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MERCADO DE LA ALFALFA
Para Victoria e Ismael
Están aquí, salidos de las páginas de un bestiario doméstico, y llenan con su música distinta las horas matinales del domingo. De tierra, mar y aire, ahora encerrados en acuarios y jaulas, en derrotadas cajas de cartón, despertando ilusiones. Ante los ojos infantiles se despliega el mundo y su diversa maravilla: cantos, pelajes, miradas se amontonan en este zoco feliz y demorado, y el niño se imagina en aventuras posibles, tan cercanas que siente que es un dios y en su paseo por el pequeño paraíso va creando otra vez los animales.
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Cuando pasen los años, será de nuevo el hombre que los nombra.
Juan Lamillar