La plaza Mayor de Cusco De espacio ritual a plaza colonial
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Mario R. Castillo Centeno Generalidades La ciudad del Cusco es poseedora de un rico patrimonio cultural, que testifica el tiempo y espacio de ocupación continua e ininterrumpida por la que ha atravesado desde 1500 años a.C., producto de la cual, las persistencias, superposiciones, transformaciones y adecuaciones ocurridas hacen de ella un ambiente urbano muy particular. Cusco ocupa un lugar geográfico predominante y estratégico, ubicado en la zona Keswa a 3,400 m.s.n.m., a nivel mesotérmico, en medio y cercano a diversos pisos ecológicos y cruce de caminos, uno longitudinal que se prolonga por el Sur a la cuenca del Titicaca y por el Norte a la costa y sierra norte; el otro camino cruza transversal al anterior uniendo los tres importantes valles regionales: el Paucartambo, el Vilcanota y el Apurimac. A más de sus edificios históricos, reconocidos como monumentos, sus plazas y sus calles poseen huellas imborrables de un rico pasado, en estos espacios se desarrollaron los episodios más significativos y también banales, aunque no por ello menos importantes, de sus habitantes de todos los tiempos. Las plazas públicas del área tradicional de la ciudad del Cusco poseen una historicidad que se remonta, en algunos casos, a las primeras ocupaciones humanas de este valle; en otros, su antigüedad sobrepasa los cinco siglos, constituyéndose en testigos del transcurrir histórico de esta sociedad, de sus formas de organización y de valoración. En general, las plazas constituyen la conjunción de diversas actividades humanas. En términos de valor social, político o religioso, ellas son lugar propicio para el desarrollo de transacciones comerciales, de trato común entre los vecinos, de las fiestas públicas, de refugio del vecindario cuando funcionaron como campamento en circunstancias especiales, lugar propicio para celebraciones diversas, cívicas o patrióticas, desfiles, proclamas o ejercicio de justicia; pero también, lugar de estar, de reposo, de distracción y descanso. Las plazas públicas de la ciudad constituyen también el marco donde se insertan los principales monumentos, donde se hacen presentes los diferentes poderes públicos, los cuales dan un carácter particular y dinámico al espacio abierto. Estas plazas expresan el carácter de la sociedad que los ocupa en cada momento de su existencia. La plaza es el escenario principal en el cual se desenvuelve la vida cotidiana de los ciudadanos, es el espacio común donde obligadamente convergen y divergen individualidades con distintos objetivos, es lugar de encuentros y desencuentros, el canal del tránsito apurado o del paseo pausado, el nexo que vincula los unos con los otros, el sitio que posibilita la dinámica de las distintas interrelaciones. Por estas consideraciones, la plaza representa y expresa al mismo tiempo, el status de la ciudad, sus formas de vida, sus tradiciones, sus ideales, así como sus crisis y sus frustraciones. Las plazas denotan y connotan. El interés particular y general, lo público y lo privado, lo trascendente e intranscendente, lo transitorio y permanente, encuentran lugar común en las plazas; acción y mensaje que grava la memoria perceptual del hombre que transita por este organismo vivo.
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Castillo, (1997).
Espacios públicos prehispánicos El valle de Cusco tiene indicios de una larga e ininterrumpida ocupación humana. Los agricultores aparecieron alrededor del año 2,500 a.C. Algunos ayllus en estado de formación ocuparon sucesivamente Cusco, estos fueron los Marcavalle y Chanapata. En el intermedio, el primer estado regional que nace como producto del predominio del poder de los Ayllu anteriores es Qotacalli. El desarrollo de este Estado regional dio lugar al surgimiento de los Killki, éste de los Lucre, y finalmente al confederarse los Lucre con los Killki, dieron al parecer origen al Estado Tawantinsuyano. El pensamiento de la sociedad Inka fue producto de la experiencia colectiva más allá de límites políticos y étnicos, forjada por el acontecer cósmico y la naturaleza áspera de los Andes. El sujeto de este pensamiento es el hombre que dialoga con el cielo estrellado (Hanaq o arriba), la madre tierra y la naturaleza (Kay o aquí), y el conocimiento y la experiencia de tiempos pasados (Ukju o adentro)2, que encuentra su lugar específico dentro de la totalidad de estas fuerzas elementales. Pero sobre todo como ser colectivo. Su pensamiento, es un producto colectivo3. Las relaciones que desarrolla son de Reciprocidad y Complementariedad. Su comprensión del tiempo es cíclica. Su espacio es significativo y predefinido. Su Ser es resultado de la correspondencia entre el orden cósmico y el humano, y, de cuidado y profundo respeto hacia la naturaleza4. La condición de establecer relaciones de reciprocidad se manifiesta en todos los niveles y de las más diversas maneras, así: el intercambio entre cielo y tierra en los fenómenos atmosféricos y cósmicos es garantía para la vida y la perduración en el tiempo, la relación viva con los antepasados es garantía de continuidad moral y epistémica, las diferentes formas de reciprocidad en una comunidad (minka, ayni) hacen posibles bienestar y felicidad, las relaciones de parentesco juegan un papel indispensable en la lucha por la supervivencia, la relación religiosa siempre precede como acto colectivo a la decisión personal del hombre particular. Para el hombre de los Andes el espacio es básicamente un lugar pre-definido y predelimitado, cargado de simbolismo, poseedor de energías, vinculado con el cosmos y con su pragmática. El hombre encuentra que en el espacio en el que se desenvuelve preexisten múltiples relaciones y que su papel en este mundo es el ser mediador. Desde muy temprano, el hombre andino definió desarrollar sus ritos en los espacios abiertos. Cuando la sociedad andina arriba al momento Inka, el centro del universo se consolida en el Cusco, que se afirma como lugar sagrado; su estructura física correspondía a una particular manera de concebir el mundo y aprehender el espacio; el resultado, una ciudad seria y ordenada, un lugar simbólico e ideológico. Esta ciudad impresionó profundamente al invasor, por su tamaño, esplendor y su carácter netamente urbano. Aún tomando en consideración que no pudo ser debidamente comprendida en su real magnitud. Pedro Cieza de León describe al Cusco y dice: “Y en ninguna parte deste reino del Perú se halló forma de ciudad con noble ornamento sino fué este Cuzco, que (como muchas veces he dicho) era cabeza del imperio de los ingas y su asiento real. Y sin esto, las más provincias de las Indias son poblaciones. Y si hay algunos pueblos, no tienen traza ni orden ni cosa política que se haya de loar; el Cuzco tuvo gran manera y calidad; debió ser fundado por gente de gran ser…
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La división tripartita andina (hanaq pacha, kay pacha, uray pacha) fue superpuesta por la teoría cristiana de tres pisos (cielo, tierra, infierno) y tergiversada en su significación primordial. Una división estricta entre el más allá y este mundo es ajena al pensamiento andino. 4 Estermann, (1993) págs. 13-24. 4 Estermann, op. cit. pág. 14.
…Fué la más rica que hubo en las Indias de lo que dellas sabemos, porque de muchos tiempos estaban en ella tesoros allegados para grandeza de los señores, y ningún oro ni plata que en ella entraba podía salir, so pena de muerte. De todas las provincias venían a tiempos los hijos de los señores a residir en 5 esta corte con su servicio y aparato” .
El trazo y tejido urbano de esta ciudad fue resultado de la superposición de estructuras de carácter filosófico - religioso y pragmático, concentrando los valores de una sociedad que la había definido como centro de su universo, la ciudad sagrada del imperio de las cuatro partes del mundo, el Tawantinsuyo. Los espacios centrales (Pata, vg. Qolcampata) eran escasos y pequeños a excepción del principal, dividido en dos por la canalización del río Huatanay, denominado Haucaypata - Cusipata, cuya forma y proporciones impresionaron a los conquistadores. Otros espacios auxiliares (Pampa) como el Intipampa o el Rimaqpampa, eran los ejes en torno a los cuales giraban las principales actividades urbanas. De acuerdo a Garcilaso el Cusco era “La descripción de todo el Imperio”6. La síntesis que expresa la frase del Inca, es que en el trazo de la ciudad, estaban vigentes los principios de dualidad y oposición, que rigen la organización del espacio y la estructura de la sociedad en los Andes centrales. Hoy día, sabemos que dos estructuras estaban superpuestas en la definición del espacio, una pragmática y la otra simbólica, producto de la concepción dual del mundo. Dentro de esta concepción, dos Apus definen, resguardan y dan sentido al emplazamiento de Cusco, son los nevados del Ausangati y el Salkantay. Dualismo La primera y gran división es la que separa el Hananqosqo (Hanansaya, Hanan), o Cusco de Arriba del Urinqosqo (Urinsaya, Urin) o Cusco de Abajo. La línea imaginaria con la que se puede trazar esta división era de Noreste a Sudoeste, que pasaba por el borde del gran espacio Inka Haucaypata-Cusipata. Otra línea también pasando por el Haucaypata-Cusipata, materializada por el río Saphi en el eje Noroeste-Sureste delimitaba los lados derecho e izquierdo. El lado derecho del Cusco Inka, Uma (umasuyo), con connotación masculina, estaba destinado como centro religioso-nobiliario, donde se emplazaban los edificios religiosos y las residencias nobiliarias. Hacia el lado izquierdo, Urco (urcosuyo), con connotación femenina, la zona agrícola constituida por andenerías. La línea divisoria constituía el río Saphi (raíz), los límites externos, los ríos Chunchulmayo (río de tripas) y Tullumayo (río de huesos), que definían los bordes del área nobiliaria. Estos pares de complementarios (yanantin), arriba y abajo, izquierda y derecha, definen múltiples relaciones, como el ser originario o forastero, antiguo o recién llegado, masculino o femenino, de mayor o menor sacralidad, pastor o agricultor, dentro o fuera, cerca o lejos, delante o detrás. Cuatripartición Ambas líneas imaginarias se cruzaban generando una cuatripartición del espacio, dividiendo el Cusco en cuatro partes, en cuyo eje o axis se ubicaba el conjunto Haucaypata-Cusipata y en torno al cual giraba el universo andino. Era el centro o 5
Cieza de León, [1550] (1922). Garcilaso, [1609] (1959) libro II. cap. XI. pág. 95. “Los Reyes Incas dividieron su imperio en cuatro partes que llamaron Tahuantinsuyu, que quiere decir ‘las cuatro partes del mundo’, conforme a las cuatro partes principales del cielo: oriente, poniente, septentrión y mediodía. Pusieron por punto o centro la ciudad del Cozco que en la lengua particular de los Incas quiere decir “ombligo de la tierra”. Llamáronla con buena semejanza “ombligo”, porque todo el Perú es largo y angosto como un cuerpo humano y aquella ciudad está casi en medio”. 6
chawpi en idioma inca o runasimi, figurando el centro de los suyos o partes, que son los cuartos que formaban el gran imperio de las “cuatro partes del mundo”, el Tawantinsuyo. En el Hanan estaban, hacia el oeste el Chinchaysuyu y al este el Antisuyu. En el Urin estaban el Cuntisuyu al oeste y el Qollasuyu hacia el este. En el sector Uma se ubicaban el Chinchaysuyo y el Cuntisuyo, en el Urco El Antisuyo y el Qollasuyo. La otra relación muestra que Chinchaysuyu se refiere a la agricultura y Qollasuyu en contraposición es la región de mayor riqueza ganadera. Antisuyu es la región amazónica, representada por la caza de animales silvestres, proveedora de madera, cera, plumas y coca. El Cuntisuyu es la costa del Pacífico que provee mullu, pescados, guano de las islas y también coca. Tripartición Una red de líneas ideales partían del lugar más sagrado de Cusco, el Qoricancha, su centro religioso, superponiéndose a los anteriores. Estas líneas denominadas Ceqe estaban organizadas en grupos de tres y enlazaban una variedad de lugares sagrados conocidos como Guacas Estaban orientadas hacia las cuatro direcciones y en su distribución tripartita recibían los nombres de Qollana, Payan y Cayao. Esta tripartición también tiene relación con la división Hanaq, Kay y Uqju, o las tres partes del universo, o también el primero, el segundo y el tercero, con referencia a las generaciones de abuelo, padre e hijo, aunque también se considera que estaban en relación a la jerarquía del inca, su esposa y los otros parientes, como también Collana corresponde los fundadores, Payán a las Panacas en sí y Cayao a los Ayllus cusqueños7. El conjunto Haucaypata-Cusipata En el trazado de la capital del imperio del Tawantinsuyo destaca la presencia de un gran “espacio central”; la ciudad se ordena alrededor de este gran espacio vacío, que se encuentra segmentado por un río canalizado definiendo dos sectores: Haucaypata y Cusipata. Esta es la “plaza” que conocieron y que impresionó mucho a los invasores. Cieza de León describe este espacio haciendo referencias a su importancia: “En el comedio … había una plaza de buen tamaño, la cual dicen que antiguamente era tremedal o lago, y que los fundadores, con mezcla y piedra, lo allanaron y pusieron como agora está. Desta plaza salían cuatro caminos reales;. … El río que pasa por esta ciudad tiene sus puentes para pasar de una 8 parte a otra. ”.
Al inicio de la ocupación Inka, este lugar era un área de terrenos húmedos y ciénagas9. formados por filtraciones y variaciones del cauce del río Saphi Fue a partir del segundo Inca Sinchi Roca que se empezaron los trabajos para desecar los humedales, encausando y canalizando el río. Su definición como el espacio más importante en la conformación urbana de Cusco, corresponde a la remodelación emprendida por Pachacuteq. La parte confinada con edificaciones se denominaba Haucaypata, orientado al oriente del río, de gran dimensión, forma trapezoidal y cerrado parcialmente por tres de sus frentes. Al poniente de este espacio y separado del río, había otro igualmente extenso, era el Cusipata, estaba abierto en sus cuatro frentes y definido por plataformas o andenes.
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Zuidema, (1964); Chávez Ballón, (1970-1990). Cieza de León, [1553] (1986). 9 “En el comedio cerca de los collados della, donde estaba lo más de la población, había una plaza de buen tamaño, la cual dicen que antiguamente era tremedal o lago, y que los fundadores, con mezcla y piedra, lo allanaron y pusieron como agora está”. Cieza de León, op. cit. cap. XII. 8
El paisaje circundante estuvo incorporado a este espacio, desde Haucaypata se podían observar los grandes andenes que modelaban la margen derecha del río Saphi, donde se encontraba su opuesto complementario Cusipata. Más lejos, en los lados, las casas de los curacas y las aldeas que circundaban el núcleo, participaban de esta integración, así se interpreta de lo anotado por los cronistas de la época. El sentido de su nombre originario compromete los vocablos: Auki, Hauca, Auca, Waca, voces que están vinculadas con significaciones que remiten a oráculo, altar, sagrado, mediación… Cristóbal de Molina, el cronista mestizo llamado también El Cusqueño, citó en su obra que la plaza principal del Cusco era Aucaypata, añadiendo que se alzaban en ella imponentes monumentos, entre ellos los que semejaban “la figura o estatua del Hacedor, Sol, Trueno, Luna y el Inca asentado junto a la estatua del Sol”. De igual manera, Francisco de Avila, el célebre “extirpador de idolatrías”, que recoge directamente de labios indígenas el término “aucaypatampi”, lo caracteriza como centro religioso, donde cada cierto tiempo se reunían todas las guacas, o deidades nativas. Bernabé Cobo registró en su historia que “la cuarta guaca era la plaza principal, llamada Aucaypata, (donde) se hacia el sacrificio universal para el Sol y las demás guacas, y se repartían y llevaban a las otras partes del reino y era lugar muy venerado”, añadiendo que allí efectuaban los orejones sus fiestas, bailes, cantos y taquies de todo tipo10. Joan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua, escribió Haocaypata, refiriéndose al lugar donde los Incas celebraban sus fiestas principales11. Otra fuente aborigen es la llamada Relación de Quipucamayos; este documento, dictado en parte en 1542, señala que Huascar Inca aludió a la plaza principal del Cusco “llamándola Aucaypata”12. El padre Diego Gonzáles Holguín, mencionaría Haucaypata para nombrar con nitidez “la plaza del Cuzco, de las fiestas, huelgas y borracheras”. Desde una perspectiva de severo catolicismo, ajeno a la comprensión de los rituales andinos del tiempo de los incas. El Inca Garcilaso de la Vega, en dos oportunidades, en sus “Comentarios Reales” hablaría de Haucaypata, para referirse a la plaza principal de festejos y de alegría. Así, al hablar de la fiesta principal que se tributaba al Dios Sol, dijo que llegado el día de honras “salía el Inca acompañado de toda su parentela, la cual iba por su orden conforme a la edad y dignidad de cada uno a la plaza mayor de la ciudad que llamaban Haucaypata”. Casi a renglón seguido, haría una aclaración importante: que los curacas, “porque no eran de la sangre real, se ponían en otra plaza apegada a la principal que llama(ban) Cusipata”13. El conjunto Haucaypata-Cusipata denota la manifestación en el espacio de la dualidad siempre presente en la estructura ideológica. Ambos sectores, separados por el río Saphi, se enlazan mediante tres puentes (¿tripartición?) y conforman varias plataformas. Ellos muestran el carácter particular que el espíritu del hombre del Tawantinsuyo había definido para sus espacios centrales, que denotaba la evolución de su concepto en el mundo andino. El gran espacio era el centro de todo este sistema, resultado de la visión del mundo por parte de una cultura. Tenía para los antiguos moradores del Cusco un gran significado ceremonial y sus dimensiones reflejaban la fuerza y el dominio del imperio 10
Bernabé Cobo, [1653] (1956). libro XIII, cap. 13 y 25. Joan Pachacuti Yamqui Salcamaygua, [1613] (1968) pág. 300. 12 Supño, Collapiña y otros, (1973) pág. 51. 13 Garcilaso, op. cit. libro VI, caps. XXI, X y VII. 11
sobre su territorio. Las diferentes divisiones se registraban a partir de este espacio público. Los edificios singulares que se erigieron en ella, expresan su sentido de chawpi, la centralidad de orientación, el centro del universo, que lo hacía poseedor de la mayor sacralidad. El conjunto Haucaypata-Cusipata recibía grandes concentraciones humanas en momentos que se realizaban sus ceremonias, que iban acompañadas de festividades. Es el lugar destinado a recibir multitudes, que constituye el verdadero “centro de la actividad” el centro del imperio. Luis E. Valcárcel refiere de la plaza de Wakaipata, como a la que acudía la muchedumbre “como avenida de aguas turbias y rojizas”, indicando que sobre el cenagoso lugar preincaico se alzó el Aukaipata imperial, “teatro de las grandes fiestas, explanada en cuyas arenas se juntaban las tierras de todo el Tawantinsuyo como para simbolizar la transfusión y unimismamiento de las razas y los pueblos”14. Entorno edificado Alrededor del Haucaypata existían varios edificios, algunos de grandes dimensiones, que se adjudican como palacios de los incas o espacios dedicados al culto, construidos durante su reinado y después de su muerte conservados como lugar de su reposo espiritual acorde a las tradiciones y costumbres de esos tiempos. John Rowe tiene una cuidadosa reconstrucción histórica de los edificios que existían en el Haucaypata, en el momento que se inició la colonización. Lo que encuentra es que al noreste estaban dos grandes “galpones”, que fueron totalmente destruidos para edificar la Catedral, que se amplió a partir de los primeros edificios dedicados al culto católico, como la iglesia de Santa María del Triunfo. En una apretada síntesis de los datos proporcionados por los cronistas y las interpretaciones alcanzadas por especialistas, podemos advertir que entre los edificios que rodeaban este espacio ceremonial están: Cassana, mencionado frecuentemente como palacio de Pachacuti, que entre sus estructuras poseía una especie de Kallanka15, que era “capaz de tres mil personas”. Qora Qora, atribuido por unos a Inca Roca y por otros a Tupac Inca Yupanqui. El enigmático Quishuarcancha, señalado frecuentemente como templo dedicado a Wiracocha o Pachayachachi. Cuyusmanco, especie de pequeña fortificación, en el lugar del emplazamiento actual de la Catedral y la Iglesia del Triunfo, sobre el andén de Ucchullu, y donde se guarecieron los españoles durante el asedio a la ciudad por parte de Manco Inca [1536]. Atravesando el camino del Collao, el Hatun Cancha; y el Aclla Huasi, seguía el Amaru Cancha palacio de Huayna Capac, delante del cual estaba ubicado el Suntur Huasi. Pedro Sancho, secretario del propio Pizarro y autor de una “Relación de la Conquista del Perú” que visitó la ciudad en 1534, describe así: “La plaza es cuadrada y en su mayor parte llana, y empedrada de guijas; alrededor de ella hay cuatro casas de señores que son las principales de la ciudad, pintadas y labradas de piedra, y la mejor de ellas es la casa de Guaynacava cacique viejo, y la puerta es de mármol blanco y encarnado y de 16 otros colores, y tiene otros edificios de azoteas, muy dignos de verse ...” .
Elementos del espacio Allá por el año de 1559, Juan Polo de Ondegardo por entonces Corregidor del Cuzco, pudo observar que la gran plaza de Haukaypata estaba en su totalidad cubierta por 14
Fray Martín de Murúa, [1616] (1962-64). Gasparini, (1977). 16 Sancho de la Hoz, [1534] (1934). 15
una gran capa de fina arena blanca de origen marino, la misma que había sido traída por orden del inca Pachacuteq desde el Pacífico a esfuerzo de los naturales y en calidad de ofrenda al Dios Wiracocha creador del Universo. “…e ansí afirmaban que toda aquella plaça del Cuzco le sacaron la tierra propia …, e la yncheron de arena de la costa de la mar como hasta dos palmos y medio, en algunas partes más; sembraron por toda ella muchos vasos de oro e plata, ovejuelas y ombreçillos pequeños de lo mysmo, lo cual se a sacado mucha cantidad, que todo lo hemos bisto; desta arena estaua toda la plaza quando yo fui a governar aquella ziudad, e si fue verdad que aquella arena se trajo do ellos afirman e tienen puestos en sus registros, parézeme que será ansí que toda la tierra junta tubo neçecídad de entender en ello, por que la 17 plaça es grande …” .
Esta misma persona dispuso quitar esta arena y entregarla en calidad de donación a la obra de construcción de la Catedral, para que sea utilizada en su albañilería, ya que la arena existente en la zona era de mala calidad. Al ejecutar esta acción de traslado dentro de la arena fueron encontradas muchas ofrendas de metal y otros materiales. Haucaypata, el espacio sagrado de los incas, contenía varios monumentos, menos conocidos. En medio de la plaza había un Ushnu18, una piedra que significaba el sol, encima de una plataforma19. Había también una fuente donde decían que se bañaba el trueno20 Hacia el lado noroeste, delante del palacio de Qasana, había un edificio circular, parte del conjunto del palacio. El Ushnu fue una piedra redonda “a manera de teta” que hizo labrar el inca Pachacuteq, más o menos de la altura de una persona, que fue colocada sobre una plataforma. Esta piedra de la plaza, tenía un canal alrededor de la base con la finalidad de recibir las ofrendas de chicha21 y estaba engastada en oro y piedras preciosas. La descripción de Pedro Pizarro es elocuente: “Hera ber la xente que en este Cuzco auía, que ponía admiración; toda la más della seruía a.estos muertos que tengo dicho, que cada día los sacauan a la plaça, sentándolos en rrengle, cada uno según su antigüedad, y allí comían los criados y beuían y las criadas…” “…Pues llenos estos birques, los derramauan en, una piedra rredonda que tenían por ydolo, en mitad de la plaça y hecha alrrededor una alberca, pequeña, donde se consumía por unos caños que ellos tenían hechos por deuaxo de tierra. Esta piedra tenía una funda de oro que encaxaua en ella y la tapaua toda, y asimismo tenía hecho una manera de buhihuelo de esteras texidas, rredondo, con que la cubrían de noche”. “…Para donde asentauan este bulto que ellos dezían hera el sol, tenían puesto en la mitad de la plaça un escaño pequeño, todo guarnesçido de mantas de pluma muy pintadas, y aquí ponían este bulto, y el un hachero de una parte y el 22 otro de la otra…” .
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Pedro Pizarro, [1571] (1944) págs. 319, 161-162. El Ushnu es posiblemente la construcción más importante de los espacios ceremoniales andinos. En la ciudad inca de Huanucopampa en Huánuco, se conserva un Ushno que sirve para dar idea de la magnitud e importancia de este tipo de edificaciones. Para ciertas ceremonias se colocaban las momias de los soberanos en la parte superior de la plataforma, dándoseles de comer y beber. Pedro Pizarro, cit. por Rowe, (1990). 19 Las fuentes históricas muestran consistencia cuando informan que el Inti de los incas estaba representado por una estatua del tamaño de un niño. Los incas no lo representaron en la forma de disco. 20 “En la Plaza se encontraba la fuente llamada Haucaypata Paccha, que era el lugar sagrado donde se bañaba la divinidad del Trueno”. Rowe, (1990). 21 “Pila de piedra forrada en oro donde echaron la chicha ofrendada”. Cristóbal de Molina, (1943) págs. 30-36. 22 “De la rriqueza que se halló en el Cuzco y çerimonias que los naturales tenían Y mucha xente que auía”. Pizarro, op. Cit. capítulo 15, pág. 54. 18
Betanzos la describe como “Una piedra de la hechura de un pan de azucar puntiaguda para arriba y enforrada de una faja de oro”23. Pedro de Cieza de León, quien no sabía su significado religioso, llamó al Ushnu “la piedra de la guerra”, porque su plataforma servía de tribuna para las reseñas militares. Dice que “era grande, de la forma y hechura de un pan de azúcar bien engastada y llena de oro”24. Acerca del tamaño del elemento, el único autor que dice algo concreto es el anónimo que mencionó el Ushnu como punto de observación de la salida y puesta del sol; este autor escribió alrededor de 1570: “la piedra era de un estado de alto”25. El estado fue una medida de altura aproximada a la de un hombre, es decir más o menos 1,50 m. El Sunturhuasi que fue identificado como “cubo redondo” por parte de los conquistadores, debió ser de proporciones significativas y su presencia en el espacio tendría relevancia, así Garcilaso nos cuenta: [….] Era un hermosísimo cubo redondo, que estaba de por si antes de entrar en la casa [se refiere al Amarucancha]. Yo le alcancé; las paredes eran como de cuatro estados en alto, pero la techumbre tan alta, según la buena madera que en las casas reales gastaban que estoy por decir, y no es encarecimiento, que igualaba en altura a cualquiera torre de las que en España he visto, sacada la de Sevilla. Estaba cubierto en redondo, como eran las paredes; encima de toda la techumbre, en lugar de mostrador de viento (porque los indios no miraban en vientos), tenía una pica muy alta y gruesa, que acrecentaba su altura y hermosura; tenía de hueco por derecho más de sesenta pies; llamábanle Sunturhuaci que es: casa o pieza aventajada. No había edificio 26 alguno arrimado a él .
Dentro del espacio del Haucaypata había también otras construcciones en forma de grandes cubos, como se desprende de la descripción que hizo Pedro Pizarro: “Esta Caxana tenia dos cubos, uno á un lado de la puerta y otro á otro; quiero decir casa á las esquinas desta cuadra. Estos cubos eran de cantería muy labrada y muy fuertes; eran redondos, cubiertos de paja muy extrañamente puesta; salía el alar de la paja fuera de la pared una braza, que cuando llovía se favorescian los de á caballo que rondaban al amparo de este alar. Estas casas y aposentos eran de Guainacapa; quemaron estos cubos los indios de guerra cuando pusieron el cerco con flechas ó piedras ardiendo. Era tanta la paja que tenia que tardaron en quemarse ocho dias ó mas, digo antes que 27 cayese la madera” .
El conjunto Haucaypata – Cusipata, concentraba en su trazo y componentes los principios de concepción del mundo y era acorde con los sentidos de percepción de la realidad. En este espacio estaban presentes la dualidad, la correspondencia y complementariedad, que constituían el marco de todas las relaciones del hombre de ese tiempo. De esta manera, el templo principal donde se desarrolló el ritual religioso trascendente, convocando a grandes masas humanas, tuvo su espacio en el Haucaypata-Cusipata. Espacio sacro central y más importante del basto territorio del Tawantinsuyo. La plaza de la colonia Las experiencias del español en materia de plazas y espacios centrales no constituían modelos homogéneos, sino variados; producto de un proceso que más allá de sus influencias e interrelaciones históricas, tomaba características particulares en cada contexto. 23
Betanzos, [1551] (1987) 1ra parte, cap. XI, pág. 52. Cieza de León, op. cit. 2da parte. cap. XXIII. pág. 69. 25 Discurso, (1906) pág. 158. 26 Inca Garcilaso de la Vega, op. cit. libro I, cap. XXXII, pág. 96. 27 Pizarro, op. cit. pág. 53. 24
En la España del siglo XV se habían generalizado las funciones y formas de las plazas mayores, después de una larga trayectoria durante toda la Edad Media, como plaza del mercado o arrabal comercial de los más antiguos cristianos. El nuevo estilo de vida urbana despertado bajo el renacimiento del siglo XVI, superpuso a la primitiva actividad comercial de estas plazas, el carácter de teatro o lugar para fiestas y espectáculos religiosos y profanos. Los principios de la ciudad ideal imaginados por el teólogo Santo Tomás y la definición de la ciudad teórica del franciscano Francisco Eximenis (año de 1300) contribuyeron también a definir el modelo de ciudad que la corona española preconizó para sus colonias. En la ciudad colonial el núcleo urbano se estructuraba siempre en torno a una plaza, donde se ubicaban los principales edificios públicos de acuerdo a la jerarquía de los vecinos, estando los más importantes próximos a la plaza. En general solamente los españoles y criollos destacados podían residir en las proximidades de las plazas mayores aunque los indígenas al servicio de ellos eran los que pasaban más tiempo en la plaza, acarreando agua de la fuente o haciendo diversos encargos. La Ordenanza de Población28 disponía que la plaza también cuente con cuatro calles que permitan salir de ella. En términos formales -y generalizando- las plazas coloniales eran espacios centrales abiertos, rodeados de calles que desembocan en sus esquinas, provistas de un espacio rectangular lo suficientemente amplio para celebrar mercado y fiestas, sin que pueda atribuírsele una morfología más exacta. Esta imagen, que sintetizaba el tipo de plaza de mercado medieval con principios de orden simétrico y mediana suntuosidad renacentista, fue la norma que se intentó plasmar en los vacilantes inicios de las plazas de Hispanoamérica, que dio nacimiento a la plaza cusqueña. Plaza de Armas Debemos considerar que la fundación o refundación de ciudades fue producto de un proceso de invasión, colonización y dominio de territorios por medio de la fuerza de las armas, que conducía un contingente militar que era portador de una experiencia de siglos en llevar adelante una guerra. Las plazas de armas, deben su denominación al carácter de campamento fortificado que tenía toda ciudad tomada durante el avance del proceso de colonización. Así, toda ciudad invadida se constituía en un nuevo puesto fronterizo, en una ciudadcampamento. El dominio y control de un espacio a partir de su centro, garantizando la seguridad de quienes lo habitan, fue producto de la experiencia militar que el europeo traía consigo. Ello dio importancia a las plazas de armas, que fueron los espacios centrales de toda ciudad conquistada, el espacio donde el dominio llega a su mayor grado. El castrum se convertía en ciudad a medida que el proceso de la conquista avanzaba. Se ha manifestado acerca de la singularidad de la plaza cusqueña y el tejido urbano, por el respeto del trazo prehispánico; sin embargo, ello no fue un hecho aislado, fue 28
Ordenanzas dispuestas por Felipe II, en 1573, que ratifican las experiencias puestas en práctica en América e introducen la planificación organizada para los nuevos asentamientos. La ocupación del territorio americano respondió inicialmente a una voluntad ordenadora, aunque sin la orientación de una legislación normativa.
parte del programa hispano en la fundación de ciudades sobre territorios habitados. El antecedente data de 1454, donde, en la “Suma de la política que fabla como deven ser fundadas e edificadas las cibdades e villa…”, dice Rodrigo Sánchez de Arévalo: “…como dize el filósofo Aristóteles en diversos lugares de su Política, no es menos corregir la cibdad que de nuevo edificarla, es gran razón que antes de tal construcción deban ser examinadas todas las cosas que fazen a perfection e buena la fundación, ca después de edificada la tal cibdad e muy hideriosa la 29 corrección” .
Ello apoya la particular determinación en la adecuación habida en el caso de la capital tawantinsuyana, a las exigencias españolas en materia de ciudades. Plaza de la Evangelización El modelo de ciudad colonial tiene un papel de primer orden en la política de la conquista y colonización, pero al mismo tiempo participa en forma activa en la labor misional. Esta afirmación está apoyada en la Bula Inter Caetera30, la cual impone la labor misional como fundamento del dominio sobre las tierras recién descubiertas, afirmando que los indios estaban capacitados para recibir la fe. En la ciudad colonial-misional, la plaza juega un rol ideológico de primer orden. Su función queda desnudamente expuesta en diversas ordenanzas de gobernadores y cabildos que imponen la obligación de llevar a los indios todos los domingos a misa a la catedral. Así, la Cédula de Provisiones que dispone la formación de pueblos para realizar la tarea evangelizadora, manifiesta: “…y porque nos desseamos que los dichos Indios vengan de paz, y en conocimiento de nuestra santa Fe Catholica, y que sean traydos a los pueblos donde solian viuir, para que alli residan y se les pueda enseñar la doctrina 31 Christiana” .
La plaza de la evangelización tomó un carácter especial conteniendo en su programa la iglesia con atrio, el espacio de la plaza y las capillas pozas, haciendo del todo un conjunto ceremonial, que respondía a la necesidad de catequizar a la población indígena, respetando su tradición prehispánica identificada con el culto al aire libre y vinculada a la idea que los templos o recintos sagrados estaban reservados sólo para los sacerdotes. La aplicación del programa comprometía un nutrido calendario de actividades religiosas enmarcadas en el plan de catequización. Durante la colonia las fiestas religiosas implantadas entre los indígenas fueron numerosas; las cuales, los sacerdotes obligaban celebrarlas con pompa, ya que el boato y espectacularidad era un dispositivo para magnificar la religión. La plaza fue el escenario de la catequización, gracias a su posibilidad de tener reunida a la población en su conjunto. Las actividades de la iglesia estaban siempre presentes. Así, la plaza constituida en centro de obligatoria convergencia, permitía la tarea de “remodelación ideológica” de los sometidos. Plaza de la Justicia 29
Rojas-Mix, (1978) pág. 77. 4 de mayo de 1493. 31 Provisión de 1543 a Blasco Núñez de Vela, Virrey del Perú. 30
La plaza constituye el espacio del ejercicio simbólico del poder político y de la aplicación de la justicia social. Es también entonces, el espacio de la represión, de la toma de conciencia del poder imperante, siempre presente. El acta fundacional de la ciudad hispana es elocuente: “…Oy lunes veynte y tres dias de el mes de março año del nacimiento de nuestro salvador ihu xpo de mill e quinientos e treynta e quatro años en esta picota que pocos dias ha manda hazer y poner en medio desta plaça en las gradas de piedra que tiene que no estan acabadas de labrar con este puñal que en my cinta trayo yo labro algo dellas y corto y labro un íludo del madero de la dicha picota como a todos los que sois presentes do es bien visto y hago todos los otros avtos de posesion e diligencias de fundacion desta cibdad que soy obligado e debia hazer las quales doy por hechas poniendo por nombre a 32 este dicho pueblo que he fundado la muy noble y gran ciudad del… cuzco .
La plaza colonial debía de contener elementos que simbolizaran este programa: el rollo, como símbolo de la presencia del poder político, y la picota, constituían el equipamiento para el ejercicio de la justicia. Debía contener también en su entorno inmediato el edificio del poder político: el Cabildo, que en el caso de nuestra plaza se ubicó en la plaza contigua al espacio prehispánico segmentado. Como espacio central, como lugar que congrega, la plaza permite observar el comportamiento social, dando opción a su conducción. También a la inversa, permite distribuir consignas, por ello era el espacio indicado para la lectura de los bandos, los pregones y los anuncios oficiales. La particularidad de la plaza cusqueña hizo que en este lugar se instale el rollo, mas no así la picota o la horca, cuya ubicación se dispuso en la denominada “Pampa del Castigo”. Sin embargo los juicios mayores así como los ajusticiamientos significativos tuvieron lugar en la plaza. Plaza del Mercado En términos de economía, las ciudades conceptuadas como plazas militares, se encuentran aisladas económicamente. No son puntos por donde pasa la circulación, sino centros de consumo. Los distintos intercambios están controlados y se desarrollan en la plaza. Así, en la plaza de armas o plaza mayor, se desarrolla además otra función esencial que amplía el sentido de este espacio: el mercado o “Tiánguez”33. Es casi común, que los términos plaza y mercado tengan la misma acepción en algunos lugares del país, entre ellos el Cusco. Plaza y mercado indican indistintamente el espacio público de los intercambios. El término “placera” señala a la dama que es vendedora en el mercado. Al establecer el mercado en el espacio más central de la ciudad se permite controlarlo totalmente, no sólo en términos del valor de cambio de los productos, sino sobre qué se intercambia. Es sabido cómo el conquistador definía sobre qué tipo de productos podían adquirir los naturales. La mercadería traída desde España y los productos que procesaban los españoles residentes eran de consumo obligado.
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33
Acta de Fundación del Cuzco. En: Porras Barrenechea, (1992). Mexicanismo empleado por mercado.
La función de mercado debía de cumplirse en conjunción necesaria de las funciones religiosas y políticas de la plaza. La acción misional, la dominación política y la explotación económica iban de la mano, justificando la fundación del mercado en la plaza. Las denominaciones de los portales de la plaza nos recuerdan el tipo de comercio que en ellos se realizaba. Es más, la implantación de portales en la plaza se justifica por dar apoyo a la función de mercado. Los puestos de mercado de las plazas son todavía llamados Katu, término que deviene del pequeño puesto de venta: “gato” y del término quechua: Qhato para designar el extendido de los productos que se ofertan. Las mujeres son llamadas gateras o kateras34. Kateras y placeras son términos que indistintamente señalan a las vendedoras de mercado. Elementos de la plaza El equipamiento de la plaza estaba dado por la pila para el suministro de agua de los vecinos; el rollo, símbolo del ejercicio del poder, y la horca, el dogal o la picota, como instrumentos de ajusticiamiento y en un nivel sobreelevado, el atrio de la iglesia, denotando el poder eclesiástico. La primera fuente o pila que se instala en la ciudad hispana, se coloca en el centro de la ciudad, la Plaza de Armas. El primero de julio de 1557 se inaugura esta primera fuente para el abastecimiento de los vecinos. La captación de agua se realiza desde la localidad de Ticatica35. Más tarde se cambia esta fuente primigenia por otra de mejor calidad, labrada en piedra con los escudos de la ciudad y del corregidor de Cusco, Don Martín Dolmos. Hacia 1573 se cambia nuevamente la fuente, por otra labrada en piedra andesita de color azulino oscuro, conocida en el medio como “alaymosca”, que es muy dura y resistente. Esta fuente debió mantenerse hasta la llegada del Presidente Orbegoso a la ciudad y de la que da cuenta J. M. Blanco: “En medio de la plaza hay una pila de piedra de ala de mosca, chica con sólo una alberca, por donde caen al estanque reducido seis chorros de agua. …el día 3 de julio de 1573 se comenzó la fábrica de la caja …a veinticinco cuadras de la ciudad, en el sitio llamado Quimpaipampa. …el martes primero de octubre 36 de 1583 fue cuando se vio brincar el agua de la pila” .
La pila a la que se refiere Blanco puede verse en los grabados de Léonce Angrand37 y también en Charles Wiener38. Luís Velasco Aragón indica asimismo, que luego fue reemplazada por una fea fuente de hierro. El piso de la plaza colonial se mantuvo como piso seco, en plano inclinado, y fue empedrado ya avanzada la colonia. No se tienen evidencias del piso Inca por las varias remociones que sufrió el espacio en distintos momentos. Este piso colonial todavía se puede ver en los grabados de la época y en las primeras fotografías de la ciudad.
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Luis E. Varcárcel, (1946) pág. 477. Esquivel y Navia, (1980) tomo I, pág. 192. 36 Blanco, (1974) pág. 177. 37 Angrand, (1972) pág. 252. 38 Wiener, (1880). 35
El antiguo conjunto espacial Haucaypata-Cusipata, en el transcurso de la colonia sufrió diversas transformaciones, producto de las cuales se generaron cuatro plazas, la mayor o de armas, la del cabildo civil, la de la Merced y la de San Francisco. En estos cuatro espacios se desarrollaron diversos tipos de mercado, como el de bayetas en la plaza de la Merced y el de pobres en la de San Francisco; sin dejar por ello de reducir el peso y significación de la principal. El tercer frente de la plaza, tal como ha quedado hasta nuestros días, fue definido quince años después de la ocupación española, cuando el Teniente y Capitán General, más tarde Corregidor y Justicia Mayor del Cusco don Sebastián Garcilaso de la Vega Vargas, padre del cronista mestizo autoriza la construcción de casas sobre la línea el río Saphi, “desde el puente cercano a las casas del licenciado Carbajal (calle Espaderos), hasta el otro puente, de nuestra Señora de la Merced, llamado Mut’uchaca”. Ocho galerías envolvían el espacio de la plaza de Cusco, en torno a las cuales se desarrollaban sus diversas actividades, distinguiendo al mismo tiempo la edificación civil de la religiosa. Estas galerías, además de servir de protección al ocupante de la plaza, constituían el espacio de transición entre la vida privada y la actividad pública. Conformada la plaza hispana, diez vías concurrieron en ella, tres aparentes por cada frente. De esta manera, todos los puntos de la ciudad colonial tenían accesibilidad hacia la plaza. Plaza totalizante Así se cumple el modelo de ciudad con plaza colonial. Plaza de Armas - Mayor, que de acuerdo al programa, debe de contener el mercado, constituirse en lugar de reunión obligado de la población, conjuncionar los poderes político y religioso. En el marco de este espacio se emplazan dos conjuntos religiosos, el de la Catedral y de la Compañía de Jesús, ambos con el templo principal y dos capillas laterales; el tribunal de la Iglesia y los edificios civiles. La plaza, de esta manera, aparece como un signo de valor en relación a su entorno y toda la ciudad se refleja en ella. “No se puede entender la ciudad si no se ve la vida circulado por ella”39. Uno de los rasgos más notables, que caracterizan a la plaza mayor de la colonia, es que es un espacio “para ser usado’. La superficie de la plaza no estaba restringida, se podía transitar a pie o a caballo. El resultado es una plaza que se constituye como un lugar distinto, inolvidable, inconfundible, el espacio utilizado con más frecuencia y con mayor intensidad. A través de la plaza cada uno conocía perfectamente a los habitantes de la ciudad. Formalmente debía ser legible y pregnante. Las características principales de la plaza serán de singularidad y claridad de la silueta, simplicidad de la forma, continuidad y dominancia. La ciudad colonial se crea como una organización nodal, por ello extrae su identidad de su foro, su plaza. Establece un sistema jerárquico a partir de ese centro. La plaza es el mundo, el punto de anclaje. La fuerza de su carácter visual es reforzada por su uso y por su significado de poder. Representación de la imagen de Dios, de la imagen del emperador e imagen del
39
Rojas-Mix, op. cit. pág. 107.
colonizador. En ello radica su importancia y trascendencia, por su fuerza colonizante, su sentido generatriz y su capacidad convocante. Para el hombre la plaza tiene un carácter imperativo, se vuelve hacia él, lo interpela; por su función política, tiene las características de un mito, mitifica al que la consume. La plaza da forma a su autoctonía. Esta plaza es la que ha llegado hasta el presente, con las modificaciones propias de su vigencia en el tiempo, pero cuyas características esenciales hacen de ella una plaza viva, única en América. Bibliografía y fuentes ANÓNIMO (atribuido a Cristóbal de Mena) 1534] 1929
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