b a r “ L a a r m o n í a”
E n t r e v i s t a a G R A C I E L A “L I TA” A B A D I E Mi nombre es Graciela Esther Abadie. Nací el 6 de febrero de 1951. Tengo una hermana, Marta Elena que vive en Buenos Aires y mi hermano que era el mayor que falleció en el 90, Oscar Adolfo. Mi papá era Pedro Abadie, hijo de Víctor Abadie y Josefina Albarelo. Mi mamá Marta Haydeé Lombard, hija de Aidé Catalina Malerba y Bernardo Henry Lombard. Mis abuelos maternos vinieron en el año 20 de Sudáfrica. Mi abuelo nació en Transvaal, una colonia en Sudáfrica que estaba bajo el dominio inglés y nuestra familia era toda de holandeses, así que no sabemos si descendemos de Holanda, de Inglaterra o de Sudáfrica. Hay un entuerto bárbaro con el apellido, porque yo tengo el pasaporte y figura como británico. En esos años se venían a la patagonia y se buscaban tierras. Ellos se afincaron en una hectárea de tierra, mis bisabuelos tenían la Estancia “Los Álamos”, un campo chiquito en la costa del Rio Fénix donde están todas las estancias, donde era de Bonavide, lo que era Malerba, que todo es de Sandin ahora. Acá por el cementerio, por las estancias de los Epul, Maliqueo... eran vecinos digamos. Cuando mi abuela queda viuda que mi mamá tenía seis años, se vienen al pueblo. Ella vende un camioncito y compra esa casa de la esquina, en frente a la Plaza para poder vivir con sus hijos y que vayan a la escuela. El bar “La Armonía” primero tuvo otro dueño, era de Pastor Flores esposo de Doña María Flores, que es hermana de mi abuela. Mi papá había trabajado de camionero y vendía leña para el invierno o llevaba lana de las estancias desde acá hasta Las Heras o Deseado, que después un trencito las llevaba. Papá le alquiló el local y le compró todo el fondo de comercio a Pastor Flores en octubre de 1951. O sea yo tenía seis meses, siete, cuando nos fuimos a vivir al bar y ahí me crie hasta los 15 años. Yo había nacido ahí del otro lado del paredón del bar, en una casa de chapa que había. El edificio del bar era todo de ladrillo y por afuera estaba todo revocado y pintado en cal… debe haber sido construido en el “veinti algo”. El bar tenía un cartel que decía Bar “La Armonía” y una chapa que decía Ginebra Bols y una botellita dibujada. Tenía una puerta en ochava justo en la esquina para lo que es “Casa Mattar”, dos ventanales inmensos. Era inmenso el salón, de unos 18 metros de largo, con un martillo que mi papá le puso un biombo y de ese otro lado quedó el comedor, con cuatro mesas. Había una cocina grande, despensa, sótano, dos dormitorios grandes y después se anexó una especie de casilla de madera que le compró a Tollo Molina. El salón tenía una pintura muy original. Pasó que era tan grande para pintarlo, que no se pintaba muy seguido y una vez mi papá estaba diciendo – Tengo que volver a pintar- y había un señor Fabiazo que era de Gendarmería y le dice a mi papá - ¿No tenés rejunte de 67