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Respuesta obscura

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Señales de muerte

Señales de muerte

Ximena Gutiérrez

Durante mi niñez, en todo momento tuve la sensación de sentirme vigilado, no era un ente real, tampoco mi sombra, lo percibía más como una mirada dirigida hacia mí a lo lejos cuando me encontraba de espaldas, conforme fui creciendo y los años me brindaban un aspecto mayor, llegué a indagar nuevamente sobre ello. Le pregunté a distintas personas si ellas habían experimentado la misma sensación, donde alguien los vigilaba en todo momento, sin embargo, las diversas respuestas recibidas, eran negativas, recalcando la soledad humana, la cual está presente desde nuestro nacimiento, por ello, hubo muchos, los cuales me hicieron dudar, teniendo que replantear mi idea una y otra vez. Conforme enfrentaba distintas experiencias, sentía aquella mirada, la cual era más penetrante cuando me encontraba triste o al borde de una situación, en donde mi vida podría peligrar, pero cuando retrocedía y observaba hacía atrás como siempre, jamás encontraba a alguien, sin embargo, sentía aquella presencia acompañándome. Cansado por mi postura, durante la madrugada, salí de mi cama para investigar sobre esta sensación tan extraña, decidí trabajar día y noche hasta conseguir un reparo a lo que me había atormentado. Consulte libros, enciclopedias e incluso navegue en la internet, ninguno de estos recursos fueron suficientes para mi indagatoria, porque cada información revoloteaba más en mi cabeza. Deliberé dejar la información documental y acudí con personas relacionadas con temas esotéricos, llevándome una gran desilusión pues me mencionaron que podría tratarse de una brujería, la cual alguien había realizado para mí, por lo tanto si deseaba conocer más sobre ese trabajo debería realizar un pago por sus servicios, sin otro remedio, salir del lugar.

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Mientras me encontraba averiguando, con mayor interés, estando más cerca de la verdad, un dolor insoportable invadió mi pecho, caí desde mi silla al suelo, cerrando los ojos. Al abrirlos, junto a mí, estaba una hermosa mujer, con un vestido de gala largo, en tono morado; llevaba puesto un sombrero que le cubría la cara. Entre mi dolor y desconcierto, le pregunté quién era, sin demora contestó “soy la respuesta que buscas, tu cuidadora eterna y he venido por ti”, me levanté yendo hacia ella. Cuando mi esposa bajó al estudio, encontró mi cuerpo sin vida.

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