Cruzando Falsas Fronteras

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septiembre de 2020

Cruzando Falsas Fronteras Experiencias IndĂ­genas


Edic i ó n 3 Se p t ie m bre de 2 02 0 JUNTA DIRECTIVA PRESIDENTE

Duane Champagne (Banda de la montaña de la tortuga de los indios Chippewa) VICE PRESIDENTE Kaimana Barcarse (Kanaka Hawai’i) TESORERO

Steven Heim Evelyn Arce Erickson (Muisca) Valine Brown (Haida) Carla Fredericks (Mandan, Hidatsa y Arikara) Nicole Friederichs Laura Graham Ajb’ee Jiménez (Maya Mam) Lesley Kabotie (Crow) John King Stephen Marks Tui Shortland (Maori) Stella Tamang (Tamang) FUNDADORES David & Pia Maybury-Lewis Oficinas De Cultural Survival 2067 Massachusetts Ave. Cambridge, MA 02140 t 617.441.5400 f 617.441.5417 www.cs.org Cultural Survival Quarterly

Editora general: Agnes Portalewska Editora de arte: Phoebe Farris Traducción y producción: Diana Pastor Diseño: NonprofitDesign.com Derechos de autor 2020 de Cultural Survival, Inc. Tome en cuenta que los puntos de vista en esta revista son de los autores y no necesariamente representan los puntos de vista de Cultural Survival.

Pautas para Escritores

Revise las pautas de nuestros escritores en nuestro sitio web: https://www.culturalsurvival.org/ publications/cultural-survival-quarterly/guidelines. Cultural Survival reconoce que los Pueblos Indígenas han sido explotados a lo largo de la historia por fotógrafos y publicaciones. Esta revista no les paga a los fotógrafos por las imágenes y no obtiene dinero por publicarlas. Así mismo, hacemos un enforme esfuerzo para identificar a cada persona Indígena que aparece en las fotografías. Sin embargo, en algunas ocasiones, dicha identificación no es posible.

En la frontera Suroeste de los EE.UU., a los Pueblos Indígenas se les niega tanto el debido proceso como su identidad a través de la exclusión de idiomas. Creación de materiales en lenguaje

DESTA C A D O S

SECCI O NES

10 Juventud Indígena

1 Mensaje de la Directora Ejecutiva

Marlon Noé Sotz (Maya K’iche’) y Rodrigo Medina (Gunadule) cuentan su experiencia en la recuperación de su identidad Indígena en Guatemala y Panamá.

14 El Discurso Del Desarrollo Frente A Los Pueblos Indígenas Salvador Ravinal Catú, Maya Kaqchikel, da a conocer las consecuencias del proyecto del Megacolector en los Pueblos del Lago de Atitlán en Guatemala.

2 Cambio Climático

4 Derechos En Acción

18 El Asesinato De Un Aj’qij’ Henning Sac, Maya K’iche’ habla sobre el asesinato del Aj’qij’ Maya Domingo Choc y la reivindicación de la espiritualidad Indígena.

20 Reencontrarnos Para Sanar Milena Rodríguez, del Pueblo Chorotega resalta la importancia de sanar para construir nuestro camino hacia el buen vivir.

22 Voces Enterradas Karen Recarte, Indígena Lenca, denuncia el asesinato de líderes Indígenas de Derechos Humanos en Honduras.

Cuando cruzamos las montañas y el desierto

6 CONOCIMIENTO INDÍGENA

16 En El Mismo Espacio Territorial Esmeralda Peña, del pueblo Tacuate, expone la necesidad de reconocer la diversidad cultural y lingüística Indígena en México.

Hemos Estado Aquí Desde Tiempos Inmemorables

Los mares en ascenso no tienen respeto por la soberanía

8 ESPACIO DE JOVENES BECARIOS

Refugiados después de cruzar el límite imaginario

26 Socio Destacado del Fondo Guardianes de la Tierra

Rematriación de los Bosques del Este

27 Socio Destacado del Fondo de Subvenciones a Medios Comunitarios

Radio Zapatista

28 Artista Del Bazar

Transformando la Palma en Arte: Juan García Mendoza

24 Ser Ñuu Savi En Ñuu Koyo La experiencia migratoria de Lucio Bau, Indígena Ñuu Savi (mixteco) en Ciudad de México.

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Foto de portada: migrantes de origen centroamericano esperan en la vía del tren para subirse a un tren contenedor, conocido como “la Bestia”, para ir a la frontera de Estados Unidos y México, entre los estados de Coahuila, México y Texas. Foto por Beto.


ME NSAJ E DE LA DIRE C TO RA EJ ECU TI VA

Cruzando Falsas Fronteras: Experiencias Indígenas

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a historia de la humanidad es una historia de movimientos para cruzar fronteras, a menudo imaginarias. En este número del CSQ compartimos historias de experiencias Indígenas en busca de su identidad, reivindicando sus culturas, lenguas, derechos y reivindicando migraciones para ir más allá de las líneas artificiales que nos dividen. Los invito a escuchar estas voces. Cuando pensamos en identidad, cultura y derechos humanos, necesitamos evaluar los impactos de siglos de colonización, décadas de políticas neoliberales y las operaciones actuales de las industrias extractivas, empresas agrícolas y monocultivos que han empobrecido a las comunidades Indígenas. A pesar de muchos desafíos, los Pueblos Originarios, resisten y hacen escuchar sus voces. En este número, compartimos los escritos de ocho talentosos escritores Indígenas de México y Centroamérica que fueron finalistas de convocatorias abiertas organizadas por la Alianza Centroamericana de Medios Indígenas y Alternativos, un proyecto conjunto de Cultural Survival, EntreMundos y la Red Centroamericana de Radios de comunidades Indígenas. La Alianza ha fomentado la investigación sobre los problemas de los Pueblos Originarios, además de promover sus perspectivas y análisis en un esfuerzo por alentar a periodistas Indígenas de México y Centroamérica a informar sobre asuntos de importancia para sus pueblos. La Alianza fue formada para promover las voces Indígenas en los medios de comunicación y para alentar a los líderes Indígenas a escribir y creer en el poder de sus palabras, en el poder de su escritura. Los Pueblos Indígenas poseen el conocimiento que puede afrontar algunos de los

Donantes como usted hacen que nuestro trabajo alrededor del mundo sea posible. Muchas gracias por ser parte de Cultural Survival. PERSONAL DE CULTURAL SURVIVAL

mayores desafíos de la actualidad. Volver a este conocimiento, transferir esta información a través de generaciones y educar al público sobre ello es de vital importancia, por lo que es imperativo promover las lenguas Indígenas que contienen el conocimiento acumulado durante miles de años sobre medicina, meteorología, agricultura y otros temas similares. En Cultural Survival, nos esforzamos por amplificar las voces Indígenas mediante el apoyo a los esfuerzos de los medios comunitarios, la promoción de base y los proyectos que son liderados por Pueblos Originarios arraigados en el conocimiento Indígena. Estamos agradecidos por su generosidad y esperamos que continúen apoyando nuestro trabajo con las comunidades Indígenas.

Galina Angarova (Buryat) Directora Ejecutiva

Los Pueblos Indígenas poseen el conocimiento que puede afrontar algunos de los mayores desafíos de la actualidad; transferir esta información a través de las generaciones y educar al público sobre ello es de vital importancia para promover las lenguas Indígenas que contienen el conocimiento acumulado durante miles de años.

Galina Angarova (Buryat), Directora Ejecutiva Mark Camp, Director Ejecutivo Adjunto Yesmi Ajanel (Maya K’iche’), Asistente de Programas Avexnim Cojtí (Maya K’iche’), Gerente del Programa de Medios Comunitarios Jessie Cherofsky, Investigadora del Programa de Defensa. Danielle DeLuca, Gerente de Desarrollo y Defensa Shaldon Ferris (Khoisan), Coordinador del Programa de Radios Indígenas Sofia Flynn, Gerente de Oficina y Contabilidad Nati Garcia (Maya Mam), Coordinadora de Becas a Jóvenes Indígenas en Medios de Comunicación Comunitaria Adriana Hernández (Maya K’iche’) Asistente Ejecutiva Dev Kumar Sunuwar (Kumar/Sunuwar), Socio de Programa, Proyecto de Subvenciones a Medios Comunitarios Danae Laura, Gerente del Programa del Bazar Maria del Rosario “Rosy” Sul González (Kaqchikel), Coordinadora del Programa de Radios Indígenas Bia’ni Madsa’ Juárez, (Mixe/Ayuuk ja’ay y Zapotec/Binnizá), Gerente del Proyecto Fondo Guardianes de la Tierra Jamie Malcolm-Brown, Gerente de Comunicaciones y Tecnología Teresita Orozco Mendoza, Coordinadora de Capacitación en Medios Comunitarios Cat Monzón (Maya K’iche’), Asistente Ejecutiva Cesar Gomez Moscut (Pocomam), Coordinador del Programa de Medios de Comunicación Comunitaria Gabael Otzoy Xocop (Maya Kaqchikel), Asistente de Tecnología Diana Pastor (Maya K’iche’), Coordinadora de Medios de Comunicación en Centroamérica Agnes Portalewska, Gerente de Comunicaciones. Angelica Rao, Coordinadora de Recursos Humanos Sócrates Vásquez García (Ayuuk), Coordinador de Subvenciones para Medios de Comunicación Comunitaria. Miranda Vitello, Socia de Desarrollo.

PASANTES Y VOLUNTARIOS Arianna Adirim-Lanza, Alexandra Carraher-Kang, Pablo Cordon, Augusta Davis, Samantha Freedman, Elisabeth Lualdi, Kiara Maher, Laura Simpson Reeves, Carolyn Smith-Morris, Tristan Suarez, Laura Xu

HAY MUCHAS MANERAS DE

MANTENERSE CONECTADOS www.cs.org

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cambi o clim á tico

Hemos Estado Aquí Desde Tiempos Inmemorables:

Exigiendo Acción Climática Jefa Shirell Parfait Dardar

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Jefa Shirell Parfait-Dardar

lijo salir por la puerta de atrás porque el bosque aún está allí. Los árboles frutales, los colibríes y las abejas todavía están allí. Es un recordatorio de que la gente de los pantanos costeros en Louisiana todavía está aquí. Nuestro estilo de vida todavía está aquí, a pesar de que la muerte existe pasando más allá de mi puerta principal. Cuando era pequeña, mi hermano, mi hermana y yo podíamos correr a través del patio trasero desde nuestro remolque y llegar a casi 460 metros antes de llegar al agua. Hoy, cuando regresamos a Shrimpers Row para visitar a la familia, mis 4 hijos apenas pueden alcanzar los 120 metros antes de que la tierra comience a desaparecer en el pantano. Solo tengo 39 años. Crecí en Dulac, Louisiana, en una franja de tierra llamada Shrimpers Row, parte de una comunidad donde casi todos se conocían o estaban relacionados entre sí. Era nuestro propio pequeño mundo, y era, en todos los sentidos, mágico. Pero el cambio climático ha azotado severamente a nuestra comunidad física, y nuestra forma de vida tradicional está desapareciendo con ella. En las partes bajas de nuestras comunidades pantanosas, los vientos del sudeste traen agua varias veces al año y el agua de la inundación empapa nuestra tierra durante días. En mi casa en Chauvin, en la parte superior de la

La casa de la tía de la jefa Shirell Parfait-Dardad, en la calle Onezia en Dulac, Luisiana, durante una inundación en el sureste. 2 • www. cs. org

comunidad del pantano, donde todavía no se inunda fortuitamente, sembramos calabaza, okra y frijoles. Utilizamos varias variedades de alimentos vegetales. Aun así, las plantas apenas crecían. Finalmente, usando residuos de madera reciclada, y en un caso el marco de un viejo trampolín, creamos jardines elevados con la esperanza de que algo creciera. Pero estas camas elevadas, colocadas a 45 cm. del suelo, pueden producir solo ciertas frutas y verduras. Más al sur, en nuestras comunidades pantanosas de Cocodrie, Dularge y Dulac, en donde las inundaciones repentinas y severas son comunes, los huertos elevados nunca producen nada. Y es solo cuestión de tiempo para que el agua llegue también a las comunidades de arriba. Mis antepasados vivieron aquí y fueron enterrados en Shrimpers Row. Mi padre, abuelos, hermanito, tías, tíos y ex jefes yacen aquí. La inundación también los está arrastrando. Nuestro cementerio está antes de la Guerra Civil, y algunas de las criptas de tierra que contienen los ataúdes de nuestros parientes y amigos muertos han salido del suelo y se han ido flotando. Vi a mi tía pasar varios días horrendos tratando de encontrar la cripta desplazada de mi tío y devolverla a su lugar de entierro. Nuestra comunidad está trabajando con


Imagen cortesía del Comité de Servicio Universalista Unitario

Respondiendo a

LA PÉRDIDA DE LA TIERRA De s de el cambio c l i m át i c o un agente para obtener la propiedad formal del cementerio para que podamos localizar el lugar de las tumbas utilizando marcadores y etiquetas geográficas. Es solo cuestión de tiempo antes de que nuestro cementerio sagrado se sumerja permanentemente en las aguas del pantano, y que podamos visitar el cementerio solo en bote. Siempre hemos estado aquí, desde tiempos inmemoriales. Mi gente tenía huertos comunitarios a lo largo del agua en donde todos podían plantar lo que necesitaban mientras se aseguraban de que sus vecinos no pasaran hambre. Pero el gobierno federal no reconoce a mi tribu. Dicen que no hay dinero para protegernos y que no harán lo necesario por nuestra gente. Nuestro gobierno local nos ha pedido que formemos parte de varios comités y nos dejó como tarea elaborar planes para nuestra propia supervivencia. Nos sentamos en los comités de restauración costera y participamos en talleres como LA Save. Asistimos a numerosas reuniones en todo el estado con nuestros propios recursos. Cuando ofrecimos soluciones prácticas arraigadas en nuestras tradiciones, nos dijeron que necesitábamos ciencia para respaldarlas. Cuando trabajamos con científicos para apoyar nuestro caso, escuchamos lo mismo: no hay dinero para protegernos. Ese no es el caso de las comunidades predominantemente blancas que podemos ver desde nuestras propias costas. Ellos tienen mamparos para mantener las aguas a raya y sistemas de drenaje para asegurarse de que las aguas que sobrepasan las barreras no sumerjan sus calles y hogares. Sabemos que no se quedan atrapados en las aguas por la inundación viendo cómo se desbordan sus fosas sépticas y desaparecen sus propiedades. Y nos preguntamos ¿por qué nosotros no estamos protegidos de la misma manera? ¿por qué estamos siendo castigados? ¿acaso no nos han quitado ya lo suficiente? Esta crisis ha obligado a mi Tribu, la Gran Banda Caillou/ Dulac de la Tribu Biloxi-Chitimacha-Choctaw, junto a otras tres tribus en Louisiana, la Banda Isle de Jean Charles de BiloxiChitimacha-Choctaw; la Tribu India Pointe-au-Chien y la aldea Gran Pantano de la Tribu Atakapa-Ishak Chawasha; así como la aldea Inupiaq de Kivalina, Alaska, a dar un paso sin precedentes: el 15 de enero de 2020 presentamos una queja formal ante los Relatores Especiales de las Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos de los Pueblos Desplazados Internamente y los Derechos de los Pueblos Indígenas, acusando al gobierno federal de los Estados Unidos de cometer serias violaciones a los derechos humanos al no protegernos de los impactos devastadores del cambio climático e ignorar el daño que las compañías de petróleo y gas están causando en nuestra tierra. La inacción del gobierno de los Estados Unidos ha dado como resultado la pérdida de nuestras tierras ancestrales, la destrucción

de sitios sagrados de entierro y amenazas graves y crecientes para nuestra salud, seguridad alimentaria y medios de vida. El gobierno ha ignorado nuestra soberanía y capacidad para ayudar a dar forma al futuro de nuestras comunidades y nuestra tierra, lo que nos pone en riesgo existencial. Nuestra tribu está lejos de ser la única que sufre debido a la crisis climática. Estamos viviendo una realidad severa que es, en gran medida, invisible para el mundo que existe fuera de los límites de nuestras tierras tribales. Millones de miembros de comunidades Indígenas están amenazados por la emergencia climática alrededor del mundo, a pesar de que hemos contribuido en menor medida a la industrialización, las prácticas extractivas y el consumo excesivo que han provocado que las temperaturas aumenten en primer lugar. Tenemos solicitudes concretas, aunque no nos hacemos ilusiones sobre lo difícil que será ver alguna de ellas implementadas. Queremos que los altos funcionarios de la ONU insten a los Estados Unidos a proporcionar nuevos fondos para restaurar tierras tribales, áreas de caza y pesca, ayudar a las tribus que actualmente trabajan para permanecer en sus hogares y ayudar a aquellos que han sido obligados a reubicarse. Pero también sabemos la responsabilidad que tenemos para con nuestras propias tribus y con nuestras comunidades tribales en los Estados Unidos y en otros lugares. Los Pueblos Indígenas son miembros de algunas de las comunidades más antiguas en la tierra, y nuestras tradiciones se han transmitido por siglos. Tenemos una profunda reverencia por nuestra tierra y nuestra forma de vida. Y no puedo quedarme de brazos cruzados mientras los que me rodean sufren, mientras mi esposo y yo estamos cada vez más seguros de que las tradiciones que celebramos cuando éramos niños desaparecerán antes de que nuestros propios hijos terminen de crecer. Estamos al tanto del mundo que les heredaremos si fallamos en actuar, el cual será más pobre -en todos los sentidos- que el que conocimos nosotros. Frecuentemente pienso en los árboles y los frutos del bosque que me rodeaban cuando crecí. Mis hijos no pueden ver eso, en cambio ven árboles muertos, esperando a caer. Les debemos a mis hijos, y a todos nuestros niños, preservar lo que queda. — Shirell Parfait-Dardar es jefa de los Gran Caillou/Dulac de la tribu Biloxi-Chitimacha-Choctaw en la costa de Louisiana. Este artículo fue escrito en colaboración con el Comité de Servicio Universalista Unitario, como parte de una serie que destaca la capacidad de recuperación, la sabiduría y el poder de las comunidades Indígenas que se enfrentan a la crisis climática.

TODAS LAS FOTOS CORTESÍA DE JEFE SHIRELL PARFAIT-DARDAR.

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d er ec ho s e n a cció n A té qík'xyé toj nin k'ul ex toj chg'ajlaj Cuando cruzamos montañas y desiertos

Migración forzada en Abiayala

A B A J O: Consulta popular de miembros de los Pueblos Mam, Kaqchikel, Q'eqchi', O'odham, Cherokee, Kickapoo, Comanche, Macehual, Hopi, Ecuatorianas, Mexicanas y Purépecha en Shuck Shon. Foto por Alianza Indígena Sin Fronteras.

Foto cortesía de la Liga Maya Internacional

Alianza Indígena sin fronteras: Liga Maya Internacional y Oficina de Lenguas Indígenas

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uestras historias están tejidas en los movimientos de nuestros pueblos a través de los mundos y dimensiones, y continúan emergiendo a pesar de la migración forzada por las guerras y masacres en nuestra contra, y el rastro de lágrimas. Sobrevivir es permanecer siendo quienes somos en nuestros propios términos. Más de 500 años de colonización, despojo de tierras y genocidio han creado desplazamiento forzado de nuestras tierras ancestrales en toda la Isla Tortuga, Ixim Ulew Abialaya. Nuestros idiomas, ceremonias, cosmovisiones y derecho de existir como pueblos y naciones distintas han estado bajo ataque de parte de sistemas impuestos y de los gobiernos, lo cual ha sido una invasión tan fuerte que casi nos mata mediante la negación obligada de nuestra identidad, la eliminación estructural y el genocidio. Continuamos peleando por nuestra identidad y sobrevivencia en contra de leyes inhumanas y políticas que todavía imponen fronteras, ideologías y gobiernos sobre nuestras tierras y cuerpos. Nuestra convergencia como Pueblos Indígenas, defensores y recolectores de conocimientos luchando por nuestros derechos en migraciones forzadas, comenzó en el momento histórico de guerras y genocidio en Ixim Ulew (la Tierra del Maíz) Guatemala, a finales de la década de los 70s. Algunos de nosotros fuimos blancos de guerra y obligados a huir; otros trabajaban en el ferrocarril subterráneo del Movimiento Santuario de los años ochenta. Algunos de nosotros reportamos las historias de genocidio en Guatemala y muchos de nosotros experimentamos amenazas de muerte. Pueblos Indígenas ingresaron al desierto de Sonora, tierras originales del pueblo O’odham, cuando el genocidio se extendió en Guatemala a principios de los años ochenta. Durante este tiempo más de doscientas mil personas, la mayoría maya, fueron asesinadas o desaparecidas, y más de 1.5 millones fueron desplazados de sus tierras ancestrales obligatoriamente. El movimiento Santuario comenzó en Tucson, Arizona en marzo de 1982, una estación de paso para Indígenas inmigrantes

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para revelar al resto de los Estados Unidos que los inmigrantes Indígenas huían del genocidio. La migración forzada de estos pueblos es un resultado directo de la marginación pasada y actual, los conflictos sobre tierras y recursos de leyes y políticas racistasdiscriminatorias, la pobreza debilitante, el desarrollo impuesto y, ahora, el cambio climático. El Indígena Abya Yala está de nuevo en movimiento (solicitando asilo, refugiándose, migrando), pero seguimos siendo invisibles. La experiencia migratoria de los Pueblos Indígenas se caracteriza por vulnerabilidades únicas que se derivan de nuestra identidad Indígena y la intersección de la discriminación, el racismo y el lenguaje. El gobierno continúa borrando nuestra historia e identidad a través de políticas y la omisión estadística que niega nuestras identidades como pueblos originarios de este continente. Estamos incluidos en la ciudadanía nación-Estado, nuestras historias Indígenas están contenidas, nos niegan el derecho a nuestros idiomas originarios que surgieron de todos los mundos naturales vivientes de este continente. Para los Pueblos Indígenas de lo que hoy es México, Centroamérica y Sudamérica, se nos clasifica erróneamente como latinos, hispanos, latinxs e Indígenas latino-hispanos; lo cual borra nuestra identidad Indígena e infringe nuestro derecho a existir, nuestro derecho a la autodeterminación y al debido proceso en el sistema de inmigración a través de la exclusión del idioma Indígena. All photos by Joshua Cooper.


En los últimos cinco años, mujeres y niños migrantes han estado en el centro de debates de inmigración debido a la crisis humanitaria en la frontera entre Estados Unidos y México con el aumento de menores no acompañados en el 2014. Estos desplazamientos a gran escala son el resultado del legado del genocidio y masacres en Centroamérica. En mayo de 2018, Claudia Patricia Gómez González recibió un disparo en la cabeza y fue asesinada en Texas después de cruzar la frontera. Conforme los días pasaban, aparecieron nuevas fotos de ella con ropa tradicional maya, corte y huipil. Fue entonces cuando descubrimos que era una mujer maya mam de San Juan Ostuncalco, un pueblo en el departamento de Quetzaltenango. La eliminación de su identidad Maya Mam ocurrió en todos los niveles: fue identificada como guatemalteca, como migrante, como una mujer latina, pero nunca como una mujer Maya Mam. A finales de 2018, las horribles historias de niños enjaulados, familias separadas, violencia contra mujeres y niñas y la muerte de los niños mayas Jakelin Caal Maquin (Maya Q’eqchi’) y Felipe Gómez Alonzo (Maya Chuj), empujaron a nuestras comunidades mayas a las profundidades de la desesperación y acción. Según las noticias, Jakelin Caal no había recibido un examen médico para detectar signos vitales básicos. El primer idioma de su familia era Maya Q’eqchi’, y aun así solo le proporcionaron formularios en inglés a su padre, mientras estaba bajo custodia de Aduanas y Protección Fronteriza, negando así su derecho básico a una comunicación e interpretación efectivas. Desde diciembre de 2018, al menos cinco niños mayas y una joven mujer maya han muerto en la frontera entre Estados Unidos y México bajo la custodia de EEUU o han sido asesinados por funcionarios federales; Claudia Gómez (de 20 años) fue asesinada el 23 de mayo de 2018. Jakelin Caal (de 7 años) murió de una infección bacteriana el 8 de diciembre de 2018. Felipe Gómez (de la etnia Maya Chuj, de 8 años) murió el 24 de diciembre de 2018 por complicaciones de gripe. Un adolescente más, Juan de León Gutiérrez (etnia Maya Ch’orti’, de 16 años), murió el 30 de abril de 2019 de una infección cerebral causada por una infección sinusal no tratada. Wilmer Josué Ramírez Vásquez (etnia Maya Ch’orti’, de 2 años y medio) murió de neumonía el 16 de mayo de 2019. Carlos Gregorio Hernández Vásquez (etnia Maya Achí, de 16 años) murió el 20 de mayo de 2019 después de un diagnóstico de influenza tipo A. En la primavera y el verano de 2019, en un día Tijax, obsidiana, en el recuento sagrado maya, nuestras vidas se entrelazaron nuevamente. En este día de medicina y curación, nos unimos al trabajo como aliados Indígenas, los pueblos Águila y Quetzal juntos en defensa de nuestros pueblos. Nos reunimos en nuestro punto de encuentro original de la década de los 80s, el desierto de Sonora, y reafirmamos la autodeterminación; recolectando nuestros propios datos y usando nuestros idiomas para crear materiales en lenguas Indígenas y reunir las historias de nuestros familiares. En Tucson, de julio de 2014 a agosto de 2019, los idiomas, orígenes, destinos e información demográfica de 6.800 solicitantes de asilo fueron documentados en refugios de inmigrantes mediante formularios de admisión. Los datos indicaron que el 20 por ciento hablaba un idioma Indígena como su idioma principal, y que sus áreas de reasentamiento en los Estados Unidos eran diversas. En un giro irónico, muchos migrantes Indígenas se están mudando ahora al sur de los Apalaches, regiones donde las Cinco Tribus sufrieron el camino de lágrimas, migraciones forzadas y violaciones de los tratados. Durante julio de 2019, hablamos con 39 solicitantes de asilo, de los cuales la mayoría eran mujeres (59 por ciento), mientras que el 44 por ciento hablaba un idioma Indígena. Nuestra propia

investigación dirigida por Indígenas proporciona uno de los pocos retratos estadísticamente precisos disponibles de los Pueblos Indígenas que llegan a la región fronteriza de Tucson. Este perfil demográfico indica una gran presencia de Pueblos Indígenas dentro del parámetro de migración forzada. La tendencia de que el mayor número de arrestos de adultos solteros y niños en la frontera suroeste de los EEUU son personas de Guatemala, respalda aún más nuestra preocupación de que se estén violando potencialmente los derechos de cientos o miles de personas Indígenas. A nuestros pueblos se les niega tanto el debido proceso como su identidad a través de la exclusión del idioma, y se elimina su identidad como pueblos a través de la omisión estadística y la categorización errónea como latinos o hispanos. Las violaciones son comunes y acumulativas en todo el sistema de inmigración, compuestas de violaciones de leyes nacionales e internacionales y convenciones. Existen prácticas arbitrarias y perjudiciales en el sistema de inmigración del gobierno de los EEUU sobre los Pueblos Indígenas. Los migrantes de estos pueblos no reciben un trato equitativo porque no son reconocidos como parte de las Naciones Indígenas con derecho a comunicarse en sus idiomas maternos. Tampoco existe un mecanismo de evaluación por idioma para determinar su estado y necesidades. Permanecen en la oscuridad por falta de documentación en su idioma por parte del gobierno federal. No existe una forma estandarizada de evaluar las lenguas Indígenas en detenciones de largo plazo, en detención de familias y niños, ni en la Operación Streamline. Nuestro liderazgo, conocimiento, idiomas y tradiciones Indígenas están creando una respuesta a estas graves violaciones de derechos humanos que nuestros pueblos enfrentan. Los vientos nos reunieron nuevamente, a los pueblos del Águila y el Quetzal, en el desierto sagrado, un lugar de medicina, vida e intersección; un lugar de restos humanos de quienes no sobreviven. Fue la noche lo que nos protegió, la luna y las estrellas que iluminaron nuestros pasos, y el agua que ocultó nuestros movimientos cuando cruzábamos. Fue un lugar en donde nos vimos obligados a escondernos y, en algunos casos, a perder nuestro idioma, a quitarnos la ropa tradicional y cortarnos el pelo; un lugar de trauma y dolor devastador. En un tiempo en el que nuestros hijos vuelven a ser arrancados de sus padres, enjaulados, separados y, en el peor de los casos, abandonados a morir por enfermedades como la gripe común, como Pueblos Originarios trascendemos las fronteras entre nación-Estado para unirnos en alianza y defender nuestras vidas. Damos fe de los horrores que continúan infligiendo nuestras tierras y pueblos, pero no nos quedamos en silencio. Nuestra resiliencia, resurgimiento y el reclamo de nuestros derechos e identidades se dan por el poder de nuestros idiomas, cosmovisiones y las medicinas y tradiciones que llevamos de nuestros antepasados. El espíritu y la fuerza de nuestros pueblos nunca morirán porque aún estamos aquí. — Juanita Cabrera Lopez (Maya Mam) dirige la Liga Maya Internacional con sede en D.C. promoviendo la cosmovisión, cultura e historia maya como soluciones a amenazas actuales que afectan los Pueblos Indígenas. Patrisia Gonzales (Kickapoo, Comanche y Macehual) dirige la Alianza Indígena Sin Fronteras (Indigenous Alliance Without Borders) con sede en Tucson, Arizona, la cual promueve los derechos Indígenas, la autodeterminación, la protección de sitios sagrados y el movimiento libre y sin restricciones en las fronteras internacionales. Blake Gentry (Cherokee) dirige la Oficina de Idiomas Indígenas en Tucson, Arizona, la cual coordina la interpretación en idiomas Indígenas y publica materiales internacionales para inmigrantes en asilos fronterizos.

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conoc i m ie n t o in d íg e n a

Los Mares En Ascenso No Tienen Respeto Por La Soberanía Una Entrevista con Seve Paeniu de Tuvalu Vista aérea de la capital de Tuvalu, Funafuti. Tuvalu es un país remoto de atolones e islas bajas, lo que lo hace vulnerable al cambio climático. Foto por LilyAnne Homasi/ Departamento de Asuntos Exteriores y Comercio.

E

l difunto erudito tongano-fijiano, Epeli Hau’ofa reformuló célebremente antiguas nociones del pacífico de pequeños puntos situados inconsecuentemente en un mapa azul sin fin a un vasto mar de islas: Oceanía. Dentro de la subregión de la llamada Polinesia, Tuvalu ejemplifica ambas nociones; una nación pequeña y vasta, con poco más de 11,000 ciudadanos en comunidades en 8 islas de coral y atolones bajos: Funafuti, Nukufetau, Vaitupu, Nui, Nanumanga, Nanumea, Niutao y Nukulaelae. Aunque su relativo aislamiento evitó a Tuvalu gran parte de la desestabilización cultural y lingüística provocada por el colonialismo de los colonos, en otras partes de la región, la geografía no pudo proteger a su gente de los encuentros de la Segunda Guerra Mundial contra los imperios de lucha o el tráfico de esclavos del Transpacífico, lo que resultó en el secuestro de casi dos tercios de la población de las islas. Por medio de barcos de esclavos del Perú, se les forzó a extraer guano en las islas de Chincha. Hoy en día, la distancia de Tuvalu a las principales naciones industrializadas del mundo hace que todo esté fuera de la vista, fuera de la mente, así como que se encuentra en medio de un escenario del fin del mundo ambiental causado por los efectos del cambio climático y el aumento del nivel del mar, amenazando con hundir el país debajo de las olas para siempre. Seve Paeniu es el actual Ministro de Finanzas de Tuvalu y es también representante electo del parlamento y miembro del gabinete en el gobierno de Tuvalu. Conforme el país navega en estos tiempos terriblemente inciertos, su cartera ministerial es responsable de encargarse de asuntos sobre el cambio climático hacia el empoderamiento de la nación y su gente para trazar un mejor rumbo para su futuro. Cristina Verán habló recientemente con Paeniu.

Cristina Verán: Por favor descríbanos el escenario actual que Tuvalu enfrenta. Seve Paeniu: Nuestro país está viviendo el impacto total del

cambio climático: el aumento del nivel del mar, inundaciones por todos lados, huracanes, ciclones y así sucesivamente. Las tormentas se están volviendo más frecuentes y su intensidad es mucho más pronunciada comparada con años anteriores. Cuando fuertes vientos coinciden con mareas y olas crecientes, la fuerza que viene con ellas es bastante traumática y devastadora para los hogares 6 • www. cs. org

de nuestra gente, sus medios de vida y nuestra infraestructura. Los campos de cultivo de Tuvalu son constantemente inundados por el agua del mar y son dañados por los vientos. Hay una extensa erosión y degradación de los suelos por todos lados y, como nuestros mayores han estado diciendo, lugares en donde usualmente el agua no llegaba, se inundan ahora regularmente. CV: ¿Cómo hace su despacho para informar y consultar estos temas con la gente de Tuvalu? SP: Somos una sociedad muy unida, así que primero vamos

directamente a nuestras comunidades a examinar los puntos de vista y sentimientos de nuestra gente, y luego realizamos consultas nacionales en áreas temáticas relevantes. La mayoría expresa claramente que no quieren ver a Tuvalu desaparecer o abandonarla.

CV: Dada la inmediatez y gravedad de la situación ¿Qué estrategias pueden ayudar a mitigar los desafíos? SP: Nuestra prioridad es el cómo podemos adaptarnos para que

Tuvalu sea más resilente ante los impactos del cambio climático, especialmente en términos de salvaguardar y proteger nuestra tierra, así como la recuperación de tierras. Al hacerlo, buscamos reducir nuestra vulnerabilidad. Para poder realizar ese tipo de medidas efectivamente necesitamos tecnología, expertos y ayuda financiera, también innovación. Las estrategias estándar como levantar rompeolas o cultivar plantas especiales para detener la erosión, no van a ser suficiente para salvarnos.

CV: ¿Cómo son las estructuras típicas de vivienda en Tuvalu y como se desempeña? SP: Tradicionalmente nuestras casas han sido estructuras a nivel

del suelo, pero éstas son fácilmente dañadas por fuertes vientos, olas e inundaciones; particularmente las que bordean las playas. Así que como respuesta a ello estamos desarrollando un nuevo tipo de casa. Aún es al estilo Tuvalu, pero compuesta de una estructura sólida de concreto y levantada sobre columnas de concreto. En una de nuestras islas, Nukulaelae, ya las hemos construido, y los resultados son prometedores. Cuando el ciclón Tino nos golpeó en enero, el agua se precipitó y se movió en toda la isla, desde el lado del lago a la orilla opuesta. Sin embargo, en donde sea que estas nuevas estructuras estaban, el agua solo pasaba


justo debajo de ellas y no molestaba las casas para nada. Queremos replicar este modelo en el resto de nuestras islas. CV: Ya que estas condiciones probablemente continuarán e incluso empeorarán con el tiempo ¿qué otras opciones se considerarían si los tuvaluanos deciden que ya no es seguro quedarse? SP: Por supuesto que la solución alternativa sería dejar Tuvalu

Seve Paeniu, Ministro de Hacienda de Tuvalu. Foto por Malama Te'o-Paeniu.

por países más grandes en donde los impactos del cambio climático no sean tan marcados. Mientras que la prioridad de nuestro gobierno se mantiene enfocada en estrategias para hacer posible que los tuvaluanos se queden aquí, apoyamos las decisiones individuales de aquellos que quieren emigrar a otros lados, en donde ellos y sus familias pueden estar mejor protegidos. Pero en lugar de solo reubicar a nuestra gente, formar una estrategia oficial de inversión en migración para asegurar tierra en, digamos, Australia, Nueva Zelanda o Fiji, estamos proporcionando las herramientas, educación y entrenamiento para que puedan tener una fácil transición hacia el contexto económico de cualquier país al que puedan ir, mientras al mismo tiempo los incitamos a que mantengan sus vínculos con Tuvalu.

CV: Usted hace mención de la recuperación de tierras. ¿Cómo es posible reclamar tierras de islas coralinas bajas y atolones que ya han desaparecido o están cerca de quedar sumergidas? SP: Ya existe tecnología para la construcción de islas. Está

sucediendo ahora mismo en el mar del sur de China, por ejemplo. China está, literalmente, creando nuevas islas en medio de la nada, justo sobre el océano más profundo. En el océano Índico también, está pasando en las Maldivas, con islas que tienen estructuras bajas similares a las nuestras. Este es el futuro que vemos para Tuvalu; que incluso en el peor escenario, conforme el nivel del mar ascienda, nuestras islas puedan mantenerse a flote.

CV: Eso suena muy costoso para un país de su tamaño. ¿Qué aliados potenciales busca para poder acercarse al cumplimiento de esa visión? SP: Continuamos desarrollando nuestro propio capital humano

y fortificando nuestros propios expertos locales. Cada vez tenemos más personal de jóvenes educados, con bastante tuvaluanos con

Daños causados por el huracán Tino en viviendas comunes en la isla de Nukulaelae, en enero pasado. Foto por Tusitapu Tapuaiga.

doctorados y a un número de personas con maestrías trabajando en los campos de la agricultura y ciencias de la tierra, en políticas de cambio climático y varios otros campos científicos, todos en conjunto con especialistas que traemos de otros lados para trabajar en proyectos especiales. La misión más urgente que tenemos es crear conciencia dentro de la comunidad internacional; ya sea que estés en casa dependiendo de energía producida por carbón, volando por ahí en aviones o conduciendo vehículos que usan combustible diésel, necesitas saber: cualquier cosa que hagas afectará directa o indirectamente a Tuvalu. — Cristina Verán es una especialista internacional en asuntos de Pueblos Indígenas, consultora, investigadora, estratega, curadora, educadora y productora de medios. Es corresponsal de las Naciones Unidas desde hace mucho tiempo y fue miembro fundador de la Red de Medios Indígenas de la ONU.

Ahora se está construyendo una vivienda de concreto más resistente y de nuevo diseño, lo que permite que el agua pase por debajo Cultural Survival Quarterly septiembre 2020 • 7 durante las inundaciones. Foto por Tusitapu Tapuaiga.


e s pac i o d e jove n e s b e c ari os

REFUGIADOS DESPUES DE CRUZAR EL LIMITE IMAGINARIO Migrantes Wayúu de Venezuela, sobrevivientes en la ranchería Perra’a, cerca de Maicao, Colombia.

Ronald José Fernández Epieyuu

A

ngela, una mujer Wayúu de 75 años con voz ronca y pasos lentos, corre entre los patios de su nuevo refugio hecho de bolsas plásticas y láminas de zinc que ella, su familia y sus vecinos llaman “su nuevo hogar”. Han pasado ya más de dos años desde que vinieron a la ranchería a la cual llamaron Perra’a (o Vera, un árbol común en las montañas de La Guajira). Este pequeño refugio está localizado a pocos kilómetros de Paraguachon en la carretera a Maicao, Colombia. Familias completas migran al otro lado de la frontera venezolana y colombiana en búsqueda del refugio contra el hambre y la violencia que les arrebató sus tierras ancestrales. Allí, aún sufren de hambre e indiferencia de los gobiernos de Estado que han sido impuestos sobre el territorio tradicional Wayúu. Junto con Angela, más de 40 familias llegaron haciendo un total de 200 personas, incluyendo niños, ancianos y mujeres embarazadas, quienes, en busca de mejores condiciones de vida, ahora comparten este pequeño espacio de aproximadamente 2 kilómetros cuadrados. Sus lugares de origen son las comunidades de Calie, Caujarito y La Frontera, que están a menos de 8 kilómetros de la frontera del lado venezolano. Su objetivo después de emigrar es sobrevivir y encontrar mejores condiciones de vida de las que enfrentaron en sus comunidades de origen, en donde las fuerzas armadas y grupos militares impusieron sus leyes para despojar a los Pueblos Indígenas de sus territorios. La nación Wayúu es una de las tribus Indígenas más grandes de Colombia y Venezuela, con más de 20 clanes. Alrededor del 95 por ciento de la población habla Wayúunaiki, y solo el 30 por

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ciento habla español, por lo que la comunicación se convierte en una barrera cuando se intenta acceder la educación, servicios médicos y servicios legales. Según datos del Registro Administrativo de Migrantes Venezolanos en Colombia, en el 2018, en un lapso de solo 6 meses, 74,874 migrantes llegaron a La Guajira, con un total de 26,579 que se reconocieron como Indígenas de Venezuela. No se puede determinar un número exacto debido a la falta de documentación, pero a medida que aumenta el número de migrantes, los Wayúu continúan enfrentando desafíos como la pérdida del idioma e identidad y un deterioro dramático de sus estructuras culturales. Conocidos como la gente del sol, la arena y el viento, la nación Wayúu ha estado dividida por la frontera de Venezuela y Colombia desde principios del siglo XVIII, donde las negociaciones comenzaron a dividir la península La Guajira. Sus tierras tradicionales cubren aproximadamente 23,000 kilómetros cuadrados, de los cuales el 80 por ciento está del lado de Colombia y aproximadamente el 20 por ciento en Venezuela. La Guajira está ubicada en la parte norte de Colombia y al noroeste de Venezuela en el estado de Zuila. Aunque es conocido como La Guajira en el idioma Wayúunaiki, la palabra Guajira no existe y se conoce entre la Nación Wayúu como Woumainru´u. La palabra se originó de Goahire, o Goshire, que en Wayúunaiki significa “tierra barrida por el viento” y fue usada por primera vez en los mapas españoles de Sudamérica que fueron publicados en 1527 y 1529 en referencia al territorio Wayúu. Los Wayúu nunca fueron subyugados por el imperio español y demostraron resistencia con el levantamiento Indígena durante el siglo XVII. Esto llevó a una disputa de la península de La Guajira que continúa entre Colombia y Venezuela hasta que ambos países


obtuvieron la independencia del imperio español a fines del siglo XVIII, y la nación Wayúu se libró de ambas fronteras. Hoy en día, ocupan 6,710 kilómetros cuadrados del duro ambiente del desierto de La Guajira a través de Colombia y Venezuela. Aunque los Wayúu pudieron lograr la auto gobernanza, han afrontado discriminación y exclusión de ambos gobiernos estatales, cada uno violando sus derechos y extrayendo materias primas de sus tierras. Su territorio ya no es el mismo; el territorio judicial y legal no tiene armonía con las costumbres socioculturales históricas de la nación Wayúu. Para ellos, el territorio no ha tenido límites, pues uno de los elementos principales de su cultura es ir y venir libremente. Sin embargo, su moderno confinamiento a La Guajira crea un desequilibrio de su espacio vital. Es parte de la tradición y la costumbre de la nación Wayúu permanecer en la tierra de manera multidisciplinaria con el propósito de proteger su linaje ancestral para sostener a las generaciones futuras. La migrante Carmen Sapuana dice: “Cuando cruzamos hacia estas tierras, recientemente, se nos recibió bien. Pero no es lo mismo porque no tenemos lo que realmente queremos: la libertad de caminar en nuestro territorio como lo merecemos. Sé que esto es nuestro porque los límites fueron inventados por los criollos para marcar a un país del otro. Los Wayúu están dispersos en este amplio territorio que reconocemos como la gran Nación Wayúu”. Sapuana agrega que su peor temor después de huir de su comunidad fue perder la esencia de lo que creó a sus hijos. Las comunidades han dependido de la agricultura, la creación de artesanías y, en las comunidades costeras, la pesca de perlas. Sin embargo, el cambio climático ha impactado las prácticas agrícolas sostenibles con sequías, amenazando los cultivos y la deshidratación entre los animales. La comercialización de la pesca de perlas también ha amenazado la acuicultura de las comunidades. Debido a estos factores, muchos han abandonado estas prácticas tradicionales y tienen que encontrar otros medios para satisfacer sus necesidades básicas. Esto ha llevado a la criminalización y al aumento del alcoholismo, especialmente entre los hombres en La Guajira. En Venezuela, los Wayúu dependían de alimentos subsidiados por el gobierno, pero debido a la inestabilidad en el país, gran parte de esta ayuda se ha detenido, causando desnutrición en todas las comunidades. Esto ha llevado a muchas familias a abandonar sus hogares en Venezuela en busca de una vida mejor en Colombia, con la esperanza de regresar algún día. Aprender a vivir juntos no ha sido fácil, y existe un gran deseo entre los migrantes Wayúu de regresar a sus países de origen y vivir como solían hacerlo. Recuerdan lo difícil que ha sido cambiar inesperadamente su estilo de vida, y esto hace que su anhelo de

regresar a sus tierras ancestrales se multiplique. “Quería ser enfermera y sacar adelante a mis hijos, pero aquí estoy”, dice Paola Vanesa González. “No tengo nada. Solo el deseo de seguir viviendo y la fe me ayudan. Estamos seguros de que algún día esto mejorará. Venezuela nos duele porque nacimos y crecimos allí, pero nuestros recuerdos se quedaron”. Llegar a este nuevo hogar ha obligado a los migrantes a despegarse de muchas cosas que los arraigaron en sus territorios ancestrales, en lugares sagrados como cementerios, conucos (pequeñas parcelas de tierra que cultivan los Indígenas) e incluso sus recuerdos de la infancia. González, de 29 años, dijo que siente que está viviendo en un vacío después de abandonar su territorio y todo lo demás. “Dejamos muchas cosas que queríamos; nuestra casa, nuestros animales. La gente aprovechó eso debido a nuestra ausencia. También dejé a mi abuela de 72 años. La dejé porque ella no quería venir, y nos dijo que no había suficiente espacio aquí para ella porque está acostumbrada a lugares más abiertos como en nuestras tierras tradicionales”, dijo. Los migrantes afirman que ha sido difícil sobrevivir, y aunque afirman estar más seguros que en Venezuela, no pierden la esperanza de que llegue ese momento de regresar a su hogar, el lugar donde nacieron y que nunca quisieron dejar. Abandonar el hogar es abandonar nuestra esencia. “A veces me pregunto qué pasará con nosotros”, dice Ángela. ¿Nos acostumbraremos a este lugar? O tal vez algún día volveremos a casa. Realmente no sé si llegaré a ver ese día, o tal vez sean mis hijos o los nietos de mis hijos. No lo sé; solo Dios sabe lo que sucederá”.

Mapa de la península de La Guajira, hogar de los pueblos Wayúu y de “El Cerrejón”, la mina de carbón a cielo abierto más grande del mundo. Mapa cortesía de Carwil Bjork-James.

— Ronald José Fernández Epieyuu (Wayúu) es Becado del Proyecto Jóvenes Indígenas en Medios de Comunicación Comunitaria de Cultural Survival. Es periodista comunitario de Utay Stereo en Guajira, Colombia. Cultural Survival Quarterly septiembre 2020 • 9


juvent ud in d íg e n a

Estar y Ser Indígena Maya El Camino Hacia el Hacer

Foto por David Dennis.

Marlon Noé Sotz

Y

o nací Indígena, pero advertí mi identidad hasta dos décadas más tarde. Desde niño ponía, o a menudo ponían por mí una X o marca en el espacio de Indígena, a la par del recuadro de ladino o mestizo, para identificar mi etnia (en los exámenes, en el centro de salud, en mi inscripción de nacimiento, en los censos, en la universidad). Pero no entendía nada sobre aquello que se formaba en mi conciencia y que se plasmaría en mis actitudes. Pensaba que quizás tenía que ver algo con mi color y aspecto, mis contornos duros, marcados, mi pelo negro o mis labores en el campo. No estaba seguro de ello. De lo que sí tenía certeza era que encajaba mejor en aquel recuadro de Indígena. Sea de las ideas que decía la maestra en la escuela, en mi casa, en la tele o en la calle, estaba en el recuadro de Indígena, no había otra opción. Allí encajaba dentro del ápice de: etnia, pueblo o raza. Interioricé sin mucha singularidad y con normalidad, y entonces, me denominaba como Indígena sin saber nunca lo que significaba serlo, sin asumirlo con conciencia. En mi familia, no recuerdo que mi mamá, papá o alguien más, nos hablara en Kaqchikel, excepto mi abuela materna, quien era la única que se comunicaba en este idioma con nosotros. No se hablaba sobre historias ancestrales, contadas por nuestros abuelos o abuelas. A veces, hablábamos sobre espantos, ánimas, espíritus, oraciones, pero no de nuestras historias; es más, siempre se demeritaba o menospreciaba toda forma de pensar, vivir o revivir aquello que no estaba presente, como el idioma Kaqchikel, el respeto a las ceremonias mayas, el 10 • www. cs. org

tiempo del calendario maya, los saberes sobre cuidados ancestrales, las prácticas comunitarias, etc. Para mí y mi familia, esas formas de vivir eran algo ajeno. Había una ausencia en la vida que no parecía evidente. En mi casa se habla en español, se vive conforme al tiempo consagrado en el calendario gregoriano: navidad, semana santa, vírgenes marías y jesuses, de muchos nombres, una feria, la independencia, día de los muertos y santos — jornadas laborales, rutinas escolares oficiales, y se buscaba el sentido de la existencia del mundo en una moral ocupada por la biblia y la doctrina católica. En la escuela era lo mismo: el estrecho de Bering, la esplendorosa y antigua civilización maya, la extinción de su mundo, las carabelas y don Cristóbal Colón, religiones politeístas, paganas, barbarie, don Pedro de Alvarado y los héroes de la conquista, la colonia, las figuras de la independencia y el indio. Fechas y personajes con apellidos españoles. En fin, los temas generales de los libros de texto usados en Guatemala. Nunca escuche la versión de quienes fueron vencidos: nosotros los indios. En mi recorrido por la escuela, desde la primaria, siguiendo la educación básica, el diversificado e incluso la universidad, no aparecemos en la historia oficial; se nos da muy poca importancia, o aparecemos como sujetos pasivos, víctimas muchas veces, pero nada más. La época que nos incluía con exclusividad era la de la violencia: nombres, muchos nombres de muertos, desaparecidos, secuestrados, torturados, con apellidos en idiomas mayas. En ese pedazo de la historia aparecemos de una manera silenciada e impune. Aun así, he aprendido que estuvimos presentes de otras formas, no sólo


durante la guerra sino en otros acontecimientos que nos parecen tan ajenos, lejanos y distantes, y que, a medida que nuestras voces de resistencia se alzan, nos reivindica con un papel importante, con una lucha que he tomado como propia. Mi llegada a la universidad fue casi un privilegio, no estaba contemplada dentro de mis planes al ser hijo de una técnica en salud rural y un campesino, una fila de espera de mis siete hermanos y ochenta y dos kilómetros de la Ciudad de Guatemala, donde quedaba la universidad. Ingresé a la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de San Carlos, espacio donde la descomposición académica y ética pueden llegar a sus expresiones más frívolas. Me refugié en la Biblioteca de la Universidad, acompañado de libros de Guzmán Böckler, Marta Elena Casaús, Miguel Ángel Asturias, Severo Martínez Peláez, Figueroa Ibarra, Eduardo Galeano, el Pop Vuh, el Memorial de Sololá, el Rabinal Achí; y de ahí, decidí estudiar en la Escuela de Ciencia Política. Elegir esta carrera, me abrió la posibilidad a una variedad de campos de conocimiento en las ciencias sociales, aprender de la historia, practicar la crítica e involucrarme en el movimiento estudiantil. Adopté nuevas visiones sobre la realidad –con teoría política occidental al principio– y posteriormente, desde otros autores: Boaventura de Sousa Santos, Aura Cumes, Gladys Tzul, Dorotea Gómez Grijalva y mediante epistemologías del sur, desde la política comunitaria y las experiencias políticas de movimiento social Indígena comunitario. Mis experiencias en el movimiento estudiantil gestado alrededor de la recuperación de representaciones estudiantiles como la Asociación de Estudiantes Universitarios, fue para mí un espacio de reflexión, formación y acción política dentro del movimiento estudiantil. Desde ahí pude redefinirme en un entorno de diversas conversaciones, discusiones y diálogos sobre muchas de las reivindicaciones y temas presentes en distintos espacios: la defensa del territorio, la identidad y espiritualidad maya, la memoria histórica, el racismo, lo movimientos de mujeres por la igualdad de derechos, las formas de violencia contra las mujeres (tal como el acoso y hostigamiento sexual, la dominación masculina y el sistema patriarcal, la ideología sexista y las prácticas machistas), así como las desigualdades sociales y las relaciones de poder altamente asimétricas, las luchas de los movimientos de la comunidad LGTBI, la niñez, la juventud, los movimientos ciudadanos por la transparencia y en contra de la corrupción, entre muchos otros. Sin embargo, me percaté de que hablar y discutir sobre lo comunitario, lo Indígena, la lucha de los pueblos originarios desde el campus universitario o desde la metrópoli era y continúa siendo una huida auténtica, una ausencia que no se llena, una tinaja vacía sin la experiencia vital y cotidiana de la comunidad. Es ensombrecer las voces que se alzan desde ahí y solapar problemas sustanciales. Por lo tanto, es una construcción incompleta. Fue en ese momento cuando asumí con plenitud de conciencia y pensamiento, el ser Indígena. No solo estaba Indígena. Ahora era Indígena. Soy un indio, ¡y qué! Soy joven MayaKaqchikel. Es una declaración voluntaria no desde una página en blanco; sino anclada en todo ese soporte de memoria colectiva, historia y flujo ancestral que ello implica y que había aprendido. Asumí serlo en forma auténtica. Este acto de autorreconocimiento, representa una actitud reflexiva y crítica frente a nuestra individualidad, al mundo,

a la naturaleza, a nuestra familia, nuestras amistades, frente a los adversarios. Es también para mí una posición política, epistémica, humana, ética que se encuentra entre el recorrido de formación, la toma de conciencia sobre mi identidad como sujeto de derechos de forma individual y colectiva; ahora, desde mis experiencias cotidianas en la comunidad. Es una consecuencia de la necesidad de escuchar, de aprender y de gritar desde voces propias. Aún con la plena conciencia de ser Indígena, este acto de asumirme como tal y reconocer mi identidad estaba vacío. Este sentido de ser y de pertenecer a un pueblo, a una comunidad, sin estar y hacer en el pueblo y en la comunidad, le quita toda autenticidad. De ahí que volví, después de seis años aproximadamente a mi comunidad, Chixot, a abrirme a experiencias de vida que estaban allí presentes, gestándose desde hace mucho sin que me diera cuenta. Volví a participar en varios espacios comunitarios desde mi reconocimiento, como ser Maya-Kaqchikel, y a reconstruir y sanar una identidad quebrada. Mi experiencia relata la vivencia de cientos de jóvenes Indígenas que experimentan el recorrido hacia el autorreconocimiento y el desafío que ello representa, tanto para aquellos que nos encontramos en una situación más privilegiada con acceso a la educación como para aquellos que no la tienen, y que están y viven en nuestras comunidades, que se enfrentan a instituciones e instancias tradicionales productoras y reproductoras de principios, discursos y prácticas de colonialidad del saber y del poder, como la familia, la escuela, la iglesia, y el mismo Estado. Estos espacios, impiden el florecimiento del autorreconocimiento desde las visiones mayas ancestrales y las luchas que ello implica, y que ponen al descubierto la transición hacia el punto de reflexión y encuentro sobre el ser Indígena Maya. Esta toma de conciencia, esta convergencia entre el estar, ser y hacer de la existencia humana como sujeto de derechos perteneciente a un Pueblo Maya, es fundamental. ¿Qué podemos hacer para facilitar este proceso de reconocimiento de quiénes somos? Es imperativo crear y recrear espacios locales, comunitarios y permanentes de formación, diálogo y encuentro, desde lo maya, recuperando y revitalizando la sabiduría y espiritualidad, el arte y saberes, la memoria histórica y las resistencias que promuevan la autorreflexión de nuestra identidad para asumirla con plenitud de conciencia, memoria y actitud, y seguirla construyendo y reflexionando desde las prácticas vitales comunitarias. Debemos buscar aquellos espacios que contribuyan a cambiar la vida cotidiana material y de conciencia de nosotros la juventud maya, así como asumir el desafío de abrirse a la reflexión de las demandas y luchas de otras resistencias para entrelazar esfuerzos colectivos. Este proyecto crítico desde nosotros y nosotras, jóvenes mayas, es un hito impostergable que ya ha comenzado. — Jhonatan Marlon Noé Sotz Son es un joven estudiante originario del pueblo Maya-Kaqchikel de Chixot, San Juan Comalapa, departamento de Chimaltenango, República de Guatemala; poeta, investigador y estudiante de la Licenciatura en Ciencia Política con Especialidad en Políticas Públicas, y de la Licenciatura en Ciencias Jurídicas y Sociales, Abogacía y Notariado. Cultural Survival Quarterly septiembre 2020 • 11


juvent ud in d íg e n a

Identidad, Privilegio y Orgullo

Rodrigo Medina

N

o soy como los demás gunadule; quiero decir, me parezco a los demás, como se describen en las crónicas españolas: nariz aguileña, espalda ancha, bajo de estatura, cabello negro y abundante, espíritu rebelde y con una insaciable necesidad por apoyar a mi pueblo. Pero no hablo dulegaya, crecí en la Ciudad de Panamá desde que soy consciente y hasta hace dos años no sabía que era gunadule. Sé lo extraño que es leer eso, sobre no saber quién era. Preguntas como “¿por qué no te pareces a tu mamá o papá?” y demás comentarios similares que me incomodaron por años, no por pena, ni porque intentara ser algo que no soy, sino tal vez para proteger algo que se me había negado, poder verme reflejado en mi mamá y papá; tal vez por miedo de aceptarme diferente a quienes me vieron crecer. Cuando tenía ocho meses, mi madre biológica voló desde Usdub hacia la ciudad. Allí me resguardó hasta el día que me entregó a mi mamá y papá adoptivos, quienes decidieron guardar por años el secreto de quien soy. Hoy, con 24 años

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y solo desde hace dos sabiendo mi origen, sigo descubriéndome en mis paisanos. Recuerdo que fui a ver una obra de teatro con mis padres en donde una joven se debatía entre decirle o no a los suyos que estaba embarazada. Ella pensaba en las posibles salidas de su dilema, y una de ellas era dar a su bebé en adopción. Inmediatamente se imaginaba también a ella misma en un futuro, buscándola. Al salir fuimos a comer a una pizzería y entre comentario y opinión llegamos a la pregunta que me importaba, ¿qué pasó? ¿de dónde soy? ¿quién soy? Mientras preguntaba y lloraba descubrí que había nacido en Gunayala, que por meses mis padres habían querido adoptar luego de perder a otros bebés, y que una amiga de la familia conocía a una señora que tenía una hermana –mi madre biológica– que tenía un hijo al que no podía tener. Esa noche un universo se abrió ante mis ojos porque, hasta entonces no sabía que era guna, que mi estirpe era guerrera y que no hablaba ningún dialecto sino una lengua centenaria. Las piezas se fueron ajustando, recuerdos de un amigo de la familia enseñándome una palabra en dulegaya, isbe (espejo), y de cuando ese mismo amigo me regaló a los 16, el Gayamar Sabga, diccionario del dulegaya al castellano. La gente ha pensado que soy de otros países y me han preguntado si soy chino o japonés; un profesor me preguntó si era filipino, y, no por pena, ni por intentar ser algo que no soy, dije que sí. Mi familia adoptiva es migrante; mi madre es chilena y mi padre colombiano, y como tal, crecí desayunando arepas y comiendo once, ambas tradicionales comidas de estos países. No soy como los otros gunadule, estudié en una escuela privada y judía, sé más de la Shoá (holocausto en hebreo) que del Babigala (la historia colectiva guna). Mi verdadera identidad no estaba al nivel del mundo occidental, y por eso aprendí la historia europea, sé de sofismos y lógica; pero mi verdadero yo aún aprende sobre espiritualidad, el significado del cacao y de la preparación del madun (bebida tradicional guna). Si en mi escuela hubiesen apostado por al menos, alguna vez hablarme de la Revolución Guna, estaría agradecido. Si nos hubiesen enseñado a contar del uno al diez en dulegaya, ahora no tendría pena de saber a medias nuestra matemática. Mi casa está cubierta con cuadros, máscaras, exposiciones de diversas culturas y personas, pero no hay ni una sola mola,


Niños de la Comarca Guna Yala, Panamá. Fotos por Mesoamérica Sin Hambre FAO- AMEXCID.

(el arte tradicional Guna). A veces a mis padres se les sale decir: “San Blas”, el nombre colonizador con el que se le conoce al territorio gunadule. Mientras crecía me enlistaron en los Boy Scouts, en gimnasia y en cualquier actividad que quisiera, pero nunca supe de la danza guna ni del gammu, un instrumento de aire centenario. Mi historia es tan complicada como sencilla, pero denota la experiencia de un guna-urbano, un gurbano, alguien que creció a kilómetros de su cultura, a veces a metros de ella, pero con una gran distancia en el pensamiento. No puedo seguir apuntando con los dedos ni lamentarme, no puedo seguir agobiando a mis padres con la misma pregunta sobre ¿por qué no me dijeron antes? Desde que supe mi identidad, duermo con el diccionario al lado, e intento seguir a cualquier persona gunadule en las redes sociales solo para leer sus comentarios. Corrí inmediatamente a la Asociación de Estudiantes Kunas Universitarios (AEKU) y me dispuse a participar en cualquier actividad relacionada a ellos; he viajado dos veces a mi lugar de nacimiento y he recorrido –aunque superficialmente– de punta a punta mi comarca. Tomé un diplomado de Educación Bilingüe Intercultural y Saberes Ancestrales del Pueblo Gunadule sin hablar el idioma y escuché a los Ologunalilergan, (conocedores de la cultura), hablar de espiritualidad, educación, lecto-escritura y matemática. He leído todo lo que ha caído en mis manos escrito por paisanos o por wagmar (no Indígenas). No obstante, sin importar a donde vaya, aún me siento lejano a todo; son mi gente y nunca me han apartado; todo lo contrario, han sido comprensibles e incluso me instruyen; pero sé que este vacío solo lo iré llenando yo poco a poco. A los Indígenas que no tuvieron el privilegio de crecer en su territorio, a aquellos que como yo -hayan decidido o

no- existir lejos de su identidad, les digo: ¡aún hay tiempo de aprender! Tenemos la suerte de proteger celosamente nuestros conocimientos, así que viajen, pregunten, siéntanse diferentes, porque eso nos llenará de interrogantes, cuiden a sus ancestros. La comunicación oral es importante, nuestras lenguas representan resistencia, ya sea que tengamos 20, 40, 60 años, aprendámoslas, no dejemos morir esta riqueza. Quisiera ser la última persona que viva lejos de sus raíces. Quisiera que todos mis gunadules abrazaran anmar daed, (nuestra forma de ser), quisiera que este Estado pusiera a la par del castellano a todos los idiomas Indígenas. Estaría encantado de que la infancia que se vive en mi comarca no la vieran como “pobreza multidimensional” o “poblaciones que se han quedado atrás del desarrollo”. Quiero ser el último gunadule que tenga que oír la palabra “indios” para calificarnos, y que dejen de quejarse de los requisitos que hemos establecido para que se pueda entrar en nuestro territorio. Hasta entonces, seguiré llamándome indigenista, anticolonialista. Seguiré pintándome con nisar, (el achiote que da la pigmentación roja a los gunadule), y no cesaré de emocionarme cada Bila Nii, (mes de la Revolución), nunca dejaré de ir a Gunayala; pase lo que pase, seguiré siendo, gungidule, un “guna de oro”. — Rodrigo Medina nació en la comarca Gunayala de Panamá, comunidad de Usdub. Creció en la ciudad del mismo país y se graduó de periodismo en la Universidad Nacional. Desde pequeño, supo que quería trabajar en la escritura. Sus artículos han sido publicados en la revista IMAGiNA de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) y recientemente he redactado notas y entrevistas para el semanario Capital Financiero. Cultural Survival Quarterly septiembre 2020 • 13


Un Megacolector y el Discurso del Desarrollo Frente a los Pueblos Indígenas

“Resistencia ha de ser nuestro lema para todos nosotros los pueblos originarios Centroamericanos”. Foto por Kathleen Hertle.

Salvador Ravinal Catú

L

a historia colonial ha dado grandes y devastadores testimonios sobre las realidades de Centroamérica, entre los que se menciona la lucha y la resistencia de los pueblos en países con modelos imperialistas. Los Pueblos Indígenas han sido sangrentados, por ser guardianes de la naturaleza, por defender sus tierras y buscar su desarrollo y felicidad de acuerdo a su cosmovisión. En Guatemala, la Constitución Política de la República desconoció a los Pueblos Mayas hasta1996, fomentando aún más la marginación de los mismos. La oligarquía guatemalteca ha intentado –a través de diferentes medios– oprimir y destruir a los Pueblos Mayas, imponiendo por medio de políticas estatales una ideología occidental, dejando al margen la oportunidad para que éstos se desarrollen desde sus propias particularidades y diferencias. A pesar de ello, la construcción de un tejido social comunitario ha sido nuestro mecanismo de supervivencia como Mayas Indígenas, durante muchos siglos. Para los Pueblos Mayas, así como para otros pueblos originarios, hay muchos elementos importantes para construir este tejido, como lo es la autodeterminación, la identidad y la resistencia, los cuales, a su vez, son principios fundamentales para generar nuestro desarrollo. Sin embargo, hay que cuestionar ¿qué es lo que imagina la colectividad en Guatemala sobre el desarrollo y qué es el desarrollo para los pueblos originarios? Recordar a nuestros antepasados, hace que relacionemos este concepto con avances en la medicina, la matemática, la astronomía y la arquitectura. No obstante, 14 • www. cs. org

el modelo capitalista actual ha vendido la idea a países como el nuestro, que un pueblo desarrollado es solamente un pueblo económicamente desarrollado, destruyendo el medio ambiente, despojando a los pueblos de sus recursos y apropiándose del territorio. La oligarquía actual rechaza absolutamente la cultura maya y su cosmovisión. Demetrio Cojtí, menciona en el libro Activismo Cultural Maya que: “Para fundamentar el asimilismo, el colonialista mestizo mantiene y cultiva proyectos de sociedad y postulados como el hecho de que el desarrollo y la modernización de los guatemaltecos exigen como prerrequisito, la muerte de la cultura Indígena, ya que ésta es la causante del actual subdesarrollo de los Indígenas y del atraso del país”. Además, cataloga al Indígena como incapaz e ignorante, omitiendo el derecho a la diferencia y al buen vivir de los pueblos mediante la conservación de la sagrada madre tierra, y de recursos tan vitales, como el agua. El agua, fuente de sobrevivencia para todos los seres vivos, por el cual, a través del tiempo, numerosos líderes de varios Pueblos Indígenas han derramado su sangre para defenderlo, con el fin de que éste no se derrame en forma de mercancía. La lucha desde nuestra cosmovisión como Pueblos Mayas, nos ha llevado a proteger el agua por considerarlo no solo fuente de vida, sino un ser viviente, sujeto de derechos, lo cual está ligado a nuestra espiritualidad. Lamentablemente, el derecho a protegerlo y defender nuestras prácticas e ideas sobre el agua, está siendo privado por el gobierno a través de políticas y leyes que responden a la élite económica, utilizando este recurso para compañías mineras, desviando ríos para


hidroeléctricas y en otras ocasiones, promoviendo proyectos “amigables” que, bajo un trasfondo, planean privatizar y apropiarse del agua, lo cual es un tema sumamente preocupante para las comunidades. En el área del altiplano del departamento de Sololá, existen y están reconocidos 3 Pueblos Mayas: el Kiche’, el Kaqchikel y el Tz’utujil, los cuales rodean el sagrado lago de Atitlán, uno de los más bellos del mundo y uno de los más atentados y codiciados por empresas nacionales, multinacionales y transnacionales. Esto ha generado un gran conflicto entre estos pueblos y dichas empresas, quienes están acabando con los recursos en la parte sur del país y que están buscando estrategias y negociando con el gobierno por medio de la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca del Lago Atitlán y su entorno (AMSCLAE). ¿Su proyecto? Introducir una tubería a una profundidad de 40 metros que rodee el lago para recoger las aguas contaminadas, para luego transportarlas a la parte sur y comercializarlas. Después de muchos estudios con ambientalistas nacionales e internacionales, los pueblos originarios de este territorio hemos concluido que este proyecto tiene como objetivo la privatización de los servicios de agua y saneamiento. El proyecto podría gestionar y reservar el agua para su uso en hidroeléctricas, riego de agroindustria, monocultivos como; caña de azúcar, banano, plantación de hule, y palma aceitera, con lo cual ellos se aprovecharían de este recurso bajo el imperio de la ley. Las comunidades alrededor del lago están conscientes sobre el problema de la contaminación del lago, pero saben que el Megacolector no es la única ni la mejor decisión, ya que éste debe conservarse desde principios de la cosmovisión maya. El Gobierno saliente de Guatemala aprobó el año pasado la ejecución del proyecto, para el cual se dispone solicitar un préstamo en las instituciones internacionales como el Banco Mundial (BM), Fondo Monetario internacional (FMI), y el Banco Centroamericano de integración económica (BCIE). El préstamo no constituye un problema, pues el proyecto es rentable para el Gobierno y quienes están detrás del mismo. Sin embargo, éste viola el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que reconoce la autodeterminación de los Pueblos Indígenas y tribales independientes a la consulta para su propio desarrollo económico, social y cultural. El préstamo queda ahora en manos del Congreso; no obstante, algunos pueblos ya se han organizado para

oponerse a ello, como San Pedro, Santiago Atitlán, San Juan, Cerro de Oro y San Lucas Tolimán. Apoyados por medio de organizaciones sociales y autoridades Indígenas, se han informado sobre las consecuencias del Megacolector, exigiendo al Estado que respete no sólo el Convenio 169 de la OIT sino otros tratados internacionales. Considero que es de suma urgencia que el Estado de Guatemala respete las leyes que nos avalan como Pueblos, y que otorgue protección y libertad para que nuestros líderes Indígenas participen de manera seria tanto en las discusiones sobre el destino del lago de Atitlán, como en la elaboración de planes departamentales, regionales y nacionales de desarrollo, priorizando los derechos colectivos de los Pueblos, el territorio y el medio ambiente. El término “desarrollo” está en crisis; pues su concepto actual se limita a beneficiar a ciertos grupos con poder, pero nosotros exigimos que el desarrollo prevalezca en nuestras comunidades bajo el principio de la legitimidad de los pueblos. Ya no queremos más políticas de Estado con intereses particulares, queremos que se garantice el derecho a nuestro buen vivir. Así mismo, creo firmemente en que es fundamental que el Estado tome en cuenta la cosmovisión, formas de vida, y cultura de nuestros Pueblos, sobre todo en temas tan importantes como las decisiones sobre el medio ambiente. Necesitamos ser informados detalladamente y con antelación sobre las consecuencias de las acciones y decisiones que se planean implementar; es decir, bajo el principio del Consentimiento Libre, Previo e Informado. Unámonos pues para esta causa, la defensa de nuestro propio desarrollo, y para que la elite económica no siga con negocios para su beneficio que causan conflicto en nuestros pueblos. Yo insto a los habitantes ser conscientes y unir voluntades para construir un pacto por el agua, para conservarlo, respetarlo y mantenerlo para el derecho colectivo. — Salvador Ravinal Catú nació en 1995 en la Aldea Cerro de Oro, Santiago Atitlán en el departamento de Sololá, Guatemala y pertenece al Pueblo Maya Tz’utujil. Actualmente está estudiando la Licenciatura en Ciencia Política y Relaciones Internacionales en la universidad Rafael Landívar Campus Quetzaltenango. Se caracteriza por ser un joven activo y perseverante; es autor del documental: “Análisis Estructural y Coyuntural del Conflicto Armado Interno Guatemala-Santiago Atitlán”.

Autoridades y pobladores de San Pedro La Laguna manifiestan su rechazo al proyecto del Megacolector. Fotos cortesía de FGER. Cultural Survival Quarterly septiembre 2020 • 15


En el Mismo Espacio Territorial Esmeralda Peña

Y

o camino sobre la arena y me demoro, recibo el sol en su punto alto. Un canturreo de un árbol a otro acompaña mis pasos, suave como los sonidos de una lengua con breves sobresaltos entre palabras. Reconozco los fonemas porque son diferentes, y en esa diferencia crece un secreto, una alegría y un temor, tan profundo que por ocasiones arrastra los sonidos lejos de mi andar cotidiano. Crecí en Santa María Zacatepec, municipio de la Sierra Sur en el estado de Oaxaca. Durante los años de escuela básica, para mí, la única diferencia entre mis compañeros tacuates y yo era una lengua que me resultaba familiar y al mismo tiempo, desconocida. Todo lo demás lo compartíamos: unas manos que bordaban figuras de animalitos sobre tela de algodón suave; un fogón al lado de un comal de barro donde mamá hacía tortillas grandes; un papá y unos abuelos que sembraban maíz y pixcaban juntos; y un afecto profundo por las celebraciones anuales y la gente alegre. Los años escolares pasaron pronto y la educación superior no estaba en los alrededores, así que me mudé a otro estado y, siempre con la intriga de ese hablar oculto entre las personas

Huipil tacuate resguardado en el Museo Textil de Oaxaca. Foto: Renata Schneider

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Bordando desde el alba hasta el crepúsculo. Foto: Esmeralda Peña.

cercanas a mí, estudié Lingüística. Ahora, 4 años más tarde, camino por las calles de Zacatepec y me es imposible ver a su gente como antes, el viento ha cambiado, el atardecer es más rojo y los contrastes más visibles. En un café-bar suena música inglesa a volumen alto y sobre la acera de enfrente, dos señoras de huipiles bordados platican, entre murmullos, en esa lengua común y misteriosa llamada tacuate, una lengua variante lingüística identificada como mixteco de la Sierra Suroeste de Oaxaca por el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas INALI. ¿De qué se trata esto? Hace 28 años México se reconoció por primera vez en su Carta Magna como un país con composición heterogénea, multicultural y plurilingüe. Consecutivamente, en los albores del siglo XXI, se promulgó la Ley General de los Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas (LGDLPI) y se crearon instituciones como la Coordinación General de Educación Intercultural Bilingüe (CGEIB), la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) y el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI). Entre todo, se defendía el derecho de las minorías lingüísticas para revitalizar, utilizar, desarrollar y transmitir a las generaciones futuras, historias, idiomas, tradiciones orales, etc.; se brindaba la oportunidad de recibir instrucción en su idioma materno y la libertad de utilizar su lengua en privado y en público sin ningún tipo de discriminación. Con base en ello, las acciones gubernamentales, sociales y académicas emprendidas en los últimos años para impulsar el uso y la integración de las lenguas Indígenas a la vida pública de México, como la formación del Padrón Nacional de Intérpretes y Traductores de Lenguas Indígenas (PANITLI), la promoción de los programas públicos de salud, la elaboración de material didáctico, digital y audiovisual, y el fomento a la escritura, la traducción y la publicación de obras literarias en lengua Indígena, constituyen un sólido avance en torno a la situación lingüística de nuestro país. Sin embargo, pareciera que dichas acciones ocurren en un universo lejano, pues no se reflejan en el ejercicio pleno de las lenguas Indígenas y los ancianos de la localidad revelan en su conversación calmada la extinción pronta de los últimos hablantes. Los tacuates ocultan la lengua cada vez más con un temor visible; usamos el español dentro y fuera de los hogares,


¡pero con qué soltura responden a niyi ja’un kuenda! (que significa ¿cómo estás? en tacuate) cuando les hablo compartiendo mis primeras frases en esa lengua. Entonces, ¿por qué esconder el tacuate de la sociedad?, ¿qué hace falta para sentir la libertad de hablar una lengua Indígena, como si fuera español? Sin duda, no hemos podido superar la brecha discriminatoria que nos define como mestizos, hablantes de español, o como Indígenas, hablantes de una lengua minoritaria. Situación que, sumada a los diversos factores histórico-sociales, nos coloca en una relación asimétrica de dominación/subordinación. En Zacatepec, llamamos a los mestizos “gente de razón”. Es su cultura y el español una herramienta que los posiciona en un nivel superior en comparación con los tacuates, quienes, a pesar de la notable habilidad bilingüe, no pueden aspirar a ser “gente de razón”. Lamentablemente la racionalidad es reservada para otros. De la misma manera, la distribución geográfica entre tacuates y mestizos de Santa María Zacatepec es clara: los mestizos ocupan la zona centro de la localidad, los tacuates las orillas y alrededores, donde las calles de arena yacen aún sin pavimentar. Se cuenta que tiempo atrás todo fue territorio tacuate, el poder religioso, político, mercantil y la vida diaria en general era al modo de los tacuates. Ahora todo se conforma en una mezcla de prácticas sociales cuya diferencia más notable, además del vestido, es nuestra lengua. Aun así, no se trata de marcar diferencias entre tacuates y mestizos, compartimos y vivimos en el mismo espacio territorial, la interacción entre grupos es inevitable. Por ello, existe la necesidad de reconocer la diversidad cultural y lingüística, y plantearla como una realidad global que nos compete a todos. El desafío para una convivencia más sana demanda un trabajo colectivo: debemos establecer vínculos basados en el respeto, ser sensibles, acercarnos, involucrarnos y escuchar al otro para permitirnos ver desde sus ojos y comprender los problemas sociales, económicos y educativos a los que, como población Indígena, enfrentamos día a día. Como se menciona en Educación intercultural en México ¿por qué y para quién? escrito por Laura Benasson: En un sentido y otro, es necesario educarnos y practicar la interculturalidad, es decir, reflexionar sobre la cultura propia y la de los demás, optando por un intercambio mutuo de saberes y una valoración del otro. El fin es propiciar el desarrollo de actitudes y prácticas de libertad y justicia para todos, y fomentar el fortalecimiento tanto de la lengua Indígena como del español, eliminando así la imposición de una lengua sobre otra. Estamos rodeados y somos producto de la diversidad, y en la medida en que integremos la interculturalidad a nuestras vidas, será posible otorgar nuevamente al Indígena la confianza, la libertad y el apoyo para ejercer íntegramente sus derechos, entre ellos, practicar su lengua y no dudar en transmitirla de generación en generación (vía esencial para perpetuarla). De esta forma, habremos adoptado una perspectiva y un modo de vida intercultural en el momento en que las acciones a favor de la diversidad y el reconocimiento lingüístico sean responsabilidad de una sociedad comprometida con la realidad que le rodea. Estoy segura de que tal actitud podrá verse, sentirse y escucharse pronto entre las calles de Santa María Zacatepec.

Mapa de Santa María Zacatepec.

Maiz para desgranar. Foto: Esmeralda Peña.

— Esmeralda Peña Flores, tiene 22 años, y vive en Santa María Zacatepec, Oaxaca, México. Lingüista por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Con pleno interés en la revitalización, la documentación y el estudio morfosintáctico de las lenguas Indígenas de México. Actualmente, labora en la creación de material didáctico para niños hablantes del náhuatl de la Sierra Noreste del estado de Puebla, y en Santa María Zacatepec realiza trabajo de campo junto a hablantes bilingües tacuate-español, de quienes aprende y comparte la lengua común. Cultural Survival Quarterly septiembre 2020 • 17


El asesinato de un Aj’qi’j Quemar la Sabiduría no es Posible Cuando el Fuego es la Misma Sabiduría Job’ Tz’i

Henning Sac

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omingo Choc Che era, Ajq’ij, contador del tiempo, esposo, padre, abuelo, hermano, guía, consejero y científico. Fue asesinado por un grupo de personas que lo acusaron de brujería en la Comunidad Chimay, del municipio de San Luis, Petén. Lo amarraron, lo golpearon, lo rociaron con gasolina y le prendieron fuego. Así terminó su vida. Desde hace más de 500 años desde la llegada de los españoles se ha desvalorizado la espiritualidad maya, trayendo una nueva religión, el cristianismo católico. Según los documentos de la época, se relataba al rey de España que las prácticas de los encontrados en este territorio eran satánicas y demoníacas. Todo lo juzgaban desde su corta visión, desde su ignorancia, creyendo que traían la verdad suprema, sin entender, ni investigar lo que veían. La espiritualidad maya tiene siglos de existir, se practica en nuestros días y es esencial para la vida maya. Es un elemento que afirma la identidad como ser humano y reafirma la pertenencia a un grupo. Para mí, desde la primera experiencia frente al fuego, sentí algo especial, algo que se encendió dentro de mí. Ahora cada vez que practico una ceremonia maya, me siento pleno y me lleno de energía. Pienso que todos traemos ese recuerdo en nuestro interior, algo impreso en nuestra esencia, ese recuerdo que los abuelos de mis abuelos habían vivido y que está dentro de mí. Estudié muchos años en establecimientos religiosos, católicos y evangélicos, pero nunca me sentí parte de ellos. Había algo en mí que no entendía; se hablaba de amor al prójimo y era notable la diferencia entre los sacerdotes o

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los pastores y los miembros comunes de la iglesia; no era fácil en mi mente de niño entender que en un libro se mencionara al dueño y señor de la creación; era muy fuerte escuchar que lo que las personas (que eran iguales a mí por color de piel, vestimenta e idioma) pensaban y creían que era algo malo. Al tener la oportunidad de estar cerca de un abuelo, de un guía y escuchar que todos éramos parte de la creación, sin nadie ser más o menos; me sentí muy bien, escuchar que una piedra tiene energía acumulada por su tiempo en un lugar, que una planta era más sabia que un humano por el tiempo que lleva en su ciclo de vida y que los animales eran hermanos con diferentes formas, me sentí libre y contento de respetar y poder ser parte de algo tan grande. Eso es la cosmovisión maya, la forma en que vemos el cosmos, la forma de percibir y convivir con el lugar que habitamos, el universo entero que está fuera y dentro de cada ser, que cada variación en él, define la personalidad y energía con la que vivimos. Somos parte de algo grande y hermoso, lleno de color, vida y alegría; todos somos parte del ciclo de la vida, y en algún momento nos alimentamos de otro ser y también seremos alimento para otro, aunque claro, no se puede dejar de lado que como humanos tenemos momentos que nos llevan a competir y luchar para sobrevivir. A punta de espada y golpes prohibieron las prácticas mayas y nuestras antiguas costumbres; nos obligaron a ir a la iglesia, a adorar a su dios, ese que ellos mismos mataron por ser diferente y radical. Construyeron templos sobre nuestros lugares energéticos, quisieron borrar nuestra memoria, pero incluso cuando hoy se va a una iglesia sabemos que ahí están las cenizas del fuego que nos conecta con la vida, con la sabiduría de nuestro pueblo. Nos siguen robando la tierra, esa a la Todas las fotos por Henning Sac.


que nos arrinconaron cuando se apoderaron de las tierras fértiles y que ahora son infértiles por el mal trato que les han dado. Ahora ven que las montañas donde vivimos están llenas de minerales y las quieren destruir. Se ha discutido mucho sobre las creencias y las formas de pensar de los diferentes grupos que habitan y viven en el mundo y aunque cada uno ha ido avanzando de acuerdo a su forma de entender su entorno hay un entendimiento general que, con respeto y tolerancia, podemos convivir juntos. Sin embargo, hace falta mucho por avanzar y en medio de esta batalla, hemos recibido la dolorosa noticia de la muerte de un guía, alguien que sabía cómo cuidarse a sí mismo y brindar bienestar a la comunidad por medio de la naturaleza. Alguien que sabía ver los fenómenos naturales y contar el tiempo, ver los cambios provocados por la luna y el sol. Nos han despojado de alguien que cuidaba la comunidad. Es necesario entender que son más de 500 años de querer borrar a los pueblos mayas, pero no han podido y no podrán; somos pueblos que migramos, nos adaptamos, levantamos templos hermosos en tierras idóneas para vivir, con sistemas tecnológicos para asegurar nuestro existir. Aseguran que los mayas desaparecieron, pero estamos aquí, somos el fruto de esos abuelos que escribieron el Pop Wuj, que construyeron Takalik abaj, Uaxactún, Palenque y muchos otros lugares más. Somos fruto de esos abuelos sabios que crearon los calendarios estudiando el movimiento del sol, de la luna, de los planetas y que adaptaron su forma de vida de acuerdo a la energía de cada ciclo. El fuego es la forma como nos comunicamos con el universo, el medio para conectarnos mentalmente y espiritualmente con nuestros ancestros. Es el lugar donde le hablamos a la

energía de cada día, el espacio donde reflexionamos sobre nuestro camino en la vida y el momento donde nos comprometemos con las ideas que nos mueven adentro, que nos entusiasman y en las que concentramos nuestra energía. Eso es lo que yo he vivido en el fuego, eso es lo que me hace hoy sentirme orgulloso de ser K’iche’; ver a mi mamá con su güipil, con su corte, tan llenos de color, de historia, y recordar a mis abuelas con la misma ropa con la que veo hoy a mi madre. Quisieron quemar la sabiduría de Domingo Choc con fuego, pero solo la regresaron a donde la sabiduría ha sido creada. — Henning Sac es Maya K’iche de Quetzaltenango, fotógrafo documentalista, investigador social y comerciante, con licenciatura en ingeniería civil de la Universidad de San Carlos de Guatemala, maestrante en Antropología Social del Centro Universitario de Occidente. Su trayectoria incluye trabajo con productoras/ es y comerciantes del suroccidente de Guatemala y la documentación gráfica de diferentes procesos con organizaciones internacionales. Se dedica a la investigación de las prácticas ancestrales de los pueblos, con interés específico en semiótica de los tejidos y la cosmovisión. Cultural Survival Quarterly septiembre 2020 • 19


Reencontrarnos para Sanar Milena Rodríguez

C Amor de abuelo— Don Ezequiel y su nieto, Matambú, Guanacaste.

ada vez que pienso en los momentos de grandes enseñanzas en mi vida, recuerdo las hermosas palabras e historias llenas de sabiduría que me han compartido los mayores de los territorios Indígenas que he visitado. De su vasta experiencia, conocimiento y forma de ver la vida por medio de lo que es esencial, podemos aprender mucho sobre los ciclos naturales, sobre cómo conectarnos con el amor de Madre Tierra, y cómo vivir de forma armoniosa y abundante tanto en el exterior como en el interior de nuestro ser. Los abuelos y abuelas son nuestro más grande tesoro y el acercarnos a ellos con ganas de escuchar es primordial para poder aprender a sanar. Ellos son como los fuertes bosques de manglar que protegen con sus raíces toda la riqueza cultural y espiritual de nuestra gente frente al oleaje de tempestades. Nuestra cultura estará viva siempre que nuestras anécdotas sean escuchadas y que los saberes sean transmitidos constantemente por medio de la tradición oral. De esta forma los ancestros y su sabiduría siguen vivos en nuestra memoria y en las decisiones que tomamos día a día. Aunque no la pude conocer por haber fallecido muy joven, mi familia cuenta que mi abuelita Amanda, nacida en Monimbó, y quien era una mayor muy sabia; las personas de la comunidad se acercaban a ella para ser aconsejadas en diversos temas y la recuerdan con mucho aprecio, ya que ella se expresaba con mucho amor

Foto: Milena Rodríguez.

Uma-mamá— Resguardo Cauca. Foto: Geya García.

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a pesar de haber sufrido las inimaginables desigualdades y ultrajes que han vivido nuestros pueblos a lo largo de los siglos, desde la violenta llegada de una forma destructiva de ser, pensar y vivir: la colonización. El objetivo de la colonización no sólo ha sido eliminar nuestra cultura y sistemas sociales, también ha sido imponer una ideología egoísta completamente desconectada del ser y de la Madre Tierra. Tristemente, en el caso de la cultura Mankeme (Chorotega), la colonización ha tenido un impacto en casi todas las áreas de nuestra existencia; despojados de tierras, lenguaje y espiritualidad, hemos llegado a casi olvidar nuestra identidad ancestral por completo. Aun así, tengo la plena confianza de que esto puede cambiar a medida que vayamos entretejiendo nuestras historias y reconociéndonos a través de ellas. El pueblo Mankeme-Chorotega es un pueblo amplio que está presente desde Chiapa de Corzo, México, pasando por el oriente de El Salvador y el sur de Honduras, abarcando gran parte del Norte y costa Pacífica de Nicaragua y llegando a la península de Nicoya en Costa Rica. Sin embargo, en la actualidad un número muy pequeño de personas se identifican a sí mismos como Indígenas, menos aún como Mankemes o Chorotegas. Desde mi perspectiva como educadora, sanar nuestros cuerpos, mentes y corazones es el primer paso hacia una forma de vida digna, autónoma y coherente. Hablamos de sanar porque así hemos de reflexionar sobre las heridas y traumas causados por un largo proceso de desvinculación con nuestras cosmovisiones. Por alguna razón siempre se usan frases como “desaparecieron” o “se extinguieron” para hablar del proceso en que las lenguas e identidades de nuestros ancestros fueron suprimidas. Pero gracias a las investigaciones de académicos y activistas Indígenas alrededor del mundo, sabemos que hubo un claro procedimiento e intención por parte de los colonizadores para llevar a cabo esto, en el cual utilizaron conjuntamente las herramientas básicas en las cuales todo ser humano es formado: la educación, que cambió de estar basada en la experiencia y el entendimiento del entorno por la idea del salvajismo e ignorancia del indio; la economía, que cambió de ser local y diversa a la privatización de prácticamente todos los sustentos de vida; y la espiritualidad, que cambió de vernos reflejados en los elementos y en las estrellas a una vida llena de miedo y culpa. Sanar es fundamental para construir nuestro camino hacia el buen vivir. Debemos tener claro de que el actual sistema social es simplemente un tipo de colonización perfeccionada desde el individualismo y la avaricia. En nuestros días la situación de nuestros pueblos no puede estar peor. Se siguen despojando las tierras de los pueblos, seguimos siendo dependientes del capital, obligados a la subsistencia, discriminados por migrar en nuestro propio continente. El estudio de la historia es imprescindible para entender nuestro presente y pasado, pero, ¿cuál es nuestra opción si se ha estado omitiendo continuamente nuestras voces a lo largo de los siglos? Las respuestas están en el corazón de nuestros pueblos, en la forma tierna y mágica en la que hablan nuestros abuelos. Nuestra oportunidad está en buscar de forma tenaz éstas palabras de aliento. Así como a mi abuelita le tocó emigrar, así también a mí me ha tocado andar por varios rumbos y reconocerme en la mirada llena de esperanza de los abuelos y abuelas que aún guardan los conocimientos científicos, artísticos y rituales

para sanar, agradecer y celebrar la vida de nuestra gente. Éstos mayores esperan a sus jóvenes y a sus comunidades para entregar sus saberes y así mantener viva la cultura. Estoy muy agradecida por los abuelos y abuelas que he llegado a conocer en Totogalpa, Matambú, Urbaite, Quitirrisí, Nahualapa, Telpaneca. Sanar con el corazón y enraizados a las tradiciones que nos conectan con nuestra Madre Tierra y los elementos que hacen la vida posible son clave para entender nuestra propia naturaleza, para percibirnos a nosotros mismos como los transparentes ríos y hermosos bosques, reflejos de nuestra sangre y pulmones. Muchas adicciones y condiciones mentales tienen el potencial de ser curadas por medio de las cosmologías Indígenas, muchas de las enfermedades modernas pueden ser curadas por medio de los conocimientos ancestrales, el cambio radica en la voluntad interna de escuchar el llamado de los abuelos, apreciar sus consejos, honrar su linaje y legado, y comprometerse con una filosofía de vida basada en el amor y la unidad. Éste amor derrumbará las fronteras y reconstruirá los lazos entre nuestros pueblos hermanos, los cuales fortalecerán nuestros procesos de descolonización y soberanía en todos los aspectos de nuestra vida. Indiscutiblemente, sanaremos nuestras formas de vida a través de nuestros valores Indígenas, integrándolos en todos los ámbitos de nuestra convivencia diaria. Serán nuestra fortaleza y energía el amor, el respeto, la interconexión, la valentía, el agradecimiento, que son todos valores humanos que han guiado a nuestras comunidades por miles de años en su caminar por este mundo. Seguiremos ejerciendo igualmente nuestros derechos a movilizarnos por la Tierra sin miedo a ser encerrados. Caminaremos firmemente con la belleza de nuestras raíces hacia el bienestar y prosperidad de nuestros pueblos para que, de éste modo, los diálogos, apoyos mutuos y aprendizajes entre las naciones ancestrales de la región sean como los bellos entretejidos llenos de colores y medicina para las próximas generaciones que sabrán la importancia de la Vida. Ellos, habrán sido niños y niñas criados en abundancia, alegría y confianza en nosotros mismos, en nuestra cultura y en nuestra infinita conexión con todo lo que existe.

Don Rosa compartiendo su sabiduría en su comunidad Sasle, Jinotega. Foto: Milena Rodríguez.

— Milena Rodríguez es una educadora Chorotega y ecóloga humana de profesión con una gran pasión por sus raíces ancestrales. Su investigación sobre la historia de los Pueblos Indígenas del pacífico, centro y norte de Nicaragua la ha llevado a conocer, trabajar y aprender de las comunidades Indígenas, y a reencontrarse con la gran belleza y riqueza cultural y espiritual que guardan nuestros pueblos. Cultural Survival Quarterly septiembre 2020 • 21


VOCES ENTERRADAS Karen Recarte

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as luchas de líderes Indígenas de los pueblos hondureños de un país multiétnico, multicultural y multilingüe formado por cuatro etnias: mestizos o blancos, Indígenas Lencas, Misquitos, Tolupanes, Chortís, Pech o Payas, Tawahkas, los Garífunas y los criollo anglohablantes, han sido corrientes de sangre a través de los años, bajo el mando del capitalismo. La desaparición y denuncias de hermanos que han sido callados con la muerte son ecos silenciosos al oído de instituciones que se suponía debían ser entes donde se ampara la justicia, pero solo son eslabones para detener el canto del pueblo que sufre en el olvido. Más de 120 asesinatos de ecologistas han sido registrados a partir del 2010, las plantaciones de aceite de palma, las minas y las presas han sido sus tumbas a través de los años bajo el manto de la corrupción del gobierno. La sangre de mártires como LESBIA JANETH URQUÍA URQUÍA, BERTA CÁCERES y NELSON GARCÍA, entre cientos de asesinados más, parece quedar en el olvido al ser silenciados, los gritos de los pueblos refugiados quedan entre matas de maíz, plantas de café y cultivos de frijoles. En las plantaciones, entre las montañas y sierras de Honduras se tejen sueños y se desbordan esperanzas. Cuando las voces se escapan de las fincas y los reclamos traspasan los valles, llega la mano de la corrupción empalmando el arma que hará desaparecer a todo aquel que denuncie al corrupto, al destructor de mundos, al infame que acaba con la dignidad y la esperanza de justicia. Los derechos humanos no se respetan, los activistas Indígenas son amenazados, perseguidos y finalmente asesinados, ante la mirada impotente de las organizaciones defensoras de los derechos humanos. El gobierno está matando a este país, y el duelo incrementa ante el recién y vil desaparecimiento de nuestros hermanos garífunas Milton Joel Martínez Álvarez, Suany Aparicio Mejía, Alder Santana Thomas y “La Mamba”; el gobierno es cómplice del secuestro de nuestros hermanos que seguramente se sumaron a los demás luchadores de los derechos de los pueblos, cuyas vidas fueron arrancadas por mandato de quienes tratan de callarlos. La ONU ha sido testigo también de los cientos de asesinatos de los defensores de los Pueblos Indígenas, pero las peticiones al gobierno para aclaralos han sido solo escritos vacíos con palabras nulas y sin procedimiento. Los Indígenas siguen siendo masacrados, viven bajo el ataque y hostigamiento, nadie garantiza su protección, sus tierras y recursos naturales siguen siendo arrebatados. Ante este escenario muchos de ellos han tenido que huir de sus pueblos, lo que hace que Honduras sea considerado actualmente uno de los países más peligrosos para los defensores del medioambiente y de la tierra. Las múltiples violaciones a derechos humanos que sufren las y los defensores de los Pueblos Indígenas, así como la

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Karen Recarte

“El genocidio y destierro se ha expandido enlos últimos 10 años, la destrucción de los Pueblos Indígenas parece haber sido adoptada por el actual gobierno como una política de nación, imponiendo el poder imperialista de extracción de recursos”. criminalización, las amenazas de muerte y los recientes asesinatos que han sufrido los miembros del pueblo Tolupán en la defensa de sus tierras, han desatado el temor de los pueblos, pero también el repudio, debido al exterminio de los Indígenas por parte de los capitalistas, decididos a hacer lo que tengan que hacer para continuar con asesinatos que desde años siguen aumentando en los diferentes pueblos que claman justicia. El genocidio y destierro se ha expandido en los últimos 10 años, la destrucción de los pueblos Indígenas parece haber sido adoptada por el actual gobierno como una política de nación, imponiendo el poder imperialista de extracción de recursos. El gobierno parece no reconocer la existencia de los Pueblos Indígenas, quienes viven en situaciones precarias, pero exigen una vida digna. Así mismo, el gobierno se ha vuelto experto en incumplir los acuerdos pactados con las comunidades Indígenas. Por otra parte, las alternativas de estos pueblos a profundizar en las soluciones al conflicto para su subsistencia cada vez son más reducidas, pareciera que a nadie le importa lo que pasa en el país, no hay un sistema real que apoye a los Pueblos Indígenas


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Consigna del Pueblo Garífuna, luego de la reciente desaparición de 4 de sus líderes.

a profundizar en el conflicto, a buscar una solución necesaria que garantice su seguridad y sostenibilidad económica. Para estos pueblos, Honduras es un lugar sin oportunidades, no hay presencia del Estado, son masacrados por los intereses de una narco dictadura y no tienen ninguna oportunidad para garantizar su supervivencia bajo un régimen genocida. Los regímenes autoritarios condenan a estos pueblos a una situación de marginalización y pobreza. A este cuadro se agrega la militarización de las zonas, así como las disputas agrarias que contribuyen a la agudización de la violencia. El actual gobierno construyó su poder mediante la creación de una red de amistades, deudas, favores y amenazas que le han permitido manejar la justicia que se ha vuelto injusticia, el control político ha llegado a crear diferencias entre caciques culturales, demostrando que la conservación del poder no se logra con apoyo y consenso popular y colectivo, sino con “temor, imposición y fuerza”. En estas circunstancias se rompe el vínculo delegando poder al opresor y debilitando más aun al oprimido. En consecuencia, los actos de explotación forestal de los recursos naturales, las agresiones, la impunidad generada por la falta de esclarecimiento de delitos cometidos por la elite que gobierna el país, seguirán siendo una historia de líderes que perdieron sus vidas en una violenta historia de antagonismos y ocuparon un lugar más entre las voces enterradas en el silencio de sus tumbas. La precaria situación de los protestantes que, bajo el temblor de sus voces, claman justicia, fracasará ante un ente gubernamental que ampara la violencia y maneja la opinión pública si no se toman hoy medidas para frenar con esta situación. Parece como si los Pueblos Indígenas estuvieran solos contra los poderes del Estado, que son cómplices de los pactos para continuar esclavizándolos y haciéndolos víctimas de las ansias de riqueza y poder. Parece imparable la destrucción de la cultura y recursos naturales que proveen a los pueblos su medio de vida. Los héroes que han sido callados, serán honrados y recordados, pero sin acciones concretas nada impedirá que los gritos sigan surgiendo de entre las milpas y las chozas de aquellos que defienden sus derechos. Es urgente priorizar y respetar los derechos de los Pueblos Indígenas y apoyar a las poblaciones que viven en la marginalidad y el aislamiento social. Honduras se ha convertido en una bóveda de corrupción política y un sepulcro para quienes se revelan al sistema, y ha sido ignorada por aquellas instituciones internacionales de derechos humanos: Transparencia Internacional, Amnistía Internacional, Defensor del Pueblo, Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Human Rights Watch, Human Rights Without Frontiers (HRWF), Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Organización Internacional del Trabajo (OIT). ¿Dónde está el pronunciamiento de estas organizaciones cuyo objetivo es lograr la cooperación internacional en la solución de los problemas de carácter económico, social, cultural o humanitario y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos? Esperamos apoyo de ellos, quienes deben ser las voces que transmitan al mundo el dolor de nuestros pueblos, los lamentos de los niños huérfanos y el grito de nuestra madre tierra cuyos recursos naturales son acabados y con ellos, nuestra gente que lucha por sobrevivir. — Karen Recarte es Indígena Lenca y vive en Comayagua, Honduras. Se desempeña como asesora técnica en desarrollo de proyectos rurales. Es capacitadora en organización, administración de recursos naturales y gestión productiva para diferentes Pueblos Indígenas.

“El duelo incrementa ante el recién y vil desaparecimiento de nuestros hermanos garífunas Milton Joel Martínez Álvarez, Suany Aparicio Mejía, Alder Santana Thomas y “La Mamba”; el gobierno es cómplice del secuestro de nuestros hermanos, cuyas vidas fueron arrancadas por mandato de quienes tratan de callarlos”.

Pobladora de la aldea Buenas Noches, Comayagua. Foto: Karen Recarte

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Ser Ñuu Savi, en Ñuu Koyo Una experiencia (Ciudad de México) migratoria

Lucio Bautista López, frente a una mampara de una exposición fotográfica de la Escuela Nacional de Antropología e historia (ENAH).

Lucio Bautista

L

a experiencia como estudiante de etnología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) en la ciudad de México, me ha permitido reconstruir las narrativas en torno a lo que significa ser nativo en la urbe. En este sentido, me identifico nativo, de uno de los muchos pueblos originarios de este país multicultural, a quienes la población mestiza y blanca llaman “indios” producto de la herencia colonial. Este término pretende homogenizar a los grupos étnicos del país y responde a un discurso histórico social de larga trayectoria en el estado nacional.

El pueblo originario al cual pertenezco se le llama mixteco, un vocablo de herencia náhuatl que se remonta a la época prehispánica, y que se ha mantenido actualmente. Hasta hace poco, frecuentando los círculos de algunos nativos que se encontraban en situaciones diversas, me percaté que en realidad somos los Ñuu Savi. Nuestro territorio comprende tres estados de la república de México: Puebla, Guerrero y Oaxaca. Mi familia pertenece a éste último estado, y sucede que el nombre de mi pueblo no aparece en su lengua de origen en el mapa. Recientemente, comencé a trabajar en la reconstrucción de la memoria histórica de mi pueblo, como un proyecto familiar y personal, con el fin de que se conserve lo poco que les pertenece. Ser Ñuu Savi fue afortunado porque, tuve acceso a historias y enseñanzas sobre diversos aspectos de la vida, que es lo que se conoce como cosmovisión. Durante mi niñez, para mí los indios eran los que veía en las películas westerns hollywoodenses de Estados Unidos, en donde se enfrentaban a los colonos blancos. Después supe que vivían en áreas designadas, llamadas reservas. Siendo adolescente, supe que la gente, como yo, de piel morena y oscura, cabello negro y con una cultura distinta a la cultura nacional, pertenecíamos a la categoría que llamaban “indios”. En México ser Indígena no es motivo de orgullo, ya que se tiene la idea de que pertenecen a la clase más baja de la escala social y que es un sujeto ancestral que se opone al ideal que se tiene del progreso. Hubo muchos actos y experiencias de las cuales no comprendía y no podía explicarme de mi propia realidad. De eso trata el racismo, que se extiende a todas las poblaciones del país. Pese a que en los discursos más recientes se sigue apelando que ser Indígena es motivo de orgullo, en la ciudad de México, el modelo educativo está pensado para que los sujetosmigrantes se integren, no en una relación de interculturalidad sino de aculturación, lo cual es una forma de negación de la identidad del otro. Soy uno de los miles de ciudadanos nativos que han migrado junto a sus padres, producto de la crisis económica y la precarización de la forma de vida en sus lugares de origen.

Pese a que en los discursos más recientes se sigue apelando que ser Indígena es motivo de orgullo, en la ciudad de México, el modelo educativo está pensado para que los sujetos-migrantes se integren, no en una relación de interculturalidad sino de aculturación, lo cual es una forma de negación de la identidad del otro. 24 • www. cs. org


Justo en esta época en que el gobierno actual enaltece a un personaje como Don Benito Juárez, es que reflexiono en la figura del indio por excelencia de la historia de México como el baluarte del tipo de Indígena que aspiraban los ideólogos del siglo XIX; un Indígena educado y pulido con educación occidental. En las aulas de las escuelas gubernamentales, se hace de la meritocracia del personaje un modelo a seguir por parte del nativo; si se quiere ser aceptado en la sociedad, esto significa ser mestizo. Incluso entre los mismos nativos he encontrado admiración por la figura. Desde mi punto de vista, éste contribuye con la visión desde arriba por las clases dominantes, que veían al nativo como un sujeto que debía desaparecer y ser absorbido por el mestizo, más favorecido racialmente por sus ideas. En México es común escuchar de la gente la frase “mejorar la raza”, cuando se mezclan las características Indígenas con aquellas de los mestizos y blancos, como una aspiración a seguir. Esto se fomenta ampliamente en diversos espacios, como un modelo dentro de los medios de comunicación. También he encontrado algunas personas que buscan su ascendencia europea en las historias de sus familias, sin embargo, eso no ocurre entre algunos nativos. Resultaría muy extraño que alguien mencionara que tiene familiares que descienden de algún pueblo originario, y si lo hiciese, sería para exaltar a un tipo de ideal indígena. Sirviéndome de la idea de Williams Y. Adams, esto equivaldría al “indio desaparecido”, que es un modelo de nativo construido con el noble salvaje, un sujeto heroico, conocedor de la naturaleza y espiritualmente fuerte, retratado como un sujeto perteneciente a una edad mítica, distante y sin relación con los nativos que se encuentran asentados actualmente por todo el país. Es por esta razón que el tipo de Indígena con el cual la cultura nacional de México se ha identificado, son aquellos de las culturas precolombinas como la Maya y Azteca, principalmente. La experiencia migratoria en México, pese a ser un país multicultural, se ve enfrentado a una lucha o disputa de forma interna para poder sobrevivir como nativo. Actualmente hay muchos espacios en los que apenas los nativos están incursionando. Personalmente, me he dado a la tarea de reconstruir mis orígenes; a través del lenguaje, me acerco a la toponimia de mi pueblo. Éste, fue un proceso de imposición junto con el racismo que obligó a muchos hablantes a dejar que la lengua se fuese perdiendo. Aún hoy en la actualidad, entre algunos nativos se dice: “todavía no puedes hablar bien”, porque el discurso que se les enseñó es que ser nativo, era sinónimo de atraso. Hace poco, en distintos espacios de mi Pueblo Indígena, recuperé la escritura como parte fundamental para cambiar la narrativa de lo que significa ser nativo en México, debido a que la visión de lo que es ser nativo, vino de afuera por mucho tiempo. En la historia oficial, no existen los nativos; sólo los Indígenas de un tiempo acaecido, cuyo mejor legado son los vestigios encontrados en los museos. El hecho de ir recuperando las historias de mi familia en aquel paraje distante conceptualmente para mí, fue el proceso para posicionarme como nativo y asimilar esa historia que no era importante para la cultura nacional. Mi pueblo se ha encontrado con la migración desde los años cuarenta, se tiene registro del trabajo como braseros al norte y a las fincas de caña de azúcar en el estado de Veracruz, en los años ochenta

Pueblo de Apazco. Su nombre original es Ñuu Tava, que alude la extracción de agua, en la parte llamada Sannoó Ñuu (que refiere a una parte alta).

Agustín Hernández Velasco, en Santiago Ixtaltepec, Nochixtlan Oax, es un maestro del pulque, una tradicional bebida Indígena. Conservar sus tradiciones, es una forma de reivindicar su cultura.

a la ciudad de México, en los años noventa, y recientemente al norte del país y a los EEUU. Ser un Ñuu Savi (Pueblo de la lluvia), ha sido una historia compleja donde dos formas de entenderse como sujeto, se ven confrontadas por las ideas de ser aceptable. Por un lado, está el discurso donde se afirma que ser nativo es motivo de orgullo y por otro se encuentra la idea de que, para ser aceptado, se debe dejar de ser nativo, como discurso implícito, del indigenismo. México se ha ido reconfigurando a esta realidad multicultural, pero aún se encuentra bastante lejos de que esta situación se traduzca en una relación distinta lejos de la discriminación, un caso alentador está en Ecuador que en su constitución se reconoce como un estado pluricultural. Esto mejoraría por mucho la visión de ser nativo, en mi país. — Lucio Bautista es originario del estado de Oaxaca al sur de México. Graduado de la Licenciatura de Etnología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), presentó una tesis conjunta sobre el pueblo originario Kichwa Otavalo de Ecuador, en el centro histórico de la ciudad de México, en 2019. Actualmente realiza una recopilación de tradición oral con miembros de su familia sobre la vida de su pueblo. Cultural Survival Quarterly septiembre 2020 • 25


S O C I O D E S TA CA D O D E L F O N D O G UA R D I A N E S D E L A T I E R R A

Restaurando el Equilibrio con la Tierra Rematriación de los Bosques del Este

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Familias que cosechan maíz blanco pedernal recuperado en la región de Assabet en las tierras de Nipmuc. Foto por Kristen Wyman (Natick Nipmuc).

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hora más que nunca, centrarse en un sistema de alimentos Indígenas y restaurar la familia es necesario para salvar a nuestro planeta y a las comunidades más vulnerables de los efectos devastadores del cambio climático. Con este fin, Eastern Woodlands Rematriation EWR (Rematriación de los Bosques del Este) trabaja para sostener la fundación espiritual de nuestras formas de vida mediante sistemas agroecológicos y de alimentación Indígena. Nuestros proyectos tienen su base en la recuperación de alimentos saludables, medicina natural y conocimiento ancestral mediante el intercambio, ayuda mutua y aprendizaje en territorios tribales del Noreste. Nos enfocamos en necesidades de infraestructura local de sus varios espacios de cultivo de alimentos con el fin de desarrollar capacidades mediante la confianza y el cuidado hacia los demás. Dirigido completamente por mujeres Indígenas y personas dosespíritus, EWR pretende ser no-explotador y regenerativo. Creemos que el proceso de rematriación (que es diferente a la repatriación) apoya la expresión de nuestro poder desde adentro; esta expresión es recíproca y generosa hacia nuestros parientes. Sin embargo, esta forma de vida equilibrada ha sido violentada, probada, limitada y arrancada de nuestras mujeres, personas dos-espíritus y juventud. El trauma de sobrevivir más de 400 años de colonización y genocidio se ha manifestado a través de violencia lateral, el abuso de pareja y altas tasas de abuso de sustancias y suicidio en muchas de nuestras comunidades. Lo que necesitamos desesperadamente como mujeres y dos-espíritus son espacios para sanar, organizar y crear estrategias sobre maneras de escapar de sistemas coloniales que están diseñados para mantenernos oprimidas, insalubres y desconectadas de la tierra y nuestras formas de vida. En un marco matriarcal, el poder se vuelve transformativo. La rematriación reactiva a nuestra gente y nos permite recordar que tenemos lo que se necesita para vivir vidas saludables y balanceadas. Al centrar a las mujeres Indígenas y dos-espíritus como médicos, parteras y productoras de alimentos, estamos rematriando nuestra comida y sistemas económicos de una manera que es más resiliente y justa. Los proyectos que EWR lleva a cabo, tienen lugar en toda Nueva Inglaterra, Massachssetts. En el norte, trabajamos con pueblos y familias Maliseet, Mi’kmaq, Passamquoddy y Penobscot; en el sur, trabajamos con los pueblos y familias Nipmuc, Wampanoag, Massachusett, Narragansett y Mohegan, así como con pueblos urbanos, móviles y desplazados Indígenas. Uno de nuestros proyectos principales es el Programa de Aprendizaje de Herbalismo de Wabanaki, que tiene como objetivo fomentar el intercambio, el diálogo y el compartir conocimientos sobre las prácticas de salud Indígenas, con el objetivo a largo plazo de desarrollar un boticario comunitario tribal, así como practicantes tradicionales capacitados sobre la muerte y el nacimiento que puedan servir a comunidades locales. Al capacitar y convocar a los curanderos en nuestras comunidades, estamos construyendo y recuperando conocimiento ancestral y haciendo que la salud no farmacéutica sea más accesible mientras reducimos nuestra dependencia hacia este tipo de productos. El boticario es un espacio donde podemos asegurar deliberadamente la continuidad de los curanderos tradicionales.


Dado a que el boticario juega un papel esencial en la comunidad, expandir el número de individuos capacitados que entiendan la medicina Indígena mediante el Programa de Aprendizaje fue el siguiente paso lógico. Los participantes aprendieron sobre identificación de plantas y su cosecha, relaciones culturales con las plantas, elaboración de medicinas y su aplicación clínica, junto con primeros auxilios en casa, salud materna, prevención y recuperación. Desde que se recibió la donación del Fondo Guardianes de la Tierra, Eastern Woodlands Rematriation ha entrenado a 12 aprendices; nuestro proceso de un año terminó a principios de mayo. Los aprendices continúan estudiando y recolectando medicinas para empezar a construir primero un boticario en sus hogares, y después, un boticario comunitario para compartir entre redes familiares. Además, EWR ha llevado a cabo múltiples sesiones intensivas sobre acceso a los alimentos y a la tierra basadas en la espiritualidad y los valores de la rematriación. Estas han incluido reuniones y enseñanzas medicinales en nuestros hogares, reservas y sitios de importancia cultural; la construcción de boticarios en casa y en la comunidad y una sesión medicinal de Raíces y Cortezas de Árbol, que atrajo la participación de futuros aprendices del sur de Nueva Inglaterra. Los miembros crearon una lista de donación de medicamentos a base de hierbas entre tribus para abordar las necesidades de las comunidades con las que trabajamos, que incluye recursos para la salud materna, ansiedad/depresión, medicamentos culturalmente significativos y prevención. También compartimos medicamentos para té y ungüentos con mujeres del sur de Nueva Inglaterra. “Lo que es más hermoso acerca de lo lejos que hemos llegado en este período de subvención es la interacción que estamos presenciando entre las mujeres y dos-espíritus de diferentes comunidades tribales en el noreste, y las relaciones que los miembros están construyendo entre ellos, ofreciendo sus propios y únicos regalos y todo su poder para el mejoramiento de EWR y todas nuestras respectivas familias, parientes y patrias”, dice la cofundadora Kristen Wyman (Natick Nipmuc). “Muchas tribus están condicionadas para ser aisladas, enfocarse solo en su comunidad, o en el caso de muchas tribus alimentadas, para enfocarse solo en otras tribus reconocidas federalmente. A menudo, esto excluye a las familias e individuos que se han reubicado por varias razones y que no están siendo atendidos directamente por sus gobiernos

tribales, que viven en tribus reconocidas en áreas urbanas y/o estatales que tienen conocimiento importante y continúan defendiendo la tierra, pero que son a menudo, excluidos de la toma de decisiones y espacios socio-políticos. Ver este nivel de organización base y el ejercicio de la autodeterminación entre mujeres Indígenas y dos-espíritus es realmente inspirador.” La cofundadora Nia Holley (Nipmuc), agrega: “Desafortunadamente con el COVID-19, es más y más claro cómo el sistema en el que estamos no reconoce nuestra humanidad”. Wyman explica que Eastern Woodlands Rematriation ha desarrollado programas para adaptarse a la crisis actual, pues “dada la forma en que el COVID-19 amplificó los problemas que las comunidades Indígenas ya enfrentaban. Desde mediados de marzo, hemos sido anfitriones de sesiones semanales de atención comunitaria ofrecidas a miembros de nuestras familias y redes de parientes Indígenas. Cada semana se enfoca ya sea en la comida como medicina o como un espacio para que los participantes hablen sobre sus experiencias y encuentren comunidad”. El grupo también está fortaleciendo su respuesta de ayuda mutua para las familias tribales al encuestar a los miembros e identificar sus necesidades, así como al distribuir semillas, plántulas y remedios, produciendo desde Maine hasta Massachusetts y partes de Connecticut y Rhode Island. Este involucramiento a nivel regional es crítico; como dice la cofundadora Alivia Moore (Penobscot): “Nuestras luchas locales también están conectadas con las luchas regionales en nuestras comunidades tribales”. Eastern Woodlands Rematriation planea continuar su programa de aprendizaje ofreciendo formalmente oportunidades de aprendizaje de dos años a miembros en el sur de Nueva Inglaterra. También crearemos oportunidades para que la juventud se comprometa en el desarrollo del boticario y la herboristería como parte de un programa de prevención del abuso de sustancias. Desde el año pasado, hemos logrado promover un enfoque equilibrado hacia la medicina y los sistemas de sanación, de alimentos y economía. A pesar de los desafíos que el COVID-19 plantea a las comunidades vulnerables, que incluyen a los Pueblos Indígenas, EWR está trabajando arduamente para satisfacer las muchas necesidades urgentes de sus miembros, mientras continúa planificando su futuro trabajo y el progreso hacia el enriquecimiento de los individuos, sus redes de parentesco y nuestro planeta.

Medicamentos recogidos por los aprendices de herboristería Wabanaki en Penobscot Nation.

Familias cosechando arándanos silvestres en las tierras de Nipmuc del oeste de Massachusetts.

Foto por June Sapiel (Penobscot).

Foto por Marcy Hendricks (Mashpee Wampanoag).

Cultural CulturalSurvival SurvivalQuarterly Quarterly septiembre 2020 • 27


S O C I O D E S TA CA D O D E S U B V E N C I O N E S A M E D I O S C O M U N I TA R I O S

Radio Zapatista Radiodifusión para la Autonomía y Autodeterminación

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urante la última década, las comunidades Zapatistas han desarrollado un proyecto de comunicación masiva alcanzando a más de 1,000 comunidades y rancherías en todo el territorio de Chiapas, México. Más de una docena de estaciones de radio ubicadas en esta región montañosa y autónoma están transmitiendo sus luchas y derechos como Pueblos Mayas. Las estaciones de radio Zapatistas fueron establecidas en el 2009 como parte de un proceso autónomo más grande para denunciar injusticias sociales en sus comunidades. De manera colectiva, están apoyando la Las estaciones de radio zapatistas están organizando capacitaciones para mujeres revitalización y promoción de prácticas para la resolución de problemas técnicos. culturales mayas amenazadas por la globalización, la defensa de tierras, territorios y la Aunque el proyecto fue destinado originalmente solo para tres estaautonomía de las autoridades en las aldeas. ciones en una de las zonas zapatistas, las comunidades decidieron Como un medio de comunicación dedicado a servir a la gente, incluir todas sus estaciones de radio en su territorio de influencia. estas estaciones tienen el objetivo de hacer las emisiones en las lenguas La radio comunitaria habla y denuncia sobre temas concernientes nativas de la región: Tzeltal, Tsoltsil, Tojolabal y Cho (además de a los Pueblos Indígenas que afectan intereses empresariales y guberespañol), no solo para revivir esos idiomas sino para promover el namentales. Existe actualmente una gran preocupación sobre la sentido de identidad y orgullo entre su gente. Para las estaciones, implementación de infraestructura grande y proyectos extractivos siempre ha sido importante crear un medio sostenible que fortalezca en todo el país, promovido por el gobierno del presidente Andrés su autodeterminación. Como parte de una postura política y en el Manuel López Obrador. Estos proyectos involucrarán la usurpación ejercicio de su autonomía, las estaciones de radio zapatistas han y el despojo de territorios en donde muchos Pueblos Indígenas elegido no solicitar concesiones de radio comunitaria o Indígena, viven, amenazando así su cultura, su vida y sus recursos naturales. ya que sería posible adquirir esta concesión en México. Tres proyectos sobresalen entre muchos: El llamado Tren-Maya, Las estaciones han capacitado a miembros de la comunidad cuya construcción y operación tendrán serios efectos en el ecosistema tanto en transmisiones al aire y (pre-grabadas). Desde el principio, de todo el sureste de México; el proyecto integral de Morelos, que ya hombres y mujeres de todas las edades han sido invitados a participar afecta a varios Pueblos Indígenas en varios estados en el centro del equitativamente; ambos, adultos y jóvenes pasan por la cabina de país; y el Corredor Comercial y Ferroviario del Istmo de Tehuantepec, transmisión. Debido a demandas sociales y familiares, muchas que intenta conectar al Pacífico con el Atlántico, y afectará a las comujeres terminan abandonando sus posiciones. En respuesta, las munidades de Oaxaca y Veracruz. También es una preocupación la estaciones han procurado proveerles más entrenamiento para violación del derecho al Consentimiento Libre, Previo e Informado fomentar su independencia y mejorar su habilidad para resolver (CLPI) por parte del gobierno mexicano, y la consulta culturalmente problemas técnicos. apropiada de los Pueblos Indígenas con respecto a estas iniciativas. El acceso a equipo básico ha sido otro de los retos para las estacioEl rechazo de estos proyectos por parte de muchas comunidades y nes. Constantemente, nuevas necesidades surgen, como la reubicación organizaciones Indígenas se ha enfrentado a la represión, amenazas de torres de transmisión para mejorar la cobertura radial, actualy asesinatos, incluido el de Samir Flores Soberanes, un defensor izaciones o mezcladores y computadoras y reparaciones o repuestos ambiental y organizador comunitario náhuatl que se opuso al Proyecde equipo de transmisión dañado. Con el apoyo del Programa de to Integral de Morelos y fue asesinado a tiros en su casa en febrero Subvenciones para Medios Comunitarios de Cultural Survival, varias de 2019. estaciones han podido encargarse de estas necesidades. Además de Por medio de mensajes, canciones, teatros por radio y poemas, renovar equipo, las estaciones han organizado capacitaciones para la radio comunitaria crea conciencia sobre el cuidado y la defensa mujeres para estimular su autosuficiencia tecnológica en aumento. de la Madre Tierra, el respeto a las mujeres, la salud, los derechos de Con la subvención, nuevas radios miembro han sido capacitadas los niños, el valor de la cultura y la verdadera historia de los Pueblos en narración, edición y talleres de producción, impartidos por antiguos Indígenas. También promueve la prevención del alcoholismo, apoya miembros de cada sección. Estas capacitaciones organizadas de la organización de estos pueblos y fortalece el sistema de auto acuerdo a las necesidades particulares y número de miembros nuevos gobernanza de los pueblos zapatistas. de cada estación, continuarán hasta el final del año. 28 • www. cs. org


A RTISTA DEL B A Z A R:

TRANSFORMANDO LA PALMA EN ARTE

Juan García Mendoza

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uan García Mendoza es un artesano mixteco de San Pedro Jocotipac, Oaxaca, México. Su comunidad es conocida por su habilidad para transformar la palma nativa en productos utilizados en la vida cotidiana, como sombreros, colchonetas y cestas. También es el fundador y propietario de Arte Palma, que comenzó a operar en 2010. Al principio, García fabricaba productos solo para la venta local. Pero desde entonces ha diversificado su producción, y hoy vende sombreros, bolsos, aretes, billeteras, alfombras y productos decorativos en los mercados internacionales. Cuando nos describe el proceso de su arte, García nos cuenta: “La planta de palma requiere un proceso de secado especial; el tiempo de secado está cuidadosamente marcado para preservar el color natural de la planta, que varía entre tonos verde, marrón claro, marrón oscuro y amarillo. Las hojas de palma se guardan, se ordenan y las tiras que se van a usar se seleccionan. Una vez que las piezas están terminadas, cada una se trata con vapor para que sean flexibles y resistentes”. Nos explica que el proceso para hacer una pieza “comienza cuando se recolecta la palma en el campo, la secas al sol por un promedio de cuatro a cinco días, la preparas en rollos, la limpias y finalmente la tejes”. Una pieza completa lleva un promedio de una semana. García dice que aprendió a tejer la palma de sus padres. “Comencé a tejer cuando tenía ocho años. Al principio vendíamos cestas. Ahora hemos ampliado y fabricamos cajas de regalo, sillas y productos decorativos que tienen detalles en piel”. Además de los productos de su familia y la comunidad de San Pedro Jocotipac, Arte Palma también vende el trabajo de otros artistas de las comunidades cercanas de Santa María Texcatitlan, Nodon, y recientemente ha comenzado a comercializar productos naturales y orgánicos. “Como maestro artesano, he hecho demostraciones de mi trabajo para que otras personas sepan un poco más sobre lo que hay detrás de las obras de arte. Es una de las experiencias más hermosas que he tenido durante estos años de trabajo como artista”, nos cuenta García. “También he realizado proyectos de colaboración con el Museo Textil de Oaxaca y con diseñadores mexicanos. Además, he sido instructor en talleres de tejido con palma y cordel en el Museo

Juan García Mendoza con ancianas tejedoras de palma. Foto por Erik Tlaseca.

Textil de Oaxaca, en la Ciudad de México, y en el Tecnológico de Monterrey en Nuevo León”. García trabaja duro para asegurarse de que los artistas obtengan un precio justo por su trabajo. “Gracias a Arte Palma, los artesanos encuentran precios que reconocen el tiempo y el trabajo invertidos en la creación de los productos”, nos cuenta él. Como parte de su responsabilidad social, Arte Palma genera fuentes de empleo para las personas mayores en la comunidad que se dedican a la preparación del hilo de la Meca, la principal materia prima que se utiliza en muebles rústicos; mediante el cual se han abierto nuevos mercados, como restaurantes y hoteles. Hablando sobre los desafíos que enfrentan los artistas, García dice: “En mi región, la marginalidad es un problema. No hay reconocimiento por nuestro trabajo”. Otro problema importante es el reemplazo de la palma por plástico. “Estos productos están desplazando a la palma porque es mucho más fácil de procesar y el producto final es mucho más barato”, nos comenta. Pero también considera que ser un artesano Indígena y vender sus propios productos tiene una ventaja, porque puede explicar todo el proceso de creación de cada producto. García ha participado hasta el momento en tres Bazares de Cultural Survival: “Los bazares ofrecen muchas oportunidades para los artistas. Ser parte de los bazares me ha ayudado a lograr mi sueño, construir mi propio taller en casa. También he podido viajar y ver otras ciudades”. García también dirige talleres enfocados en transmitir el oficio a las generaciones más jóvenes. “Los productos tienen que ser innovadores para que los jóvenes continúen utilizando esta artesanía y no caiga en el olvido”, nos dice. Conoce a Juan García Mendoza y su trabajo en nuestros próximos Bazares de Cultural Survival Bazaars. Para obtener más información, visite: bazaar.cs.org.

Juan García Mendoza tejiendo fibras de palma. Foto por Erik Tlaseca.

Cultural Survival Quarterly septiembre 2020 • 29


Cultural Survival

Gracias a tu apoyo en el 2019

Financiamos 35 proyectos en medios de comunicación comunitaria en 9 países, con un total de $210,000

Apoyamos a 6 grupos de jóvenes becados en medios de comunicación comunitaria.

Capacitamos a más de 80 mujeres Indígenas en producción radial y periodismo.

La Radio de Derechos Indígenas emitió más de 160 programas sobre derechos Indígenas a más de 1,000 estaciones en 69 países.

Financiamos 20 proyectos en 10 países, con un total de $79,864, para apoyar proyectos de defensoría y desarrollo comunitario de Pueblos Indígenas.

Presentamos 8 informes al Examen Periódico Universal (EPU) y los órganos de Tratados de las Naciones Unidas en temas de derechos humanos en El Salvador, Honduras, Panamá, México, Chile, Colombia y los Estados Unidos.

Los Bazares de Cultural Survival generaron más de $493,358 para artistas y comunidades Indígenas.

Los Bazares de Cultural Survival recibieron a más de 65 artistas representando más de 4,500 artesanos Indígenas de más de 30 países.

Done hoy en cs.org/donate


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