Las plazas

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La plaza Mayor de Cusco De espacio ritual a plaza colonial

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Mario R. Castillo Centeno Generalidades La ciudad del Cusco es poseedora de un rico patrimonio cultural, que testifica el tiempo y espacio de ocupación continua e ininterrumpida por la que ha atravesado desde 1500 años a.C., producto de la cual, las persistencias, superposiciones, transformaciones y adecuaciones ocurridas hacen de ella un ambiente urbano muy particular. Cusco ocupa un lugar geográfico predominante y estratégico, ubicado en la zona Keswa a 3,400 m.s.n.m., a nivel mesotérmico, en medio y cercano a diversos pisos ecológicos y cruce de caminos, uno longitudinal que se prolonga por el Sur a la cuenca del Titicaca y por el Norte a la costa y sierra norte; el otro camino cruza transversal al anterior uniendo los tres importantes valles regionales: el Paucartambo, el Vilcanota y el Apurimac. A más de sus edificios históricos, reconocidos como monumentos, sus plazas y sus calles poseen huellas imborrables de un rico pasado, en estos espacios se desarrollaron los episodios más significativos y también banales, aunque no por ello menos importantes, de sus habitantes de todos los tiempos. Las plazas públicas del área tradicional de la ciudad del Cusco poseen una historicidad que se remonta, en algunos casos, a las primeras ocupaciones humanas de este valle; en otros, su antigüedad sobrepasa los cinco siglos, constituyéndose en testigos del transcurrir histórico de esta sociedad, de sus formas de organización y de valoración. En general, las plazas constituyen la conjunción de diversas actividades humanas. En términos de valor social, político o religioso, ellas son lugar propicio para el desarrollo de transacciones comerciales, de trato común entre los vecinos, de las fiestas públicas, de refugio del vecindario cuando funcionaron como campamento en circunstancias especiales, lugar propicio para celebraciones diversas, cívicas o patrióticas, desfiles, proclamas o ejercicio de justicia; pero también, lugar de estar, de reposo, de distracción y descanso. Las plazas públicas de la ciudad constituyen también el marco donde se insertan los principales monumentos, donde se hacen presentes los diferentes poderes públicos, los cuales dan un carácter particular y dinámico al espacio abierto. Estas plazas expresan el carácter de la sociedad que los ocupa en cada momento de su existencia. La plaza es el escenario principal en el cual se desenvuelve la vida cotidiana de los ciudadanos, es el espacio común donde obligadamente convergen y divergen individualidades con distintos objetivos, es lugar de encuentros y desencuentros, el canal del tránsito apurado o del paseo pausado, el nexo que vincula los unos con los otros, el sitio que posibilita la dinámica de las distintas interrelaciones. Por estas consideraciones, la plaza representa y expresa al mismo tiempo, el status de la ciudad, sus formas de vida, sus tradiciones, sus ideales, así como sus crisis y sus frustraciones. Las plazas denotan y connotan. El interés particular y general, lo público y lo privado, lo trascendente e intranscendente, lo transitorio y permanente, encuentran lugar común en las plazas; acción y mensaje que grava la memoria perceptual del hombre que transita por este organismo vivo.

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Castillo, (1997).


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