¿Quiénes son los nuevos escritores argentinos?

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nota de tapa • Por Daniela Rossi - fotos: gustavo pascaner

Especial Libros

¿Quiénes son los nuevos escritores argentinos?

Publican en editoriales pequeñas o gracias al puntapié de concursos. No viven de sus libros pero trabajan en el ámbito de la cultura. Comparten lectores y circulan por los mismos espacios aunque tienen estéticas diferentes. Hernán Ronsino, Diego Erlan, Julián López y Selva Almada: cuatro voces para descubrir. 20


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e encuentran, comentan algún libro que está por salir, conversan sobre una reedición para la que hay que definir una tapa. Son cuatro escritores argentinos de ficción que presentaron en los últimos años sus novelas. Se conocen, porque comparten espacios de lectura, talleres, ferias o presentaciones. También, un momento histórico común. Hernán Ronsino publicó su primer libro -de cuentos- en una editorial chiquita, que ya no existe más, y lo financió de su bolsillo. “Eso me generó cierta tensión, qué hacer: si pagar para publicar o buscar un espacio para que te publiquen. En ese momento sentía una necesidad de cerrar una etapa con esos cuentos y publicarlos. Lo pensé como una inversión, iba a tener algo para mostrar en formato de libro. A partir de ahí conocí a mucha gente y empecé a entrar en contacto con el mundillo de las letras”, cuenta. Sociólogo y profesor, sus libros (La descomposi-

ción, Glaxo y el último, Lumbre) bucean su Chivilcoy natal, entre la política, las costumbres y los secretos de un pueblo. Selva Almada había escrito una serie de poemas que decidió editar en formato de libro. Había armado una editorial con un grupo de amigos y también decidió financiar su primera publicación. “En ese momento pensé ‘este libro lo pago yo pero el próximo voy a tratar de que me lo editen”, cuenta. A los dos años conoció en una clínica de escritura a su futuro editor de la Universidad de La Plata y sacó con ellos su libro siguiente. Después llegó Gárgola y llegó a Mardulce, con quien publicó sus últimas dos novelas, “El viento que arrasa” y “Ladrilleros”, libros de ambientes densos e imágenes potentes. Julián López también eligió un poemario para editar como su primera obra, y lo sacó con la editorial que había armado Selva. “Yo no tenía planes de seguir publicando, ni de escribir formalmente narrativa. En realidad esto me sorprendió. Una cosa es hacer un

libro de poemas, que no salen del ámbito de los poetas, y otra es la visibilidad de una novela publicada en otro circuito”, cuenta. Desde una perspectiva de niño solitario que mira y siente a su madre, ofrece un testimonio de los años 70 que vivió. Diego Erlan escribió entre los 17 y los 23 una novela que, dice, era mala, pero en la que construyó un universo literario. Después empezó otra: “En esta había algo para mostrar”. Por su trabajo como periodista conocía a varios editores. “Pero no quería que un amigo me publicara por lástima o por conocerme. Entonces empecé a presentarla en premios, con seudónimo, y la mandé al premio Tusquets”. Un año más tarde, ya enterado de que no había sido el ganador, le dijeron que publicarían su libro, “El amor nos destrozará”, relato situado en los 90, protagonizado por un chico que estrena su adolescencia y descubre de la mano de la música y el cine un ambiente nuevo. Llegar a esa primera novela en formato

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Especial Libros

Selva Almada

Julián López

Entre Ríos, 1973 Libros publicados: El viento que arrasa (Mardulce, 2012), Ladrilleros (Mardulce, 2013). Señas particulares: Recrea ambientes densos e imágenes potentes. Su narrativa tiene una fuerte impronta poética. Qué está leyendo: Los que sueñan el sueño dorado, Joan Didion (Mondadori, 2013)

Buenos Aires, 1965. Libros publicados: Una muchacha muy bella (Eterna Cadencia, 2013) Señas particulares: Viene del ámbito de la poesía. Su novela trabaja sobre el concepto de la orfandad y consigue una perspectiva inusual de los años 70. Qué está leyendo: Lumbre, Hernán Ronsino; Brandsen, Marcel Pla.

físico no fue fácil pero desde ese momento algunas cosas cambiaron. La posibilidad latente de lograr sacar otro libro, de adentrarse en el mundo literario desde diferentes aristas (talleres, clínicas, encuentros, lecturas, ferias) y de trabajar con una editorial que acompañara su trabajo cambió, igual que su posición frente a la escritura, que probablemente ahora verán más personas. - ¿El universo de las editoriales más pequeñas les sirvió como un camino para empezar con su trabajo? Selva Almada: Por ahí es más fácil acceder a charlar con un editor de una editorial chica o mediana, que sentarse a hablar con alguien de un grupo grande. A mi me gusta trabajar con editoriales chicas, mis dos novelas salieron con Mardulce. Ahí me siento cómoda, te juntás a charlar y tomás mate con el editor. Ahora voy a publicar un libro de crónicas con un grupo más grande y me da un poco de vértigo, a pesar de que conozco a la editora y trabajo bien con ella. Pero no sé cómo va a ser todo lo demás, la cantidad de ejemplares, la comercialización, esas cosas.

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Hernán Ronsino: No solo es más cercano sino que creo que quizá son los que generan más espacios para la aparición de nuevos autores, de nuevas voces, la recuperación de autores que están olvidados. Toman la rienda al apostar por un autor nuevo. Mis experiencias con Interzona y Eterna hacen que vuelva a elegir estar en esos lugares. Siento que después de tres o cuatro años el libro sigue en la librería, acompañado por la editorial y eso es suficiente. - ¿Cuándo supieron que la escritura era algo para seguir, que habría más de un libro? Diego Erlan: Desde que aprendí a leer y escribir supe que quería escribir un libro, más libros, ¡la biblioteca Erlan! Creo que intentaré escribir mientras tenga motivación. Quizá sean dos libros mas, pero van a ser las historias que quiera contar o el sonido que quiera llevar. SA: Yo era bastante errática en la escritura, había publicado dos libros de relatos y seguía escribiendo, pero hubo un período donde escribí menos, o no tenía un proyecto de libro en la cabeza. Hasta que escribí “El viento…”,

mi primera novela. Ahí enseguida empecé a escribir la segunda, que estaba lista cuando el editor se interesó por la otra. Ya sabía que saldrían las dos. Ahí arranqué la tercera, que puse en pausa por el libro de crónicas. Me agarró el impulso y sigo con eso. Julián López: Yo estoy lleno de manuscritos. Las cosas medio que me sorprenden. Me gustaría seguir escribiendo, de hecho, o supongo que lo haré. Escribo desde muy chico y siempre fui así. HR: Creo que se nos impone una experiencia nueva después de haber publicado un libro. El proceso de escritura ya es distinto. Todos empezamos a escribir sin saber que iban a publicarnos. El haberlo hecho te hace escribir más o menos sabiendo que te pueden publicar, eso es una experiencia nueva. DE: De hecho me dio más vértigo escribir sabiendo que quizás será publicado. -¿Se dedican a la escritura a tiempo completo? SA: No, yo doy clases. Tenemos una clínica de escritura con Julián, y después están los libros, pero eso no genera un ingre-


Diego Erlan

Hernán Ronsino

San Miguel de Tucumán, 1979. Libros publicados: El amor nos destrozará (Tusquets, 2012) Señas particulares: Estudió historia del arte y es crítico cultural. En los años ’90 se mudó a Buenos Aires y parte de ese clima con el que se encontró lo volcó a su novela. Qué está leyendo: Mis muertos punk, Fogwill (primera edición)

Chivilcoy, 1975 Libros publicados: La descomposición (Interzona, 2007), Glaxo (Eterna Cadencia, 2009) y Lumbre (Eterna Cadencia, 2013) Señas particulares: Sus ficciones están ancladas en su ciudad de origen, Chivilcoy. Miguel Briante y Juan José Saer son dos referentes visibles en su obra. Qué está leyendo: La presa, Kensaburo Oé

“hay una relación entre nosotros más allá del estilo de cada uno. está eso de sentirse pares y sin tanta virulencia como las generaciones anteriores” (selva almada) so que te permita vivir sin hacer otra cosa. HR: También, yo siempre di clases en la facultad y algunos talleres. Pero sí son actividades que están relacionadas de algún modo. SA: Hasta hace tres años yo trabajaba en un hospital, así que haber dejado eso y tener algo vinculado a la escritura y la lectura, para mí es un gran paso. Es un entorno de escritura. DE: Es que esa es la pregunta, ¿qué es escribir? Si solamente teclear o estar escribiendo mentalmente durante años sin haber puesto una letra. Yo trabajo en una revista cultural y está siempre dando vueltas el tema, estás escribiendo más allá

de que no haya condición. HR: Es generar las condiciones y por lo menos poder estar pensando. Bolaño decía que el mejor trabajo que tuvo fue en un camping, y Faulkner escribió “Mientras agonizo” cuando trabajaba en un hotel. - ¿Reconocen entre ustedes ciertas experiencias comunes? HR: Creo que formamos parte, no sé si de una generación, esa palabra siempre genera revuelo, pero sí hay algo de un ambiente común. Los chicos (Selva Almada y Julían López) tienen “Carne argentina”, un espacio de lectura de literatura argentina por el que he-

mos pasado todos. Esa dinámica que se arma en los ciclos es algo que nos atraviesa como grupo. Un espacio de compartir experiencias, ser pares. Más allá de las diferencias de voces y estéticas que cada uno tiene, los cuatro empezamos a publicar después del 2001. Eso nos marcó en algún sentido. Prevaleció en los primeros años de los 2000 la necesidad de encontrarse y de compartir, de escucharnos más allá de lo que escriba cada uno. DE: Menos movimientos estéticos y más movimientos existenciales. Somos todos solitarios que se reúnen de vez en cuando y que se cruzan, pero no veo demasiadas similitudes. SA: Hay una relación entre nosotros más allá del estilo de cada uno. Los temas que abordamos no son tan parecidos. Está eso de sentirse pares y sin tanta virulencia como había en otras generaciones. - ¿Cómo ven la mesa de libros, los autores que buscan sacar su libro, la gente que escribe? ¿Hay mucho movimiento? SA: Hay muchísimo movimiento, se publica mucho todo el tiempo, eso tiene que ver

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“HAY TANTOS QUE ESCRIBEN QUE ME DA LA IMPRESIÓN DE QUE EL MERCADO DE LECTORES QUE LEEN LITERATURA CONTEMPORÁNEA SON TODOS AQUELLOS QUE QUIEREN PUBLICAR” (hERNÁN RONSINO)

hernán ronsino, selva almada y julían lópez dan clases. diego erlan trabaja en una revista cultural.

también con estas editoriales chicas, algunas que son proyectos estables y otras pasajeras. Esas estructuras chicas, con catálogos particulares y nutridos, dan oportunidades. DE: Mi postura es que la editorial independiente no es garantía de nada, cometen errores también. Es abrumadora la cantidad de títulos que se publican por mes. Que haya más cantidad de autores, de títulos, también te lleva a pensar que estamos perdidos en el mar a la deriva, rodeados de libros, donde nos ahogamos y a veces manoteamos uno bueno.

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JL: Además, todo el mundo escribe, todos quieren hacerlo y publicar. Eso está buenísimo, pero también es lo que decía Diego, es una locura porque eso se da en un mercado. La promesa de un lugar en el mundo es mentirosa, no existe mucho más que la suerte en todo caso. Estás posicionado en un lugar más robusto para que alguien te vea. SA: Al ser más fácil llevarle tu manuscrito a un editor, eso genera más ansiedad por llegar a ese momento, quizá sin tanto trabajo en sus proyectos. Eso sería un aspecto negativo.

DE: Esa idea de tener que publicar algo antes de los 25 años porque sino ya está, ¿no? HR: Hay tantos que escriben que me da la impresión de que el mercado de lectores que leen literatura contemporánea son todos aquellos que quieren publicar. Quinientas personas, mil. Al último concurso de cuento del Banco Itaú hubo más de mil inscriptos, más o menos la cantidad de ejemplares que se tira. Habría que comprobar esa hipótesis... La promoción de la lectura es un tema. En el colegio los chicos leen por obligación, pero cuando salen nadie sigue leyendo. JL: Es medio cruel que los que leemos seamos los que escribimos. Si pensamos el mundo en esos términos, sólo el que hace muebles los compra. No, es un problema ese, hay comunicación nula en el mundo de la literatura y el real. DE: Está esa persona a la que le regalás un libro y te dice “¿de vuelta un libro?” ¡Pero no es el mismo!. HR: Siempre digo que hay más gente en el Colegio de Abogados de Chivilcoy que cantidad de lectores de literatura argentina. Agradecimiento: Eterna Cadencia Bar / Editora (Honduras 5574)


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