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1912 LOS CORREILLOS
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1912
LOS CORREILLOS COMUNICAN LAS ISLAS
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Recordar los correíllos es recordar el único medio de transporte marítimo de pasajeros y mercancías que empezó a operar en las Islas Canarias en 1912. El origen de la flota hay que situarlo en los astilleros británicos, cuyos responsables recibieron el encargo de la compañía “Vapores y Correos Interinsulares Canarios”, filial de “Elder Dempster”, fundada en 1888. Los tres vapores que revolucionaron el tráfico interinsular fueron “La Palma”, “Viera y Clavijo” y “León y Castillo”. Estas embarcaciones, de 67 metros de eslora, 9´5 de manga y 11 nudos de velocidad media, supusieron un notable avance en las comunicaciones. Tenían capacidad para 190 pasajeros, distri- buidos en tres clases, y medio centenar de tripulantes, cuyo número exacto dependía de las necesidades de carga y descarga.
Realizaban paradas en diferentes puntos del litoral: Las Palmas, Santa Cruz, Gran Tarajal, Puerto Cabras, Arrecife, Los Abrigos, Garachico, San Sebastián, Santa Cruz de La Palma y Los Sauces, fueron las escalas más habituales. Se embarcaba y desembarcaba a través de las “caleteras”, lanchas del propio barco que remaban sus tripulantes. Los pasajeros de primera clase disfrutaban de unas palanganas y lavaderas para su aseo personal. Los baños y las duchas no llegarían hasta 1958. Ese año los correíllos mejoraron sus prestaciones técnicas, al sustituir el carbón por inyectores de fuel-oil. El vapor “La Palma”, que sufrió un encallamiento en Arrecife de Lanzarote a causa de un temporal en 1925, llegó a transportar junto al “León y Castillo”, tropas regulares desde Ifni a la Península durante la guerra civil. “La Palma” estuvo operando 64 años, hasta marzo de 1976. El “Viera y Clavijo” y “León y Castillo” fueron retirados del servicio entre 1967 y 1971. El primero fue vendido en 1978 a los astilleros de Rotterdam y el segundo fue desguazado en Gran Canaria en 1981. Durante casi una década el vapor “La Palma” quedó abandonado en el Puerto de La Luz hasta que el presidente del Cabildo tinerfeño, José Segura, después de una encendida disputa con el alcalde de la capital grancanaria, Juan Rodríguez Doreste, logró cerrar un acuerdo con la familia Flick que lo había adquirido para convertirlo en museo- y lo trajo al muelle de Santa Cruz, después de una resolución favorable del cabildo tinerfeño el 12 de febrero de 1986. El emblemático buque llegó el 13 de marzo de ese año remolcado por el “Tamarán” y fue recibido con pitas en la bocana del muelle, donde zarpaba a esa hora la fragata “Danmark”.
Otros tres barcos de dimensiones más reducidas, con capacidad para 50 pasajeros, completaron la flota marítima entre las Islas: el “Fuerteventura”, el “Lanzarote” y el “Gomera-Hierro”.
María Doménech Juan Carlos Mateu