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Manuel Huertas Vergara, icono de la cultura

Caribe

Por: Jesús Paternina Noble

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Reinaldo Spitaletta: Texto retomado en algunos fragmentos, y transformado, de la conferencia realizada por Reinaldo Spitaleta en el marco de la Celebración de los 10 años de la Tertulia Amigos del Málaga, en el Salón. 30 de julio de 2017

Las manifestaciones socio culturales han tenido, y tienen, un sin número de personajes, escritores, investigadores e historiadores que han descrito las distintas formas de vida, tradiciones (folclor) y cultura de sus pueblos; unos basados en hechos históricos y socio- culturales reales, y otros por simples inferencias deducidas de hechos hipotéticos producto de la imaginación.

Dentro de los íconos que junto con Fals Borda, escollaron en la historia e investigación de nuestra cultura Caribe, se encuentra el gran escritor, investigador, poeta, historiador y arquitecto, nacido en San Marcos, Sucre, Manuel Huertas Vergara, quien fue Concejal, Diputado y Secretario de Desarrollo del departamento de Sucre; fundador de la Revista literaria AUDES; dirigió la Junta Regional de Cultura y fundó la Gaceta cultural de Sabanas, órgano de investigación demosófica, en donde dilucidó aspectos relacionados sobre la gaita, las corralejas y la tradición oral, entre otros. Elaboró el Mapa Cultural del Caribe Colombiano, labor que fue encomendada por el CORPES, región Atlántica, como mérito por sus trabajos de investigación al fondo de la cultura Zenú; fue condecorado en 1997 con la orden Mariscal Sucre, por sus invaluables trabajos de investigación sobre el desarrollo cultural, social y económico del Caribe Colombiano, y por sus aportes a la historia que han permitido descubrir los ancestros culturales de nuestra Región.

Ganador en 1986 del primer Festival de poesía Colombo-francesa realizado en Barranquilla, con su poema: “Paisaje de una flor que flota en la desgracia”, entre muchos de los premios y reconocimientos que le fueron dados. Hoy día el Museo Arqueológico Zenú, ubicado en Sincelejo, lleva su nombre, rindiéndole tributo así a tan ilustre persona.

Sus libros son una amalgama de pinceladas de la historia de la región Caribe y de las sabanas de Sucre, Bolívar y Córdoba en especial. Entre ellos tenemos: POLA BERTÉ, comento de un porro juglaresco; CHUANA, la gaita de América; Música y Bandas de Corralejas; y CABILDO Y MERCED DE TIERRA, régimen para poblar el Partido de Tolú, Sabanas y Sinú. En este último encontramos pasajes de nuestra historia musical como estas:

“… Tolú Viejo se dio la gloria de formalizar en

1860, la ‘Banda San José de Tolú Viejo’, primera agrupación popular de instrumental metálico habida quizás en el País […] Sus integrantes compusieron porros y fandangos y sus notas fueron oídas en el Sinú, Urabá, Chocó y Panamá donde fue la Banda, cuando a Pelayo le faltaban tres décadas, para que los hermanos Primo y Leonidas (cornetín y bombardino), hijos del gaitero Sincelejano, Leonidas Paternina y Josefa Olivero, de Tolú viejo, integraran su primera Banda; La Arribana en 1906, y de la cual su director fue el Primo Paternina”.

Describe Huertas Vergara en su libro lo siguiente: “…Viajando entre Ciénaga de Oro, Chinú y Sincé, durante 1875, Bartolomé (Torrente) y su Maestro (Gustavo Somoza), integran la ‘San José de Ciénaga de Oro’ […], ingresando niño aún, en 1879, José María Deo Gracia ‘Negro Sáenz’, autor a comienzos del siglo del fandango ‘Te acabaste cabo e’ Vela’; del porro ‘Cuello vueltiao’ (Agua de Caná) y otro (en 1916), posteriormente llamado ‘María Varilla’”. En el siguiente párrafo nos dice: “...La Banda 14 de septiembre de Sincé, hizo su primer toque en 1877, el cofundador Marcial Martínez, quien apenas tenía 10 años y, para 1895 ya había arreglado El Sapo, Tres Golpes, polkas, mazurcas, danzas, vals y porros como La Vaca Vieja, La Jáquima, El Sombrero Vueltiao y el Fandango ‘El Torero’ que no es otro que ‘Fandango Viejo’, (pelayero, escrito mío) con el cual entraban […] los toros por las calles de San Benito…”.

Es bueno destacar aquí, como complemento a lo anterior, lo que dice Huertas Vergara en la Revista Memorias y Reflexiones, Sincelejo (1999) y tomado del libro Música y Bandas de Corralejas, también de su autoría, respecto del porro “María Varilla” y, que aparece en mi libro, Antecedentes y origen del porro pelayero. Veamos: “...En entrevista que le hiciera al trompetista Julio Paternina Olivero, manifestó lo siguiente: ‘…que fue su Padre el gaitero Sincelejano, Leonidas Paternina Martínez, […] quien habiendo llegado […] hacia 1885, prendió la música en Pelayo con fandango de gaita, lo cual contagiando a sus hijos: Primo, Leonidas, Martin y Gabriel, y, con la familia Galván, formalizaron en 1906 la primera Banda ‘La Arribana’ de San Pelayo, bajo la enseñanza de José Fortunato Sáenz y luego Zamora de Repelón, Atlántico. Por esa época, contaba Julio Paternina, 1918, existía un porro o tonada musical inconclusa [...], a la que, el Primo Paternina, le hizo o compuso la ‘bozá’ o parte movida del mismo, la cual, años después, tomó el nombre de “María Varilla…”.

Referencia bibliográfica

* Huertas Vergara, M. Revista: Memorias y Reflexiones. 1999. Sincelejo. Retomado del libro: Música y bandas de corralejas.

* Huertas Vergara, M. Cabildo y Merced de tierra. Régimen para poblar el Partido de Tolú, Sabanas y Sinú. Ed. Gráficas Lealtad Ltda. Sincelejo. 1993

* Licenciado, Magister, escritor, investigador y compositor.

Recuerdos de una gira inconclusa

Por: Juan Gaviria

Un día el maestro Alberto Londoño me abrió las puertas de su casa para relatarme los pasos de su vida a través de la danza colombiana. Uno de ellos me llamó la atención en particular: su narración de la creación de un grupo de danzas integrado solo por directores, quienes iban a realizar una gran gira internacional por países de Suramérica, Centroamérica y Europa, esto mientras transcurría 1960.

Según el maestro, este proyecto de gira tuvo mucho eco en los medios de comunicación, principalmente en la prensa, donde se publicaron varios artículos aludiendo a este viaje como una gran representación de la cultura colombiana, en materia dancística, por diferentes países. Con la intención de ahondar más en esta anécdota tan documentada, le propuse al maestro Londoño que dedicáramos una entrevista sólo para hablar de ella y que revisáramos los archivos de prensa sobre el cubrimiento que hicieron los medios de tan mencionada gira que, 57 años después, él aún conservaba fresca en su memoria. Es a partir de esa entrevista y del acceso a ese archivo de prensa que surge este artículo.

Todo comenzó cuando Alberto Londoño regresó a Medellín en 1960, después de pasar por diferentes escenarios artísticos de Bogotá, donde no solo se desempeñó como bailarín en el Conjunto de danzas Cordillera, dirigido por Jacinto Jaramillo, sino que también participó como actor de televisión. Animado por el amplio recorrido artístico en la capital donde conoció los artistas más representativos de Colombia de esos años, el maestro Londoño decidió crear un grupo de danzas con el objetivo de realizar una gira internacional: buscó la participación de artistas de la ciudad y optó por crear el grupo con los directores más reconocidos de aquella época.

Cuando se le pregunta al maestro el porqué de una gira internacional, su respuesta es muy llamativa: “Fue un cuento que yo me inventé para motivar a los directores”. Esos directores a quienes se refiere Londoño fueron: Martha Herrón, Martha Mazo, Gladys Mazo, Julio Rentería y Alberto Restrepo, los cuales tuvieron una gran trayectoria en el campo de la danza.

Martha Nay Herrón García, directora de los grupos Horizontes y Danzas Hispanoamericanas, tuvo mucha importancia en el desarrollo de la danza en Medellín y Bello, dado que participó con uno de sus grupos en la película colombiana El hijo de la choza (1961), dirigida por Enock Roldán, en la que se mostraban algunos bailes tradicionales; luego ocupó el cargo de directora del Instituto de Cultura Popular de Medellín (ICPM), entidad con la cual logró muchos triunfos en el Festival Folclórico de Ibagué. Para uno de los maestros más reconocidos de la danza en Antioquia, Argiro

Ochoa, conocer y acompañar como músico al grupo que dirigía Martha Herrón (ICPM) “fue la chispa para comprender la importancia tan manifiesta que tenía el Arte de la Danza para la Cultura Colombiana” (Ochoa, s.f., p. 1)

Julio Rentería, oriundo de Chocó, era quien tenía el conocimiento de los bailes tradicionales del Pacífico y contaba con experiencia internacional, dado que estuvo al lado de Delia Zapata en su gira por Europa. En Medellín tuvo varios grupos de danzas, uno de ellos, según Londoño, lo conformó así: “Se fue para Guayaquil a buscar las chocoanas que trabajan el servicio doméstico y montó un grupo muy bueno, ellas se sabían todos esos bailes, solo era montar la coreografía y poner la música”.

Martha Mazo dirigía el grupo Alma Campesina. A este grupo pertenecía también su hermana Gladys Mazo, quien era la primera bailarina, por lo cual también fue convocada a la gira.

En lo referente a la parte administrativa, cada uno se encargaba de gestionar sus propios recursos para la gira, incluyendo los vestuarios, los cuales eran de los grupos que ellos dirigían. Respecto a la gestión de los contactos para las embajadas de los diferentes países, Alberto Londoño era quien tenía esa responsabilidad, ya que alguna vez había conocido a una persona que le entregó algunas tarjetas con el nombre de representantes de la cultura en Centroamérica. Por último, en la parte de relaciones públicas, Martha Herrón se encargó de visitar diferentes periódicos para que anunciaran su gira: El Colombiano, El Espectador y El Correo, entre otros.

A continuación, algunos fragmentos de noticias que se publicaron previo al viaje:

• Un grupo de danzarines o amantes de los bailes folclóricos se han unido en esta ciudad para formar una agrupación o conjunto musical dispuesto a brindar espectáculos extraordinarios, no solo en el país, sino más allá de nuestras fronteras. (El Colombiano, 1960, p. 15)

• Las dos Marthas con dos Albertos (Londoño y Restrepo), viajarán próximamente al exterior para cumplir una gira que sin duda alguna les proporcionará grato placer. (El Colombiano, 1960, p. 14)

Y por último Alberto Restrepo, director del grupo Acuarelas Colombianas y quien fue, según Londoño, uno de los primeros bailarines de danza folclórica que tuvo Medellín. Con Restrepo se conformaron las tres parejas para realizar la gira (Martha Herrón, Martha Mazo, Gladys Mazo, Alberto Londoño, Julio Rentería y Alberto Restrepo).

Una vez seleccionados los bailarines para la gira empezaron los ensayos y se dividieron las responsabilidades artísticas, administrativas y de relaciones públicas. En la parte artística cada uno tenía una habilidad para trabajar los bailes de diferentes regiones: Martha Herrón y Gladys Mazo se encargaban de las danzas de la región andina; Alberto Restrepo, “El joropero”, de la región llanera; mientras Julio Rentería de las danzas costeras (Pacífico y Caribe) y Alberto Londoño orientaba los bailes internacionales: rock and roll, tango apache, samba, entre otros.

• Cinco directores de conjuntos folclóricos de Antioquia han decidido formar un grupo ellos mismos con el objeto de montar interesantes y espectaculares danzas que llevarán el mensaje colombiano a otros países, en primer término, a Centroamérica y luego posiblemente a Europa. (El Espectador, 1960, p. 2)

• Martha Mazo está entusiasta por el viaje al exterior en el curso de pocos días, al lado de los directores y coreógrafos de danzas precitados. Ella dice que pondrá “toda su alma” para interpretar con grato sabor cualquier clase de danzas más allá de nuestras fronteras. Interés que también tienen los directores componentes de la agrupación viajera. (El Colombiano, 1960, p. 15)

• ‘Fuego Tropicano’ es un verdadero conjunto de bailarines criollos con personal de ambos sexos, incluyendo músicos y cantantes, se propone viajar al exterior, en cuestión de pocas semanas. […] – ¿Cree en el éxito de ustedes con el viaje al exterior? – Hace tiempos nos estamos preparando para ello. Quiero decir artísticamente. Nuestros ensayos son permanente y rigurosos. Solo esperamos el concurso económico de algunas entidades que nos lo han ofrecido. (Entrevista a Marta Herrón, archivo personal Alberto Londoño, El Correo, s.f.)

Una vez organizaron el repertorio y recogieron algún dinero, iban a emprender el viaje, pero se encontraron que los padres de Gladys Mazo, quien era menor de edad, no le dieron permiso, por otro lado, Julio Rentería manifestó que definitivamente no los iba a acompañar en la gira, por lo tanto, solo quedaron las dos Marthas (Herrón y Mazo) y los dos Albertos (Londoño y Restrepo) quienes emprendieron su gira “utópica”, calificativo que el mismo Alberto Londoño le dio a este proyecto de viaje.

Así despidieron en El Colombiano el 18 de septiembre de 1960 al grupo Fuego Tropicano:

Las dos Marthas (Herrón y Mazo) y los dos Alberto (Londoño y Restrepo), emprenden viaje en la mañana de hoy hacía Bogotá, con el propósito de dar continuidad a su gira nacional, por ahora, e internacional más tarde. Se cree que de Bogotá partirán hacia Caracas y luego a otros países. Llevan en sus maletas mucho vestuario para la interpretación de tantas danzas les sea viable ofrecer a públicos de otros lares.

Pero como son tres parejas las que deben salir más allá de nuestras fronteras, en Bogotá se les unirán dos nuevos elementos para hacer aquella correría y dejar bien sentado el nombre de Colombia en el exterior, como lo está haciendo en el Perú y Ecuador Pedro Betancur. Por nuestra parte, deseamos mucha suerte a estos danzarines viajeros. El triunfo los espera. (Serna, 1960, p. 14).

Pedro Betancourt, otro director muy reconocido en Medellín, según la cita anterior, se iba a unir a este grupo en Bogotá, pero al preguntarle qué tan cierto era esto a Londoño dice: “Otro cuento de Martha Herrón para llamar la atención”. Pedro Betancourt y su pareja, Isabel Muñoz, realmente si estaban de gira pero no hacían parte de este proyecto.

El maestro Londoño describe de la siguiente manera la travesía de la partida hacía Bogotá: “nos fuimos en tren hasta Puerto Berrio, allá yo tenía una tía que era propietaria de una pensión, nos quedamos ahí para luego salir hacia Bogotá”. Una vez llegaron a Bogotá, de donde iban a partir hacia Centroamérica, buscaron dónde hospedarse en San Victorino, donde encontraron un apartamento con dos habitaciones, dado que no tenían dinero para pagar por anticipado, le manifestaron a la propietaria que ellos eran artistas que tenían contratos para actuar en televisión y que tenían pendiente un viaje, por lo cual una vez les pagaran, ellos le daban lo del arriendo.

Lo anterior no era del todo cierto, pues, aunque tenían pensado hacer una gira, no tenían dinero y mucho menos contratos en la televisión, dice Londoño: “Ese fue otro cuento que tuvimos que echar”. Una vez se organizaron en la pensión se dedicaron a buscar realmente los contratos, de esto se encargaba Alberto Londoño, quien ya tenía algún conocimiento de esa gestión.

En esta búsqueda de presentaciones les resultó el primer contrato para bailar en la televisión, pero infortunadamente, una persona los estafó, “los tumbó” como dice Londoño, tanto a ellos como a muchos otros. Superado este impase y ya con muchas dificultades siguieron en la búsqueda, resultándoles presentaciones en varios espacios, pero el dinero que recibían era muy poco o se demoraban mucho en pagarles, la situación, según Londoño, “se estaba poniendo muy crítica, la comida era ya muy limitada”.

En una de tantas búsquedas de contratos les resultó una presentación en Girardot, Cundinamarca, en el segundo Festival Folclórico que se realizaba en ese municipio. Allí bailaron las dos Marthas y los dos Albertos, como se puede ver en el recorte de prensa:

Un día, a los obstáculos que ya tenían, se les sumó otro más: el amor, ya que Martha Mazo se enamoró de un carnicero que conoció en la capital por lo cual abandonó el proyecto para irse a convivir con él, esto hizo que se descompletaran las dos parejas, quedando un trío, debido a esto tuvieron que coordinarse los dos hombres para bailar con Martha Herrón.

Con Martha Mazo ya eran tres las personas que abandonaban el proyecto inicial, luego se sumó Alberto Restrepo quien empezó a sentir, según Londoño, “mucha nostalgia por estar lejos de su familia, todos los días lloraba”, debido a esto Martha Herrón y Alberto Londoño tuvieron que empeñar unas joyas para poder comprar los pasajes para que Restrepo se volviera para Medellín, y, definitivamente, así lo hizo.

Tras la partida de Restrepo, quedó solo una pareja, Londoño y Martha, quienes siguieron ya no con la idea de viajar, sino con un único interés, subsistir. Y fue aquí cuando se dieron cuenta de que la mencionada gira nunca se iba realizar. Cada uno buscaba algo de comer en el día y por la noche se lo compartían, incluso llegaron a aprovechar la pensión para poder comer, dado que allí funcionaba un restaurante: por las noches buscaban la comida que quedaba y se la llevaban para el cuarto. En cuanto al arriendo de la pensión, empezaron a atrasarse con el pago: estaban ya ilíquidos.

Debido a la situación tan difícil que estaban viviendo, Martha contactó con un exnovio suyo quien vivía en Cali, la bailarina le solicitó ayuda para conseguir trabajo en la reconocida Feria de Cali, éste respondió afirmativamente, por lo cual la pareja emprendió, con dinero prestado para los pasajes, rumbo hacía la Sultana del Valle; como no tenían con qué pagar el arriendo de la pensión en la que estaban, no sabían cómo iban a salir de allí, por lo que decidieron darse a la fuga sin pagar, como lo narra Londoño: “A las 2:00 a.m. yo salí normalmente y Martha, por la ventana de la habitación en la que nos estábamos hospedando, me pasó las maletas y después salió ella”, y así se fueron rumbo a Cali a trabajar en una caseta en la Feria.

Al preguntarle al maestro Londoño qué explicación les dieron a sus familiares al momento de llegar y contar que no realizaron la gira, él respondió que simplemente dijeron que no les habían cumplido los contratos, que les habían quedado mal.

Así terminó el proyecto de una gira que sólo existió en los sueños de unos bailarines y en los recortes de prensa.

Para Alberto Londoño este fue el primer intento profesional para vivir de la danza en Medellín, y fue, ante todo un cuento, por eso él siempre dice: “La danza es un cuento que se cuenta con el cuerpo y se vive con el alma”.

Entrevista

* Entrevista a Alberto Londoño, 26 de junio de 2017, Medellín. Entrevistador Juan Gaviria.

Referencias bibliográficas

* Alberto Restrepo y su Conjunto de Danzas Acuarelas Colombianas. (1960, agosto 22). El Colombiano. p. 15.

* Artistas antioqueños. Alberto Londoño. Joven bailarín y profesor de danzas folclóricas. (1960, julio 23). El Colombiano. p. 15.

* Castrillón, W. (1960 junio 29). Conjunto Folclórico de Medellín viajará por Suramérica y Europa. El Espectador, p. 2.

* Del ambiento folclórico. Directores de Danzas formaron un Conjunto. (1960). El Colombiano, p. 15.

* Del ambiente artístico, Los dos años del Conjunto de danzas ‘Alma campesina’. (1960, julio 06). El Colombiano, p. 15.

* Entrevista a Martha Herrón, archivo personal Alberto Londoño, El Correo, s.f.

* Londoño, A. C. (2011). El cuento de la danza. De la danza folclórica en Antioquia 1953-2010. Medellín: Todográficas Ltda.

* Ochoa A., Historia de la danza en Bello según la memoria de Argiro de Jesús Ochoa, s.f., Bello.

* Pachón, G., (1960, octubre 12). Con Éxito sin precedentes llaga a su última fecha el Festival de Girardot. El Espectador, pág. 14.

* Pedro Betancourt e Isabel Muñoz triunfan en Ecuador. (1960, septiembre 09). El Colombiano, p. 15.

* Serna, C. E. (1965, julio 04). Por la Radio. El Colombiano.

* Serna, C. E. (1960, agosto 15). Por la Radio. El Colombiano, p. 14.

Una vez llegaron a Cali, a finales de diciembre de 1960, empezaron a trabajar, les pagaban tanto a ellos como a los otros artistas de acuerdo con el número de personas que ingresaran al lugar, y tenían la ventaja que les daban la comida. Al terminar la Feria tomaron la decisión de volverse para Medellín, pero quisieron darle a entender a sus familiares que siempre estuvieron bien durante esta travesía, por lo cual compraron ropa, zapatos y maletas para viajar.

Cibergrafìa

* Rodríguez, M. A.; Rentería, J., Recuperado de www.musicalafrolatino. com. http://www.musicalafrolatino.com/pagina_nueva_23.htm. Fecha de consulta 1 de noviembre de 2017.

Juan Gaviria: Creador del sitio Reflexiones danzarias: reflexionesdanzarias.blogspot.com - Estudiante de historia U de A.Miembro grupo de investigación Kultur U de A. - Autor del libro Las vueltas. Memorias, versiones y sonidos

La Rumba paisa navideña

Cada año en los hogares de Antioquia, las familias se reúnen para celebrar la noche buena y el fin de año alrededor de una cena, un sancocho, acompañado de la natilla con buñuelo, amenizado por la música propia de esta época decembrina, la música bailable, parrandera y campesina.

Buitrago, Escalona y Bovea y sus vallenatos, música campesina y parrandera.

En los hogares campesino, en las familias de Medellín, en las barriadas y eventos populares y sociales, los sones de Guillermo Buitrago con sus ya tradicionales composiciones como El ron de vinola, Dame tu mujer José, El grito vagabundo, Qué criterio, hacían parte de las rumbas familiares y sociales, y se escuchaban cada fin de año.

Igual que Buitrago en las victrolas, la radio, el LP y la televisión, los cantos de las composiciones de Escalona interpretada por Bovea y sus Vallenatos; de Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Los Corraleros de Majagual, Pedro Laza y Sus Pelayeros y un estelar de estrellas venidas desde la costa norte, estaban presentes en la cotidianidad de los habitantes de Medellín.

En las fiestas decembrinas, las familias reunidas alrededor de la natilla y los buñuelos, los sancochos, las fritangas, en los tablados y rumbas callejeras, se bailaban con los cantos de estos grandes intérpretes de vallenatos, porro, cumbias, sones, guarachas, gaitas…

No menos importante, sonaban también los cantos de la música parrandera y campesina, muy propia de los habitantes del campo, que viajaron por las montañas para ingresar a los hogares de Medellín y disputarle un espacio a los ritmos costeños. Así, en las calles, los bares de Guayaquil, sitios de rumba, los estaderos, clubes sociales, hoteles; las emisoras, los LP, la victrola, se escuchaban las canciones campesinas y parranderas que le proveían el sabor paisa, de doble intención, de goce y pintorescas1

Llegó diciembre con su alegría, mes de parranda y animación, cuando se baila de noche y día y es solo cantos y diversión, se hacen natillas, se hacen buñuelos, se dan regalos en cantidad, engringolados chicos y abuelos montan el árbol de Navidad… (González, F. 1938)

La unión familiar compuesta por los padres, hijos, abuelos, tíos, tías, primos… se reunían alrededor de la paila, el marrano, la pólvora, los globos… acompasados por la música parrandera, bailable y campesina que sonaba en el tocadiscos, en la victrola, en las grabadoras o simplemente en las emisoras de la cuidad. “Junto a la mesa se encuentra ya los cinco niños, papá y mamá, humildemente van a esperar al niño santo que nacerá… navidad de los podres que feliz navidad…” así versa una canción que refleja el calor familiar y humano que en torno a la figura del niño Dios en la noche buena o esperando que llegase el nuevo año:

Las campanas de la iglesia están sonando / anunciando que el año viejo se va / la alegría del año nuevo viene ya / los abrazos se confunden sin cesar / Faltan cinco p’a las doces, el año va a terminar / me voy corriendo para mi casa a abrazar a mi mamá… (Faltan cinco pa’ las doce. Oswaldo Oropeza y Néstor Zavarce. 1963).

Guillermo Buitrago, “El jilguero de la Sierra Nevada de Santa Marta", es el reflejo de la rumba a punta de guitarra, carrasca y voces inconfundibles, y su música ha animado por años las navidades de las familias en Medellín, con aguardiente, ron y cerveza en la integración familiar se bailaba sin parar.

Este es un bonito cantar, un bonito cantar / Que dedico a un amigo / Porque lo quiero entusiasmar, lo quiero entusiasmar / Pa' que beba conmigo / No es que lo quiera destacar, lo quiera destacar / Como algún buen tesoro / Es que para bien parrandear yo no encuentro otro igual / Que a mi compae Heliodoro / Compae Heliodoro vamo' a parrandear / Compae Heliodoro la cumbia va a empezar… (Buitrago, G. 1949)

Junto con él estaban las trovas picaresca, de sentido común y propia de los campesinos antioqueños.

Oiga mijita que es lo que toco por ahí / una cosa como rara mija / Hay hay hay es un animal / Cuidado la pica mijita… Mijita prenda la vela / pero corra pues ligero que me agarra un animal / me está picando muy duro, arribita en la rodilla / puede ser un alacrán. / Que desespero por dios / que animal p’a picar duro, lo siento como una aguja / puede ser algún vampiro que me va chupar la sangre / o alguna maldita bruja…

(El Grillo - Antonio Posada. Riosucio, Caldas. 1950).

Inicio de la música bailable paisa

Ese boom musical creado por estos compositores, su aceptación en las fiestas en los barrios de Medellín, generó un ambiente propicio para que surgieran orquestas paisas que incluían sones costeños mezclados con un ritmo acelerado típico de las orquestas venezolanas como Los Melódicos, Los Billo's Caracas Boys, Super Combo Los Tropicales; o de las orquestas costeñas con estilo propiode estas; así nacieron orquestas como El Combo de las Estrellas, el Combo Dilido, Las Graduados, Los Hispanos, los Teen Agers y otras tantas que llegaron a los hogares antioqueños.

Hacia finales de los años sesenta y principios de los setenta, a las navidades de Medellín entraron personajes como Jairo Paternina, Gustavo “El Loco” Quintero y Rodolfo Aicardi, quienes impusieron su estilo e interpretación, que luego se convertirían en íconos para las navidades de la ciudad y del país.

Otra vez navidad, otra vez soledad / en la calle la gente solo lleva en su mente regalar, perdonar / otra vez navidad, otra vez soledad / entre pólvora y grito, entre risas y villancico, la gente viene y va / todos llevan una ilusión, todos tienen fe y devoción, todos tienen un alguien y yo no tengo a nadie, sino mi soledad / navidad que todos los años me recuerdan los que murieron, los que de mi lado se fueron por siempre para no regresar / navidad que todo lo cambia, porque no le ayudas a mi alma para que recobre la calma y no pase más, triste navidad / 24 de diciembre, arriba los corazones… (Jairo Paternina. Combo de las Estrellas)

A este ambiente de tristeza, recuerdo, añoranza y soledad, se le mezclaba rumbas, baile, fiestas y alegría a las noches decembrinas de los paisas, que además estaban acompañadas por aguardiente, cerveza, comida y natilla con buñuelo, en un sano esparcimiento donde los niños esperaban la llegada del niño Dios; la madre la noche buena para compartir la cena con los invitados o con sus vecinos; y al final de año se construían los sueños, promesas y las buenas intenciones para cambiar o mejorar su situación personal, familiar, laboral o social para el año siguiente.

En las victrolas, grabadoras, en la radio y los cantos fiesteros estaba presentes: Rodolfo Aicardí, Gustavo Quintero, Jairo Paternina, Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Pastor López, Guillermo Buitrago, Gabriel Romero, Lisandro Mesa, Octavio Mesa, Gildardo Montoya, Darío Gómez, Joaquín Bedoya… sonaban sin parar día y noche, y luego, alrededor de un sancocho, elevando un globo y tirando voladores, se pasaba el desenguayabe.

De mezclas de pasos entre porros, cumbias, gaitas, vallenato, salsa, merengue y bailes pasiados, las calles de los barrios de Medellín eran los escenarios para mostrar el estrén, el traído del niño Dios, los brindis con licor y los voladores que pintaban las noches de la cuidad de luces y ruido. Familias enteras se integraban para armar el sancocho o colar la natilla, el sonido del chillido del marrano animaba la fiesta y en el aire sonaban los cantos navideños de las orquesta paisas, costeñas, venezolanas y cubanas.

Navidad que vuelve / tradición del año / unos van alegres / otros van llorando / hay quien tiene todo / todo lo que quiere / y sus navidades / siempre son alegres / hay otros muy pobres / que no tienen nada / son los que prefieren / que nunca llegara…

(Benito De Jesús. 1952)

En este contexto social, cultural y musical de Medellín de los años sesenta, setenta y hasta finales de los ochenta, se pasaban las noches navideñas de una ciudad que no dormía ni descansaba porque las emisoras no dejaban de colocar los iconos de la música parrandera, bailable, campesina y guasca, acompañados por Guillermo Buitrago, Bovea y sus Vallenatos, los Corraleros de Majagual. Los hits musicales de Discos Fuentes con sus 14 cañonazos bailables, eran la invitación perfecta para que los bailadores en su casa los disfrutaran y los escucharan todo diciembre.

En los bailes callejeros y populares los habitantes gozaban las canciones bailables a pasos de porro pasiado que combinaban con pasos de salsa, merengue, son, chachachá, tangos y milongas, porque para el bailador echar paso toda una noche sin descanso, era la manera de gozarse e integrase para hacer de su barrio un gran escenario.

Decadencia de la integración Familiar

La rumba paisa, la integración familiar y social en los barrios hoy hacen parte del baúl del recuerdo. En las calles, el vacío se siente como en las noches frías de una navidad sola y sin ánimo.

Hoy es prohibido todo: los sancochos, los globos, la pólvora, la rumba callejera, el retumbar de los equipos de sonido. La zozobra y el miedo son ahora parte de la navidad de Medellín, al igual que por años hizo parte la rumba. El narcotráfico, la violencia, la desintegración familiar, el comercio, junto con la decadencia de los creadores de ritmos bailables en la cuidad, complementan un panorama poco halagador y oscuro que se vierte sobre las rumbas navideñas en las familias y la comunidad de Medellín.

Pero a pesar de todo, aún se escuchan en algunas emisoras de Medellín2 canciones de Guillermo Buitrago, Rodolfo Aicardí, Gustavo “El Loco” Quintero, Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Edmundo Arias, Gabriel Romero, Agustín Bedoya, Lisandro Mesa, Octavio Mesa, Gildardo Montoya, Darío Gómez, Joaquín Bedoya, entre otros; para no dejar morir lo que por años fueron las acompañantes permanentes de los días navideños.

Aún persisten rumbas en los hogares de muchas familias en Medellín, retumban en los equipos de sonido los cantos decembrinos que aun están en los corazones, en la vida y el hacer de muchos paisas. En las noches de los alumbrados navideños, en la noche buena, el 25 de diciembre - donde desfilan niños por las calles mostrando y luciendo sus traídos-, en la despedida del año viejo y la entrada de uno nuevo, siguen siendo parte del goce popular.

2 Radio Uno, Estrella Estéreo, Radio Cristal, Radio Paisa, entre otras, son emisoras tradicionales que aún suenan los ritmos bailables de navidad.

Es la invitación de hacer cada navidad una fiesta popular, social y comunitaria, los regalos deben ser parte del compartir, la natilla con los buñuelos, el sancocho comunitario, la fiesta callejera y la integración familiar deben seguir siendo parte de la vida de los habitantes de los barrios de Medellín.

La navidad no puede estar estática y olvidada; ella está en la vida y en los corazones de quienes por años hicieron parte de esa rumba, del goce, del baile, las risas y la parranda. Una navidad en Medellín tiene sabor de unión, solidaridad, de compartir y creación.

Seguirán sonando en las montañas que rodean la ciudad, los sonidos de quienes por años dieron canciones que alegran las navidades paisas. Siempre existirá una natilla comunitaria, una marranada social, una integración comunitaria con regalos y traídos, un estrén, una despedida y promesas de cambio para el nuevo año. En los equipos de sonido se escuchan todavía los versos y la guitarra de Guillermo Buitrago, los cantos de Rodolfo y Gustavo, la parranda campesina de Octavio Mesa, Gildardo Montoya, Darío Gómez, Joaquín Bedoya, los vallenatos de Lisandro Mesa y Alfredo Gutiérrez, acompañado de un aguardiente, cerveza, ron y comida.

Los tiempos cambian, pero igual que en años anteriores, está presente el goce social, popular y familiar de una navidad que nace en noviembre y termina cuando ya la plata no alcanza para seguir rumbiando.

Reseña Bibliográfica

* Orapeza, O. (1963). Faltan Cinco pa' las Doce. Cantante, Néstor Zavarce. Venezuela. Retomado en Wikipdia

* Buitrago, G. (1949). Compae Heliodoro. Lp. Víspera de año nuevo. Discos Fuentes. Medellín.

* Benito De Jesús. (1912- 2010). Cantares De Navidad. Trío Vegabajeño. Puerto Rico. Publicado el 3 de diciembre de 2009. En el canal de Youtube https://www.youtube.com/watch?v=ahOGb8bRuHc

* Fundación Nacional para la Cultura Popular | San Juan, Puerto Rico: Benito de Jesús. Publicado el 24 de junio de 2014. Accedido el 25 de noviembre de 2017. https://prpop.org/biografias/benito-de-jesus/

* Triste Navidad. Jairo Paternina. Combo de las Estrellas

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