¿Cómo despertar la lluvia?

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Colombia SÉPTIMO CONCURSO

NACIONAL DE CUENTO HOMENAJE A ANDRÉS CAICEDO

RCN MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL

C U E N T O S GANADORES

2013


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¿Cómo despertar la lluvia? CRISTIAN FELIPE RODRÍGUEZ OSPINO BARRANQUILLA

Gracias a mi colegio y a Barranquilla, ciudad que me acogió en tiempos difíciles y que con su belleza, calidez humana y, por supuesto, con sus arroyos, que en épocas de lluvia invaden las calles, y su carnaval han sido una inagotable fuente de inspiración. A mis hermanos Esteban y Angie, que siempre han sido cómplices en esta aventura de escribir.

“En los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento”. Albert Einstein

Grado séptimo Institución Educativa Pies Descalzos, Barranquilla, Atlántico.

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¿Cómo despertar la lluvia? CRISTIAN FELIPE RODRÍGUEZ OSPINO

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ola, me llamo Juan Esteban y en este momento estoy con un despertador en la mano. Me encuentro en el parque Simón Bolívar, el más grande de mi ciudad. Intento detener un gran aguacero. Hace una semana que llueve en mi ciudad. Las alcantarillas se rebosaron y grandes arroyos que parecen ríos inundan las calles. La ciudad colapsó. Lo que me hace sentir peor es que todo este caos lo provoqué yo. Pero ¿qué tengo que ver en todo esto y por qué estoy con un despertador en la mano? A comienzos de este mes de abril, en mi ciudad no había caído ni una gota de agua. Eso me preocupó. Tenía muchas ganas de bañarme bajo la lluvia, por eso empecé a investigar. Primero le pregunté a mis papás, y la respuesta fue que esperara, que luego llovería. Al ver que esta información no me proporcionó ayuda, decidí ir a la biblioteca. Pensaba que en todos esos libros encontraría la respuesta. Después de leer y releer encontré varios que, pensé, me servirían: unos de geografía, otros de mitos y leyendas. Empecé a leer toda la información y fui descartando opciones. Primero revisé los de geografía, en los cuales solo encontré cosas sobre el cambio climático que no entendí. Por esto decidí pasar a los de mitos y leyendas. Leí varios, algunos escalofriantes y otros que no me parecieron acertados. Final-

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mente, en un libro viejo y un poco deshojado, encontré un dato muy interesante sobre el Duende de la Lluvia. Allí decía que por cada ciudad o pueblo existía un duende, el cual, cuando despertaba, creaba la lluvia; cuando dormía, la lluvia cesaba y empezaba el período de sequía, además decía que el duende se escondía en los árboles más frondosos de los parques. Con esta información comencé a pensar en dónde podría vivir el Duende de la Lluvia que tenía inundada mi ciudad. ¡Claro, el parque Simón Bolívar! Es el más grande de todos, por ello pensé que allí debería vivir el duende. Salí corriendo a mi casa. Ya era tarde y mi mamá seguro estaba sirviendo la comida. Después de comer, planeé la expedición para el día siguiente. Era un gran parque, así que alisté todo lo que necesitaría: un termo con agua y un mapa que encontré en Internet. Al llegar allí, busqué entre la maleza y, entre los frondosos árboles, escudriñé el enorme tronco de la ceiba que está en medio del parque. Llegué hasta el lago. Metí los pies en el agua para descansar cuando escuché el leve sonido de un cascabel. Entonces recordé lo que decía el libro: “Reconocerás al Duende de la Lluvia porque lleva un cascabel en el sombrero”. Retrocedí sigilosamente. Me escondí en un matorral. No sé cuánto tiempo duré allí. Quizás me dormí. Al abrir los ojos, en medio de las ramas de la ceiba, vi un gran sombrero de muchos colores. ¡El mito del libro era real! El duende era un poco más pequeño de lo que yo creía, los cascabeles no colgaban de su sombrero sino de su traje. Miles de preguntas llenaron mi mente, pero sabía que no había tiempo que perder, primero despertaría al duende y luego haría las preguntas. CRISTIAN FELIPE RODRÍGUEZ OSPINO

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Trepé por el tronco de la ceiba, escalé de rama en rama hasta la cima y lo encontré durmiendo plácidamente. Temblando de emoción, le sacudí un pie, luego el otro, y como no despertaba le quité el sombrero. El duende no se movía, entonces disparé mi despertador y, de un salto, el hombrecillo quedó parado dentro de su sombrero. Empezó a susurrar unas palabras y la lluvia empezó a caer. El duende me contó que tenía problemas con el sueño, tanto para levantarse como para ir a la cama. Aunque con algunas preguntas sin contestar, me fui corriendo a mi cama, no sin antes prometerle que lo ayudaría a salir del problema. Después de varios días de lluvia me di cuenta de que esta no paraba. Llovía de día y de noche. Recordé las palabras del duende, que tenía problemas tanto para despertarse como para ir a la cama. Decidí coger las tablas de mi cama y de algunas partes más de mi casa, de lo cual espero que mi mami no se entere. Con la madera hice una lancha un poco improvisada, tomé el despertador, saqué la balsa a la calle, me subí en ella y me dejé deslizar por el arroyo. Me estrellé contra un carro atrapado por el agua, choqué contra la puerta de un colegio. Después de varias caídas, el arroyo me depositó en el lago del parque Simón Bolívar. Por estos acontecimientos es que terminé en el parque con un despertador en la mano y con la angustia de tener que detener el aguacero que caía en mi ciudad. Busqué al duende, pero los grandes arroyos me impidieron avanzar. La tormenta aumentaba y los truenos y las centellas me hacían perder el rumbo. Agudicé mis oídos para poder escuchar el leve sonido de cascabeles entre todo ese caos. Un gran relámpago cayó muy cerca de mí y su luz me permitió divisar la silueta del duende que saltaba feliz de rama en rama, jugando. Con mi chaqueta roja llamé su atención. Le entregué el despertador, le ex48

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pliqué su funcionamiento y le hice énfasis en que debía cargar las pilas cada mes para que sonara la alarma cuando él la programara. Cuando subí a la balsa para regresar a casa, movió su mano en señal de despedida. Mi madre seguía dormida, así que desarmé la balsa, coloqué todo en su lugar y me acosté a dormir. Estaba exhausto, pero preocupado porque temía que el duende olvidara programar el despertador. ¿Será que el Duende de la Lluvia se acuerda de cambiar las pilas?

CRISTIAN FELIPE RODRÍGUEZ OSPINO

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