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Estrategias para contar cuentos y escribir relatos en la escuela primaria Agustín Fernández Paz
En este artículo se señala el importante papel que los profesores pueden jugar en la creación y consolidación del gusto por la lectura y por la escritura. Se destaca especialmente el valor de los cuentos, punto de partida para múltiples actividades. La continuación lógica es la creación de cuentos por parte de los niños y las niñas; el autor considera que se debe huir de la aparente espontaneidad y defiende que se les enseñen las diversas técnicas que les permitan desenvolver de modo efectivo sus capacidades creativas. El proceso se completa con la imprescindible publicación de los cuentos. Palabras clave: Enseñanza, Lectura, Escritura, Cuento Strategies for telling and writing stories in Primary Education In this article we point out the important role that teachers may play in the creation and consolidation of the taste for reading and for writing. We especially stress the value of tales that may be a starting point for many activities. The logical follow up is the creation of tales by the children themselves. The author believes that one should shy from the apparent spontaneity and defends that diverse techniques should be taught that will allow them to develop their creative skills in a more effective way. The process is completed with the indispensable publication of the tales. Nadie discute hoy, al menos en teoría, la importancia que tienen la lectura y la escritura en la formación de cualquier persona. Aceptamos que son dos capacidades básicas, imprescindibles para poderse desenvolver en la vida con plenitud. Pero esta unanimidad teórica dista mucho de tener una correspondencia en la práctica: en la sociedad actual, una persona puede pasar
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toda su vida adulta haciendo un uso muy limitado de la lectura y de la escritura, instalada en un analfabetismo funcional o parapetada tras las apariencias que proporciona la cada vez más variada cacharrería electrónica. Una mirada sobre la lectura y la escuela Si nos acercamos a los ámbitos familiar y escolar, comprobamos que, en muchos casos, los sobados lamentos sobre lo poco que leen los niños y las niñas no van acompañados de actuaciones reales que intenten remediar lo que se percibe como una carencia. Nos gustaría que nuestros hijos o alumnos leyesen, pero no aplicamos medidas efectivas para que sea así. Dentro del mercado cultural y de ocio dirigido a las edades infantiles el libro ocupa un papel cada vez más subordinado; paralelamente, asistimos a una generalización del consumo de productos de naturaleza audiovisual. No caeré aquí en el error de oponer la lectura a los productos audiovisuales, como si fuesen mundos antagónicos (aunque sería necesario abordar el uso que se hace de tales productos, así como los contenidos de una buena parte de la oferta audiovisual), pero sí señalaré la necesidad de luchar para que su presencia no desplace la lectura a un lugar marginal. Para que eso no suceda, se precisa de nuestra intervención. Los niños y las niñas, en un proceso que se incrementa con la edad, difícilmente se acercarán a los libros de un modo espontáneo, dado que están rodeados de estímulos más atractivos a primera vista. El sistema social y económico en que nos movemos no va a hacer nada por cambiar esto (más bien al contrario), dado que lo que le interesa es nuestra faceta de consumidores, y no la de ciudadanos libres y críticos. Por esta razón, quienes tenemos otra concepción de la persona y de la sociedad estamos obligados a defender la lectura y a abrir vías para acercar los
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libros a los niños. De esta voluntad arranca todo el conjunto de técnicas y de estrategias que globalmente conocemos como "animación a la lectura". Animar a leer, tal como yo lo entiendo, es algo tan sencillo como crear caminos que hagan posible el encuentro entre los niños y las niñas y los libros. En la familia, en la biblioteca, en la librería, en la escuela. Todos los ámbitos son importantes, aunque estas reflexiones se centren especialmente en el ámbito escolar. El papel que los profesores podemos desempeñar en la creación y en la consolidación del gusto por la lectura es muy importante. Un gusto que, de modo natural, llevará al placer de la escritura. Y está al alcance de cualquiera: sólo hay que amar los libros, tener unos conocimientos básicos de literatura infantil y, sobre todo, ser consciente de que la lectura nunca es ni una pérdida de tiempo ni una actividad secundaria. El valor de los cuentos Los textos que se pueden utilizar en el aula son muy variados, pero yo quiero destacar aquí el valor y la importancia de los cuentos. En un interesante libro, Pierre Clanche dice que: "necesitamos historias del mismo modo que necesitamos sueños, no para olvidar lo real, sino para ejercitarnos en afrontarlo." Y no se trata de una necesidad específica de la infancia, porque esa necesidad de escuchar (o de ver, o de leer) historias tiene raíces muy profundas y no nos abandona en toda la vida. Pero el cuento, en los primeros años escolares, es la herramienta idónea para satisfacer esa necesidad de historias y, al mismo tiempo, para consolidar las capacidades lectoescritoras de nuestros alumnos y de nuestras alumnas.
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Son muchos los beneficios que escuchar (y leer) cuentos les aporta a los niños. Además de la dimensión placentera, principal e imprescindible, podríamos citar estas otras: • A través de los cuentos se entra en contacto con la lengua de la comunidad: las palabras, las expresiones, las estructuras. Cada cuento constituye una completa y compleja fuente de información sobre la lengua. • A través de los cuentos se entra en contacto con un sistema social de valores, oculto bajo la piel de los acontecimientos narrados. Un cuento siempre es un microcosmos a través del cual se transmite una visión del mundo, de un autor o de una comunidad. • Los cuentos tienen una dimensión catárquica, sobre todo los que llamamos "maravillosos". Que en ellos haya un héroe que tenga que pasar un cúmulo de dificultades, siempre cargadas de simbolismo, para luego acabar victorioso, contribuye poderosamente al proceso de formación, ya que les ayudará a vencer las dificultades y los miedos propios de la edad. • Los cuentos, además, desenvuelven las potencialidades imaginativas de los niños y de las niñas. Cada cuento que escuchan contribuye al desarrollo de esa antesala de la creatividad que es la creación de mundos autónomos a través de la fantasía. Contar y leer cuentos Cuando los niños y las niñas son pequeños, a todos nos parece normal que los maestros les lean cuentos en voz alta. Pero, contra lo que a veces se piensa, la necesidad y el placer de escuchar cuentos no desaparece con la edad. De ahí que debamos hacer compatible la consolidación de la lectura autónoma por
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parte de los niños con la continuidad de la lectura o de la narración en voz alta por parte de una persona adulta. Los cuentos se pueden leer o se pueden contar directamente, recurriendo a nuestra memoria. Esto último es siempre preferible, aunque exige unas cualidades expresivas y dramáticas que no todo el mundo tiene. Por esa razón, lo más habitual es leerlos en voz alta. Tanto si se cuenta como si se lee, debemos conocer previamente la narración, para saber cuándo hay que hacer las pausas, qué tono de voz debemos utilizar, en qué momentos conviene acelerar o retardar la lectura para transmitir la emoción precisa, etc. Esta lectura previa, a modo de ensayo, nos servirá, además, para conocer los problemas léxicos y estructurales que puede presentar el texto. Es
necesario
crear
siempre
el
clima
adecuado.
A
veces
surge
espontáneamente, pero lo habitual es que haya algún momento del día ("la hora del cuento") reservado para esta actividad. En la creación de un clima así influyen muchos factores: el lugar y el momento elegidos, la situación de los niños (lo más aconsejable puede ser situarse alrededor de la persona que va a contar), las actividades previas que se hagan para lograr un ambiente motivador, etc. Debe cuidarse especialmente la selección de los cuentos, procurando que sean atractivos y adecuados a la edad. Conviene que haya una amplia variedad: clásicos y modernos, de temáticas diversas, de distinta extensión, de variados enfoques, etc. Y debe procurarse una progresiva ampliación del abanico temático y formal, que servirá para enriquecer y preparar el campo de las futuras experiencias lectoras.
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¿Y después de contarlos? Contar o leer un cuento es ya un fin en sí mismo, como también lo es la lectura de cualquier libro. Es decir: no es imprescindible hacer ninguna actividad posterior. Sin embargo, lo cierto es que un cuento constituye un excelente punto de partida para, si se quiere, realizar una serie de actividades a partir de él. El repertorio puede ser amplísimo, y aquí cito solo las más extendidas: Conversar sobre los contenidos del cuento En un relato siempre hay unos personajes que actúan de un modo determinado, que se relacionan entre ellos, que viven determinados acontecimientos... Y es evidente que se pueden aprovechar esas narraciones para comentar todos sus contenidos y relacionarlos con la vida cotidiana de los niños y de las niñas. Se trata, en definitiva, de aprovechar los distintos "centros de interés" que la historia pueda encerrar. Recrear el cuento, dramatizándolo Puede ser una dramatización espontánea, después de escuchado, o puede ser más elaborada, con una preparación previa y una voluntad de reconstruirlo e interpretarlo de un modo más rico. Esta recreación también se puede hacer a través de otros procedimientos: sombras chinescas, teatro de títeres... Ilustrar el cuento mediante dibujos o pinturas Aquí son numerosas las variantes: 1. Ilustrarlo individualmente, de manera que cada niño pinte la secuencia que desee. 2. Ilustrarlo colectivamente: se divide el cuento en secuencias y cada niño (o grupo) ilustra una de ellas. Eso facilita el posterior montaje seriado
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de todas las ilustraciones en las paredes de la clase o del pasillo, pudiéndose acompañar o no de los textos adecuados. 3. Ilustrarlo colectivamente, a la manera de un amplio collage narrativo, sobre un único soporte (cartulinas, papel de embalar, etc.). 4. Trasladarlo al lenguaje del cómic, de modo individual o colectivo, de manera que haya que secuenciar el relato y desarrollarlo a través de esa síntesis de imágenes y palabras propia de la narrativa dibujada. Realizar un montaje audiovisual Mediante imágenes en diapositivas y la grabación de los sonidos en cinta, en el que se recree el relato original. La creación de cuentos La lectura y la escritura son dos actividades tan indisociables como las dos caras de una moneda. Y, del mismo modo que la lectura nos lleva muchas veces a la escritura, también la escritura nos hace volver a la lectura con ansias renovadas. Por esta razón, la creación de cuentos por parte de los niños y de las niñas es la imprescindible actividad que complementa la faceta de escuchar o de leer cuentos. A partir de una cierta edad, los niños también sienten la necesidad de crearlos; una necesidad que al principio se manifiesta de modo espontáneo y desordenado, pero que pronto reclama criterios sistematizadores. La intervención de una persona adulta resulta decisiva en este proceso. A ella le corresponde, en primer lugar, potenciar las espontáneas capacidades expresivas de los niños y de las niñas, estimulando su desarrollo y dándoles la importancia que tienen; en segundo lugar, debe crear las imprescindibles vías para que esa faceta creadora se pueda manifestar y comunicar de un modo eficaz.
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Es un grave error conformarse con lo que los niños crean de un modo "espontáneo". Si nos dejamos guiar sólo por su aparente espontaneidad, en la mayoría de los casos lo que obtendremos serán cuentos estereotipados, que repiten los esquemas de los modelos tradicionales: es decir, lo opuesto a la auténtica dimensión creativa. Por eso es decisivo el papel de la persona adulta, ya que a ella le corresponde crear las condiciones que lleven a un desarrollo creativo pleno. Algunos procedimientos para la creación de cuentos El profesor debe mostrarles a los niños los caminos adecuados para desarrollar su creatividad. Esto se consigue, en primer lugar, contándoles o leyéndoles muchos cuentos, de todo tipo, lo que les permitirá contar con un amplio repertorio de modelos (tanto temáticos como formales) en los que apoyarse. Pero, además, deben ofrecérseles propuestas que estimulen esta dimensión creativa. Aun con el temor de resultar reiterativo, ya que propuestas de este tipo han sido ampliamente divulgadas, cito aquí algunas de las técnicas más eficaces: • a partir de un título determinado Hay títulos muy atractivos que, como el seductor envoltorio de un regalo, nos sugieren las posibles historias que pueden encerrar. Naturalmente, esto exige contar con un repertorio de títulos adecuados (bien inventados, bien tomados de libros ya existentes) y crear un ambiente estimulante para que el niño, tras leer el título, se lance a imaginar lo que habrá dentro de él. • a partir de dos palabras motivadoras
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Se trata del famoso binomio fantástico que tan bien explicó Gianni Rodari. En esencia, se basa en el encuentro entre dos palabras, a poder ser alejadas semánticamente, y en las asociaciones que este encuentro produce. En clase, conviene ambientar el proceso con un cierto aire teatral: dos alumnos dicen (o escriben) una palabra, por separado. Y luego, entre todos, se establecen las asociaciones que se nos ocurran entre las dos palabras. Tendremos así un repertorio de frases, generadoras de otras tantas posibles historias. • a partir de una ilustración sugerente En muchas ocasiones, el punto de partida puede ser una ilustración. Obviamente, nunca será una ilustración tópica o plana, sino que deberá contener imágenes con alto valor connotativo o evocador, de manera que hagan volar la imaginación. Esto exige contar con un "archivo de imágenes" en el aula. • a partir de diversas imágenes secuenciadas Este procedimiento tiene un amplio abanico de variantes. Se trata de contar con un conjunto de tarjetas, en cada una de las cuales habrá una imagen (de una persona, de un animal o de una cosa; de una acción, de un espacio, de una situación...). De todo el conjunto se extraen algunas y se colocan secuenciadas. Esa secuencia será la que provoque la invención del cuento. Las variantes son muchísimas: las tarjetas pueden ser escogidas de modo deliberado o al azar; pueden ser varias tarjetas con un mismo protagonista o no; puede usarlas un solo alumno o pueden dar lugar a un cuento colectivo, en el que cada uno de los que intervienen vuelve a coger, a partir de su(s) tarjetas(s), el hilo de la historia que el anterior inició...
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• a partir de dos o más palabras secuenciadas Este procedimiento no es más que una variante del anterior (antes imágenes, ahora palabras). Lo fundamental en este proceso es la elección de las palabras, que hará que el cuento se desarrolle de uno u otro modo. Si, por ejemplo, las palabras seleccionadas son niña - bosque - dragón, el resultado corre el peligro de ser un cuento estereotipado; algo que es más difícil si se incluye algún elemento extraño que subvierta los lugares comunes: niña - bosque dragón - cohete espacial... • ¿qué pasaría si...? Se trata de un procedimiento de gran tradición (¿qué es La metamorfosis de Kafka, sino la respuesta a la pregunta de qué pasaría si una mañana alguien se despertase convertido en un gigantesco insecto?). Su práctica es muy sencilla. Se trata de establecer un condicional insólito y motivador: ¿qué pasaría si una mañana despertases y comprobases que tu cama volaba por encima del mar? ¿Qué pasaría si los personajes de la televisión saliesen de la pantalla y se pusiesen a andar por tu cuarto? ¿Que pasaría si, de repente, el sol desapareciese?... El repertorio de posibilidades, como se puede ver, es inagotable. • variaciones sobre los cuentos tradicionales Ya nos referimos antes a la gran importancia que los cuentos tradicionales tienen durante los primeros años en la formación de los niños. A partir de los siete u ocho años, estamos en el momento idóneo para iniciar la desmitificación de este tipo de relatos, con el análisis de sus elementos estructurales y la propuesta de múltiples variantes:
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1. Los cuentos al revés (por ejemplo, Blancanieves es mala, mientras que la madrastra no es más que una pobre infeliz). 2. La ensalada de cuentos (en el bosque, esa metáfora de la vida, puede haber los encuentros más insospechados: Caperucita encuentra a los siete enanitos y, todos juntos, marchan a liberar a Hansel y Gretel...). 3. Los cuentos actualizados (el ejemplo paradigmático nos lo dejó Rodari con su relato El flautista y los automóviles, una versión muy personal de El flautista de Hamelin). 4. Los cuentos "continuados", de manera que imaginemos qué hay después del fin tradicional: ¿qué pasó después de que la Cenicienta y el príncipe se casaran? ¿Y cómo fue la vida de Hansel y Gretel después de escapar de casa de la bruja? 5. Los cuentos "equivocados", de manera que juguemos a variar la versión canónica de las historias, a poder ser de un modo humorístico y desmitificador. • invención a partir de un cuento incompleto También este procedimiento tiene numerosas variantes. La más conocida es la de leer un cuento que tenga las secuencias bien marcadas y dejar la lectura en un momento álgido, pidiendo a los niños que continúen hasta el final. Pero también se puede leer el final del cuento y pedirles que inventen todo lo anterior. O leer el comienzo y el final, de manera que haya que inventar toda la aventura intermedia. O introducir (o suprimir) un personaje y rehacer el relato de acuerdo con las posibles variaciones que eso provoca... • creación de cuentos colectivos Muchos de los procedimientos anteriores se pueden hacer individualmente o en grupo, pero hay también procedimientos específicos para favorecer esa
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invención de cuentos en equipo. En el plano oral, el más utilizado es el de los encadenamientos: alguien inicia el cuento (puede ser el maestro, para proponer una situación inicial rica y motivadora) y luego se va continuando, secuencia a secuencia, por diversos niños. Este procedimiento, y otros, pueden emplearse también en la creación por escrito, aunque aquí cabe siempre la posibilidad de una planificación previa por parte del grupo, con un reparto previo de tareas en la creación del relato. La publicación de los cuentos Muchos de los cuentos que los niños inventan acaban teniendo una plasmación en el papel. Estos textos, fruto de una actividad comunicativa, tienen que tener una necesaria difusión. Deben llegar a su público natural, que es, por lo menos, el formado por los alumnos de la clase, pero que se puede ampliar, en círculos concéntricos, a otros alumnos, a las familias, a otros centros... Por eso resulta imprescindible definir unos pasos que hagan posible su difusión. Pensando en esa posterior difusión, es muy importante que todos empleen un mismo soporte para la escritura de sus textos. Entendemos por "soporte" el papel sobre el que se va a escribir, con las indicaciones acerca del espacio que se destinará al texto y a las posibles ilustraciones. Estos soportes pueden comenzar siendo muy sencillos e ir adquiriendo progresivamente una mayor complejidad. Que los cuentos estén escritos en soportes iguales nos facilita los procedimientos de difusión. Así, podemos reservar en una de las paredes de la clase o del pasillo un espacio para exponer las creaciones que se hagan. Los cuentos se renovarán periódicamente, a medida que vayan siendo conocidos por el alumnado. Los textos que se retiran de la pared se van guardando en una
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carpeta. Y cada vez que se junta un número determinado, se confecciona un "libro" con ellos. El procedimiento es sencillo: no hay más que construir una portada, en cartulina, ilustrarla y titularla, y encuadernar con ella los textos. Tenemos así un conjunto de "libros" que pasarán a formar parte de la biblioteca del aula. Si los textos son de carácter colectivo, puede ensayarse alguno de los procedimientos que, en estos últimos años, se hicieron con éxito en diversos centros. Uno de ellos es El libro gigante:un libro de grandes dimensiones que, al principio, tiene todas sus hojas en blanco. Los alumnos lo van llenando con sus historias y sus dibujos, durante todo el curso, hasta completarlo. Otro procedimiento es El libro viajero:un libro, también en blanco al principio, que los niños y las niñas van llenando con sus textos y sus dibujos (su nombre obedece a que el libro "viaja" por las casas de los alumnos a lo largo del año). Una conclusión Cualquier maestro puede caer en la tentación de pensar que actividades como las propuestas en estas páginas suponen una pérdida de tiempo, de manera que sólo cabe hacerlas en momentos concretos, como si fuesen actividades complementarias. Todo lo contrario: no sólo la lectura y la creación de cuentos tienen un inmenso valor formativo por sí mismas, sino que, además, también a través de ellas se pueden alcanzar los objetivos lingüísticos que se conseguirían con otras actividades tradicionalmente consideradas más "serias". Gianni Rodari, en su Gramática de la fantasía, ya explicó con rotundidad esta dimensión educativa esencial que tienen los cuentos. Y, aunque son palabras bien conocidas, creo que no está de más repetirlas como colofón de este trabajo:
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La creatividad y la fantasía sirven a las personas porque en apariencia no sirven para nada. Pero sirven a la persona completa. Si una sociedad basada en el mito de la productividad sólo tiene necesidad de hombres mutilados fieles ejecutores, diligentes reproductores, dóciles instrumentos sin voluntad-, quiere decir que está mal hecha y que es necesario cambiarla. Para cambiarla, hacen falta hombres y mujeres creativos, que sepan utilizar la imaginación. Desenvolvamos la creatividad de todos, para transformar el mundo. - Hay una gran cantidad de libros y, sobre todo, de artículos que tratan este tema desde múltiples perspectivas. Las personas que deseen profundizar en estos asuntos encontrarán una escogida y actualizada bibliografía en el volumen colectivo Animar a escribir para animar a leer, así como en la guía de recursos que aparece al final de esta monografía de TEXTOS. Por mi parte, cito sólo aquellos trabajos que considero imprescindibles. Bibliografía VV. AA. (1999): Animar a escribir para animar a leer. Salamanca. Fundación Germán Sánchez Ruipérez. BADÍA, D.; VILÀ, M. (1993): Juegos de expresión oral y escrita. Barcelona. Graó. BRYANT, S. C. (1995): El arte de contar cuentos. Barcelona. Biblaria. CLANCHE, P. (1978): El texto libre. La escritura de los niños. Madrid. Fundamentos. COLOMER, T. (1996): "Lectura de ficción y redacción de cuentos en la escuela primaria" en Textos de Didáctica de la Lengua y la Literatura, n. 9, pp. 29-39. Barcelona. Graó. MORENO, V. (1985): El deseo de leer. Pamplona. Pamiela.
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MORENO, V. (1994): El deseo de escribir. Pamplona. Pamiela. MORET, Z. (1987): El juego-laberinto de las palabras. Madrid. Labor. PARMEGIANI, C.-A. (dir.) (1997): Lecturas, libros y bibliotecas para niños.Salamanca. Fundación Germán S. Ruipérez. RODARI, G. (1995): Gramática de la fantasía.Barcelona. Ediciones del Bronce. VENTURA, N.; DURÁN, T. (1986): Cuentacuentos. Madrid. Siglo XXI. Dirección de contacto Agustín Fernández Paz Escritor y profesor de secundaria en el I.E.S. Os Rosais-2. C/ Coutadas, s/n. 36207 Vigo (Pontevedra). Tel.: 986 37 81 81. Correo electrónico: agustin@vieiros.com Agustín Fernández Paz. (2000). Estrategias para contar cuentos y escribir relatos en la escuela primaria. Textos. Didáctica de la lengua y de la literatura. No. 25. Barcelona: Graó.