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Juana Salazar
Mi nombre es Juana del Carmen Salazar, nací y me crié en Perito Moreno. Mi mamá falleció cuando yo nací, ella me dijo: - “Carmen, acá tenés tu documento, cuidalo muchísimo hija- y me lo entregó en la mano, aún lo tengo. También tengo una hermana por parte de padre, pero no la conozco, no sé si nos iremos a conocer. Una vez iba viajando a Caleta y una señora me dijo –“Sos idéntica a tu hermana”- y me contó que mi hermana vivía en Punta Arenas. Mi abuela para mi es una madre porque ella fue la que me crió y con mis tías. La finada abuela era de apellido Medina y mi abuelo Salazar. Tenemos familia en Chile, pero yo nunca he viajado, mi abuela decía –“Cualquier día vamos a ir a Chile para que conozcas”-. Ella me dió todo lo que pudo, cuando era chiquita mi abuela me explicaba todo. Vivíamos donde está el puente nuevo. Nos daban una bolsita de nylon, una gomita y un lápiz, y nos mandaban a la escuela. Fui a la escuela, pero pasó que no tuve memoria y no aprendí nada...nada, nada!! No sé firmar, no sé leer. A mí siempre me gustó andar sola, todo el tiempo, de muchacha y sigo lo mismo. Cuando volvía de la escuela con mi prima Dora que tenía muchas amigas, mi abuela me preguntaba -“¿Y la Dora dónde quedó?-. -“La Dora viene con las amigas, yo no tengo amigas abuela”- le decía.
Cuando era mas grande si salía a los bailes, con mi tía, íbamos al Aeroclub, a lo de Santana y con mi marido salíamos de vez en cuando. Nos veníamos de la casa de mi suegra del otro lado del río a caballo, caballito viejo, llegábamos a lo de Santana y mi marido lo ataba y ahí les pasábamos el baile. En partidos políticos tampoco participé nunca. Pero el intendente que hay ahora es familia mí. Lo vine a conocer por casualidad un día que yo pasaba por la puerta de la comuna y él me llamó y me dice –“¡Carmen! ¿Qué no me conoces?”, -“¡No!”-, le digo yo. Y ahí ví los carteles colgados que decían “Mauro Casarini”, que por todos lados están. Hasta ahora no lo he visto más, si Dios quiere lo voy a volver a ver.
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Y del pueblo tampoco he salido mucho. Las pocas veces que viajé fueron a Caleta o Buenos Aires, cuando acompañé a mis hijos enfermos. Yo tengo dos hijos, una hija y dos nenas que fallecieron. La última vez, que quería acompañar a mi hija, me dijeron que no, porque tenía mucha edad y no podía ir con mi hija. Hace de cuenta que me pegaron con un palo, porque
Juana del Carmen Salazar en su 75 cumpleaños
a mis hijos donde van, yo los acompaño. Mi esposo trabajaba en el campo y con eso hicimos las piecitas estas, de bloques y pegada con barro. Yo le alcanzaba los bloques, él hacía la mezcla y pegaba. Después con ayuda de la Municipalidad agrandamos un poquito. Mi casa quedó abrigadita gracias Dios. Por lo menos gracias a Dios me quedó mi casa, que vivo con mi hijo tranquilamente.
Cuando tenía 14 años empecé a trabajar de empleada en la casa de Vilma Ramos, con pieza adentro, vivía con ellos. Trabajaba en la cocina y para toda la limpieza y aún trabajo para ellos. Mi pobre patrona, me ayudó en todo, me decía siempre: -“Vos Juanita sos una hija para mí, yo te quiero tanto y vos me querés a mí- Siempre la acompañé a Doña Mini, al último ya caminaba despacito y yo toda la atendía a mi patrona. Me dijo un día: -“Vos me vas acompañar hasta lo último”- Cuando voy al cementerio al nicho de mi marido, voy por ahí a dar una vueltita y siempre la paso a ver a mi patrona. Oscar el otro día me llevó a limpiar su bóveda, me dejó ahí y le limpié todo a mi patrona, pobrecita.
Cuando mi marido trabajó en el campo, vivíamos en un campamento, el campamento “Pura Piedra”, que era una lona y abajo hacíamos fuego con leña de piedra, unos planchones, hacíamos comida, y ahí estábamos como
Juana Salazar en casa de la familia Ramos, junto a su patrona Doña Mini Mood Thomas de Ramos
Juana del Carmen Salazar
dos o tres meses hasta que bajaba la hacienda. Era un campo de lomas de pura piedra, como casas de grandes las piedras. Anduvimos bastante con mi pobre marido que en paz descanse. Al campo volví cuando trabajé, mucho tiempo, en el campo de Sabella, en la estancia que hacen turismo, pero cuando enfermé me vine. Era un lindo trabajo, porque uno conoce gente de otro lado, y la gente muy contenta conmigo me decía –“¡Abuela! Que bien nos atiende”-.
Ahora tengo 74 años y tengo que seguir trabajando hasta hoy y la verdad hago lo que puedo para poder salvar mi casa, lo que gano lo uso para pagar los impuestos y cositas de la casa. Quise hacer la jubilación, pero pasa que no tengo recibos, yo trabajo así nomás. Ellos no pueden darme recibo porque tienen su sucesión, pero si me pagaron. También intenté hice la pensión de la vejez, y le entregué todos los papeles originales a una asistente social que se llamaba Silvia García, creo, que ahora se fue a vivir a Río Gallegos. Cuando fui a preguntarle por mi pensión me dijo –“¡Ay Carmen! Los papeles los mande a Gallegos y se perdieron”-. No le dije nada, pero no quedé conforme, porque eso no se puede perder, los papeles son cosas importantes. Así que no tengo jubilación ni pensión, nada. Encima ando con todas las enfermedades ¡Es un gastadero comprar y comprar lo que estoy usando! Si pudiera jubilarme…