6 minute read

Susy Shock: Estampas*

* Leído en el homenaje a Susy Shock en la Antifil (octubre 2022).

escribe: Julio Lossio

Advertisement

fotos: archivo Susy Shock

Los 60 fueron años de grandes movimientos políticos culturales surgidos desde la protesta de la población. La consolidación de la revolución cubana, las protestas de París en el 68, Stonewall, el levantamiento de los estudiantes en Tlatelolco. Y los 70, quizá como respuesta del sistema a ese empoderamiento, fueron años de dictaduras en Latinoamérica, de represión. Es entonces cuando toma fuerza, en nuestros países del sur, el arte como importante medio de expresión política. Y es que los gobiernos tardan en darse cuenta del poder revolucionario del arte.

Hay una anécdota que ocurre en Lima y que cuenta Humberto Duvauchelle, actor chileno: «Durante el gobierno militar peruano de los 70, trajeron a Lima la obra Entreteniendo al señor Sloan, de Joe Orton, que había dirigido Víctor Jara en Santiago de Chile y era un éxito de crítica (Víctor Jara es más conocido como compositor y cantante, pero fue también director de teatro). Bueno, el hecho es que la obra trataba de una relación homosexual e incluía un beso entre hombres». Cito las palabras de Duvauchelle: «Llevamos la obra a Lima, invitados por la Cancillería. La primera fila del teatro estaba llena de diplomáticos, autoridades, ministros. Nunca fuimos testigos de una cosa igual. La obra les pareció una cosa espantosa. Durante el beso hubo un silencio de muerte, estaban mudos.»

En esos años es cuando crece el teatro independiente y el teatro de grupo. En temas de disidencia sexual, en el Perú recordarán a Edgard Guillén con varias puestas en escena sobre la temática en toda la década del 70, a Teatro del Sol que aparece en el 78 y la recordada marcha de actrices travestis al Congreso Constituyente también en el 78,

Ayer en una mesa mencionaron una frase de Freud: «Donde quiera que voy me parece que un poeta ha estado ahí antes.»

El arte es creación, innovación, se adelanta a los tiempos. Y en esa capacidad, de ver más allá de lo que actualmente existe, está la esencia de su contribución para el cambio.

Es más, dado que no es posible la creación sin libertad, el arte también libera. Sin poder expresarte libremente no hay arte.

Susy Shock nace a fines de los 60. Ha dicho que sus padres, obreros, no necesitaron leer a Foucault o a Judith Butler para abrazarla, para aceptarla.

«Yo crecí con ese mimo directo a la autoestima y entonces no salí a pedir a este mundo que me acepte porque quienes tenían que amarme, cuidarme, lo habían hecho de una forma hermosa y responsable.»

Y luego pasó de esa familia hermosa a la familia del arte. Ha contado que conoció el teatro a los 14 años.

«El teatro me trajo la música, la poesía, la escritura y la noción del cuerpo» nos ha dicho. «Súper importante para todo lo que he sido después. [...] Ese fue ni más ni menos que mi gran tesoro para crecer en libertad.»

El teatro en el que ella participó es el teatro, como ha contado, «independiente y activista, militante, muy político y muy soñador».

Después escogió su nombre. Su humor particular eligió para ello a la diva del espectáculo, Susana Giménez, que promocionaba jabones Cadum en la televisión exclamando «shock» ante el «golpe de frescura de limón». Decidió mantener el nombre, aparentemente frívolo, cuando se enteró que la milicia de la dictadura llamaba La Susanita a la picana eléctrica. Porque producía shocks. Fuerte. El nombre, finalmente, era reclamo y era memoria.

«Las reinas no lloran» dice en su poesía. Y adivinamos lo difícil de una vida dura pero valiente. Sin embargo, inmediatamente nos alivia con una broma «Las reinas no lloran, porque se desmaquillan». Ante las adversidades, risas. Esa es la resiliencia.

Pronto llegarían las Noches Bizarras, el espectáculo de sketches de chistes y política, donde se encontraría a sí misma.

«Al principio de las Noches Bizarras, el personaje de Susy era el de una travesti, hacía chistes bien travestis... pero cuando empecé a profundizar en mí y empecé a juntarme con los movimientos travestis, fue mutando a un hecho político. Y el personaje dejó de serlo porque empezó a transitar zonas mías.» (Fuente: http://susyshock.blogspot.com/2009/01/nota-susyshock.html?m=1)

Se acostumbra citar el 2011 (aunque lo veo en su blog ya en el 2009) como el año en el que publica su manifiesto poético conocido ahora como «Reivindico mi derecho a ser un monstruo» y que ha pasado de los bares a la academia. Mucho se ha dicho de lo que representa. Pero quiero mencionar esto que dice Juan Manuel Pérez de la Universidad de Buenos Aires en su artículo «Cuerpos trans: vehículos de guerra y dispositivos políticos de disenso»: «Lo monstruoso es aquello último que puede ser tolerado, a la vez lo imposible y lo prohibido, lo monstruoso como referido a la resistencia política y la posibilidad de fundar un

nuevo tipo de cuerpo, constituido por una ética y una estética de la resistencia, nombrando desde la disidencia a las estructuras autoritarias por excelencia que nos quieren normalizar: la ley, la religión y la lengua.»

Guillermina Bevacqua llama «Deformances» a ese punto de encuentro que aparece entre la performance, el teatro y la disidencia. Prácticas escénicas que proponen devenires desidentitarios no regidas por una estética poética o teatral común.

Hay una deformance que realiza Susy Shock el año 2014 y que habla de la importante labor pedagógica que también realiza y de su proyecto artístico orientado a las infancias libres. Las infancias libres es un concepto que remite a las familias vinculadas al activismo LGBTIQ+ para acompañar el crecimiento de sus crianzas. El hecho, que lo ha contado Mina Bevacqua, ocurrió en la conmemoración de los 30 años del Centro Cultural Rojas de la Universidad de Buenos Aires, donde había sido invitada a cerrar la celebración con música y poesía.

La performance preparada incluía la intervención del escenario por parte del público que incluía también a niños y niñas, para ello había pedido a sus amigues que fueran dragueadas y que en un momento dado subieran a bailar con ella. Dice Bevacqua: «el espectáculo redimensionó su propuesta ya que, mientras las montadas, llenas de glitter y ataviadas con vestuario de cuero negro de estilo sadomasoquista, desplegaban su libido performática entre el público; en el escenario, las crianzas bailaban como símbolo de deuda social hacia las infancias trans.»

Para la estampa final debo mencionar algo de contexto. Maxi y Darío son como Inti y Bryan en el Perú. Jóvenes asesinados por la policía en unas protestas y que nos duelen a todes.

Diana Sacayán fue una de las más importantes activistas del colectivo transgénero en Argentina que fue asesinada el 11 de octubre de 2015.

La estampa es esta, en una manifestación Susy Shock salió con un cartel que decía «Maxi y Darío son mis muertos. ¿Por qué Diana no es la tuya?» En una entrevista lo explica: «Estamos en todas las luchas, pero no todos están cuando nos toca a nosotras.» / /

This article is from: