CUADERNO ÁTICO r e v i s t a
Número 3
d e
p o e s í a
Invierno de 2014
CUADERNO ÁTICO
NĂşmero 3 | Invierno de 2014
Cuaderno ático, Colaboradores: Victoria León, Jordi Doce, Carlos Fernández López, Begoña Callejón, Javier Sánchez Menéndez, Aitor Francos, Luis Artigue, Mario Domínguez Parra, Jorge Ortiz Robla, Teresa Domingo Catalá, Agustín Calvo Galán, Andrés Catalán, Eduardo Moga, Javier Gil Martín, Javier Pérez-Walias, Mezouar El Idrissi, Olga Bernad Dirección y edición: Juan Manuel Macías Diseño y maquetación: Tipografía sentimental
© De los textos, sus autores. © De las fotos Invierno , Invierno e Invierno , Manuel Chaín Pérez. © Cuaderno Ático
direccion@cuadernoatico.com Revista editada en Madrid ISSN: -
CONTENIDO
V L . . . . . J D . . . . . . C F L B C . . . J S M A F . . . . L A . . . . . M D P J O R . . . T D C . A C G . . A C . . . . E M . . . . J G M . . .
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LA BIBLIOTECA O B . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . J P W M E I . . . . . . . . . . .
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Lord Dunsany | Victoria León DOS CUENTOS DE LORD DUNSANY (Traducción de Victoria León)
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Lord Dunsany | Victoria León
CARONTE
Caronte se encorvaba hacia adelante y remaba. Todo era uno con su cansancio. Para él no existían años o siglos, sino inmensas mareas de tiempo y aquella antigua pesadez y aquel dolor en los brazos que formaban parte del plan de los dioses y eran lo mismo que la Eternidad. Si una sola vez los dioses le hubieran deparado un viento adverso, habría podido, al menos, dividir el tiempo en su memoria en dos mitades. Tan grises eran siempre todas las cosas donde estaba él que, si algún débil resplandor perduraba aún entre los muertos un instante, acaso en el rostro de alguna reina como Cleopatra, nunca podrían haberlo visto sus ojos. Era extraño que los muertos hubieran llegado últimamente en semejantes multitudes. Habían empezado a aparecer por miles, de repente, cuando hasta entonces solían hacerlo en cincuentenas. Pero no era obligación ni costumbre de Caronte reflexionar en su alma gris sobre la razón de tales cosas. Caronte se encorvaba hacia adelante y remaba. Después dejaron de llegar. Y no era habitual que los dioses en todo ese tiempo no hubieran hecho bajar a nadie de la Tierra. Pero los dioses sabrían por qué. Al fin, un día apareció un hombre solo. La pequeña sombra se sentó temblorosa en un banco solitario y la gran barca partió. Era un solo pasajero; los dioses sabrían por qué. Y el enorme y cansado Caronte remó y remó junto a aquella sombra pequeña, callada y temblorosa que viajaba en su barca. El rumor del río era como un poderoso suspiro que en el principio de todo, entre sus hermanas, hubiera dejado escapar Aflicción; un suspiro inmortal que, a diferencia de los ecos de la desdicha humana, no podía extinguirse en las cumbres terrenas y que era tan antiguo como el tiempo y el dolor en los brazos de Caronte. De la lenta y gris corriente surgió amenazadora la barca ante la orilla de Dis, y la silenciosa sombra que aún temblaba bajó a tierra. Caronte volvía la barca para regresar penosamente al mundo una vez más, pero entonces habló la pequeña sombra, que había sido un hombre: — —
Cuaderno Ático,
—Soy el último —dijo. Nadie había hecho antes a Caronte sonreír. Nadie lo había hecho llorar antes.
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Lord Dunsany | Victoria León
LOS CONSTRUCTORES DE BALSAS
Cuando pienso en quienes escribimos, me vienen a la mente esos marineros que se apresuran a construir una balsa en los barcos que irremediablemente van a naufragar. Al ceder bajo la pesada carga de los años y hundirnos en la eternidad con todo lo que una vez nos perteneció, nuestros pensamientos son como pequeñas balsas que quedaran flotando a la deriva en el mar del Olvido. Y estas no llevan consigo gran cosa: nuestros nombres, alguna frase y poco más. Quienes escriben como negocio, siguiendo las modas del momento, son como marineros que trabajaran en sus balsas solo para calentarse las manos y distraer sus pensamientos del naufragio seguro que les aguarda. Pero sus balsas se hacen pedazos antes incluso de que el barco haya llegado a zozobrar. Ved cómo el Olvido resplandece a nuestro alrededor y contemplad su quietud, aún más letal que una galerna, que nuestras quillas apenas han logrado mover. El Tiempo nada en sus profundidades igual que una ballena monstruosa y como ella se alimenta de lo más pequeño —pequeñas melodías, sencillas canciones de viejas tardes doradas— hasta que, de repente, se revuelve para destruir barcos enteros. Ved cómo flotan a la deriva los restos naufragados de Babilonia, o aquello allí, a lo lejos, que fue Nínive una vez. Ya sus reyes y reinas habitan las profundidades entre los viejos siglos que ocultan la anegada mole de la hundida Tiro y envuelven Persépolis en la oscuridad. Del resto, solo vagamente distingo las formas de naves hundidas en ese fondo marino cubierto de coronas. Desde el principio ninguno de nuestros barcos fue digno del mar. Allí va la balsa que Homero construyó para Helena.
(Traducciones inéditas)
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Jordi Doce EL MONUMENTO
De qué está hecho, no lo sé. Quizá de alguna clase de madera liviana como el sauce, o de escamas de cobre, o del cristal que deja el caracol entre la hierba, impuro y desenvuelto. Difícil decidirlo a esta distancia. La luz del mediodía lo envuelve en brillos submarinos como si fuera un ancla descansando en la arena. Pero no está en el fondo de ningún mar sino en la tierra, sobre la tierra, con sus raíces bien plantadas y el torso expuesto. Respira el mismo aire que nosotros, el mismo clima, aunque el viento que emerge al final de la tarde le haga mover las aspas de sus brazos y parezca una estupa con banderas de oraciones. Algo está claro: tiene ritmo. Solo un maestro ajustaría así cada fragmento, las venas invisibles. De qué está hecho, no lo sé. El cielo, cada vez más teatral, me confunde. Doy vueltas a sus formas con los ojos y estudio cada muesca, cada surco, creyendo hallar correspondencias. Hablo con él como con un hermano pero me ignora como un hijo. Una estatua de espinas, una cruz emplumada. Y ese poco de sombra que prospera en las horas muertas. — —
Cuaderno Ático,
Visto de arriba abajo es lo que tú quieres que sea. Visto de abajo arriba es lo que tú podrías ser. En cualquier caso, estás perdido.
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Jordi Doce
NOTAS A PIE DE VIDA Para Juan Carlos Mestre
. i.e. de ojos claros. . Término con el que, en ciertos ritos de paso, se invoca a una criatura benéfica con lengua de serpiente, cola de ratón y buche de paloma torcaz. . En aquella época, era costumbre regalar llaves a las embarazadas. . Se refiere a los cerros de Úbeda. . Dícese de la franja de luz que asoma por detrás de puertas entornadas. También se aplica al cieno blando, suelto y pegajoso, de color oscuro, que se halla en algunos lugares del fondo del mar o de los ríos. . En inglés, baby squid. . Minutos después de la medianoche del de octubre de , una banda de grullas sobrevoló el hospital donde nuestro autor era dado a luz. Aunque el dato ha sido comúnmente desdeñado por los estudiosos, resulta de lo más sugestivo para entender esta etapa de su vida. . i.e. de pulgares largos y gruesos. . De quien se decía que iba donando segmentos de su voz tras haberla cortado con la hebra más fina de una cuerda de violín. . En francés en el original. . Vivió felizmente hasta los años. . «La escarcha ejerce su secreto oficio, / sin ayuda del viento» (S. T. Coleridge). . Contrabajista de jazz y habitual en numerosas sesiones de los años noventa, en entró a formar parte de la banda estable del Club Green Mill de Chicago. . Ropa vieja. . Klaus Conrad, quien acuñó el término en , lo define como «visión de conexiones sin razón ni fundamento», acompañada de «experiencias en que, de modo anormal, se da sentido a lo que carece de él». . i.e. de pies pequeños. . Dícese de los bancos de nieve que se forman a ambos lados del camino. . De noche, en el estanque del pueblo, ponen a flotar peces de trapo. — —
Cuaderno Ático,
Entonces remueven el agua con grandes pértigas de madera, lo que quiere decir que llaman a la puerta de los sueños de sus hijos. . Caparazón de las tortugas de agua o galápagos. . El diccionario lo define como «tenue recubrimiento céreo que presentan las hojas, tallos o frutos de algunos vegetales». . «Traedme un orinal / y veré dentro el mal» (Roman de Renart). . Su amigo Guillaume recuerda que salieron de casa en plena ventisca para traer leña del garaje y se vieron obligados a tender cuerdas entre el porche y la manilla del portón para no perderse. . i.e. uñas manchadas de tierra. . Toda clase de arroz. . Juncos de pescadores al atardecer. . Según Alberto Magno, «el cerebro, tomado por sí solo, es muy frío». . Forma de energía que liberan los alimentos básicos (pan, leche, legumbres) cuando pasan de una mano a otra. . Si hemos de creer a Arnold, fue entonces cuando el mundo de la música volvió a tentarle. . Fósiles de huellas de grandes reptiles ya extinguidos. . Pasaje que evoca unos famosos versos apócrifos de Apollinaire: «Me aventuro cual gato gris / por los tejados de París». . Se trata, como es obvio, de una especulación sin fundamento. . No se ha dicho que, según el mito, cuando los segmentos de voz se dejaban caer sobre el agua (véase nota ) se creaba una película muy fina donde era posible revelar los sueños de la noche precedente. . También conocidos como «los puertos grises».
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Jordi Doce
PAISAJE
Fueron los años mejores, los años del surco y el sembrar. Ahora todo es hacer cuentas, la dosis que amansa. El cielo no tiene nada que decirte pero seguirá girando. Muros altos, claraboyas, polvo en suspensión que simula un firmamento. Bienvenido a la tristeza de los almacenes.
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Carlos Fernández López No surgía del techo la casa, abría cielo incierto y marcaba un camino, rojo en el peregrinar arriba, fénix para nacer de nuevo, semilla entregada al campo, pez del no ser, burbuja de lo arcano sumergido.
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Cuaderno Ático,
Cargado de luz, de la filtrada en nubes negras, pisa la raya y busca el milagro en la contemplación del buldócer que ladra, del camión que acarrea piedras, la baliza que fija el límite y cierne lo posible y lo imposible, el rumor más quieto de las vacas que pastan en su oído.
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Carlos Fernández López
Entre las hileras de árboles, un párpado de lluvia, la alambrada baja y su deslinde, el recorrido del ojo que busca, la recta que no termina y su señal de flecha verde. Aquí bosque cerrado, pulmón de luz y cauce, caminito que vierte mar y no renuncia: verde en lo verde el agua que dice sol, sol que busca trigo y siembra uvas maduras de la noche, estrellas que ya apuntan leche, vino de siega.
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Invierno , Manuel Chaín Pérez
Begoña Callejón SOLEDAD
Hace ya mucho tiempo que habito en un lugar oscuro. Desde la infancia me prepararé para este momento. Sí, se que existe la alegría, que tú la sientes, pero esta soledad que me aprisiona el alma, sabe que el sol seguirá ahí cuando me haya ido. Tú eres igual que yo, no eres diferente por tener alas impuras, por deslizarte fuera de mis sueños. Cada día llevamos máscaras que nos vuelven tímidos, torpes, enfermos. ¿Has encontrado ya a alguien?, ¿si?, ¡vivo o muerto! Da igual, no podrás mostrarle tus palabras, se derretirán antes de ser pronunciadas, antes de que las plegarias sean un suspiro de enamorados. Son vacías, apagadas, sucias. La imbécil soberbia del alma se anuda a tu cintura y todos somos una sombra dentro de otra sombra, un juguete, un regalo que no quiere ser abierto. Tócame, haz una hoguera. Tiembla. Otra vez.
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Javier Sánchez Menéndez . (UNA NUBE CON FORMA DE POEMA)
Hay días en los que falta el aire. Intento respirar a ritmo de campanas pero no me doy cuenta, hay ausencia de un poco de ti, un poco más de luz. Pero la luz molesta si entra en línea recta. Suelo bajar persianas o correr las cortinas, creo un ambiente íntimo, un refugio perfecto que permita a las sombras acampar a sus anchas. Los veranos solía encerrarme, desnudamente, evitando que ese rayo dañara los secretos del alma. Ahora soporto un poco más la herencia de esa luz, sus conjuros. Pienso en la luz como pienso en la verdad. Hay que decir que no, perder la patria, la casa, el mundo. Hay que dejar el corazón y pisar las hojas como pasan las puestas de sol, oscureciéndose un poco. Una nube con forma de poema ha cubierto al sol temeroso. Es una nube alejandrina. Por arriba es muy blanca, y mientras bajas la vista, se va haciendo más gris hasta confundirse en el cielo. Debemos refugiarnos, han cerrado los bares y las farolas tardan más de la cuenta en encenderse. Es una premonición, un desconcierto. La diferencia que existe entre una nube alejandrina y una nube endecasílaba, es la misma que existe entre un hombre y un verso. No me canso, soporto el frío con carbón y vino. No molesta la luz. Anochece. Sigue faltando el aire aunque te tenga cerca. ¿Estás ahí? Debes decir algo, que también nos cansamos los que tenemos hambre.
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Cuaderno Ático,
. (UN SUEÑO QUE EMPIEZA EN MEDIODÍA)
Es mediodía. El parque se alimenta de sus hojas, los designios que suelen ser misterios, las jornadas que no figuran en el calendario. Es diciembre. El suelo apenas blanco por un hielo malvado y este frío, este gastado frío que rompe aquel perfume de la felicidad. Juana aparece ahora, es la tía de mi padre. Cuando tenía tres años organizó una boda. Desde entonces yo sigo siendo el novio. Un patio de naranjos y pilistras, una anciana de riguroso negro, y un moño blanco y seco. La novia con muñecas y un babi de colegio. Y entonces me di cuenta que había llegado el arte. Era diciembre, misterioso y sincero, como son los diciembres. Siempre es lo mismo, la silla en la ventana, y una sombra que canta si no somos amigos. Envidio mucho a Juana, su buena voluntad y el deseo de forjar una ilusión que muere por su nombre. Mientras se apaga el día, la forma de una rama me recuerda a la novia. Sus ojos de estaciones y una dulce pregunta que sigue en mi cabeza: ¿Quién eres? Mi amor no tiene inicios, estos zapatos negros de charol dañan el alma. Se marcha el mediodía y el parque va sembrando los himnos de la vida. Las canciones de Ana se quedan con mi mundo, también por estas cosas hemos de dar las gracias. Según dicen los sabios, suele ser en diciembre cuando la duda se convierte en poema y aprendes de nosotros. El poema es un sueño que empieza en mediodía. Cuando marcho hacia casa, un foco extraordinario ilumina el camino. Admito que he jugado indefenso, imaginando pájaros y luces. Nunca seré este hombre adecuado, ni aquel torpe resumen que unos padres soñaron una vez, en un diciembre frío.
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Javier Sánchez Menéndez
. (POR EL CENTRO DEL PARQUE)
Una duna se mueve como lo hace un verso, sin premeditación. Va dejando que el aire le otorgue una reserva acomplejada, sin poder desvelar las contraseñas. Suele ocurrir de noche. Siempre es mediodía en Kensington Park. Mientras el mundo gira y los ángeles aman, hay una luz que viene y nos convence a todos. Es la luz del misterio, es la propia verdad que nos lleva hasta el sitio, al lugar de la duna. Espacio transparente donde los hombres leen y se crea la poesía. Y en ese instante mismo, tenemos diez minutos para hacernos momentos. Hay silencio. Una mujer pasea en bicicleta y se observa la vida a cámara muy lenta. La sangre de los cuerpos fluye con armonía, se respira diciendo que gozamos de esencia, de la justa verdad, de una sobria expresión sin resultado exacto. Siempre es mediodía en Kensington Park. No me aparto del centro para seguir tan vivo. Sentado en ese banco te esperaré sonriendo, mientras duren los tiempos podré amarte desnudo, sin nada entre las manos, más que un libro de Parra y una rosa amarilla que en Londres he buscado. Siempre es mediodía en Kensington Park. Llueve un secreto que no desvela nadie, y la duna se mueve. La duna es la poesía. Un corazón de arena que el viento determina. Y entre todos los versos, hay una luz helada, la ignición de la palabra siempre en la cultura. El amor de nosotros, los mismos. Siempre es mediodía en Kensington Park. Suele ocurrir de noche. La duna va avanzando por el centro del parque. (Poemas inéditos de Mediodía en Kensington Park – Cuarto libro de Fábula)
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Aitor Francos CONVIVIUM Piedad para nosotros, los que exploramos la frontera de lo irreal. A
Hojeo revistas de poesía mensuales, reseñas de autores desconocidos, e intento leer un libro, aquella versión de la vanguardia que me recomendara un poeta local. He de ponerme al día en esto de escribir. Repaso lo apuntado con el desinterés de quien hace un esfuerzo por intentar entender su propia letra. No me avergüenzo de abdicar de tanto material perecedero. Provéete de la escasez acostumbrada, me dijo alguien, una vez, en el café Bretón. Escribo: Avanza el verso hacia el tamaño de un hombre. Y pasan, desconsoladas y solas, las formas del viento. Y no hay palabras malas. No hay palabras que esperen lo mismo de un hombre y de otro. Creo que hoy cualquier libro me servirá para rezar a Chesterton.
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Cuaderno Ático,
BENEFICIOS PRÁCTICOS DEL DESASOSIEGO Et constant, jusqu’à la mort. C B
Este es un poema que desilusionará a muchos lectores. Tengo vocación de eremita, soy, como diría Ramón Eder, un viajero de atlas y sillón; frecuento librerías, escribo cartas informales y hago reseñas sobre literatura contemporánea. Leo periódicos, revistas de época, y abro mapas de cuerpos interiores, teatros para una función de la que no formo parte. Cruzo la calle Freud, como Montejo en su poema Adiós al Siglo XX. Y no estoy solo. Me acompañan Una fe provisional, la recopilación de Luis Arturo Guichard, y el imaginario de felicidad de Miguel D’Ors en una antología coloreada y dispar, de Renacimiento. Detesto trasnochar, cambiar de rutina, conocer gente. Mis poemas (éste y otros) son notas la margen de cualquier vida, se deslizan como una arquitectura infértil, como pulgadas de luz en cintas de transporte felizmente acopladas, y hay en ellos cajas apiladas en frases laxas e itinerantes, que me miran —con obstinada complacencia, desde su inanimada visión de la realidad—, como si no existiera.
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Aitor Francos
Acaso comprenderé que el silencio es lo más claro. Te hace digno de concluir, suplantar el fin de lo que no ha sido.
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Cuaderno Ático,
MORADAS INUSUALES O pour moi seul, à moi seul, en moi-même. P V
Me reconforta intuir los temas que otro autor escoge como propios. Tampoco yo dejaré de copiar, aunque escriba muy poco. Me acerqué al escenario temiendo que el texto me reconociese. En la invisibilidad percibo mi condición selectiva. Callado, me imito.
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Aitor Francos
TEATRO DE OPERACIONES Uno es todos los que puede representar. C C P
En sentido estricto, fueron propensos a la elegía los poemas de antes (aunque, en general, ignoro la causa). Alguna vez los escribí, y lo hice, como todos, muy raramente por una experiencia personal. Traté temas de nula transcendencia, posiblemente impropios y con imprecisiones bibliográficas, como exigía la crítica de aquel decenio. A muchos los traduje directamente del original. Creo que lo que buscaba en ellos era un panorama histórico: verme como a una persona anónima y escogida a petición del público asistente.
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Cuaderno Ático,
IMAGO VASCONUM
Los libros se hicieron para estorbar en mi intención de no escribirlos nunca. Estoy, por fin, viviendo mi ausencia, pues coincido con ella en muchas partes. A veces, digo a veces, he escrito lo que el mismo cartero me entregaba.
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Aitor Francos
BALADA DEL ANTICUARIO ANÓNIMO
Ya De Quincey fumaba atribuyéndose (en el famoso tratado del opio) un papel estelar de profesor emérito de inglés. En mi caso, hablo poco y garabateo vaguedades de escritor que oficia, tan pretencioso y vulgar, un sinfín de redundancias, poemas anacrónicos, pasado de vuelta y bebiendo el más indecente whisky de mesa. Digamos que pago al quite, que atiendo lo que la tentación manda y me santiguo por comodidad moral. Londres a mi alrededor es todo un apañado estribillo de época.
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Luis Artigue EL INFORME SAFO O UNA DE ESAS RELACIONES QUE SE MODELAN BAJO LA FORMA DE LA ADICCIÓN
Conocí a Safo, la ceñuda, la alada, la que jamás entregaba toda su complejidad, la mujer tan escéptica como quien ya ni se molesta en recriminarle a su horoscopista que las estrellas están amañadas, en un momento en el que las aristas de la vida estaban siendo especialmente indelicadas conmigo. Fue un careo. Intercambio de soledades y misticismo sensual y maneras de soñar de quienes saben que el frío no cierra por sí solo la cremallera de las heridas invisibles. Vivimos juntos nuestras cicatrizaciones entonces. Fue un refinado acto de equilibristas entre el humor, el amor y la tragedia, entre las emociones ambiciosas y los anhelos de fracaso, entre un corazón aventurero y una voluntad a la vez débil y fuerte. Nos convencimos de que la definición del ser proviene de un lugar que nadie comanda. Proclamamos que todo poema documental es una credencial de identidad. Reconocimos nuestra deuda con las experiencias filosóficas de vidas errantes y con la desazonadora certidumbre de que el lado oscuro de esas experiencias se queda grabado con más fijeza que el otro. Fueron tiempos fluidos como vientres amados. Redactamos en el aire el contrato repleto de clausulas heréticas que normativizaba los movedizos pactos que regulan los roles de dominación y sumisión. Caímos al fin en la trampa de los romanticismos sostenidos y naufragamos, pero en las adversidades nacen, como las rosas de acanto, los sentimientos más duraderos. — —
Cuaderno Ático,
En efecto sintonicé con un dragón femenino de ojos vigilantes, permanecí a su lado mientras me fue posible y lo cierto es que aún continúo como varado en el linde: no logro decidir qué rincón dejo que la luz no ocupe.
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Luis Artigue
LA SABIA SAFO
Porque me crees delicado como una flor de acequia y porque para ti en el fondo el amor es un gesto preciosista y absurdo semejante a robar un solo zapato caro, tú, pilotando esa sonrisa sádica y magnética como de sicópata que se acicala, me haces sentir que el corazón es un objeto de poco valor, y que la aflicción torna en humanas a las bestias. Vienes. Antes de llegar llegas y antes de luchar vences. Coleccionas dilemas y diademas; me abrazas para hacerme sentir acorralado intentando que caiga en el hueco de tu ombligo. Seduces. Ríes. Reinas. Abres ventanas y piernas. Me desnudas como quien despluma un petirrojo mientras vas inhalando mis olores navales tras pronunciar obscenidades crípticas con tu voz ondulante de misal antiguo. La cama se despieza al airado, frenopático ritmo que tú marcas en sonidos metálicos igual que si agitaras un aro de mil llaves, y conquistas el desvalido país donde vivo: mi cuerpo. A tientas voy y vengo. Sigo tu paso hípico como un niño asustado que camina el sendero deprisa y sin volverse hasta salir del bosque. Cuando el lujo epidérmico se escapa por mi boca, oh mantis religiosa, sé que tú me alcoholizas, que bebo de tu cáliz pero nunca de ti, que al venir y rociarme no te sientes culpable; te sabes poderosa —oh, el corazón a pesar de tu irresistible y voraz desnudez, sigue siendo el órgano corporal generativo de este poema — —
Cuaderno Ático,
pues soy un hombre de cristal por ti hecho añicos que no barre, en el suelo, lo que queda sino lo que es antes de reconstruirse—… Amante interesante como una colmena o como una persona sin agenda: ya marchas sin besarme o despedirte, como siempre. Amanece. Observo en la ventana un alba tan blanca como el maquillaje facial de la muerte, y te veo caminando sin mirar atrás por la indolente acera de la huida. Sé que no volverás. Te marchas sin tus huellas. Cierro por dentro el llanto. Te quedas para siempre.
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Luis Artigue
LA VERDAD COMPROMETEDORA
Me he construido una vida sobre las cenizas de la nuestra de modo tal que ahora te pareces al cómplice del que jamás le habló el convicto a la policía. Por eso a propósito de la poesía cuya pulpa es una verdad comprometedora, a propósito de la invención de la identidad genérica, sólo quería afirmar que la lucha de la fiera marca un camino en la selva, y apuntar que los brazos de mi voluntad estaban atados por la espalda con un nudo marinero cada vez que te veía desnuda —de hecho mi cuerpo ante ti exudaba resina como un árbol en la noche—, y señalar de igual manera que escribo ahora este poema incriminatorio al modo de quien permanece en la oscuridad con los ojos abiertos como conchas con perla tratando de cuartear pero no romper la superficie de espejo del lirismo (en efecto este poema, a pesar de su lado delirante, es una de las pocas respuestas racionales a la situación irracional en la que se convirtió mi existencia desde que nuestra piel empezó a ser territorio común), pues en mi camino interior continuo he descubierto que quien cuando habla sobre sí mismo no se engaña merece inicial respeto. Mujer barbuda de cuerpo peligroso como todo lo que arde sin fuego, tú, la que hacía y deshacía el amor igual que quien levanta la vista para asegurarse de haber sido entendida por su dictáfono, la que me hizo sentir incomprendido por mí mismo pero descifrado por alguien semejante al gourmet que no necesita más que su educado paladar para conocer la exótica procedencia del pescado que degusta en su mesa,
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Cuaderno Ático,
he venido a este convulsionado Din A a decirte que si las cosas se hicieran dos veces lo repetiría todo pero lo comprendería mejor, como al llegar la luz difusa del atardecer sabes que luego, en la noche, los sucesos acaecidos durante la dudosa luz del día apenas tendrán ya sentido, y ése será su sentido. A propósito de la identidad traspapelada y la inmersión penetrante en los misterios del yo has de saber que la poesía es mi útero y mi casa de acogida, y que te engañas si crees que estás comprendiendo este maniático poema pues en sí mismos los versos, como todo lo humano, no apuestan por la perdurabilidad sino por la inconsistencia ritual. De hecho ya podrías releer esto que con tristeza lunaria escribo y descubrirías que ha mutado igual que una ciudad en otra estación, pues lo he rescrito y lo continúo rescribiendo cada uno de los días de mi vida. (Poemas inéditos)
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Katerina Anghelaki-Rooke | Mario Domínguez Parra KATERINA ANGHELAKI-ROOKE: CUATRO POEMAS (Traducción y nota bio-bibliográfica de Mario Domínguez Parra) NOTA DEL TRADUCTOR Katerina Anghelaki-Rooke nació en Atenas en . Estudió en su ciudad natal (el primer curso de Filología Inglesa) y en el sur de Francia y en Suiza, en la Universidad de Ginebra. Se licenció en la Escuela de Traductores e Intérpretes (inglés, francés, ruso). Su primera publicación fue en , en la revista Καινούργια Ἐποχή. Ha publicado artículos y periódicos sobre poesía griega y sobre traducción de poesía en revistas y periódicos griegos y extranjeros. Algunas de sus obras se han traducido a más de diez lenguas y se ha publicado poemas suyos en muchas antologías de todo el mundo. Algunos de sus libros de poemas: () Η ανορεξία της ύπαρξης, Εκδόσεις Καστανιώτη (La inapetencia de la existencia). () Στον ουρανό του τίποτα με ελάχιστα, Εκδόσεις Καστανιώτη (En el cielo de la nada con lo mínimo). () Μεταφράζοντας σε έρωτα της ζωής το τέλος, Εκδόσεις Καστανιώτη (Traduciendo a pasión el final de la vida). () Η ύλη μόνη, Εκδόσεις Καστανιώτη (La sola materia) () Φωτοζωή, Ολκός (Fotovida). () Ποιήματα -, Εκδόσεις Καστανιώτη (Poemas -). () Ποιήματα -, Εκδόσεις Καστανιώτη (Poemas -). () Ποιήματα -, Εκδόσεις Καστανιώτη (Poemas -). () Ὡραία ἔρημος ἡ σάρκα, Εκδόσεις Καστανιώτη (Bello erial la carne). () Ἄδεια φύση, Κέδρος (Naturaleza vacía). () Ἐπίλογος ἀέρας, Κέδρος (Aire epilogal). () Οἱ μνηστῆρες, Κέδρος (Los prometidos). () Ὁ θρίαμβος τῆς σταθερῆς ἀπώλειας, Κέδρος (El triunfo de la pérdida permanente). () Ἐνάντιος ἔρωτας, Κέδρος (Pasión adversa). () Μαγδαληνή τό μεγάλο θηλαστικό, Ερμής (Magdalena la gran mamífera). () Ποιήματα ’-’, Ἑρμείας, (Poemas -).
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Cuaderno Ático,
() Λύκοι καί σύννεφα, Ζάρβανος, (Lobos y nubes).
Los poemas que aquí presento traducidos proceden de Ποιήματα , Καστανιώτη, , en concreto de su libro Pasión adversa. Algunos de sus libros como traductora: Dylan Thomas, Κἀτω ἀπό τό γαλατόδασος, Ἑρμείας, (Under Milk Wood). Andréi Voznesenski, Ποιήματα (ἐπιλογή, μτφρ. ἀπό τά ρωσικά, Μπουκουμάνης, ). Poemas. Σύγχρονοι Ἀμερικάνοι Ποιητές, Ὕψιλον, (Poetas estadounidenses contemporáneos). Vladimir Maiakovski, Πῶς φτιάχνονται τά ποιήματα (δοκίμιο καί ποιήματα, μτφρ. ἀπό τά ρωσικά), Ὕψιλον, (Cómo se hacen los poemas, ensayo y poemas). Seamus Heaney, Τα ποιήματα τοῦ βάλτου, Καστανιώτης, (Bog Poems).
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Cuaderno Ático,
ἜΧΩ ΜΙΑ ΠΕΤΡΑ
Γλείφω μιά πέτρα. Οἱ πόροι τῆς γλώσσας μου σοφιλιάζουν μέ τούς πόρους τῆς πέτρας. Στεγνώνει ἡ γλώσσα μου καί σέρνεται ὥς τή μεριά τῆς πέτρας πού ἀκουμπάει στό χῶμα, πού ’χει μούχλα κολλημένη ἐπάνω της σάν αἷμα. Ξαφνικά μοῦ ξανάρχεται σάλιο, ὑγραίνει τήν πέτρα κι ἡ πέτρα κυλάει μές στό στόμα μου. Τήν πέτρα αὐτή τή λέω Οἰδίποδα. Γιατί ὅπως ο Οἰδίποδας εἶναι κι αὐτή ἀκανόνιστη μέ βαθιές αὐλάκιες γιά μάτια. Κατρακυλάει κι ἐκείνη μέ πρησμένα πόδια. Κι ὅταν ἀκίνητη, κρύβει ἀπό κάτω της μιά μοίρα, ἕνα ἑρπετό, τόν λησμονημένο μου ἑαυτό. Τήν πέτρα αὐτή τή λέω Οἰδίποδα. Γιατί ἐνῶ ἀπό μόνη της δέν ἔχει κανένα νόημα, ἔχει τό σχῆμα καί τό βάρος τῆς ἐκλογῆς. Τή λέω καί τή γλείφω. Ὥς τό τέλος τῆς ἱστορίας μου. Ὅσο νά καταλάβω τί θά πεῖ ἐκλογή. Ὅσο νά καταλάβω τί θά πεῖ τέλος.
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Katerina Anghelaki-Rooke | Mario Domínguez Parra
TENGO UNA PIEDRA
Lamo una piedra. Los poros de mi lengua se ajustan a los poros de la piedra. Mi lengua se seca y anda vagando hasta el enclave de la piedra que se apoya en la tierra, que tiene pegado sobre sí moho como sangre. De repente se me vuelve a salir la saliva, moja la piedra y la piedra rueda en mi boca. A esta piedra la llamo Edipo. Porque como Edipo es también asimétrica con profundos surcos por ojos. También aquélla se degrada a causa de los pies hinchados. Y cuando, inmóvil, oculta bajo ella un destino, un reptil, mi olvidado ser. A esta piedra la llamo Edipo. Porque mientras que por sí misma no tiene ningún sentido, tiene el esquema y el peso de la elección. La llamo y la lamo. Hasta el final de mi historia. Hasta entender qué querrá decir elección. Hasta entender qué querrá decir fin.
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Cuaderno Ático,
Ἡ ΖΕΣΤΗ
Στή ζέστη τῆς Ἑλλάδας τά κολλημένα στέρνα μας ἀνάβλυζαν νερά· ἔπινα τόν ἱδρώτα σου μαζί μέ τά φιλιά σου το ἄχ σου στή σκιά τοῦ παντζουριοῦ. Τήν ὥρα πού ἀνέβαινε τό ἄγριο μεσημέρι τοῦ τόπου ἐφούντωνες κι ἐσύ μέ τά τρελά τσουλούφια σου τά θεῖα τσίνορά σου τό γέλιο σου πολύεδρο μές στ’ ἁλμυρά πρίσματα τοῦ πάθους. Στήν τόση λάβρα στήν τόση ἀκινησία μέ μόνο ἴσκιο πάνω μας τό μαῦρο πεπρωμένο τά σκίτσα τῆς ὕπαρξής μας ἔμοιαζαν μ’ ἐξίσωση ἐντόμων. Κακοφορμίζει ὁ Αὔγουστος σάν ἀνοιχτή πληγή καί τά τζιτζίκια ἀστείρευτα θυμίζουν πάλι τόν ποιητή στοῦ ποιήματος τό τέλος. Ἄπνοια... Ἡ μύγα σχολαστικά τά πάντα π’ ἀσχημίζει ἐκάθισε στό πέος σου καί τρώει τό χυμό σου. Περνάει μέ τό μεγάφωνο αὐτός μέ τά καρπούζια· τό μεσημέρι πέφτει στά πόδια μου σάν κεφαλή κομμένη. — —
Katerina Anghelaki-Rooke | Mario Domínguez Parra
EL CALOR
En el calor de Grecia nuestros esternones unidos emanaban aguas; me bebía tu sudor junto con tus besos tu ah a la sombra de la contraventana. A la hora en que ascendía el salvaje mediodía del lugar también tú echabas brotes con tus locos mechones tus gloriosas pestañas tu risa poliédrica en los salados prismas de la pasión. Dentro de tanto bochorno dentro de tanta inmovilidad con el negro hado como única sombra sobre nosotros los dibujos de nuestra existencia semejaban una ecuación de insectos. Se infectó agosto como una herida abierta y las inextinguibles chicharras recuerdan de nuevo al poeta al final del poema. Calma… La mosca que escolástica lo afea todo se posó sobre tu pene y devora tu jugo. Pasa con el megáfono el de las sandías; el mediodía cae a mis pies cual cabeza cortada. — —
Cuaderno Ático,
Ἡ ἙΛΕΝΗ
Τό βαθύ νόημα τῶν ὀνείρων εἶναι τό σκοτάδι· οἱ ἰδέες τους ἐκφράζονται μέ ἄλλα ὄνειρα. Ἡ περιγραφή τοῦ ἐρώμενου εἶναι κι αὐτή μιά ἐρωτική πράξη. Σκέφτομαι = ζῶ μιά ἄλλη ζωή παράλληλη. Ὁ Ἔζρα Πάουντ κλείνει τά μάτια σφιχτά σάν νά τόν σουβλίζουν. Μές στή σιωπή του τά ποιήματά του ξαναρχίζουν τή ζωή τους ἀνανεωμένα. Ὁ κόσμος πού χάσκει ἀνοιχτός κάτω ἀπ’ τά πόδια σου περιμένει νά τοῦ πεῖς, ναί, ὅτι τόν ἀγαπᾶς, πρίν σέ καταβροχθίσει. Φτιάχνεις ἕναν ἔρωτα τότε γιά νά προστατευτεῖς ἀπ’ τό φαρδύ τοπίο. Ὁ Μενέλαος ἔχει ζήσει κι αὐτός τό δράμα τῆς έμορφιᾶς ὡς χαμένος. Μές στά ἄγαρμπα, πορφυρά του παντελόνια πλέει το πέος του σάν ψάρι σέ μολυσμένα ὕδατα. Ὄχι, ὄχι, καλύτερα νά τήν εἶχε φτιάξει αὐτός τήν Ἑλένη κι ἄς ἦταν ἕνα ποίημα μόνο.
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Katerina Anghelaki-Rooke | Mario Domínguez Parra
HELENA
El significado profundo de los sueños es la oscuridad; sus ideas se expresan con otros sueños. La descripción del amado es también un acto erótico. Pienso = vivo otra vida paralela. Ezra Pound cierra con fuerza los ojos como si lo estuviesen ensartando. En su silencio, sus poemas reinician renovados sus vidas. El mundo que se queda boquiabierto bajo tus pies sincero espera a que le digas, sí, que lo amas, antes de que te engulla. Construyes una pasión entonces para protegerte del ancho paisaje. También Menelao, como perdido, ha vivido el drama de la belleza. Dentro de sus pantalones vulgares, purpúreos, su pene navega como un pez en aguas contaminadas. No, no, mejor que él hubiese construido a Helena y ojalá sólo fuese un poema.
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Cuaderno Ático,
ΜΕΓΑΛΗ ΤΕΤΑΡΤΗ
Πρός τήν Ἀκρόπολη μιά Μεγάλη Τετάρτη... Νά λοιπόν πού κέρδιζε ἔδαφος ὁ ὑποψήφιος θάνατός μου κι ἐγώ ἀνέβαινα μέ τό σαράβαλο μηχανάκι τῆς καρδιᾶς μου, τά ζωώδη ἔνστιχτά μου ὅλα σ’ ἕνα κουτί κλεισμένα. Ἔγραψε ἀπ’ ἔξω ΕΡΩΤΑΣ καί τό κρατοῦσα παρασμάσχαλα. Καμπάνες συμπλήρωναν τή σπαραχτική εἰκόνα τοῦ τετελεσμένου κι ὁ μπλέ σκηνοθέτης ψηλά, πάντα ἀνικανοποίητος, φώναζε τούς κομπάρσους πόντικες νά ξαναπιάσουν τή σκηνή ἀπ’ τήν ἀρχή. «Ζηλεύω τόν Χριστό. Λάτρεψε τά πάθη του κι ἐνθουσιασμένος μέ τή λύση πού βρῆκε ἔβαλε τέλος σ’ ὅλες τίς ἐρωτικές ἱστορίες του μέ τόν κόσμο». Ἔλεγα στό συνοδό μου πού βάδιζε δίπλα μου σκυφτός γιατί τόν βάραινε ἡ εὐθύνη τοῦ ὡραίου.
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Katerina Anghelaki-Rooke | Mario Domínguez Parra
MIÉRCOLES SANTO
Hacia la Acrópolis un Miércoles Santo… Hete aquí que mi pretendiente la muerte ganaba terreno y que yo ascendía con la ruinosa maquinilla de mi corazón, todos mis instintos animales encerrados en una caja. Por fuera decía PASIÓN y la agarraba bajo el brazo. Las campanas complementaban el abrumador icono de lo consumado y el director azul de allá arriba, siempre insatisfecho, gritaba a los ratones figurantes que reanudasen la escena desde el principio. «Envidio a Cristo. Adoró sus sufrimientos y entusiasmado con la solución que halló dio fin a todas sus historias eróticas con el mundo». Decía a mi acompañante que andaba a mi lado encorvado porque le pesaba la responsabilidad de lo bello.
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Jorge Ortiz Robla AMOR FRENTE AL ESPEJO
Como la boca de los escultores [que tallaron todas y cada una de las piedras, desperdigadas en el tiempo, de esta ciudad] sabe a polvo, mis manos aún desprenden el aroma de tu carne. El ácido azul de tu mirada buscando monedas bajo el glaciar de la Fontana. El cuerpo húmedo de Anita Ekberg reflejado para siempre sobre su agua y el eco de ¡Marcello!, ¡Marcello! ¡Marcello!... retumbando sobre el trotar de los caballos que Nicola Salvi proyectó saliendo del mar, son mi Roma, mi amoR frente al espejo. [Tú bordeabas mi cuerpo, como un gato que observa y olfatea el material, aún desconocido]
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Cuaderno Ático,
E sobre la nieve. La pérdida de calor es la astucia del frio, al igual que la restricción de libertad es la base del miedo. El pájaro sobre la nieve, inerte, que acabará siendo un espacio vacío, cubierto, en esa fosa común de los trazos borrados por el tiempo.
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Teresa Domingo Catalá D , el aroma de tus ingles, todo tu cuerpo. Te ofrezco mis brazos para mecerte en las campiñas sembradas por tu esperma. Besa mi boca llena de ti, del sabor de tus muslos y tus islas, tus pies y tus lágrimas. Sé niño, sé hombre, sé viejo. Amo tus músculos, tus arrugas, tu orina y tu sangre.
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Cuaderno Ático,
M , , cómo crecen las espigas y en el medio, las amapolas. Mira el cielo, cómo lo inunda el alba, cómo lo tiñe de sangre, como si la menarca pudiera fluir con el nacimiento del sol. Yo soy el agua que origina el deseo, el palpitar de las alas en la fusión de tu cuerpo, igual que las algas me desnudo en mi mar, me besas y como una perra te imploro que nunca me dejes. En tus brazos, soy la semilla que plantas en las noches de amor, el pétalo insomne que acaricias con tus manos desnudas; las estrellas se encarnan en mí y te iluminan mis ojos. Derramas las flores en la oscuridad profunda de mis ingles y me conviertes en un jardín poblado por la hierba. El amanecer nos mira como si hubiéramos dormido y me encuentra preñada de hermosura, oliendo a ti, con tu sabor en mi boca y la uva fermentada entre mis muslos. Ich liebe dich, te digo con voz baja como si susurrara un secreto vergonzoso, te amo, mi niño, mi hombre como se ama al oasis y a las flores.
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Teresa Domingo Catalá
E me sacia. Como una noria miro tu cuerpo lentamente y ansío tu piel y tu palabra. ¡Oh ángel, dame sus pétalos para siempre, dame la lluvia, dame la brisa que se vierte entre mis muslos! Mis labios se desnudan en tu sangre como se desnuda la sombra, como palpita la luz en mi memoria.
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Cuaderno Ático,
E por los arrabales de la crucifixión. Un átomo húmedo deshace sus partículas en la boca y rememora mis mamadas, el tiempo en que me follabas como si el amor no pudiera terminarse, como si los cisnes se quedaran en el lago y el alquimista escribiera en tinta blanca. Me follabas con el alma entre las piernas, como el Minotauro que devoraba las doncellas sumido en la soledad del laberinto. Me follabas, y yo te veía sudoroso, como si el sudor fuera tan secreto como el semen, como si las aguas que se mezclaban en mi carne pudieran ser obscenas. Recuerdo cómo te pedía que envolvieras mi coño con tu polla, mi culo con tu polla, mis tetas elevadas a la ascensión del águila. Ahora, aún me embelesa tu hermosura, el vello de tu pubis, tus pestañas y tus ojos.
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Teresa Domingo Catalá
E , como papeles sucios, como semillas impregnadas de muerte en su torso amarillento. Sé que morirás. La certeza, quizá la única certeza, me impulsa hacia tus ingles y tus nalgas. Dadora de vida, la muerte se erige como la última ofrenda, el último acto del amor.
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Agustín Calvo Galán Nosotros, los pintores, parecemos estúpidos cuando hablamos. Sabemos algunas cosas, pero es en nuestros cuadros donde las decimos. M H V S
C , que numeran sus ojos y su exterminio, que son firmes en lo eterno e insignificantes mientras viven y vuelan, como las moscas soy, junto a cientos de miles de congéneres enterrados dentro de las vitrinas del aire, ordenadas por tamaños y lugares de procedencia, extremos reales, científicas, relatoras de su sin Historia, como las moscas esas soy, servil, deforme, amamantando leyes, genéticamente prosaica, hablando sin individualidad, persistente, extremidades atravesadas por un alfiler que me mantiene en la nada, elevada del suelo, a unos centímetros, sobre un pedestal, agujereada justo donde ya estaba agujereada, justo donde desde la boca hasta el ano, como bandera otra vez, mástil, atrapada en un hilo, congregada en mi hilera, encerrada en un cerco de dibujos
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Cuaderno Ático,
y representaciones comprensibles, aullando en lo mío, cercenada, centro y patria oblonga de pantalones fluorescentes. Del Cuaderno de Vieira da Silva (Inédito)
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Agustín Calvo Galán
SCHLAFZIMMER IN MURNAU
Eran tantas las ganas de encontrarte que no veo tus pinturas, no puedo verlas, sólo me veo a mí misma me estás mirando, me estoy mirando desde la foto expuesta sobre el escritorio. Dudo de mi nacionalidad, al igual que Viera da Silva, ¿habré perdido la mía por amar a un extranjero? Del Cuaderno de Gabriele Münter (Inédito)
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Robert Hass | Andrés Catalán TRES POEMAS DE ROBERT HASS (Traducción de Andrés Catalán)
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Cuaderno Ático,
SPRING
We bought great ornamental oranges, Mexican cookies, a fragrant yellow tea. Browsed the bookstores. You asked mildly, “Bob, who is Ugo Betti?” A bearded bird-like man (he looked like a Russian priest with imperial bearing and a black ransacked raincoat) turned to us, cleared his cultural throat, and told us both interminably who Ugo Betti was. The slow filtering of sun through windows glazed to gold the silky hair along your arms. Dusk was a huge weird phosphorescent beast dying slowly out across the bay. Our house waited and our books, the skinny little soldiers on the shelves. After dinner I read one anyway. You chanted, “Ugo Betti has no bones,” and when I said, “The limits of my language are the limits of my world,” you laughed. We spoke all night in tongues, in fingertips, in teeth.
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Robert Hass | Andrés Catalán
PRIMAVERA
Compramos unas naranjas decorativas estupendas, galletas mejicanas, un oloroso té amarillo. Echamos un vistazo a las librerías. Tú preguntaste suavemente, «Bob, ¿quién es Ugo Betti?» Un pajaril hombre barbudo (parecía un sacerdote ruso con su porte imperial y su gabardina negra desastrada) se giró hacia nosotros, se aclaró su culta garganta, y nos contó interminablemente quién era Ugo Betti. La lenta filtración del sol por las ventanas esmaltaba de oro la sedosa pelusa de tus brazos. El atardecer era una enorme y rara bestia fosforescente que moría lentamente en la bahía. Nuestra casa esperaba y nuestros libros, los flacuchos soldaditos en las estanterías. Después de cenar en cualquier caso leí uno. Cantaste, «Ugo Betti no tiene huesos», y cuando dije, «Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo», te reíste. Hablamos toda la noche en lenguas desconocidas, en yemas de dedo, en dientes. (Field Guide, )
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Cuaderno Ático,
MEDITATION AT LAGUNITAS
All the new thinking is about loss. In this it resembles all the old thinking. The idea, for example, that each particular erases the luminous clarity of a general idea. That the clownfaced woodpecker probing the dead sculpted trunk of that black birch is, by his presence, some tragic falling off from a first world of undivided light. Or the other notion that, because there is in this world no one thing to which the bramble of blackberry corresponds, a word is elegy to what it signifies. We talked about it late last night and in the voice of my friend, there was a thin wire of grief, a tone almost querulous. After a while I understood that, talking this way, everything dissolves: justice, pine, hair, woman, you and I. There was a woman I made love to and I remembered how, holding her small shoulders in my hands sometimes, I felt a violent wonder at her presence like a thirst for salt, for my childhood river with its island willows, silly music from the pleasure boat, muddy places where we caught the little orange-silver fish called pumpkinseed. It hardly had to do with her. Longing, we say, because desire is full of endless distances. I must have been the same to her. But I remember so much, the way her hands dismantled bread, the thing her father said that hurt her, what she dreamed. There are moments when the body is as numinous as words, days that are the good flesh continuing.
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Robert Hass | Andrés Catalán
MEDITACIÓN EN LAGUNITAS
Todo el nuevo pensamiento trata de la pérdida. En esto se parece al viejo pensamiento. La idea, por ejemplo, de que cada detalle borra la luminosa claridad de una idea general. De que el carapayaso picapinos que sondea el tallado tronco muerto de ese abedul negro es, por su mera presencia, una especie de trágica caída desde un mundo primigenio de luz íntegra. O la otra idea de que, porque nada hay en este mundo a lo que el arbusto de zarzamoras corresponda, toda palabra es elegía de lo que significa. Hablamos de ello anoche, tarde, y en la voz de mi amigo había una brizna de tristeza, un tono casi quejumbroso. Después de un rato entendí que, hablando de esta forma, todo se disuelve: justicia, pino, cabello, mujer, tú y yo. Hubo una vez una mujer a la que hice el amor y recuerdo cómo, al sujetar sus pequeños hombros con mis manos, a veces sentía un violento asombro ante su presencia como una sed de sal, del río de mi infancia con sus islas de sauces, música ridícula en el barco de recreo, lugares enlodados donde atrapábamos aquellos pececillos naranja-plateados llamados percas sol. Tiene poco que ver con ella. Anhelo, decimos, porque el deseo está lleno de distancias infinitas. Debo de haber sido algo similar para ella. Pero la recuerdo muy bien, la forma en que sus manos deshacían el pan, lo que le dijo su padre y que le hizo daño, las cosas que soñaba. Hay momentos en los que el cuerpo es tan numinoso como las palabras, días que son la carne prolongándose.
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Cuaderno Ático,
Such tenderness, those afternoons and evenings, saying blackberry, blackberry, blackberry.
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Robert Hass | Andrés Catalán
Tanta ternura, aquellas tardes y noches, diciendo zarzamora, zarzamora, zarzamora. (Praise, )
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Cuaderno Ático,
PRIVILEGE OF BEING
Many are making love. Up above, the angels in the unshaken ether and crystal of human longing are braiding one another’s hair, which is strawberry blond and the texture of cold rivers. They glance down from time to time at the awkward ecstasy— it must look to them like featherless birds splashing in the spring puddle of a bed— and then one woman, she is about to come, peels back the man’s shut eyelids and says, look at me, and he does. Or is it the man tugging the curtain rope in the dark theater? Anyway, they do, they look at each other; two beings with evolved eyes, rapacious, startled, connected at the belly in an unbelievably sweet lubricious glue, stare at each other, and the angels are desolate. They hate it. They shudder pathetically like lithographs of Victorian beggars with perfect features and alabaster skin hawking rags in the lewd alleys of the novel. All of creation is offended by this distress. It is like the keening sound the moon makes sometimes, rising. The lovers especially cannot bear it, it fills them with unspeakable sadness, so that they close their eyes again and hold each other, each feeling the mortal singularity of the body they have enchanted out of death for an hour or so, and one day, running at sunset, the woman says to the man, I woke up feeling so sad this morning because I realized that you could not, as much as I love you, dear heart, cure my loneliness, wherewith she touched his cheek to reassure him that she did not mean to hurt him with this truth. And the man is not hurt exactly, he understands that his life has limits, that people — —
Robert Hass | Andrés Catalán
EL PRIVILEGIO DE SER
Muchos están haciendo el amor. Muy arriba, los ángeles en el inalterable éter cristalino de los anhelos humanos se trenzan unos a otros el pelo, que es de un rubio rojizo y tiene la textura de un río helado. De tanto en tanto echan abajo un vistazo al torpe éxtasis —se les debe asemejar al chapoteo de unos pájaros desplumados en el charco de una cama— y entonces una mujer, está a punto de correrse, separa los párpados cerrados del hombre y dice, mírame, y él lo hace. ¿O es el hombre el que tira de la cuerda del telón en el teatro a oscuras? De cualquier manera, lo hacen, se miran el uno al otro; dos seres de ojos evolucionados, voraces, sorprendidos, conectados por el vientre con un increíblemente dulce pegamento lúbrico, se quedan mirándose, y los ángeles están desolados. Lo odian. Se estremecen lastimeramente como litografías de mendigos victorianos de facciones perfectas y piel de alabastro, vestidos con harapos en el sórdido callejón de una novela. Toda la creación se siente ofendida por esta angustia. Es como el sonido lastimero que la luna hace en ocasiones, al elevarse. Los amantes en particular no lo soportan, los llena de una tristeza indescriptible, de modo que cierran los ojos de nuevo y se abrazan, cada uno sintiendo la mortal singularidad del cuerpo que le han arrebatado a la muerte durante una hora o así, y un día, mientras corren al atardecer, la mujer le dice al hombre, me levanté tan triste esta mañana porque me di cuenta de que no puedes, por mucho que te quiera, amor mío, ponerle remedio a mi soledad, a la vez que le acaricia la mejilla para dejarle claro que no pretende herirle al decirle tal verdad. Y el hombre no se siente herido exactamente, entiende que la vida tiene límites, que la gente — —
Cuaderno Ático,
die young, fail at love, fail of their ambitions. He runs beside her, he thinks of the sadness they have gasped and crooned their way out of coming, clutching each other with old, invented forms of grace and clumsy gratitude, ready to be alone again, or dissatisfied, or merely companionable like the couples on the summer beach reading magazine articles about intimacy between the sexes to themselves, and to each other, and to the immense, illiterate, consoling angels.
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Robert Hass | Andrés Catalán
muere joven, fracasa en el amor, fracasa en sus ambiciones. Corre a su lado, piensa en cuánta tristeza han jadeado, esquivado a base de hablarse suavemente, aferrados el uno al otro con antiguas, inventadas formas de cortesía y torpe gratitud, listos para encontrarse solos de nuevo, o insatisfechos, o simplemente complacientes como las parejas que en verano en la playa leen artículos de revistas acerca de las relaciones íntimas entre los sexos para sí mismos, o en voz alta para el otro, y para los inmensos, analfabetos, reconfortantes ángeles. (Human Wishes, )
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Invierno , Manuel Chaín Pérez
Eduardo Moga [LA PALABRA, ¿QUÉ HIELO ES…?] de septiembre de : en una reunión en la que se debatía cuándo hay que computar en el presupuesto las subvenciones otorgadas.
La palabra ¿qué hielo es, que temblor de luciérnaga, qué astilla multiplicada en el círculo rectangular de este fuego indoloro? La palabra ¿por qué se abstiene, en qué alacena alumbra su silencio? ¿Y dónde están mis manos, las manos que susurran lo incompareciente, lo que decae en una oscuridad sin huida? La palabra ¿por qué es tiempo, qué hace cuando me extingo, qué conclusión extrae de mis ojos amordazados, qué invoca contra el estallido que es piedra, turbulentamente nada? La palabra ¿comunica? La palabra ¿verdea, esplende, se me cuelga de las pestañas como una argolla de alas, como un sol cuya indiferencia nos asesinara, embarrancado en la negrura de las tildes, en los derrumbaderos pulmonares? La palabra ¿está,
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Cuaderno Ático,
oye, incumbe? Me la arranco, como a hiedra que me creciera en el pecho; es la ausencia que soy, la expugnación del centro, la soledad de esta noche que se extiende por el bosque hiriente del ahora. Esta palabra que vuela, oleosa de asuntos, cuyas sílabas se enmarañan en el territorio inhóspito del aire, alcanza el sueño, el dolor. Ahí, espiral, escribo, callo, muero.
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Javier Gil Martín POESÍA SOCIAL
Quieras o no la planta tiene que estar ahí, donde su voz surgió y no donde la voz de la nostalgia quiso evocarla.
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Cuaderno Ático,
BADAJO
Como el badajo toca la campana, así el hombre chocando con la vida, musicando los límites del mundo, se arrastra friccionando por la tierra. Qué inconsciencia la suya, percutir sin saber, en verdad, qué ha percutido.
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Javier Gil Martín
DE URGENCIA
Un pañuelo blanco en la ventana de un coche ocupado por la certeza de que, una vez atravesada la ciudad, saltados los semáforos, desangrada la vida y sus metáforas, el poeta habrá de morir.
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Cuaderno Ático,
CICATRIZ
Cicatriz, cuerpo del delito y delito del cuerpo, mapa de la vida, recuerdo no pedido, beso en la piel, nuca del canto. Cicatriz, éxtasis de la célula, explosión de la célula.
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Javier Gil Martín
SEIS POÉTICAS CON FORMA DE CRIMEN Nos buscamos los dos. Ojalá fuera éste el último día de la espera. J L B
I. T Tengo que ir lentamente que se sepa que he amado toda forma de matarte
II Yo sé que sobrevive por tu espalda —no lo niegues— ese frío intensísimo tan pocas veces confesado incómodo como una presencia extraña en la cama o un cuchillo.
III. L A eso de la una, más o menos, comenzó la espera. Eran las dos ya casi y mi envidiable paciencia se empezó a quebrar. A las tres di un suspiro, el suspiro que antecede al crimen.
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Cuaderno Ático,
Más o menos a las cuatro estaba armado hasta los dientes, era toda mi ropa arma blanca o de fuego. Ya tocaron las cinco, ya te espero en tu cuarto y está claro que uno de los dos ha de morir: tu sombra o esta sombra que siempre di por mía.
IV. A quiero perder tu rastro mientras pueda asir tus manos
V. R Yo, cada día, —ya sólo en tu regazo llega la calma— sé menos del amor —cuando la calma es muerte.
VI. C El son que aquella forma otorga a los oídos del atleta destila y enamora, altera la materia y luego se convierte en blanca estela.
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Javier Gil Martín
POEMAS DE LA BANCARROTA
Vivimos en situación precaria, amamantando a la musa
*** Ú El útero es un patrimonio colectivo, pero no, señora, su útero, evidentemente, sino la palabra útero y el útero que alberga esa palabra.
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Hablar solo, sólo no ser otra cosa que palabras para nada para nadie
*** D Habrá cosas de mí con que yo pueda seguir hacia delante y entonces no respirar sino
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Cuaderno Ático,
oír respirar; no vivir, oír vivir.
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Voy perdiendo la izquierda, yo, zurdo, y a fuerza de no querer quedarme solo voy quedándome solo.
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Sobrevuelan los cadáveres el cadáver del buitre
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Tanto siglo XX para esto
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Llega un momento en que uno ya duda hasta de su espinita clavada
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Javier Gil Martín
C (Con L. M. Rabanal)
Creo recordar que las palabras supuraban y el muerto no decía ni pío, bastaba con esa supuración.
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Invierno , Manuel Chaín Pérez
LA BIBLIOTECA
Olga Bernad LA PESADORA DE PERLAS
Alguno de ustedes recordará a Lucrecia Panciatichi, helada dentro de su ardiente vestido rojo, con esa rara calidez distante, atrapada en su cuadro, llevando con dignidad su condena y su reino. La sucia piel de la maldad y su variante sosa, el sentimentalismo, no rozan nunca esa mirada consciente, aunque pueden estropearla buscándole adjetivos. Pero ella no está sola. Bronzino murió hace tiempo y ahora sus ojos ya no sienten la imagen del pintor que la adoraba; sin embargo, ayer volví a buscar en el centro de esas pupilas y en ellas se asomaba el cuadro de la pared de enfrente. Mi habitación destartalada acoge, como la memoria, cuadros que se dibujan con exactitud y más tarde se velan, y un día vuelven a su sitio para quedarse. Ella, la otra, había vuelto después de muchos años a pesar perlas blancas, tan concentrada y triste, igual que una virgen dócil y precisa pesaría nuestras almas: delicadeza y paz, justicia inamovible en la balanza que pende de sus dedos, la luz casi divina que prefiere su rostro concentrado y deja al fondo el Juicio Universal, el oscuro tapiz que enmarca su carita inmaculada. Esa dulzura está llena de poder e inteligencia, ella está ensimismada pero ausente, lejos de sí misma y de las cosas. No juega con las perlas. Con la vida en su vientre, la balanza en su mano, la lucidez se entrega a su misterio. Y Lucrecia comprende. Lucrecia nunca teme, es joven para siempre y el miedo es imposible durante tanto tiempo. También yo entiendo que el juicio final tal vez sea dulce, pero será preciso, justo y necesario. Y será inevitable. Todo es exacto. Vermeer no retocaba. Solidez inamovible, algo tan contundente y tan lleno de razones y, al mismo tiempo, la delicada luz y el frágil equilibrio, el peso de cada pequeña perla iridiscente, estremece el momento que ha parado como quien entrega una verdad y conmueve, fijando para siempre un instante privilegiado que ya no volverá. Las tengo frente a frente en mi memoria, la habitación imposible donde aún elijo los motivos de mi complacencia. Las acuno con versos de mi gusto y acaso ellas vigilan mientras duermo. Me dejan muy adentro el recuerdo o el eco de lo lejano o alto, tres segundos de gracia en mis pulmones. — —
Cuaderno Ático,
Y luego el mundo, que es mi territorio. Expulso el humo, apago el cigarrillo, cierro la puerta y cumplo la jornada. Olga Bernad (Algunos cisnes negros, Ediciones de la Isla de Siltolá, Sevilla, )
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Javier Pérez Walias | Mezouar El Idrissi LA CASA PINTADA
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اﻟﺒﯿﺖ اﻟﻤﺼﺒﻮغ Poema de Javier Pérez Walias perteneciente a su libro Largueza del instante (León, ) en versión bilingüe española/árabe. Traducido al árabe por el poeta y crítico Mezouar El Idrissi .
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Cuaderno Ático,
LA CASA PINTADA Esta casa mira al norte hacia las lagunas de helechos, esta casa mira al sudeste azotada por el aliento de los que piden limosna. J C M
Crece la mañana como crece el pensamiento bajo esta lluvia. Crece la mañana y, a veces, en el recuerdo, la luz es como un ácido amarillo que se esparce. Esta luz tenue que —todavía— cae, casi sin fuerzas, hacia este otro lado del jardín, sobre mi rostro por las madreselvas de la casa. El instante otorga agua de mar al pez herido cuando llora y al pájaro en su vuelo de aceite, así las voces sufren porque llega el rumor del silencio y se pierden como se perdieron los grillos de la conciencia más allá, en los vértices de los rincones. Hasta en la más limpia desnudez encontrarás algún motivo para el desaliento alzaste la voz desde el otro lado de las alambradas o de la puerta. — —
| Mezouar El Idrissi
Javier Pérez Walias
اﻟﺒﯿﺖ اﻟﻤﺼﺒﻮغ ﻫﺬا اﻟﻤﻨﺰل ﯾﻨﻈﺮ ﺷﻤﺎﻻ ﺟﻬﺔ ﺑﺤﯿﺮات اﻟﺴﺮﺧﺲ ﻫﺬا اﻟﻤﻨﺰل ﯾﻨﻈﺮ ﺟﻨﻮبَ ﺷﺮقَ وﻫﻮ ﯾُﺠْﻠَﺪ ﺑﻨَﻔَﺲ اﻟﺬﯾﻦ ﯾﻄﻠﺒﻮن ﺻﺪﻗﺎت. ﺧﻮان ﻛﺎرﻟﻮس ﻣِﺴْﺘْﺮِي
ﯾﻨﻤﻮ اﻟﺼﺒﺎح ﻣﺜﻠﻤﺎ ﯾﻨﻤﻮ اﻟﻔﻜﺮ ﺗﺤﺖ ﻫﺬا اﻟﻤﻄﺮ. ﯾﻨﻤﻮ اﻟﺼﺒﺎح ،وأﺣﯿﺎﻧﺎ، ﻓﻲ اﻟﺬﻛﺮى ،ﯾﻐﺪو اﻟﻨﻮر ﻛﺤﺎﻣﺾ أﺻﻔﺮ ﯾَﺘﺸَﺘﱠﺖ. ﻫﺬا اﻟﻨﻮر اﻟﺒﺎﻫﺖ اﻟﺬي –ﻟﻶن -ﯾﺴﻘﻂ، ُﻣﻨْﻬَﻜًﺎ ﺗﻘﺮﯾﺒًﺎ، ﺟﻬﺔَ ﻫﺬه اﻟﻨﺎﺣﯿﺔ اﻷﺧﺮى ﻣﻦ اﻟﺒﺴﺘﺎن ،ﻋﻠﻰ وﺟﻬﻲ ﻋﺒﺮ زَﻫﺮ ﻋَﺴَﻞ اﻟﻤﻨﺰل. ﺗﻤﻨﺢ اﻟﻠﺤﻈﺔُ ﻣﺎء اﻟﺒﺤﺮ ﻟﻠﺴﱠﻤﻚ اﻟﺠﺮﯾﺢ ﺣﯿﻦ ﯾﺒﻜﻲ وﻟﻠﻄﺎﺋﺮ أﺛﻨﺎء ﻃﯿﺮاﻧﻪ اﻟﺰﯾﺘﻲ، ﻫﻜﺬا ﺗﻌﺎﻧﻲ اﻷﺻﻮا ُ ت ﻷنﱠ ﺿﻮﺿﺎء اﻟﺼﻤﺖِ ﯾﺼﻞ وﻫﻲ ﺗﻀﯿﻊُ ﻣﺜﻠﻤﺎ ﺿﺎﻋﺖْ ﺟُﺪاﺟﺪ اﻟﻮﻋﻲ ﻓﻲ اﻷﺑﻌﺪ، ﻓﻲ رؤوس اﻟﺰواﯾﺎ. ﺳَﺘَﺠﺪ ﺣﺘﻰ ﻓﻲ اﻟﻌُﺮي اﻷﻧﻘﻰ داﻓﻌﺎ ﻣﺎ ﻟﻠﯿﺄس رﻓﻌﺖَ اﻟﺼﻮتَ ﻣﻦ اﻟﺠﻬﺔ اﻷﺧﺮى ﻟﻸﺳﻼك اﻟﺸﺎﺋﻜﺔ أو اﻟﺒﺎب.
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Cuaderno Ático,
Y yo te contesté con un gesto tímido de mi mano. Sobre el pálpito amarillo de las cometas los niños cabalgan y resoplan nerviosos junto a las nubes y el húmedo columpio de los frutales queda preso en una cárcel (ya lejana) de horas baldías y barrotes ignominiosos. Un instante no es tiempo para dejar atrás el páramo infeliz y despoblado de la tristeza susurraste —entre dientes— para que solo yo te escuchara, porque allí, al sol, igual que una lagartija sobre la piedra, ahora descansa el cansancio de una arboleda rota. Tu mano bebe del zumo que dejó la lluvia en los cristales. Y el soplo de luz, cuando mancha los limones y los manteles, otorga vida a la casa como un reguero de azufre que se esparce cada vez más y más deprisa. Tus ojos beben del zumo que dejó la lluvia en los cristales. Y en las paredes persisten las caricias de tus dedos indelebles. Pero el instante es un soplo de presente que se esparce cada vez más y más despacio. — —
| Mezouar El Idrissi
Javier Pérez Walias
وأﻧﺎ أﺟﺒﺘُﻚ ﺑﺤﺮﻛﺔ ﺧﺠﻠﻰ ﻣﻦ ﯾﺪي. ﻓﻮق اﻟﻮﺟﯿﺐ اﻷﺻﻔﺮ ﻟﻠﻤُﺬﻧﱠﺒﺎت ﯾﺮﻛﺾ اﻷﻃﻔﺎل وﺗﻠﻬﺚ أﻋﺼﺎبٌ ﺟﻨﺐ اﻟﻐﯿﻮم، وﻏﺪت اﻷرﺟﻮﺣﺔُ اﻟﻨﺪﯾﱠﺔ ﻟﻸﺷﺠﺎر اﻟﻤﺜﻤﺮة أﺳﯿﺮةً ﻓﻲ ﺳﺠﻦ )ﺑﻌﯿﺪ اﻵن( ﻟﺴﺎﻋﺎت دون ﻃﺎﺋﻞ وﻗﻀﺒﺎن ﻣﺨﺰﯾﺔ. ﻟﺤﻈﺔٌ ﻫﻲ ﻟﯿﺴﺖ وﻗﺘﺎ ﻛﻲ ﯾُﺘﺮَك ﻓﻲ اﻟﺨﻠﻒ ﻗﻔﺮُ اﻟﺤﺰنِ اﻟﺘﻌﯿﺲ واﻟﻤﻬﺠﻮر ﻫﻤﺴﺖَ -ﺑﯿﻦ اﻷﺳﻨﺎن -ﻛﻲ أﺳﻤﻌَﻚ أﻧﺎ وﺣﺪي ﻷﻧﻪ ﻫﻨﺎك، ﺗﺤﺖ اﻟﺸﻤﺲ، ﺷﺄن ﺿَﺐﱟ ﺻﻐﯿﺮ ﻓﻮق ﺣﺠﺮ ،ﯾﺴﺘﺮﯾﺢ اﻵنَ ﺗَﻌَ ُ ﺐ أﺟَﻤﺔٍ ﻣﺤﻄﱠﻤﺔ. ﺗﺸﺮَبُ ﯾَ ُﺪكَ اﻟﻌﺼﯿﺮ اﻟﺬي ﺧﻠﱠﻔﻪ اﻟﻤﻄﺮ ﻋﻠﻰ زﺟﺎج اﻟﻨﻮاﻓﺬ. وﻧﻔﺜﺔ اﻟﻨﻮر ،ﺣﯿﻦ ﯾﺒﻘﱢﻊ رﻛﯿﺰةَ اﻷدراج واﻟﺸﺮاﺷﻒ، ﺗﻤﻨﺢ ﺣﯿﺎةً ﻟﻠﺒﯿﺖ ﻛﺘﯿﺎر ﻛﺒﺮﯾﺖ ﯾﺘﺸﺘﺖ ﻛﻞ ﻣﺮﱠة أﻛﺜﺮ وأﻛﺜﺮ ﻋﺠﻠﺔ. ﺗﻨﻬﻞ ﻋﯿﻨﺎك اﻟﻌﺼﯿﺮ اﻟﺬي ﺧﻠﱠﻔﻪ اﻟﻤﻄﺮ ﻋﻠﻰ زﺟﺎج اﻟﻨﻮاﻓﺬ. وﻋﻠﻰ اﻟﺠﺪران ﺗﺴﺘﻤﺮ ﻣﻼﻃﻔﺎت أﺻﺎﺑﻌﻚ ﻏﯿﺮَ ﻣﻤﺤُﻮﱠة. ﻟﻜﻦ اﻟﻠﺤﻈﺔَ ﻧﻔﺜﺔُ ﺣﺎﺿﺮ ﯾﺘﺸﺘﺖ ﻛﻞﱠ ﻣﺮة أﻛﺜﺮ وأﻛﺜﺮ — —
Cuaderno Ático,
Y la quietud y tu presencia, como la fruta, nacieron para calmar la necesidad de los que ofrecen con las manos vacías, para calmar la sed de los surtidores en los amaneceres sin pestañas, de los que buscan ser redimidos por una alameda de ángeles o por un erial abierto para la escaramuza de sobrevivir —en ningún otro paraíso— o por la naturaleza muerta de las luminarias en los acordeones. Tu corazón bebe del zumo que dejó la lluvia en las alcobas. Y en la pared desnuda, al fondo del pasillo, junto a la cocina, colgaste el último óleo sobre tabla: un jarrón con violetas y un pañuelo blanco de lino con iniciales. Crece la mañana como crece el pensamiento bajo esta lluvia. En el jardín aún nevado, ha crecido, de pronto, un bosque rojo de acerolas para consuelo de la multitud y ante el vómito del desastre y los valles poco iluminados de la muerte.
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| Mezouar El Idrissi
Javier Pérez Walias
ﺗﺄﻧﱢﯿﺎ. واﻟﺴﻜﯿﻨﺔ وﺣﻀﻮرك ﻣﺜﻞ اﻟﻔﺎﻛﻬﺔ، ُوﻟِﺪا ﻛﻲ ﯾﻠﺒﱢﯿﺎ ﺣﺎﺟﺔ ﻣﻦْ ﯾﻤﻨﺤﻮن ﺑﺎﻟﯿﺪ ﻓﺎرﻏﺘﯿْﻦ، ﻛﻲ ﯾُﻄﻔﺌﺎ ﻇﻤﺄ اﻟﻨﺎﻓﻮرات ﻓﻲ اﻟﺼﺒﺎﺣﺎت اﻟﺘﻲ ﺑﻼ أﻫﺪاب، ﻟﻤﻦ ﯾﺒﺤﺜﻮن ﻋﻦ أن ﯾﻐﺪوا ﻣَﻔْﺪِﯾﱢﯿﻦ ﺑﻤﻤﺮﱟ ﻣﺤﻔﻮف ﺑﻤﻼﺋﻜﺔ أو أرضٍ ﺑﻮر ﻣُﺸﺮﻋﺔ ﻷﺟﻞ ﻣﻨﺎوﺷﺔ اﻻﺳﺘﻤﺮار ﻗﯿﺪ اﻟﺤﯿﺎة وﻻ ﺣﺘﻰ ﻓﻲ أيّ ﺟﻨﺔ أﺧﺮى-أو ﻋﺒﺮ اﻟﻄﺒﯿﻌﺔ اﻟﻤﯿﺘﺔ ﻷﺿﻮاء اﻷﻛﺮودﯾﻮﻧﺎت. ﯾﻨﻬﻞ ﻗﻠﺒُﻚ ﻣﻦ اﻟﻌﺼﯿﺮ اﻟﺬي ﺧﻠﱠﻔﻪ اﻟﻤﻄﺮ ﻋﻠﻰ ﻏﺮف اﻟﻨﱠﻮم. وﻓﻲ اﻟﺠﺪار اﻟﻌﺎري ،ﻋﻨﺪ ﻧﻬﺎﯾﺔ اﻟﻤﻤﺮ ،ﺟﻨﺐَ اﻟﻤﻄﺒﺦ، ﻋﻠﱠﻘﺖ آﺧﺮ رﺳﻢ زﯾﺘﻲ ﻋﻠﻰ ﻟﻮﺣﺔ: ﻣﺰﻫﺮﯾﺔ ﺑﺒﻨﻔﺴﺠﺎت وﻣﻨﺪﯾﻞ أﺑﯿﺾ ﻣﻦ ﻛﺘﺎن ﺑﺤﺮوف أوﻟﻰ. ﯾﻨﻤﻮ اﻟﺼﺒﺎح ﻣﺜﻠﻤﺎ ﻧﻤﻮ اﻟﻔﻜﺮ ﺗﺤﺖ ﻫﺬا اﻟﻤﻄﺮ. ﻓﻲ اﻟﺒﺴﺘﺎن اﻟﺬي ﻻ ﯾﺰال اﻟﺜﻠﺞ ﺑﻪ، ﻓﺠﺄةً ﻧﻤﺖ ﻏﺎﺑﺔُ زُﻋﺮور ﺣﻤﺮاء ﻋﺰاءً ﻟﻠﺤﺸﻮد وأﻣﺎم ﺗﻘﯿﱡﺆ اﻟﻜﺎرﺛﺔ وودﯾﺎن اﻟﻤﻮتِ ﺑﺎﻫﺘﺔِ اﻹﺿﺎءة.
ﺗﺮﺟﻤﺔ :ﻣﺰوار اﻹدرﯾﺴﻲ
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Este tercer número de C Á ha sido compuesto en XETEX sobre un sistema Linux con tipografías Sabon, Optima y Gill Sans en invierno de