Cuadernoatico 2

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CUADERNO ÁTICO r e v i s t a

Número 2

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Otoño de 2013



CUADERNO ÁTICO



Número 2 | Otoño de 2013


Cuaderno ático,  Colaboradores: Álvaro Valverde, Agustín Pérez Leal, Teresa Soto, Ibon Zubiaur, Marta López Luaces, Toni Quero, Natalia Litvinova, Juan Andrés García Román, José María Jurado, Efi Cubero, José María Castrillón, Elena Stagkouraki, Xavier Farré, Elías Moro, Miguel Ángel Muñoz Sanjuán, Esther Zarraluki, Manuel Rico Dirección y edición: Juan Manuel Macías Diseño y maquetación: Tipografía sentimental

© De los textos, sus autores. © Cuaderno Ático 

direccion@cuadernoatico.com Revista editada en Madrid ISSN: -


CONTENIDO

Á V . . . . . A P L . . . . . T S. . . . . . . . I Z . . . . . . . M L L . . . . T Q . . . . . . . . N L . . . . . J A G R . J M J . . . . . E C . . . . . . . . J M C . . . E S . . . . . X F . . . . . . . E M . . . . . . . . M Á M S E Z . . . . . M R . . . . . . .

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.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 



Álvaro Valverde EN OTRA PARTE

Puestos a suponer, uno imagina que su vida habría sido muy distinta si le hubiera arrancado a su destino una serie de pasos diferentes. Hasta una casa antigua, por ejemplo, en un pueblo perdido o muy lejano de una de esas comarcas interiores con fama de atrasadas y remotas. Sujeto al dulce amor de otra costumbre, el tiempo pasaría entre lecturas (de libros, de personas, de paisajes) al cobijo horaciano de una parra. Saldría de paseo por las tardes, como un viejo maestro desterrado por una carretera sin salida flanqueada por olmos centenarios. En las noches más duras del invierno, al atizar las llamas de la lumbre, sus formas sugerentes le traerían escenas olvidadas del pasado. Desde el balcón abierto, en el verano, la luz incandescente ocuparía el espacio vacío de la estancia como un símbolo antiguo de lo nuevo. Un día, sin embargo, al contemplar, la tapia y el ciprés del cementerio,

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tendría la certeza de que todo habría sucedido como en vano. Ese triste fantasma solitario que imaginó su vida en otra parte entenderá por fin que todo ocurre a espaldas de sentido, sin porqué. (Inédito)

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Vicent Andrés Estellés | Agustín Pérez Leal UNA ÉGLOGA DE VICENT ANDRÉS ESTELLÉS (Versión de Agustín Pérez Leal) NOTA INTRODUCTORIA Vicent Andrés Estellés (–), considerado por muchos estudiosos como una de las dos o tres voces más importantes de la literatura catalana del siglo pasado, escribió El Primer Libro de las Églogas entre  y . Se trata de un conjunto unitario de ocho poemas dialogados y clara inspiración garcilasiana. El propio Estellés había comenzado su carrera como poeta al abrigo del garcilasismo más típico del franquismo inicial, falsamente triunfalista y muy proclive al olvido culposo de la guerra civil; pero muy pronto abandonó esa vertiente para profundizar en una línea personalísima en la que el erotismo, el compromiso civil, el continuo contraste entre brutalidad y delicadeza y el amor por su tierra valenciana hicieron de él un poeta abanderado de la lengua catalana, erigido en símbolo por el pueblo levantino al que cantó siempre en sus versos. El Primer Libro de las Églogas no pudo ser publicado hasta . En él los personajes virgilianos y garcilasianos, sin abandonar algunas de las características que los identifican (su obsesión por el amor verbalizado más que vivido; su inevitable, sublimado sufrimiento amoroso; sus referencias a la mitología clásica; sus nombres), se ven inmersos en un mundo brutal, sórdido y cruel que nada tiene que ver con el Locus amœnus de los poemas y relatos clásicos. Es el mundo de la posguerra, oscuro, frío y gris, retratado como un espacio hostil y degradado en el que el amor feliz (igual que en Garcilaso) es por completo imposible. Operando por contraste, convirtiendo los amores entre pastores idealizados en encuentros furtivos entre una puta y un excombatiente, Estellés consigue erigir a sus personajes en símbolos de toda una situación social y en héroes del bando perdedor durante los primeros y más duros años de la postguerra. Estellés es poco conocido fuera del ámbito de su lengua. En  la editorial Visor publicó en español una antología de su obra, traducida por el propio poeta en versiones estrictamente literales que, por desgracia, abandonaban los ritmos y medidas de los textos originales. En esa anto-

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logía aparece la Égloga VIII, que a continuación ofrezco en una nueva versión, más ajustada al ritmo del original. Una excelente versión completa del conjunto, mucho más cercana al espíritu del poeta que la del propio Estellés, fue publicada en  por el poeta Antonio Moreno en la editorial valenciana Denes. Es una edición difícil de encontrar, que por desgracia no tuvo la repercusión merecida. En resumen, a día de hoy, Estellés sigue siendo casi un desconocido para los lectores de poesía en lengua española. Tomo el texto original del primer volumen de su Obra Completa, publicado en  por Tres i Quatre en la serie «La Unitat». He procurado respetar básicamente la métrica del texto original (alejandrinos sin rima) y la cuidadosa mezcla de elementos rutinarios de la época con otros provenientes de la clasicidad; de expresiones y giros crudamente coloquiales con otras fórmulas verbales acuñadas por la tradición poética grecolatina y renacentista. La terrible y bellísima mezcla de sordidez y ternura que, en suma, constituye el sello inconfundible de la obra estellesiana. A P L

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Vicent Andrés Estellés | Agustín Pérez Leal

ÉGLOGA VIII

N Ofendido, humillado, lleno de sangre y barro, no pude decir nada. Correctamente en pie aceptaba el insulto: Sí, señor. Sí, señor. Usted tiene razón. Le ruego me perdone. No volverá a ocurrir. Sí, señor. Muchas gracias. Disponga usted de mí para toda la vida. Sí, señor. Sí, señor. Sí, señor. Sí, señor. Lloraba por las calles, y en cuanto estaba en casa te telefoneaba. Pero tú nunca estabas. Sonaba el timbre en vano. Quizás, en algún sitio, quizá en alguna cama, tú también asentías: Sí, señor. Sí, señor. Usted tiene razón. Le ruego me perdone. Lo haré como me pide. Sí, señor. Muchas gracias. Sí, señor. Sí, señor. Disponga usted de mí para toda la vida. Insistía el teléfono, y mientras yo esperaba. Sonaba en vano el timbre en tu piso desierto. Irritado al principio, o al principio tristísimo, poco a poco le iba encontrando delicias. El timbre del teléfono, en tu piso desierto, insistía en motivos de terca confianza. Me imaginaba alegres las cosas de tu piso. Después te encontrarían —agriamente cansada, cansada de tantísimos hombres y humillaciones—, invitándote a un pobre reencuentro con la vida. Habían escuchado una música, un timbre. Alguien que te buscaba a ti, en alguna parte. Lo habían escuchado. Estaban muy seguras. Podías confiar brevemente en la vida. Al colgar el teléfono, yo me colgaba un poco. Tú nunca me llamabas. Y yo lo comprendía. El cansancio mortal. Caías en la cama. —  —


Cuaderno Ático, 

No te quedaban ganas ni de hacerte la cena, quitarte los zapatos o quitarte el sostén. Te escocían los ojos lo mismo que las ingles. Yo lo entendía siempre, no telefoneaba. Te respetaba siempre, como un amante antiguo; me sentía más cerca que nunca de Ausiàs March, por no citar al seco Guillem de Berguedà, o bien a Garcilaso, o a Roís de Corella; me sentía más cerca de Petrarca que nunca, y más cerca que nunca de Fiodor Dostoievski; paseaba y crujían las tablas del pasillo y el olor a cocido de las otras cocinas. Me imaginaba ahorcado del hilo del teléfono mientras que tú insistías en vano: ¿Diga? ¿Diga?... Subía de la calle hasta mi habitación una brisa insensata agitando mi cuerpo.

C No sé si esto que escribo es ya mi testamento. Es ya mi testamento. No sé ni dónde estás ni qué ha sido de ti. Te recuerdo en aquellos días tristes del cine clandestino y oscuro. Y todo te lo dejo, pues no te dejo nada más que lo que tuviste aquellos tristes días. Más que el amor, buscabas, ávido, un cuerpo, labios. Y yo te di mis labios, y yo te di mi cuerpo. Aún recuerdo tu mano a través de mis muslos. Me pareció tan pura, tan tierna, aquella mano tuya, que me surcaba y subía por mis piernas... Te recuerdo, los días de cine y de paseo. Volvías de la guerra, volvías de los muertos. Y los muertos hablaban, insistían, tenaces. Siempre estaban hablando, discutiendo, afirmando. Ya no podías más, ya no podías más y te fuiste. Debías tener algo de fiebre, la fiebre oscura de quien regresa de los muertos. Mirabas la luz ocre manchando la mesilla, los muertos discutiendo, dientes de nicotina. —  —


Vicent Andrés Estellés | Agustín Pérez Leal

Hubo instantes felices. Te volvía el recuerdo. Yo buscaba tus ojos, el temblor de los labios, las pupilas brillantes. Te marchaste, saltando por entre los escombros, dejándome en la verja del río, aquella noche. Volvimos a encontrarnos. Nunca te olvidaré. Lo juro por mi madre. Lamentaba mi dulce virginidad perdida mucho antes de encontrarte, y con un sentimiento más puro que el de todos los Virgilios y Ovidios. Y sentí por ti cosas que te parecerían confusas, y que fueron completamente únicas: un amor, un dolor. Te llamo: ¡Nemoroso!... Regresaste a los muertos, a tu sitio entre ellos, que seguían hablando, discutiendo, afirmando, recordando la guerra, que si esto, que si aquello... No me llamaste nunca. Yo siempre te recuerdo. Nunca te olvidaré. Aquel cine, tan pobre, con cáscaras de pipas, en el que me iniciabas en todo lo que yo tenía ya sabido y reencontraba intacto, como si lo inventáramos. Fuiste feliz, lo fuiste: feliz inmensamente, mientras que yo lloraba en aquel cine oscuro porque hubiera querido ser inocente y pura como me imaginabas, o como me querías, pero ya no era así —y tampoco podía decirte por qué no era como lo imaginabas—, y besabas mi boca con los besos muy grandes, y no viste mis ojos cruzados por la pena. Nemoroso, mi amor. Hago la letra clara y escribo muy despacio para que me la entiendas. Yo te he querido mucho. Te recuerdo a menudo. No he llamado nunca, pero sé bien que tienes de mí aquella dulce memoria que yo quiero; escucho, como un timbre en el piso desierto, aquellas peticiones que me hiciste en el cine. Te escribo muy despacio, con un amor muy grande. Con la caligrafía recupero la infancia. Salíamos del cine a la larga avenida, a las noches de invierno y los árboles grises; íbamos junto al río, contra el viento, las verjas. —  —


Cuaderno Ático, 

Tus abrazos me hacían crujir todos los huesos. De repente, veías en tus manos mis pechos y asombrado, y febril, me mirabas riendo.

N Me moriré pensándote. ¿Hay muerte más hermosa?

C He pasado por mucho, he pasado por mucho.

N Nunca te olvidaré

C Te recuerdo a diario.

N Cada día despierto, me tiro un poco de agua bruscamente a la cara y mis ojos te piensan.

C Noches de aquel invierno, año ... Tenías una humilde concepción de la vida que no hubiera gustado, de saberlo, a los muertos. Por mi cuerpo subían tus manos como un agua. Después se demoraban, muy dulces, por mi pelo. Dejabas, en mi hombro, como una flor, un beso. Dejabas, en mi hombro, un beso como un pájaro. —  —


Vicent Andrés Estellés | Agustín Pérez Leal

No he podido olvidarte nunca, en ninguna parte. Dónde estás. Te recuerdo. Un día, en el cristal, escribo nuestros nombres sin que nadie me vea y toco, en el cristal, como entonces, tu rostro, y miro los tejados de la acera de enfrente y experimento cosas que nunca sabrá nadie y me acompañarán a la hora de la muerte... Arrastrabas, enorme, un capote de guerra, un capote gastado por las lluvias y el sol tan largo que era como el de un desenterrado. Me recuerdo allí dentro, nuestras noches de amor, de pie en alguna esquina de una calle desierta. Nemoroso, mi amor...

N Siempre te llamo en vano.

C Pero nunca es en balde.

N Me colgaré después... me cortaré las venas...

C Me marcho, que me esperan. Me limpio bien las ingles. Te recuerdo. Me acuerdo.

N En la cama tumbado sin quitarme la ropa, —  —


Cuaderno Ático, 

me miro los zapatos, el espejo, las cosas. Sólo espero la muerte, y la muerte no llega, y llega tu recuerdo como un barco de niebla. Pero yo siempre espero, en la cama tumbado, mientras fumo, las manos debajo de la nuca. Cuando llegue la muerte me marcharé con ella por la noche de invierno, por la larga avenida, con el viento del mar, hacia las pobres verjas donde aún deben estar los restos de mi semen.

C Nemoroso, mi vida...

N Escribirán mi nombre, pero ya no es mi nombre. Y me moriré solo si me llamas, me dices, como lo hiciste entonces. Sé que, en alguna parte, me recuerdas aún, porque aún estoy vivo, me despierto de pronto.

C Nemoroso, mi amor... (No me rompas las bragas, que son de a veinte duros...) Nemoroso...

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Teresa Soto A      las carreteras del pasado y me faltan ahora que las casas que fueron nuestras son de otros ahora que las cuentas no valen quiero dividir contigo lo que queda de hoy masticarlo suavemente y fingir que es todo nuevo, tierno, fresco que otros no mordieron que otros no posaron sus piernas ahí sus espaldas oler la casa vieja como si fuera nueva encontrar las brisas del futuro creer en él dejarlo pasar.

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Cuaderno Ático, 

M ranas minúsculas que habitaron el verano al final del paseo un paseo del futuro qué voy a ser, qué vas a ser futuro como las ranas tantas, tantos tan pequeñas se las oía moverse un crepitar fuerte al acercarnos como si hubiesen tirado un saco de gravilla el asco y no la alegría y no el final del verano.

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Teresa Soto

E    y te sujetaba un día en que cambiaron las cosas y cambió la estación y cambió nuestro país y nuestra forma de habitarlo te sujeté como si fueras la última rama del árbol y todo colgaba de ti te oí respirar y fue un chasquido y ya no eras rama sino árbol y tierra y país todo a la vez y respirabas.

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Cuaderno Ático, 

E   que en tu vida existió tres veces una cuando naciste otra cuando la dejaste otra cuando volviste. A la vuelta con la habilidad del ladrón registraste las diferencias todo distinto nada igual salvo las amapolas. Amapolas naranjas de California estaban vivas y eran hijas de las hijas tú hijo del hijo te llevaste una semilla para que siguiera vivo en el naranja del pétalo y te viera pasar por las mañanas hermoso alto reluciente al sol hijo suyo vivo con él.

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Christoph Meckel | Ibon Zubiaur CUATRO POEMAS (Versiones de Ibon Zubiaur)

Gedichte aus: Christoph Meckel, SEELE DES MESSERS. Edition Lyrik-Kabinett bei Hanser © Carl Hanser Verlag München 

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FRAGMENT

. Rausch, es ist der Wein aus dem hinteren Faß, und die Nacht allein mit zwei Gläsern, es ist die warme Hälfte des Kissens, die kalte es ist der schlaflose Kopf. Die Nacht nach dem Tod war leer und trocken, er lag wach, bis der Geruch des Lebens aus den Kleidern verschwunden war, unverständliche Süße, Weinduft, und wartete auf den Boten, der holt die Kleider, schägt das Faß auseinander, zerscherbt die Gläser. Es war die kalte Hälfte des Kissens und die kalte andre, es war

. Wieder Nacht, der alte verfluchte Regen hatte eingesetzt, drang mit Gestank und Staub in die Kleider, rann durch die Haare, hinter den Gürtel, in den Schuh. Er ging auf Luft, ein König allein ohne Hund, kein Wächter. Die Schiffe waren verbrannt, die Inseln verdampft, die Fässer zerschlagen. Wein verzischte in grauen Flammen, Regengüssen, gelöschten Fackeln, Wasser fühlte den Schuh, den Mantel, toter Reiher, tanzte im Schaum

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Christoph Meckel | Ibon Zubiaur

FRAGMENTO

. Embriaguez, es el vino del tonel de atrás, y la noche sola con dos vasos, es la mitad caliente de la almohada, la fría es la cabeza insomne. La noche tras la muerte fue vacía y seca, se mantuvo despierto hasta que el olor a vida hubo desaparecido de las ropas, dulzura incomprensible, aroma a vino, y esperó al mensajero, que recoge las ropas, revienta el tonel, hace añicos los vasos. Era la mitad fría de la almohada y la otra fría, era

. Noche de nuevo, la vieja lluvia maldita había comenzado, penetró con hedor y polvo en las ropas, chorreó por el pelo, detrás del cinturón, en el zapato. Caminó por el aire, un rey solo sin perro, no un guardián. Los barcos estaban quemados, las islas evaporadas, los toneles reventados. El vino silbó en llamas grises, chaparrones, antorchas apagadas, el agua llenó el zapato, el abrigo, garza muerta, bailó en la espuma

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HORLA

Der Abgrund ist nicht zu verkaufen, kein Reiseziel. Du kannst bleiben, ohne Gewähr. Das Wasser ist schwarz es wächst nicht du kannst es nicht trinken. Das Land ist brüchig es trägt nicht, du kannst keine Hütte errichten. Der Fuß wird nach unten gerissen. Der Satz heißt: Im Abgrund findet sich wieder was in der Höhe verlorenging. Aber hier unten ist nichts angekommen.

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Christoph Meckel | Ibon Zubiaur

HORLA

El abismo no se vende, ni es destino de viaje. Puedes quedarte, sin garantía. El agua es negra no lava no la puedes beber. La tierra es quebradiza no aguanta, no puedes erigir una choza. Tira hacia abajo del pie. Dice la frase: Lo perdido en las alturas se reencuentra en el abismo. Pero aquí abajo no ha llegado nada.

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ALLERSEELEN

Lebend konnte er die Welt nicht verlassen, Vogelzüge holten ihn da nicht raus. Er sah ihnen nach aus der Vielzahl der Särge auf die er am Ende verteilt war und wußte: mehr wird ihm der Tod nicht schenken. Kerzen, in trockenes Laub gestellt, Flammen im Zwielicht.

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Christoph Meckel | Ibon Zubiaur

DÍA DE DIFUNTOS

No podía dejar vivo este mundo, las bandadas de pájaros no lo sacaban. Las vio pasar desde los múltiples ataúdes en que estaba al final repartido y supo: más no iba a darle la muerte. Velas, dispuestas en la hojarasca, llamas en la penumbra.

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KOMMEN UND GEHEN

. Von den Lebenden kommen Das unbekannte Meer nicht entdeckt zu haben. Anderes Wasser gab es nicht. Die Ausgänge waren geöffnet, die Höfe leer. Er erkannte den Möbelwagen, er war derselbe und war verschlossen. Er erkannte ihn, seit er abgestellt war, bewohnt von Vögeln, und das Nummernschild mit geschlossenen Augen, ging vorbei und vergaß ihn zum zwölften Mal, zum neunzehnten Mal, zum letzten Mal. Das Zwielicht stimmte, Nacht war nicht vorhanden, die Hände des Kleiderdiebs rissen an seinem Mantel er ließ ihn fallen, lief über den Damm mit schlafenden Füßen in schlafenden Schuhen, kroch durch die Luft. Das unbekannte Meer nicht entdeckt zu haben und das unbekannte Meer nicht entdeckt zu haben, im einzigen Wasser nicht ertrunken zu sein nicht verschlungen worden, das war, was zum Fortsein fehlte, zu seinem Abwesen fehlte, zum Abwesen. Der Kleiderdieb riß Knöpfe vom Mantel, warf sie und lachte, sie prasselten auf den Damm, erschlugen den Vogel, den einzigen, mit der letzten Feder. Ein andrer fand den halbtoten Vogel, den toten Vogel, den stinkenden, nackten, warf einen Mantel über ihn. —  —


Christoph Meckel | Ibon Zubiaur

IR Y VENIR

. Venir de entre los vivos No haber descubierto el mar desconocido. Otras aguas no había. Las salidas estaban abiertas, los patios vacíos. Reconoció el camión de la mudanza, era el mismo y estaba cerrado. Lo reconoció, desde que estaba aparcado, habitado por pájaros, y la matrícula con los ojos cerrados, pasó de largo y lo olvidó por duodécima vez, por decimonovena vez, por última vez. La penumbra era correcta, la noche no existía, las manos del ladrón de ropa tiraron de su abrigo lo dejó caer, cruzó la calzada con pies dormidos en zapatos dormidos, se arrastró por el aire. No haber descubierto el mar desconocido y no haber descubierto el mar desconocido, no haberse ahogado en las únicas aguas ni haber sido engullido, era lo que faltaba para irse, faltaba para su ausencia, faltaba para la ausencia. El ladrón de ropa arrancó botones del abrigo, los lanzó y se rió, restallaron en la calzada, fulminaron al pájaro, al único, con la última pluma. Otro encontró el pájaro medio muerto, el pájaro muerto, el hediondo, desnudo, lanzó sobre él un abrigo. —  —


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. Zu den Toten gehen Die verborgene Stadt nicht entdeckt zu haben. Andere Landkarten gab es nicht. Er bewegte sich auf dem Tiefland aus Fels, der über den Gräbern gewachsen war, die Richtung stimmte, sie war nicht vorhanden. Ein Horizont hing in der Luft, schwer unter dem Himmel, leicht über dem Fels, ein paar Gestirne wälzten vorüber, Staubsturm, Aufschlag der Steine, wälzten vorüber. Er trug einen Sack voll getrockneter Früchte, kann sein Orangen, für den Fall, daß er lebte. Die verborgene Stadt nicht gegründet zu haben, nicht entdeckt, nicht zerstört, das war schon der halbe Tod. Dem eigenen Herzschlag egal zu sein, dem Fuß auf dem Fels ohne Geographie, dem toten Reiher im Wind, dem Reiher in seinem Gedächtnis, der Zukunft eines Reihers egal zu sein. Die verborgene Stadt nicht entdeckt zu haben, ihren Türmen und Glocken egal zu sein. Andere Flüße gab es nicht. In ihm war kein anderes Wasser, kein anderes Salz. Ersatz für die Glocken gab es nicht. Das Zwielicht stimmte, Tag war nicht vorhanden. Ein halbes Gestirn schlug auf den Fels, zerfiel in Teile aus Wasser, in Teile aus Eisen. Er hörte den Ruf der eigenen Stimme: Hilfe kommt über das Meer!, das Echo war ihm egal. Andere Laute gab es nicht.

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Christoph Meckel | Ibon Zubiaur

. Ir a donde los muertos No haber descubierto la ciudad secreta. Otros mapas no había. Se movió por la tierra de roca que había crecido sobre las tumbas, la dirección era correcta, no existía. Había en el aire un horizonte, pesado bajo el cielo, ligero sobre la roca, un par de astros pasaron rodando, tormenta de polvo, golpear de las piedras, pasaron rodando. Llevaba un saco lleno de frutos secos, puede ser que naranjas, por si acaso vivía. No haber fundado la ciudad secreta, ni descubierto, ni destruido, era ya media muerte. Serle indiferente al propio pulso, serle indiferente al pie en la roca sin geografía, a la garza muerta al viento, a la garza en su memoria, al futuro de una garza. No haber descubierto la ciudad secreta, serles indiferentes a sus torres y campanas. Otros ríos no había. En él no había otras aguas, ni otra sal. Repuestos para las campanas no había. La penumbra era correcta, el día no existía. Medio astro golpeó sobre la roca, se dividió en partes de agua, en partes de hierro. Escuchó el grito de la propia voz: ¡Llega ayuda por mar!, el eco le era indiferente. Otros sonidos no había.

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Marta López Luaces EL CANTO DEL DESTERRADO ...los que cantáis todos los destierros en el mundo, ¿no cantaréis para mí un canto nocturno que tenga la medida de mi dolor? S-J P

I En el desorden del alma un canto anochece desposado, gozo de azul vestido anida en la garganta –necesidad alada en el cielo titilante. Mi prerrogativa es el cielo mi propósito las estrellas S-J P

II Mi prerrogativa el arrebolado cielo vespertino; mi propósito el Tiempo como lucero de un río que desemboca en el alba: Azogue transfigurado.

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Cuaderno Ático, 

LOS INFINITOS DE LA TARDE One loves only form and form only comes into existence when the thing is born. C O

One loves only form and form only comes into existence when the thing is born. Se insinúa el reflejo de la tarde en la lluvia condenada a ser su propia deriva. Se retrae: la distancia en su lejanía el horizonte en su línea. En la algarabía de la visión la alharaca de los sentidos el fresno y su mirlo. Entre imágenes y sonidos el paisaje se desliza hacia la fosa de los nombres. Se retrae: la visión en su mirada el canto en su voz el gesto en su cuerpo.

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Marta López Luaces

EL BLANCO Un cuadro donde ocurre el blanco P R

Poseer el sentido del blanco, variación de la lluvia, ocurre en el alma. Separar los elementos más íntimos del blanco, abrir una ventana, el mar brilla, entra el perfume de un mundo. Llueve blanco en las noches de las palabras y algo cae en el vacío.

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Cuaderno Ático, 

EL AZUL DE LOS MARES It has all the clarity of the impurity. (Tiene toda la claridad de lo impuro) E J

Porque sólo mi nacer me procura el mar como los ritos del viento como el escudo de lo cotidiano como el tedio de la lluvia ocupa un espacio: el despertar de una brisa el blasón de la tormenta el asedio del alma. Inefable en mí el salitre que me procura la palabra.

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Marta López Luaces

LA ORDEN DE LOS PÁJAROS Serviré con devoción en la orden de los pájaros. O E

Por la vertiente del fuego vespertino se adentra la lluvia en la noche corriente de pétalos, el más íntimo misterio es un fluir lento el mundo se sostiene en el secreto Linaje del rocío es de Ecos la morada la forma el bajorrelieve de este paisaje es canto de pájaros.

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Cuaderno Ático, 

SYLVIA INTERROGA A PLATH And I have no face I have wanted to efface myself S P

—Plath, ¿Qué augurios atormentaron la paz de tu nacimiento? —Ariel no pudo expulsar la oscuridad que crecía en mí. Desde los contornos del sueño aprendí del Mal las lenguas del infierno. —¿Qué animal negro te atrapó entre sus garras y te hizo presa en el interior de su rostro? —I was inhabited by a cry —¿Por qué el esplendor es ahora albacea de las irreconocibles señas de tu deseo? —Fui memoria de un porvenir en que no me reconocía. —Plath, si la muerte es un arte ¿qué sería el suicidio

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Marta López Luaces

la performance de un poema o la interpretación de una obra? —Vestía mi muerte como traje de gala y bailé la danza de los espectros en los grandes salones de las estalagmitas del alma. —Los viejos dioses moribundos, Daddy, se negaban a tan hondo sentir hacia mí morir fin de siglo mascarón en la obscenidad de un idioma. —Tu misterio se escinde en la exactitud de un gesto que no llegó a cumplirse.

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REMINISCENCIAS DE ECOS But internal difference here the Meaning are (Pero la diferencia interna es donde el significado está) E D Diredes destes versos i e verdade que teñen extraños insolitos armonías. R D C

En el follaje de las palabras Emily y Rosalía hablan en mí. Espacios de cielos nocturnos alimentan el ámbito de la diferencia. —Deseé que el cielo brotara de las tormentas silenciosas de Amherst y que el Tiempo atrapara mi mirada en ti, Blancura. —De mí vaguedades do orballo, corrupción del alba deseos trocados en voz al otro lado do Branco. Se confrontan las dos orillas de mi horizonte. —De la que las voces desafió —  —


Marta López Luaces

paisajes previstos por las miradas del western mystery nocturnos ámbitos interiores ecos son laberintos de mi tradición. —De mi bretema chegan desde los eternos bosques cantos de extraños insólitos pájaros.

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Toni Quero ESTANCIAS

He habitado en todas ellas, las manos entrelazadas bajo la nuca y un volumen abierto sobre el pecho. Estancias mal ventiladas, amarilleadas bajo un nido de luciérnagas, mi silueta recortada en el escritorio y el olor de sexo en la frazada. Abandonado en la Gran Vía, sacudido por el suburbano y el zumbido de patios interiores, un tragaluz, como cíclope envejecido cuya visión sólo contempla borrones, ondas blanquecinas tras un ojo de buey, espejea un mar antiguo, el tintineo de un naufragio en las costas helenas. Frente a ellas, María Polydouri caligrafía un epigrama en sus pequeños senos, golpea las paredes de espuma y suspende su mirada herida como un barco fenicio en los Dardanelos. Una hoguera viva con que destejer el camino a casa. De regreso, tras los ventanales, contemplo el arco de las horas del día, el dibujo de mi mezquina ciudad y su fálica industria derrumbarse.

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Cuaderno Ático, 

Hay una grieta en los porticones y la nieve siempre la nieve afila sus cuarzos. Sobre Yelábuga, donde Marina Tsvietáieva sostiene una soga entre sus brazos, abandona un cobertizo ennegrecido y expira unos átomos que un caudaloso afluente esparce sobre el mar el horizonte. Y vuelven niebla en una capital inglesa, la perenne huida tras un poema río. Descalzo sobre el suelo enmoquetado, ahumado por el cordero y los rezos vecinos, me evado en el humeante silbido de una tetera. Hacia Amherst, Massachusetts, donde el vapor inunda una cámara cerrada. Pálida, transparente, una figura flota como las formas de gelatina bajo un sinfín de atmósferas, el dosel recogido en una esquina y el pelo alborotado sobre los hombros. Garabatea sobre la cuartilla unos insectos, una edición póstuma removerá los ácaros, la incipiente vida germinada en sus versos, pero nada de eso preocupa a Emily Dickinson quien se atusa por última vez el cabello y desciende los escalones del primer piso sabiendo que la eternidad se construye muy lentamente. —  —


Toni Quero

GOCE Avrò stanotte un rimorso come un latrato perso nel deserto G. U

Sentado al borde de la cama, observa el muslo abandonado, una señal de aviso del tronco oculto entre las sábanas. Unas medias de nylon flotan como un perro semihundido y el embate de las olas descubre un pubis oscuro del color de la melaza. Esta noche tendré un remordimiento como un ladrido perdido en el desierto. El ruido de un automóvil rompe la hora y una retícula de luz sombrea el cuerpo dibujando un aguafuerte antiguo. Sabe que no debería amarla ni arrojarse al abismo que conlleva. Un biplano es abatido entre la niebla y el piloto con los labios cortados por el viento cierra los ojos dejando una estela humeante tras la aurora.

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Natalia Litvinova LA SUERTE DE LA URRACA

Soy precaria, entierro mis deseos en la hoja pero la imaginación me bendijo. Si pudiera ser otra cosa, y no la que prueba el rostro frente al espejo, sería una urraca. Entraría por las ventanas abiertas, volcaría perfumes, vestiría mi pico con anillos. Ocultaría piedras preciosas entre las plumas, envuelta en brillo robado me disolvería en la noche.

—  —


Cuaderno Ático, 

RECEPCIÓN

Ahuequé los ojos para más que mirarte. Te confundí con la lluvia, con otro de mis cielos. Ablandé mis costillas para que te acomodaras. Y no te dejé entrar.

—  —


Natalia Litvinova

PETICIÓN

Un nudo. Una flor. Dios brevemente. No. No tan brevemente.

—  —


Cuaderno Ático, 

LABIOS

primer recuerdo el hambre así conocí el corazón humano acerqué mis labios al pecho para solo succionar latidos

—  —


Natalia Litvinova

CONTAGIO

Sintió sus pechos como volcanes, y lo llamó para que lo comprobara. Estoy preñada, le dijo mientras él los acariciaba. Preñada, esa fue la palabra. No quería ser fina. Se sentía incomprendida y salvaje como un animal. Pero vos, balbuceó él. Yo nada, algo crece en mi vientre. Afuera las flores intercambiaban polen. Las manzanas se desprendían del árbol. La fertilidad había infectado a todo el pueblo.

—  —


Cuaderno Ático, 

DÍAS EN QUE LA LLUVIA NO CAE

Hay días de lluvia y días en que la lluvia no cae. Los gorriones estiran los cuellos y las mujeres levantan los vestidos para refrescar sus rodillas, algunas con cicatrices, otras como rocas filosas y sigue sin llover. Los cuellos de los gorriones son cuerdas para malabaristas tamaño gota, pero no suspires, la humedad no regresa al cuerpo.

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Juan Andrés García Román EL BURGUÉS GENTIL HOMBRE LOBO (INCLUYE UNA PEQUEÑA HISTORIA DE ESTA CLASE SOCIAL)

Tuiiit tuiiiiit, ¿me ves? ¿Y ahora?, ¡Nooo!, arriba, en el aire, que aún se llama libre porque en él se te puede decir feo. ¿Tú te acuerdas de que éramos amigos? Te ibas disimuladamente aparte y te ponías serio como el niño que va a hacerse la caca. Pintabas la pared de nuestra cueva: Mamut-mamut-ut-pictura-poiesishormiguero-castillode arena-zigurat-onariz-de-efigie-para-la-luna. Lo tuyo eran las manos: vidrio, cerámica, marroquinería… Te fuiste a la ciudad. Te acuclillabas y tendías tu trapo, vendías cosas, dibujabas tablillas. Y en ésas te pilló el Gran Diluvio y te pusiste empapado. Aunque más bien es como si te hubiera caído un crecepelo, porque a partir de entonces te salió un fino vello en la nariz, la frente, el dorso de las manos. Y en otros sitios donde ya tenías —la región inguinal— se hizo aun más espeso, pelos más gordos nunca se habían visto: de la barbilla lo que te salían

—  —


Cuaderno Ático, 

eran patas de escarabajo, y te las rasurabas a nivel ayudándote de un colador. En la Baja Edad Media se te mudó la voz después de una ronquera. La pubertad… Qué feo: es como si tuvieras poco espacio y en él sólo cupiese una cara de grillo o de ir a silbar. Pero éramos amigos. Solíamos jugar junto a la tapia del gigante egoísta y una tarde del siglo XVIII se te cayó un balón. Yo te ayudé a saltar. pero dentro se oyeron pasos y luego, oh,.... ¿¡¡ un brindis !!? Se desató tormenta en el paisaje y me eché a caminar hasta la línea del horizonte, pero —qué hijoputa— no era un horizonte, era una guita atada entre dos troncos. Ahora eres muy rico y en lugar de chistera llevas puesto un tornado. No te habías reencarnado nunca en algo más feo. Estás horrible. Has ido desechando elementos de tu naturaleza humana; te han salido tentáculos y eres polioftálmico, Además, pones huevos —Platón, Mercurio, Venus— y los haces rodar por la vía láctea —  —


Juan Andrés García Román

a que el sol los incube y te dé una progenie galáctica y terrible. Y si eres feo tú, no digamos tu novia, vestida de astracán y con un collar de perlas que se le ríe en el cuello como una branquia, con dientes, degollada. Qué quieres de nosotros, dímelo, y por qué pones cara —¿es una cara?— de enhebrar una aguja… ¿Qué te propones? ¿Vas a poner otro huevo? Pones blancos los ojos y tu aullido retumba en las lunas de hierro.

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Cuaderno Ático, 

EL PROHOMBRE DOMADO (EPOPEYA BAJO CENSURA)

 El prohombre pisa al homúnculo y a la Eva del homúnculo y de sus corazones brotan, igual que fuel, hilooo ooooooo ooos de sangre que se condensan y precipitan sobre la cabeza ceñuda del prohombre. Una llave encierra a los malheridos en un cuarto y la tirana cerradura, regustándose, la succiona a intervalos, cual bebé a su chupete. Duermen en un cajón junto a los gigantes calcetines doblados como lobos marinos o el jersey dragón por cuya manga debe entrar una autopista o brazo. Cuando se ponen tristes, miran por la ventana a través de los barrotes, la inmensa sombra del prohombre que hiela el clima del planeta.

—  —


Juan Andrés García Román

Pasan siglos y siglos de sombra hasta que de repente unos pajarillos mutan, les sale punta de lápiz en el pico y con ella dibujan un sol sobre el pecho del prohombre. Éste empieza a alumbrar, la vida vuelve a latir y el calor del sol dilata los barrotes, hasta que el homúnculo y su Eva son libres y no paran de correr.

 Oh reunión de homúnculos danzando como sombras de hierba. O celebración de ritos sencillos, procesiones que obligan a llevar espárragos en lugar de velas y que terminan con las Evas subiéndose al tejado y colocando sus ramos de novia en la chimenea para brindar con el viento de agosto. Pero angosto es el valle, en cambio, donde llora el prohombre y más angosto aun cuando inclinados —  —


Cuaderno Ático, 

por el alcohol, dos homúnculos rezagados lo acechan, le desüellan el pecho y su dibujo del sol y luego cuelgan la piel solar de lo alto de un cedro. La gran ropa invernal sin el cuerpo se llena de criaturas como un tronco en un bosque y una tortuga saca la cabeza por la manga de la chaqueta gris. Mientras, sigue la fiesta y un cordero de piernas asadas ya corre por las mesas. Las jarras con el agua artesiana y las mesas las sirven amaestrados gnomos, esa estirpe villana —y que, de persistir en su actitud, tendrá su merecido— ¡Noche que acaba en danzas! ¡Volantes de vestido que acaban en más y más volantes!

 Las olas en la red se mueven mueven. En una playa cercana, en primer plano, un mejillón lame el cielo de estrellas —  —


Juan Andrés García Román

y el infinito se siembra como un pitido en un oído pequeño. También el cielo piensa, cada vez que lo cruza un cometa, en las tiranías que han sido de tiranosaurios, nazis, pigmeos, banqueros, lémures, vampiros y prohombres. Qué mundo muchacho... Y termina mesándose su barba de Vía Láctea y poniéndose meloso al contemplar el vuelo orgánico de un murciélago: ¡Ah qué cabriolas da, es que es precioso! El tiburón lleva su ola quieta pegada al dorso. Cuánta paz. Suena el agua a madera mecida y cuando ya entra el día, bosteza el mejillón y se cïerra.

—  —



José María Jurado GALAXIA GUTENBERG

¿De qué mundo he venido? Bajo una hilera de casas apretadas y muros entramados de madera atravieso la alta noche de la alquimia. La ciudad es un angosto laberinto de letras encajadas en raíles. Rosada como las torres de Maguncia, una columna de fuego señala mi morada junto al Rhin. La gélida ventisca de los siglos la alimenta, el horror de los bosques, los carmina burana. En ella arden los signos diminutos, las góticas esquirlas que suben y se expanden por el cielo constelando el vacío. ¿Desde qué mundos nos miran? Sobre el papel en blanco de la nieve fragua el plomo como el pan de Alsacia y la palabra de Dios, prensada igual que el vino, rompe la vidriera de las catedrales. Pero si paso mi mano sobre el cielo se borran las estrellas electrónicas.

—  —


Cuaderno Ático, 

LI-PO

Li-Po bajó al embarcadero con una jarra de vino, alzó los brazos al cielo y ofreció su copa a la luna, luego apuró un trago largo y se quedó absorto, contemplando el reflejo de la noche entre sus manos hasta que algo extraño llamó su atención: dos hombres diminutos, con un globo de cristal en la cabeza y ropajes blancos y ceñidos, saltaban en el fondo de la copa. Por encima de ellos giraba, suspendida en el aire, una pequeña pagoda de oro. «Verdaderamente he debido de beber mucho», se dijo, «hora es ya de regresar a casa». La luna llena se mecía ante Li-Po como un inmenso nenúfar, «es solo un pequeño paso para un hombre». Y, posando su breve pie sobre las aguas se alejó flotando por el Río Azul.

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Efi Cubero ALMENDRA

Apostada en la luz sólo atisbé la sombra. Volaban ante mí, me rodeaban, los pétalos del frío. Un silencio sin pájaros y el árbol que brillaba mojado por las aguas de febrero, me advirtió de que existe después de la inocencia, una férrea coraza que protege de toda podredumbre, de la meliflua, la sutil blandura, que intenta en vano devorar el fruto de ese interior cuajado en soledades. Toda cáscara amarga nos mantiene y aísla. Nos defiende. Preserva el corazón de lo que importa, ajeno a la codicia del mordisco. Esencialmente vivo. Invulnerable.

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Cuaderno Ático, 

COSTUMBRE

Tan familiar y ajeno lugar de la costumbre los pies pisan asfalto. Muchas veces, cuando no pueden más reclaman hierba, hacia el fino cristal de la mañana crecida de rocío los reconcilio con mi propio aire y hacia allí sin pensar los encamino para que sacien su hambre de pureza. Existe otra verdad: tampoco es inocente el campo que los ama. Hubo batallas que lo verde omite. Con una compasión deslumbradora.

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Efi Cubero

JARA

Hay una luz mojada de abandono en el zumbido dulce que presiente la miel sobre la flor de jara. Respiras por las venas de la secreta voz que te dictó por siempre la tierra y sus verdades. Tuve tiempo de ver, de saber escuchar otras razones que al interior desnudan y preceden con tan sólo observar el vuelo de un insecto. Una lengua nos llega del fondo de la vida, un lenguaje que habita los bordes de la noche, las mentiras del tiempo, la energía del barro, las trampas del amor, los enigmas del agua. Yo sé que en estas franjas de aromas que aún aspiras el tiempo es este vuelo que arrebata la esencia; la visión reversible de tu mundo y del mundo y, cuando todo pase, y tu paso sea olvido, la flor de jara, entonces, te sobrevivirá. Pero tu voz —lo sabes— se alzará consecuente, sobre las flores, sobre las abejas, sobre la duda, sobre la incerteza, sobre la noche, sobre el abandono…

(Estos tres poemas pertenecen al poemario Condición del extraño, recientemente publicado por Isla de Siltolá)

—  —



José María Castrillón AJUAR FUNERARIO

N En memoria de Roberto Bolaño

la ausencia es un don raro en las especies lo tienen en cambio la nieve la luz las nubes también estas palabras que no necesitaban retenerte más allá de lo que habías dado la ceguera otorga voz a las palabras las habría salvado quiero decir que ya no sé buscar el agua sin hacer caer el vaso ahora que los dos sabemos que los pedazos jamás componen lo perdido

A En memoria de Sophia de Mello

era cierta la sombra en el verdor no es una sola ciudad la que habitamos asciende la figura del agua desde la arena de los pozos y acota la muerte sólo por amor a lo preciso

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Cuaderno Ático, 

D   En memoria de Aníbal Núñez

hiciste precisión de las sustancias menos dóciles la ausencia y las palabras como otra aleación pulcra en la sangre como el rotor que descubriste en el fondo de las mañanas

V  un golpe de mi padre su salud el amor sin párpados las manos siempre posadas sobre mí caben * une el cordel de la mentira dos lenguas devoción la devoción que asemejan mi sexo salvado conmigo de la eternidad * no quedan formas del agua consumido el olor expiró el rezo *

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José María Castrillón

paños de nuevo en otro sentido se envuelven más paños paladares sin tiempo se van apareciendo apenas sucios puro espacio extendido mayor así que el recipiente atestigua extraña ocupación

N   la tierra se ha vuelto más oscura. aquí debes detenerte. cuarenta y dos años. un solar para los números. la edad no es necesaria pero resulta excitante. el punto finge un plano. se hace remo. en la estela dejó su escritura con la belleza de los estuches. de la estirpe que excava su sombra soñó con la disposición del tiempo. amó los signos: está en su muerte. lee la abreviación del dolor. Parece recordar a un anciano aunque sea siempre a un niño a quien se llora. Tal vez al varón que orinaba en los establos y se abrazaba a la salud de los animales. censar los despojos. el alimento se dispone en la ternura. sobre los huesos la delectación. pero no aparecen. ¿se limpiaba de la vida como una forma de creer en ella? el agua y sus fiebres. aquí hubo un aire más frío. más elocuente. busco cisternas ya que no hallaré las nanas. al amanecer la luz ha penetrado los limos. qué búsqueda es la que seca los embarcaderos del silencio.

—  —



Elena Stagkouraki POESÍA CONTRA EL SILENCIO DE LA VIOLENCIA SIENDO MUJER EN AMÉRICA LATINA (D    F I  P «G  M»         I C  A - G)

Bajo los sonidos de la canción oficial del festival y con mucha alegría les doy la bienvenida al er Festival Internacional de Poesía «Grito de Mujer» con el tema de la poesía sobre la violencia hacia las mujeres. El festival, organizado por primera vez en  en la República Dominicana por el movimiento «Mujeres Poetas Internacional» (bajo la presidente Jael Uribe) se extendió pronto a toda Latinoamérica y el mundo. En este movimiento participan mujeres de varias nacionalidades, juntando su voz, mejor dicho su pluma, para un objetivo común: la lucha contra la violencia hacia las mujeres en el Sur del continente americano y por otros lugares. Este año (), y en la tercera organización del festival, participan  países en todo el mundo, entre los que por primera vez está Grecia, después de la aceptación de nuestra petición a participar y con el apoyo de la revista literaria «Poeticanet», como también de la griega «Asociación de Autores». El festival de este año está dedicado a Malala Yousafzai de —  —


Cuaderno Ático, 

Pakistán, la candidata de quince años para el premio Nobel de la paz. Todos conocimos por los medios de información a esta chica, a quien intentaron matar con una bala en la cabeza simplemente porque apoyaba el derecho de las mujeres a la educación. Malala solía decir que no le importaba si tenía que sentarse en el suelo o incluso en la tierra desnuda, con tal de que ella misma y todas las mujeres de su país pudieran tener acceso a la educación.

EL VERSO COMO GRITO (M T B) Quiero desde mi voz enronquecida, alentar con la fuerza que en mí brota, que ninguna esperanza quede rota, y toda vida sea enaltecida. Yo miro y mi mirada no es completa, y mi mano sostiene quebrantada el papel en que leo ensimismada mi verso de mujer y de poeta. Y este poema es grito y es denuncia, y es dolor, rabia, furia y amargura, y pretende servir como armadura, y amparar mis derechos, sin renuncias. Si la mujer es germen y es substancia, ¿por qué ha de soportar la intolerancia? —  —


Elena Stagkouraki

El tema del festival, es decir la violencia hacia las mujeres, no ha sido escogido por casualidad. Es más, constituye un problema muy grave y serio tanto en América Latina como en otros países en vías de desarrollo. Las voces contra esta realidad cruel van aumentando, aunque son silenciadas de inmediato por oscuras redes de poder, mafias o paramilitares. La mujer de la foto se llama Susana Chávez Castillo y nació en  en la trágica Ciudad Juárez de México. El por qué caracterizo «trágica» a esta ciudad lo indicaremos más bajo. Hace dos años encontraron a Susana Chávez estrangulada con una bolsa negra volteada en su cabeza y con sus brazos y manos mutilados. ¿Cuál fue su crimen? Escribía. Ha sido una poetisa consagrada a los derechos de las mujeres, algo que en México como también en otros países de América Latina, la clasificaba como activista, agitadora, revolucionaria, o sea, un obstáculo por superar —algo que al final pasó.

Pero no crean, en Latinoamérica existe justicia. Se realizaron investigaciones y el caso se aclaró. La joven que escribía conscientemente a partir de sus once años por el ser humano y la mujer o, mejor dicho, por la mujer como ser humano, había cometido —según las autoridades— algunos errores: malas compañías, drogas, salió para «pasarlo bien» y no hubo —  —


Cuaderno Ático, 

ninguna intromisión del crimen organizado. Pues la relación entre «pasarlo bien», usar drogas etc. y ser encontrada estrangulada y mutilada, la dejo a su propio juicio y su evaluación. Así que Susana Chávez se convirtió con derecho, a diferencia de muchos seudohéroes en Grecia y otros lugares, en un símbolo y guía del mencionado movimiento de poetisas, luchando por los derechos de las mujeres en América Latina. Además, les regaló el lema que ellas adoptaron: «Ni una más!» El siguiente poema suyo ha sido desafortunadamente profético:

SANGRE NUESTRA (S C C) Sangre mía, de alba, de luna partida, del silencio. de roca muerta, de mujer en cama, saltando al vacío, Abierta a la locura. Sangre clara y definida, fértil y semilla, Sangre incomprensible gira, Sangre liberación de sí misma, Sangre río de mis cantos, Mar de mis abismos. Sangre instante donde nazco adolorida, Nutrida de mi última presencia.

Semejante es la historia de Marisela Escobedo, también de México, quien recibió una bala en la cabeza en  durante su protesta por el asesinato de su hija dos años atrás. Escobedo había descubierto y nombrado al asesino, quién, después de admitir el crimen y hasta mostrar el lugar del asesinato, ¡fue declarado inocente según la decisión de un tribunal! Siguieron muchísimos procesos, obstáculos, retrasos, denuncias etc. y solamente el año pasado (), después del asesinato de Marisela Escobedo, y por la protesta generalizada que había surgido, se dio justicia —  —


Elena Stagkouraki

de la manera ya conocida, es decir, con otras balas, esta vez en la cabeza del asesino.

¿Por qué, la colombiana Angélica Bello? Bello es otro ejemplo de mujer que luchaba por los derechos de las mujeres en Colombia, apoyando a las que han caído víctimas de violación por paramilitares durante los conflictos. Qué sufrimientos no tuvo de soportar: Fue amenazada. Sus hijas fueron secuestradas en  y fueron repetidamente violadas por intimidación suya y de su madre. Ella misma cayó víctima de violación en . Se vio obligada a cambiar de vivienda repetidamente, denunció las amenazas que recibía a la policía, en algún momento le dieron guardaespaldas, pero todo en vano. Nada logró salvarla. El  del febrero pasado () Angélica Bello fue encontrada muerta (mejor dicho, asesinada) en extrañas circunstancias. Bello solía decir: «Ser mujer y activista de los derechos humanos en Colombia es como ser kamikaze en Irak.» No podemos, sino darle la razón.

—  —


Cuaderno Ático, 

La una con la otra, las poetisas comprometidas (porque sí, se trata precisamente de esto) se juntan y se multiplican; comprometidas en describir la realidad de la mujer en el sur americano.

NOSOTRAS (H C S) A espaldas del silencio tratamos de atravesar las hendiduras de los muros de ignorar el viento acorralado en la ventana. Indóciles queremos desprendernos de todo lo que calla de ese decir nada que nos corruga y desmorona. Al tanteo buscamos rehacernos dejar de ser esa luz parda de los cuartos. Pero la realidad se nos arrima como una hija enferma que encuentra un regazo en nuestra mente y anda entre neuronas desganada y repentina.

La violencia hacia las mujeres en América Latina es un fenómeno diario y «natural», una práctica habitual, nada reprochable, sino aceptable, tanto por las mujeres mismas como por sus familias y la sociedad entera. Se espera que una mujer caiga víctima de violencia en la casa primero por su padre, siendo su hija, a continuación probablemente por el novio, siendo su novia, y seguramente por su marido, siendo su mujer. Mucho más allá de la existencia de organizaciones por su defensa, las latinoamericanas no cuentan ni con el apoyo de sus propios padres, los que en el peor de los casos las acusan («no se puede, ellas habrán hecho algo para que su marido se haya molestado») y en el mejor les advierten que lo soporten todo en silencio. Precisamente este silencio condena e intenta a combatir este Festival, con la única manera disponible: el Grito. Algunos me comentaron el llamativo título del festival, ya que este «Grito» sonó en sus oídos griegos excesivo y de mal gusto. Quizás tengan razón en parte. Sin embargo, no debemos caer en la trampa. Aquí no se trata de un asunto de estética y así la palabra «grito» no es nada desmedida. Al contrario, logra lo que es necesario: dice las cosas con su nombre. Debemos aprender a hablar —  —


Elena Stagkouraki

así y aceptar que los otros digan las cosas con su nombre sin que nos molestemos. También debemos explicar y entender lo siguiente: Aquí no se trata de la emancipación de las mujeres. No se trata de alguna queja o molestia por algo que no sea respetado, ni siquiera de la lucha por la igualdad de los derechos entre hombres y mujeres. Además, no debemos enjuiciar teniendo en la mente nuestros propios criterios o la realidad en Grecia. Muchas cosas quedan todavía por hacer y resolver en nuestro país, pero algunas cosas por lo menos han sido conseguidas. Aquí hablamos de países, donde la mujer es tratada como un ser humano inferior. Y al final, debemos pensar que, mientras nosotros estamos hablando aquí de todo esto libremente, las mujeres que están haciendo lo mismo en América Latina se juegan la vida. La mujer que hablara a un público mexicano sobre las historias de Chávez y Escobedo estaría en peligro a partir del día siguiente. Lo habitual que es la práctica de la violencia dentro de una pareja, como también el hecho de que en este movimiento participen asimismo —en honor suyo— unos cuantos hombres (aunque sean poquísimos), se muestra en el siguiente poema de Ektor Zetta Ek Balam:

NI CON EL PÉTALO DE  ROSA (E Z E B) Ni con el pétalo de  rosa... decía mi abuela paterna decía mi abuela materna Por algo lo decían Yo me hacia como que no entendía pero a pesar de que entonces la vida debería ser sueños y juegos las cosas no eran como las de jugar a la casita con mis primas Ni con el pétalo de  rosa Pero si mi padre tenía  brazo como de beisbol  puño de campeón boxístico  pata de futbolista —  —


Cuaderno Ático, 

 espada de torero ¿Será por eso que odio los deportes? Ni con el pétalo de  rosa Mi mujer me retaba enloquecida que la golpeara Pégame cabrón Cobarde no te atreves Ni con el pétalo de  rosa Sería como golpear a las mujeres que me dieron vida/ cariño/ que me enseñaron a vivir que me enseñaron a luchar siempre por ser diferente a los sapiens que no superan su simiesco origen

Quizás nos parezca imposible, pero en la muy rara ocasión en que la mujer no cayera víctima de violencia en la casa, se sentiría ignorada y despreciada y ¡le pediría ella misma a su marido que la golpeara!, como fue descrito de manera realista en el poema anterior. La tradición de la violencia dentro de la casa, sobre todo en México, tiene raíces profundísimas y podríamos fijar su procedimiento en la llegada de los colonizadores españoles, los «conquistadores», como también del dogma católico. Sin duda, la pobreza, la depauperación y el analfabetismo son factores que hacen que este fenómeno de violación sistemática de los derechos humanos se perpetúe. No obstante, las latinoamericanas tienen que soportar, aparte de la violencia dentro de su casa, la violencia que encontramos desafortunadamente por todo el mundo, también en las llamadas «sociedades civilizadas». Violaciones, palizas o humillaciones forman parte de un paisaje de violencia horroroso. Tal como el del poema siguiente de Dinorah Gutiérrez de México:

—  —


Elena Stagkouraki

ERAN DOCE (D G) Eran doce Eran doce los años de su infancia doce de inocencia doce del consuelo en las cosas simples Eran doce las palabras de una madre que no hablaba: «Hija, pequeña, traviesa, te amo, cuidado, te espero, camina, tú puedes, ahora...» Eran doce los sueños de la princesa la del espejo de quimeras la que se quedó dormida a mitad de la calle no la de los cuentos no la del libro de principios Eran doce los dueños de su sangre, de su cuerpo, de su ropa, de sus besos de su tiempo Eran doce los plagiarios de pureza Doce sonámbulos delirantes y le abatían el espíritu colgados de su cadera Doce los del cadalso siempre al borde del suspenso derritiendo los escrúpulos derribando los instintos Eran doce los años de la princesa —  —


Cuaderno Ático, 

Pero los suspiros se le fueron con el vicio Inyectados con humeante veneno sustancias tóxicas o malos pensamientos Eran doce.. Pero ya no festejó cumpleaños la princesa perdió la cuenta

Como si todo esto no fuera suficiente, el crimen organizado y la mafia económica juegan muy a menudo un papel central. Es típico el fenómeno de los «feminicidios» en la Ciudad Juárez en México, a la cual nos referimos antes. Ahí, según los datos oficiales, han sido asesinadas  mujeres (en realidad son muchas más), mientras hay miles de las llamadas «desaparecidas».

No es ninguna casualidad que las víctimas sean en su mayoría mujeres que trabajen en fábricas, las llamadas «maquiladoras», que cierren contratos con empresas multinacionales extranjeras, un % de las cuales son norteamericanas, bajo el control, directo o indirecto, de los Estados Unidos. Esas mujeres, principalmente entre los  y  años, pobres y de familias grandes, trabajan bajo condiciones inaceptables, con un sueldo precario y tienen que viajar largas distancias cada día desde su casa hasta las maquiladoras, ya que las últimas están en lugares apartados cerca de las fronteras (por eso es que este fenómeno se nota en zonas fronterizas como Ciudad Juárez). A las mujeres las encuentran (si las encuentran en absoluto) desiertas en lugares remotos, violadas, maltratadas y ¡en la ma—  —


Elena Stagkouraki

yoría de los casos, con el rostro quemado para que se haga imposible la identificación!

Y todo esto, ¿por qué? Pues porque ¡las escenas horribles del maltrato múltiple se graban y a continuación se hacen películas sádicas, las llamadas «snuff movies», que se venden después a redes ocultas! Los autores de estos delitos son «conocidos-desconocidos» sobre todo para las autoridades de México, las cuales cierran los ojos a este horror y no ofrecen ningún tipo de protección. Todo lo contrario, la protección es entonces tarea de la familia de las trabajadoras, de manera que otro miembro de la familia tiene que acompañarlas desde la casa hasta su puesto de trabajo y a la inversa. Es muy trágica la declaración de un padre que una sola vez no acompañó a su hija al trabajo y aquel día ella no regresó a casa. Será ella también una «desaparecida».

NO ES QUE QUIERA OBSESIONARME (P R A) No es que quiera obsesionarme pero cuándo dejaré de escuchar noticias absurdas y violentas (penetración en todos los orificios) En todos En todas —  —


Cuaderno Ático, 

Cuándo dejaré de leer sobre feminicidios irresueltos (sospechosos en camionetas negras) La esperanza ennegrecida Negro el futuro Cuándo dejaré de enterarme de números y estadísticas (Más años de cárcel recibe un ladrón que el asesino de su mujer si se sospecha que ha sido infiel) Cuándo dejaré de conocer los detalles de sus muertes (acuchillada  veces) Violada Torturada Cuándo dejaré de alterarme al imaginar su mirada su ignorancia y su inocencia Cuándo dejaré de creer que para ser mujer hay que negarse (no salgas, no vistas, no seas) que si te atreves a afirmarte te obligan a callarte te golpean, te matan y al final te culpan No. No me quiero obsesionar pero cómo dejar de pensar que esos asesinos victoriosos —  —


Elena Stagkouraki

(que no pueden ser hombres) existen en la misma superficie y respiran el mismo oxígeno Siento que va a caer una lágrima, pero en vez bien adentro, algo se endurece La piedra de la fe, lava que se enfría cuando debiera explotar y derretirlo todo pero para ello, necesitaría un poco más de ternura... Si no, cómo podré entonces soltar esta desesperanza endurecida para que no me rasgue por dentro como hicieron con ellas Todas ellas... ¿Cómo fue que extraviamos nuestra alma colectiva? Cuándo… cómo... No hay duda del qué ni del dónde Aquí y hoy aquí y hoy Cuándo dejaré de sentir que hoy y aquí no nos merecemos

¿Qué podemos hacer nosotros entonces por todo esto? Primero, participar en el Festival «Grito de Mujer» y sus próximas organizaciones, en Grecia y otros países. Segundo, hacernos parte de la protesta y la condena internacional de la violencia hacia las mujeres del modo que cada cual pueda, por ejemplo por información constante, difusión de informaciones relevantes, etc. Por último, no debemos olvidar que la poesía puede —  —


Cuaderno Ático, 

convertirse a veces en un medio de lucha, pero es siempre bálsamo para la herida.

UNA MADRE Y TRES HIJAS (M K) Una madre y tres hijas Una madre que las arrulla leyendo poesías Una madre diferente a las demás Tres hijas que son su lucha, su esperanza , su felicidad. Una madre y tres hijas van por la vida Soñando un día mejor Una madre que el trabajo le roba el tiempo Pero ella inventa horas para reír y soñar Tres hijas que un día se volvieron mujeres Tres mujeres muy diferentes La mayor una gran ejecutiva, luchando para ser la mejor La segunda con magia en las manos para crear vestidos de princesas La tercera vive entre las líneas de una poesía que no siempre termina Una madre que sin pedirlo se volvió abuela Y aún guarda la manía de leer poemas.

SI SE CALLA EL CANTOR (H G, M S) Si se calla el cantor calla la vida porque la vida misma es todo un canto, si se calla el cantor muere de espanto la esperanza, la luz y la alegría. Si se calla el cantor se quedan solos los humildes gorriones de los diarios, los obreros del puerto se persignan, quién habrá de luchar por sus salarios. Qué ha de ser de la vida si el que canta, no levanta su voz en las tribunas, por el que sufre, por el que no hay ninguna razón —  —


Elena Stagkouraki

que lo condene a andar sin manta. Si se calla el cantor muere la rosa, de qué sirve la rosa sin el canto, debe el canto ser luz sobre los campos, iluminando siempre a los de abajo. Que no calle el cantor porque el silencio, cobarde apaña la maldad que oprime, no saben los cantores de agachadas, no callarán jamás de frente al crimen. Que se levanten todas las banderas, cuando el cantor se plante con su grito, que mil guitarras desangren en la noche, una inmortal canción al infinito. Si se calla el cantor...calla la vida...

Muchísimas gracias. **** Texto y traducción de los poemas del español al griego para el festival en Grecia: E S Embajadora del movimiento Mujeres Poetas Internacional (MPI) en Grecia. Enlaces: mujerespoetasinternacional.blogspot.com elgritodemujer.blogspot.com www.facebook.com/FestivalInternacionaldePoesiaGritodeMujer

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Xavier Farré CINCO POEMAS (J      )

—  —


Cuaderno Ático, 

VIATGES. ILLES

 Agafem el cotxe, és una decisió ràpida, decebuts pel palau d’Adrià, en aquest temps en què la llum és ja massa dolça, els fruits amb una lluminositat empalagosa, i les càmeres que busquen tots els objectius possibles i impossibles. Veure la ciutat per l’ull de l’objectiu, que busca preses sense descans. Ara una paret esquerdada, ara un grup de nois més abstrets en les línies del cos que en les línies d’una arquitectura passada. Hem de resseguir la costa, la llum que ens guia deixant al davant illes i més illes, com si a algú se li hagués vessat un pot immens de tinta, i no ha pogut esborrar alguns gargots que queden en la creació. Un error bell. És d’aquests errors que busquem el sentit a la nostra recerca de bellesa il·luminadora. La imperfecció ens ajuda a comprendre’ns. 

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Xavier Farré

VIAJES. ISLAS

 Cogemos el coche, una rápida decisión, nos decepcionó el palacio de Adriano, en esta época cuando es la luz demasiado dulce, los frutos con una luminosidad empalagosa, y las cámaras buscando todos los objetivos posibles e imposibles. Ver la ciudad por el ojo de un objetivo que busca presas sin descanso. Grietas en la pared, un grupo de chicos más abstraídos en las líneas del cuerpo que en las líneas de una arquitectura pasada. Reseguiremos la costa, la luz que nos guía dejando tras nuestro islas y más islas, como si alguien hubiera derramado un inmenso pote de tinta sin poder borrar algunos garabatos que quedan en la creación. Un error bello. Es de estos errores que buscamos el sentido a nuestra búsqueda de belleza iluminadora. La imperfección ayuda a comprendernos.

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Cuaderno Ático, 

 Ens aturem en illes que només els mapes ens descobreixen. Semblaria que no s’hi pot arribar, però els ponts, tot i que ben estrets, són presents arreu. Faciliten l’allunyament. Esglésies que apareixen en guies d’algú massa curós. Demostra les perifèries com un teorema. Els segles reculen a les illes. L’església, muda, respon amb les parets fredes. El nostre destí és anar baixant. Entrar en territoris per descobrir. Així ens acostem a un misteri. Quin misteri? El dels segles i el teorema? Et miro en el vitrall dels teus ulls. Ets una illa. 

—  —


Xavier Farré

 Nos detenemos en islas que sólo los mapas nos descubren. Parecería que no podríamos alcanzarlas, pero los puentes, aunque estrechos, están en todos sitios. Facilitando el alejamiento. Iglesias que aparecen en guías de alguien demasiado puntilloso. Demuestra las periferias como un teorema. Los siglos retroceden en las islas. La iglesia, muda, responde con sus frías paredes. Nuestro destino es ir bajando. Entrar en territorios por descubrir. Así nos acercamos a un misterio. ¿Qué misterio? ¿El de los siglos y el teorema? Te miro en la vidriera de tus ojos. Eres una isla.

—  —


Cuaderno Ático, 

 Vam tenir sort, en arribar just a l’oficina ens donaren allotjament. Un pis que tenia una família. I una habitació per gaudir. El poble ens va sorprendre, ens donà molt més del que prometia. I trobàrem el xoc de la imaginació. Mai no hi ha la realització de l’objecte. La realitat enganya la ficció, o a l’inrevés. Un món eslau sense connexions amb l’experiència. Desapareixia el fred, i la legió d’edificis que se segueixen com una cua de blocs. Desapareix el ciment, i ressalta la pedra. Canviem de segle, canviem de visió. Això també és eslau? Sí, la llengua és tan sols un instrument. No té res a veure amb la geografia, amb el clima. Ho sabem, i tanmateix, ens sorprenem. Ens vam endur per la mitificació, i en el nostre pensament, així romandrà. Només una excepció. I les marques dels projectils a les parets. És clar, el sofriment. Ja hem trobat la connexió. 

—  —


Xavier Farré

 Tuvimos suerte, nada más llegar a la oficina y ya encontramos dónde dormir. Un piso de una familia. Y disfrutar de una habitación. El pueblo nos sorprendió, nos dio mucho más de lo que prometía. Y encontramos el choque de la imaginación. Nunca existe la realización del objeto. La realidad engaña la ficción, o al revés. Un mundo eslavo sin conexiones con la experiencia. Desaparecía el frío, y la legión de edificios que se seguían como una cola de bloques. Desaparecía el cemento, destaca la piedra. Cambiamos de siglo, cambiamos de visión. ¿Es esto también eslavo? Sí, la lengua es sólo un instrumento. No tiene nada que ver con la geografía, con el clima. Lo sabemos, pero sigue sorprendiéndonos. Nos dejamos llevar por la mitificación, y en nuestro pensamiento quedará ya así. Tan sólo una excepción. Y las marcas de los proyectiles en los muros. Claro, el sufrimiento. Hemos encontrado la conexión.

—  —


Cuaderno Ático, 

. F I així arribem a la ciutat buscada, en les converses vora el volant i tu fent fotografies pel camí que quedaran en carpetes meves. La ruptura es fon en aquests records, trossos d’imatges que de sobte surten dels llocs més inesperats. Són escorpins. Sotjant sempre amb l’agulló a l’espatlla. I són fotografies emmarcades pels límits d’un parabrisa. Amb la imatge d’un volant que ara ja no condueix enlloc, blocat per sempre en el desglaç de la memòria. Sí, arribem a la ciutat buscada, a la teva ciutat, que sempre em rep oberta, amb uns braços que m’empenyen a llocs que acabaran en carpetes. Només els trasllats els descobriran, fent-los molt més llargs, massa llargs. Com una nit d’hivern al calor d’una llar. Encesa amb fotografies cremant en la memòria. 

—  —


Xavier Farré

. F Y así llegamos a la ciudad buscada, en las conversaciones cerca el volante y tú haciendo fotografías por el camino, quedaran en carpetas mías. La ruptura se funde en estos recuerdos, trozos de imágenes que salen de repente de los lugares más inesperados. Son escorpiones. Acechando siempre con el aguijón en la espalda. Y son fotografías enmarcadas por los límites de un parabrisas. Con la imagen de un volante que ahora no conduce a ningún sitio, bloqueado para siempre en el deshielo de la memoria. Sí, llegamos a la ciudad buscada, a tu ciudad, que siempre me recibe abierta, con unos brazos que me empujan a lugares que terminarán en carpetas. Sólo las descubrirán los traslados, y los hará mucho más largos, demasiado largos. Como una noche de invierno al calor de un hogar. En llamas con fotografías ardiendo en la memoria.

—  —


Cuaderno Ático, 

CARRER MIODOWA A CRACÒVIA

Només les fulles us parlen, sempre molt baix, per no despertar-vos. I després s’endinsen fins a vosaltres, quan la pàtina de la neu, en el seu silenci, toca les hores eternes. Només tardor i hivern per visitar-vos, en les fosques hores d’una humitat densa. Quan la frontera entre la llum i la foscor s’enteranyina. Desapareix amb una bufada. Només pedres trobem en aquests carrers desorientats. Desitjos que s’acumulen en papers fràgils. En la pluja, les paraules s’estiren i formen un punt d’arribada impossible. Només algú us recorda, algunes passes que cruixen en les fulles, i en la neu. I els guardians-corbs que grallen, uns sons que lluiten amb el fred de fora. I de dins. Només uns metres ens separen. I capes de silenci. Neu i fulles. Una pètria eternitat. 

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Xavier Farré

CALLE MIODOWA EN CRACOVIA

Sólo las hojas os hablan, siempre muy bajo, para no despertaros. Y después se adentran hasta vosotros, cuando la pátina de nieve, en su silencio, toca las horas eternas. Sólo otoño e invierno para visitaros, en las oscuras horas de una densa humedad. Cuando la frontera entre la luz y la oscuridad es una telaraña. Desaparece con un soplo. Sólo piedras encontramos en estas calles Desorientadas. Deseos que se acumulan en frágiles papeles. En la lluvia, las palabras se alargan y forman un punto imposible de llegada. Sólo alguien os recuerda, algunos pasos que crujen en las hojas, y en la nieve. Y los guardianes-cuervos que graznan, sonidos que luchan con el frío de fuera. Y el de dentro. Sólo unos metros nos separan. Y capas de silencio. Nieve y hojas. Una pétrea eternidad.

—  —



Elías Moro DÍAS Para Francisco Javier Irazoki Hay días que parecen salidos de una cadena de montaje: relucientes y, sin embargo, mortecinos; a estrenar y, no obstante, como oxidados. Días con taras en las hechuras, con los bolsillos cerrados en falso, con las solapas colgando de un hilo, pespunteados de miedo. Días arrinconados en un almacén en las afueras de la vida, rematados de saldo en algún mercado de baratillos del extrarradio, arrojados a la trituradora infame del olvido. Días que nos atacan con la bayoneta calada, que nos apuntan con la pistola en la sien y el dedo en el gatillo, con sus víctimas a cuestas, pasados por las armas. Días de contrabando, que no nos pertenecen, fuera de nuestras posibilidades. Días con roña entre las uñas, con sospechas bajo los párpados, con llagas en las axilas. Días con estruendo en las pisadas —asesinas del silencio—, días con la voz aguardentosa y rota de las desolaciones y los gritos, con el odio en la mirada. Días partidos por la mitad, sangrando por las heridas, supurando por sus cicatrices, llagados en todos sus minutos. Días como harapos sin color, como papeles rasgados de golpe, quemados en los bordes. Días tirados a la basura, huyendo por el sumidero, ahogados en las cloacas, asediados por las ratas y las escolopendras en el fango. Días en que hasta la aurora es sospechosa de romper el toque de queda, días emborronados por las sombras del delito, días en que las mañanas son susceptibles de ser detenidas in fraganti, días a los que es mejor darles esquinazo antes de que vengan a por nosotros. Días de no vivir.

—  —


Cuaderno Ático, 

 PALABRERÍAS 

Cada verso una perla, un eslabón de plata, una cuenta de aguamarina. Pero como nunca encontraba el hilo con que engarzarlos, se le iban perdiendo los poemas por el camino. Y al cabo, en fin, ni orfebre, ni poeta. ***** Un poeta es un equilibrista tembloroso sobre la cuerda o el alambre: cada paso, un verso; cada tramo recorrido, una estrofa. Un paso en falso, y adiós plataforma, adiós poema. ***** Al poeta le crecían las palabras en las manos, en la voz, en el papel, sin saber qué hacer con ellas. ***** Yo, eterno descreído, escéptico militante en tantas cosas, poseo sin embargo una certeza inamovible: con respecto a la poesía, y así muramos centenarios, no dejamos nunca de ser párvulos con mocos llorando en el recreo. ***** Entre lo que piensas y lo que escribes, el abismo. Atrévete a saltarlo. O calla de una vez. ***** Cuando las palabras se lo piensan dos veces en los aledaños de tu boca, en la superficie de la página, están queriendo decirte que te calles y no les hagas pasar más vergüenza. Yo les haría caso.

—  —


Elías Moro

AFORISMOS DE SEPTIEMBRE Para Jordi Doce

Si te consideras un hombre bueno, disponte a convertirte en diana. ***** Hoy me duele lo de siempre como nunca. ***** Los que se envuelven en banderas pierden toda perspectiva sensata. ***** Duermo desnudo para que mis sueños no encuentren más obstáculos de los necesarios. ***** En cuanto te conozcas bien a ti mismo, querrás no haberlo hecho. ***** Paseaba su ataúd en la mirada. ***** Las cicatrices del héroe a modo de sangrienta y perenne condecoración. ***** Aliviaba su soledad de todos los días comiendo frente al espejo. *****

—  —


Cuaderno Ático, 

Hay risas tan falsas que suenan como campanas tocando a duelo. ***** Siguiendo el dictado de los espejos, las demás cosas empezaron a devolvernos la mirada.

—  —


Elías Moro

 APUNTES ESCÉPTICOS

De un tiempo a esta parte, y de entre todas las facetas de mi carácter con las que tengo que convivir a diario, dos de ellas —escepticismo, confusión— son las que ponen mayor empeño en ganar la batalla cotidiana. Y estoy empezando a sospechar que de esa alianza no va a salir nada bueno. ***** Pocas situaciones más incómodas que cuando estás de rodillas sin saber si vas a recibir el balazo en la nuca o vas a levantarte de una vez por todas con los puños apretados hacia el cielo, dispuesto a lo que sea. ***** Del mismo modo en que muchos idiomas me resultan imposibles de entender —y no digamos ya de pronunciarlos con un mínimo de fluidez y de comprensión por parte del hipotético oyente—, sé estar en perfecto silencio en todas las lenguas del mundo. Estando en silencio no hay quien me gane. ***** De mis manos, por entre mis dedos, como agua, se me escapa el poema que no quiere quedarse conmigo. Apenas un verso permanece en ellas, como esa última gota que tiembla escurriéndose por la piel y las uñas, dejando, tal vez y no siempre, un recuerdo de humedad y estiércol: la mula terca del vendedor de cántaros. ***** Asoma el sol algunas mañanas desconfiado y cauteloso, preguntándose inseguro qué clase de desventuras le deparará hoy el día en el tercer planeta de su órbita. Y como no le gusta lo que barrunta, los amarillos, azules,

—  —


Cuaderno Ático, 

naranjas y rosas repliegan su paleta y ceden terreno al gris, mientras él se vuelve a la cama pensando en que mañana será otro día. ***** Cada poema requiere de su propia y natural poética. Esto no quiere decir que el poema sea verdad, de verdad. Porque nada más alejado de la verdad que una poética, mudable como el tiempo. ***** Hay preguntas que fundamentan su razón de ser en que no pretenden ninguna respuesta. Son, en su inconsistencia y belleza, como esas mujeres seductoras que disfrutan en secreto (o no tanto, algunas parecen deleitarse sin tapujos cuando lo hacen) rechazando desdeñosas a todos sus ilusos pretendientes. (Del Manga por hombro, Isla de Siltolá )

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Miguel Ángel Muñoz Sanjuán : ↑≈↑≈↑[oráculo] —A través de la córnea del teléfono sé que la muerte brota como un párpado: distancias que la sangre anochece desoladamente en las palabras salvadas del sueño: —Oráculo: reflejo de la desolación: garganta & pecho deshidratado de un pasillo en penumbra: dinos qué pájaro fue muerto & quién nos dio su rostro de ceguera.

—  —


Cuaderno Ático, 

: ≈ ∪ ≈[ojos] —»»En la línea de los ojos: donde tú & el sueño nocturno del gato se hacen oficio de oscuridades: se han ocultado tantos telares de horas en un labio haciéndose vaho entre las palabras: que el tiempo se fue perdiendo por los talleres de los pasos escondidos en tus piernas…: …: …: & al cabo de las luces obscenas: hemos perdido la sintaxis de todos los idiomas: de cualquier razón incrustada en nuestras mentes: porque no importan las leyes de la gravedad: ni la destrucción del universo: cuando desierta emerges por las almohadas de la soledad de un silencio»».

—  —


Miguel Ángel Muñoz Sanjuán

: 6=↔6=[abandono] —»»Arrojé aquel llanto de lluvia: aquel alud de sombras que crecía en la edad oscura de tus labios: —»»Perdí las sendas del silencio por tu cuerpo como un aqueo bañado en la noche de los sueños: —»»Poblé las esferas de la atmósfera e incendié las naves que no ardieron & las muertes que vencí: —»»Entré en tus ojos para levantar frente al último crepúsculo del viento el otoño de las fábricas cerradas:

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Cuaderno Ático, 

: 6∈6∈6∈6∈[negaciones] —Planetas que han perdido su órbita: mujeres estériles & hombres de sal en la noche: estatuas supurando la identidad de los juegos tipográficos de sus víctimas: venas que en un diluvio de oscuridades pueblan remolinos sonámbulos: oquedad de una entraña que se hace sombra infinita: copas alzándose ante el silencio que no sabe de dioses: grito de envenenados olivos: ombligo mistérico de Delfos: —Perro rabioso de la dialéctica: sé que me fue negada la tierra: extranjeras perturbaciones: cantos metecos: resguardo en las tinieblas.

(De CANTOS : & : UCRONÍAS, de próxima pubicación en Calambur)

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Esther Zarraluki HOSPITAL DEL MAR

 Barcelona tiene un cementerio junto al mar, y un hospital que lleva su nombre. Una mujer se desnuda en la quinta planta. Si se acercara a la ventana vería el mar, que esconde su fragilidad en la marea alta, su agotamiento. Como un muchacho que en tierra extraña lleva un uniforme y tiembla. Peces hambrientos se acercan al anzuelo mientras ella adelgaza en su cuarto blanco y rechaza la cena. El mar se retira. Se desnuda poco a poco. La espalda contra la pared, deja caer las rodillas en la arena. Señala una metáfora que no hemos visto, que no vemos aún y que la mujer conoce bien.

—  —


Cuaderno Ático, 

 La lengua es torpe y audaz. Crece como el mar y como el mar se aleja. Arrastra pecios a la orilla y los deja a los pies de la mujer en su cuarto blanco. Ayer, muy temprano, un hombre caminaba por la playa con un artilugio entre las manos y ella estuvo contemplándolo, apoyada en la baranda. Le preguntó qué hacía. Busco relojes, dinero, joyas. No, no vienen del mar, vienen de los bolsillos. Sus dueños aún duermen, señora, son muy afortunados. Al reír, enseñaba un diente de oro. Si con un punzón levantas la arena, aparecen palabras que adelgazan en hospitales y no se dejan tocar la piel. Palabras que no desean mirar. Otras separan las lamas con los dedos y buscan dónde poner las pupilas. El mar empieza a ceder de nuevo. Tras las persianas echadas, a solas, asquean la cena con el tenedor y callan. Mar suave el tenedor va y viene, el punzón va y viene, rodillas en la arena. —  —


Esther Zarraluki

 Humedad en el pelo y el pico de la madrugada. Se sacuden el frío y las promesas de la noche, la sal de los ojos. El más joven no tiene sueño y corre por el paseo, junto a las altas paredes del hospital del Mar. Se siente custodio de algo, no sabe de qué, algo que hay que apresar y escapa. En la sala de espera sí corre el tiempo y en la arena tictac del reloj, un pendiente y el cambio del pan, monedas de un país extranjero. Hay que tener una razón para estar despierto o conocer bien el insomnio, recorrer con él el pasillo, tener la costumbre del recuento, entrar con los tráilers en el muelle de carga, esperar los gritos. Alguien ordena cajones, susurra nombres, les busca un sitio. La ciudad se despertará poco a poco, como quien cava y confía en su suerte. La mujer, en la quinta planta, no necesita abrir los ojos para verlo.

—  —


Cuaderno Ático, 

 Se pregunta si aún tiene sentido seguir palpando tanta realidad, el muchacho que corre y el mar que se le parece herrumbre en las cuerdas, calles que llevan hacia la montaña y balcones vacíos los ojos abiertos de los viejos, aceras geométricas y chiquillos que sueñan y saltan, hambre, olor a sudor en los cuartos, el tacto que despierta, ven, piel áspera y tierna en las yemas, rumor, ruido y palomas, un Cristo en lo alto y luces que se encienden sobre otras, insomnes, como cuerdas sin barca. Qué hacer con tanta imagen que ve sin abrir los ojos y que siente en las manos bajo las sábanas, el peso apremiante de un ser vivo.

—  —


Esther Zarraluki

 La lengua es taciturna y locuaz. El sinsentido se trenza como una melena. ¿Qué me das? La mujer recoge su herencia, separa las lamas con los dedos y contempla la rendición del mar, sus ojos infantiles en un cuerpo tan grande.

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Manuel Rico NOTICIA DE JAVIER EGEA, A QUIEN NO CONOCÍ

 Hay miradas que se descubren tarde, que, dudosas, respiran en las fotografías o acuden como huyendo de algún documental que alguien rodó pensando que abrazaba más la felicidad que el mudo espanto de un suicidio aplazado. Yo sé de la mirada del poeta que amaba la soledad más turbia y el amor en tinieblas, la Granada oscura de gabardinas anchas y efímeras revistas, de procaces muchachas altas de amaneceres y palomas por un documental del año ochenta y cinco. Yo tenía, lo mismo que ese joven cuando miró a la cámara junto al mar de la Isleta, sólo treinta y tres años y mucha vida en ciernes: éramos niños de los cincuenta, vidas en paralelo en ciudades distintas de una España insegura y asustada. No nos conocíamos en aquel tiempo huidizo y nunca llegaríamos siquiera a saludarnos. Sus versos me llegaban por azarosas sendas: revistas de prestado, alguna antología algo sectaria, referencias de amigos comunes de quimera y abismo mientras crecía mi ciudad entre barrios de niebla y zonas industriales mordidas por la crisis. La suya era de un sur vecino de la nieve y de la altura. La mía era un Madrid de llanura y rastrojo

—  —


Cuaderno Ático, 

y cafés atestado de poetas confusos llamando a un porvenir que acabó por rozarnos. Fuimos desconocidos. Extremos invisibles de aquel laberinto de zapatos usados y carreras a ciegas en que, conmovidos y ajenos, leímos al Pavese más negro, soñamos con la más alta vida colectiva.

 He bajado las cuestas y he mordidos las tardes de ese sur comedido al que llaman Granada. He escuchado los ecos de un poema crecido en los bordes amargos de la renuncia. He sido el solitario creador de lejanías. La soledad, a veces, dibuja lo largo de la sombra, lo breve de la luz, lo inútil del milagro. Conocer Granada y no haberlo conocido. Conocer su huella, semilla de la huida y del agravio, y no haberlo conocido. Saber de los amigos de las noches gozosas y de las madrugadas tintas de olor a vómito y desdicha y no haberlo conocido. Haber leído sus versos para escribir de él, para saber su noche hasta alumbrar la mía y no haberlo conocido. Haber mirado al mar de todos los desiertos remansado en la Isleta, junto a aquellos parajes —  —


Manuel Rico

donde la soledad escribe matorrales y arena, muros deshabitados, esparteras y herrumbre. Haber tocado el límite donde aguarda el abismo y no haberlo conocido. (Inédito)

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Este segundo número de C Á ha sido compuesto en XETEX sobre un sistema Linux con tipografías Sabon, Optima y Gill Sans en otoño de 





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