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Las travesías de un payaso recorre las calles de Medellín

Por José Alonso Franco Londoño

El arte itinerante hace presencia en los barrios de Medellín a través del circo popular, que se toma los espacios públicos en las comunas de la ciudad, para brindar una programación variada: acrobacia, magia, malabares y payasos; cada personaje expresa con su cuerpo, la música, los cantos y las palabras de las destrezas aprendidas por años de ensayos y superación personal.

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El arte circense, que tiene su historia en los imperios de Roma y Grecia, hoy se toma a los barrios de Medellín para llevar los espectáculos que deleiten y divierten a niños, jóvenes, adultos y adultos mayores. En cada espacio la expresión coreográfica y creativa está presente en el escenario de las carpas populares; es un diálogo permanente entre actor y espectador, donde los sueños, la imaginación y la ilusión construyen una historia llena de personajes fantásticos y surrealistas, que van saliendo desde una caja mágica.

La capacidad de sorprender, la destreza de inventar y crear, la facilidad de hacer reír y el ingenio de expresar con su cuerpo, cara y boca son cualidades artísticas que la tiene Pedro Antonio López Loaiza, el payaso “Picardía”; un personaje que viaja por las calles, rincones, colegios y plazas públicas de Medellín llevando sus montajes circenses que aprendió desde hace más de 66 años en su tierra natal Pereira y hoy le brinda con amor a niños, jóvenes, adultos y adultos mayores que se acercan a verlo.

El niño picardía sacado de un circo

Para Pedro Antonio López su vida siempre gira alrededor de un circo, desde los 8 años se escapaba de su casa, para colarse en los circos que iban a Pereira a mostrar sus trabajos teatrales, danzarines, musicales y creativos; como niño inquieto, a escondidas de los dueños del circo se colaba para ver los espectáculos, soñaba que algún día estaría en una carpa para mostrarle al público todas sus cualidades.

Sus andanzas por las calles, tras los circos y el espectáculo callejero de los payasos, malabaristas, acróbatas, contorsionistas y equilibristas, era permanente; no bajaba las manos ni el ánimo de aprender algún número del circo y ser parte de los integrantes de ellos Su tiempo estaba dedicado a visitar cualquier espectáculo circense y colarse para verlos actuar y aprender de manera empírica. Era insistente y persistente con su sueño de que algún día, en el ruedo, los espectadores aclamarían su nombre y los aplausos sería el mejor pago.

“Desde muy pequeño me han gustado los circos; cuando un circo iba a Pereira lo primero que hacía era meterme debajo de los alambrados, y luego me sacaban y yo volvía a entrar, pero me volvían a sacar; luchaba y luchaba, eso me pasaba en los circos pequeños y los grandes. Hasta que un día cualquiera llego el Circo Egred Hermanos a Pereira… Yo miraba sus trabajos, pero ellos me sacaban de la carpa; hasta que un día cualquiera los artistas vieron el ánimo y el deseo hacia el circo; un argentino, muy grande, que realizaba un trabajo de meterse a una caja pequeña, hasta yo me quedaba sorprendido de su trabajo, me llamó y me dijo: ‘Yo veo el deseo tuyo de aprender, que te sacan y sigues insistiendo, pero no te dejan’, le respondí: yo quiero aprender, quiero trabajar, pero no me dejan. Entonces me dijo: ‘Yo voy a hablar con el dueño, te puedes quedar acá y nos ayudas con los mandados y nos colabora con los artistas y te damos una propina ‘[…]”.

Su sueño fue posible, la obstinación y la perseverancia dieron los frutos de aprender a manejar los aparatos de malabares, acrobacia y equilibrio, dedicando días enteros en cualquier circo que le abriera sus puertas o en la casa ensayaba para aprender los manejos de todos los instrumentos del circo.

“Pero gracias a la constancia aprendí malabares, trapecio, equilibrio, la cuerda, doble trapecio americano, así aprendí varios números y me dediqué a recorrer el país con circos pequeños. Me ha gustado el circo pequeño porque hay mucha unión familiar, mientras que en los circos grandes cada quien, por su lado, porque es muy contado el artista que te brinda la amistad”. Eran tal sus sueños que lo llevó a embarcarse en un viaje sin regreso, pues su idea era viajar por todos los rincones del país en un circo, ingresó a varias carpas para realizar los espectáculos circenses que iba puliendo; el ideal estaba mejorar con el fin de que le permitiera montar sus propios actos y crear su empresa.

“[…] Yo salí de Pereira en el año 1980, estuve andando por todo el departamento de Risaralda, por el Quindío, La Pintada, Fredonia, Andes, Bolombolo, por todo el Suroeste. Con un circo pequeño que se llamaba Continental Circus […]”

En Medellín monta su carpa

El periplo por varios pueblos y ciudades del país lo ilusionaron para radicarse en Medellín y desarrollar su idea de montar un circo que viajara por todos los barrios, calles y colegios de la ciudad. “Picardía” tenía muy claro que es a través de la pedagogía del amor, la risa y el abrazo como se puede cambiar la vida de muchos niños que sufren de violencia o maltrato en sus familias.

Pedro fue insistente en hacer realidad su sueño, crear su empresa de show que fuera tan asequible para todas las personas de los barrios; así que deja de trabajar en los circos y empaca maletas para instalarse en Medellín.

Un aventurero del arte y las fiestas, con su mochila a cuestas y unas cuantas mudas de ropa, una cuchara, cuerdas y elementos sencillos de su espectáculo de payaso, malabares, acrobacia y equilibrio, acompañados de la ilusión, alegría y felicidad de ser el principal actor de su propia historia, donde la risa esté siempre presente.

Sus viajes por Antioquia lo instalaron primero en Itagüí, donde lo acogieron para darle la mano y mostrar sus conocimientos y sabiduría en el arte circenses; en las noches, luego de hacer oficios en un billar, se pintaba la cara y se transformaba en el payaso “Picardía”, entre malabares, acrobacia, show de cuentos y palabras divertían a los asistentes y espectadores. El pago la sonrisa de los participantes y al finalizar unas cuantas monedas que le servían para el alimento y para sus pagos personales; pero la mayor riqueza estaba en saber que su show estaba ayudando a olvidar por un rato los problemas o penas de muchas personas.

Como artista callejero y sin límites de espacio se instaló en Medellín, en un pequeño hotel, en una pieza estrecha, montó su oficina para ofrecerle su show artístico de Payaso “Picardía”:

“Me ubiqué en residencia El Líbano, cerca del Parque de San Antonio; viví mucho tiempo, puse una sede en el apartamento, ahí conocí a la madre de mis hijos […] realizaba maromas, a la esposa la distinguí en el Circo de Bebé, ella era bailarina y yo payaso malabarista y equilibrista en el circo del Capitán Martínez que era de un argentino, un circo teatro. Trabajábamos en los barrios de Medellín y en Bello”.

“Picardía” le daba fuerza e impulso a su show circenses, no bajaba la guardia, las fuerzas y la vitalidad eran el alimento para no desfallecer, en la calle, el espacio público, los colegios, escuelas y alguno que otro circo popular que se instalaba en Medellín se convertían en el motivo suficiente para mostrar sus habilidades artísticas.

Los fines de semana era permanente los trabajos en piñatas, cumpleaños, primeras comuniones, fiestas familiares y tablados artísticos en los barrios de Medellín, Bello e IItagüí; Payaso Picardía Show, con un atuendo colorido, la cara pintada, los elementos de acrobacia y los malabares, viajaban de lugar en lugar; su show lo armaba rápido, los espectadores esperaban una sorpresa, cualquier novedad generaba una sonrisa o sorpresa, al finalizar los aplausos eran el mejor pago y satisfacción personal.

La calle escenario del show

Cuando no estaba realizando su show circense en un evento familiar, social o comunitario, “Picardía” se tomaba las calles del barrio El Congolo, en Bello, y luego en la Ciudadela Nuevo Occidente en Medellín, para montar su circo; alrededor se sentaban niños, niñas, adultos y adultos mayores para divertirse gracias a sus travesuras.

El espectáculo callejero estaba montado para convertir el espacio público en un gran escenario para las artes circenses; gratis y con el pago de los aplausos y darle un rato de imaginación a los niños de los barrios era el mejor regalo que recibía “Picardía”.

“En las calles y plazas de las ciudades los diferentes grupos sociales que nunca comerían juntos, comparten a fuerza del tránsito un espacio común donde confluyen las experiencias que su entorno les proporciona, tal es el caso de los espectáculos públicos. Basta una pequeña área para que, de un momento a otro, inicie de la nada una algarabía sembrada por un actor callejero. Se transforma el simple lugar en un proscenio en el que se convocan las emociones humanas […] El circo aparece de un momento a otro en nuestros pueblos o barrios, con grandes construcciones dignas de un arquitecto de lo irreal […] el payaso vive y hace reír a pesar de sus penas con lágrimas en congelada caída. Es un lugar que por prodigioso nos lanza de lleno a la verdad” (Zamorano. 2012. Pp 11)

En sus recorridos por mostrarse ofrecía su trabajo en las Instituciones educativas de Medellín; algunas le abrían sus puertas y con un pago mínimo los estudiantes disfrutaban de una muestra creativa de magia, acrobacia, malabares, cuentos, mentiras y equilibrio de Picardía Show.

El sueño que desde niño tuvo en su natal Pereira lo estaba cumpliendo; rodeado de otros personajes, viajaba de barrio en barrio, no importa si era de noche o de día, con sol o lluvia; en la calle montaba su show de circo popular, comunitario y social; en el mentón de su cara ubicaba una inmensa escalera para mostrar el poder de equilibrio de “Picardía”, luego los cuentos, los malabares con la cuchara pequeña y los aros para terminar con las cuerdas del payaso “Picardía”.

“Desde muy pequeño, desde los 10 años, aprendí equilibrio con elementos pequeños, porque eso no lo hace cualquier persona, el que sabe; yo le aprendí el número de la cuchara pequeña en equilibrio a un señor Charles del Circo Nueva Ola, que era de Medellín”.

“Picardía” con el gesto y el lenguaje corporal les roba las miradas a los espectadores los lleva a un éxtasis emocional de fantasía e ilusión, mezclando actos mágicos del circo de realismo cómico y pintoresco, y finaliza con un acto festivo que se dibuja en su cara colorida.

Vivir para el arte y el circo

Las fiestas callejeras entre risas, cuentos y el juego, llevan su espectáculo a niveles de incredibilidad; en la escena los elementos del circo ubicados de manera estratégica, le dan una ritualidad teatral basada en la broma y la creatividad del actor circense, por ello el telón del circo para “Picardía” nunca se cerrará porque continuará en las calles, parques, plazas, colegios, escuelas y sitios abiertos de los barrios de Medellín; en cualquier lugar de la ciudad mostrará su show. A sus 71 años tiene las energías, las ganas, el deseo y la picardía del aquel niño que miró en un circo cuando su papá lo llevó y le dijo: Vos sos una picardía’, el pequeño se reía, a mí me causó curiosidad ese nombre y de ahí me puse picardía”.

Para Pedro Antonio López, el payaso “Picardía”, el circo, el espectáculo callejero y el arte teatral es su vida, el sentir, la fuerza y la vitalidad que le corre por las venas y lo hace ser persona; nunca se ve por fuera de un circo sin público y guardando en el baúl de los recuerdos sus elementos circenses.

Ha dejado semillas en Medellín y muchos de ellos recorren las calles mostrando lo aprendido, incluyendo su hizo Elkin Antonio López “Picardín” el cual realiza las labores del arte circense al lado de su padre.

Su mirada se pierde en el horizonte para viajar a través del tiempo y hacer un recorrido que lo lleva a su pueblo natal Pereira, donde salió a un viaje sin regreso que le dio la oportunidad de aprender el arte circense, hoy vive con su familia en la Ciudadela Nuevo Occidente de Medellín.

Cuando se le pregunta hasta cuando seguirá trabajando responde con la misma humildad que tiene: “Hasta que Dios me diga no más”.

Referencias bibliográficas

• Franco, José Alonso. Entrevista a Pedro Antonio López Loaiza, el payaso “Picardía”. 2023

• Zamorano Navarro, Beatriz; Socorro Merlín; Francisca Miranda Silva; Andrés Reséndiz Rodea; Luz María Robles Dávila; Miguel Ángel Vásquez Meléndez y Sofía Irene Velarde Cruz. Fronteras circenses. Antecedentes, desarrollo y arte del circo. México. 2012

Por Fabio Casas Arango

Ciénaga de Oro: cuna de grandes músicos

Ciénaga de Oro es un municipio colombiano, ubicado en el departamento de Córdoba, la subregión del Medio Sinú. Los primeros pobladores fueron los aborígenes del Cacique Panaguá, descendientes de los indios Caribes, quienes entraron por el río Sinú. Buscaron las partes más altas y se establecieron en las orillas o faldas de los cerros en lo que hoy es Ciénaga de Oro. Formando allí un conglomerado humano que tenía sus propios medios de subsistencia y su propia economía. Además de la agricultura, la caza y la pesca, el oro se encontraba en vetas y aluviones al sur del municipio.

Toda esa comunidad aborigen laboriosa, agrícola, pesquera, de economía fuerte, de abundancia en alimentos y sobre todo rica en oro, fue diezmada grandemente con la llegada de los españoles a la zona. Según algunos investigadores e historiadores, los españoles le colocaron el nombre de Ciénaga de Oro por la gran cantidad de metal encontrado allí. El gentilicio de los nacidos en Ciénaga de Oro es orenses.

Cultura popular de Ciénaga y primeros músicos

La de Ciénaga de Oro es una cultura musical popular que históricamente, ha estado representada en una larga lista de hechos, personajes y circunstancias que la engrandecen ante el país: el aporte de Pablo Flórez Camargo, autor de una larga lista de temas encabezados por La aventurera y Los sabores del porro; Lucy Inés González Bedoya, (La cieguita), con discapacidad total visual, que se destacó cantando temas como El polvorete, Sonia y Tabaquera; Antolín Lenes, músico, compositor y director de orquesta, autor del famosísimo porro Roberto Ruiz, grabado por La Sonora Cordobesa, por Pedro Laza y sus Pelayeros y por la Billo’s Caracas Boys; José Fortunato Sáenz, Filiberto González, músico y compositor descendiente de un músico cubano; La Orquesta Panaguá, y rematamos con Miguel Emiro Naranjo Montes, músico, trompetista, y director de la Banda 19 de Marzo de Laguneta.

En Ciénaga de Oro nacieron otros importantes personajes de la política, la historia, las leyes, el periodismo y la poesía, entre otros. En el presente artículo solo nos referiremos a los grandes personajes de la música. Veamos:

Antolín Lenes

Nació en Ciénaga de Oro el 5 de marzo de 1924 y falleció en Montería el 27 de abril de 1976, cuando contaba 52 años de edad. Se desprende de lo anterior, que estamos celebrando los 95 años de un gran sonido legendario. Desde muy joven creó diferentes agrupaciones musicales, entre las que se cuentan El Combo Los Galleros, Antolín Lenes y sus Muchachos, La Orquesta Juvenil, Gaiteros de Antolín, La Sonora Cienaguera y El Combo Orense, gratamente recordado por sus temas grabados como La tabaquera –de Carlos Suaza–, La aventurera –de Pablo Flórez– y su número, estrella Roberto Ruiz ubicado dentro de los 10 mejores porros del país. Parte del gran éxito del Combo Orense fue la vinculación de la invidente Lucy González como vocalista. Más adelante hablaremos de ella.

Por invitación de Simón Mendoza, director de la famosa Sonora Cordobesa, creada en 1953, Antolín viajó a Montería para integrarse como clarinetista de la orquesta. De la Sonora Cordobesa hicieron parte además, de Antolín, otros destacados músicos como Ignacio Pertuz, Abraham Núñez, Pedro Salcedo, Enrique Bonfante; y contó con vocalistas como Rogelio

“El Indio” Chávez, Crescencio Camacho, El Medio Turco Amín, Nono Narváez y Carlos Gómez. El grupo tenía saxos, clarinetes, bajo, trompetas y piano. La variedad de su repertorio y la solvencia artística y técnica de cada uno de los integrantes, fue determinante para dejar un gran legado para los amantes de la música tropical y ritmos caribeños. También pasaron por la Cordobesa, el maestro del bombardino Rosendo Martínez, y el rey del trabalenguas, Eliseo Herrera. Entre los temas musicales importantes de la Sonora Cordobesa en las que participó Antolín, están El breu (porro), Bocahico sinuano (porro), Tumba cuchara (mapalé), La calle 13 (porro). Estos temas fueron vocalizados por “El indio” Chávez. También fueron grandes éxitos de la Sonora Cordobesa, La mafafa y el Pájaro picón picón interpretados por Eliseo Herrera; y el Medio Turco Amín popularizó el porro Roberto Ruiz, cuyo compositor es Antolín Lenes. Miremos la letra de Roberto Ruiz:

“Si quieres una cerveza / Un trago de vino / y otro de anís / por eso no te preocupes / que eso lo paga / Roberto Ruiz /. (Bis). Es el trago que me gusta a mí / es el trago que yo tengo aquí /. Por eso no te preocupes / que eso lo paga / Roberto Ruiz/”.

Antolín Lenes fue un hombre simpático, agradable al hablar, servicial y muy apreciado en su natal Ciénaga de Oro. Tuvo una gran producción musical, tanto en discos de 78 rpm, como en LP. Grabó más de 300 temas en todo su deambular musical.

Antolín Lenes está considerado por los estudiosos e investigadores de la música costeña, como uno de los grandes juglares, al lado de Cico Barón, Alejo Durán, Clímaco Sarmiento, Catalino Parra, Leandro Díaz, Andrés Landeros, Toño Fernández y Tobías Enrique Pumarejo, entre otros. Desafortunadamente Antolín nos abandonó con escasos 52 años. Se encontraba en la mejor etapa de su producción musical.

Lucy Inés González Bedoya o Lucy González: Nació en Ciénaga de Oro, departamento de Córdoba, el 14 de septiembre de 1933, en una casa de techo de paja que se conserva igual, y murió en el mismo municipio el 10 de octubre de 1994. Cuando falleció contaba 61 años de edad. Es considerada la más grande vocalista de ritmos tropicales que ha dado Córdoba. Lucy nació invidente o ciega de ambos ojos, pero se hizo visible gracias a su voz y centenares de canciones que grabó. En una tertulia en Barranquilla se recordaba cómo, desde 1958 hasta mediados de los años setenta, cada año Lucy González visitaba Valledupar en la época de Carnaval. No se volvieron a realizar debido a la fuerza que había tomado el Festival de la Leyenda Vallenata. Cada vez que Lucy llegaba a Valledupar era recibida por su amiga Sonia Cotes, quien había sido reina, y le servía de guía y de lazarillo. Sonia es uno de los temas, junto a La tabaquera, La aventurera, El polvorete y La ceiba por los que más se recuerda a Lucy González, la “Cieguita”. Leamos la letra del tema Sonia, dedicado a Sonia Cotes:

“Conocí una rosa allá en Valledupar / Rosa perfumada, perfumó mi andar / Llevo su recuerdo, vivo en obsesión / Sonia bella. Flor de inspiración.

Siento el ritmo alegre de tu risa bella / Recuerdos me quedan de tu tierra buena / Siendo jardinero regaría la rosa / Rosa tú, bella Sonia, flor del Magdalena.

Si regreso al Valle, te buscaré cantando / Cantándote Sonia, te vivo soñando / Soñando contigo esas cosas buenas / Cosas que son bellas como el Magdalena.

Pablo Flórez y Lucy González Foto.httpsculturadecordoba.tripod.com

La aventurera es una de las canciones más conocidas del maestro Pablo Flórez Camargo, quien a principios de los años setenta, conformó un grupo con Lucy González, Antolín Lenes y “El indio” Chávez, para dar a conocer los porros que grabara la Sonora Cienaguera. Lucy, con su hermano Manuel Antonio y su prima Cruz del Carmen, conformó también un inolvidable trío de ciegos. Manuel Antonio era acordeonero y compuso el merengue El polvorete, interpretado por Lucy y que cogió gran fama a principios de los años setenta. Lucy en una entrevista manifestó: “la luz de mis ojos no se limita a Ciénaga de Oro, también a las sabanas del Sinú y a toda la costa Caribe”. A Lucy no se puede aplicar lo que dijo Borges que murió ciego y había dicho “la ceguera es una forma de soledad”, Lucy siempre estuvo acompañada y rodeada de grandes músicos y familiares. Rafael Oñate, un gran conocedor del folclor costeño dijo, que fue “Lucy la primera voz femenina del Vallenato”.

Lucy desde muy pequeña se interesó por la música, y a los 13 años de edad ya cantaba con la agrupación Combo Los Galleros, dirigido por Antolín Lenes, quien además era cuñado de ésta. A partir del canto con el Combo Gallero, Lucy inició su trasegar musical con varios conjuntos y grupos de la región, como La Orquesta Sonora Panaguá de Jhony Sáenz y la Orquesta Juvenil, El Combo Orense de Antolín Lenes, la Orquesta de Pello Torres y en el Conjunto de Lucho Campillo Hernández. La historia de la gran cantante Lucy González fue llevada a la televisión, gracias a un canal nacional, novela titulada La luz de mis ojos. Hace 30 años se fue para otros confines Lucy González, quien no se pudo recuperar de una penosa enfermedad. A su sepelio asistieron no solo sus paisanos, sino personas de otras regiones, para darle el último adiós a quien fue una de las grandes folcloristas de la costa norte. Como legado musical nos dejó cantidad de hermosas piezas grabadas que han sido el deleite de propios y extraños. Para la posteridad, más de 200 grabaciones, todas de magnífica factura. En el Volumen 3 de los 14 Cañonazos Bailables se incluyó La Ceiba. El polvorete lo grabó Los Reales Orenses, para discos Sonosago Estéreo.

Pablo José Florez Camargo

Nació en Ciénaga de Oro el 27 de junio de 1926 y falleció en Montería el 14 de diciembre de 2011. Su paso por la tierra fue de 85 años. Pablo Flórez o Pablito como se le conoce fue una de las grandes glorias de la composición en Colombia. Como cantautor grabó muchas de sus propias composiciones. Era cantante de voz fina; tocaba el güiro a las mil maravillas y fue uno de los grandes juglares que tuvo la Costa. Sus composiciones lo eran sobre su tierra, sus mujeres, sobre acontecimientos diarios, sobre sucesos de sus amigos, sobre la naturaleza y sobre las fiestas, entre otros. Se inspiraba en el pueblo. En vida recibió muchas condecoraciones, a pesar de haber vivido en medio de una gran pobreza. Ha sido motivo de estudio de investigadores de la música folclórica colombiana. La Universidad de Córdoba sacó una serie de interesantes libros, entre ellos uno sobre Pablito, llamado Grandes juglares, Pablo Flórez Camargo, escrito en 2020 por Julio Castillo Gómez. Algunos investigadores de su obra autoral, lo ubican a la altura de Rafael Escalona. No obstante haber compuesto centenares de canciones entre porros, valses, tangos, rancheras y boleros, le dieron gran realce las piezas La aventurera y Los sabores del porro, temas que le han dado la vuelta al mundo. Miremos la letra de Los sabores del porro:

“Mi porro me sabe a todo / lo bueno de mi región / me sabe a caña me sabe a toro / me sabe a fiesta me sabe a ron /. Me sabe a piña me sabe a mango / me sabe a leche esperá en corrá / me sabe a china esparascá en fandango / y ají con huevo en machucá /. Mi porro me sabe / a bollo poloco / esmigao en celele / y a mingui con coco. Me sabe a queso bien amasao / con panela e’coco de Colomboy / también me sabe a viuda de pescao / con caisón ripiao un ranchón / Mi porro me sabe a frutas / a mamey patilla o taja e’ melón / también me sabe yuca harinosa azá / mojá en asiento de chicharrón / A totumo e’guarapo / con hielo y limón / bajo un higo sato / sentao en un cajón”.

Permítame amable lector, que sea el mismo Pablo Flórez, quien nos cuente su vida, en entrevista dada al periodista Carlos A. Pulgarín el 1 de diciembre de 1998.

-“Yo nací en estas calles de Ciénaga de Oro (Córdoba), en un barrio que se llama La Quebrada del Dividivi. Ahí transcurrieron mis primeros días jugueteando con todos los muchachos de la época”; sostiene el maestro.

-Maestro, ¿de dónde nace su afición por la música?

“Mi papá fue integrante de la Banda San José. Creo que fue la primera banda que hubo en el Sinú y la que tocó el primer fandango en Montería. Mi padre, que era mecánico, entonces, me hizo un redoblante y yo tocaba en las carreras de caballos de palo de mis amiguitos o en las fiestas en corralejas que de niños organizábamos como parte de nuestros juegos; de eso hace ya unos 60 años”

-¿Y después que pasó?

Entonces fui notado (visto) por un acordeonista de Ciénaga de Oro, hermano de Lucy González, que todos recuerdan por su tema El polvorete, Manuel Antonio González. Recuerdo que me dijo yo voy a hablar con su papá a ver si él deja que cuando yo esté tocando me acompañe con las maracas, porque tú tienes buena voz y medida para la música. Así comenzó mi vida musical. Luego pasé a la Orquesta de los Hermanos Sáenz a tocar batería, instrumento en el que me fue muy bien, pues fui baterista de la Disquera Fuentes en Medellín”.

-¿Cuáles fueron los primeros temas que grabó?

“Con Antonio Jiménez grabamos, bajo el sello Codiscos, temas como Vaca prieta, La ceiba, Sonia, Betty y otras canciones, en las cuales yo incluí La aventurera, uno de mis grandes éxitos. Pero ya antes me había dado a conocer en Fuentes con piezas como Juan Almanza y el Negro Mestra. Pero, paradójicamente, mi primera composición no fue un porro sino un bolero titulado Tan lejos de ti”.

-¿A qué le canta, en qué se inspira para escribir sus temas musicales?

“Yo me considero un pescador de momentos. Mi obra musical es variada, no tengo temas específicos. Por ejemplo, ahorita que llegaste tú a entrevistarme se me ocurrió que ese puede ser el pie para una composición. En general, cuento historias de mi pueblo, de amores idos, de amores presentes, de árboles, mis cerros, naturaleza”.

-¿Proyectos a la vista en la vida del maestro?

“En el momento estoy muy contento con la aceptación y vigencia que tiene mi obra musical. Ahorita estoy muy satisfecho porque Totó la Momposina me está grabando varios temas, entre ellos Los sabores del porro, con una casa disquera de Inglaterra. Y me propusieron que hiciera dos CD para llevarlos y lanzarlos personalmente”.

-¿Cómo le ha ido económicamente con las regalías?

“Esa ha sido una cosa muy pequeña, pero hay algo más importante en el mundo del disco y es la grabación porque es en ese momento que la música comienza a tener valor. Esa propaganda que nos dan los discos mundialmente, es un trabajo que uno mismo no lo puede hacer. Artista que no grabe no camina, se queda en el anonimato”.

-¿Un momento duro en la vida del maestro?

“Han pasado muchos momentos duros, pero existen ciertas cosas que duelen. Hace dos años se me murió una hija, la que más me quería –aunque ellas me quieren todas–, era la menor. Murió porque un médico le hizo un diagnóstico equivocado. Aun a su madre y a mí nos duele mucho como el primer día.”

-¿Y los momentos alegres?

“Esos sí son muy frecuentes por las admiradoras, las muchachas. A pesar de que tú me ves aquí como gallo cansado, yo me levanto, canto y no vayas a creer, todavía levanto a las gallinas”.

-¿Hay muchas mujeres en su vida?

“Hombre, sí. Pero la principal es mi esposa, Marcelina Causil, que fue mi amor desde niña y no me he podido separar del lado de ella” .

La música del maestro Pablo Flórez la han grabado Alfredo Gutiérrez, la Orquesta de

Juancho Torres, Totó la Momposina, Miguel Durán y Gabriel Romero, entre otros. Según el maestro Flórez sus composiciones superan varios centenares de temas. Grabó con Fuentes, Sonolux, Codiscos. Y otros sellos costeños.

Pablo Flórez no olvidó nunca la buena época al lado de Antolín Lenes y de la cieguita Lucy González. Dijo a un periódico caribeño El Heraldo; “Fue una época maravillosa. Recorríamos los pueblos de la Costa llevando nuestra música, y el público nos quería. A veces nos pagaban con ron y comida, y nosotros aceptábamos. Eran lindos aquellos tiempos. De Lucy guardo gratos recuerdos. Lo que Dios no le dio en vista se lo multiplicó en talento y bondad. A Antolín le debo mucho. Fue muy importante para mi vida de músico. Formé parte de sus agrupaciones, excelente músico y amigo”. Manifestó en entrevista en el año 1998.

Referencias bibliográficas

• La Discoteca del Siglo. Historia musical Discos Fuentes. Primera Edición 1999. Editor: Discos Fuentes. Medellín, Colombia.

• Colombia Musical: Una historia, una empresa. Ofelia Peláez y Luis Felipe Jaramillo. Editado por Discos Fuentes. Primera Edición 1996. Medellín, Colombia.

• Oñate Martínez, Julio. El ABC del Vallenato. Prisa Ediciones. 2013.- Bogotá, Colombia. Pág. 474

• Castillo Gómez, Julio. Grandes Juglares Pablo Flórez Camargo. Universidad de Córdoba. 2020. Montería-Córdoba.

En marzo, el mes del agua, exploramos algunas iniciativas regionales que buscan proteger las fuentes hídricas y generar conciencia sobre la importancia de consumir y gestionar el agua de manera (más) responsable.

Razones para entender que la gobernanza del agua nos importa a todos

Este 22 de marzo se cumplen 30 años desde que se conmemora el Día Mundial del Agua. Una fecha para pensar el acceso y los cuidados del agua como un asunto que nos involucra a todos los ciudadanos. ¿Cómo ayudar?, ¿qué iniciativas públicas son relevantes?

En Medellín y el resto del Valle de Aburrá está Cuenca Verde, una corporación creada hace nueve años por EPM, la Alcaldía de Medellín, Cornare y el Área Metropolitana, junto a varias empresas privadas. Esta iniciativa permite articular esfuerzos para cuidar mejor el agua que usamos todos los días. Los programas van desde guardacuencas que monitorean los nacimientos de agua hasta beneficios a familias campesinas que cuidan los bosques.

Felipe Guerrero, director de Cuenca Verde, explica que, además de sumar esfuerzos y centralizar recursos, las alianzas por el cuidado del agua son claves porque concentran múltiples visiones del territorio y la construcción conjunta de soluciones:

“La gestión integral del agua y la biodiversidad implica acciones concretas como acuerdos voluntarios con campesinos para proteger bosques que le aportan seguridad hídrica a toda la región. Este es un programa muy importante porque demuestra acciones en campo de protección y de restauración de bosques, y ahora también tiene un componente de prácticas y producción sostenible en armonía con el medio ambiente”.

Dos datos de Maria del Pilar Restrepo Mesa, jefe de la Unidad de Conservación del Agua EPM, sirven para entender la magnitud del proyecto: desde 2013 han logrado 566 acuerdos de conservación en el departamento que suman 6.286 hectáreas con acciones de conservación o restauración. Por cuenta de estas acciones, a la fecha hay más de 880 nacimientos de agua protegidos, lo que aporta a la seguridad hídrica de más de cinco millones de personas.

Asunto de corresponsabilidad

El Ministerio de Ambiente explica la gobernanza del agua como “la capacidad de organización y respuesta que tienen los actores del territorio para actuar en función de la Gestión Integral del Recurso Hídrico” y también para gestionar los conflictos alrededor del agua.

Mateo Vásquez Restrepo, coordinador del Programa Integral Red Agua (PIRAGUA) de Corantioquia, valora que en Colombia se replique el concepto de gobernanza del agua porque permite que se generen espacios de reflexión entre comunidades e instituciones que muchas veces hacen parte de distintas jurisdicciones y que tienen alcances diferentes:

“Para el cuidado común del agua hay programas de ciencia ciudadana que dan una visión más amplia de cómo cuidar, preservar y mitigar el uso del agua y por supuesto articularse a las políticas nacionales del Ministerio de Ambiente en diálogo con las autoridades ambientales. Hay redes de voluntarios que aportan información en tiempo real sobre los cuerpos de agua y redes de monitoreo”.

Para Guerrero, de Cuenca Verde, más allá de hacer un uso racional, es clave una ciudadanía informada que pueda exigirle a las instituciones soluciones frente a los problemas:

“Es relevante el conocimiento de las cuencas hidrográficas, tanto donde vivimos como aquellas que nos abastecen de agua y que están por fuera del Valle de Aburrá. Un aporte importante como ciudadanos es partir del conocimiento de nuestros recursos: cómo están distribuidos en el territorio, de los problemas presentes y de las diferentes formas de optimizar su aprovechamiento para el buen uso colectivo”.

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