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EL ARTE ENTRE COSTURAS. Obras contemporáneas y
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EL ARTE ENTRE COSTURAS El modisto holandés Jan Taminiau nos muestra su casa-estudio en Madrid, un piso del s. XIX donde el arte contemporáneo y sus exclusivos vestidos haute couture nos guían por su universo creativo.
FOTOS: PABLO SARABIA. REALIZACIÓN: ME RCE DES RUIZ-MATEOS. TEXTO: ANA RODRÍGUEZ FRÍAS.
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Arte y moda en el salón. En la estantería, una serie enmarcada de Franz Erhard Walther; y papel de Adolfo Schlosser, que es el boceto de su escultura sobre la mesa. A continuación, dos obras con marco, muletas, jaulas y un collage , todas de Pepe Espaliú. En la pared, a la derecha, carboncillo y pastel sobre papel de William Kentridge, una de las favoritas de Jan. Alfombra portuguesa años 30, de la colección de Duarte Pinto Coelho, subastada en Christie’s Londres. Sofá, mesa y butacas, de Antonio
Citterio para B&B Italia. Sillas Tornasol, de Pepe Andreu.
JAN TAM I N IAU Y J UAN VÁREZ POR AMOR AL ARTE J a n Ta minia u (Goirle, Hola nd a , 1975), a la dch a . , se g rad uó con honores en la Academia de Arte y Diseño de Arnhem, donde también obtuvo un máster en el Instituto de Moda. La nzó su m a rca JANTA MI N IAU en 2004 . H a g a nado va rios premios, como el Grand Seigneur, el más prestigioso galardón holandés de la moda. Vive a caballo entre Madrid y Holanda, desde que se mudó para vivir con su pareja, el coleccionista y experto en arte antiguo Juan Várez, con quien comparte pasión por el arte y la belleza.
Sus vestidos enamoran a aristócratas, empresarias, celebs, princesas y reinas, -como Matilde de Bélgica y Máxima de Holanda, y a pop stars , como Lady Gaga, Beyoncé y Rihanna, quienes los han lucido. A Taminiau no le interesan las modas ni las tendencias, y sus creaciones encuentran inspiración en la naturaleza, en la huella del tiempo o en la elegancia innata de las mujeres. Si entras en su casa-estudio en el barrio de las Letras de Madrid, lo entiendes todo. En el hall de entrada te recibe una escultura de Juan Muñoz, en un rincón, y otra de Tobias Rehberger colgada del techo, y más obras junto a dos de sus bellísimos diseños. El diálogo entre arte y haute couture sigue en todas las habitaciones de una casa con techos altísimos decorados con molduras y amplias habitaciones bañadas de luz. De 475 m 2 , este piso de mediados del s. XIX esconde tesoros e historias. A finales del s. XX vivió aquí Sonsoles de Icaza, marquesa de Llanzol, amiga, musa y clienta de Balenciaga. Décadas más tarde, la alta costura ha vuelto de la mano del couturier holandés, quien llegó hace cuatro años, para vivir con su pareja, el coleccionista y experto en arte antiguo Juan Várez. No solo es el lugar donde crea, sueña y se inspira, sino también un espacio clave para su marca JANTAMINIAU. Aquí es donde presenta sus colecciones, dos veces al año en exclusivas reuniones con no más de 50 invitados. Y lo hace en el salón, en pases íntimos con deslumbrante puesta en escena. Los prefiere a los desfiles multitudinarios. “Me gusta que haya intimidad y poder explicar personalmente cómo está hecho cada vestido”.
Impacto visual. En el hall de entrada, escultura del alemán Tobias Rehberger en el techo. En la pared izda., obra de Adriana Varejã; a la derecha, otra de Francis Alÿs. Entre dos vestidos de Jan, una escultura de David Zink Yi.
Obra mural. Un trabajo de Esther Ferrer (“Perfiles” , 1982, Galería Angels) en la pared del pasillo, visto desde el salón. Espléndidas piezas. En un segundo ambiente del salón, de izquierda a derecha, una escultura de Anna Maria Maiolino, de la serie Inside and Outside ; cuadro de Patricia Dauder; en la pared central, escultura de André Komatsu “Anamorfose Sistematica 2 ”. Sobre la mesa de centro, león íbero, siglo I después de Cristo. Alfombra persa kurdish del s. XVIII, de Christie’s Londres. Los sofás, las butacas y los pufs diseñados por Ignacio Várez con telas de Gastón y Daniela.
Juego de reflejos. En el pasillo, la escultura del artista Juan Muñoz“Sara with blue dress, 1996” , en cuyo espejo se refleja la obra mural de Esther Ferrer. Galería de estrellas. La habitación que hasta hace pocas semanas albergaba al comedor y a la biblioteca, se ha modificado con una instalación con espejos, de Ramiro Jofre, para exhibir algunos de los modelos de alta costura de Taminiau que se expusieron en “ Reflections ”, una retrospectiva en el Centraal Museum de Utrecht.
> “Estos modelos se hacen a mano y no en cinco minutos. Así el público puede entenderlos, tocar las telas…”, señala mientras nos enseña sus criaturas. Son vestidos únicos con bordados, paillettes , cuentas, estampados de flores, plumas, cristales, tules, sedas, organzas... Cada uno es resultado de un trabajo de meses y recoge su pasión por técnicas artesanas tradicionales de bordado y costura, aderezadas con su sello personal. Los encontramos en el salón y en el despachoatelier contiguo, donde también exhibe su colección de broches, colgantes y pendientes con formas de insectos, piezas únicas en latón y metacrilato. Pero la mayor concentración de vestidos está en la biblioteca, que hasta hace poco albergó al comedor –este último se ha trasladado a la “sala del ping pong ”- que ahora exhibe, en una instalación a base de espejos, 40 de los 140 vestidos que se expusieron en 2018 en una retrospectiva en el Centraal Museum de Utrecht, y que abarcó toda su trayectoria como creador, incluida su infancia. Esta historia empezó cuando era un niño en la tienda de antigüedades de su abuela, quien no le permitía jugar allí, pero sí en el ático donde guardaba los objetos antiguos y rotos, chandeliers dañados y un sinfín de piezas que él veía como grandes tesoros y que despertaron su temprana sensibilidad por los objetos con alma y pasado, embellecidos por el tiempo. De muy joven pensó que sería anticuario, como su abuela y su bisabuelo, aunque finalmente optó por la moda. Precisamente el vestido que le dio renombre fue el que vistió Máxima de Holanda en 2009 al inaugurar la Bienal de la Moda en Arnhem, y que Jan diseñó y cosió con la tela de viejas y parchadas sacas de correo holandesas, que habían transportado cartas, emociones e historias humanas durante años. También él diseñó el modelo en azul klein con capa que la reina llevó durante la investidura de Guillermo de Holanda en 2013, y que le consagraría mundialmente. El éxito, los premios, y la fama no le han hecho perder esa sensibilidad de artista y su personal mirada. Disléxico desde niño, nos cuenta que las letras y los libros no le han sugerido mucho. >
Tesoros en la biblioteca. Además de los diseños del modisto, butacas de cine de principios del siglo XX, compradas durante DecorAccion 2015, y apliques de resina imitando ámbar, del artista Joaquín Blanco. Zona de trabajo. En el despacho (izda.), escultura “We the people” , uno de los 300 fragmentos de la réplica de la Estatua de la Libertad, hecha por el artista D a n h Vö , o b ra q u e fa sci n a a Ta m i n i a u y l e h a ce pensa r en “ la f ragilid ad de la liber tad ”. Sobre la mesa, joyasInsecto, piezas únicas en latón y metacrilato, y tacones, diseños del holandés.
> Pero ha aprendido “a mirar” con sensibilidad y lucidez. Hacerlo bien es para Jan el verdadero lujo. “He estado tan ocupado que, a veces, no he tenido bastante tiempo para mirar. Y tienes que darte el tiempo para no pasar por alto ciertas cosas, como el rocío de un amanecer, ver a tus padres hacerse mayores...” Una de las cosas que más le gustan de la casa es su versatilidad, que pueda ser a la vez showroom , atelier y también el lugar donde encuentra la calma para crear. Está siempre cambiando las cosas de sitio, modificando su decoración, renovando las obras de arte, recolgando cuadros... Ávido consumidor de revistas de decoración, el interior de las casas le inspira. Y en España ha descubierto casas que le fascinan. “Desde que estoy en este país, el color ha entrado en mi mundo”, señala. “Y aquí he encontrado una combinación de lo nuevo y lo viejo que jamás había visto antes”, señala.
El año que empieza está cargado de planes que le ilusionan. Ahora se encuentra entusiasmado formando a su propio equipo en Madrid –tiene otro taller y equipo en Holanda- con el que seguirá confeccionando sus vestidos de boda y sus soñadas colecciones de alta costura. Este mes de febrero presentará su nueva colección. Y en marzo, lanzará su primera línea de prêt-à-porter. Entre otros planes que acaricia para los próximos meses, nos confiesa, está una línea de diseño de mobiliario e ítems relacionados con la decoración, de cara a 2020. “Esto supone trabajar con materiales diferentes, que no son telas. Y eso es apasionante”, dice. Al preguntarle si ha barajado diseñar ropa para hombre, contesta: “Alguna vez he pensado diseñar algo para mí, pero al final, voy y lo compro” (se ríe). Y concluye: “Es que solo las mujeres tienen la habilidad de hacer “una entrada”, es decir, entrar en una habitación y adueñarse de ella. Tienen esa cosa bella de que con un solo movimiento, se recogen el pelo o lo dejan caer; o de mover con sutileza la mano o los ojos, y todas las cosas que hacen las mujeres y que me hacen enamorarme de ellas todo el tiempo para crear los vestidos. Yo veo esa magia solo en ellas”. •
Zona de relax. El estar en el dormitorio de Taminiau transmite calma y exhibe piezas de ar te, como la serie de fotos de Anri Sala que rodea a la acuarela“Young Boy- Lost Black ”, de Marlene Dumas. Escultura de bronce, de Mariano Marini.Chaise longue “Landscape”, de Jeffrey Bennett para B&B Italia; sofá de cuero en Mercedes Urquijo. Candelabros de bronce, de Casa Muñoz. De estreno. Antes fue la sala delping pong y ahora es el comedor (izda.). En las paredes, proyecto del artista peruano Fernando Bryce“Visión de la Pintura Occidental, 2002” . La mesa de nogal, de Mercedes Urquijo, se fragmenta y permite múltiples composiciones. Sillas de Roberto Lazzeroni para Ceccotti. Esculturas en bronce del marqués de Aytona y Olivares, de Francesco y Virgilio Fanelli, circa 1635, en Christie’s Londres.
Refugio íntimo. Una gran escultura de la portuguesa Leonor Antunes, adquirida en Art Basel, delimita la zona de descanso de la de estar. A la izda., tríptico de Belén García Mendoza; sobre el cabecero, fotografía de Louise Lawler. Escultura azul, de Donald Judd. Junto a la cama, de Hästens, mesillas con cajones, de BD Madrid. Lámpara con cowboys comprada en Nuevo México, y otra de cerámica sueca, en Basel Design. Butaca en damero, de El Transformista.
De alta costura. Este vestidor perteneció a la marquesa de Llanzol, musa y clienta de Balenciaga, quien vivió en los años 90 en la casa, y ahora es usado por Taminiau. La lámpara Bird Cage (Les Volières ) es del diseñador Mathieu Challières, y se adquirió en Años Luz. La alfombra marroquí procede de un mercadillo de Asilah. Un maniquí entre mármoles. Un espectacular mono con paillettes dorados y trampantojo de vientre y pechos, inspirados en mosaicos, diseño de Taminiau, es protagonista en un baño que luce piezas de impacto visual, como los antiguos chaise longue y el mueble bajolavabo.