conVersos nº7

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con ersos

Revista de poesía nº7, año III


Índice

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Carnet de identidad

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Fondo de armario Fran García Antonia Roig Alicia Naya Marisol Huerta Esther Lucio Marino José Pérez Carranque

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Mirador La línea de lo indecible por Manuela Sola Castro Retrato en auto Juan Antonio González Iglesias

Ficha técnica Poeta a la carta Ángel González. El poeta del compromiso por Fran García

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Territorios diVersos Instrucciones para cruzar una calle por Antonia Roig

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Carnet de identidad Dos mil doce

Un año sorprendente, pienso yo. Sorprendente sentir que la democracia, el mejor de los sistemas actuales, pensaba yo, tiene poros por donde supura un agüilla tóxica que contagia y corrompe nuestro sistema que debería estar sano y fuerte. Y tan débil se encuentra el cuerpo que las reacciones son lentas, los anticuerpos están cansados y la salud se va debilitando. Y El Grito de angustia anticipado por Munch es hoy un eco en el rostro de la calle. La falta de salud puede llevar a la pérdida y este año hemos perdido dos grandes cuerpos que ahora son celestes. O tal vez ya lo eran en la tierra. Oscar Niemeyer, el arquitecto de las formas poéticas, y Manuel António Pina el poeta que daba forma al silencio. Estarán allí, los dos, llenos de complicidades, dibujando palabras en forma de casa en la lengua de Pessoa, que también es la mía. Jamás serán olvidados. Oscar Niemeyer dejó en el paisaje objetos llenos de armonía y humanidad.

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Manuel António Pina una humanidad evidente en cada palabra del paisaje. De ellos hemos ganado la belleza que emanó de sus poros hacia el mundo, con pasión explosiva y serenidad estética. Como se cosntrói uma casa es el último libro de Pina, que no está en España. La última obra de Niemeyer reside en España y lleva su nombre: Centro Oscar Niemeyer. Qué lujo para los que aquí vivimos.

Não é o ângulo reto que me atrai. Nem a linha reta, dura, inflexível, criada pelo homem. O que me atrai é a curva livre e sensual. A curva que encontro nas montanhas do meu país. No curso sinuoso dos sentidos, nas nuvens do céu. No corpo da mulher preferida. De curvas é feito todo o universo. (*) Oscar Niemeyer


Carnet de identidad

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Helga Alvear (Dr. Fourquet, 12 - Madrid) el proyecto Los encargados dedicado a los ciudadanos que corean: “lo llaman democracia y no lo es. ¡No lo es!”

Manuela Sola Castro

Uma casa é as ruínas de uma casa, uma coisa ameaçadora à espera de uma palavra; desenha-a como quem embala um remorso, com algum grau de abstracçao e sem um plano rigoroso. (**) Manuel António Pina Me sorprende tanta belleza y proclamo que esta sea elevada a la más noble de las artes (que me disculpe Platón): el arte de platicar y practicar lo Bello. Eso sí, sin Photoshop. Acabo de leer en el Cultural de hoy (18/1/2013) que Jorge Galindo y Santiago Sierra exponen en la galería

(*) No es el ángulo recto lo que me atrae. Tampoco la línea recta, dura, inflexible,

creada por el hombre. Me atrae la curva libre y sensual. La curva que encuentro en

las montañas de mi país. En el curso sinuoso de los sentidos, en las nubes del cielo. En el cuerpo de la mujer preferida. De curvas está hecho el universo. (**) Una casa es las ruinas de una casa.

Algo amenazador a la espera de una palabra;

dibújala como quien acuna un remordimiento,

con cierto grado de abstracción y sin un plano riguroso.


Fondo de armario

Despliegan sus versos los conVersos Fran García que, siendo la primera vez que publica sus poemas en la revista, se hace acompañar de una autobiografía; Antonia Roig con poemas de su libro recién editado Nueve piezas de fuga y tres divertimentos; Alicia Naya; Marisol Huerta; Esther Lucio Marino y José Pérez Carranque, de los que podéis saber un poco más en el primer número de la revista.


Fran García

Fondo de armario/Fran García

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Fran García nació en Valencia en 1975. Sus primeros recuerdos del colegio son un poema que memorizó y un beso que robó en el baño de chicas. Si le dan a elegir, se queda con lo segundo. Su formación en ciencias no le dio la fórmula de ninguna emoción humana y así abrió las puertas de los talleres de poesía, donde junto a Elena Escribano y Ada Salas comprendió que puede haber más verdad en unos versos inexactos que en el más estudiado de los algoritmos y que en los versos de Ángel González o Wislawa Szymborska hay más respuestas sobre lo humano que en la Enciclopedia Británica. No ha publicado aún y duda si hacerlo, escribe cuando lo necesita, vive, ama, y ha dejado de perseguir certezas.


Fondo de armario/ Fran García

Ver y no verte donde estás y no existo. Quiero en tus ojos cortar el viento detenido tener la noche atar el hemisferio.

Si no hay otro dardo que este silencio conocer el aire será escalera correr de pronto a tu risa el sol de frente tu grito

-nuevo horizonteabierto.

A Chon

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Condeno el terror de la distancia que te has marcado el disfraz con el que respiras y te tambaleas por la que fuiste.

Si alcanzas mi bandera te limito. Deserta con la fiebre y la tortura y venga la utopía de sal en otras manos.


Fondo de armario/ Fran García

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Horatio Chapple Huelo la sangre en sus colmillos… Francisca Aguirre

Creyó cerrar los ojos y adentrarse en la banquisa, así la mandíbula alcanzaba al cerebro.

Y de repente se hizo lunes y la semana divisó el abismo.

Mantenía el sueño profundo y limpio del que explora horizontes propios mientras el sol de medianoche puso la sombra a su último aliento.

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Ni tuvo miedo ni evitó los impactos.

No pudo ver el zarpazo final pero quiso oler su misma sangre en los colmillos en el momento exacto que amó la brisa.

Y materia inmateria abdomen y preámbulo partían fecha y rumbo a un destino no ausente no de mí.

Los días cortaban en la mentira que dejamos en carne otra manzana otra luz

la misma lluvia y pasos huecos tratando de avanzar mi vida en veintiuno.


Fondo de armario/ Fran GarcĂ­a

--------------------------------------Todo el silencio aullaba toda la asfixia. En cal el tiempo y el aire en piedra.

A otro sol otra sombra tiza y fiebre

y el viento huracanado en calma por si la ausencia.

----------------------------------------Ăšltimo tenor de alimento de cruda luz declina.

La noche muda que entiende los fines y acoge entero el silencio que nos dijimos.

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--------------------------------------Eterno e invisible (fugaz instante en que) me precipito.


Fondo de armario/ Fran García

De aquellos días verdes tan solo pude obtener mi derrota, la fatiga que naufragó en su espalda, el desorden destino de lo humano.

Como un clavo ardiendo en la última hoguera respiro.

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Fondo de armario/ Antonia Roig

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Pieza de Fuga nº 8: Perpetuum Mobile Para Elisa Fernández de Castro

Antonia Roig

I

Ni aún hallando sabré. Claudio Rodríguez

Sonata para piano nº 30 Opus 109 de Ludwig van Beethoven

Esta mañana, quizás para sentir el aire que mi cuerpo desaloja al desplazarse, he vagado de una estancia a otra de mi casa, aspirado el aroma de las flores, al tiempo que mis dedos rozaban levemente el búcaro, y he leído unas páginas de un libro. Y, respondiendo a la armonía de las cosas,


Fondo de armario/ Antonia Roig

he sentido mi pulso sosegado, aunque también podría haber sido filiforme si yo hubiese apreciado netamente la oscura soledad de los objetos; podría, incluso, haberse acelerado —siempre la calma encierra una amenaza—, y, si lo considero largamente mientras observo esa mota de polvo que sólo brilla bajo un ángulo exacto de la luz, no sé qué he sentido, quizás

mi puro discurrir entre las cosas como si no fuera sustancia grave, sólo un estar volátil y azaroso, una forma perpetua de mudanza.

Y, ahora, me pregunto: el constante movimiento de mi cuerpo, ¿fue o, acaso, es? Y desplazo mi mano lentamente, la veo ocupando planos sucesivos —sólo un instante sobre el búcaro, escogiendo una rosa ya marchita,

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para luego guardarla entre unas páginas— y de nuevo mi pulso se agita o se sosiega, sin que yo sepa distinguir el punto de inflexión de mis latidos, y sólo alcance a aprehender esta fuga perpetua de mi cuerpo. Así van ya mis días, en su azarosa plenitud, fugaces, en su perenne discurrir, eternos.


Fondo de armario/ Antonia Roig

II

Sonata para piano nº 31 Opus 110 de Ludwig van Beethoven

Esta tarde, quizás porque la calma me perturba, vago de aquí a allá buscando un orden, un ancla entre las cosas y yo misma. Así, huelo las flores y deslizo mi dedo por el búcaro, hojeo algunos libros, y vuelvo a recordar aquella tarde en el parque robando algunas flores —qué intenso olor de rosas y retama y qué fácil tu risa al aire libre—, o aquella otra, en invierno, el mercadillo, —el búcaro de arcilla estaba helado, Plaza de España, nieve, ¿lo recuerdas?, ¿recuerdas tu sonrisa al regalarme la traducción de T.S. Eliot, por Valverde?

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In my beginning is my end, En mi comienzo está mi fin—, y, por un instante, con el recuerdo, me siento en armonía entre las cosas, amparada en un orden mi mudanza,

pero si reflexiono largamente, mientras busco ese libro, la prueba material de aquellas tardes, no sé

si el robo de unas flores, la nieve en una plaza, o el regalo del libro fueron así como recuerdo

y me pregunto: ¿el perfume que guardo en mi memoria, el frío de la nieve en mis mejillas, los versos aprendidos —In windless cold that is the heart’s heat, En el frío sin viento que es el calor del corazón—, qué son, a qué se deben?


Fondo de armario/ Antonia Roig

Y miro el búcaro, las flores, los libros esparcidos en mi mesa, en su tranquilo estar, ajeno a mí y a mis asuntos, y vuelvo a preguntarme: ¿qué puedo saber yo de la materia, qué orden da sentido al movimiento?

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III

Sonata para piano nº 32 Opus 111 de Ludwig van Beethoven

O, acaso, ¿todo sucede en planos paralelos?, but not the speculation of perpetual possibility, no, my dear, this is true, física de materia condensada, tangible como el filo de las hoces: Pues si vemos lo presente cómo en un punto s’es ido e acabado, si juzgamos sabiamente, daremos lo no venido por passado, no daremos lo venido por pasado, daremos lo no venido por hallado, no daremos lo venido


Fondo de armario/ Antonia Roig

por hallado, etcétera, etcétera, etc.…

¿Es eso?, un bucle que a sí mismo se alimenta, una mota de polvo en perpetuo movimiento a veces por la luz iluminada…

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que no es certeza ni una duda, que no es un fin ni es un comienzo, que no es un don ni es una espera, que no es un no, no es…

Qué silencio tan duro en esta noche, todo reposa y todo late con su lenguaje propio, extrañamente, el búcaro, las flores, los libros esparcidos en mi mesa —yo misma, el ritmo de mi pecho al respirar.

¿Es así?, ¿debe ser así?, la consciencia de un pliegue en la consciencia, un perpetuo movimiento browniano… —pero no alejes tu cuerpo de mi cuerpo, deja que escuche cómo duermes… Qué turbia claridad, aquí, que no es un sitio ni un estado, que no es un sueño ni vigilia,

(de Nueve piezas de fuga y tres divertimentos Ediciones Vitruvio, Madrid 2012)


Fondo de armario/ Antonia Roig

Divertimento nº 1: Poemas a la rosa

I Esta mañana, mirando la rosa que hay en mi mesa, recordé las frías rosas de Rilke y la de Saint-Exupéry, y a punto estuve de aplastar su cáliz cuando volvieron a mi mente el huerto claro, junto al limonero, el aroma de las viejas rosas de Ronsard, y la dejé, un tanto avergonzada de mi impulso, nuevamente en su búcaro, tranquila.

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II Hoy, al caer la tarde, la luz tenía esa cualidad evanescente que nos lleva a dudar de la evidencia. Por ejemplo, la frase de Gertrude Stein Rose is a rose is a rose ¿quiere decir what you see is what you get o, acaso, what you see is what you mean? III La rosa se empeña en no morir como otras flores y se está consumiendo en pura forma. Finge en su búcaro que sigue conservando su fragancia y que yo aún me complazco en aspirar su aroma. (de Nueve piezas de fuga y tres divertimentos Ediciones Vitruvio, Madrid 2012)


Alicia Naya

Fondo de armario/Alicia Naya

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Ahora precisamente ahora que no sé qué decir

Ahora que ya no soy la misma que ya no me desangro puedo hablar en primera persona Ahora que me defino exactamente entre el relente y el sol del mediodía


Fondo de armario/ Alicia Naya

Desde el ventanal

Hoy amanece nublado y me demoro en mi habitación, leyendo y releyendo. Al levantar la vista, veo un delfín prácticamente en la orilla. Como el latido del corazón el cantábrico, entra y sale de esta bahía. Con la marea baja, han quedado algunas rocas a la vista y entre ellas, como jugando, nada el delfín. Un hombre vestido de neopreno y con aletas, ha ido a su encuentro, al principio le ha dejado acercarse, para alejarse después como jugando. Cuando han levantado las nubes, la cruz roja ha intentado alejarlo de la playa, que volviera mar adentro con los suyos.

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Esta mañana un delfín ha quedado varado en esta playa. En la misma que yo llevo ya varios días.


Fondo de armario/ Alicia Naya

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La poesía no me pide exactamente una especialización. Tampoco me pide tiempo o trabajo. Ni me pide una ciencia o una teoría. Me pide que viva atenta como una antena. Sophia de Mello

Vaso con agua. Vaso continente vacío de contenido al menos para mí en este momento que quiero arañar un rastro de luz al universo un relámpago. Sé que estoy creando un cauce artificial para depositar en él estas palabras. Cuando el relámpago nos es dado las palabras fluyen por él haciendo cauce.

Cuando esta casa, en la que vivo hace años, tenga una salida, yo cerraré la puerta para guardar su calor. Francisco Urondo.

Esta casa -que tantas voces acogióse ha quedado sola. Las paredes -mudos testigosme devuelven el eco. En esta soledad sonora estoy llena de mí llena de todos.


Fondo de armario/ Alicia Naya

Ola

Soy movimiento, cadencia, energĂ­a. Me asomo a lo otro.

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Fondo de armario/ Marisol Huerta

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Poemas de julio

Marisol Huerta

I Ese hombre no existe aún. No ha nacido. No ha pisado las traviesas del tren que no sabe a dónde va. Ese hombre no puede estar tranquilo como lo está el acero de un cañón de fusil solitario. No puede estar tranquilo porque no es nada todavía. III Esa señora debe pertenecer a una rara especie. Hace unos ruidos con su garganta que recuerdan al silbido de una sirena de barco. Esa señora no sabe que es un pájaro. Que es un cruce entre canario y diamante mandarín. Alguien debe decírselo pero yo no sé hablar.


Fondo de armario/ Marisol Huerta

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IV

VIII

Encargaron a aquella mujer custodiar algo muy valioso. Algo que no sabía nadie qué era. Le cabía en sus manos y le sobraba espacio. Cuando lo cogió se sintió rota de la luz que no discernía. Aquella mujer no pidió dinero ni palabras a cambio. Siempre lo conservó.

Estaba condenada desde antes a la soledad. Así salió en su carta astral. Pero tenía miedo de estar sola y le robaba al crepúsculo toda la gama de grises: arenoso, alto, humeante, extensible, disperso, borroso, ensombrecido… Esta tonalidad tan evidente hizo que el fuego de su chimenea se hiciese invisible como la verdad que le esperaba. Ya nunca más podría construir. Entre los demás y ella surgió una distancia tan larga como la que hay entre una estrella y otra.

V ¿Cómo íbamos a darle sentido al acto de restar cien de cincuenta? ¿Cómo podría ser si no teníamos nada? Los actos realizados discurrían ajenos a nosotros. Discurrían ajenos al hecho de ser la causa de duda entre los que nos rodeaban. Cómo íbamos a darle importancia si ya éramos sabios, lo único necesario entre la nada.

Y se quedó mirando.


Fondo de armario/ Esther Lucio Marino

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Esther Lucio Marino

Al contrario

Las partĂ­culas gravitan en la oscuridad sorprenden los doce filamentos de luz que me atraviesan. Bajo la humedad de la espalda

cruje

la madera reseca en el silencio el canto de los cereales la quietud del olor la sangre que el viento acoge al filtrar entre las estacas una espiga vencida y la esencia de los barros.


Fondo de armario/ Esther Lucio Marino

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Últimos juegos

Sabiduría

Nada pesa el tiempo de lo entrañable y añoro ya el aliento de los jueves.

La precisión de la palabra eriza la piel muerta despertando cuanto ignoramos en una dimensión directa proporcional a lo que no dice la voz de quien la escucha.

Aunque así

susurren los recuerdos

se pierden las palabras pero queda el sedimento aún no reposado como un silencio eléctrico que asoma en la mirada porque son pocos los abrazos verdaderos.


Fondo de armario/ Esther Lucio Marino

La piel es inocente. No obedece. Responde a las palabras despertando de una muerte transitoria. Se revela. Acoge en su ignorancia al mecanismo certero del temblor.

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La piel galopa el pulso. Una presencia elĂŠctrica me cose a los abrazos invitados por los sueĂąos.

Persigo cada rastro de ese aliento.


Fondo de armario/ José Pérez Carranque

José Pérez Carranque

Breve ensayo sobre la lírica

Cuando está en presencia de las cosas y admira su esplendor observa que la luz no abre el mundo, nada más oscuro que el bosque cerrado sobre sí mismo. Entonces, escribe árbol, rama, brazo, hoja, tiempo. Como la claridad sólo llega a la superficie él concentra su mirada, insiste, lo pone todo en entredicho hasta encender la espesura. De las cenizas nace él mismo en otro diferente.

Así la palabra común alumbra lo que somos lo muestra en experiencia viva, lo acerca , lo revela.

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Fondo de armario/ José Pérez Carranque

Mientras la tarde sigue sin voluntad alguna, pero irremediablemente, el poeta busca, recorre el silencio de su valle y levanta los ojos para quemarse de nuevo.

Egon Schielle en Trieste Geometría de agua es mi cuerpo, ocres diluidos, azules húmedos, lo más propio, lo más extraño, el líquido de revelar mi muerte. Convalezco sujeto a una voz más poderosa que el hambre, es otra hambre, un río extremo. Mi enfermedad es vivir. Busco un color para cada afán. Para cada duda hay un acorde. Quiero ser lo que fluye más allá de los lenguajes. Me duelen todos los arroyos, la corriente de mis señales, el estanque de mis sueños. Noche de avenidas y vacío: y desde el estertor la belleza.

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Fondo de armario/ José Pérez Carranque

Está pasando el torbellino y ya sé que no se salva el mundo con poemas. Ha triunfado la constancia del miedo y del engaño y ya sé que cualquier tarde regresará Oliver Twist. Pero sigo sin comprender gran cosa por ejemplo por qué para entender mi corazón contaminado tengo días mejores y peores.

Advierto el placer que hay en la luz fronteriza. Observo los cántaros de la tristeza.

Percibo la membrana de lo extraño y su frío oculto. Presto atención a nuestra dicha muda (pueden creerme). Tengo interés en el murmullo de los otros y en la juntura del amor. Lejos. Estoy en la mirada.

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Fondo de armario/ José Pérez Carranque

Mi gato se llama Jose Manuel, a él le gusta. Tiene los ojos de cristal amarillo, está castrado es negro y adicto al sexo.

Nunca saca las uñas, en eso, se parece a mí. Cuando leo viene a restregarme su cabezota. Le gusta lo que escribo, se lo comería.

Aristocrático y hermoso, es altivo, ingrávido, elegante, el verdadero señor de mi casa. En vidas anteriores ha sido brujo y jugador de póker.

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Siempre me levanta y me acuesta, me pide su comida y me regaña cuando llego tarde.

Ya sabemos los dos que yo soy su mascota.


Poeta a la carta

Con una visión intimista, Fran García nos acerca a Ángel González, que nos dejó hace cinco años.


Poeta a la carta/ Ángel González. El poeta del compromiso. de Fran García

Ya nada ahora Largo es el arte; la vida en cambio corta como un cuchillo. Pero nada ya ahora -ni siquiera la muerte, por su parte inmensapodrá evitarlo: exento, libre, como la niebla que al romper el día los hondos valles del invierno exhalan, creciente en un espacio sin fronteras, ese amor ya sin ti me amará siempre.

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Ángel González Muñiz vivió durante ochenta y dos años y dejó tras él una vida que le cortó como un cuchillo y un arte inmenso que vivirá para siempre. Sus versos son el reflejo de las inquietudes y reflexiones que le acompañaron a lo largo de su vida, marcados por fuertes contrastes con los que viajar de lo eterno a lo efímero, de la melancolía al optimismo. El amor, el paso del tiempo y el compromiso social constituyen el eje central de su obra poética que se apoya en un lenguaje cercano y depurado y en numerosas ocasiones en el recurso de la ironía. Artritis metafísica Siempre alguna mujer me llevó de la nariz (para no hacer mención de otros apéndices). Anillado como un mono doméstico, salté de cama en cama. ¡Cuánta zalema alegre, qué equilibrios tan altos y difíciles, qué acrobacias tan ágiles,


Poeta a la carta/ Ángel González. El poeta del compromiso. qué risa! Aunque era un espectáculo hilarante, hubo quien se dolió de mis piruetas, lo cual no es nada extraño: en semejante trance yo mismo me rompí el alma en más de una ocasión. Es una pena que esos golpes que, entregados al júbilo del vuelo, entonces casi no sentimos, algunas tardes ahora, en el otoño, cuando amenaza lluvia y viene el frío, nos vuelvan a doler tanto en el alma; renovado dolor que no permite reconciliar el sueño interrumpido. En esas condiciones no hay alivio posible: ni el bálsamo falaz de la nostalgia, ni el más firme consuelo del olvido.

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Nació en Oviedo en 1925 y quedó huérfano de padre a los dieciocho meses. Su infancia quedó asimismo fuertemente marcada por otros dos hechos trascendentales relacionados con dos de sus hermanos mayores: por un lado el asesinato de Manolo, el primogénito a manos del bando franquista, cuando él contaba tan sólo con once años de edad, y por otro, el exilio de su hermano Pedro debido a su vinculación a la causa republicana. La guerra civil, con su devastadora presencia, constituyó un hito decisivo en la conformación de su personalidad, también así su madre, cuya figura adquirió un papel heroico desde su infancia y a quien tuvo presente hasta el fin de sus días. Pese a todo, no fue hasta el inicio de la guerra de Vietnam cuando el poeta ovetense escribiera uno de sus poemas más célebres, evocando en él ambas influencias junto a un sentimiento universal capaz de hacer reflexionar al lector sobre sus propias creencias, con unos últimos versos demoledores.


Poeta a la carta/ Ángel González. El poeta del compromiso. Primera evocación Recuerdo bien a mi madre. Tenía miedo del viento, era pequeña de estatura, le asustaban los truenos, y las guerras siempre estaba temiéndolas de lejos, desde antes de la última ruptura del Tratado suscrito por todos los ministros de asuntos exteriores. Recuerdo que yo no comprendía. El viento se llevaba silbando las hojas de los árboles, y era como un alegre barrendero que dejaba las niñas despeinadas y enteras, con las piernas desnudas e inocentes. Por otra parte, el trueno tronaba demasiado, era imposible soportar sin horror esa estridencia, aunque jamás ocurría nada luego:

la lluvia se encargaba de borrar el dibujo violento del relámpago y el arco iris ponía un bucólico fin a tanto estrépito. Llegó también la guerra un mal verano. Llegó después la paz, tras un invierno todavía peor. Esa vez, sin embargo, no devolvió lo arrebatado el viento. Ni la lluvia pudo borrar las huellas de la sangre. Perdido para siempre lo perdido, atrás quedó definitivamente muerto lo que fue muerto. Por eso (y por más cosas) recuerdo muchas veces a mi madre: cuando el viento se adueña de las calles de la noche, y golpea las puertas, y huye, y deja un rastro de cristales y de ramas rotas, que al alba la ciudad muestra desolada y lívida; cuando el rayo

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Poeta a la carta/ Ángel González. El poeta del compromiso. hiende el aire, y crepita, y cae en tierra, trazando surcos de carbón y fuego, erizando los lomos de los gatos y trastocando el norte de las brújulas; y, sobre todo, cuando la guerra ha comenzado, lejos —nos dicen— y pequeña —no hay por qué preocuparse—, cubriendo de cadáveres mínimos, distantes territorios, de crímenes lejanos, de huérfanos pequeños...

A los dieciocho años enfermó de tuberculosis y marchó a Páramo del Sil -una aldea entre las montañas de Asturias y León- en busca del aire puro con el que recuperarse de la enfermedad, la cual le dejó unas secuelas respiratorias que acabarían con su vida sesenta y cuatro años después. Aquellos tres años de convalecencia le brindaron la oportunidad de entregarse de lleno a la poesía, de hecho, según él mismo contaba, siempre pedía a sus familiares y amigos que le obsequiaran en sus visitas con libros de poemas que releía una y otra vez alentado por una

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aguda necesidad de redescubrimiento. En ese tiempo despertó su admiración hacia quien se convertiría en uno de sus grandes referentes de por vida: Juan Ramón Jiménez. Tal fue la intensidad con la que González se acercó al maestro onubense, que llegó a aprenderse de memoria su Segunda Antología Poética, tal y como comentó en más de una ocasión. Para que yo me llame Ángel González, para que mi ser pese sobre el suelo, fue necesario un ancho espacio y un largo tiempo: hombres de todo mar y toda tierra, fértiles vientres de mujer, y cuerpos y más cuerpos, fundiéndose incesantes en otro cuerpo nuevo. Solsticios y equinoccios alumbraron con su cambiante luz, su vario cielo, el viaje milenario de mi carne trepando por los siglos y los huesos. De su pasaje lento y doloroso de su huida hasta el fin, sobreviviendo naufragios, aferrándose al último suspiro de los muertos, yo no soy más que el resultado, el fruto, lo que queda, podrido, entre los restos;


Poeta a la carta/ Ángel González. El poeta del compromiso. esto que veis aquí, tan sólo esto: un escombro tenaz, que se resiste a su ruina, que lucha contra el viento, que avanza por caminos que no llevan a ningún sitio. El éxito de todos los fracasos. La enloquecida fuerza del desaliento.

Tras su recuperación, cursó estudios de Derecho y Magisterio en Oviedo, trasladándose en 1950 a Madrid con el fin de ingresar en la Escuela Oficial de Periodismo. Tras aprobar en 1954 una oposición en el Ministerio de Obras Públicas fue destinado a Sevilla, aunque su estancia fue breve debido a una excedencia que le llevó a Barcelona donde ejerció como corrector de estilo en algunas editoriales. Fue allí donde entablaría amistad con el círculo de poetas de Barcelona, formado, entre otros, por Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma y José Agustín Goytisolo. En 1956 publicó su primer libro, Áspero mundo, fruto de su experiencia como hijo de la guerra y con el que obtuvo un accésit del Premio Adonais. Posteriormente volvió a Madrid para trabajar de nuevo en la Administración Pública donde contactó con el grupo de escritores

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de su generación, entre quienes se encontraban Gabriel Celaya, y el recién galardonado con el Premio Cervantes José Manuel Caballero Bonald. Muerte en el olvido

Yo sé que existo porque tú me imaginas. Soy alto porque tú me crees alto, y limpio porque tú me miras con buenos ojos, con mirada limpia. Tu pensamiento me hace inteligente, y en tu sencilla ternura, yo soy también sencillo y bondadoso. Pero si tú me olvidas quedaré muerto sin que nadie lo sepa. Verán viva mi carne, pero será otro hombre -oscuro, torpe, malo- el que la habita...

Tras su segundo libro, Sin esperanza, con convencimiento (1961), fue adscrito en el grupo de


Poeta a la carta/ Ángel González. El poeta del compromiso. poetas conocido como Generación del 50. Un año más tarde recibió en Colliure el Premio Antonio Machado por su libro Grado elemental. Cumpleaños de amor ¿Cómo seré yo cuando no sea yo? Cuando el tiempo haya modificado mi estructura, y mi cuerpo sea otro, otra mi sangre, otros mis ojos y otros mis cabellos. Pensaré en ti, tal vez. Seguramente, mis sucesivos cuerpos -prolongándome, vivo, hacia la muerte se pasarán de mano en mano, de corazón a corazón, de carne a carne, el elemento misterioso que determina mi tristeza cuando te vas, que me impulsa a buscarte ciegamente, que me lleva a tu lado

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sin remedio: lo que la gente llama amor, en suma. Y los ojos -qué importa que no sean estos ojos te seguirán a donde vayas, fieles.

En 1965 publicó el poemario Palabra sobre palabra, título que posteriormente utilizará en las ediciones que recogerán su obra completa. Me basta así Si yo fuese Dios y tuviese el secreto, haría un ser exacto a ti; lo probaría (a la manera de los panaderos cuando prueban el pan, es decir: con la boca), y si ese sabor fuese igual al tuyo, o sea tu mismo olor, y tu manera de sonreír, y de guardar silencio,


Poeta a la carta/ Ángel González. El poeta del compromiso. y de estrechar mi mano estrictamente, y de besarnos sin hacernos daño —de esto sí estoy seguro: pongo tanta atención cuando te beso—; entonces, si yo fuese Dios, podría repetirte y repetirte, siempre la misma y siempre diferente, sin cansarme jamás del juego idéntico, sin desdeñar tampoco la que fuiste por la que ibas a ser dentro de nada; ya no sé si me explico, pero quiero aclarar que si yo fuese Dios, haría lo posible por ser Ángel González para quererte tal como te quiero, para aguardar con calma a que te crees tú misma cada día a que sorprendas todas las mañanas la luz recién nacida con tu propia luz, y corras la cortina impalpable que separa el sueño de la vida, resucitándome con tu palabra, Lázaro alegre, yo,

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mojado todavía de sombras y pereza, sorprendido y absorto en la contemplación de todo aquello que, en unión de mí mismo, recuperas y salvas, mueves, dejas abandonado cuando —luego— callas... (Escucho tu silencio. Oigo constelaciones: existes. Creo en ti. Eres. Me basta).

Y en 1967 un nuevo libro, Tratado de urbanismo, con el que adquirió una posición más reivindicativa, criticando la actitud del poeta frente a las injusticias sociales de la época y mostrando su compromiso con los más desfavorecidos; en él se alberga el que quizá sea uno de sus poemas de (des)amor más sublimes.


Poeta a la carta/ Ángel González. El poeta del compromiso. Canción de invierno y de verano Cuando es invierno en el mar del Norte es verano en Valparaíso. Los barcos hacen sonar sus sirenas al entrar en el puerto de Bremen con jirones de niebla y de hielo en sus cabos, mientras los balandros soleados arrastran por la superficie del Pacífico Sur bellas bañistas. Eso sucede en el mismo tiempo, pero jamás en el mismo día. Porque cuando es de día en el mar del Norte —brumas y sombras absorbiendo restos de sucia luz— es de noche en Valparaíso -rutilantes estrellas lanzando agudos dardos a las olas dormidas. Cómo dudar que nos quisimos, que me seguía tu pensamiento y mi voz te buscaba -detrás, muy cerca, iba mi boca. Nos quisimos, es cierto, y yo sé cuánto: primaveras, veranos, soles, lunas. Pero jamás en el mismo día.

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El 1970 participó como conferenciante en la Universidad de Nuevo México en Albuquerque (EEUU), donde fue propuesto como profesor durante un semestre, situación que contribuyó, junto a su hastío por la interminable dictadura española, a fijar su residencia en Estados Unidos. En los años siguientes impartió clases en las Universidades de Utah, Maryland y Texas, regresando posteriormente a Nuevo México donde obtuvo una plaza fija como profesor de Literatura Española Contemporánea, cargo que ejerció desde 1974 hasta su jubilación en 1993.

Glosas a Heráclito 1 Nadie se baña dos veces en el mismo río. Excepto los muy pobres. 2 Los más dialécticos, los multimillonarios: nunca se bañan dos veces en el mismo traje de baño.


Poeta a la carta/ Ángel González. El poeta del compromiso. 3 (Traducción al chino) Nadie se mete dos veces en el mismo lío. (Excepto los marxistas-leninistas) 4 (Interpretación del pesimista) Nada es lo mismo, nada permanece. Menos la Historia y la morcilla de mi tierra: se hacen las dos con sangre, se repiten.

Durante esos años publicó cinco poemarios más: Breves acotaciones para una biografía (1971), Procedimientos narrativos (1972), Breve muestra de algunos procedimientos narrativos y de las actitudes sentimentales que habitualmente comportan (1976), Prosemas o menos (1984) y Deixis en fantasma (1992).

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En 1979 viajó a Cuba para formar parte del jurado del Premio Casa de las Américas de Poesía. Ese mismo año conoció a Susana Rivera, con quien se casó en 1993. Quise A Susana Rivera

Quise mirar el mundo con tus ojos ilusionados, nuevos, verdes en su fondo como la primavera. Entré en tu cuerpo lleno de esperanza para admirar tanto prodigio desde el claro mirador de tus pupilas. Y fuiste tú la que acabaste viendo el fracaso del mundo con las mías.

Todo amor es efímero Ninguna era tan bella como tú durante aquel fugaz momento en que te amaba: mi vida entera.

Tras su jubilación continuó residiendo en Nuevo México aunque a partir de 2006 las visitas a España fueron cada vez más continuas.


Poeta a la carta/ Ángel González. El poeta del compromiso. Dato biográfico Cuando estoy en Madrid, las cucarachas de mi casa protestan porque leo por las noches. La luz no las anima a salir de sus escondrijos, y pierden de ese modo la oportunidad de pasearse por mi dormitorio, lugar hacia el que —por oscuras razones— se sienten irresistiblemente atraídas. Ahora hablan de presentar un escrito de queja al presidente de la república, y yo me pregunto: ¿en qué país se creerán que viven?; estas cucarachas no leen los periódicos. Lo que a ellas les gusta es que yo me emborrache y baile tangos hasta la madrugada, para así practicar sin riesgo alguno su merodeo incesante y sin sentido, a ciegas por las anchas baldosas de mi alcoba.

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A veces las complazco, no porque tenga en cuenta sus deseos, sino porque me siento irresistiblemente atraído, por oscuras razones, hacia ciertos lugares muy mal iluminados en los que me demoro sin plan preconcebido hasta que el sol naciente anuncia un nuevo día. Ya de regreso en casa, cuando me cruzo por el pasillo con sus pequeños cuerpos que se evaden con torpeza y con miedo hacia las grietas sombrías donde moran, les deseo buenas noches a destiempo —pero de corazón, sinceramente—, reconociendo en mí su incertidumbre, su inoportunidad, su fotofobia, y otras muchas tendencias y actitudes que -lamento decirlohablan poco en favor de esos ortópteros.

En 1985 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, y en 1991 con el Premio


Poeta a la carta/ Ángel González. El poeta del compromiso. Internacional Salerno de Poesía. En enero de 1996 fue elegido miembro de la Real Academia Española, obteniendo además, en el mismo año el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Sol ya ausente Todavía un instante, mientras todo se apaga, la piedra que recoge lo que el cielo desdeña, esa mancha de luz para cuando no quede, un poco de calor para cuando la noche... Todavía un instante, mientras todo se pierde, la memoria que guarda la belleza de un rostro, esos ojos lejanos que derraman su claridad aquí, tan dulce y leve, este amor obstinado para cuando el olvido... Pero el olvido nunca: un instante final que se transformará en siempre,

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la luz sobre la piedra, la mirada que dora tenuemente todavía -después de haberse miradola penumbra de un sueño...

En 2001 publicó Otoños y otras luces, siendo galardonado además con el Premio Julián Besteiro de las Artes y las Letras. En 2004 fue el primer ganador del Premio de Poesía Ciudad de Granada - Federico García Lorca. ¡Ese rayo de sol inesperado que destella en la nieve recién caída! Mucho más bella era la sonrisa que iluminaba un rostro todavía mojado por las lágrimas.


Poeta a la carta/ Ángel González. El poeta del compromiso. La madrugada del 12 de enero de 2008 falleció en su casa de Madrid a causa de la insuficiencia respiratoria crónica que padecía. De su libro póstumo Nada grave (2008): Caída Y me vuelvo a caer desde mí mismo al vacío, a la nada. ¡Qué pirueta! ¿Desciendo o vuelo? No lo sé. Recibo el golpe de rigor, y me incorporo. Me toco para ver si hubo gran daño, mas no me encuentro. Mi cuerpo ¿dónde está? Me duele sólo el alma. Nada grave.

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Territorios diVersos

Antonia Roig nos enseña cómo cruzar una calle de la mano de Cortázar.


Territorios diVersos/ Instrucciones para cruzar una calle de Antonia Roig

(Homenaje a Cortázar) Si usted observa un espacio más largo que ancho, a cuyos lados se alinean casas, y las dos filas de casas mantienen, más o menos, el mismo espacio de separación independientemente del punto de la fila en que usted se sitúe, con toda seguridad está usted en una calle. Sitúese apoyando su espalda a una casa cualquiera. Si permanece allí durante un tiempo suficientemente largo verá gente circulando por la calle. Observará, además, que la gente que circula a pie, en general, lo hace muy cerca de las casas, mientras que aquellos que lo hacen montados en cualquier vehículo de tracción mecánica o animal, lo hacen de forma más o menos equidistante a las dos filas de casas. Es decir, los que marchan a pie lo hacen por los lados de la calle y los otros por el centro de la calle. A este ir y venir de gentes se le llama tráfico. El suelo de la calle probablemente facilitará esta organización del tráfico ya que, normalmente, el pavimento es diferente a los lados de la calle que en el centro. A los

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lados observará baldosas, mientras que en el centro lo más común es que el pavimento sea de cemento o piedras. Es decir, la calle ha sido pavimentada para facilitar esta división del espacio descrita. A la zona de baldosas se le llama acera y a la cementada, calzada. Si usted aún tiene paciencia para seguir contemplando la escena, verá que hay gente que marcha a pie que, de vez en cuando, en vez de circular a lo largo de la calle lo hace de forma perpendicular a ésta (invadiendo temporalmente el centro de la calle). A este movimiento perpendicular se le llama cruzar la calle. Observe también que esta forma de circular no suele durar demasiado porque el viandante se daría de bruces contra la pared de una casa y, a menos que tenga la intención de entrar en ella (pero entonces tendría que abrir una puerta y eso es un asunto muy complicado que no podemos tratar aquí por falta de espacio), revertirá a su marcha original a lo largo de la calle, pero en la otra acera (si se encontrara espacio libre en vez de una casa el viandante estaría al final de la calle, pero dejamos ese caso particular para más adelante). Este movimiento perpendicular suele estar prohibido, ya que es peligroso para los viandantes, a la gente que circula en vehículos, que sólo tienen permitido transitar por el centro de la calle. Así pues, cruzar la calle es un acto específico del sujeto que


Territorios diVersos/ Instrucciones para cruzar una calle marcha a pie (a menos que dos calles se intersecten, como un aspa, pero esa variedad no nos interesa ahora). Aquí no podemos explicarle el impulso que lleva a algunos viandantes a cruzar una calle, pero le invitamos a experimentar las sensaciones que ello produce. Para cruzar la calle sitúese cerca del borde de la acera. Mire las puntas de sus zapatos, ¿sobresalen del límite de la acera? Entonces debe retroceder un poco. No sería aconsejable para el estado de sus pies ser pisado por un vehículo. ¿Están a menos de un paso del borde de la acera? Bien, ésa es la posición correcta. Mire a su derecha, hacia el centro de la calle. En ese momento lo que haga el resto de viandantes no es importante, concéntrese en el movimiento de los que marchan en vehículos. Compruebe que ninguno está peligrosamente cerca de usted. Inspeccione de igual manera la calzada hacia su izquierda. Este estudio de la calle debe ser rápido y certero. Es posible que se le acelere el corazón, o sienta vértigo, o le suden las manos, o todo a la vez, en el momento de decidir cruzar. Intente relajarse. No cruce hasta que tenga la completa seguridad de que al poner el pie en la calzada ningún vehículo va a chocar contra usted. En ese momento, ponga usted un pie en la calzada y camine deprisa. Alcance la acera de enfrente. Si ha llegado sano y salvo allí, usted ha cruzado la calle con

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éxito. Gire sobre sí mismo y contémplela. Tenga en cuenta que su perspectiva, que es su único punto de referencia, ahora ha cambiado. Aquello que estaba a su derecha ha pasado a su izquierda, y viceversa. Sí, el mundo está al revés, como si lo observara en un espejo. No se deje llevar por el pánico; sigue siendo el mismo mundo, usted simplemente está observándolo desde otro ángulo. Para verlo como antes sólo tiene que volver a la acera donde usted estaba antes, que, recuerde, ahora es la acera de enfrente. Cruce de nuevo la calle y compruébelo.


Mirador

La línea de lo indecible es un trabajo de Manuela Sola Castro que pretende capturar ese espacio donde deambula el silencio. Los poemas que acompañan las imágenes son de poetas que han nacido alrededor del Mediterráneo.


Mirador/ La línea de lo indecible de Manuela Sola Castro

Yo no supe donde entraba, pero, cuando allí me vi, sin saber donde me estaba, grandes cosas entendí; no diré lo que sentí, que me quedé no sabiendo, toda sciencia trascendiendo.

de Coplas San Juan de la Cruz (España, 1542-1591)

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Mirador/ La línea de lo indecible

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...todo acto creador lucha contra sí quiere producir la supervivencia de la vida destruyendo en sí su propia reclusión y que eso no acabe nunca de acabar

de De paso en el Athos Bernard Noël (Francia, 1930 )


Mirador/ La lĂ­nea de lo indecible

Guardo el mĂĄs absoluto secreto de las piedras que ruedan en el fondo de los [lechos aunque nada sepa, nada ose saber.

de Mahoma y la montaĂąa Rosa Alice Branco (Portugal, 1946)

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Mirador/ La línea de lo indecible

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Aquello que el Visionario ve es lo que le ve a él desde lo alto del Futuro hacia donde cae con el obscuro conocimiento de saber que está en el sitio hacia donde va

de Al borde del principio Manuel António Pina (Portugal, 1943-2012)


Mirador/ La línea de lo indecible

Es preciso entregar la belleza a los pájaros Y guardar para nosotros sólo migajas pobres Ellos tienen uñas y picos para defenderla Y nosotros sólo este corazón vulnerable a las [flechas.

de Es preciso entregar la belleza a los pájaros Salah Stétié (Líbano, 1929)

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Mirador/ La lĂ­nea de lo indecible

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El secreto de los pĂĄjaros se me escapa como el secreto de aquel amante que enloquece mi maleta en cada etapa de mi viaje.

de En vano emigro Abdellatif Laabi (Marruecos, 1942 )


Retrato en auto

En este número tenemos como invitado a Juan Antonio González Iglesias con una poesía que mira de frente.


Juan Antonio González Iglesias

Retrato en auto / Juan Antonio González Iglesias

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Nací en Salamanca en 1964. He dedicado mucho tiempo a leer y a estudiar. Mucho tiempo al deporte. Mucho tiempo a vivir, sin más. Si fueran realidades distintas, la poesía es la que lo reconcilia todo. Creo que podemos pasar por el mundo de una forma poética. Conozco gente que lo ha hecho. Yo lo estoy haciendo. He publicado unos cuantos libros de poesía, reunidos ahora en un volumen único, Del lado del amor. Voy muy lento en un mundo que va muy rápido. Sufro rellenando cuestionarios y formularios de ministerios efímeros. Sufro especialmente con las cosas absurdas. A cambio, soy feliz con poco, con nada. Vivo a la orilla del río Tormes. Este año he tenido doce alumnos maravillosos. También he vivido unos meses en la Villa Marguerite Yourcenar, rodeado de los mismos bosques que la rodearon a ella. Intento practicar el carpe diem y el beatus ille a la vez. Soy un hombre confiado.


Retrato en auto / Juan Antonio González Iglesias Apología de los melancólicos

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Acepto que belleza es la fulguración a Guillermo Carnero

Quienes excluyen a los melancólicos del lugar de la fiesta, se equivocan. El melancólico contribuye al equilibrio de la creación. Su detención prepara la plenitud de otros igual que la alternancia entre aliento y aliento desemboca en esperma. Su electricidad estática es superior a la energía visible. Él es el que establece la belleza, el que con su atención restituye a las cosas sus relaciones simples y las convierte en mundo. En el centro imperfecto de toda multitud el melancólico lleva hasta sus últimas consecuencias su condición de único. No toma posición donde se cruzan los haces de las luces, sino en las escaleras a la altura inminente de la ceniza. Mientras los otros se desplazan, primordiales átomos que no saben hacer sino moverse, él organiza el espacio con el despliegue de su amor.

Acepto que belleza es la fulguración natural de las cosas naturales. Me digo que tus dientes mostrados en sonrisa son eso. Que tus ojos me dan tanta dulzura porque cumplen remotas instrucciones genéticas. Que tu cuerpo de hombre con mi cuerpo de hombre construyen un lugar necesario en el mundo. Que nada extraordinario hay en dos que se aman. Pero, cuando te abrazo una noche tras otra y me encuentro tu pulso a oscuras en cualquiera de los puntos que laten en tu cuerpo dormido, cruza por mi cerebro la palabra milagro.

(de Un ángulo me basta)

(de Un ángulo me basta)


Retrato en auto / Juan Antonio González Iglesias Tomás de Aquino afirma que el demonio

You light up my life

para Francisco Fortuny

Tomás de Aquino afirma que el Demonio odia la jerarquía, porque sabe que el orden es escala ascendente hacia Dios. Sin embargo, Francisco de Asís —cuyo deseo era seguir desnudo a Dios desnudo— se declaraba ajeno a cualquier jerarquía. Uno de los dos miente. Creo que es Tomás de Aquino.

(de Un ángulo me basta)

Aristóteles dice: un cuerpo bello debe ser percibido en su totalidad. Así te vi llegar esta mañana. Venías de correr una hora en bici por la orilla del río. Te duchaste. Estuvimos nadando juntos. Varios largos en la piscina transparente. Nos amamos después, enamorados de ser distintos y de ser iguales. Por la tarde estudiabas o escribías. Te vi algunos instantes. Pero ahora que duermes a mi lado respirando desnudo en el calor de junio, a oscuras, creo que el filósofo no se refiere sólo a la epifanía en el espacio, al golpe único de la materia, sino también al cuerpo hecho de tiempo, a la suma sencilla de momentos

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Retrato en auto / Juan Antonio González Iglesias que queda para siempre en el registro general de los días de este mundo. Aristóteles dice: un cuerpo bello debe ser percibido en su totalidad.

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Ay de los que proponen la vida como una operación incesante de conocimiento

Ay de los que proponen la vida como una operación incesante de conocimiento. Los que pretenden imponernos su exceso y su tristeza. Los que no se detienen. No hay asunto incesante que no se llame vida o simplemente amor. Nijinski dice algo muy parecido a esto: Las personas que piensan demasiado acaban escribiendo cosas absurdas sobre la belleza.

(de Eros es más)

(de Un ángulo me basta)


Retrato en auto / Juan Antonio González Iglesias Canción para el chico de mis sueños

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Esta mañana soy tan amplio como el mundo Para María Luisa Blanco In angulo cum libro

Pequeño Iggy Pop dame tu corazón. Pequeño Bruce Springsteen dame también tus bíceps. Brett Anderson pequeño dame todos tus besos. Oh pequeño Bob Dylan dame toda tu vida. Toma toda mi vida mi pequeño Bob Dylan. Toma todos mis besos Brett Anderson pequeño. Toma también mis bíceps pequeño Bruce Springsteen. Pequeño Iggy Pop toma mi corazón. (de Un ángulo me basta)

Esta mañana soy tan amplio como el mundo. Me basta con vivir. Me basta con el título de un libro: trata de la dulzura en el pensamiento griego. Es de Jacqueline de Romilly. Yo tenía el proyecto de vivir junto al mar. (Dioniso navegando sobre un mar de dulzura estaba en las crateras, sobre el nivel del vino). Ahora he construido mi casa sobre un río. De la belleza y las implicaciones morales que comporta ver el agua que fluye soy consciente. Del agua soy consciente. Me basta con mirar. El título de este libro, su contenido que equivale a esta mañana. Leo. Acepto todos estos regalos que nadie me ha hecho. (de Del lado del amor)


Retrato en auto / Juan Antonio González Iglesias Campeonato Red Bull de salto desde acantilado

y juega ante la cámara y levemente tiembla. Ha cerrado los ojos.

Se santigua el instante Hay personas que nacen con la capacidad

de lanzarse al vacío. Admiramos la masa corporal, la materia

matinal, el proyecto,

la unidad de la carne

desde el talón de Aquiles hasta la curvatura

del cráneo. La piel blanca o morena que cubre

los puñados de músculos longilíneos. La suma.

La estatua que sonríe

anterior al abismo. Y ya brinca.

Pero más admiramos el laberinto mínimo de su oído, que deja

de oír la turbamulta,

el speaker, la música, para saltar exento

de vértigo. Y el alto

porcentaje de cosmos en su musculatura.

Tener más de cuarenta

no importa en un deporte extremo como éste.

Nada importa. Desnudo

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Retrato en auto / Juan Antonio González Iglesias

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4 x 400 masculinos es ya desanudado.

No hay venablo que alcance el talón en el cielo

de este hombre invulnerable que desdeña decenas

de metros. Nuestra meta es el agua.

Acaban de ganar el oro en los relevos masculinos de 4 x 400. Todo

en menos de una décima se ha convertido en fiesta. Una especie de cetro ha cambiado de manos cuatro veces en solo dos minutos y medio

¿Qué regalo comparten? ¿Rapidez? ¿Resistencia? Cuenta mucho el sentido de la anticipación.

La armonía en la entrega. La fuerza indestructible de un hombre cuando mira a los ojos de otro. Un pacto renovado. Es algo muy antiguo.

El periodista dice: “Estos cuatro señores”,

para estos cuatro jóvenes que se abrazan felices. (inédito)

(inédito)


Retrato en auto / Juan Antonio González Iglesias Castilla

Cada cosa en su sitio. El agua en el río

El grano en el trigo

La nube blanca en el cielo limpio.

El abrazo de amor en la noche de frío.

(inédito)

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Ficha técnica

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Grupo de los poetas conVersos:

Alicia Naya, Antonia Roig, Carlos Gamarra, Carmen Díaz-Maroto, Carmen Crespo, Carmen Paredes, Claudio Caranda, Elisa Fernández de Castro, Esther Lucio Marino, Federico Monroy, Fran García, José Pérez Carranque, Juana Arriaga, Manuela Sola Castro, María de la O Guillén, Marisol Huerta, Marisol Perales, Nieves Pulido, Paloma Espartero, Pepe Alcamí y Tirsa Caja.

Fotografía de la portada: Esther Lucio Marino

La revista fue pensada en: Café Ajenjo, Madrid, 2010

Diseño y maquetación: Manuela Sola Castro

Correctoras de estilo:

Esther Lucio y Nieves Pulido

Número 7 editado digitalmente el día: 6 de febrero de 2013

Contacto:

conversosrevistadepoesia@gmail.com

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conV ersos nยบ7 Febrero 2013



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