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Una víspera de 70 años

Por Marcos Fidel Vega Seña

Las fiestas decembrinas no solo son un ritual en Colombia, sino que también con ese rito renace el mito. Cada fin de año el espíritu de Guillermo de Jesús Buitrago Henríquez gravita al acorde de su guitarra y de su voz elegíaca con la que revive la alegría y la nostalgia de los diciembres idos y los que están porvenir.

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El Jilguero de la Sierra Nevada, como le llamaban, nació en un pueblo de agua. Ciénaga, en el departamento que lleva el nombre de la virgen llorona, y que parece que vertió todas sus lágrimas en él, vio nacer esta leyenda musical un 1º de abril de 1920. De padre marinillo y madre costeña, en su sangre juntó el hedonismo caribe con el humor montañero, para una explosión de alegría que compartió en cada instante de su vida y en cada canción que interpretaba.

En las fotos que se conservan del Mono, (así cariñosamente le decían mujeres y amigos), aparece impecablemente vestido y pecaminosamente peinado. Era un artista errabundo cuya guitarra todavía retumba en la cadera cimbreante de una hembra arisca y en la exudación del erotismo varonil que se lleva a las mujeres furtivamente para multiplicar la creación.

Esa es la historia subterránea de una de las canciones más famosas que ha interpretado Guillermo Buitrago: La víspera de año nuevo. En la narración de la canción gravita la referencia a una morena:

La víspera de año nuevo estando la noche serena mi familia quedó con duelo y yo gozando a mi morena

La melodía relata y revive una costumbre asaz entre hombres mujeres de la costa Caribe: “salirse” con su hombre; “sacarse” a la hembra. Usualmente ese acto de insubordinación familiar por parte de la mujer, ocurría de manera furtiva, bien entrada las sombras de la noche, como para que nadie se diera cuenta. En algunas ocasiones terminaba en matrimonio; en el peor de los casos, con la enemistad de ambas familias por el honor perdido o porque el núcleo del hogar de ambos no era “gustoso” de esa unión. Eso es lo que narra La víspera de año nuevo: mi familia quedó con duelo y yo gozando a mi morena

¿Dudas en la autoría?

Ahora bien, las producciones musicales que resisten el paso demoledor del tiempo y no entran en el culto ridículo a la chambonería, propagada por la inmediatez de la insulsa radio y de la telebobería, hacen parte del olimpo de lo mítico, como lo decíamos. La víspera de año nuevo no podía ser la excepción. De acuerdo con una publicación del portal de El Pilón, del 28 de julio de 2015, la canción no parece ser del todo original de Tobías Enrique Pumarejo, sino que él acomodó versos de una canción que cantaban juglares y acordeoneros en la finca de la familia de Don Toba.

En el desarrollo de la historia de la mítica canción afirma Walter Arias Almenares, para El Pilón, que el origen de la melodía se ubica en la región de Camperucho; su “autor inicial fue José Eusebio Ayala. Se atribuye en su causa a la sorna por el rapto amoroso de Teotiste Almenares, de 18 años, por su novio Eduardo Arias Quiroz, en ese entonces de 23 años de edad, ocurrido el 30 de diciembre de 1929, cuando huyeron a lomo de caballo y solo fueron a parar la misma noche a la posesión Las Mallitas, propiedad de Casimiro Mestre, a 6 km del lugar furtivo de la parranda que aquella noche se celebraba”.

En esa relación histórica entran también en la puja los cantos de vaquería de la región sabanera de los departamentos de Córdoba, Sucre y Bolívar, cuyos primeros versos los cantaba en décimas el vaquero Víctor Villafaña. Según Arias Almenares, el hombre fue contratado por la familia Pumarejo, propietaria de la finca El Diluvio para que hiciera labores de encierro de ganado en las tardes, excusa que utilizaba para entonar sus versos. El autor de la nota señala que “la versión de Víctor Villafaña y Eusebio Ayala en Camperucho, que empieza a tararearse en los primeros días de enero de 1930, alrededor de la casa de los abuelos de Teotiste, don Manuelito Díaz oriundo de Patillal y Teotiste Romero, nacida en Valencia de Jesús, se caracterizó por estos versos:

En víspera de año nuevo yo te quiero complacer siendo la noche serena con el cuerpo y con el alma

Las familias quedaron de duelo año nuevo lo quiero pasar y yo gozando a mi morena yo contigo en la sabana”

La historia oficial

Independiente de lo anterior, la versión oficial, ratificada por investigadores e intérpretes es que el autor es don Tobías Enrique Pumarejo. De eso no hay duda. Para El Pilón, en una publicación del 22 de diciembre de 2015, la historia de la canción es la siguiente:

“Dorys del Castillo Altamar, su musa, vivía en la finca ´Tolima´ vecina a la de don Toba, ´El Otoño´, jurisdicción del departamento del Cesar, predio por donde Doris pasaba todas las mañanas hacia un afluente del río Ariguaní, donde solía tomar su baño matinal. Las miradas y los saludos no se dejaron esperar y al poco tiempo surgió un cálido romance entre los dos que no fue de buen recibo por parte de su hermano mayor, Ramón. El 22 de diciembre de 1945 Dorys le envía un papelito a Don Toba con el señor Pedro Romero, propietario de una finca vecina, ´Cuatro Bocas´, donde le informa que Ramón, por lo de sus amoríos la había reprendido con correazos incluidos, por lo que ella se encontraba dispuesta a escaparse con él esa noche a donde a bien lo dispusiera”.

Dos años después de este episodio, que es el origen de la canción, Guillermo Buitrago la hizo popular con su voz y su guitarra y La víspera de año nuevo entró a hacer parte del patrimonio musical de Colombia. Este intérprete, en su corta carrera artística se caracterizó por tener una voz parrandera y alegre, pero a la vez, nostálgica y sentimental. Así le imprimió a sus canciones una huella elegíaca, que lo hicieron único en el universo de la música. Fue el precursor de que el vallenato se comercializara y el culpable de que los citadinos antioqueños, acostumbrados a las canciones trágicas, incluyeran en sus fiestas canciones de otras latitudes, con baile incluido.

Lo anterior ha permitido que su figura reviva cada diciembre con el ritual de las navidades y las fiestas de fin de año. Durante los meses que anteceden a estas celebraciones, parece que en la radio y en las fiestas cotidianas el gigante estuviese dormido a la espera de su gran oportunidad. Y como en el cuento de Monterroso, cuando despertó, la fiesta todavía estaba ahí. Para una persona medianamente bailadora y alegre, es imposible resistirse a la seducción placentera de vibrar con la magia del merengue La víspera de año nuevo y las demás canciones salidas de la guitarra asombrosa e interpretadas con la voz de bajo, con dejos nasales que hizo a Buitrago singular en el universo musical.

Te vengo a felicitar con el cuerpo y con el alma año nuevo lo quiero pasar contigo allá en la sabana

Esta otra estrofa de la mítica canción apunta a otras de las costumbres extendidas entre los habitantes de la región o de cualquier pueblo colombiano. Una vez el inexorable paso de las manecillas del reloj decretan las doce de la noche del 31 de diciembre, el cosmos fiestero descarga la alegría en amigos y allegados. Empieza un desfile hacia las casas de familiares porque te vengo a felicitar con el cuerpo y con el alma. Es decir, a desearte un feliz y próspero año nuevo.

También quienes se han ausentado de sus seres queridos, por diferentes motivos, procuran llegar para navidad a sus pueblos de origen y esperar la llegada del nuevo año al lado de quienes han significado algo para sus vidas, porque año nuevo lo quiero pasar contigo allá en la sabana. Puede que tenga otras interpretaciones, pero el sortilegio de esta estrofa está en las palabras que te llegan al alma y al corazón en una época de mucha sensibilidad: diciembre.

Otras setentonas

Las canciones que grabó Buitrago tienen la característica de ser inolvidables como él. Así como La víspera de año nuevo cumple 70 años de estarse bailando en Colombia, otro tanto hacen Las mujeres a mí no me quieren y Compae Heliodoro. La primera es una canción de protesta, que devela en sentido lírico la discriminación social, propia de los colombianos que no la admiten pero la practican:

Las mujeres a mí no me quieren porque es que yo no tengo plata las mujeres se van con los ricos siempre les resulta lata

Y luego hay una joya gramatical erótica, de esas propias del humor paisa, presente en la sangre del bardo cienaguero:

La mujer en el amor se parece al acordeón ay¡ si se le afloja la boca y se le aprieta el diapasón

El acordeón se encoje, se estira, se abre, se cierra, se ancha, se estrecha, ruge, aprieta, afloja, gime, llora, bajonea y canta. Por eso se parecen mujeres y acordeones… en el amor. Por eso se le afloja la boca para que cante sus melodías y sus alegrías y se le aprieta el diapasón. ¿Cuál será el diapasón de las mujeres?

Por su parte, Compae Heliodoro, es un homenaje al vínculo muy sagrado del compadrazco, que es el compromiso filial y de respeto que se obtiene cuando alguien le bautiza un hijo o hija a una familia. Bueno, y en ese vínculo la parranda no puede faltar. Y la parranda se hace con los amigos.

Este es un bonito cantar, un bonito cantar que dedico a un amigo porque lo quiero entusiasmar, lo quiero entusiasmar pa' que beba conmigo. No es que lo quiera destacar, lo quiera destacar Como algún buen tesoro Es que para bien parrandear yo no encuentro otro igual que a mi compae Heliodoro Compae Heliodoro vamo' a parrandear Compae Heliodoro la cumbia va a empezar

Por último y para cerrar, en 2018, la canción que estará de cumpleaños, 70 también, será La gota fría (Qué criterio). Esa es otra gran historia que se las contaremos en su debido momento.

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