Daniel Moreno Flores Nacido en Marsella, Francia 1984. Estudió en la Fundación Experimental Pestalozzi 1990 – 1999, Tumbaco, Ecuador. Arquitecto de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Artes, Pontificia Universidad Católica del Ecuador 2002 - 2007 y actualmente Maestrante de la Maestría en Diseño Arquitectónico Avanzado (MDAA – FADU – UBA), Buenos Aires, Argentina. Ganador del Premio Nacional Diseño Urbano y Arquitectura del Paisaje en la XIX Bienal Panamericana de Quito 2014 y 2do lugar en los premios obra del año 2015 (ODA15) de plataforma arquitectura, diseño MIRADOR DEL QUILOTOA, proyecto Daniel Moreno Flores, Javier Mera y Jorge Andrade. Premio Ornato Ciudad de Quito 2013 en la categoría E Intervenciones en edificios existentes ubicados en zonas protegidas del Distrito Metropolitano de Quito con el proyecto CENTRO AMBULATORIO DE SALUD MENTAL SAN LAZARO, proyecto Daniel Moreno Flores y Jorge Andrade.
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Comunidad
Los fotógrafos:
Jorge Andrade Javier Mera Luis Guaman Claudia Ponce
Sebastian Crespo Jorge Andrade Daniel Moreno Flores Jesús María Loor Henry Jiménez Javier Mera Lorena Darquea Schettini Pablo Puente Federico Kulekdjian Juan Alberto Andrade
El ingeniero: Guillermo Gómez
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hospital ambulatorio de salud mental San Lazรกro daniel moreno flores - jorge andrade - margarida marques -2013-
Ubicación: Quito / Ecuador Promotor: Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP) Proyecto: Ministerio de Salud Pública del Ecuador Cliente: Hospital San Lázaro Directora Ejecutiva: Margarita Romo Director Técnico: Franklin Cardenas Responsables (IMP): Hector Vega, Damaris Vallejo Administración del Proyecto (IMP): Norma Silva Técnico Construcción (IMP): Jesús María Loor Colaboración: José Luis Romero, Rolando Ayala, Juan Carlos Cisneros, María Paz Villagomez, Christian Rea, Gabi Jiménez, Daniel Verdesoto, Manuel Galárraga, Claudia Ponce y Santiago Vaca Presupuestos y precios unitarios: Andrés Llanos Ingeniero Estructural: Guillermo Gómez Estudio de Suelos: Zitroci - Carlos Ortiz Ingeniero Eléctrico: Santiago Mafla Ingeniero Sanitario: Carlos Estrella Informe arquitecto restaurador: Marcelo Pauta Construcción: RIASCOS & RIASCOS Fotos: Jesús María Loor, Henry Jiménez, Jorge Andrade, Daniel Moreno Flores
Arquitectura antigua Las edificaciones a lo largo de la fachada de la Calle Ambato y de la Calle Barahona se conservaron por ser construcciones de la época colonial y republicana, la conservación se definió por el tipo de materiales utilizados o por su estética. Las construcciones del interior del terreno por el contrario se liberaron, pues no tenían valor material ni la calidad de ejecución. La superficie del Galpón fue el lugar óptimo para albergar la nueva arquitectura, por su gran tamaño y por su facilidad de generar un claro, así mismo, su cercana y fácil vinculación con la calle Ambato. Se reutilizaron los materiales propios del predio, fortaleciendo las edificaciones que se conservaron: las maderas del galpón, de sección y longitud importante, se convirtieron en vigas y columnas en las zonas de los laboratorios.
Así mismo: puertas, ventanas y mamparas fueron restauradas. Las tejas fueron igualmente reutilizadas. Arquitectura nueva Por los requerimientos de este edificio fue primordial la creación de nuevos espacios, diferentes y extensos, que contienen nuevas instalaciones y tecnología. Enfatizamos tanto arquitectura nueva como arquitectura antigua, cada una de acuerdo a su tiempo, manteniendo armonía, autonomía e independencia. Esta nueva edificación se retiró con respecto a la calle Ambato para no tener una presencia en la fachada principal, la arquitectura antigua sirve de telón para la nueva. Al estar topográficamente la edificación en un nivel más alto, demostraba su carácter público, de grandeza e importancia. La forma de cierra que disponía el galpón fue emulada
en la nueva arquitectura con el fin de dar continuidad a la imagen del pasado, su forma inclinada en cuchilla fue revalorizada con nuevo material pretendiendo generar una atmosfera de las cubiertas anteriores. La nueva arquitectura es un sistema abstracto, de muros y cubiertas de hormigón que funcionan estructuralmente como una U invertida o una T, separadas sistemáticamente, recibiendo en su cima cubiertas más ligeras que reposan de un muro a otro, formando un juego volumétrico inclinado. Los muros de hormigón de esta parte son una respuesta estructural arquitectónica análoga como lo fueron las paredes gruesas de adobe en el pasado. Los juegos de luz y sombra por parte de la pared de ladrillo de la fachada del aserradero fueron puestos en valor con el entramado de la madera, no solo tamiza la luz para los espacios de consultorios sino que también generan privacidad.
Patios Las áreas verdes interactúan con el ser humano, brindándo oxigeno, tranquilidad, esparcimiento, evocando y despertando sensaciones de integración del ser con la naturaleza. Dándo calidad a los espacios exteriores, contribuyendo al tratamiento psicológico. Por otra parte, se conservó la tipología de patio central propia de las construcciones del sector y se plasmó dos áreas centrales, cada una con su propia característica. Cada patio tiene su esencia: con árboles frutales, medicinales y recuperación de fragancias. El primer patio es verde y está hacia la parte antigua, relacionado directamente con el suelo natural, lleno de plantas y árboles. El Segundo patio es de piedra y fue realizado sobre el área de los parqueaderos con una lógica de edificación con dimensiones a escala humana.
propuesta arquitectonica
estado inicial
liberaci贸n cubiertas
liberaci贸n galp贸n y paredes
excavaci贸n
bloque de emergencia y servicios
bloques propuestos y cambio de cubiertas
C
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propuesta
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x3
contenedores en equilibrio
daniel moreno flores - javier mera -2011-
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cambios
daniel moreno flores - 2011-
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fotografĂa: javier mera
casa C
daniel moreno flores -2012-
PLAN b
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2 piezas de hรณrmigon
javier mera - pablo puente - daniel moreno flores -2012-
Lugar: Quito Ecuador Propietarios: Hormi2 Año: 2012 Construcción: Ingeniero Fernando Ramírez Colaboradores: Manuel Mera, Eduardo Pazmiño, Víctor Bolaños, Luis Ramírez, Daniel Mera, Paz Villagomez, Claudia Ponce, Diana Callejas Superficie: 64m2 Créditos fotográficos: Pablo Puente
2 piezas de Hormigon Sin partir del imaginario de una casa, oficina o espacio pre-concebido, sin una necesidad funcional específica, se busca crear un sistema constructivo que se adapte a la diversidad espacial que cada usuario o cada actividad lo requiera, generando diversos tipos de espacios. La arquitectura responde a una simplicidad absoluta. Sistema que busca ser lo mínimo, lo indispensable, la menor cantidad de piezas. De fácil armado, rápido, auto-portante, resistente, con presencia en el espacio, que delimite y envuelva. La regla de juego determina únicamente 2 tipos de piezas moduladas estructurales, se traban, se ensamblan, se apoyan y/o suspenden. Asegurando estabilidad y versatilidad en el armado. Además cada pieza cumple un rol específico, haciendo que sus aplicaciones sean indefinidas y diversas.
La primera pieza es larga y sirve para estabilizar el sistema en el piso o también puede ser utilizada como viga, su forma en sus dos extremos hace que se combinen rápidamente con el siguiente cuerpo. La segunda pieza de forma rectangular cumple otro requerimiento, puede ser utilizada como limite horizontal tanto en piso como en cubierta y además estabiliza la estructura en horizontal colocado en el plano X como en el Y. Los dos prefabricados son de hormigón liso utilizando el sistema de paneles de Hormi2, con el objeto de alivianar la estructura, usando una menor cantidad de hormigón. La lógica de armado decreta que cada 1,2 metros habrá agujeros que además de formar los ejes verticales y horizontales de ensamblaje con las piezas por medio de tensión, equilibrio de fuerzas y trabe, son también ductos para las instalaciones. Esta forma de armado hace que en la viga exista cinco posibilidades para re-
cibir otro pieza y el modulo rectangular tiene un eje estructural en el centro e incluso puede recibir articulaciones en todos sus bordes. De esa manera se puede disponer como el usuario y las circunstancias lo requieran. Como aporte espacial complementario se usa paneles de madera básicos los cuales cumplen una función de cierre y definen los espacios. También se puede usar vidrio sin marcos, colocado de tal forma que sea ausencia, y cierre espacios, articulando de una forma adecuada el interior con el exterior. Es un resultado honesto, se puede ver como es construido y como se conjuga para ser soportado. Por otro lado se utilizan contrastes, valiéndose el uno del otro, es interior y al mismo tiempo es exterior sin marcar delimitaciones o barreras, valiéndose de lo permeable que permite que los cuerpos proyectados marquen una
sombra definida por medio de la luz. Finalmente su aplicación podría resolver vivienda, oficina, espacios de comercio, espacios educativos y comunales, pero sobre todo, espacios para situaciones emergentes por su rapidez de ejecución.
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mirador quilotoa - shalalรก
daniel moreno flores - jorge andrade - javier mera -2013-
Proyecto: Ministerio de Turismo del Ecuador Nombre del proyecto: Diseño de los Senderos y Mirador en la Comunidad de Shalala Ubicación: Quilotoa / Cotopaxi / Ecuador Consultoría de Diseño Arquitectonico: Daniel Moreno Flores - Alterego Arquitectos: Daniel Moreno Flores - Javier Mera - Jorge Andrade Colaboración: Manuel Galarraga, María Paz Villagomez, Diana Callejas, Christian Rea, Natalia Dueñas, Juan Carlos Cisneros, Andres Llanos Señalización: Francisco Suarez Ingeniero Estructural: Guillermo Gómez Estudio de Suelos: Zitroci - Carlos Ortíz Coordinacion Ministerio de Turismo: Javier Imaicela - Fernando Nieto Consultoria de Construcción: Arq. Gabriela Cevallos Mano de Obra: Comunidad Shalalá Costo: 158.531,06 Fotografias: Pablo Puente, Lorena Darquea, Javier Mera, Daniel Moreno Flores, Sebastian Crespo, Juan Alberto Andrade y Federico Kulekdjiam
Texto Jorge Andrade Ubicada en la Cordillera de los Andes, en Ecuador, la laguna del Quilotoa ha sido tradicionalmente habitada en sus alrededores por poblaciones indígenas. Una de estas comunidades es Shalalá. Sus habitantes han arrancado una iniciativa de turismo comunitario. El Ministerio de Turismo del Ecuador decidió apoyar a este emprendimiento con la creación de un mirador y sendero para llegar a él desde la infraestructura turística de la comunidad. Dado a sus peculiares características geográficas, el Cráter del Quilotoa y su Laguna se han convertido en un sitio turístico de creciente popularidad en Ecuador. Ubicada en la Cordillera de los Andes, esta elevación se encuentra al Sur Oriente de Quito, a una distancia de 170 km por carretera. Su altitud es de 3974 msnm y el diámetro de su caldera es de aproximadamente 3 km. Debido a los minerales disueltos en el agua, la Laguna que se forma
en el cráter tiene un color turquesa que se ha convertido en la característica distintiva de este sitio. El ecosistema en el que se encuentra el Quilotoa es el de páramo andino, por lo que la vegetación circundante está compuesta principalmente de pajonales, matorrales y árboles bajos. Todos estos elementos suman para conformar un paisaje de sobria belleza. Este proyecto inicia con el planteamiento de un reto conceptual que estructura la idea a través de la cual se genera el proyecto: ¿Qué cualidades puede tener un mirador para ser atractivo cuando todo el entorno ofrece, por sí solo, vistas interesantes? Esto ocurre dado a que el proyecto está localizado en la arista superior del cráter de un volcán activo en cuyo interior existe una laguna y donde todo el contorno de la caldera ofrece vistas similares. Se diseña un circuito mediante un sendero de 183m con plataformas intermedias de descanso, que culmina en un mirador. Este se
asienta en la arista superior del cráter, su principal objetivo es crear una estructura que permita observar la Laguna sin obstáculos donde los usuarios puedan, de una manera segura, aproximarse al borde del declive para percibir el entorno en su completa magnitud. El mirador ofrece sensaciones únicas, diferentes con relación a las que se obtiene en cualquier punto del cráter. Se potencializa la experiencia del usuario a través de la creación de un sitio prominente del borde del cráter en el que la sensación sea de flotar sobre el escenario natural, buscando, inclusive, que, quien se sitúe en él, sienta vértigo. Al mismo tiempo, se crea un sitio de descanso, relativamente protegido de los elementos, buscando que quien lo utilice tenga un momento de contemplación e introspección. La sobriedad y magnificencia del paisaje, exigen que la respuesta arquitectónica sea también austera y que busque integrarse sin
competir con el entorno. Una forma simple y una materialidad uniforme hacen que la pieza adquiera el mismo carácter del lugar. El recubrimiento de la estructura con madera coloca a esta pieza arquitectónica dentro de la cromática y texturas del sitio. Los elementos de límite sirven únicamente de protección y no limitan la visibilidad del entorno. Se utiliza únicamente vidrios de seguridad en los bordes abiertos.
Por: Ana María Durán Calisto – texto escrito para 30 60 Cuaderno Latinoamericano de Arquitectura, Mayo 2015 - Junio 2015 Un sencillo gesto que cumple con su función: facilitar la contemplación de la Laguna Quilotoa, sin irrumpir en el entorno. Un voladizopuente para navegar sobre la fantasía del lugar, que no deja de ser el verdadero protagonista de la intervención. Poético, simple, silencioso; de materiales afines con la montaña, sin pretensiones; frágil, esta arquitectura surfea en una cresta de Los Andes ecuatorianos; fulcro en el anillo del cráter de un volcán activo, en cuyo centro se ha empozado el lago turquesa de los indígenas del “quiru” (diente) “toa” (reina), acostumbrados a convivir con las tonalidades glaciares de sus minerales fosforescentes. Ha sabido posarse en un páramo, cuyas flores son “cauchosas” o lanudas, retraídas de tanto frío; y donde los troncos de árboles del géne-
ro polylepis se deleznan incesantemente. Una escalera - anfiteatro desciende hacia la superficie turquesa del agua. Agua glaciar. El piso se rompe para posarse naturalmente sobre la pendiente de la roca. La vista que ofrece está enmarcada por otro puente, de menor escala y transversal: el elemento que no se desfonda y permite transitar además de encuadrar y elevar. El vidrio no posee más estructura que su grosor para no interrumpir la relación entre el observador y el lago ni entorpecer las vistas. Planos transparentes. ¿El material predominante? La madera… a pesar de estar a la intemperie y demandar un enorme esfuerzo en mantenimiento. ¿La respuesta? La comunidad la cuida. El puente mirador está ubicado cerca de Shalalá y su iniciativa de
turismo comunitario. Todos ganan: las comunas de Shalalá y Zumbahua, el gobierno que financia la obra y el diseño que se beneficia de una propuesta alternativa y respetuosa con el en torno, tan atípica en un país que cementa sus paisajes de manera violenta. Aquí, los planos de una geometría abstracta se insertan en la tierra, como cuchillas suaves, para proveer fondo a la vegetación y la roca, contrastando con sus formas “sigse”, sin perturbarlas. Un entablado continuo recubre la estructura de acero: la cercha modular de un puente que nunca llega a besarse con su gemelo, proyectándose, invisible, desde el otro lado del agua. La repetición de dos módulos inclinados en la misma dirección rompe con la simetría. La lógica constructiva es una de despiece, un juego de niños, un kit que se transporta con facilidad a la montaña y se ensambla en poco tiempo. Las duelas de la piel se intercalan en las juntas como dientes o dedos entrelazados: costuras bien punteadas. Se oculta la cercha;
se expresa el plano. No hay puente sin anclaje. Este se amarra a la montaña en varios puntos y se apoya sobre un contrafuerte. Casi todo es removible y se puede revertir. Nos hace imaginar la marca que dejaría en el tiempo si pierde su piel. Huesos de acero oxidado. Carcasa del vértigo. Tan simple la estructura. Tan simple el sistema constructivo. Tan bello el resultado: te conduce al aire, a la bocanada de frío. Un puente proyectado para mirar, no para cruzar. Para respirar, no para transitar. Puente observatorio. Infraestructura poética. Boca que se abre para ser cuadro, arte, cultura en la yuxtaposición de lo que es y lo que se sabe, para tragarse el horizonte. Ante la Majestuosidad, una inclinación. El valor de este mirador rebasa los valores de la arquitectura que posee y en grado justo.
Esteban Calderón Taipe Hay obras arquitectónicas que superan sus limitantes físicas y abren las puertas a la interacción del sujeto incluso más allá de su relación directa con la obra. El mirador de Shalalá es un proyecto que ha elevado su acción al campo fértil de la percepción humana y a los efectos que tiene en las vidas de mucha gente. A pocas horas de Quito, en la cordillera de los Andes, a 3900 m sobre el nivel del mar, se encuentra el volcán y laguna del Quilotoa. Los minerales crean un intenso color esmeralda en el agua, y la caldera rocosa envuelve todo el universo en el cráter. El paisaje es el generoso recurso que le da crédito al mirador, para después reintegrarse magnificado en el marco que le brinda la arquitectura. El proyecto es una solicitud de la comunidad y los autores del proyecto asumen una deuda con el encargo, deuda que pagan señalando los caminos para la elevación y la grandeza del
paisaje. Hay que decir que cuando uno llega al lugar no hay mirador, desde el arribo se crea una conexión del visitante con el páramo próximo, la comunidad, su gente, la vegetación al alcance, y pequeños gestos en espacios de estar y de encuentro van preparando los sentidos del caminante en un sendero ascendente, que con tan poco oxigeno demanda gran esfuerzo físico y que solo puede ser andado a paso lento, transformando en peregrino a quien se acerca en silencio y recogimiento a la cresta del volcán. Entonces la recompensa. Se manifiesta aquí la habilidad para engrandecer la escena ya de por si sobrecogedora. Una plataforma al infinito lleva volando al espectador a enfrentar la majestuosidad del coloso, y en contraparte una escalinata en descenso invita al respeto y recogimiento. La belleza revelada, el vacío, el silencio, la naturaleza humillando al ser humano, recordándole su efímera existencia, y este asintiendo con un homenaje porque la arquitectura respeta el paisaje, se acomoda y adapta al lugar para
no competir y de esta manera potencializa la vida, consiguiendo que quien lo presencia logre crear un vínculo con la laguna y su ecosistema. Entonces el visitante pasa de ser espectador y se transforma en un ser que interactúa con ese infinito. Ahora un recurso óptico. Sabemos que sin un primer plano, el espacio pierde el sentido de perspectiva y profundidad, si no existe un elemento visual con que comparar se elimina la percepción de la distancia. Lo que el mirador hace es acentuar ese efecto visual generando un marco que recorta los elementos en perspectiva abrazando una imagen. Parecería que el agua se puede tocar, que se es dueño de todo lo que se ve y sin embargo al mismo tiempo es inalcanzable, es un engaño, un sentido de incapacidad y sorpresa nace en el alma. La arquitectura cumple la misión de emocionar. Quizá le suceda a alguien lo que le acontece a un pequeño cuando acerca a sus ojos un objeto grande, No puede formarse una idea de
su magnitud. Sucede lo mismo con este cráter: Es demasiado grande para que pueda verse desde cerca. Por eso el proyecto despliega una doble visión: Nos permite ver el espacio como si se tomasen los puntos de vista desde lejos, y las cosas distantes de una manera tan íntima y profunda como si las tocásemos. El mirador juega un papel de ventana más allá de la acción de mirar, y es que este proyecto ha hecho aparecer al cráter del Quilotoa dentro del mapa turístico mundial, y a la comunidad Shalalá, quienes lo construyeron y administran, le ha brindado un medio de subsistencia a base de la conservación del entorno natural y el rescate de su cultura. En un país que no ha hecho otra cosa que agredir el paisaje, este objeto tan modesto en dimensión y materialidad, multiplica las posibilidades de la arquitectura, sobrepasando la capacidad física que posee y elevándola a experiencia de ser y de vida.
fotografĂa: sebastian calero
Daniel Moreno Flores
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