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El fantasma de las Navidades pasadas, por Paola Alvarado

El fantasma de las Navidades pasadas

escribe: Paola Alvarado Salazar

Nunca esperé tener la mejor Navidad del mundo, pero sí he tenido muchas reuniones de Navidad muy lindas, y de recuerdos imborrables: mis padres y hermanos, los regalos, la cena, los fuegos artificiales, las luces que adornaban la casa por fuera y claro, el árbol lleno de luces y adornos. Era esperar diciembre, y proyectarse a esas fechas tan hermosas de unión y de compartir tanto amor.

Mi madre prodigándose en hacer la mejor cena, y mi padre sacando su mejor atuendo para lucirlo, y nosotros al pie de su sillón favorito, contándonos anécdotas de antaño, de su niñez. A veces proyectaba películas, pues tenía un proyector de pelis antiguas. De recuerdos, de añoranzas, de cuando trabajaba en la planta concentradora de plata, o en sus visitas a las minas. Mis hermanos y yo, escuchándolo con mucha admiración.

Luego, más noche, salíamos a reventar los espectaculares fuegos artificiales que mi padre había comprado. Y después, la cena. Una mesa tan abundante llena de delicias y manjares, que solo se veían en películas de Disney.

Ustedes dirán «qué suerte la de esta niña, en pasar Navidades, sin escasez, sin penas y con mucha abundancia». Sí, eso fue mi niñez. Mucha abundancia y regalos caros, por qué habría de engañarlos, nací en una familia acomodada. Una familia que sé que mi padre se sacó la michi para llevarla a donde está ahora. Mi madre también ayudó en eso y ambos nos dieron la educación y estabilidad de la que ahora gozan mis hermanos; y agradezco mucho a Dios por ello.

También pasamos las de Caín, como se dice, pero era más cuando un familiar no estaba en la «gran reunión». El 25 de diciembre era reunirse con los primos, y claro mostrar los regalos, y después jugar, jugar y jugar. Pero recuerdo dos Navidades que fueron tristes y llenas de angustia. La primera, cuando empecé a vivir sola, lejos de todos y de todo. Y la segunda, justo la Navidad del año pasado, un 24 de diciembre del 2020; con la incertidumbre de si sería la última que vería a mis padres, ya ancianos ellos.

Los tiempos han cambiado, y lo han cambiado todo, Nada será lo mismo, pero tengo fe en que la humanidad aprenderá, aunque a la fuerza, a vivir con respeto mutuo, con respeto a la naturaleza, y a vivir «diferente», queriéndose y queriendo a los demás...

Todos los días son un comienzo, son una meta... un logro en la vida. Pero la primera y fundamental es seguir VIVA. / /

Paola Alvarado

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