6 minute read

Contenido

Editorial   2

El iNGrESo dE la Sal Sa CUBaNa a ColoMBia , dE la MaNo dEl Porro 3

Advertisement

ÉPoC a iNolVidaBlE dE la MúSiC a EN MEdEllÍN   6 loS dUr ÁN, UNa diNa StÍa MUSiC al Para rato  10

rUBÉN darÍo SalCEdo, SUS aMorES

Y SU FiESta S EN CorralEJa S   14 la S traVESÍa S dE UN PaYa So rECorrE la S C allES dE MEdEllÍN  18

CiÉNaGa dE oro:

CUNa dE GraNdES MúSiCoS   23

A más de 20 años de acontecimientos que tristemente perduran en los recuerdos de los habitantes de la ciudad y, especialmente, de la Comuna 13, la resistencia y la resiliencia de este territorio siguen su tránsito y devenir desde escribir la memoria de la cultura popular. Develar su riqueza, su pluralidad y su heterogeneidad ha sido la meta de la Revista Porro y Folclor. Desde sus páginas se ha potencializado la cultura popular como ese “lugar desde el cual pensar el aquí y el ahora” de nuestra sociedad, en palabras de Jesús Martín Barbero.

En sus páginas los lectores encuentran diversos temas, personajes y escenarios que han construido una resistencia cuyo eje es la supervivencia de nuestra cultura, asfixiada por los grandes consorcios del entretenimiento y una aporofobia a todo lo que huela a pueblo por parte de las élites, e incluso, desde los mismos organismos estatales. En ese sentido, la Revista trabaja las dimensiones comunicativas que propuso Barbero para entender la complejidad de la cultura popular en medio de la globalización aplastante que los medios tradicionales perpetúan en el desconocimiento del valor intelectual de las expresiones culturales propias.

La primera dimensión, según el autor, es la recuperación de la historia. “Una historia de los procesos culturales en cuanto articuladores de las prácticas comunicativas con los movimientos sociales”. En atención a ese llamado, en el presente número se ofrecen trabajos como el Ingreso de la salsa cubana a Colombia de manos del porro, o la Época inolvidable de la música en Medellín, por mencionar dos ejemplos.

La segunda dimensión comunicativa es comprender la complejidad en que se mueve la cultura popular, desde “la complicidad y seducción”, pensadas en “la relación entre lo popular y lo masivo”. Aquí la Revista devela escritos de memoria de personajes como la dinastía de los Durán, familia que se ha encargado de darle una mirada refrescante, fiestera y renovadora a la música de acordeón. También el caso de la seducción masiva que produce las canciones de Rubén Darío Salcedo Ruiz. O la vibrante proliferación de músicos que ha parido un territorio como Ciénaga de Oro, en el departamento de Córdoba.

La última dimensión tiene que ver con los usos populares de lo masivo, pues según Barbero, “no sólo hay complicidad, también hay resistencia, muchas formas de resistencia, de lucha y de protesta popular”, en que se convierten las expresiones culturales en los territorios. Esa resistencia ha sido el sustrato de la supervivencia en la Comuna 13, a la cual, ampliamente han contribuido los escritores, investigadores, gestores y comunidades organizadas. Aquí se suscribe el trabajo de las travesías de un payaso por las calles de la ciudad como muestra de resistencia, de dignidad y de recuperación de la calle como escenario natural del arte callejero. En esencia, “la cuestión cultural emerge hoy como clave insoslayable” de acuerdo con Barbero, pues estamos en la época de resistencia de las identidades culturales, donde la lucha es por la supervivencia de quiénes somos, qué queremos y para dónde vamos en materia cultural.

Por Edgardo José Esquivia Cueter

La orgullosa Arenosa del mar Caribe, Puerta de Oro de Colombia, es por donde se dio el ingreso de la gran mayoría de avances tecnológicos; fue pionera en adelantos, como su himno recita... “da su voz y su músculo al progreso un gran ejemplo a seguir, por el resto de ciudades de Colombia”. La música no es un aspecto aislado del contexto anterior: por Barranquilla hizo ingreso casi toda la música del exterior y lo que se “pegaba en Barranquilla”; tenía el sello indeleble de “pegarse” en todo el Caribe y en la mayor parte del país. Muchos grupos musicales de otros lares del planeta, llegaron primero a cumplir sus compromisos a “Curramba”; aunque sin desconocer que también la Ciudad Amurallada fue lúcida por ser, asimismo, la primera anfitriona de grupos musicales foráneos, de gran reconocimiento internacional.

Una de esas agrupaciones musicales es la emblemática Sonora Matancera de Cuba. Según Guinness Records, es la orquesta más antigua del planeta; según ellos, se fundó el 12 de enero de 1924, en Matanzas (Cuba), por iniciativa de Valentín Cané, que tocaba el tres, en la propia sala de su casa, con el nombre de Tuna Liberal.

Se dice que a partir de los años 1953 - 1954 la Sonora Matancera llegó por primera vez y en dos ocasiones más a Barranquilla, con sus icónicos cantantes Daniel Santos, Nelson Pinedo, Celio González, Carlos Argentino Torres y Celia Cruz. Uno de los compromisos musicales los cumplió con el hasta hoy distinguido Hotel El Prado y el Coliseo Cubierto.

de azúcar. La planta comenzó su producción, en el segundo semestre de 1930 y con ello, se dio inicio a las exportaciones a Estados Unidos, Europa y Centroamérica.

Hacienda Berástegui, epicentro musical Sin embargo, a sabiendas de toda la música salsa que llegó por Barranquilla y Cartagena, hay un aspecto concerniente al tema que es resaltable pero casi desconocido. En el año 1924 en la población de Ciénaga de Oro, Córdoba, en la mejor hacienda del país llamada Berástegui (cuyo nombre fue asignado más adelante al poblado que se originó en el centro de la hacienda), sus dueños el general Francisco Burgos Rubio, Manuel Burgos Rubio y Carlos Vellojín Burgos, amalgamaban la idea de construir el primer y más grande Ingenio de refinería de Azúcar de Colombia y Sur América. La hacienda con 12.000 hectáreas, 6.000 cabezas de ganado, producción de frutales, aceite, licores y otros productos agrícolas, se había convertido en el motor de desarrollo, progreso e ingresos del Caribe colombiano, desde 1897 hasta 1954. En 1929 después de comprar maquinaria, equipos, materiales y contratar ingenieros y técnicos en Estados Unidos y Cuba, se inició la construcción del Ingenio y Refinería de Berástegui con capacidad instalada para producir 5.000 Toneladas anuales

Durante el tiempo que estuvo funcionando la refinería, recibió constantemente asesoría de técnicos e ingenieros de México, Rusia, Brasil, Estados Unidos, Inglaterra, Argentina, Uruguay pero especialmente de cubanos. La llegada frecuente de ingenieros y técnicos cubanos, generó una aculturación, donde la influencia de algunas costumbres y del característico son cubano, marcaron una tendencia con la interpretación de las guitarras hasta el punto que en esta zona se originó y se institucionalizó el acompañamiento del porro con guitarra. También como consecuencia de esta influencia, sobreviene el nacimiento de grupos de guitarras cuyos dos formatos principales de su inventario musical consistían en porros, boleros y sones cubanos. Encontramos de esta corriente a músicos reconocidos como Filiberto González

Macea, Pablito Flórez Camargo, Lucy González Bedoya, Tayron Flórez Causil, Manuel Antonio González, Francy Usta Castaño, Arnulfo Durango

Usta, Tony González Macea y Bartolo Vidal, entre otros.

Viene entonces el son cubano a formar parte de la cultura de esta pequeña región, incubando entre sus habitantes un gusto adicional por este ritmo isleño. Esta herencia de los cubanos llegados al Ingenio, se sella con broche de oro con la presencia en la hacienda Berástegui de la mismísima Celia Cruz con la Sonora Matancera en agosto de 1950. Era la primera vez que esta agrupación y la legendaria cantante, visitaban a Colombia. En esa visita se disfrutó de siete días de fiesta, en los cuales la agrupación cubana tuvo la oportunidad de amenizar dos noches. Los directivos de la hacienda y sus distinguidos invitados, disfrutaron de los sets musicales con los que ya estaban acostumbrados a escuchar. Cabe anotar que, para la época, la talentosa joven Celia Cruz no era muy reconocida en el mundo musical.

La influencia fue mutua pues la Sonora matancera incluye entre sus grabaciones música colombiana, especialmente porros cumbias y vallenatos. Micaela, porro del barranquillero Luis Carlos Meyer, fue la primera obra colombiana grabada por la Sonora en homenaje a nuestra música, seguida después en la década de los 50 con El ermitaño, de Rafael Escalona; Momposina y El vaquero (porros) de José Barros; Lamento náufrago (porro) de Rafael Campo Miranda, Me voy pa’ La Habana (Porroson) del barranquillero José María Peñaranda; El pregón del enyucao (pregón) del cartagenero Antonio Saladén, El mochilón o Alumbra luna (guaracha-porro) de Efraín Orozco Araújo; Ay cosita linda (merecumbé) de Pacho Galán; Mi barquito marinero (porro) de Juan Bautista Galán; y Entre palmeras (porro) de Rafael Campo Miranda. Más de veinte obras del Caribe colombiano fueron grabadas en su mayoría en la voz de nuestro crédito, del barrio Robolo de Barranquilla, Nelson Pinedo (Napoleón Pinedo Fedullo).

En 1880 llegaron a Puerto Colombia cubanos para trabajar en la construcción del Muelle de Puerto Colombia; de seguro no serían todos músicos, pero trajeron con ellos su música. Con el nacimiento de la radio en Barraquilla el 8 de diciembre de 1929 se abrieron las puertas al sonido de la música cubana. En esta época también, se empezaron a traer a Barranquilla discos de música cubana, además se alcanzaba a escuchar en la costa, los ritmos isleños por la emisora de Cuba LC fundada en 1922. También llegaron para la época algunos grupos cubanos como sucedió con El Trío Matamoros en 1934. Sin embargo, en la región sinuana el escenario fue diferente, porque se creó una corriente y una tendencia de grupos de guitarras para el porro y el son cubano, influenciados por la cultura de los isleños llegados a la zona. A pesar de lo anterior podemos concluir que la salsa cubana ingresó a Colombia también por Ciénaga de Oro (Córdoba) y de la mano de nuestro porro caribe.

Edgardo Jos Esquivia Cueter

This article is from: