sociedad • Por Daniela Rossi - Fotos: Juan Vera y Gustavo Pascaner
adolfobioycasares compartió muchos años junto con Silvina Ocampo, su esposa, en este edificio de la calle posadas diseñado por Bustillo.
Hogares de letras De Santos Lugares a San Isidro, de Flores a Palermo y Recoleta, las casas de varios célebres escritores argentinos sufrieron distinta suerte. Algunas se convirtieron en museos y otras fueron demolidas.
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as largas estanterías con libros únicos. Sillones en los que se recostaron para leer y patios en los que vieron el cielo. Livings de largas sobremesas entre colegas y mesas de luz con anotadores encima. Fueron muchos los escritores que encontraron en Buenos Aires la ciudad en la que escribir, compartir experiencias, vivir inmersos en una ambiente cultural, mirar el entorno y transformarlo en letras. Algunas de sus casas permanecen en pie, unas conservadas como en sus años repletos de literatura, otras con cambios de propiedad o tan sólo con una placa recordatoria. Otras fueron demolidas y sólo queda el recuerdo. Tertulias en Posadas. En la esquina de la plaza San Martín de Tours, entre
Esta casona estilo inglés de San Isidro fue el refugio de Victoria Ocampo.
Posadas y la avenida Alvear, está el cartel que llama “Adolfo Bioy Casares” a esa calle empinada de Recoleta. El autor de “La invención de Morel” nació en 1914 en ese mismo barrio y compartió muchos años junto con Silvina Ocampo, su esposa, en el edificio de seis pisos diseñado por el arquitecto
Alejandro Bustillo. “Cada uno tenía su escritorio, aunque al final de su vida Bioy se instaló en su habitación con una mesa repleta de libros, donde también escribía. Silvina también tuvo un estudio donde pintaba, en la buhardilla. Las bibliotecas cubrían todas las paredes del inmenso departamento: la del salón era soberbia, con anaqueles hasta el techo, igual que en los pasillos”, cuenta Silvia Arias, autora del li-
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En 1901, la familia borges se mudó a Serrano 2135, en palermo.Eltramode esacallehoyllevael nombredelescritor, que Allí vivió hasta los 15 años.
bro “Los Bioy”. En esa casa, agrega la escritora, Bioy Casares y Ocampo solían recibir invitados para tomar el té y también para cenar junto a amigos, entre los que estaba Jorge Luis Borges. “Esas reuniones a las que asistían muchos escritores y que en su momento parece que provocaron los celos de Victoria Ocampo, hermana de Silvina, se realizaron en esa residencia de Posadas a fines de los ’50 y durante los ’60 y ’70. Esa costumbre habría comenzando ya en el departamento de Santa Fe y Ecuador”, explica Arias. Muchas de esas conversaciones quedaron registradas en el libro “Borges”, que escribió Bioy Casares. El mundo en una biblioteca. “Yo creí durante años haberme criado en un suburbio de Buenos Aires, suburbio de calles aventuradas y de ocasos invisibles. Lo cierto es que me crié en un jardín detrás de una verja con lanzas y en una biblioteca de ilimitados libros ingleses”, contaba Jorge Luis Borges. La biblioteca de su padre, que luego heredó, lo cautivó desde chico. La familia Borges vivía en un departamento de Tucumán 840, en donde nació el escritor y vivió hasta los dos años. En 1901 se mudaron a Serrano 2135, ubicada en el tramo de esa calle que hoy lleva el nombre del escritor, sitio en el que vivió hasta los 15
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“Borges admite no haber pisado las calles de palermo: admite haberlas imaginado, inventado o soñado.” (maría adela renard, investigadora)
años. “Su libro ‘Evaristo Carriego’ es la antesala de la exaltación del barrio de Palermo. Él admite no haber pisado sus calles: admite haberlas imaginado, inventado o soñado desde su doble lugar de infancia, un jardín con verja, la frontera que lo separa y protege del mundo, y por otro lado eso lo reemplaza con su biblioteca”, cuenta sobre la primera época del escritor María Adela Renard, investigadora y autora, con consentimiento del escritor, de las obras anotadas de Borges editadas por Kapelusz. “Borges convirtió la biblioteca en un hábito”, cuenta. En los años siguientes se dedicó a caminar por los barrios porteños. “Regresó de Europa a los 21 años y redescubrió la ciudad. Nació el fervor por Buenos Aires, creó una ciudad a la medida de sus necesidades poéticas, que transcurre en dos partes que conviven: el centro europeo y cosmopolita, y la de los barrios, los bajofondos, poblado de personajes recios y prostibularios”, cuenta Renard. Alfonsina y Buenos Aires. De la última morada de Alfonsina Storni no queda nada. Sólo el espacio vacío en el que hoy se levantan un edificio y que bordea
En Flores, Yerbal 2233, permanece en pie una de las casas de Roberto Arlt. una empalizada sobre la calle Terrada, en Flores. La demolición de esa casa se produjo en 2011 a pesar de que era patrimonio protegido. Allí, Storni pasó los últimos cuatro años de su vida, en compañía de su hijo Alejandro; por esa casa cuentan que pasó Benito Quinquela Martín a buscarla para llevarla a la consulta médica que le diagnosticó un tumor; tiempo después partió rumbo a Mar del Plata, en donde se suicidó en el mar. La vivienda, construida a comienzos del 1900, conservaba la fachada y la estructura originales. Residencia abierta. El silencio abunda en esta casona de San Isidro. Con grandes jardines y de estilo inglés, Villa Ocampo es hoy propiedad de la UNESCO y fue el refugio de la escritora Victoria Ocampo: primero fue la casa de vacaciones de su familia, luego la quinta de fin de semana y desde la década de 1940 se convirtió en su residencia estable, en donde recibió la visita de colegas argentinos y también de personalidades internacionales. Aldous Huxley, Graham Greene, Stravinsky, Le Corbusier, André Malraux, Albert Camus, Octavio Paz, Pablo Neruda. A todos ofrecía su espacio la escritora y se daban dentro de esas paredes grandes debates y charlas sobre literatura y arte. En el primer piso, “en el ángulo sudeste, la suite de Victoria integra tres cuartos sobre la terraza mirando al río por un lado y a la ciudad por el otro. El dormitorio, el escritorio y la biblioteca fueron su reino privado, el ámbito donde se despliega la esencia del espíritu de la casa. Aquí viven sus libros, las amistades y relaciones literarias e intelectuales de todo el mundo que la acompañaron en su travesía de varias décadas. Todo ello surge de las paredes enteramente cubiertas de estanterías con libros comprados, regalados, ofrecidos, dedicados, señalados, traducidos, anotados, reseñados, comentados, prologados... Completando una puesta vital, muebles muy cómodos de uso
la casa de ernesto sabato en santos lugares fue restauraday abrirá al público como museo.
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La última casa de Alfonsina Storni, en Flores, fue demolida en 2011. Hoy levantan un edificio.
cotidiano, algunas lámparas, los retratos de los compañeros de ruta intelectual y afectiva y flores del jardín”, detallan sobre la residencia Ivonne Bordelois y Fabio Grementieri en el libro “Villa Ocampo, escenario de cultura”. Las fotos, libros y recuerdos que guarda la casa, como ejemplares de la revista Sur, dan cuenta de esa mansión como un lugar de cita intelectual. de Flores a santos lugares. Empezó la primaria en la Escuela Nº12 que estaba en las actuales calles Fragata Sarmiento y Neuquén, hizo tercer grado en otro establecimiento y en quinto se cambió a uno nuevo. Siempre en Flores, barrio en el que Roberto Arlt vivió en dos domicilios diferentes, ambos declarados como sitios de interés cultural porteños.
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Gran caminante de la ciudad e identificado con el lugar que creció, en Yerbal 2233 permanece en pie una de sus casas. Santos Lugares es reconocido como la morada de su hijo pródigo: Ernesto Sabato. “Recuerdo algo que pasó cuando yo era un chiquilín alborotador. El jardín de la casa era uno de los más grandes del barrio, y allí nos juntábamos todos los chicos a jugar. Como corresponde, con gritos, ruidos y risas que perturbaban a mi padre. En aquel momento, él usaba un cuartito que daba al jardín para escribir. Yo no tenía por qué saber que estaban escribiendo una obra capital de la literatura: ‘Sobre héroes y tumbas’. Una tarde estábamos haciendo aún más escándalo que de costumbre, y mi padre perdió la paciencia. Se asomó por la ventanita que daba al jardín,
con su escaso pelo crispado, los ojos fuera de las órbitas y la vena del cuello a punto de explotar. ‘¡Se puede saber por qué carajo están gritando!’, nos aulló. Mi madre contaba que yo le respondí, con mucha calma: ‘Nosotros porque somos chicos ¿Y vos por qué?’. Cerró la ventanita, sin responder, tomó su máquina de escribir y la llevó al fondo. Nunca más volvió a escribir en ese cuartito, y nosotros seguimos gritando”, cuenta Mario Sabato, hijo del escritor, en la casa que fue de la familia desde 1945 y que pronto abrirá sus puertas al público para ser visitada. Las paredes claras del frente están ocultas bajo una densa mezcla de plantas y árboles. Adentro, el patio ajedrezado y objetos que pertenecieron al escritor permanecen en su lugar.