personaje
Por Daniela Rossi - Fotos: Gustavo Pascaner
Ana María Orozco
“Prefiero evitar la exposición” Tras su éxito con “Betty, la Fea”, la actriz se casó con un argentino y se instaló en Buenos Aires. Siete años después divide sus días entre la crianza de sus hijos y la conducción del ciclo “Cine para enamorarse”.
E
n el televisor de su infancia en Bogotá se veían “Los Tres Chiflados” y las películas de Chaplin y Woody Allen. Las pequeñas Orozco, tres mujeres, hijas de padre actor y madre locutora, se reían mucho. Del hogar mamaron el humor y lo hicieron parte de su vida. Ana María, 39 años, casada con un argentino desde hace siete, madre de dos hijas, cuenta que esas “payasadas” a las que jugaba de chica, los chistes sanos y sin burla al prójimo son las que hoy aún elige para disfrutar. Lo dice sentada frente a un té en un bar de Pa-
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lermo, porque Ana María Orozco, la actriz colombiana que se encontró con la fama al transformarse en “Betty, la fea”, vive en Buenos Aires, en donde graba “Cine para enamorarse”, el ciclo que sale por Cosmopolitan TV. El acento colombiano está intacto en su voz, pero cada mañana, apenas se levanta, pone la pava sobre la hornalla para tomar mate. -Más alejada de sus papeles habituales, esta vez protagoniza sketches que dan pie a películas. ¿Fue el papel ideal para volver a la TV? -Es raro, sí. Cuando me llamaron no me tentaba hacer de presentadora,
no es mi fuerte. Pero cuando vi la idea me encantaron los guiones que tiene. Son sketches; es actuación que es lo que disfruto. Es un personaje que empieza todo estructurado y de repente le sale todo de adentro, esas cuestiones tan de las mujeres que dan pie a las películas románticas que siguen. -¿Se siente cómoda con esa temática femenina? -Siempre empieza en un tema superficial, frívolo, y después empieza a sacar capas hasta llegar a cosas fuertes de lo que siente. Carolina Aguirre, la autora, es muy divertida en eso. La visión de la mujer con respecto al amor, las relaciones, la sole-
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“Crecimos con la idea del príncipe azul. Nos jodieron, nos hicieron mucho mal porque de verdad yo creo que todas queremos eso.”
dad, una mujer que tiene todo pero en el fondo está triste…, a veces es medio patético todo. Todas, en el fondo, tenemos una necesidad de encontrar el amor. Crecimos con la idea del príncipe azul. Nos jodieron, nos hicieron mucho mal porque de verdad yo creo que todas queremos eso. El amor, el deber ser. Yo soy ultra enamorada, apasionada, así que esto me queda bien. “Betty, la fea” no fue una novela más. Creada por el mismo autor de “Café con aroma de mujer”, salió al aire en 1999 en Colombia y unos meses más tarde ya se había desparramado en la TV mundial: se emitió en más de 100 países, fue doblada a 15 idiomas y tuvo 22 adaptaciones, cifras por las que se quedó con el récord Guinness. Orozco, antes de ser “Betty”, había sido “La Vero”, otro personaje fuerte de la novela colombiana. Pero volver a la pantalla después de interpretar a esa secretaria inteligente y despreciada merecía una reflexión previa. -Desde que está en la Argentina sólo había hecho unas participaciones especiales en “Mujeres Asesinadas” y “Los Únicos”. Después de Betty, ¿había decidido frenar? -Un poco por eso, y otro poco por querer estar en familia. Venía de hacer tele durante años, no paraba. Fue todo muy fuerte y quería ver cómo encaminaba las cosas. Llegó la maternidad y yo quería
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orozco volvió a la tele como conductora en un programa para cosmopolitan.
vivirlo a full, vivirlo bien. Siempre deseé eso y lo pude cumplir. Cambiaron mis prioridades. -¿Tan fuerte fue el impacto que le generó el éxito de “Betty, la fea”? -La novela fue un shock en Colombia y en el exterior. Yo grababa 18 horas por día y afuera se formaba una bola de nueve. Yo no entendía nada, y cuando salía del estudio, estaba agotada. No lo esperábamos, nos sobrepasó. Mientras la hacíamos, todo fue un poco agobiante para mí, no sabía cómo manejarlo. Pero con el tiempo quedó lo lindo que fue también. -¿Tenía miedo de quedar encasillada en ese personaje? -No, miedo de eso no. Para mí fue un regalo de la vida que está ahí, no voy a luchar contra eso. Pero sí decir “prefiero evitar la exposición”, replantearme cosas en ese sentido. No me siento cómoda; es parte de mi trabajo, el reconocimiento está buenísimo, pero cultivar la parte mediática, de perfil alto, no es lo mío. Puedo ir al supermercado tranquila, llevar a mis hijas al colegio, ir al teatro tranquila, salir a caminar, que es lo que disfruto. -Esa novela planteó una discusión sobre el ideal de belleza. ¿Cree que el tema sigue vigente? -Suena a cliché, pero sí, está igual o peor. Para mí la belleza no tiene nada que ver con lo estético, hay demasiado prejuicio
con eso. Pero además está llegando a convertirse en fealdad, tan artificial, llenas de bótox. Se está desvirtuando. Me encanta lo natural y lo que se cultive en el interior se va a transmitir. Y la juventud no es belleza. Hay actrices maduras hermosísimas, súper interesantes, con cosas lindas de la vida para dar. -Sus trabajos están relacionados a la comedia. En lo personal, ¿también es una elección? -A pesar de que soy un poco tímida, reservada, cuando estoy en un grupo de amigos me divierto mucho. Con mi familia siempre manejamos códigos de humor muy lindos, de situación, muy fino. Por suerte me salieron oportunidades de hacer eso, lo disfruto. Me siento cómoda, soy yo, es fácil encontrarme ahí. -Ahora que sus hijas son más grandes, ¿evalúa volver a hacer una tira? -Hoy hago otras cosas. “Cine para enamorarse” es un intermedio que me gusta mucho. Ahora pinto cada vez más, estudio temas humanísticos, a veces escribo algo para mí. Mi vida está formada por muchas cosas, no es que sólo soy actriz. Estoy lejísimos de exponer obras, tengo cero pretensiones en ese sentido; es algo serio pero por ahora pertenece a mi mundo. Pero también depende del momento, no puedo decir “no vuelvo a hacer una tira”.