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Pasado y presente en la tradición musical de la Comuna

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Por: Fabio Casas Arango

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La música desde hace varios siglos atrás ha acompañado con sus notas y sonidos a las comunidades. La música le ayuda al ser humano a mejorar procesos cognitivos; a desarrollar sensibilidades, a mejorar la concentración, a distinguir sonidos, a alimentar el alma, a relajarse, a mejorar la salud, a reconocer valores y virtudes, a extasiarse con el cielo, a derramar lágrimas de amor y de desamor; además de ejercer un efecto terapéutico en algunas personas con la llamada musicoterapia.

Desde tiempos inmemoriales la música, en sus diversas manifestaciones existió en América. Se hacía con instrumentos rudimentarios y con huesos de animales. Y esos instrumentos artesanales correspondían a medios de producción igualmente artesanales. En el siglo XVIII en el país existían instrumentos de cuerda, de viento y de percusión menor, que dieron origen a grupos musicales como tríos, cuartetos, quintetos y bandas, que animaban las festividades pueblerinas y las reuniones familiares. En Medellín, en la vereda La Loma, del corregimiento de San Cristóbal, unos soñadores, en ese siglo, conformaron la legendaria Banda Paniagua

La Paniagua: una leyenda hecha música

La Banda Paniagua “fue creada en el año de 1826, por las familias Álvarez y Paniagua; recorría los barrios de ese entonces cercanos a La Loma y sonaba las melodías de moda”. “En sus inicios interpretaba ritmos como pasillos, bambucos, shotis (sic) y vueltas. Posteriormente, incluyó los de la Costa Atlántica como paseo, la cumbia, gaita, algunos vallenatos y sones cubanos. En las fiestas religiosas interpretaba marchas o ritmos religiosos propios del evento”. (1). De lo anterior no existe documentación escrita, solo el testimonio del señor Raúl, representante de la Banda.

De otro lado está el bienvenido libro: La Banda Paniagua. Memoria y olvidos de una tradición musical de Medellín, escrito por Adolfo López Gil, David Tangarife y Lina María Loaiza, en 2012. Según los autores, el conocimiento musical de la Banda se transmitió de generación en generación; se inició con Narciso, Nacianceno y Faustino Paniagua en el Siglo XIX; manifiestan que tuvo cuatro grandes momentos:

1. La legendaria Banda Paniagua: la grande (1923 – 1948, con Pedro Pablo Paniagua.

2. Banda Paniagua: la antigua (1948 – 1956), con Miguel Ángel Paniagua.

3. La Banda Paniagua: la tradicional (1956 –1999), con Luis Álvarez Paniagua, y

4. La Banda Paniagua: la tradicional (1999 –2012), con Gustavo Paniagua.

Independiente de su fecha de creación, lo cierto es que La Banda Paniagua es solo una, así haya tenido diferentes momentos tanto musicales como organizativos. En cualquier pasaje de su historia, sus admiradores y seguidores, sabían lo básico: está tocando La Banda Paniagua, sin importarles la etapa que atravesara el grupo.

En los barrios La Floresta, El Coco, La Pradera, El Pesebre, La Quiebra, Los Alcázares, Santa Lucía, El Departamento, San Javier, 20 de Julio,

La América, El Danubio, Robledo, La Loma, San Cristóbal, Calasanz, y en una veintena más de barrios y sectores de la ciudad, la Banda Paniagua amenizó festividades y verbenas. Ocurrió lo mismo en bazares y fiestas patronales en diversas parroquias de la ciudad. También animaron cantidad de fiestas navideñas, fiestas patrias, corridas de toros y reuniones privadas. No solo recorrió a Medellín, sino a municipios de Antioquia, y parte del país, alegrando los corazones de los parroquianos. Además, de contar con instrumentos de cuerda, de viento y de percusión, utilizaba en sus presentaciones bombardino y tuba, instrumentos característicos de las bandas. Fueron pioneros de las bandas en Antioquia, y tal vez de Colombia y podemos señalar, sin duda alguna, que Lito Paniagua con su guitarra y Ramón Paniagua con su saxofón, fueron los máximos exponentes del apellido Paniagua, por su calidad interpretativa. Lito acompañó a Alfonso Ortiz Tirado en sus presentaciones en el país; y Ramón fue integrante de la Sinfónica de la Universidad de Antioquia, y actualmente tiene una agrupación de mucha calidad, denominada El Combo azul de Ramón Paniagua. Lastimosamente son muy escasos los registros sonoros que dejó La Banda y quien hoy posea algunos discos, tiene un gran tesoro. Mil aplausos para la gran Banda Paniagua. Gloria eterna para quienes se han ido y gloria festiva para los que aún quedan.

The New Star Club, tenían estrella

En las décadas de 1960 – 1970, hubo en la ciudad de Medellín una revolución musical sin precedentes. Aunque ya había llegado a la ciudad, la música tropical y bailable en las orquestas de Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Edmundo Arias, la Sonora Cordobesa, Clímaco Sarmiento y Pedro Laza; y se escuchaba en todas las navidades a Guillermo Buitrago y sus Muchachos, además la música cubana ya era familiar en la ciudad y en el país, gracias a la Sonora Matancera, al Trio La Rosa, al Trio Matamoros y a los Guaracheros de Oriente; un grupo de jóvenes inquietos musicalmente e influidos por la música que llegaba a Medellín se dieron a la tarea de formar pequeños grupos de músicos o conjuntos musicales juveniles, para “recochar” entre amigos, animar reuniones sociales, o simplemente para entretenerse con la música. Aunque se iniciaron sin pretensiones profesionales, con el paso de los meses y los años, fueron creciendo en calidad, en instrumentación y en vocalización. Se vieron obligados a estudiar el pentagrama y como empezaron a contratarlos para diferentes clubes y sitios de esparcimiento de la ciudad, tomaron la música en serio.

Black Star, Los Yetis, Los Claves, The New Star Club, Los Rockets, Los Monjes, Los Grecos, Aníbal Ángel y su Combo, Los Superiores, Los Hispanos, Los Graduados, Los Bestiales, Los Ídolos, Los Ases del Ritmo, Los Caballeros del Ritmo, La Combo Di Lido y la lista es larga.

De los anteriores conjuntos The New Star Club nació en el Barrio La Floresta, sector de Santa Lucía. Terminaba la década de los años 60, cuando al joven Luis Carlos Gómez se le metió en la cabeza la idea de conformar un grupo musical. Arrancó con unos amigos que les gustaba la música, y ensayaban al frente de la Iglesia de Santa Lucía. Aunque por el conjunto pasaron varios músicos, la plantilla más definitiva estaba conformada de la siguiente manera:

• Luis Carlos Gómez, Director, vocalista romántico y rítmico. Dueño del grupo.

• Jairo Mazo, vocalista rítmico y güiro.

• Federico Franklin, “Gringo”, saxofonista.

• Edgar Pérez, baterista.

• José Jiménez, solovox o teclado; hermano de Amparito Jiménez. Entró a reemplazar a Laureano Gómez.

• Elías Villegas, bajo. (Q.E.P.D)

• Rodrigo Echeverry, “Chorrillo”, congas. (Q.E.P.D) haberse grabado sigue sonando sin cesar. Es un tema obligado en las festividades decembrinas y tiene un ritmo muy pegajoso. También grabaron el pasaje Palmeras, entre muchos otros. Después de varios años de actividad musical el conjunto se desintegró, como la mayoría de aquella época y hoy nos quedan sus grabaciones y grandes recuerdos.

• Mariano Sepúlveda, guitarra eléctrica.

También pasó por el conjunto William Arredondo, quien alternaba bajo y guitarra.

The New Star Club se presentó en casi todos los clubes de la ciudad. En El Unión, el Campestre, el Rodeo, el Medellín, de Profesionales. En Envigado en el Club Ayurá, en Itagüí, en La Pradera y el Covadonga. También estuvieron en el Nemqueteba, en el Jardín Pilsen de la Plazuela Nutibara, en el Patio, y en los Anades.

Los Rockets, en el escenario

Cerca de la terminal de los buses de La Floresta, más exactamente en la Carrera 95 No. 51 – 48, está ubicada la residencia de la familia Rueda Monsalve. Don Gildardo Rueda y doña Marta Monsalve formaron un hogar y levantaron 6 vástagos, hoy todos en diferentes actividades profesionales. Don Gildardo, el padre de la familia trabajaba en el Municipio de Medellín, y en los ratos libres y fines de semana trabajaba la madera en su taller, ubicado en la misma casa. Fue un lutier y fabricó las mejores guitarras acústicas que hubo en Medellín. Contagió a sus hijos el amor por la música, los apoyó, los toleró y permitió que ensayaran en su casa. Gildardo el hijo mayor, invitó a varios amigos amantes de la música a conformar un conjunto para practicar y montar numeritos de moda. Jorge Mendoza, un vecino tenía acordeón e ingresó al grupo.

Rodrigo Echeverry “Chorrillo” (Q.E.P.D), que había trabajado con los New Star Club, se vinculó al conjunto. Carmencita Torres, que hoy vive en el Valle del Cauca y Saúl Lotero entraron como cantantes. Gilberto Quintero también estuvo en la plantilla como saxofonista e invitó a su hermano Gustavo Quintero (Q.E.P.D) –El Loco--, a participar como vocalista. Estuvo muy poco tiempo con el conjunto. Héctor Jaramillo, ingeniero mecánico, se vinculó como guitarrista al igual que Jaime Horacio Herrera, quien estudiaba contaduría. Gildardo Rueda tocaba la batería y Elías Villegas (Q.E.P.D), quien fuera bajista de los New Star, también hizo parte del grupo.

Hasta ese momento, mediados de 1965 – 66 el grupito de gomosos no tenía nombre; y para sus pocas presentaciones y para ensayar, el cura párroco de la Iglesia de Santa Lucía les prestaba el amplificador de la iglesia. Todos eran grandes amigos. Se reunieron para escoger el nombre del grupo, y ante la avalancha de nombres extranjeros que tenían casi todos los conjuntos de la ciudad, optaron por seguir la moda, y votaron por Los Rockets. Para 1969 y 70, el conjunto contaba con una nómina estable. Algunos habían salido por razones personales y entraron otros en su reemplazo. La nómina estable y definitiva y con la que grabaron dos LD (Larga Duración es:

Así surgieron los primeros conjuntos o grupos musicales en Medellín. El Conjunto Miramar, Los Teen Agers, Los Golden Boys, Los Falcons, Los

Grabaron para Discos Victoria varios temas musicales, entre ellos un disco que los puso en lo alto. Fue compuesto por José Jiménez, quien interpretaba el solovox, y por Mariano Sepúlveda, quien tenía como instrumento la guitarra eléctrica. Hoy, Mariano trabaja con Fruko y es quien hace los solos de guitarra eléctrica con la Afrosound, en un despliegue de técnica maravillosa. El tema de los New Star se registró como cumbia y se llama Estrella, y hoy después de casi 50 años de

• Gabriel Mesa (Q.E.P.D), director y solovox.

• Gildardo Rueda M., batería.

• Mauricio Rueda M., tumbadora.

• Vicente Rueda M., saxofón alto.

• Oscar Jiménez, saxofón tenor.

• Jaime Herrera G., guitarra eléctrica.

• Elías Villegas (Q.E.P.D), bajo.

• Orlando Ramírez, vocalista.

En algunas ocasiones, Javier Mesa, hermano de Raúl, el técnico de ciclismo, reemplazaba a Mauricio Rueda en la tumbadora; Héctor Jaramillo reemplazó a Jaime Herrera Gaviria, al retiro de este.

En 1970 Los Rockets graban para Discos Victoria el primer elepé, y en 1971 lo hicieron para Discos Fuentes; fue su segundo larga duración, que contiene el éxito El Conejo. Otros temas son: Si tú te vas, Compasión, Estrellita, Hace tiempo, Tus dos luceros, En tu cumpleaños, Déjame quererte, Muchachita primorosa, El alegrón, Noche de cumbia, La perla del Ruiz, En el bus de la playa, La píldora, El inválido, Pague primero la cuenta, Porro sabroso, Toda la semana, La boquineta, La bombita, Mujer divina, Corazón viajero, Las muchachas dicen y Nunca es tarde.

El tema El Conejo, fue incluido por Discos Fuentes en Las primeras 100 de 14 Cañonazos Bailables en el CD. No. 4., y es considerada una pieza de catálogo.

Los Rockets, debido a compromisos profesionales de algunos de sus integrantes, y a viajes inesperados de otros al exterior se desintegraron como grupo. Gabriel Mesa (Q.E.P.D) se volvió un gran organista independiente. Desafortunadamente ya falleció, pero dejó como organista varios trabajos en CD. Héctor Jaramillo estuvo en la conformación de Los Ayers y trabajó con ellos, de voz prima y primera guitarra, y luego pasó a la Orquesta de Los Hermanos Martelo. Gildardo Rueda estuvo en la creación del grupo Memorias, donde trabajó como baterista, y participó en la grabación de tres largas duraciones. Y Orlando Ramírez, con gran tesón y entusiasmo, pero ya con el nombre artístico de Orlando de la O, continúa haciendo presentaciones y grabaciones llevando el nombre de Los Rockets. Elías Villegas también murió. Quienes continúan en la ciudad, todavía los une una gran amistad.

Los Rockets viajaron por casi todo el país, contratados para diferentes fiestas y carnavales. Se presentaron en distintos municipios del departamento de Antioquia. En el club Covadonga de Itagüí alternaron con Los Ángeles Negros. Compartieron tarima con Rodolfo, con Gustavo Quintero, con Fruko, con La Combo Di Lido, con Los Éxitos, con Los Claves, entre otras agrupaciones Fue un conjunto muy apreciado en el barrio La Floresta y dejó gratísimos recuerdos los corazones antioqueños.

Juancho Valencia y Puerto Candelaria

Siempre se ha comparado la música con un bufete de comida, donde cada comensal coge o se hace servir el plato o los platos que más le gusten. El bolero, el jazz, el tango, el punk, el rock, la tropical, la salsa, el bosa nova, el fado, la cubana, la andina, la pachanga, la guaracha, el mambo, entre otros, son los platos de música que tenemos para escoger. Algunas personas se inclinan por un plato. Otros dos y hasta tres platos. Otros escogen de cada plato un poquito y lo mezclan en combinaciones válidas y por demás sabrosas.

Juancho Valencia es hijo único del finado melómano, coleccionista de jazz, salsa, boleros y sones cubanos, Luis Fernando Valencia, quien como arquitecto y diseñador, se desempeñó como profesor de la Universidad Nacional sede Medellín, y de Gilma Valencia, bailadora y ama de casa nacida en el Barrio Santa Rosa de Lima. Juancho vino al mundo el 16 de marzo de 1980 en Medellín; se crio en el Barrio La Floresta, donde aún vive su madre, pues su papá falleció. Forzado por su padre, estudió piano y a los 8 años ya componía piezas musicales, mostrando un talento prodigioso para dicho instrumento. Inquieto, rebelde musicalmente, es el símbolo del cambio de las estructuras musicales, con un sonido único y original que lo consolida como el creador de una nueva estética musical latinoamericana.

Puerto Candelaria es un lugar imaginario, tropical, habitado por seis personas (sus integrantes). A ese Puerto llegan influencias musicales de todos los rincones del país desde cumbia, porro, vallenato, currulao, hasta fandango, cumbia, salsa y jazz. La música de Puerto Candelaria tiene un color y un sabor que no se parece a ninguna otra y con las fusiones que se hacen con los diferentes platos, las personas gozan, disfrutan y se divierten. Su música en sus diferentes combinaciones o fusiones es para todos los gustos, edades, pensamientos, tamaños y sabores. Por ello, quien los escuche se deleitará con algo de funk, de jazz, de vallenato, de porro, de fandango, de currulao, de salsa. Puerto Candelaria tomó varios platos del bufete, los fusionó, les adicionó sal y pimienta y nos los entregó para nuestro disfrute.

Puerto Candelaria nació en Medellín en el año 2000 como una propuesta de fusiones con música de carrilera, vallenato, porro, jazz colombiano, carranga y otras. Dicho de otra manera, surgió del coincidente encuentro de seis talentosos músicos agrupados y guiados por el genio inspirador de Juancho Valencia, decididos a crear una nueva y original manera de escuchar y ver la música colombiana.

Más de 70 ciudades alrededor del mundo, en países como Alemania, España, Francia, Bélgica, Estados Unidos, México, Ecuador, Venezuela, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, China, Israel, India, el caribe, han vibrado con los sonidos transmitidos por el gigante del piano, Juancho Valencia y Puerto Candelaria.

El proyecto de Puerto Candelaria y el trabajo de Juancho Valencia como productor, arreglista o compositor de importantes agrupaciones como Calle 13, Chocquibtown, Maite Hontelé, Andrés Cepeda, Juan Carlos Coronel, Oscar D’Leon, y muchos artistas más, posicionan a Juancho Valencia como actor de primer orden en la escena de la música mundial. Su reciente viaje a La Habana para grabar con la Orquesta Aragón ratifica lo dicho. Aunque inicialmente su proyecto no fue aceptado, hoy no solo aceptado, sino aplaudido y vitoreado en Colombia como en el exterior. Sus records en ventas de discos en el mercado independiente y su capacidad para influir a las nuevas generaciones de músicos, proyectan a Puerto Candelaria de la mano de Merlín Studios Producciones (su casa disquera) como uno de los modelos de industria cultural, para las actuales generaciones de artistas en Colombia. Juancho es el líder y propietario, de Merlin Producciones, una empresa de producción musical, dirección artística y eventos.

Los integrantes de Puerto Candelaria son seis habitantes que acompañan a Juancho en el imaginario puerto:

• Cristian Ríos, trombón.

• Eduardo González, Bajo y/o contrabajo.

• José Tobón, saxofón soprano.

• Carlos Didier Martínez, percusión 1.

• Maga la Maga, percusión 2 y vocalista. Reemplazó a Juan Guillermo Aguilar. Su nombre fuera del puerto es Magaly Alzate.

Puerto Candelaria ha producido 5 álbumes:

• Kolombian jazz en 2002.

• Llegó la banda en 2005.

• Vuelta canela en 2004.

• Cumbia rebelde en 2011.

• Amor y deudas en 2014.

En los últimos años, Juancho Valencia, ha ganado un Grammy Latino por una producción de música clásica. Radio Nacional de Colombia lo designó Artista del año, y mereció la Orden al Mérito del Concejo de Medellín, que al entregarle el reconocimiento consideró: “su talento es admirado en todo el mundo y su influencia en la música colombiana es innegable”.

Gracias Juancho por tus innovaciones musicales, por tus sueños, por tu fantástica imaginación y de seguro, que vamos a ir a verte y escucharte en ese gran puerto, que es Candelaria.

(1).-Franco, José Alonso. ¡Qué viva! el porro. Historia, desarrollo y actualidad del porro en Medellín. Beca de creación 2009. Alcaldía de Medellín. Edita: Diseños y Letras. 186 P. Pág. 128.

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