LAS EMOCIONES
UNIVERSIDAD YACAMBÚ AUTOR: Henry Jesús Granados Zapata
1C.I. 5.390.698
LAS EMOCIONES
Las emociones Una emoción es un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato, influidos por la experiencia. Las emociones tienen una función adaptativa de nuestro organismo a lo que nos rodea. Es un estado que sobreviene súbita y bruscamente, en forma de crisis más o menos violentas y más o menos pasajeras.
En el ser humano la experiencia de una emoción generalmente involucra un conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, que utilizamos para valorar una situación concreta y, por tanto, influyen en el modo en el que se percibe dicha situación.
Durante mucho tiempo las emociones han estado consideradas poco importantes y siempre se le ha dado más relevancia a la parte más racional del ser humano. Pero las emociones, al ser estados afectivos, indican estados internos personales, motivaciones, deseos, necesidades e incluso objetivos. De todas formas, es difícil saber a partir de la emoción cual será la conducta futura del individuo, aunque nos puede ayudar a intuirla
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LA IRA La ira es una emoción que nos acompaña a lo largo de nuestra vida. No en vano siempre está presente en situaciones de conflicto, ya sean con otros o con nosotros mismos y puede oscilar desde una leve irritación hasta el más profundo de los odios. Cuando percibimos que somos tratados injustamente, cuando nos sentimos heridos o cuando vemos dificultada la consecución de alguna meta importante, sentimos ira. Sentir esta emoción en estas circunstancias nos predispone a la acción en un intento de protegernos de aquello que nos hace daño y que es el origen de esta emoción. La ira como todas las demás emociones es una reacción compleja en la que se ponen en funcionamiento tres tipos de respuestas. La segunda respuesta es cognitiva,
La primera es una respuesta corporal, en la que nuestro cuerpo se activa para la defensa o el ataque. Nuestro ritmo cardiaco aumenta al igual que nuestra respiración se acelera, nuestros músculos se tensan y el flujo sanguíneo se dispara preparándonos para actuar ante una amenaza percibida. Cuando este estado de excitación permanece estamos más predispuestos a actuar de forma impulsiva llegando a emitir conductas agresivas.
La tercera respuesta de la ira tiene que ver con la gestión conductual en estas situaciones. La conducta en estas circunstancias está orientada para defendernos de aquello que se interpone un nuestro camino y para ello se genera una energía interna que mueve a la "destrucción" del obstáculo. Ahora bien, no debemos confundir la emoción de la ira con la agresividad, ya que ésta es una de las múltiples maneras de gestión emocional. Experimentar y expresar la ira a través de la agresividad depende de las conductas que hayamos aprendido a lo largo de nuestra vida.
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es decir, depende de nuestra manera de interpretar las situaciones. Cuando estamos inmersos en una situación, esta por sí sola no tiene ningún valor emocional, es la valoración personal que hacemos de ella la que le confiere un significado. De esta manera, las emociones están en función de nuestros pensamientos, así que cuando interpretamos una situación como un abuso, una injusticia, una falta de respeto o como un obstáculo para conseguir una meta, sentimos ira. Pensamientos del tipo:
"esto es intolerable", "como se atreven a tratarme así" "pero quien se cree que es", "la vida se empeña en ponerme trabas"
Son el combustible perfecto para incrementar y prolongar los sentimientos de ira aumentando la posibilidad de ser agresivos.
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EL MIEDO El miedo es una respuesta natural ante el peligro; una sensación desagradable que atraviesa el cuerpo, la mente y el alma. Se puede deber a algo que pasó, que está sucediendo o que podría pasar. Es difícil de controlar y puede provocar todo tipo de reacciones, tales como parálisis o ataques de ansiedad. En su versión más extrema, lo que se padece es el terror. Lo curioso es que no siempre es el espejo de algo real. Muchas veces se teme a algo que no existe, que es producto de la imaginación, como los monstruos. La manifestación fisiológica del miedo se da en el cerebro, concretamente en el cerebro reptiliano y en el sistema límbico. Ocurre porque el cerebro está todo el tiempo escaneando a través de los sentidos todo lo que sucede alrededor de la persona, incluso cuando duerme. Si en algún momento detecta un peligro, se activa la amígdala cerebral – situada en el lóbulo temporal– y se producen cambios físicos inmediatos que pueden favorecer el enfrentamiento, la parálisis o la huida.
Como afecta el miedo en la mente. El miedo hasta ahora descripto guarda relación con el mundo real, pero también existe el miedo imaginario o neurótico que no tiene correspondencia con el peligro. Le sucede a aquellos que evalúan por demás algo que tienen que hacer y terminan por imaginar el peor de los escenarios posibles, uno que no tiene por qué ser el más probable o ni siquiera ser tan perjudicial como se lo supone.
En el cuerpo
El sistema límbico fija su atención en el objeto amenazante y los lóbulos frontales –encargados de cambiar la atención consciente de una cosa a otra– se desactivan parcialmente.
Se incrementa el metabolismo celular. El corazón bombea sangre a gran velocidad para llevar hormonas a las células, especialmente adrenalina. Aumenta la presión arterial, la glucosa en sangre, la actividad cerebral y la coagulación sanguínea. Se detiene el sistema inmunitario, al igual que toda función no esencial. Se dilatan las pupilas para facilitar la admisión de luz. La sangre fluye a los músculos mayores, especialmente a las extremidades inferiores.
Una de las situaciones más comunes se da cuando un individuo tiene miedo al rechazo. Esto también está en el ADN. Como la supervivencia de los primeros hombres dependía de su comportamiento en grupo, si alguien era expulsado de la comunidad quedaba a merced de los depredadores. Pero hoy la situación cambió. Hay cientos de grupos de pertenencia y los ‘depredadores’ no son tan temibles como los que habitaban la estepa africana.
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LA ALEGRIA Es el sentimiento positivo que surge cuando la persona experimenta una atenuación en su estado de malestar, cuando consigue una meta o cuando tiene una experiencia estética. Su duración es breve y ocasionalmente se experimenta un estado de placer intenso o éxtasis. Se encuentra dentro del nivel más básico de las emociones de bienestar. Sus manifestaciones específicas y su intensidad estarán determinadas por el grado de deseabilidad de los acontecimientos, por la realidad del desencadenante (aprobar un examen vs. Hacernos millonarios), la proximidad psicológica del acontecimiento, la cualidad de inesperado y el nivel de activación o excitación fisiológica previa.
PROCESAMIENTO COGNITIVO: el proceso se inicia ante un objeto que aparece de forma muy rápida, y sorpresivamente. Por lo que su grado de predictibilidad es bajo. Ese estimulo se valora como positivo, posee una alta relevancia para el sujeto y aunque su ocurrencia no era esperada, sí los son sus consecuencias. Este suceso suele ser valorado como consonante con los planes de la persona y como una ayuda a su culminación. En un primer momento, el suceso acapara toda la atención, pero luego, la atención se libera y el grado de urgencia para afrontar la situación es bajo. La causa suele ser otra persona o un objeto, por lo que el sujeto puede ejercer poco control, y dado que es agradable, se adapta fácilmente. El grado de intimidad y proximidad afectiva determinaran el modo de expresión emocional. Aunque al ser un sentimiento desbordante, muchas veces es difícil la modulación normativa.
ACTIVIDAD FISIOLOGICA: disminuye el tono muscular y los movimientos paroxísticos del tronco y hombros. No se altera el ritmo respiratorio, pero se da una mayor frecuencia espiratoria. Se producen movimientos sacádicos de baja amplitud y alta frecuencia que se corresponden con el carcajeo y tienen su origen en las contracciones del diafragma y los abdominales. Se produce una ligera aceleración de la frecuencia cardiaca, aumento de la presión sistólica y diastólica, y del volumen sanguíneo. Se dan fluctuaciones notorias en la actividad electrodérmica. Se observó que la alegría puede motivar modificaciones endocrinas diversas (incremento de endorfinas) aunque aún está pendiente de contrastación empírica. También se relaja el esfínter y se llora “de la risa”.
EXPRESION CORPORAL: se elevan los pómulos y se estrecha la apertura palpebral, se elevan y retraen bilateralmente la comisura labial, y se separan los labios La sonrisa sentida, genuina, o autentica acompaña al sentimiento de una emoción positiva. Implica la contracción de los músculos cigomático mayor, de la porción orbital del orbicular del parpado, lo que hace que se estiren los labios, se eleven las mejillas, y se agoste la apertura de parpados. El gesto confluye con el sentimiento de alegría
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LA TRISTEZA Es el sentimiento negativo que se caracteriza por un decaimiento en el estado de ánimo habitual que se acompaña de una reducción significativa en su nivel de actividad cognitiva y conductual y cuya experiencia subjetiva oscila entre la congoja leve y la pena intensa. Los estados de “gozosa tristeza” se dan cuando nos complacemos con la conmiseración propia, e inmersos en un estado de autarquía afectiva, sentimos piedad por nosotros mismos. La tristeza también puede surgir como respuesta a una emoción positiva tan intensa que se torna dañina (saberse por fin libre de una enfermedad), en estos casos se genera un gozo tan intenso que desborda la capacidad de la persona para manejarlo, estimulando de este modo la emergencia de un estado de aflicción más o menos intenso que sume al individuo en un desconcierto emocional transitorio. PROCESAMIENTO COGNITIVO: la tristeza aparece ante situaciones poco sorpresivas, habiendo dos estadios, en el primero el causante es altamente sorpresivo y aparecen otras emociones como ira, miedo o ansiedad. Y es una vez que se llega al convencimiento de que no hay otra opción posible, cuando aparece la tristeza. La familiaridad con el suceso es baja y su ocurrencia poco predecible. La persona lo valora como una contingencia desagradable y que hace que se sienta desamparada ante él. El suceso tiene una gran importancia para el sujeto y le aboca al abandono de sus metas.
EXPRESIÓN CORPORAL: elevación de extremos de las cejas, desplazamiento hacia debajo de la comisura de los labios, ascenso de los pómulos y estrechamiento de la apertura palpebral, apariencia más notoria del repliegue nasolabial, inclinación de la cabeza, mirada hacia abajo, o fijada en un punto indeterminado. Intervienen los músculos: frontal, piramidal, superciliar, mentoniano y el depresor del ángulo de la boca. Cuanto más acusada sea la emoción, observaremos que el sujeto esta cabizbajo, con la espalda arqueada hacia adelante, los hombros caídos, los brazos tendidos a lo largo del cuerpo, con un caminar pausado y costoso
ACTIVIDAD FISIOLOGICA: activación del cortex prefrontal medial que tiene una función general en el procesamiento emocional o sea que se activa con otras emociones, y activación del cortex cingulado subcalloso que está vinculado más específicamente a la tristeza. La serotonina y la noradrenalina actúan sobre las áreas cerebrales implicadas en el proceso emocional de la tristeza, e intervienen en la regulación del “eje hipotálamo-hipofiso-adrenal” (HPA). Este sistema es clave en la regulación de las reacciones de enfrentamiento-huida y de las respuestas al estrés. Cuando se detecta una amenaza contra el bienestar físico o psicológico, el factor liberador de la corticotropina segregado por el hipotálamo hace que la hipófisis anterior produzca la hormona adrenocorticotropa. Ésta estimula la secreción de cortisol por la corteza suprarrenal. Todo esto prepara al organismo para la conducta de huida-enfrentamiento. Interrumpiendo cualquier actividad que no esté orientada a la autoprotección. Hace que se reduzca la sensación de hambre y el impulso sexual, e intensifica el estado de alerta. Además, el cortisol aumenta la concentración de azúcar en sangre y el ritmo cardiaco, inhibiendo una respuesta inmunitaria excesiva. Una excesiva activación del eje HPA puede ser perjudicial y favorecer la aparición de depresión.
EFECTOS SUBJETIVOS: la persona se siente abatida, impotente, afligida, desanimada, y sin fuerzas. En su expresión más intensa se produce un intenso desconcierto y bloqueo funcional. Los procesos cognitivos se ralentizan y sesgan los aspectos más negativos de uno mismo y del entorno. Se adopta una actitud pesimista y la atención se orienta hacia adentro. Estamos predispuestos 6a realizar reflexiones de largo alcance.
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LA DEPRESIÓN La depresión es un trastorno del estado de ánimo, que se traduce en un estado de decaimiento y claudicación psicológica y biológica del paciente importante y continuado, y se manifiesta a través de síntomas psíquicos (pudiendo aparecer desinterés, tristeza, desmoralización, disminución de la autoestima...) y somáticos (pudiéndose presentar en forma de pérdida del apetito, disminución del peso corporal, astenia, alteraciones del sueño con periodos de insomnio y de somnolencia, etcétera). Factores fisiológicos La aparición y cronificación de la depresión se ha relacionado especialmente con un descenso de los niveles de serotonina a nivel de las uniones neuronales. Por este motivo, en el tratamiento de la depresión se emplea en ocasiones un grupo de fármacos, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, cuya función consiste precisamente en modificar los niveles de serotonina que se encuentran alterados en estos pacientes. Existe, además, un grupo de enfermedades estrechamente ligadas a la aparición de depresión, la mayoría de ellas relacionadas con alteraciones endocrinas:
Migraña. Diabetes. Hipertiroidismo. Síndrome de Cushing. Enfermedad de Adisson. Amenorrea hiperprolactinémica.
Son varios los síntomas que pueden presentarse durante la depresión, sabiendo que, cuantos más síntomas se aparezcan y cuanto más graves sean, más difícil será la recuperación. Existen diversos organismos que han establecido, en función de la presencia de determinados signos clínicos, distintos baremos de valoración y clasificación de la depresión. Los más usados a nivel clínico y de investigación son los reflejados en el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV) de la Asociación americana de Psiquiatría, y de la 10ª edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10). De acuerdo con la clasificación de la CIE-10 se emplea un listado compuesto por diez síntomas depresivos generales para su diagnóstico, y otro listado más amplio para la clasificación del episodio como leve, moderado o grave (con presencia o ausencia de síntomas psicóticos). De forma general, deben existir al menos dos de estos tres síntomas típicos de la depresión:
Ánimo o humor depresivo no habitual en el paciente, constante durante todo el día y mantenido en el tiempo de forma casi constante. Pérdida o ausencia de interés por actividades anteriormente placenteras. Aumento de la capacidad de fatiga, o pérdida de la vitalidad habitual.
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LA ANSIEDAD La ansiedad constituye un aspecto normal del estado emocional de los seres humanos. La angustia se define como un afecto similar al miedo pero que, a diferencia de este, no obedece a un estímulo amenazante externo, sino que es vivida como procedente de la interioridad psíquica del individuo. Para la psiquiatría europea la ansiedad se refiere a la expresión sobresaltada de ese afecto. El síntoma que los pacientes refieren como “sentirse nervioso” es el de mayor frecuencia y gravedad, seguido por “sentirse irritado”; el pánico es más frecuente en mujeres. Los dolores de espalda y cuello y las cefaleas son las afecciones más comunes, seguidas por “cansarse fácilmente” y “sentirse débil”.
CAUSAS La ansiedad, al igual que otros sentimientos (placer, exaltación, euforia, éxtasis, tristeza, ira, rabia y calma), son fundamentales en la vida de las personas; regulan la interacción con los demás y ofrecen un sistema de alarma que, en el caso del miedo, sirven para afrontar situaciones de peligro o riesgo. Estas emociones, así como la percepción y la acción, están controladas por circuitos neuronales del encéfalo. En el caso específico de la angustia, su experiencia incluye tres tipos de componentes:
Un componente cognoscitivo. Respuestas autonómicas, endocrinas y esqueleto-motoras. Representaciones subjetivas del estado emocional.
Dos emociones humanas tienen mucha importancia en cuanto a las causas de la ansiedad: la sexualidad y la agresividad. Sin embargo, en la descripción que las personas hacen de su angustia, pueden esgrimir muchas razones que no guardan ninguna relación con deseos agresivos o sexuales. Muchos pacientes, por ejemplo, se sienten extrañados frente al hecho de que la causa de la ansiedad surja precisamente cuando se encuentran más contentos y han conseguido por fin el logro deseado. Otros culpan de su estado al abandono de un ser amado, la mala suerte en los negocios, la soledad, un medio ambiente adverso o el fracaso de un proyecto.
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