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A la luz de la oscuridad

todas aquellas afirmaciones rotundas que vinculan al calor como el culpable lógico e inexorable de todos los males en materia de energía eléctrica, terminan hechas añicos por el

El jueves 16 de marzo último, tras las contundentes manifestaciones de vecinos en diversos puntos de la Comuna 9 y frente a la sede de Edesur, de Juan B. Alberdi y Lacarra, los juntistas Lorena Crespo y Fabio Pirone (Comuna 9) y Fernando Moya (Comuna 10) fueron recibidos por el gerente comercial, el gerente técnico y el gerente operativo de baja tensión de Edesur en la sede mencionada. Allí se les informó que la empresa cuenta con once cuadrillas en horario diurno y apenas cuatro durante la noche, para intentar resolver la totalidad de los cortes en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires. Pero, además, ante la gravedad de la situación que vienen padeciendo los usuarios, Edesur aclaró que no contempla ningún esquema de emergencia. A confesión de partes, En otras palabras, en ese agobiante cuadro de situación que -una vez más- tuvo a los barrios de Liniers, Mataderos y Parque Avellaneda como una de las zonas más afectadas por los cortes, Edesur confiesa que, ante la falta de inversión, En algunos casos, los cortes se extendieron por semanas enteras. Y vecinos insulinodependientes o que dependen de un colchón eléctrico anti escaras fueron víctimas de una empresa monopólica y de un Estado irresoluto, y debieron padecer temperaturas extremas, sin luz, sin agua y sin aire. Pero, además, cuando el suministro retorna, la tensión oscila entre los 180 y los 250 volts, con el riesgo y las consecuencias que eso implica en la vida útil de cualquier electrodoméstico. Algunos vecinos aún recuerdan la rimbombante puesta en marcha, a fines de 2014, de la “poderosa” subestación eléctrica móvil, instalada en el predio de Edesur de Murguiondo 2035, a metros de Directorio, en el corazón del barrio Mataderos. Según aseguraron por entonces en la empresa, el flamante equipamiento instalado en Mataderos -en el interior de la denominada “Subestación Liniers”- tiene una potencia de “35 megavatios y apunta a mejorar la red de alta y media tensión a unos 150 mil vecinos de los barrios de Mataderos, Liniers, Villa Luro y Parque Chacabuco”. Pretender darle sentido hoy a aquel intento de buena noticia -de la que oportunamente este medio se hizo eco- resulta poco menos que indignante y vergonzoso.

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Ahora el teléfono suena y la que atiende es una voz femenina algo más agradable que la anterior. Es una operadora del ENRE. Solicita el número de reclamo gestionado en la llamada a Edesur “para apurar el restablecimiento del servicio”. Pero nada. Pasan las horas y ni siquiera se acerca un operario. Los vecinos, los clientes, los usuarios, las víctimas, los rehenes de una empresa monopólica y desaprensiva ven derretirse sus esperanzas a la luz de la oscuridad.

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Por

Daniel Aresse Tomadoni (*)

Si hay un rubro que siempre se mantuvo vigente en el barrio fue el de las carnicerías. Tal vez por la cercanía geográfica con los mataderos, estos locales proliferaron casi siem- pre ubicados en las esquinas y, curiosamente, a pocas cuadras unas de otras.

El “carnicero del barrio”, era uno de los tantos personajes de la fauna local, que con tiempo se perpetuaba en los recuerdos. En las cercanías de casa tuve tres carnicerías a menos de una cuadra cada una. Recuerdo a la carnicería “del Negro” y “El Fortín”, por mencionar algunas.

Pero también había otras llamadas “mercaditos”, que no sólo proveían carne sino que además ofrecían verduras, algunas frutas y hasta carbón, algo así como el kit perfecto para un buen asado. Los locales más grandes incorporaban comestibles de primera necesidad. Sin dudas era un trabajo sacrificado, ya que desde temprano en camiones propios o de reparto, cargaban las medias reses al hombro hacia los locales para luego realizar los cortes y venderlas. Frente a casa, un vecino al que apodábamos Cacho, comenzó con un local en Ciudadela y pronto instaló una cadena de carnicerías por todo el barrio, algo inusual en ese entonces. A fuerza de sacrificio, aquel loable emprendimiento lo puso en una posición social elevada, sin perder la humildad de aquel muchacho de barrio. Otro de los carniceros del barrio era “El Negro”, un polifacético personaje que podríamos llamar un verdadero todo terreno, ya que tuvo carnicería, verdulería y además realizaba reparaciones de heladeras. Cuando se aburría de un oficio seguía con otro y así sucesivamente.

Claro que todas estas carnicerías de barrio competían, en gran medida con los “pesos pesados” de Liniers. Y no sólo lo hacían con los puestos de la inolvidable Feria 47, de Ventura Bosch y la colectora de General Paz, sino con el

Mercado Morrone o el General Paz, y con frigoríficos reconocidos, como “El Triunfador”, que funcionaba sobre la avenida General Paz y que ofrecía un amplio surtido y buenos precios. Pero además, estaban los enormes puestos instalados en el Mercado y Frigorífico Liniers, tal el caso de Peroni Hermanos o el de Bin, por mencionar algunos. Pero más allá de los precios competitivos de estos, el vecino del barrio siempre recurría a “su carnicero”, ese que siempre le tenía reservados los mejores cortes. Y vaya mi recuerdo a los locales que sobrevivieron décadas en el barrio, como “Magnífico”, en la esquina de Carhué y Tuyutí; “Faldutto”, sobre Lisandro de la Torre entre Tuyutí y Palmar; “Turi”, en la esquina de Tonelero y Martiniano Leguizamón; o la carnicería de Rubén Dumic, en Ventura Bosch y Montiel. Gracias a todos ellos disfrutamos por años el placer de saborear distintos tipos de carnes de calidad y a buen precio. Hoy son parte de los recuerdos del “Liniers que yo viví”. Gracias por permitirme compartirlos con ustedes. Hasta la próxima.

(*) Aresse Tomadoni es director general de Multinet (Radnet/ La Radio, El Viajero TV, Club de Vida TV)

La mataderense Beatriz Olivera Querol expuso en la Antártida y donó dos de sus obras

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