Obstรกculos Franco Puricelli
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En estos días se ha dado por llover y llover. Rarezas del clima que obligan a cambiar los criterios del ocio y de la fiesta. Una ciudad, que ya no esperaba dichos dones, mira el cielo con horror y con sospecha. ¿Y qué decir de todo esto? ¿Qué decir del cielo gris y de los parques inundados? Aquí lo primero: toda palabra está de más. Aquí el primer obstáculo insalvable. ¿Cómo escribir una canción de lluvia cayendo? ¿Cómo escribir un poema de puro silencio? Silencio, silencio. La sola palabra es un divorcio, una traición. Y no hay divorcios a medias, por lo que no habrá jamás mundo entre mis dedos, entre mis versos. Se afirman contra las cosas mis manos y no falta la luz entrando a mis ojos, pero no me sentiré jamás en casa. ¿A qué volver a mi tierra si no reconozco ni mis huesos? ¿A dónde ir? Aquí otra verdad y otro obstáculo: no dejaré nunca de ser un extraño. No hay cerca ni lejos en las cosas importantes y en nada del mundo encontraré lo que es mío. Me tengo a mí y a nada más, tendré que ser mi propio dios en este asunto. ¿Pero cómo? ¿Qué puedo extraer de mí, que soy puros intentos? Silencio, silencio. ¿Cómo decirlo? ¿Cómo decir el abandono, el puro silencio que es todas las cosas? ¿Cómo decir el amor, la pérdida y la muerte? Silencio, silencio...
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De sillas y autos Pacientemente aquí sillando. Sillando en la vereda como un anciano esperando, quizás, que ocurran cosas o encirculándome hacia adentro vegetalizando en mi tranquilidad de simple objeto. Desparramando hacia afuera lo mínimo de atención como para saber que pasó un auto que saludó un vecino que la vida sigue siendo vida.
Sillando -actividad humana si las hayNo digo que sea importante pero ¡cuántas cosas fundamentales nos sorprenden cuando estamos sentados esperando el apocalipsis o por lo menos la novela de la tarde.
Se puede sillar dignamente o estar parado como un inútil o viceversa
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o construir castillos en el aire y arrojarlos después contra la tierra y que se salve el que pueda.
Pero la muerte es la muerte y la vida tiene que ser también la vida y pacientemente aquí sillando esperando, quizás, que ocurran cosas veo que transcurre un auto y otro y que frenan, arrancan, doblan y bocinan y a decir verdad no me causa ninguna gracia porque entre tanto barullo y esplendor los autos tampoco van a ningún lado.
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Lo que nos queda No hay consuelo en el pasado: nube dispersa de imágenes tenues falsedad de falsedades. Recordar es como encadenar engaños. Nada sucedió tal cual lo invoca el recuerdo -no hay tales méritos ni culpas. El pasado es memoria, entretenimiento presente.
No hay consuelo en el futuro: opresiva carga de vanas esperanzas engaño supremo. Proyectar es abandonarse a cosas que no sucederán nunca y que si suceden serán sólo eso -un hecho más entre miles y miles. El futuro es incierto, promesa presente.
Y nos queda el presente y no hay consuelo tampoco en él: transcurso fugaz de caóticas vivencias torrente irreversible que, en cuanto aprehendido, es pasado.
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Anhelos Y pensar en aquella niña de grandes ojos me salva de los horrores con que me voy a dormir a menudo.
Artilugios del instinto. Amarrado así a los sabores de mi condición ¡yo que quisiera creerme diferente!
No sé aún siquiera si ha de compartirme sus encantos alguna vez o nunca o toda la vida y sin embargo ¡cuánta paz! ¡cuánta alegre tranquilidad! en dejarme seducir por entresueños y en recorrer ese pequeño mundo de ilusiones abrazando la almohada.
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De inocencia Hay un momento de grandeza de misterio de locura quizás. ……… La vista en alto y camino ida y vuelta viajando las ideas más que los pies.
¿Es de pensar un mundo así? ¿O será todo tal cual se ve sin nada más un día tras otro?
¿Hay un lugar para nosotros en este plan tan infalible y tan fugaz en que nacimos? ……… Es un momento de obstinación
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de entusiasmo de belleza tal vez. ……… Pero la muerte nos paraliza cuando debiera roto el encanto darnos las alas para volar.
Que la sustancia acaso gris de este mundo tan miserable se vuelva azul.
Y que uno a uno vayan cayendo los viejos miedos de años pasados a nuestros pies. ……… Será un momento de blasfemia de crimen de inocencia quizás.
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Tu amor que no era mío Y yo que me había acostumbrado a tu sonrisa de niña misteriosa a tus labios maduros, delicados como dibujados a pincel casi tan maravillosos como esquivos.
Me había acostumbrado, en pocos días a tus gestos desinteresados a tus momentos de apasionamiento en los que nunca perdías la elegancia a la vez que me abordabas con instinto de asesina y yo era tan feliz que me asustaba.
¡oh mujer te has ido de mi vida! y yo que me había dejado convencer por los vaivenes de tu conducta indescifrable por tus pequeños caprichos de niña mimada por tu inconformismo patológico.
Me dejaste sin siquiera dar excusas con la misma cotidiana indiferencia con que se deja atrás un árbol en la calle mientras yo me deshojaba de ilusiones
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mientras me acercaba al invierno con la terrible lucidez que otorga la tristeza.
¡oh mujer ni adiós me has dicho! no he merecido siquiera tus mentiras yo que me había acostumbrado a cada rincón de tu cuerpo de diosa hermoso y dulce como fruto de verano casi tan sinuoso como tus ideas.
¡Qué será de mi vida ahora después de haber aceptado los regalos pasajeros de tu amor que no era mío yo que me había acostumbrado a pensarte mía a imaginarte en mis momentos futuros.
¿Cómo podré imaginar ahora? ¿A quién voy a amar en adelante después de haberme acostumbrado, sin saberlo a acariciar tus cabellos largos y a besar tu piel rosada, de nube? ¿Qué me queda para ofrecer ahora después de haberme dejado asaltar alegremente por tus encantos de niña preciosa?
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Yo me había acostumbrado y ahora no me queda más que recordarte y tratar de entablar amistad con este desengaño insuperable porque para bien o para mal ya no volveré a sentir las mismas cosas que sentí en aquellos días memorables en los que con divina locura y entusiasmo sin saberlo me había acostumbrado.
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Antes de dormir No me permito, ni un solo día, irme a dormir sin temor a perder la vida durante el sueño. Es necesario que mis entrañas ardan y se agiten, víctimas de todo tipo de males ficticios. La constante acechanza de la muerte es lo que pone precio a la vida, lo que nos permite valorarla como una breve y maravillosa flor que, aunque ha de caer mañana, nada impide que disfrutemos de posar nuestra mirada sobre ella el día de hoy. Respiro. Aquí estoy rodeado de luces y de sonidos. No pido nada más. Me basta con la percepción de estos misterios, con la vivencia de estos milagros. Sólo ruego que dure un poco más, que pueda seguir transitando los días en este mundo. Espero que el Divino no tenga en sus planes inmediatos el llevar a efecto la ineludible disolución de mi existencia. Mi deseo es absurdo, pero la posesión del mismo es quizás la única particularidad que tiene aquel capricho al que hemos llamado “vida”.
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Madrugada Lo que es pegar el ojo lo pegué durante toda la noche, como se debe pero apagar la cabeza es otra cosa.
No hubo lugar para el descanso del sentido para el festival del cerebro Y todo por dejar saltar el pensamiento de una trivialidad a la otra Por entretenerse en pequeñeces de manera inexplicable y acaso involuntaria.
¡Y llamarlos problemas! ¡Hay que estar loco! Los problemas mantienen despierta a la gente Las tonterías, en cambio, sólo le impiden dormir.
No puede llamarse vigilia a esto que me sucede.
Estas líneas son el sueño que no fue.
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Declaración Todos vamos caminando hacia el mismo fin y tan solo, quizás, respirando distinto. A todos nos sostienen formas similares y no hay quien pueda volar por encima de las circunstancias. En igual medida somos, sin excepción vulgares piezas de un juego incierto y caprichoso.
¿Cuál puede ser la diferencia? Una entonación, apenas un énfasis cuestión reducible a un par de gestos mínimos al espíritu con que se afronta la fugaz y violenta contienda de nuestros apetitos y conformidades.
Estando así sometido a los bordes de lo humano ¿cuál es esa miseria a la que llamo mi libertad? Un suspiro, un pequeño arbusto tratando de resistir inútilmente los pesados y constantes azotes del viento.
Y sin embargo allí construiré mi hogar en las arenas de la incertidumbre y elevaré mi voz luminosa
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y consagraré un templo a cada una de mis obstinaciones.
Dejaré que el destino hunda sus garras en mis vísceras y responderé a la indigencia divina con gesto prometeico. Y todo lo haré porque sí, porque es posible. Para mostrar que aún existe la grandeza entre esta indiferencia de astros y vacío.
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La sabiduría Decir lo mismo una y mil veces pero quizás con diferentes palabras repetir y repetir con insistencia y sin perder el buen ánimo ¿qué más puede ser la sabiduría? ¿qué más que volver a decir que no sabemos nada? ¿qué otra cosa que volver a sembrar viejas incertezas y no obstante seguirnos sorprendiendo del mundo y de nosotros mismos?
Las verdades - al menos las que importanno pueden ser tantas y en el fondo el pensamiento no es otra cosa que insistencia a menos que se llame pensamiento también a todos esos cuentos hechos a medida. ¡Así que a no ilusionarse! y mejor si vamos bajando el dedo pretencioso porque no hay tantas cosas importantes para decir y las pocas que hay ya las dijeron tantos otros que a decir verdad no hay nada de qué jactarse del mismo modo que tampoco hay grandes mandamientos ni revelaciones y mucho menos motivos para andar señalando herejes porque en el fondo no sabemos nada.
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Arrodillarse En materia de religión mi prédica es muy sencilla: no se arrodillen ante nada o arrodíllense por igual ante todas las cosas.
¿Por qué tendría que estar lo divino presente en una estatua de iglesia o en las vestiduras de un sacerdote y no en los postes de luz o en las señales de tránsito?
Si por cualquier motivo alguno de ustedes no se resiste y termina inclinado frente a un altar deberá como compensación arrodillarse durante horas piadosamente frente a una silla o un baúl y rezar dos padrenuestros o cantar dos canciones para niños o cualquier otra cosa que le parezca.
¿Por qué habrían de estar bendecidos por dios esos hombres que dictan sermones
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en las iglesias, escuelas u hogares y no una mujer hermosa de labios gruesos y caderas anchas o alguna otra no tan agraciada con buen humor o sin buen humor o cualquier trabajador común y corriente o incluso un hombre que duerme en la calle?
Si por la baja confianza en sí mismo alguno de ustedes escucha y celebra a cualquier mortal con aires de sabio de exitoso o de santo y se deja fascinar como un idiota por las luces que revolotean alrededor de la fama y de la autoridad entonces deberá, como compensación besar los pies del primer mendigo que se cruce y prometerle lealtad y servicio hasta la muerte y declararlo modelo a seguir por la humanidad y jurar solemnemente no tener más a nadie por privilegiado ni por primero aunque tenga dinero, elocuencia o belleza porque todo es igual a los ojos de dios.
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Lejano Azul sobre blanco. Cielo. En soledad la nube. Y otra. Y otra... Tiempo. El tiempo y su insólita paciencia.
Cielo. Y sucederse las cosas una tras otra. Paciencia. Paciencia de mundo. De universo.
Persona mayor. Sentada observando. Verde alrededor. Y verde. Y verde. Y cielo. Acaso paz.
Amarillas y rojas también. Flores. Y canto de pájaros. Y cielo azul. Y nube blanca.
Observar la paciencia del mundo.
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Y fundirse en esa calma que avanza despacio. Y sucederse las cosas una tras otra. Con paciencia de milenios y milenios.
Sospecha de disoluci贸n. Pensamiento lejano. Lejano. Continuaci贸n de la marcha. Tal vez sin el detalle de la conciencia.
Sospechar la inmortalidad. Acaso es vivir.
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Sospecha Una mujer me ha dejado. He perdido para siempre sus labios, su voz, sus ojos, su cintura. Me ha dejado. Ya no volverá a mirarme con misterio ni dibujará una sonrisa cuando me quede en silencio. Ya no cerrará los ojos mientras acaricio su piel.
Me ha dejado, y sin ella no tardó en borrarse aquel entusiasmo que tan maravillosamente todo lo cubría. Vuelvo a la inconmovible frialdad de una vida que ya no espera grandes cosas.
Y de pronto me siento extraño, porque tengo la sospecha de que ya no seré feliz, pues comprendo que no volveré a amar jamás de la misma manera y que ya no seré capaz de engañarme tanto. La vida está hecha en gran medida de ilusiones y quien se descubre incapaz de ser ingenuo ya no puede vivir, del mismo modo que no puede soñar quien sabe que sueña.
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No volveré a verla. Me queda, como consuelo, un manojo de recuerdos preciosos que se irán borrando con el tiempo. Me queda la certeza de haber sido feliz en su presencia. Me queda el sufrimiento, el ya definitivo sentirme derrotado. Me queda el peligro de encontrar en cada cosa una excusa para recordarla, me queda el tratar de convencerme vanamente de que todo sigue igual, y repetirme -sin creerloque no existen motivos para estar tan triste.
Me queda, acaso, el aterrador destino de observarlo todo con la extrañeza de quien camina entre desconocidos, de quien se pasea entre objetos que le resultan ajenos. Me queda el caminar vacilante, el encarnado lamento, la eterna incomodidad.
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Despedida Escúchame, mujer cuya presencia ha sido mi dicha y cuya ausencia ha sido mi tormento.
Tú, que has tenido origen en mis deseos e imaginaciones, y persistencia en mis debilidades.
No eres real. No eres más que un fantasma de mi ingenuidad.
Éstas son las últimas palabras que escribo en tu nombre…
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Hoy es noche Hoy es noche de velas apagadas de puentes inundados de fiestas y de bailes sin color. Noche de sensaciones desagradables de molestos y vacĂos temblores.
Hoy es noche de escucharme los pasos de caminar hacia nada y sin apuro. Noche de manos en los bolsillos de absurdas proyecciones de frustraciĂłn.
La noche otra vez es noche. Otra vez soy yo.
Hoy es noche sin ojos que se cierran sin manos en los hombros sin tibios y alegres perfumes. Noche sin mentes que descansan, noche sin paz.
Hoy es noche de puertas sin misterios de caminos conocidos que llevan a nada.
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Noche de ruidos de relojes y de muebles de habitaciones con bordes y sin vida de paredes frías y amenazantes.
Tal vez pudo y no pudo ser de otra manera. No lo fue.
Hoy es noche de pasos en falso de mapas imposibles de miradas tristes e irreales. Noche de sentirme libre y esclavo, valiente y cobarde, primero y último.
Hoy es noche sin sonidos que irrumpen en las venas sin voces que traen calma. Noche sin nada que entierre por al menos un instante las nadas de mis huesos.
Hoy es –una vez másnoche de palabras absurdas escritas en un papel.
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Brevedades La solución a los problemas -dicen empieza por el reconocimiento. Yo he reconocido que moriré tarde o temprano. ¿Y ahora qué? ……… La Muerte, la vieja historia siempre renovada y frente a ella todo lo demás tan diminuto. ……… La flor que alegra la montaña gris El compás que dibujan dos cuerpos abrazados Las historias que tanto enriquecen nuestra memoria Nada valen más allá del juicio de nuestros deleznables ojos. ……… Parece absurdo decirlo pero cómo sabremos qué hacer con este amasijo de carne y nervios que nos es dado? ……… ¿Quién diría que llevamos la muerte adentro
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desde aquel día en que dimos el primer llanto? ¿Quién diría que vive con nosotros que corre por nuestras venas? ……… ¿Por qué será que el miedo siempre se impone y que hasta la más pequeña decisión nos persigue y doblega como si fuera un gigante? ……… ¿Será que no tienen fin los dolores y las alegrías que, como si fueran un tesoro del mundo, gobiernan los corazones humanos? ……… ¿Hasta dónde será posible seguir tensando la cuerda de la esperanza? ……… Las pequeñas cosas que adornan nuestro mundo el cosmos infinito que nos rodea y más enorme aún: lo que tememos lo que ignoramos.
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La mierda y allegados I La vida es una mierda sublime una mierda ridícula. Si fuese una mierda nomás sería invivible.
II Les molesta que llamemos a las cosas por su nombre: que llamemos a la mierda, mierda al idiota, idiota a la estafa, estafa.
Les molesta que llamemos a las cosas por su nombre porque ellos siempre han llamado “ley” a su bolsillo porque ellos nunca quieren decir cómo se llaman.
III ¿Por qué mierda escribo? No tener, por lo menos, un poco más de prudencia y de buen gusto.
No se escandalicen: en el mundo las cosas están
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aún más mezcladas que en este libro.
IV Trabajo duro el de andar revolviendo las ideas y el de atarlas con elegancia mucho peor. Lo de la elegancia está por verse.
Al fin y al cabo, el mundo será de dios o de los hombres. El único dios válido es el que también se equivoca. Habrá que seguir la pista diminuta de dioses cada vez más insospechados.
V ¿Por qué escribo? ¿Será la mierda que me brota, el demonio que me alcanza la pluma o el pequeño ángel que abriga mis débiles latidos? Será todo eso al mismo tiempo.
VI El mundo es viejo y el hombre lo camina hace milenios. Nos está vedado, por tanto, decir cosas nuevas. Las novedades son todas mentiras o peor aún, no dicen nada. Franco Puricelli
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Hay que estar loco, tal vez para seguir apostando todo a tanta cosa vieja. Pero lo contrario es estar muerto es dejarse morir incluso antes de que se enfríe el cuerpo nuestro de cada día.
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Confesión de humanidad He nacido –me dijeron y les creí- del vientre de una mujer. Aprendí con el tiempo que mi nacimiento no fue más que un breve e insignificante suceso, un hecho más dentro del infinito y complejo torrente de hechos al que hemos dado el nombre de Universo. Muchas cosas sucedieron antes de que yo naciera y otras tantas sucederán después de mi muerte. Diversas circunstancias sobre las que no tuve libertad de elegir, me han obligado a aceptar el mundo con sus leyes y con sus caprichos. Para cuando adquirí cierta conciencia de mí mismo y de lo que me rodeaba, ya estaba completamente inmerso en una serie inescrutable de costumbres, de deseos y de nombres. No he elegido este mundo al que estoy condenado. Esta circunstancia no me molesta, puesto que el mismo no es menos arbitrario e irracional que cualquier otro de los mundos posibles. A golpes de miedo y de vergüenza, fui aprendiendo a decir que ciertas cosas son buenas y que otras son malas. Alguna vez me he sentido feliz, y en esos momentos todo adquirió un grado de intensidad y de cercanía bastante parecido a la irrealidad. Me abandoné dócilmente a ciertas costumbres y rutinas que me brindan seguridad y una manera agradable de pasar el tiempo. He sentido muchas cosas y también me he sentido extraño. Sospecho que todo lo que hago en esta vida, lo hago por incomodidad. Conocí con el tiempo la libertad y los límites, y aprendí que no es posible conocer la primera sin los segundos. Aprendí también que no hay mejor asesino que el tiempo, que tarde o temprano todo lo corrompe. Para cuando llegue a entender algo de todo este conjunto de rarezas que es la vida, seguramente ya habré muerto. Moriré dejando muchas cosas por la mitad y sin haberme despedido lo suficiente. Con todo esto quiero decir, sencillamente, que soy un ser humano.
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A ciertas cosas Un árbol muerto exhibe su desnudez y su blanca majestuosidad erguido en medio del desbordante verde de la selva. Su blanco aspecto adquiere cierta dignidad en contraste con lo que viste sus alrededores. Su pálida muerte parece ser vida en contraste con la vida misma, con las flores y con la vegetación. Su muerte es profunda, serena e imponente. Un hombre se posa sobre la arena de la playa, a pocos centímetros del límite hasta donde llega el oleaje. Está solo. Mira hacia el mar y piensa en la inmensidad. O bien, a través de la inmensidad, piensa en nada. El día recién comienza y su figura se confunde con la niebla. Observo una momia inca y me sorprende la magnitud de su expresión. No sé cómo explicarán esto los hombres de ciencia. La momia –un simple montón de huesos- se toma la cabeza y parece que estuviera por liberar un grito intenso. Hace siglos que está por hacerlo. Su desesperación es aguda y penetrante. Me maravilla que algo muerto se muestre más expresivo que los rutinarios rostros de nosotros, los vivos. Camino solo durante la noche y veo que una plaza –concurrida siempre en el día- se encuentra completamente vacía. La plaza exhibe un aspecto sombrío. Todo muestra una insoportable tranquilidad, una serenidad incómoda. La noche resulta extraña en este lugar pensado para el día. Nada puede verse en ella, pero parece ocultar todo tipo de misterios. No se ven juegos, ni ancianos, ni parejas, ni mates, ni risas. Un farol que pende sobre uno de los bancos es lo único que interrumpe el oscuro sueño de la plaza con un poco de vida y de actividad. Atrae mi atención esa luz encendida, ese lugar especial creado para nadie, ese banco iluminado y solitario. Observo desde lejos y todo parece una trampa. No alcanzo a distinguir a dónde termina la luz del farol y comienza la de la luna. Todo es difuso, como la plaza misma en este estado nocturno. Observo, a través de un vidrio, el lento y armonioso nado de una raya marina. Sus movimientos son casi tan exóticos como su aspecto. Me desconcierta que ella desconozca de su elegancia, lo mismo que el cóndor ignora la elegancia de su vuelo y el tigre la de su andar. Lo mismo que el árbol viejo desconoce de la profunda expresión de sus arrugas. Recuerdo haber visto un pequeño e irregular camino de montaña que descendía, recostándose en las ondulaciones del suelo, hasta donde llegaban a ver mis ojos.
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Recuerdo también haber disfrutado, más de una vez, de los caprichos que nos regala la luz en los anocheceres marítimos. Estas son cosas que he visto y que me han maravillado. Las escribo para no olvidarlas.
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De mares y hombres El pulpo agoniza envuelto por una nube de tinta, mientras peces oportunistas se llevan entre los dientes pedazos de sus tentáculos. El engañador, el gran maestro del disfraz, abandona la vida perdido entre la opacidad de sus propias defensas. El exótico cuerpo se queda sin la magia que lo animaba y va siendo dejado a merced de su insobornable peso. Sólo una medusa observa el crimen, pero sigue de largo, con cierta conciencia instintiva de que los hechos no le incumben. La reina del mar se mueve a través de las aguas con despreocupación y también con descaro, sacudiendo su vestido arriba y abajo, como si no le importara. Si supiera hasta qué punto se dejan ver las rarezas de sus entrañas a través de las flaquísimas telas de su vestuario, se moriría de vergüenza. En cambio, corretea la muy niña cual Eva en el paraíso, sin culpa y sin pudor. Y yo me imagino todo esto. Y llego a soñarlo con tanta intimidad que casi me parece estar nadando entre los arrecifes, o caminando de costado como un cangrejo, enterrando mis pequeñas patas en el fondo arenoso del mar, con toda la ridiculez y la belleza de estos seres tan curiosos. Y me digo, ¿qué clase de vida es ésta que uno no puede nadar a las sacudidas como un pequeño pez y apretujarse en el primer cardumen que se cruce, y perderse allí hasta la mañana siguiente? ¿Por qué no será posible transformarse una tarde en un pulpo desquiciado y andar rociando tinta por todos los rincones del vecindario, para escándalo de las señoras mayores del océano? En cambio, nos queda seguir caminando en nuestras dos piernas de toda la vida, y andar dando pequeños giros copernicanos, y acaso mudar de barrio o de marca de lustramuebles. Y todo para mantener viva la creencia en que verdaderamente podemos hacer algo. Será que se me ha dado por protestar, pero ni siquiera exijo ser libre. Pido nada más que se me conceda un capricho.
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Inquietudes Todo conduce a terminar mareado Horror y alegría es todo lo que hay Y quizás haya muchas otras cosas Pero quizás es quizás.
El mono que se convirtió en otra cosa Y fabricó todo tipo de artefactos Como bicicletas y hornos microondas No cambió en nada.
Tan sencillo que revuelve el estómago La grandeza es algo así como tener Una vida como la que tienen todos Pero darse cuenta.
Cualquiera de nosotros firmaría De puño y letra un pacto con el Diablo Con tal de que prometa concedernos Algún que otro capricho.
No me miren con cara de enojados Que total los astros no se inmutan Yo vendería mi alma por monedas
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Para ver qué pasa.
Necesito hablar de urgencia con el Papa Porque la otra tarde Dios habló conmigo Me dijo que su oficio, más que palabras Requiere oídos.
Como si el mal humor y la cara de asco Fuesen signos de una moral intachable Yo por eso no me indigno ni tampoco Reparto diccionarios.
Así que sacando conclusiones Digamos que la cosa está jodida Pues sólo tenemos dudas para enfrentar Tantas mentiras.
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Escritor argentino, oriundo de la provincia de C贸rdoba.Actualmente tiene 23 a帽os.
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EDICIONES CRAC! MAGAZINE, 2013