro lado y que me esperes, yo cruzaré ese puente. Dime cuál es el puente que separa tu vida de la mía, en qué hora negra, en qué ciudad lluviosa, en qué mundo sin luz está ese puente, y yo lo cruzaré.

(De Roto Madrid, 2008)

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Ficha técnica / conVersos nº5 Grupo de los poetas conVersos:

Alicia Naya, Antonia Roig, Carlos Gamarra, Carmen Díaz-Maroto, Carmen Crespo, Carmen Paredes, Claudio Caranda, Elisa Fernández de Castro, Esther Lucio Marino, Federico Monroy, Fran Boyant, José Pérez Carranque, Juana Arriaga, Manuela Sola Castro, María de la O Guillén, Marisol Huerta, Marisol Perales, Nieves Pulido, Paloma Espartero, Pepe Alcamí y Tirsa Caja. Fotografía de la portada: Esther Lucio Pensada en: Café Ajenjo, Madrid, 2010

Diseño y maquetación: Manuela Sola Castro

Correctoras de estilo: Esther Lucio y Nieves Pulido

Número 5 editado digitalmente el día: 6 de junio del 2012 Contacto: conversosrevistadepoesia@gmail.com

Facebook: http://www.facebook.com/pages/conVersos-revista-de-poesia

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