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Informe de situación El discurso o los números de la integración

Si bien el crecimiento en materia de exportaciones al resto de América Latina se hace difícil desde la Argentina, ciertas políticas implementadas desde mucho tiempo llegan a la región.

Por un lado, el esquema de asistencia de "emergencia" a los “trabajadores desocupados”, que se creó hace más de 20 años y que genera, hoy, que la bajada de línea sea preferir el trabajo informal y la “changa”, a ser “explotado” por el trabajo registrado a la hora de las cosechas. Esto es algo que hace años pega mal en las economías regionales y en la propia industria donde hay demanda laboral. Este "esquema", se viene dando en Chile, especialmente después de la crisis de la pandemia, donde la llegada de migrantes bolivianos para levantar las cosechas es un hecho incluso regulado.

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Otra política argentina de los últimos años y que tiene por estos días una réplica parcial en México, es cobrar impuestos a las exportaciones para sacar plata a los que levantan cabeza y así solventar en parte los errores de la política. México lanzó un impuesto “temporario” de 50% sobre las exportaciones de maíz blanco con el conocido argumento de “defender la mesa de la gente”, ya que es necesario que el grano “permanezca en México para garantizar el abastecimiento y la estabilidad de precios” ya que es un producto esencial para la alimentación local. El maíz blanco se usa especialmente para cocinar las famosas “tortillas”, pero se consume casi en su totalidad internamente y se exporta muy poco. En cambio, no produce el maíz amarillo que importa especialmente desde EE.UU.

En realidad, como en la Argentina, parece una medida destinada más a recaudar. Por lo pronto, en lugar de promover y negociar acuerdos para llegar a nuevos mercados con mejores aranceles, (en lugar de tanta “saraza”), desde la Argentina se exportan medidas para producir menos, siempre "por el bien de la gente – o el pueblo-", como si producir para exportar fuera malo en sí.

Por Dario Kogan

Acuerdos

De pronto aparece un furor mediático por el encuentro de los presidentes de Brasil y la Argentina, la necesidad de reeditar fotos a modo de la UNASUR, hablar de una moneda común como hace 40 años- todos estamos más viejos pero algunas cosas es como que están detenidas en el tiempo-, pero en los hechos los números de la integración a nivel regional espantan, aunque lo importante de parte de los mandatarios es juntarse de vez en cuando en el ex Correo Central a escuchar a un cantante del “campo popular” (como si los otros fueran del campo “aristrocrático").

Al mismo tiempo vemos un informe de la Cámara de Exportadores de la República Argentina que da cuenta de que la Unión Europea está en proceso de modernización de sus acuerdos comerciales con América Latina, y un ejemplo es la culminación de las negociaciones con Chile en diciembre, que amplía los productos cubiertos por las desgravaciones – llegando a casi 100% del total-, facilita el acceso a los productos chilenos de la economía verde a la UE como litio, cobre e hidrógeno, provisión de servicios y compras públicas, entre otros. También están las negociaciones con México, pero para la CERA el camino allí es más sinuoso.

Este acercamiento, según los propios funcionarios de la UE tiene que ver con cierta distancia que se quiere tomar desde el bloque en la relación con China, sin ingenuidad y evaluando lo riesgos, a partir de su postura ambigua ante el ataque de Rusia a Ucrania y para contar con opciones a la hora de la provisión. México, dice el informe, podría beneficiarse de la relocalización de inversiones y el propio BID señaló que podría aumentar sus exportaciones en U$78 mil millones en el mediano plazo a partir de sustituir importaciones de Asia.

En momentos en que el Mercosur no puede negociar acuerdos para ingresar mejor en los mercados, ¿Será tiempo de dejar las fotos, el relato y poner manos a la obra a la hora de la integración comercial con el resto del mundo?

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