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La mujer que fui me hizo el hombre que soy hoy, por Alex Klauer

La mujer que fui me hizo el hombre que soy hoy

escribe: Alex Klauer*

Crecer siguiendo las normas sociales de género no es fácil para una identidad trans. Al nacer con vulva nos meten por todos los agujeros del cuerpo los estereotipos: que debes vestir así, que debes actuar así, que debes hablar así. Nos meten en una cajita chiquita chiquita, sin espacio para crecer, para estirar, para vivir. Comemos, bebemos y crecemos siguiendo la delgada línea que nos trazan, mirando siempre abajo, sumisxs a la sociedad. Cualquier intento de emancipación es rapidamente cohibido: con palabras, con golpes, con la muerte. Pero la resistencia continúa.

Para quienes luchamos por ser, asumirnos y amarnos es un proceso muchas veces doloroso; como hombres trans rechazamos el género impuesto y nos asumimos varones. Nos fajamos las tetas, nos colocamos un bulto en el pantalón y nos inyectamos testosterona, asimilándonos al género con el que nos identificamos dentro de las normas de la sociedad, con la esperanza de pasar inadvertidos y de no sufrir violencia; de transitar en paz y vivir felices, muchas veces resintiendo nuestra cuerpa, nuestras tetas, nuestra vulva. Aborrecemos tanto las normas que nos impusieron que terminamos aborreciendo quienes fuimos, y suprimimos cualquier rasgo de feminidad que queda en nuestro ser para no ser confundidos «por error» como mujeres.

Amputamos de nuestra vida palabras, artículos, frases, recuerdos, amistades y hasta familia. Toda reminiscencia de que fuimos mujeres, para sentirnos validadxs en nuestra identidad. Y poco a poco nos va mellando, nos abre heridas en el alma. Nos miramos al espejo buscando que todo rastro femenino desaparezca de nuestra tez y nos alegramos cuando vemos un hombre devolviéndonos la mirada. No nos atrevemos a usar algo «femenino» o a vestir colores asociados a la feminidad porque nos preocupa que otros dejen de percibirnos como varones. Y poco a poco agregamos cadenas a nuestro espíritu, enterrando en lo profundo de nuestro ser a la mujer que fuimos.

Pero haber nacido con vulva es parte de nuestra realidad, de quiénes somos hoy y de cómo actuaremos mañana. El crecer siendo alimentadxs con los estereotipos de género femenino nos abre los ojos como nuevas masculinidades a los problemas que se enfrentan las mujeres todos los días, porque los hemos sufrido en carne propia. Aprender a vivir nuestra masculinidad desde la feminidad también es liberador: el dejar de culpar nuestra corporalidad por no responder a nuestra identidad y empezar a amar la cuerpa como es, romper las cadenas que nos impone la sociedad y que nos imponemos nosotros mismos. Al fin y al cabo, esta cuerpa nos ha traído hasta aquí, ha luchado, ha caído y se ha repuesto, ha llorado y ha superado, ha peleado por finalmente ser reconocidx como realmente es y nos acompaña en este tránsito hasta el final.

La mujer que fui me hizo el hombre que soy hoy. Amo a mi cuerpa con vulva y con tetas por acompañarme hasta el día de hoy, amo la feminidad dentro de mí que me recuerda que hay un equilibrio dentro de todxs. Soy libre y jamás volveré a caminar resintiendo mi pasado. / /

* Escritor, editor, músico y activista trans nacido en Arequipa. Cuenta con una Maestría Internacional en Escritura Creativa y Narrativa, ejerce como editor independiente, además de realizar activismo en pro de los derechos de personas Transmasculinas y no binaries a nivel nacional como parte del colectivo Fraternidad Trans Masculina Perú.

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