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Los Durán, una dinastía musical para rato

Por Marcos Fidel Vega Seña

Miguel Durán Olaya, el Pollo Caucano

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Por los campos, por las orillas del río Cauca; por las sabanas de Córdoba, Sucre, Bolívar; por las vertientes y caminos de la alta Costa Atlántica, a la temperatura de más 30 grados centígrados, se escuchan los cantares de uno de los juglares que más influyó en el desarrollo de la música de acordeón, así la oficialidad se niegue a reconocer en Miguel Durán Olaya una figura descollante en el universo de la música. Pionero, no solo de un estilo inconfundible, fiestero y jacarandoso, sino que también fue un gran creativo que revolucionó los formatos melódicos de la música de Francisco El Hombre y dejó un legado que por muchos años perdurará en la memoria colectiva y en la fiesta multitudinaria de una comunidad.

La prolífera producción musical de Durán Olaya sobrepasa los 60 trabajos de larga duración que grabó a lo largo de su vida musical. Nacido al ritmo melódico de las brisas del río Cauca, vino al mundo en el corregimiento de Rio Viejo, jurisdicción de Caucasia, Antioquia, en 1937 y desde los 18 años, así como las aguas caucanas, la música empezó a correr por sus venas y su inspiración, para cantarle a las masas populares, saltó fronteras y se esparció como el viento sabanero de sus orígenes.

Hoy se encuentra en el Olimpo musical, pues después de sobrevivir a los golpes duros de la vida, como la canción que interpreta Farid Ortiz, nos dejó y se marchó al más allá a interpretarle a los ángeles sus cuitas, sus dichos, su picardía y la alegría que imprimía a sus ritmos y a sus letras. El 29 de septiembre de 2022 marcó la fecha del inicio de su leyenda musical y la perpetuación de su memoria con sus versos y melodías. La tuchinera, La morrocoya, La pesca milagrosa y Noches frías son algunos de los temas más recordados del Pollo Caucano, como se le conocía en la escena musical del Caribe. Cada vez que suena una de sus canciones es difícil sustraerse al baile, a la alegría, a la nostalgia del campo y a la lírica de sus canciones.

Uno de sus hijos, José Luis, artista también, explica la vida musical de su padre: “bueno, mi papá se labró su camino solo, aunque no fue fácil sus inicios pero con la ayuda de Dios y la continuidad de ejercer lo que le gustaba, logró ser un gran exponente de la música sabanera, a pesar de tantas críticas que recibió de sus colegas; tanto así que por más de media década le cantó a su fanaticada y su música es reconocida hoy en día a nivel nacional e internacional…”, explica el cantante y acordeonero.

Si algo reconoce el ámbito musical de la Costa es la revolución musical que Durán Olaya inició con su acordeón. Y eso lo corrobora José Luis cuando afirma que “este estilo es el más representativo de la sabana y aunque, a sus 85 años fallece, sigue vigente porque su música no ha dejado de sonar y que se coronó Rey Sabanero en el año 1980. Desde que se hable de Miguel Durán, el Pollo Caucano, se habla de una leyenda que por más de 65 años le cantó a su fanaticada”, considera uno de los llamados a continuar con su legado.

Miguel Durán Jr., a la diestra del padre

El mes de septiembre marca una historia de nostalgia y de triste recordación para la familia Durán. El 3 de ese mes, pero de 2020, Miguel Durán Jr., un juglar que estaba en la cresta de su fama, a los 49 años, e hijo de Durán Olaya y continuador de su legado, sucumbe tras luchar fuertemente contra la muerte. Su padre recibió ese golpe con estoicismo y afianzado a la vida. El destino le había deparado una dura prueba más. Allí en su residencia del barrio Argelia, en Sincelejo (Sucre), donde residía hacía algunos años, asimiló otro dolor, pues había perdido a varios familiares.

José Luis, al referirse al trabajo de su hermano, expresa que Durán Jr. “es la continuidad de ese trabajo que realizó mi padre Miguel, pero un poco más moderno y con un estilo poco más rápido que el de su padre. A pesar de que a los 49 años falleció, logró encajar bien en las sabanas sucreñas y ocupar primeros lugares en la capital mundial del vallenato como lo es en Valledupar, con el tema El Bolsillo Pelao…”

Desde los tiempos de Consuelo Araújo, Noguera, la llamada Cacica Vallenata, se ha querido establecer una diferencia “radical” entre la música de acordeón de las sabanas de Sucre, Córdoba, Bolívar y de la zona “costeña” de Antioquia, con la música de los intérpretes del Cesar y La Guajira. Es una división absurda porque es el mismo vallenato con diferentes matices por razones culturales.

Al respecto, José Luis hace una acotación interesante a propósito del arrasador éxito de su hermano Miguel. Según él, en Valledupar le dieron el título de Rey de la Sabana. “También logró grabar varios programas con Jorge Barón en el Show de las Estrellas y su fama se extendió más todavía. Miguel Durán Jr. también fue un baluarte importante para la sabana, porque la gente humilde campesina se vio reflejada en estos dos grandes artistas: Miguel Durán, padre y Miguel Durán Jr. hijo. A pesar de que no están con nosotros hoy en día, su música suena con más fuerza en un catálogo de mucha música entre padre e hijo, donde hay un sin número de éxitos y un siglo de música sabanera de la buena”, acota José Luis.

De grata recordación son los temas de Miguel Jr., como su famosa Camisa rayá (tema del cual Alfredo Gutiérrez hizo una versión), La llevo tatuada, El pobre Miguel, El acetaminofén y La Pandemia, uno de sus últimos de sus temas que dejó en el ámbito musical.

José Luis, heredero de la dinastía Durán

Para algunos expertos, la herencia musical de los Durán se remonta a su pariente más visible y juglar perfecto de la música vallenata:

Gilberto Alejandro Durán Díaz. Para el artista y acordeonero, Gonzalo García Orozco, el popular Chalo, esa dinastía proviene de El Paso, Cesar, pues la madre de Alejandro Durán, Juana Francisca Díaz Villarreal, era una mujer afrodescendiente, natural de Becerril, Cesar.

“En el municipio de El Paso, en esa región que comprende La Loma, Potrerillo, Cuatro Vientos, allí nace lo que hoy en día se le llama el son (vallenato), que es esa cadencia melancólica, a veces triste, que lo marca el bajo del acordeón. El precursor y quien le dio identidad al son fue el maestro Alejandro Durán Díaz. Entonces es fundamental, preponderante y relevante el aporte de la familia Durán, como intérpretes, como acordeonistas, como juglares y como compositores. Son fundamentales para la identidad del vallenato de hoy en día”, explica García Orozco.

Para el gestor cultural y trabajador de la Cultura en el municipio de Sahagún, Córdoba, y motor del Encuentro Internacional de Cuentería Encuéntemonos, Elber Julio Cruz, la importancia de la dinastía Durán en la música del Caribe,

“consiste en que ellos perduraron en el tiempo con el legado de una escuela, como es la Escuela de la Música de Acordeón de la Sabana, común a los departamentos de Córdoba y Sucre e incluso, parte de Antioquia, el bajo Cauca y parte del departamento de Bolívar, en la cual se incluyen grandes exponentes como Enrique Díaz y el mismo Alejandro Durán. Gracias a ellos ese legado es escuela y no se perdió; perduró en el tiempo y logró llegar hasta las presentes generaciones. Durante mucho tiempo la sostuvieron y otro de los aspectos que hace importante su legado es la gran aceptación que esta música tiene dentro de las capas populares de esas regiones”.

Para Julio Cruz, la dinastía de los Durán se proyecta con nuevos exponentes de la música de acordeón. Trae a colación que “actualmente se está gestando un movimiento por exponentes relativamente jóvenes, que no alcanzan los 35 años, que está recuperando este movimiento musical, como es el caso de Pacho Ortiz, de Montería; José Díaz, también de Montería; Jaime Díaz, hijo del juglar Enrique Díaz (el de la Caja Negra), que vienen promoviendo esta escuela musical con excelentes resultados. Además, llevaron alegría, animaron los festejos populares en esta parte del país y contribuyeron a perdurar en el tiempo el legado de grandes juglares del acordeón en la sabana”, destaca el gestor cultural.

Eslabón entre el legado y el presente

José Luis Durán Benítez es consciente del papel que debe cumplir con el legado musical que dejan los “Migueles”. “Vengo trabajando en este arte musical hace 18 años, donde he grabado éxitos como Ahí está la hembra, No me vuelvo a enamorar, Le pasó lo mismo, Me mata el dolor y Campesina de la sabana, entre otros”, afirma el artista.

Confiesa que “después del fallecimiento de mi hermano recibo un sinnúmero de mensajes de apoyo para continuar este legado de canciones que dejó mi hermano Miguel y en el cual venimos trabajando después de su fallecimiento, logrando calar y seguir llevando esa buena música a todos esos grandes seguidores de Miguel Durán Jr., explica José Luis.

Cabe destacar que la dinastía Durán pertenece a la escuela juglaresca en que el acordeonista es el mismo cantante a la vez, pues en la década de los 70, siglo XX, aparece la figura del cantante. José Luis seguirá esa tradición. Afirma que “al momento de la partida de nuestro padre, los mismos seguidores, ahora más los de mi padre, ponen su confianza en José Luis Durán para seguir alegrando sus corazones, aunque no es fácil por todo lo que ha pasado nuestra familia. Gracias a Jehová Dios y a esos seguidores tanto de mi padre y de mi hermano, que ven en José Luis seguir ese gran legado, que estamos ejerciendo como agrupación vigente y al lado de mi hermano mayor Ever Durán, quien también tiene su propia agrupación”, afirma el novel artista.

Concluye con la afirmación: “somos los herederos de esta dinastía, al igual que la tercera generación como lo es mi hija Luisa Fernando Durán y mis sobrinos Melissa Pater Durán, Sebastián Aguas Durán, Leonardo Pater Durán, Jesús David y mis hijos Luis Miguel, José Luis Durán Jr. Se viene trabajando con la orientación de José Luis Durán para mantener vivo este folclor de la música sabanera que con este gran semillero sé que seguirán este gran estilo de la música de los Durán”, afirma José Luis.

Como los lectores pueden concluir, la dinastía musical de Miguel Durán Olaya y de Miguel Durán Benítez tendrá cuerda para rato y, lo mejor, instaura la alegría y el goce en las sabanas y para que siga la parranda.

Rubén Darío Salcedo, sus amores y sus fiestas en Corralejas

Por Marcos Fidel Vega Seña

La vereda El Porvenir, en el municipio de Tuchín, es un paraíso natural. Allí habita la comunidad de la cultura Zenú, padres intelectuales y verdaderos poseedores del conocimiento ancestral sobre la fabricación del sombrero vueltiao. En ese enclave, durante las tradicionales fiestas dedicadas a esta y a otras artesanías de Colombia, conocí a la Elena Salcedo Mendoza, la inspiradora de la canción Ay, Elena, del maestro Rubén Darío Salcedo Ruiz. Ella le contó a la Revista que su padre sería objeto de un homenaje en Sincelejo, capital de Sucre y cuna de otra las canciones de Salcedo: Fiesta en Corralejas. Gracias a su diligencia, pudimos conversar con el maestro sobre su obra cumbre y recordada en todos los tiempos.

Al preguntarle al maestro sobre la historia de Fiesta en corraleja, este es su relato: “Recuerdo yo, que eran los años 60 y yo trabajaba con Alfredo Gutiérrez. Recorríamos el país cantando. Y Alfredo me ponía a cantar muchas canciones, boleros, rancheras… Entonces yo me di cuenta de que en las correrías que hacía con Alfredo no tenía una canción especial para mi pueblo. Entonces fue cuando me puse a hacer Fiesta en corraleja”.

Además de la orfandad musical de uno de los festejos más tradicionales y polémicos del Caribe, también es un homenaje a esa construcción rústica como escenario donde se parapetan los aficionados para ver la corrida. Al respecto el compositor rememora:

“Recuerdo yo que una tarde unos señores tenían alrededor como seis bateas llenas de agua con bejuco malibú. Sacaban el bejuco, lo aporreaban e iban amarrando la corraleja. Porque los que hacían la corraleja eran campesinos. Y los que hacían los palcos eran ebanistas, eruditos. De manera que hay algo allí muy concertivo que yo pude apreciar. Y en verdad ellos tomaban ñeque (licor artesanal de fabricación aborigen). Con ñeque iban amarrando e iban entonando cantos de vaquería”.

Esos escenarios, que edifican en la mayoría de los departamentos de la zona caribeña colombiana, fue la inspiración de Rubén Darío. Especialmente los festejos de Sincelejo en honor al Dulce Nombre de Jesús, del 20 de enero, fiesta religiosa de la capital de Sucre, hicieron famosas a las corralejas de Sincelejo.

“Me di cuenta pues –continúa Salcedo con su relato– que esa tarde estaba bien avanzada ya la corraleja. Yo dije… yo me decía para mí esto va a ser algo, y ahí se me sale la primera línea: Ya viene el 20 de enero. Bueno, yo vi que amarraban, gutureaban, tomaban alegremente y yo me fui para la casa”.

La casa fue el refugio donde surgió el resto de la música y letra de Fiesta en corrraleja.

“Yo tenía como 16 años -dice Salcedo- Entonces yo cogí la guitarra; yo tocaba guitarra, medio tocaba la guitarra… La guitarra tiene un punteo, donde el músico se inspira, tocando, punteando la música… Entonces tarareaba do, re, mi, fa, sol, la, si, do…Tiene un, como se dice, una caída, una cadencia, una cadencia bastante empírica. A los cuatro días entoné la canción que yo hice. Así [tararea], “ya viene, ya viene la corraleja”, así fue como hice yo la canción Fiesta en corraleja”.

Esteban Salcedo y su caballo piquetero

Esteban Salcedo es el padre de Rubén Darío. Como buen costeño se crió entre fincas ganaderas, fiestas patronales y fiestas de toros.

Montaba su caballo e iniciaba el recorrido por el ruedo de la corraleja, generalmente de un piso arenoso y árido, que, al paso iracundo de un toro bravo, se levanta la polvareda. Ese episodio también hace parte de la canción insigne de Salcedo.

“Mi papá asomaba mucho por ir con su caballo. Él montaba un caballo penco, viejo blanco. No era ni garrochero. Como pelado, pues, me fascinaba ver a mi papá en un caballo piquetero. Antes estaba esa palabra de moda, piquetero, de pique… Es la fiesta de la costa más alegre de Colombia. Allá va Esteban Salcedo en su caballo piquetero…

Los destinos de una canción

Además de homenajear a su padre, también es un homenaje a Sincelejo. Se la dedicó a esa ciudad.

“Recuerdo yo que grabábamos en Codiscos, en Medellín. Ese día Alfredo Gutiérrez grabó cuatro Long Play. Antes se decían long play . Entonces grabó los Long Play Alfredo Gutiérrez y los Caporales en Magdalena, Alfredo Gutiérrez y Los Rebeldes del Acordeón, Alfredo Gutiérrez, Violines Vallenatos, Alfredo Gutiérrez y sus Salsas, cantando Lucho Pérez. Cuando terminamos de grabar, le dije yo a Alfredo… recuerdo que yo quería cantar una canción en inglés. No, no. Será para la próxima. Bueno, voy a hablar con el doctor Álvaro Arango. Dijo Alfredo, yo lo llamó. El doctor Álvaro Arango era accionista mayor de Codiscos”.

Ese momento es clave porque fue cuando se decidió el destino de la canción más popular para las fiestas de toros.

“Le dijo, doctor, Rubén se encuentra un poquito ofendido porque él quería cantar una canción alegre y se dio cuenta de que no la metimos y ya terminamos los cuatro long play . Y el doctor Álvaro Arango le dijo: Alfredo, tráigame a Rubén para cantar. Yo era artista exclusivo de Codiscos, para cantar, tocar y componer las canciones únicas y exclusivamente para Alfredo Gutiérrez y para los grupos que grababan en Codiscos. Cuando yo llego a la oficina del doctor Álvaro Arango, dijo: “¿cuál es la canción que tú tienes por ahí que me dijo Alfredo? Esta que tengo aquí doctor. Cántela para ver, y le canto: Ya viene el 20 de enero la fiesta de Sincelejo, los palcos engalanaos, la gente espera el ganado Esa sí es la fiesta buena, la fiesta en corraleja…

Se quedó rascándose la cabeza y le dijo a Alfredo: “Recoge los chécheres y vamos a grabar esa canción”. Alfredo le dijo: “Pero es que ya no cabe en ninguno de los... No, la soltamos aparte”. Alfredo y el trompetista, que era exclusivo de la orquesta de este señor de acá de Barranquilla, Pacho Galán, Alfredo y él hicieron los arreglos. Ya, entonces, yo la canté. Había unas caiditas malas que yo le hacía y se dio de cuenta y llegaron los cubanos y dijeron: “Puede quedar así”. Las dejaron así. De esta manera se inmortalizó Fiesta en corraleja.

De acuerdo con el relato de Rubén Darío Salcedo Ruiz, pasaron cuatro meses después de esos acontecimientos y Codiscos la puso a circular en Bogotá.

Y la canción se pega… Después la echan para Manizales y eso fue la misma puya y el doctor Álvaro Arango llamó a Alfredo y se lo dijo: “¡Alfredo, estamos pegaos!” Alfredo se asustó y dijo ¿con qué canción? El doctor Álvaro dijo: ¡Con Fiesta en Corraleja! Pero, yo la solté en un 78 rpm y de respaldo de un porro de Aniceto Molina y que es Garabatos… Bueno, y esa es la historia de Fiesta en corraleja”.

Aclaraciones sobre autoría de Anhelos

Rubén Darío Salcedo Ruiz es autor de múltiples canciones. Las más recordadas fueron inmortalizadas en la voz y el acordeón de Alfredo Gutiérrez Vital. Uno de esos temas es el inolvidable Anhelos. En la historia de esta canción hay coautoría, según lo explica el compositor.

““Le cuento la historia, brevemente. Cuando estuvimos en Panamá, Osvaldo Ayala le canta a Alfredo Anhelos. Pero con un modo de cantarlo venezolano… Bueno Alfredo la grabó porque le gustó. Cuando llegamos acá a Colombia, me llamó Alfredo como a los dos meses: “Rubén ven acá…” “¿qué pasa Alfredito?” Me dijo: “esta canción quiero que tú la acomodes a tu pasebol (mezcla de paseo y bolero). Si tienes que quitarle letra, pero todo a tu estilo”. Bueno, yo principio a trabajar Anhelos. Y entonces se la canté al Alfredo: Anhelos tengo de verte vida mía… Es un pasebol, que es un ritmo inventado por mí; es un híbrido entre paseo y bolero, y entonces dice: correctamente así era que yo quería (sic). Dice Alfredo: “Yo tengo ahí la mi pluma está ahí. Sí, vamos a salir los tres”. Sale Osvaldo Ayala autor de la música; sale mi persona, autor de la letra y sale Alfredo Gutiérrez como autor, cantante y arreglista. Así está en Codiscos, tres autores. Esos contratos no aparecen a la luz, son internos…”

Aidé La Colegiala

Un buen porcentaje de las canciones de compositores de la talla de Salcedo Ruiz son productos de lances amorosos, bien sean correspondidos o no. Según el relato de Salcedo, conoció a una dama de nombre Aidé Núñez: Cuando yo le dije a Alfredo: Alfredo: estoy enamorado de una muchacha que se llama Aidé Núñez y a quien le saqué esta canción La colegiala, canción bonita, y quiero que me acompañes para que tú sirvas de testigo como juez de que yo la voy a pedir”. Entonces fue Alfredo Gutiérrez, Babucha, que tocaba la guacharaca y Carmelo Barraza. Eran las ocho de la noche y yo le dije a Alfredo: “Ahí es. Ven y que nos saquen de ahí a la muchacha”. Llegó alguien, la cogió y la abrazó, un señor ahí, la besó y le alborotó el cabello, y eso se abrazaron y se besaron muchas veces… Y dice Alfredo: “eh, eh, esta caminada mía de allá de la Carauta hasta aquí vale plata; eso son mentiras tuyas Rubén”. Entró y le metió una trompada a quien estaba acariciándola.

El relato culmina cuando los músicos se van de la escena y el hombre, quien recibió el puñetazo, le recrimina a Aidé sus amoríos con músicos, porque son unos “perruchos”.

El corazón de acero de Eliasib y la ternura de Elena

El maestro Salcedo Ruiz se casó con Eliasib Mendoza Chamorro, con quien tiene 6 hijos, entre ellos, Elena. Ambas mujeres son protagonistas en las letras de las canciones del compositor. Eliasib inspiró su canción Corazón de Acero y, su hija, Ay Elena. El maestro cuenta: “En aquella época Elena, quien es la hija mía, parecía una virgencita, con esos cacheticos tan bonitos y me quedaba mirando así con unos ojitos de bebecita. Esa canción es para ti, mija. Se la hice a la hija mía. Sí. Ella dice, pero por allá dice que me quieres, que no me quieres que entonces, ¿cómo así? ¿Cómo así que la canción presenta declaraciones de amor? Lo demás es ficticio.

Los motivos por los cuales, el compositor le dedicó la canción Corazón de acero a su esposa Ealiasib, los explica de la siguiente manera: “Yo pasaba por ahí, como andaba con mi acordeoncito, a ella no le gustaba eso y mi papá no era gustoso” (no aprobaba la relación). “Aquí no le quieren -cuenta- músicos parranderos, ¡vaya con su música otra parte!, me decía a mí. Ella se echaba a reír. Le decía, mira esa canción que te hice; lleva unos tesoros, ¿cómo va a hacer eso? ¡Sí! Los tesoros del rey Salomón. A ella le fascinó tanto y se la canto, y es bonita y tú, si te casas conmigo tú me das esos tesoros; todos esos tesoros son para ti, mija linda, que el compositor tiene buena parla, es un seductor…”

¿Entonces por qué el Corazón de acero?

“Porque cuando yo pasaba, ella se escondía y yo pensaba:

Tienes que tener el Corazón de acero, porque no te das cuenta el desprecio que me haces como sabes que te quiero te burla de mis pesares si tu corazón es fierro yo forjare a conquistarte pero en ti está aquel proverbio, que de un bien, pagas con mal. Corazón de acero ¿por qué eres así?

Tenes sangre de indio guerrero pero te quiero a ti”

Rubén Darío Salcedo Ruiz, compositor insigne, seguirá cantándole a sus amores y a su región. Su obra musical, en conjunto, es un patrimonio que los colombianos debemos valorar para comprender los cimientos de nuestra cultura mestiza, sustrato del poder y del orgullo de ser colombianos con sangre mestiza en el corazón.

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