personaje
vinicius fue uno de los grandes poetas y letristas de brasil. vino por primera vez a buenos aires en 1968.
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V i n i c i u s
d e
M o r a e s
CIEN AÑOS DEL
brasileño más porteño Una exposición en el Centro Cultural Recoleta celebrará su intensa vida. Su relación pasional con Buenos Aires, amor, amistad y anécdotas del gran poeta carioca, contadas por su ex mujer, Marta, y su amiga Renata Schussheim. Por Daniela Rossi- Fotos: Gentileza Marta Rodríguez Santamaría
U
nos días antes de arribar a alguna ciudad, Vinicius de Moraes sacaba su agenda y empezaba a discar. Convocaba a sus amigos para encontrarlos apenas llegase: ya se sabía que los planes previstos quedarían de lado. Se entraba en un remolino, un “ritmo Vinicius”, en el que una invitación a almorzar podía convertirse en una cena de madrugada, una charla en un desfile interminable de caipirinhas y una promesa de feijoada en una mera excusa para reír juntos. En la mañana del 8 de agosto de 1968, Vinicius de Moraes, uno de los grandes poetas y letristas de la historia de la música brasileña, desembarcó en el puerto de Buenos Aires; solía viajar por agua: le tenía pánico a los aviones. Cinco días más tarde tocó por primera vez en la ciudad, junto con Dorival Caymmi
en el teatro Ópera; agotaron dos funciones. La bossa nova había explotado en todo el mundo, se había popularizado en ambas orillas del río de la Plata y hacía pocos días que “Para vivir un gran amor”, un libro de relatos, crónicas y poemas, había sido publicado aquí por Ediciones de la Flor. Días más tarde apareció en “La galera”, un programa de televisión conducido por Juan Carlos Mareco. Vinicius de Moraes comenzaba su romance con Buenos Aires, la ciudad que lo cobijó tantas veces, en la que tuvo un amor, infinidad de amigos, inspiración para escribir y restaurantes en los que sus mozos lo llamaban por su nombre. “Su relación con Buenos Aires fue muy amorosa. Él le dio mucho a la ciudad pero también recibió muchísimo amor.” Marta Rodríguez Santamaría, periodista y ex mujer de Vinicius, y Renata Schussheim, artista plástica y amiga del poeta, lo recuerdan con una gran sonrisa.
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después de cada show porteño, vinicius solía invitar a brindar a su amigos. aquí, en le privé, en el recital que dio allí en 1977.
Marta conoció a Vinicius en un restaurante de Punta del Este: ella estaba de vacaciones con una amiga, fue a esperarlo y le preguntó si podía sentarse en su mesa para conversar. Ahí nació el amor; ella tenía 22 y él pasaba los 50. Viajaron a Europa, compartieron giras en Brasil, tuvieron su casa -Orfeus- en el balneario esteño y comenzaron a escribir juntos una obra de teatro que todavía espera su fin. “Con él fue conocer un mundo enorme, abrir la cabeza por completo. Fue muy fuerte, me cambió la vida. Ese cambio de mirada que tuve fue para siempre”, confiesa Santamaría. Años después, Uruguay se transformaría en una residencia estable para Vinicius: fue embajador de su país en Montevideo. Renata tenía 20 años cuando Daniel Divinsky le propuso ilustrar la tapa del libro “Para una muchacha con una flor”, del brasileño. Juntos lo fueron a esperar al puerto. A partir de ese encuentro Renata y Vinicius entablaron una amistad que duró años; compartieron noches de gin tonic en el porteño hotel Impala, charlas de madrugada en Edelweiss, fiestas y encuentros en Río de Janeiro, un cóctel que ofreció un candidato político en México DF. Compartieron proyectos y cantidad de anécdotas. “Es una bendición tener un maestro de
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“Su relación con Buenos Aires fue muy amorosa. Él le dio mucho a la ciudad pero también recibió muchísimo amor.” (Marta Rodríguez Santamaría, ex mujer de Vinicius) vida y para mí Vinicius fue eso. Me marcó con una intensidad maravillosa. Fue alguien que me dijo: ‘vale la pena jugarse por eso’, que apuesta, que te enseña a elegir”, asegura la artista plástica. Marca indeleble. El 19 de octubre de este año Vinicius cumpliría 100 años; nació en Río de Janeiro y murió en la misma ciudad a los 67 años. La marca que dejó en la música popular brasileña es para siempre; en sus amigos, también. “Llega una cierta etapa de la vida en la que una intenta empezar a cerrar temas. Algo muy importante para mí, un pendiente, era poder terminar de escribir la obra de teatro que habíamos empezado juntos y quedó inconclusa cuando nos separamos. Pero no quería hacerlo sin conversar antes
con sus hijos. Fue ahí cuando apareció en mi cabeza la colección de fotos que tengo y que sacamos juntos”, cuenta Marta. Esas imágenes que tenía en su casa fueron el disparador del proyecto que hoy trabajan junto a Renata: “Vinicius… saravá!”, la exposición que se extenderá desde principios de noviembre hasta marzo de 2014 en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, con motivo del centenario del nacimiento del poeta. Aseguran que será una propuesta de celebración y alegría, sin solemnidad, “acorde al espíritu de Vinicius”. Además de las fotos de su ex mujer (la mayoría inéditas, sacadas por ambos), también habrá fotos cedidas por Toquinho -uno de sus parceiros-, por Gianni Mestichelli, un entonces joven fotógrafo deslumbrado por las primeras apariciones del brasileño en
Festejos por los 100 años - Su libro «Antología sustancial de poemas y canciones” fue editado el mes pasado por el sello Adriana Hidalgo. Contiene cien poemas y veinte canciones –entre ellas, un tango- de las diferentes duplas que formó Vinicius.
vinicius junto a su esposa argentina marta, en un paseo por el duomo de milán, en el invierno de 19751976.
“Vinicius…saravá! La vida, amigo, es el arte del encuentro” se expondrá en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta entre noviembre y marzo de 2014, al cumplirse el centenario del nacimiento del artista. Sobre una idea de Marta Rodríguez Santamaría, su ex mujer argentina, y bajo la dirección creativa de Renata Schussheim, artista plástica y amiga del poeta, habrá fotos, muchas inéditas (de Rodríguez, Toquinho y el fotógrafo Gianni Mestichelli), objetos, cartas, audios y proyecciones.
Buenos Aires, se proyectará “Vinicius” (película producida por Susana, una de sus hijas, y Miguel de Farías) y se exhibirán objetos -unos pequeños muñecos que guarda la mujer de Alfredo Radoszynski, su productor musical en Buenos Aires, un cortaplumas de plata que Vinicius usaba para pelar naranjas en su camarín- y cartas, algunas de las que Schussheim encontró hace poco una caja arrumbada. En uno de los viajes de Renata, por trabajo, a Río de Janeiro, Vinicius -que no estaba allí- le prestó la casa. Sobre una mesa la artista vio una pila de papeles desordenados, cartas, documentos. “Había cartas de Neruda, de gente importante. Yo le dije después: ‘¿Cómo podés tener todo esto así tirado?’. Parece que soy igual, será el signo de libra. No tenía idea dónde estaban esas cartas que él me había mandado, como
- La Feria del Libro fue un espacio de homenaje: el stand de la embajada brasileña mostró fotos y poemas, hubo charlas entre algunos de sus amigos y conocedores argentinos (Divinsky, Radozinsky, Wenner), su nieta Mariana Moraes leyó sus obras y estaba programado un show de Toquinho, cancelado por problemas de salud. - “Los amigos de mi viejo”, una exposición fotográfica organizada por Pedro de Moraes, hijo de Vinicius, se exhibirá en junio en el Espacio Cultural de la Embajada de Brasil. También habrá ciclos de cine y música.
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FOTO: GIANNI MESTICHELLI
El poeta, durante la grabación del LP La Fusa (con Creuza y Toquinho), en buenos aires, enero de 1971.
Radiografía Marcos Vinicius da Cruz de Melo Morais empezó a componer a los 14 años, cuando conoció a los hermanos Tapajoz. Vivió en Río de Janeiro, Oxford, Los Ángeles, Montevideo, Bahía, París, Milán. Se casó siete veces y tuvo diez hijos. Escribió más de 400 canciones. “Garota de Ipanema” y “A felicidade” (ambas con música de Tom Jobim) y “A tonga da mironga do kabuletê” (con música de Toquinho) son algunas sus canciones más conocidas. Formó dupla (parcería) con Toquinho, Tom Jobim, Badem Powell, Carlos Lira, Edu Lobo, Francis, Claudio Santoro. Como diplomático fue enviado a Estados Unidos, Francia y Uruguay. tampoco las de Cortázar y Puig. Al final éramos iguales”, dice Renata. Alma feliz. Después de aquellos primeros recitales en el Ópera, Vinicius se quedó cerca de un mes en Buenos Aires. Como relata el libro “Nuestro Vinicius”, de Liana Wenner (Sudamericana), “el tango le gustaba desde su infancia; además admiraba a Piazzolla”. Una de aquellas noches, el brasileño fue al teatro a ver la ópera María de Buenos Aires. “Estábamos en plena función y de repente alguien gritó: ‘¡Hijo de puta!’. Era Vinicius, que estaba en la sala y noso-
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tros ni sabíamos. Esto le encantó a Piazzolla, que entonces era muy resistido todavía”, cuenta el poeta Horacio Ferrer en el libro. Poco después fue la presentación de aquel libro editado por De La Flor. Los poetas René Palacios More y Mario Trejo fueron los traductores, los escritores Antonio di Benedetto y Daniel Moyano, el dibujante Enrique Breccia y Susana “Piri” Lugones, encargada de prensa de la editorial, fueron algunos de los que estuvieron presentes y luego formaron parte de su círculo cercano de amigos porteños. También hizo
temporada en “La Fusa” de Mar del Plata y después en el de Punta del Este. En Brasil le habían asignado el despectivo mote de “poetinha”; acá se sentía más a gusto. Pasaron 23 años desde que Marta escuchó a Canela anunciar la muerte de Vinicius. Enseguida llamó a Renata para contarle; lloraron juntas. El duelo tardó en cerrar. “Él para mí es una presencia muy fuerte, una compañía. Hay algo mágico”, asegura Renata. “Durante años no soportaba escucharlo cantar, es muy movilizador. El otro día escuchaba una grabación en la que él charla con Mono Villegas, que queremos incluir en la muestra, y a los 20 minutos tuve que parar y salir a caminar, a respirar. Hay un duelo hecho, pero se te mueven muchas cosas”, cuenta Marta. Cada vez que escuchan una letra de Vinicius, dicen, algo suena en su interior. “Tenía un sentido del humor increíble, contaba unas historias maravillosas. Yo tenía mi momento del día junto a él, a eso de las 7 de la tarde, en donde hablábamos de la vida”, recuerda Renata. Marta asegura que Vinicius llevaba una vida sencilla y responsable: “Fue la persona más generosa que conocí en mi vida”. No dudan: “Era un alma feliz y joven”.