Publicación FPDS-CN Marzo 2015

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EDITORIAL

Apoyamos al FIT y seguimos

construyendo

una izquierda anticapitalista,

feminista y latinoamericana Las dos veredas. El ajuste que se viene. La unidad de la izquierda. Importancia y necesidad de una nueva izquierda en “búsqueda”. Una campaña nacional y unificada

La temprana y larga campaña electoral produce una mezcla de bronca y rechazo ante candidatos que se adjudican -sin ponerse colorados- tener soluciones para los problemas de un pueblo con el que poco tienen que ver. El libro de pases entre las “veredas” K y anti K –a la que pretenden de uno y otro lado contradicción principal del país- está abierto hace ya tiempo y no sorprende que quienes un día se lanzan mutuas acusaciones, al otro se tiren flores como aliados. Una causa de tanta superficialidad se encuentra en el límite cada vez más impreciso entre quienes defienden un neoliberalismo que saqueó al país y un kirchnerismo que -con gran iniciativa política y pretensiones “nacionales y populares”- se manejó acorde a las reglas del capitalismo “serio” y a la reconstrucción de la institucionalidad corrupta y antidemocrática contra la que el pueblo se rebeló en el 2001. A dos años de su desaparición física, vale destacar la diferencia entre un Hugo Chávez que asumió jurando sobre la “moribunda Constitución” e incitó a que el pueblo asumiera las tareas que el viejo Estado no quería ni podía hacer, con un kirchnerismo que se apoyó en los viejos partidos e instituciones para restringir al pueblo a simple receptor de políticas sociales y espectador de actos y festivales.

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Innegables conquistas obtenidas por décadas de lucha popular y que el kirchnerismo, con lucidez y a diferencia de gobiernos anteriores, reconoció, fueron utilizadas para desmovilizar y fragmentar, recomponiendo la casta de políticos profesionales, jueces, burócratas sindicales, represores de uniforme, sotana o saco y corbata, remendando una avejentada democracia liberal donde la participación popular se restringe a votar cada dos años y su protagonismo es desalentado o castigado.

En la otra vereda, una parte de las grandes corporaciones, con sus obedientes políticos y multimedios, alimentan el odio de sectores de clase media paqueta y de los que aún creen que si lo dice la TV es cierto, porque no soportan siquiera la existencia discursiva de algo llamado “pueblo” ni que su gran modelo “civilizatorio”, los EE.UU., hayan perdido la exclusividad de las “relaciones carnales” y deba compartirlas con el imperialismo emergente chino. Y mucho más los ponen locos los gestos latinoamericanistas. Prefieren mirar a Europa y no a Venezuela, Bolivia o Cuba, tras el mito de la Argentina blanca y sin pueblos originarios. Hay compañeros y compañeras –con muchos de los cuales compartimos y seguiremos compartiendo las luchas- que suponen que junto al kirchnerismo se pueden crear condiciones para la transformación social e incluso el socialismo. O que, más defensivamente, quien no está con el kirchnerismo le hace el juego a la derecha. Pero si tras estos 12 años de gobierno es la derecha la que viene avanzando, es porque el propio gobierno ha minando la relación de fuerzas abierta tras la rebelión popular de fines del 2001. Así les despeja el camino para gobernar la Argentina contra el pueblo. Y si las recientes marchas del 18 F y 1M demuestran que estas veredas han logrado una polarización importante, no es menos cierto que la realidad de quienes trabajamos y somos parte del pueblo de este país, no encaja en ninguna de ellas ni puede restringirse a optar entre el menú K o anti K.

“Salvaje” o “con rostro humano”, se viene un ajuste

Más allá de quien resulte vencedor -cuestión hoy imposible prever aunque probablemente se dirimirá entre Daniel Scioli y Mauricio Macri- se puede afirmar -con una gran seguridad- que el próximo gobierno, sea cual fuere, intentará aplicar un ajuste antipopular. Si históricamente a cada ciclo de aumento del consumo le sigue un período de ajuste para elevar la tasa de ganancia empresaria, en las condiciones de la actual crisis económica mundial, los candidatos del capital –ya sea del “salvaje” o el del “rostro humano”- se espera devalúen, aumenten tarifas, tiendan a que los salarios y jubilaciones vayan por detrás de los precios y acuerden con los fondos buitres la continuidad del pago de una fraudulenta deuda externa de la que este gobierno ya pagó más de 192 mil millones de dólares, sin por ello significara ningún avance concreto en el promocionado “desendeudamiento”. Y si el kirchnerismo no avanzó aún a fondo en el ajuste que las corporaciones pretenden, fue sin em-


bargo construyendo un escenario social que facilita su aplicación: fomentando un imaginario en el que inversiones de corporaciones como Chevron o Monsanto aportarían al desarrollo, sumándose al coro de quienes suponen que el crecimiento empresario termina derramando sobre los trabajadores (lo que nunca sucede); ninguneando voces discrepantes de la izquierda y de organizaciones populares. Y asimismo, mantiene las herramientas para “convencer” a palos. La designación de un represor como Milani al frente de las FF.AA y de la inteligencia militar, de un Berni como secretario de seguridad, el espionaje sobre militantes populares, la multiplicación del “gatillo fácil”, así como la sanción de la Ley Antiterrorista, son hechos contundentes en la dirección de una mayor represión y criminalización de la protesta. Con este panorama, se hace imprescindible avanzar en la unidad de las izquierdas en todo el país para apoyar e impulsar las luchas contra el ajuste, para enfrentar a las burocracias sindicales -como se hizo con éxito en las “multicolores” docentes- y para construir un polo que en las elecciones rompa el consenso posibilista, mostrando una sólida alternativa al capitalismo.

¿De casa al trabajo y del trabajo a casa? La crisis civilizatoria Esta frase con la que hace años se convocaba a la pasividad popular hoy resultaría inaplicable. Porque son muchos los compañeros y compañeras que, tras la “década ganada” no tienen ni uno ni la otra. Y poco sirven comparaciones con el pico de la crisis, cuando ya es parte estructural de la realidad cotidiana de millones. Y cuando, mientras escribimos, se agregan miles más que perdieron todo con las inundaciones que anegan cinco provincias argentinas.

La responsabilidad no se encuentra en la fatalidad ni en las asignaturas “pendientes” del modelo, sino en su aplicación. El monocultivo sojero, nacido durante el neoliberalismo pero alentado durante el ciclo actual, es responsable tanto de la deforestación e impermeabilización de los suelos que impiden el escurrimiento de las aguas tras las grandes lluvias, como del boom inmobiliario que resulta la cara urbana del saqueo extractivista. Miles de familias pierden sus viviendas o son expulsadas del campo a las villas en las ciudades. Similar proceso se repite con la fractura hidráulica para la extracción de petróleo o con la minería a cielo abierto, importando más las ganancias corporativas que la preservación de la naturaleza, la salud de la población y las fuentes de trabajo.

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La otra faz del modelo, que no puede ocultarse tras los avances legislativos en la “equidad”, es la expansión de la trata de personas y del narcotráfico, que constituyen la cara ilegal del mismo modelo de socie-

dad y tiene los mismos actores: empresarios, narcos, políticos, barras, jueces y fuerzas de seguridad. Necesitamos por tanto, como pueblo, ir más allá de la cosmética que de una u otra vereda nos prometen y de la que no pueden escapar al pararse ambas sobre bases productivistas y dependientes. No se trata de optar entre atacar o profundizar el “modelo”, sino de superar el modelo de civilización que el capitalismo nos propone. Nuestra sobrevivencia como pueblo y la propia existencia de la humanidad sobre la tierra es la que está en juego. En este rumbo, las batallas a dar por tierra y vivienda, por el derecho a la ciudad, por el derecho al trabajo y a una vida sin precarización, por una educación y salud pública y popular, por poner la deuda interna por encima del pago de la fraudulenta deuda externa, por el derecho a un ambiente sano, por terminar con el patriarcado y por la integración de los pueblos latinoamericanos, constituyen algunos pilares para la transformación radical del país y de la sociedad, a través del protagonismo y autorganización del pueblo trabajador y de su recomposición independiente como clase; recomposición a la que desde las izquierdas tenemos mucho a aportar.

Hacia una campaña electoral unificada y nacional de la nueva izquierda independiente y los movimientos político-sociales llamando a votar al FIT En este año, un hecho político central serán las elecciones, que ya dominan el escenario. Importantes pero no excluyentes, como están demostrando, entre otros, los docentes que en varias provincias salieron a luchar por el salario y en defensa de la educación. En este marco, muchos vecinos, compañeros de trabajo o estudio, nos preguntan ¿a quién votar?

Nosotros/as votaremos y llamamos activamente a votar a las listas del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT). Al tratarse de elecciones presidenciales, en las que las alternativas tienden a una mayor polarización, la batalla a dar para asegurar una fuerte presencia de la izquierda frente a las diversas opciones de las derechas deberá ser mayor. La oportunidad existe, dado el corrimiento a la derecha de todo el arco político, la podredumbre del sistema institucional “democrático”, las peleas entre los de arriba y la existencia de un pueblo que va juntando bronca y no está derrotado, a pesar de las divisiones y confusiones alentadas durante la última década. Los importantes resultados electorales obtenidos por el FIT y por expresiones locales de la izquierda independiente en el 2013, así como la inserción en las diversas luchas sociales, de los trabajadores, territoriales, estudiantiles, de género, de derechos humanos


o ambientales, son muestra de esta posibilidad que trasciende lo electoral. No es menor, en esta ocasión, que a diferencia del 2013 se han integrado a las listas del FIT compañeros y compañeras de organizaciones populares y de izquierda independiente, como Pueblo en Marcha y el MP-La Dignidad en la ciudad de Buenos Aires, o el “Perro” Santillán en Jujuy. Saludamos esta integración, con la misma convicción con que el Che sostenía que “si fuéramos capaces de unirnos, que hermoso y que cercano sería el futuro”. Creemos que si el FIT, como alianza de tres partidos trotskistas, ha potenciado sus posibilidades mucho más allá de lo que hubiera logrado cada partido por sí mismo, una unidad abierta a otras tradiciones y culturas de la izquierda, así como a las organizaciones populares que surgieron en las luchas y supieron mantenerse independientes y con una mirada anticapitalista, puede multiplicar esta potencialidad. Y que el ingreso de más compañeros y compañeras de las izquierdas a las legislaturas, significará una palanca para las luchas y para el protagonismo y el poder popular, en tanto subviertan lo que nuestra también “moribunda” Constitución pretende: que “el pueblo no gobierne ni delibere”, poniendo patas para arriba la institucionalidad vigente. Creemos también que sobre esta amplia base de unidad, que con esfuerzo construimos, se hace necesario el desarrollo de la llamada nueva izquierda independiente, a la que algunos ya nombran como izquierda en “búsqueda”, no como falta, sino como expresión de una práctica que, al decir de Mariátegui, “no puede ser calco y copia sino creación heroica”. Amplio espacio que, aún en su dispersión y juventud, contiene una tradición, cultura e identidad que resulta imprescindible para la transformación revolucionaria en la Argentina y en Nuestramérica. Una campaña unificada de este espacio hoy disperso, con una estética, elementos programáticos, un perfil y una metodología amplia y participativa propia, pondría de relieve el apoyo al FIT de una nueva izquierda que sabe trabajar lealmente en unidad. Así como apuesta a la autorganización y auto-actividad de los trabajadores y de las clases populares y asume que un proceso revolucionario sólo puede surgir de un profundo cambio en la relación de fuerzas en la sociedad y no sólo por el fortalecimiento de una o más orgánicas.

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Una izquierda que se juega con orgullo al triunfo de la revolución bolivariana, consciente de sus límites y contradicciones, pero también de sus fortalezas y potencialidades y de su importancia para toda América Latina. De una revolución que se encuentra amenaza-

da y agredida no por sus defectos u omisiones, sino por haber actualizado el debate sobre el socialismo y haber generado condiciones para el empoderamiento de las clase subalternas, donde la experiencia de las comunas se proyecta como una práctica embrionaria insustituible para la transición a una sociedad socialista. Una nueva izquierda que desde y con el pueblo apunta al desarrollo de una institucionalidad propia, lo que no se contradice con las incursiones en una institucionalidad ajena como es el Parlamento, para tensionarla hacia una radical democratización. Y que trabaja para la unidad, con la convicción de que será el pueblo, en el marco de sus luchas, quien corregirá rumbos y marcará, en trazos gruesos, el camino a seguir, así como la justeza o no de los diversos planteos en el seno de las izquierdas. Nuestra Corriente asume el compromiso de poner todas nuestras fuerzas para intentar avanzar, junto a organizaciones hermanas como las que integran Pueblo en Marcha, el Frente Pueblo Unido, el MP-La Dignidad y las decenas de grupos, organizaciones populares, militantes e intelectuales que han firmado la declaración “Por un amplio polo de izquierda anticapitalista”, a encuentros y a una campaña nacional unificada de la nueva izquierda independiente o “en búsqueda” llamando a votar al FIT. En Argentina, avanzar a una alternativa electoral unitaria de las izquierdas aportará importantes trazos de senderos anticapitalistas, de transformación revolucionaria, que hoy son embrionarios en nuestro país, rescatando y actualizando los sueños de emancipación que dejó abiertos el 2001, proyectándolos hacia el fututo.


SOBERANÍA

La inversión extranjera

en Argentina

¿Un nuevo cuento CHINO?

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El kirchnerismo ha hecho gala de una gran capacidad para presentar bajo un discurso nacionalista de alto vuelo las más grandes cesiones de soberanía popular y de autonomía económica. Así sucedió con el llamado “desendeudamiento”, que nos ha hecho pagar casi 200 mil millones de dólares en una década y seguir debiendo lo mismo o más. Luego, la promesa de una política económica permitiría el renacimiento de la mítica burguesía nacional, pero que sólo ha fortalecido a las grandes transnacionales que saquean el país y controlan todas las ramas de la producción (desde la producción de alimentos hasta la producción de automóviles, desde celulares a lácteos). Más recientemente, en el marco de la crisis transicional del proyecto neodesarrollista (crisis externa, crisis ferroviaria, crisis energética, etc.) el gobierno ha apelado a una política de “asociación” con capitales transnacionales con el discurso de recuperar “la soberanía energética”. Esto se tradujo en la práctica, en el acuerdo de YPF con la norteamericana Chevron, o con la china Sinopec y en

el caso de “los ferrocarriles”, en la compra de material rodante a China.

¿Nuevas relaciones carnales con China?

Sin ponerse colorados, recientemente, el gobierno argentino suscribió un amplio acuerdo con la República Popular China, ya ratificado por el Congreso, para promover inversiones en infraestructura, energía y otras áreas. A cambio, se recibirá financiamiento para el déficit externo (el llamado ‘canje de monedas’ -swap- con el Banco Central, crédito para financiar compra de insumos chinos para las obras) y garantías de mercado para las exportaciones primarias de las grandes empresas exportadoras (transnacionales) de Argentina a China. La Presidenta presentó este último arreglo como algo maravilloso, altamente beneficioso para el país y -no menor- expresión de un realismo político sin parangón. Cuestionar el acuerdo sería, según Cristina, ser ni más ni menos que un “colonizado mental” o “subordinado mentalmente”. Poner en discusión la relación con Chi-


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na sería, según el gobierno, el resultado de una mirada subordinada al más tradicional imperialismo norteamericano o europeo. Rechazar este acuerdo implicaría estar rescatando las relaciones “carnales” con los Estados Unidos. ¿Pues qué problema puede haber con aquellos (los capitales chinos) que “nos vienen a ofrecer inversiones”? Preguntamos: ¿no son estas las nuevas “relaciones carnales”? La Argentina ha ocupado históricamente un lugar periférico y dependiente en la economía mundial. En sus inicios esa posición periférica remitía a la dependencia con la colonia española. Luego de la independencia formal en 1810, cambiamos de perro pero no de collar: la dependencia pasó a centralizarse en Inglaterra y luego, ya en el siglo XX, en los Estados Unidos. En los ochenta y noventa, Brasil comenzó a ocupar un lugar -secundariocomo nueva potencial sub-imperial en la región. En la última década, China ha comenzado a tomar la posta, convirtiéndose ya en una importante potencia sub-imperialista en el sur global. Detrás de este proceso histórico de la dependencia argentina, ha estado siempre las burguesía local (ayer los Anchorena, los Martínez de Hoz y los Álzaga; hoy los Roggio, los Macri, los Burlgheroni y los Rocca, entre otrxs). Estos sectores han estado dispuestos, en todo momento, a ser los actores de reparto de una trama que ha permitido la expoliación de nuestras riquezas naturales y la superexplotación del trabajo de nuestro pueblo con el solo fin de maximizar los beneficios de los grandes capitales en el mundo. Ser periférico y dependiente no es una condición natural, es una decisión política. El acuerdo con China, por ejemplo, es la decisión de un gobierno de ubicar al país como proveedor de materias primas (minerales, petróleo, soja) y algunas manufacturas de esos productos (como aceites o harinas), mientras que aquel país se convierte en un creciente proveedor de manufacturas industriales de alto nivel de elaboración. ¿Qué tienen de malo estos acuerdos con el capital extranjero, sea Chino, Estadounidense, Europeo o Brasilero? Por un lado, cada vez más territorio es cedido a empresas extranjeras para realizar la explotación de nuestras riquezas naturales con el solo fin de su exportación. Para citar un ejemplo, casi la totalidad del oro extraído en el país se exporta. En el caso de la producción agropecuaria, el crecimiento de la producción para la exportación desplaza a la producción para el mercado local de alimentos (trigo, maíz, carne, hortalizas), haciéndolos más caros. En concreto, casi la totalidad de la soja producida se vende al exterior, y dos tercios de la tierra cultivable se destina a la producción de este cereal transgénico. Por supuesto, los efectos negativos sociales, ambientales y económicos de estas producciones los paga nuestro pueblo con enfermedades, inundaciones, contaminación de la Madre Tierra, y destrucción y desplazamiento de comunidades. Por otro lado, este tipo de acuerdos hace que la única producción industrial posible en el país sea la “armaduría” de manufacturas (como en el caso de los automó-

viles o celulares, con subsidios públicos monumentales) o algunas manufacturas de productos primarios para la exportación. Este tipo de producción industrial es dominada por las grandes multinacionales. Los acuerdos firmados bloquean la posibilidad del desarrollo de tecnologías locales, y ubican al país como un mero eslabón en su cadena de la producción global de las transnacionales. Por eso, hoy están pero mañana cierran y se van sin dudarlo, sin importar las consecuencias en términos del empleo, la producción, etc., como en el caso presente de la petroquímica TFL en la ciudad de Zárate, que ha cerrado sus puertas unilateralmente, poniendo en riesgo no sólo las fuentes de trabajo sino la salud de la población de la zona, que queda con toneladas de productos químicos arrumbados sin control. Por otra parte, ¿cuántos puestos de trabajo se pierden por la creciente importación de manufacturas chinas? Miles, pues nadie puede competir con los bajos costos laborales y pésimas condiciones de trabajo que padecen los trabajadores de aquel país. La competencia china multiplica en nuestro país la precariedad laboral como forma de competencia. Estos acuerdos comerciales y de inversiones sólo promueven el deterioro de las condiciones de vida de nuestrxs compatriotas.

¿Dependencia para el desarrollo?

El mito del capital extranjero como base para el desarrollo debe ser desterrado. Esos capitales aportan poco, mientras se llevan millones de dólares en ganancias, regalías, dividendos, además de saquear nuestros recursos y contaminar nuestros territorios. ¿Aportan tecnología? La que traen no la comparten, limitando el desarrollo de tecnologías propias a partir de nuestro sistema científico y técnico. ¿Necesitamos el financiamiento internacional para las inversiones en infraestructura? No, pues la mayor parte de los recursos materiales y humanos podrían ser locales, y los saberes técnicos y científicos necesarios son abundantes en nuestro país y podrían ser mayores si hubiera una estrategia para su ampliación en el marco de una estrategia de desarrollo autónomo, para el bienvivir y no para el capital. ¿Para qué importar trenes de China si acá hay experiencia acumulada en su fabricación y reparación? ¿Por qué no invertir en esos emprendimientos, como la empresa EMFER, que el gobierno argentino se empeña en cerrar? ¿Necesitamos de Sinopec o Chevron para el desarrollo energético, o necesitamos repensar la matriz energética -consumo, distribución y producción- sobre otras bases? Los acuerdos con China consolidan un nuevo eslabón en la cadena de la dependencia argentina. Por el mismo camino nos lleva el tratado de libre comercio en discusión, a puertas cerradas con la Unión Europea. Es necesario plantearse una estrategia de articulación e interacción regional y global que ponga en primer lugar a nuestro pueblo y la necesidad de otra forma de desarrollo, que nos libere de la dependencia de los viejos imperialismos y los nuevos (sub)imperialismos como Brasil o China.


EDUCACIÓN

“Nuestro sistema educativo

padece una profunda fragmentación” *Por Juan Pablo Casiello, Secretario Gremial de AMSAFE Rosario y Militante del FPDS-CN

Como todos los años este ciclo lectivo se inició con importantes luchas docentes. La pérdida del salario, y las insuficiencias presupuestarias, son la base de una conflictividad que no cesa. Pero la crisis que padece la escuela pública excede ampliamente lo salarial y lo presupuestario. Desde los años ’90 padecemos reformas educativas impuestas desde el poder que no han hecho más que agravar la situación. Desde las corrientes de izquierda hemos tenido una firme actitud de rechazo a estas reformas. Valoramos esta posición pero creemos que es insuficiente. Recuperando nuestras mejores tradiciones políticas y gremiales tenemos que superar esta actitud defensiva y empezar a desarrollar una corriente que sea una usina de pensamiento educativo contra-hegemónico; un espacio en donde la reflexión pedagógica desde abajo nos permita diseñar caminos alternativos para la escuela. Con estas preocupaciones nos acercamos a charlar con Beatriz Jouve. Beatriz es Profesora de Enseñanza Primaria y de Ciencias de la Educación. Trabaja como maestra desde 1987 y desde el año 2006 es directora de la Escuela Primaria Nº 150 de la ciudad de Rosario. Trabaja también en la formación docente en Institutos Terciarios. Publicó tres libros reflexionando sobre las escuelas y la labor docente: “Crónicas desde las escuela”, “¿Se nace o se hace? Crónicas de una maestra” y “De guardapolvos y campanas”.

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JPC: Más allá de algunos discursos oficiales, es evidente que la escuela atraviesa una profunda crisis. Sin duda se trata de un problema que va más allá de nuestras fronteras pero que aquí se expresa con mucha fuerza. ¿Cuáles crees que son los rasgos principales de esa crisis? B.J.: Uno de los síntomas más importante es el de la fragmentación. Tenemos un sistema educativo muy heterogéneo. Hay diferencias que no sólo se expresan en la división escuela pública/escuela privada. Al interior del sistema público, las escuelas de los sectores medios son muy diferentes a las de los barrios más pobres adonde asisten los sectores más postergados. Son notables las diferencias en los procesos de aprendizaje; en algunas escuelas los niños logran aprender en los siete años de escuela primaria lo que en otras aprenden en los dos primeros años.

Aunque ya resulta un lugar común, otro rasgo de la crisis es el de la falta de adecuación a los cambios de la sociedad, la escuela quedó “vieja”, desactualizada. Ya no cumple con claridad el “mandato” como lo hacía décadas atrás. Pero el problema no está solo en los contenidos que la escuela transmite; hay una estructura, una organización de la escuela anquilosada. Es común leer en los documentos oficiales que hay que “flexibilizar los tiempos, los espacios, los agrupamientos”. Pero la vieja estructura piramidal del sistema educativo se mantiene intacta. Esto se siente sobre las espaldas de quienes trabajamos todos los días en las instituciones educativas. JPC: Nuestro país cuenta con un poderoso sistema de educación pública extendido en todo el territorio. ¿Se trata de un poderoso aparato de dominación del Estado a fin de garantizar la reproducción del sistema capitalista o, por el contrario, este sistema es el resultado de las luchas de los sectores populares por acceder al derecho a la educación? B.J.: Es las dos cosas al mismo tiempo. Hay una relación dialéctica en tensión permanente. Sin duda, como plantean Althusser y otros teóricos, la escuela es un aparato importante para la reproducción del sistema capitalista. A través de él las clases dominantes imponen sus principios y sus valores y, además, forman la mano de obra necesaria para la producción. Pero a la vez, es indudable que los sistemas educativos también son el resultado de la lucha de los sectores populares por el derecho a la educación, por acceder al conocimiento. Acuerdo con Tadeu da Silva cuando señala que la escuela reproduce y produce. Reproduce el sistema capitalista y sus relaciones de dominación y a la vez produce otro cosa, algo distinto que tiene que ver con el cuestionamiento a este sistema y la posibilidad de su superación. En este aspecto la escuela pública es un lugar de disputa permanente en donde los sentidos no están definidos de antemano. JPC: ¿Qué opinión tenés de las reformas educativas que, desde los ´90, se plantearon los distintos gobiernos? B.J: Como parte de un proceso que se dio a nivel mundial, en los años ’90 se plantearon importantes transformaciones en los sistemas educativos. Éstas tenían que ver con la política de las clases dominantes y su voluntad de poner en sintonía a las escuelas con los cambios sociales que se estaban dando. La fragmen-


tación de la que hablábamos al comienzo sin duda se desarrolló con mucha fuerza en los ’90. La educación apareció como una mercancía más que se podía comprar y vender. La Ley de Educación Nacional votada en el 2006 apareció como un cambio pero centralmente terminó siendo solo discursivo. Desaparece la educación como un bien de mercado y se habla del “derecho social a la educación”; pero en los hechos el proceso de fragmentación y de privatización del sistema siguió su marcha. JPC: ¿Cómo valorás el accionar de las corrientes de izquierda frente a las reformas? ¿Podemos pensar en desarrollar una política que vaya más allá de enfrentar las políticas oficiales? ¿Podemos pensar el camino de elaboraciones programáticas que nos ubiquen más a la ofensiva en este punto? B. J.: Las corrientes de izquierda que intervienen en los sindicatos y llevan política a las escuelas tuvieron una ubicación correcta de denuncia y enfrentamiento a estas reformas. Y sin duda eso fue importante. Pero sí, es probable que sea necesario reflexionar más a fondo y avanzar en las elaboraciones, retomando algunas de nuestras mejores tradiciones sindicales y pedagógicas. Si nos vamos a los años ’30 nos encontramos con militantes como Angélica Mendoza o Florencia Fossatti quienes, en el marco de la política de organización gremial que llevaban adelante, hicieron importantes aportes cuestionando al sistema educativo vigente, a su rigidez, a su autoritarismo. También las hermanas Cossettini en nuestra región supieron combinar la pelea gremial y la apuesta a otra educación. O el Maestro Iglesias, o Jesualdo en el Uruguay. En los años ’70 se desarrolló en Rosario el Sinter, un sindicato muy combativo y que supo también poner el centro el debate sobre las reformas pedagógicas. Creo que sería importante que pudiéramos recuperar estas experiencias.

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JPC: ¿Qué opinás de los conceptos “calidad educativa” e “inclusión educativa”? B.J.: Son términos muy usados por las autoridades. El concepto de “calidad educativa” se empezó a usar en los años ’90. Y viene del campo de la economía y de la producción. A mí no me gusta este concepto, pero igualmente me parece importante que podamos pensar en el proceso educativo y los logros en el aprendizaje. Necesitamos desarrollar una escuela en donde todos los niños logren los mejores aprendizajes posibles, un aula en donde puedan adquirir mayores conocimientos. El concepto de “inclusión” es otra trampa de los ministerios. Es un mecanismo para tirarnos el problema a los docentes. No cambian realmente nada, no generan las condiciones sociales ni tampoco las condiciones educativas, y nos dicen a los docentes: “incluyan”. Y todo termina siendo una gran mentira. Hay una estructura muy rígida que se impone y que no permite avanzar. Y encima aprovechan para culpabilizarnos; los que todos los días sostenemos las escuelas terminamos siendo los responsables del fracaso educativo, de la deserción,

de la pobreza en los aprendizajes. JPC: Sin dudas un punto clave es el de la relación con la comunidad educativa. ¿Cómo ves ese vínculo? ¿Cómo se puede mejorar? B.J.: El vínculo de los docentes con la comunidad educativa se construye todos los días. En nuestro compromiso cotidiano, en el trabajo con cada alumno, en lo que el chico cuenta cuando llega a su casa. Ahí es donde vamos cimentando el vínculo con nuestra comunidad. No alcanza con convocar a los padres cuando estamos desarrollando una lucha, hay que abrirles la puerta todos los días.

Avancemos en el lanzamiento de la nueva corriente nacional docente

Hacia finales del 2014, desde la Corriente Político Sindical Rompiendo Cadenas y otros sectores clasistas se empezó a gestar el lanzamiento de una nueva corriente al interior de los gremios docentes. Se trata de espacios con una importante representatividad en los sindicatos de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Santa Cruz, Neuquén, CABA, Mendoza y otras provincias. Agrupaciones y militantes con una mirada común sobre la necesidad de la construcción sindical desde abajo, combatiendo a la burocracia celeste, con independencia de los partidos políticos y con una clara confrontación con las políticas educativas oficiales, tanto del gobierno nacional como de las distintas variantes provinciales. Nuevamente, en este comienzo de año los gremios docentes han dado muestra de su combatividad. Cerca de una decena de provincias iniciaron el ciclo lectivo con distintos planes de lucha. Esto ha sido posible por la presión de las bases que pugnaron por superar la nueva claudicación de la Ctera a nivel nacional y el accionar burocrático de las conducciones provinciales de SUTEBA, AMSAFE, UEPC (Córdoba) o SUTE (Mendoza). Aspiramos a desarrollar una corriente que defienda el salario y nuestras condiciones de trabajo y que, a la vez, ponga en el centro el derecho a la educación de nuestro pueblo. Lxs docentes del FPDS-CN estamos comprometidos con el desarrollo de esta apuesta.


NUESTRAMERICA

Venezuela

De la siembra a la creación

heroica de un pueblo *Por Brigada de Solidaridad con Venezuela Frente Popular Darío Santillán – Corriente Nacional. “Busquemos con alborozo el sol de la revolución”, Alí Primera. En Venezuela, desde hace 15 años, los meses de enero, febrero y marzo son de memoria colectiva, lucha y banderas de liberación. En estas fechas se vuelven a conmemorar los estallidos populares que venían fermentándose durante décadas y siglos, donde el pueblo Venezolano ha venido sintiendo como necesidad la libertad de las cadenas y la opresión de un sistema capitalista desigual e injusto. Este pueblo cansado de medidas excluyentes, de políticas sociales de abandono y miseria extrema, de una economía estancada en recesión e inflación, vio en Chávez el asidero donde respirar, donde encontrar respuesta a sus reclamos reivindicativos, pero no solo eso sino una propuesta política que se propuso atacar la raíz de esos males impuestos por el sistema capitalista. El nuevo gobierno volvió a colocar en el tapete para el mundo la utopía de la construcción de un socialismo nuevo, denominado del siglo XXI, que como dijo Mariátegui, no debe ser ni calco ni copia de ningún otro antes vivido. Después de estos 15 años, donde lo nuevo no termina de matar a lo viejo, aparecen algunas preocupaciones, centradas en la concreción de los objetivos estratégicos que marcan la construcción del Estado Comunal, como camino fundamental para la consolidación del socialismo del siglo XXI, con raíz afro-indo-latinoamericano.

Lo nuevo

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Esta proeza en el año 2006 impulsa los consejos comunales como expresión de poder popular. Busca crear una nueva territorialidad a partir de la construcción de las comunas. La comuna constituye el espacio donde los distintos sectores sociales, trabajadores industriales, mujeres, educadores, campesinos, jóvenes, y todas las personas que viven en el territorio, puedan articularse para ejercer el poder político, económico, cultural y social, que garantice una democracia participativa-prota-

gónica, y el ejercicio de la soberanía nacional. Chávez legó este desafío al presidente obrero Nicolás Maduro Moro: “Te encomiendo las comunas como a mi vida”. Desde el 2014 se ha venido profundizando la línea estratégica “Comuna o Nada”, mediante el impulso de los Consejos Presidenciales de Gobierno Popular, nuevas instancias de participación directa del pueblo. Luego, se conformó el de la mujer, la clase obrera, las y los campesinos, los pueblos indígenas, la cultura, la juventud, y los adultos mayores. De esta manera, se busca una vinculación directa entre el presidente y las distintas instancias de pueblo organizado, a través de voceras y voceros elegidos en asambleas. Si bien se está avanzando en la construcción de una nueva institucionalidad, estos mecanismos de participación no garantizan en sí mismos la anulación de las prácticas y valores de la política capitalista. El proceso revolucionario requiere del ejercicio de una cultura política y productiva antagónica al viejo sistema, que promueva el protagonismo popular, la construcción colectiva y el consenso, que nos lleve a reflexionar sobre la mujer y el hombre nuevo, entendidos como sujetos políticos comunales. A dos años de la siembra del Comandante, el pueblo venezolano grita en una sola voz: “solo todos juntos somos Chávez”.

La embestida del imperio

La historia se repite. El proceso bolivariano vive hoy los constantes ataques por parte de los partidos políticos de la derecha, y distintos sectores de la burguesía nacional y transnacional.


Este 12 de febrero se volvió a gestar otro intento de golpe de estado. Un año atrás comenzaban las llamadas guarimbas, una de las tantas estrategias de desestabilización que buscan generar un clima de ingobernabilidad. En este último año la estrategia de la generación de “escasez” de productos básicos en el mercado promueve las acusaciones de la derecha venezolana quienes argumentan que los controles en el acceso a las divisas, y el control de cambios y de precios son la causa de la deficiencia productiva del país. En este contexto, la decisión del presidente Obama de decretar la “ emergencia nacional con respecto a la amenaza inusual y extraordinaria de la seguridad y política exterior de Estados Unidos planteada por la situación de Venezuela”, confirma e intenta dar marco a la decisión de su gobierno de traer la guerra a América del Sur. Así, en nuestro continente se pretenden hacer lo mismo que hicieron en Medio Oriente con las invasiones a Libia e Irak y con la guerra contra Siria. Lo mismo que hicieron en Asia Central con el golpe de Estado propiciado en Ucrania. Históricamente las acciones golpistas de la derecha, no responden a conflictos internos, sino al libreto de un imperio extranjero que ha decidido aliviar su crisis asegurando un férreo control de lo que consideran “su patio trasero”, apoderándose de las mayores reservas de petróleo del mundo. En Venezuela, lo que no pudieron conseguir por la vía electoral o generando grandes tensiones sociales y saqueos para habilitar un golpe de Estado, lo van a intentar por la acción directa, sin máscaras. El pueblo venezolano los derrotó 18 veces en las urnas y volverá a hacerlo en las elecciones de diciembre, para elegir diputadxs para la Asamblea Nacional. La oposición tiene el año próximo el recurso constitucio-

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nal de sacar al Presidente por un Plebiscito Revocatorio, pero no puede apelar a él porque será derrotada. Padeciendo escasez, especulación, subas desproporcionadas de precios, el pueblo venezolano no se plegó a las protestas opositoras. En su última movilización en Caracas no llegó a reunir a más de mil personas. Internamente, la derecha golpista vive el momento de su mayor aislamiento político y desprestigio. Las Fuerzas Armadas han demostrado una gran coherencia y unidad interna. El último intento golpista apenas involucró a un general y un puñado de oficiales de la aviación y fue desarticulado por la propia inteligencia militar. Como afirmó el Presidente Maduro, “pocos gobiernos del mundo aguantarían las arremetidas de los últimos 16 años (…) arremetida mediática mundial, arremetida mediática nacional” que ha soportado su Gobierno constitucional”. Sus límites para avanzar sobre Venezuela son los avances del pueblo venezolano organizado, con presencia contante en la calle ante cada arremetida de las fuerzas capitalistas. Las decisiones del presidente Nicolás Maduro de fortalecer el desarrollo del Estado Comunal, generan mayores niveles de legitimidad y colocan al pueblo como responsable real de la lucha por poder gestar lo nuevo. Scalabrini Ortiz dijo algo así como que “en momentos aciagos la dignidad de un pueblo es llevada sobre la espaldas de pocos hombres”. A principios del siglo XXI ha correspondido a Venezuela llevar esa carga, no sólo resistiendo al imperio hegemónico, sino proponiendo un modelo civilizatorio que puede reproducirse. No se trata entonces sólo del petróleo, se trata principalmente del ejemplo.


FEMINISMOS

La militarización en el cuerpo

de las mujeres

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En la actualidad el creciente proceso de militarización de los Estados ha aumentado y legitimado la violencia sexual contra las mujeres, blanco predilecto del patriarcado en los numerosos casos de guerras impuestas por el imperialismo. Desde México hasta Argentina, atravesando la heroica resistencia de las guerrilleras kurdas, el militarismo castiga por partida doble a las mujeres en el mundo. Históricamente el cuerpo de las mujeres ha sido utilizado como botín de guerra en los conflictos bélicos. La apropiación de las mujeres es un ultraje a la nación en conflicto. Es la penetración en un territorio conquistado. Es la honra de esos hombres de la nación en juego lo que se viola, a través de la toma de sus mujeres. En los territorios militarizados -de la mano de Estados Unidos-, como Colombia, Haití, Honduras y México, la presencia militar extranjera y local se traduce en una situación de violencia extrema hacia las mujeres. El patriarcado se recrudece, siendo múltiples las consecuencias de la militarización: abuso sexual, torturas, desplazamiento forzado, violencia psicológica, confinamientos, femicidios. La impunidad de los gobiernos y las fuerzas paramilitares, exacerban la violencia sexista y los valores del patriarcado, colocando a los cuerpos de las mujeres como territorios del terror de la guerra. Más allá de Latinoamérica, esta situación fue heroicamente visibilizada por la lucha de las guerrilleras kurdas, que denuncian los crímenes hacia las mujeres perpetrados por el fundamentalismo islámico. En nuestro país, la violencia sexual hoy se expresa a partir de una apuesta política hacia un Estado policial como garante supremo de la seguridad. En los últimos años los dispositivos de control y represión se han incrementado, concentrando allí el Estado su forma más extrema para ejercer el poder. En la naturalización de estos mecanismos el capitalismo se asegura el control territorial donde -también- está incluido el cuerpo de las mujeres.

Argentina: la militarización de los barrios

El 31 de enero pasado el Parque municipal Gral. Belgrano de la localidad de Lanús se convirtió en escenario de un nuevo hecho de violencia patriarcal. En el predio público donde se desarrollan habitualmente diversas actividades de esparcimiento y recreación para niñxs, jóvenes y familias de los barrios más humildes de Monte Chingolo, una adolecente de 15 años fue abusada sexualmente. El agresor fue un efectivo de la Gendarmería Nacional armado y en funciones, con la complicidad de sus compañeros de turno. El caso fue dado a conocer por el Frente Popular Darío Santillán que trabaja hace muchos años en la zona. Tanto la familia como la menor violentada son integrantes de la organización, que acompaña el proceso ante la justicia. Los tres efectivos involucrados han sido “pasados a disponibilidad” mientras se realiza la investigación, a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI 4) de Lomas de Zamora. La denuncia se hace extensiva a las instituciones de salud y protección que deberían asistir a la víctima, que -en cambio- por desidia, encubrimiento e inoperancia, redoblan la vulneración. La niña y su familia debieron atravesar una serie de peripecias para lograr realizar el peritaje que se necesita para imputar al violador, ya que la Comisaría de la Mujer de Lanús se excusó para no hacerla. En el centro de salud no se le proporcionaron los medicamentos preventivos para el contagio de enfermedades de transmisión sexual que forman parte del protocolo de actuación en estos casos. Así, la revictimización institucional termina funcionando como mecanismo para desalentar a las mujeres denunciantes. Ante esta situación, las organizaciones populares y feministas transformamos el dolor y la rabia en organización. Contra todas las formas en que se garantiza la impunidad de este tipo de hechos y, a pesar del amedrentamiento posterior en el barrio para evitar que el caso trascendiera, un amplio arco de mujeres, vecinxs y organizaciones populares comenzamos a ar-


ticular para seguir denunciando y visibilizando lo sucedido. Rompiendo el cerco de temor y silencio que se pretendía instalar en la zona, el día 21 de febrero, se hizo una actividad que recorrió el barrio y el parque Gral. Belgrano, conversando con lxs vecinxs, haciendo pintadas y pegatinas informando sobre el caso y exigiendo el retiro de la gendarmería de este y de todos nuestros barrios.

Políticas represivas y patriarcado

Este nuevo hecho en el que las mujeres y lxs niñxs sufrimos la violencia del orden machista en nuestros propios cuerpos, se transforma también en caso testigo del abuso de poder de las fuerzas represivas del Estado que ocupan las barriadas populares del Conurbano Bonaerense en el marco del Operativo Centinela. Desde el año 2011, el Ministerio de Seguridad de la Nación ha reconfigurado las funciones de fuerzas militares como Gendarmería o Prefectura -encargadas de la defensa nacional- para “reforzar la seguridad públi-

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ca”. Sumadas a la “maldita” policía bonaerense y las nuevas policías municipales, más de 10.000 efectivos operan mediante la “saturación de los territorios” con pretendidos fines de disuasión y “protección” de la integridad de la población. Hoy, como hace 39 años en que comenzaba la más sangrienta dictadura militar de la Argentina no preguntamos ¿qué pasa cuando es el propio Estado el que viola nuestros derechos? Quienes vivimos y nos organizamos en los barrios populares conurbanos sabemos bien que esta militarización continúa siendo sinónimo de persecución, violencia sistemática y dirigida, disciplinamiento a través del miedo y desprotección a manos de las fuerzas re-

presivas del Estado capitalista. La política represiva refuerza así las formas de violencia específicas que el sistema patriarcal tiene reservada a las mujeres. Desde la participación necesaria y la complicidad con las redes de trata con fines de explotación sexual, las repugnantes insinuaciones hasta el abuso en diversas formas, una vez más las mujeres, niñas y niños encarnamos la suma de las opresiones. El control de los cuerpos y la sexualidad de las mujeres, continúa siendo una forma de dominación patriarcal que se refuerza en los contextos de militarización de las sociedades. Hoy el capitalismo trasnacional ubica sus bases militares junto a los mega emprendimientos sojeros, mineros y petroleros, donde se habilita la trata de mujeres y aumentan los índices de violencia. Frente a esta realidad la lucha de las mujeres resiste y se organiza cada día frente a la violencia cotidiana a la que estamos expuestas. Como en Argentina, la sororidad entre las mujeres del mundo, nos herma-

na y hace frente al avasallamiento de nuestras vidas: México, Honduras, Guatemala, Colombia, son algunos de los países con estadísticas de femicidios más altas, inmersos en “Narco-Estados”, regulados por el control para militar, policial y político. Mientras que desde el otro lado del continente, las mujeres kurdas logran la victoria en armas frente al terror impuesto por un Estado Islámico misógino y fascista. La libertad también reside en la autodeterminación de nuestras vidas. Hoy la lucha contra el patriarcado se hace indispensable y necesaria para la construcción de un verdadero socialismo desde abajo y feminista.


SINDICAL

EMFER – TATSA

Un importante avance para lxs trabajadorxs

y algunas conclusiones de la lucha *Por Ezequiel Peralta, Delegado EMFER militante del FPDS-CN

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Tras meses de lucha, gracias a diferentes medidas de acción por parte de los trabajadores de EMFER y TATSA de manera unitaria, el gobierno se vio forzado a buscar una solución al conflicto. De esta forma, se comprometió a garantizar los puestos de trabajo mediante el traspaso de todos los trabajadores al sistema ferroviario. El hecho de que podamos afirmar que la solución es favorable para lxs trabajadorxs, es sin dudas fruto de años de construcción colectiva y lucha. Lo más importante para nosotrxs fue haber podido sostener una organización interna donde se debatió de conjunto y se llevó a la acción lo que se definió entre todos. La fuerza en la calle, los cortes de la General Paz, y que en un contexto represivo los compañeros tengan

la convicción de enfrentar la represión, demostró que todos lxs trabajadorxs que salían a la calle, no solo los delegados, realmente estaban convencidos de lo que llevaban adelante. Fue central también la unidad de los trabajadores de EMFER y de TATSA, dos empresas que pertenecían al grupo Cirigliano y que lograron unificarse en la pelea, hasta el punto de derribar el muro que separaba una de la otra. Tras meses de movilización, ocupación de la planta, cortes, fondos de huelga, petitorios, festivales y escraches; todas medidas decididas en asamblea, logramos conservar los puestos de trabajo para 422 compañerxs, reubicados en Ferrocarriles. No conseguimos que el Gobierno expropiara y estatizara la empresa para fabricar y reparar los ferrocarriles que prefiere comprar a China. Como dijo un compañero en una asamblea, “el Estado funciona a las patadas


en el orto”. Con nuestra lucha conseguimos mucho, pero para darle definitivamente esa patada, necesitamos la unidad de todos los trabajadores y trabajadoras del país.

Una lucha por nuestras fuentes de trabajo y por el transporte público

Luego de la Masacre de Once, el grupo Cirigliano perdió la concesión del ferrocarril Sarmiento. Lxs trabajadorxs comenzamos a sufrir atrasos en los sueldos, suspensiones y despidos, lo que se agravó con la decisión gubernamental de comprar las formaciones a China. Entendimos que además de la fuente de trabajo, también estaba en juego el transporte que utiliza el pueblo. Y salimos a defenderlo como reclamo concreto, exigiendo la expropiación y estatización de la empresa para ponerla a construir esas formaciones tan necesarias para dejar de viajar como ganado. Lxs trabajadorxs nos jugamos para que la Masacre de Once no quedara impune. Hasta tenemos al día de hoy compañeros procesados penalmente por haber evitado, entregándosela al juez, que Cirigliano destruya documentación que lo incriminaba. No fue fácil tomar este camino. Llevó muchos debates y asambleas debatir más allá de lo que nos afectaba de forma más urgente, sino actuar pensando que somos parte de un pueblo trabajador. Pero actuando así logramos que el gobierno no pudiera hacerse el desentendido ni que -como es su costumbre- intentara aislar la lucha poniendo al pueblo en nuestra contra. La solidaridad de clase es un camino que siempre da frutos. En estos meses recibimos el apoyo de familiares de las víctimas de Once, de intelectuales, de militantes populares, de organizaciones en defensa del ferrocarril y de innumerables trabajadorxs y agrupaciones de base. Se trata de algo muy parecido a lo que hacen los docentes que, cuando salen a la pelea y también en el día a día, luchan por su salario pero también por otra educación para nuestros hijos, con lo que la lucha pasa a ser interés de toda la comunidad educativa. No quedarnos en el estrecho corporativismo, pensarnos como una parte del pueblo trabajador, es algo que muchos critican porque creen que eso es hacer “política” y que los que deberían hacerla son los partidos. Pero a nosotros como trabajadores nos sirvió, y mucho.

Con el conjunto de los trabajadores todo, sin los trabajadores nada

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En los últimos tiempos las luchas son más difíciles y duras, porque ya no se trata de enfrentar solo a las patronales, sino que éstas tienen todo el apoyo del gobierno y de las burocracias sindicales. Si hay algo que los enoja a todos ellos, es que hagamos asambleas para decidir entre los compañeros. Las asambleas son una herramienta muy importante en las tradiciones combativas de la clase obrera de nuestro país y una expresión de la democracia de los trabajadores. Es por eso que en EMFER-TATSA entendimos

que las asambleas deben ser democráticas, y eso nos permitió permanecer unidos hasta el final. Creemos que haber entendido de esta manera la democracia de base, es otra de las enseñanzas que nos deja este conflicto, para hacernos fuertes como trabajadorxs y triunfar en las luchas.

Solidaridad y unidad del pueblo trabajador

Durante la lucha nos hicimos presentes en muchas peleas que se estaban dando. Los compañeros y compañeras de Lear, Donnelley, Gestamp y muchas más contaron con nuestro apoyo y solidaridad. También fuimos parte de los encuentros y reuniones que vienen impulsando agrupaciones de base antiburocráticas y combativas. Esto nos permitió no quedar aislados y recibir a su vez el apoyo y solidaridad de trabajadores de muchísimas plantas, como entre otras, las de los trabajadores y trabajadoras del INTI que también, como muchxs, debieron librar importantes peleas. Creemos que esta es otra de las razones de nuestra fuerza, el no habernos quedado encerrados en nuestro propio conflicto, aportando a un tejido solidario que necesitamos construir, siempre como iguales y nunca pretendiendo venga nadie al pie. Si incorporamos esta solidaridad como práctica cotidiana de lxs trabajadorxs, que desde los gobiernos, las patronales y la burocracia sindical siempre intentan destruir, vemos que seremos mucho más fuertes en las próximas peleas.

La lucha continúa, ¡por el desprocesamiento de los compañeros!

Con todo lo que hemos conseguido, y manteniendo nuestras fuentes de trabajo, la lucha no terminó. Muchos compañeros continúan procesados. Logramos la absolución de un compañero, Roberto “Cacho” Gómez. Pero la “injusticia” sigue, y mientras Cirigliano continúa impune y sin que se le saque ni un peso por el desastre que hizo y por haberse embolsado millones en subsidios, muchos compañeros nuestros continúan procesados. Pero si la injusticia sigue, nuestra movilización también, y no pararemos hasta que no quede ni un solo compañero procesado.


NUESTRA POLÍTICA

¿Qué es

el poder popular?

Hay en general respecto al poder varias acepciones posibles. Tomemos las dos más utilizadas: 1) Concebir la idea de poder como el poder del Estado. El poder que impone el Estado o los aparatos estatales. Es una concepción que ve al poder como un objeto, y por lo tanto ese poder se encuentra en un lugar específico. 2) Una concepción más amplia que entiende el poder como una relación social. Concretamente: grupos, clases, personas, que pueden imponer su voluntad a otros/as. Esto significa que el poder no sólo está en un lugar, no sólo está en el Estado, sino que está presente en toda relación social. ¿Qué implica que el poder esté presente en toda relación social, en toda construcción que hacemos?

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Cuando nosotrxs hablamos de la construcción de nuevos valores, de la pelea de los valores cotidianos en nuestras construcciones, cuando decimos que tenemos que empezar a cambiar la sociedad hoy, nuestra manera de pensar, de construir, de conducirnos hoy; lo que estamos haciendo es anticipar la sociedad que queremos. La sociedad que queremos, en nuestra idea de construcción de Poder Popular, no va a empezar el día que tomemos el aparato del Estado, el día que se toma algún poder, entre otras cosas porque no concebimos al poder como un objeto, sino como una relación que vamos construyendo de manera fraternal. En este proceso, también tenemos que construir nuevos valores. El poder popular, entonces, es el proceso a través del cual los lugares de vida (de trabajo, de estudio, de recreación) de las clases subalternas se transforman en células constituyentes de un poder social alternativo y liberador que les permite ganar posiciones y modificar las relaciones de fuerza, avanzando en la consolidación de un campo contrahegemónico. Son muchas las experiencias históricas donde rastrear, en distinta medida, antecedentes para pensar el poder popular*. En los años 60 y 70, en algunas organizacio-

nes encontramos una concepción instrumental cuando se habla de Poder Popular. ¿Qué quiere decir concepción instrumental? Organizar a los campesinos, organizar a los villeros, organizar a los inquilinos, organizar movimientos era un medio para llegar al fin: la toma del Estado. En nuestra concepción del poder popular, en cambio, los nuevos valores, la nueva sociedad, no es solamente un medio, sino que es un fin en sí mismo. Es decir, cuando nosotrxs construimos con otros valores, cuando cambiamos la manera de relacionarnos, cuando buscamos construir relaciones no alienadas, no burocratizadas, lo que estamos haciendo de alguna manera, es anticipar la sociedad que queremos. Lo que estamos haciendo no es sólo un fin para otra cosa que es más importante, sino que esto es parte de lo importante, es parte del fin. Más aún, sin esto no hay fin posible, no hay cambio social posible. Porque en esta concepción de Poder Popular el cambio social, el cambio de valores se va construyendo previamente. Este planteo de Poder Popular no reniega de la organización: pero, a diferencia de la organización como vanguardia, concibe que la organización se va creando en el proceso de la lucha (como planteaba Rosa Luxemburgo); y además, esa organización de nuevo tipo no puede reproducir relaciones de dominación. Debe generar instituciones no coercitivas. Este es un elemento clave que diferencia nuestra concepción de Poder Popular de otras tradiciones (por ejemplo, de la noción de Doble Poder). Buscamos que nuestra forma de organización no copie las lógicas estatales y pensamos que los espacios de Poder Popular deben mantener su autonomía aún en el caso donde el Estado -como en Venezuela- aliente las formas de organización populares.

¿Qué implica construir poder popular?

No hay Poder Popular que no cree símbolos propios, sus propias banderas de lucha, sus propias formas culturales, no hay expresión de Poder Popular sin esto. La democracia de base, entendida como búsqueda de una democracia de iguales; es decir que la información


acceda a todxs y que la posibilidad de la palabra, discusión y decisión acceda a todos. Que todxs los compañerxs tengan la posibilidad de formarse, discutir y decidir en pie de igualdad. Hay que construir hegemonía, construir consenso. Las clases dominantes construyen legitimidad para que lxs dominadxs acepten; las clases subalternas no tienen que construir legitimidad, tienen que construir hegemonía (Gramsci). Construir hegemonía es reconocerse como iguales con el otrx. El neoliberalismo nos dejó una sociedad fragmentada entre desocupadxs, trabajadorxs, trabajadorxs en negro, changarinxs, ocupantxs de tierras, habitantxs de las villas, etc. Vivimos en una sociedad donde es posible que obreros de la construcción desalojen a docentes o que un/x vecinx de un asentamiento se enfrente contra lxs vecinxs de una villa. La única manera de superar la fragmentación social es –retomando a Gramsci– conformando un bloque histórico, una alianza de las clases subalternas, de las clases dominadas, una alianza de: obrerxs, desocupadxs, campesinxs, de estudiantxs, buena parte de lxs intelectuales, buena parte de las clases medias, que permita cambiar esta situación. Esto quiere decir que no hay Poder Popular sin intervenir permanentemente en la realidad nacional. Si no intervenimos en la realidad nacional, la realidad nos interviene a nosotrxs. Además, las clases subalternas desarrollan poder en un ecosistema hostil, que se les opone. En la medida que construimos poder con nuevas relaciones, que intentamos estas lógicas de construcción, el poder nos castiga, nos reprime, no permanece inmóvil. Por lo tanto, para no quedar aisladxs, para no reproducir la fragmentación, los espacios de generación de Poder Popular tienen que interpelar al conjunto de la sociedad, crear política. Si concebimos las construcciones de Poder Popular aisladas (como islas), podemos crear poder popular en cientos de barrios, de fábricas, de universidades, pero eso no tendrá por resultado que el capitalismo, de golpe, se vaya a derrumbar. No funciona así. Hay momentos en los que es necesario dar disputas políticas concretas, porque de lo contrario se ponen en riesgo todas nuestras construcciones. O, dicho en otros términos, el poder aborrece el vacío.

de Latinoamérica y menos conocidas– en 1914 se reunieron y discutieron en la ciudad de México con todas las tropas campesinas, con el poder burgués casi desmantelado. Villa concluye que esa empresa es demasiado grande y vuelve a su provincia. Zapata acuerda. Pocos años más tarde ambos estaban muertos y todo lo que habían construido, esa enorme construcción de Poder Popular campesino, había sido desmantelado y destruido. Es cierto que en la historia hay revoluciones hechas a partir del Estado que se transformaron en cárceles. Ahora bien, en las revoluciones donde no se tuvo en cuenta el problema de la relación con el poder del Estado, y se lo dejó seguir existiendo, los resultados están a la vista. Estas situaciones no permanecen estables, en equilibrio, sino que, por el contrario, se deciden para un lado o para otro. Una de las experiencias actuales más interesantes de nuestro continente es el caso de Venezuela. La revolución bolivariana rompe con muchos moldes de las izquierdas para comprender las situaciones revolucionarias. Hoy, en Venezuela –y esta es quizás su mayor herejía– se apuesta a un proceso de transición al socialismo que, a través de la consigna Comuna o nada, se radicaliza a partir de generar órganos de poder popular que transfieren buena parte de las decisiones de gobierno directamente al pueblo. Lejos de las interpretaciones que hacen de Venezuela un modelo de vía institucional/parlamentaria de revolución, la centralidad y las etapas del proceso bolivariano han estado siempre marcadas por la movilización popular. La destrucción del Estado burgués y la consolidación de un Estado comunal, en el que la organización popular sea ejecutora de la política, es el desafío que hoy se presenta.

¿En el Estado o por fuera del Estado?

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Hay experiencias históricas de revoluciones que, luego de tomar el poder del Estado, terminaron por burocratizarse –es el caso de la Unión Soviética con el estalinismo–, pero también hay ejemplos donde los sectores populares no aceptaron tomar el poder. Pensando en procesos revolucionarios donde nos reconocemos y de los que recuperamos muchos elementos, en la década del ’30 Sandino en Nicaragua había construido una enorme legitimidad, fue a negociar con Somoza, entabló una negociación y lo mataron a la salida de ese encuentro. Y todo lo que había construido fue arrasado en el proceso de un año. Villa y Zapata en la revolución mexicana –una de las revoluciones más extraordinarias

*Podemos mencionar la concepción del doble poder en Trotsky, sobre la experiencia de los soviets; los Consejos obreros en Italia de 1919; las zonas liberadas en las revoluciones de China, Vietnam y Cuba; Santucho y el poder dual; o los aportes de las FAP (en Argentina) y el MIR (en Chile).


TERRITORIOS

Tucumán inundado:

Un gobierno ausente, un pueblo solidario

En el marco de desastres ambientales que poco tienen de “naturales”, la provincia de Tucumán también es golpeada por las inundaciones, que dejaron más de 10mil personas evacuadas, desnudando una realidad de pobreza, falta de planificación, caos ambiental producto del desmonte y la sojización. El gobierno nacional y los provinciales intentan culpar a la naturaleza, ocultando una política ofensiva de explotación del suelo y la especulación inmobiliaria. Ante gobiernos como el de Alperovich, que sólo piensa en los habitantes de los barrios populares en épocas electorales, desde el pueblo surge la solidaridad. Como parte de las acciones organizadas ante las inundaciones en la provincia de Tucumán, desde el FPDS CN se ha impulsado la conformación de brigadas para la recepción y distribución de las donaciones para las zonas más afectadas. Además, se refuerza el acompañamiento y prevención de salud ante posibles epidemias. Mientras se organiza la solidaridad del pueblo, no dejamos de denunciar la ineficiencia e indiferencia de los gobiernos. Acercate a organizarte: FPDS Tucumán

La vagancia se organiza:

Talleres de radio, cine,

y trabajo solidario con jóvenes *Por Espacio de Jóvenes del FPDS-CN Glew, Alte Brown

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Encontramos en un medio de comunicación como la radio un canal desde el cual lxs jóvenes podemos expresarnos y reconocernos. Un proyecto que nos lleva a interactuar con otrxs y, en ese recorrido barrial, a

desarrollar la comprensión del mundo a partir de la propia experiencia y la construcción colectiva. De esta manera, creemos que algo tan fundamental como la necesidad de decir (lo que se piensa y lo que se siente) se refuerza y así conquistamos en cada producción, la construcción del propio discurso. Salimos a patear las calles y a entrevistar vecinxs. Indagamos sobre la historia del barrio, sus orígenes, sus espacios culturales, su equipo de fútbol, sus costumbres y creencias populares. Dicen que la cabeza piensa donde los pies pisan, faltaría señalar que el corazón late en ese mismo lugar. Por eso, el desarrollo de esta identidad con el barrio, la construcción de espacios que permitan poner esto en relieve y compartirlo con otrxs a través de actividades culturales como ciclos de cine o de jornadas de trabajo solidario, nos permite decir con esta ironía y humor que nos caracteriza que sí, que esta vagancia… esta vagancia se organiza.

Mercados Populares:

de los productorxs a lxs consumidorxs Los Mercados son impulsados junto a pequeños/as productores/as locales, con la idea de generar espacios donde lxs consumidorxs puedan acceder a los productos de consumo directo desde quienes los producen. El objetivo es hacer visible la importancia y la necesidad de eliminar el impuesto I.V.A. de los productos, sobre todo de los que incluye la canasta básica de alimentos. La oferta de productos es variada: frutas y verduras, mieles y dulces caseros, hierbas aromáticas, comidas caseras, artesanías, productos textiles entre otros. Desde el Frente Popular Darío Santillán – Corriente Nacional venimos llevando adelante esta iniciativa año tras año, con la consigna “de los productores a los consumidores”, siendo nuestra apuesta, hacerle frente a la inflación. Durante los mercados también hacemos actividades culturales y radio abierta, con la idea de encontrarnos entre vecinos y vecinas del barrio. Se realizan consultas populares, donde invitamos a los/as vecinos/as a opinar sobre las problemáticas más sentidas de cada barrio y buscar entre todos los caminos para solucionarlas. A esto se suma la realización taller para intercambias sobre distintos temas: huerta orgánica, soberanía alimentaria, tierra y vivienda, etc. El hecho de pensar en otra forma de consumo que no responda a intereses económicos hegemónicos es una apuesta también a repensar la cultura de la sociedad en que vivimos. Para comunicarte y participar el contacto es: berissomtd@yahoo.com.ar




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