Mujeres de Puerto Madero (7 Días)

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María Sol Lanteri (Julieta Lanteri), Candelaria Lazzari (“Macacha” Güemes),Cecilia De Vincenti (Azucena Villaflor), Serena Olivera (Victoria Ocampo) y Laura Chertkoff (hermanas Chertkoff y Alicia Moreau de Justo), en el Puente de la Mujer.

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mujeres

de puerto madero Las descendientes de cinco damas notables que le dieron sus nombres a las calles del barrio cuentan su relaci贸n con las grandes figuras femeninas que las precedieron. El v铆nculo entre generaciones, el legado y el peso de la historia.

Por Mariana Merlo y Daniela Rossi - Fotos: Alejandro Kaminetzky.

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J

amás se habían visto antes, pero la fluidez con la que se desarrolla la charla da para pensar que se conocen de toda la vida. El tema que atraviesa la conversación las une con un pasado común: grandes mujeres protagonistas de la historia argentina fueron parte de su familia. Y, de algún modo, Alicia Moreau de Justo, Azucena Villaflor, Julieta Lanteri, Macacha Güemes y Victoria Ocampo siguen vivas en ellas. La cita se da en Puerto Madero. Candelaria Lazzari –chozna de Macacha Güemes– y Sol Lanteri –chozna de Julieta Lanteri– se encuentran en la puerta del Hotel Madero y se saludan con naturalidad. Aunque no están acostumbradas a ser las protagonistas de una nota, la timidez no se apodera de ellas, periodista e historiadora, respectivamente, cuentan lo que saben de sus ascendentes. María Magdalena (Macacha), hermana del general Martín Güemes, luchó con él por la Revolución de Mayo desde su Salta natal. “Era una mujer muy aguerrida, con mucho coraje. Siempre se hablaba sobre ella en mi familia paterna; en casa de mi tía, que llevaba su mismo nombre, solían hablar de su historia y tenían un cuadro con el típico retrato de ella”, cuenta Candelaria, que a continuación muestra una moneda que hicieron en homenaje a la tatarabuela de su padre en 1910. “Yo, a Julieta (Lanteri) tampoco la conocí porque falleció en 1932 en un accidente automovilístico muy dudoso; entonces, las historias me llegaban por mi mamá. Mi abuelo contaba que dos primas suyas de La Plata, de la misma edad de Julieta, siempre decían: ‘ahí viene Julieta, siempre de blanco’, que era el color del feminismo”, recuerda Sol. La que vestía siempre de blanco fue la primera mujer en votar en la Argentina. Ante una convocatoria de la Municipalidad de Buenos Aires para que los ciudadanos actualizaran sus datos en los registros militares sobre los que se basaban los padrones electorales, notó que se exigía mayoría de edad y residencia en la ciudad, entre otros requisitos, pero que en ningún lado se hablaba del sexo. Sin perder el tiempo se anotó y el 26 de noviembre de 1911 se presentó en la Parroquia San Juan Evangelista de La Boca y votó para una elección municipal. Con el título de la portada de los diarios del día siguiente, el escandalizado Concejo Deliberante sacó una ordenanza prohibiendo el voto a las mujeres. Pero Julieta ya había pasado a la historia.

Escuela de pioneras. Mientras Sol y Can-

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Candelaria Lazzari (36) Chozna de Magdalena “Macacha” Güemes (Salta, 1787-1866). Hermana del general Martín de Güemes, héroe de la independencia argentina. Adhirió a la causa patriota durante la Revolución de Mayo y colaboró de manera activa con su hermano: prestó su casa para la confección de los trajes de los soldados y ofició en varias ocasiones de negociadora ante los adversarios.

delaria relatan sus historias, Laura Chertkoff escucha atenta. Ella es portadora de un apellido simbólico para el socialismo –sus tías abuelas fundaron el Centro Socialista Argentino–. Ella también es periodista, y además de su parentesco con las hermanas Chertkoff, también lo fue de Alicia Moreau,

pionera del Movimiento Feminista Argentino, y segunda esposa de Juan B. Justo luego de que él enviudara de Mariana Chertkoff. “Me pasó de cruzarme con militantes del socialismo que me dicen que había un chiste interno: los que tenían poder dentro del partido eran los que estaban casados con


mis tías (Mariana con Juan B. Justo, Fenia con Nicolás Repetto y Adela con Adolfo Dickmann), entonces era medio un matriarcado en las sombras. Pero era un rumor, no hay pruebas”, bromea Laura. Entre cafecito y petit four cada una fue contando de sus vidas actuales y de las de sus antepasados. Con la llegada de Cecilia De Vincenti se escuchó un coro de suspiros. De la mano de esta jovial mujer de 49 años llegaba la presencia eterna de su mamá, Azucena Villaflor, fundadora de Madres de

“generó cierta polémica la zona elegida para poner sus nombres a las calles, porque ellas eran de clase media, pero cercanas a los obreros, a los barrios de Barracas, Almagro, La Boca”. (laura chertkoff) Plaza de Mayo. La cercanía de su historia en el tiempo, y la vivencia personal de cada una de estas mujeres de más de 30 con la dictadura militar, se hizo sentir en un abrir y cerrar de ojos. “A Alicia Moreau yo la conocí también”, cuenta De Vincenti, mirando a Laura. “La conocí viejita, viejita, en un acto en el que había una entrega de medallas a mujeres destacadas. Me acuerdo que para mí fue como encontrarme con una institución, era sorprendente”. “Yo fui a conocerla con mi familia y ¡me pareció una vieja divina! Un personaje súper interesante, siempre fue así”, recuerda Laura su encuentro de adolescente frente a aquella mujer, su pariente directa.

Serena Olivera (17) sobrina bisnieta de Victoria Ocampo (Buenos Aires, 1890-1979). Escritora e intelectual, se crió en el seno de una familia tradicional porteña y desde pequeña se interesó por el ámbito de las artes. A principios de los ’30 fundó la revista “Sur”, desde la que promovió la literatura. En sus múltiples viajes al exterior y en su casa de Béccar se codeó con personalidades destacadas de la cultura mundial.

Mujer de carácter. Sólo falta Serena Olivera, que cuando llega, lo hace con la frescura que le dan sus 17 años. Sobrina bisnieta de Victoria Ocampo, las historias sobre ella fueron palabras corrientes durante su infancia, ya que su madre (Dolores Bengolea) compartió infinidad de veranos y momentos familiares con la escritora. En el living de su casa no abundan las fotos, sólo una ilumina el cuarto y es de Victoria; en la habitación de Dolores se suman dos re-

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Laura Chertkoff (40) Sobrina nieta de las hermanas Chertkoff y de Alicia Moreau de Justo (Londres, 1885-1986). Las Chertkoff fundaron en 1902 el Centro Socialista Argentino y militaron por el voto femenino. Alicia Moreau, esposa de Juan B. Justo, fundó el Movimiento Feminista Argentino y trabajó en la Sociedad Luz, desde donde divulgó temas como la higiene social y la prevención sanitaria.

tratos, pero aún intentan descifrar si ambos son de la escritora, o uno es de su hermana Silvina. Al recorrer la casona de Béccar, Serena escuchó muchas anécdotas mientras caminaba junto a su familia por allí. “No la viví a Victoria tanto desde el mundo de la literatura, sino de su carácter. Mamá siempre la recuerda como una mujer directa, muy correcta pero que decía todo sin ningún problema”, asegura, y a modo de ejemplo desempolva una anécdota. “Durante un almuerzo, una de las hermanas de Victoria (eran seis) estornudó con pudor, y ella reaccionó: ‘Eso es un proceso de tu cuerpo para sacar lo malo, si estornudás, ¡hacelo bien y sacás todo!’.”

Genes compartidos. Ideales fuertes y causas silenciadas en sus respectivas épocas fueron algunos de los denominadores comunes entre ellas, y la esencia se nota en lo que aún apuntala la familia.

–¿Qué actitudes o creencias que sus antepasadas tenían siguen vigentes en sus familias? Lanteri: –A pesar de que está muy ramificada la familia, hay un común denominador. Todas las mujeres son muy destacadas en los ámbitos en los que se desarrollan, sea artístico, científico o intelectual. Como si viniera en la genética, tuvimos mucho interés en la historia, las cuestiones sociales, como lo tuvo ella. De Vincenti: –Creo que todas las mujeres que marcaron de alguna manera la historia nos transmitieron de forma directa o no que las mujeres lo podemos todo. Ser madre, esposa, trabajadora, laburar en algo social. Que seas la súper chica. Ahora, gracias a muchos años de terapia, sé que no es así. Lazzari: –Totalmente, una figura tan fuerte te marca. Que en 1800 una mujer, como lo hizo Macacha, estuviera a la par de su hermano, en una sociedad machista, no es poca cosa.

–¿Conservan objetos o elementos materiales que hayan pasado de generación en generación? Chertkoff: –En mi familia libros, fotos y esas cosas, sí. Y, además, como Fenia era escultora había algunas de sus obras dando vueltas. Pero por sobre todo hay libros. En mi familia la biblioteca era casi el mueble central de la casa. Respecto de Alicia, trabajó bastante tiempo en la Sociedad Luz de Barracas que era una biblioteca popular, donde ella daba clases de salud e higiene para los obreros, y hace unos años la fui a conocer. Uno, a veces,

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no necesariamente conserva cosas, objetos, sino también recorridos en la ciudad, trayectos de lugares que le pertenecieron. De Vincenti: –Yo tuve también recorridos, pero lo mío fue mucho más doloroso por la historia de mi mamá. Tuve que ir a la ESMA que fue donde estuvo secuestrada y donde fue torturada, después a la playa de Santa Teresita donde había aparecido su cuerpo, fui al Cementerio General Lavalle. Después, por suerte, pudimos tener sus cenizas que están en la Pirámide de Mayo. Yo de mi mamá tengo todo, su documento, su boletín, todo lo que tiene cualquier hija de su madre. La típica caja de fotos familiares que sacas y te empezás a preguntar quiénes son todos, bueno, esa caja la tengo yo.

–¿Cómo se enteraron que una calle o plaza de Puerto Madero rendiría homenaje a sus ascendientes? Chertkoff: –Puerto Madero empezó por Alicia Moreau, y al principio, del otro lado no había nada. Por mi parte, de la plaza de Fenia Chertkoff, nos enteramos casi de casualidad. Sí generó cierta polémica la zona elegida, porque ellas eran de clase media, pero cercanas a los obreros, a los barrios de Barracas, Almagro, La Boca. Entonces estar de este lado es un poco extraño. Por ahí, con el tiempo, esta zona deje de estar tan de moda, de ser fashion, tal vez quede más integrada a la ciudad y entonces se vea de otra manera. Pero ahora es un poco contradictorio. Pero bueno, los nombres van a quedar, sería políticamente incorrecto que alguien venga y los cambie. De Vincenti: –Por mi parte tuve el privilegio de poder elegir qué calle homenajearía a mi madre. Y elegí que fuera la continuación de Belgrano por lo que esa figura representa dentro de la historia.

–¿Sienten que en sus familias la mujer tiene un peso diferente? Chertkof: –Sí, mi hermano dice que mi familia es muy matriarcal y reconozco que es un poquito cierto (risas). Olivera: –Es muy loco, porque en mi caso no es algo que se dio en todas las generaciones. A mamá le llegó, a mi abuelo no, Victoria con su sobrino se llevaba muy mal y con su sobrina nieta era muy cercana. Si el hecho de que hayan sido mujeres ayudó o no a que se transmitieran ciertos valores no lo sé, pero se dio así y es un hecho. La imagen de la mujer fuerte la veo en mi hermana, pero nunca me puse a pensar si se trataba de una especie de herencia genética o qué.

Cecilia De Vincenti (49) Hija de Azucena Villaflor (Avellaneda, 1924desaparecida 1977). Fue una de las primeras mujeres en hacer pública la búsqueda de sus hijos desaparecidos. En diciembre de 1977, fue secuestrada y llevada a la ESMA, donde fue torturada y asesinada. Sus restos, enterrados como“NN” en el cementerio de General Lavalle, fueron reconocidos por el Equipo Argentino de Antropología Forense en 2005.

–Si Victoria Ocampo viviera, ¿se sorpren-

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dería con el lugar que ocupan hoy las mujeres en la sociedad? Olivera: –Siento que el lugar de la mujer hoy en día en algunas cosas evolucionó muchísimo y en otras cosas está cada día peor. La imagen de la mujer, en relación a los prototipos de belleza, es algo que juega totalmente en contra de una ideología de la mujer fuerte, independiente, y que quiere demostrar que lo que vale es otra cosa. Antes, la mujer tenía la imagen de madre que era como mucho más valiosa, aunque estaba totalmente atada. Hoy ves mujeres que crían hijos y viven de sus maridos y de su aspecto físico, y es un horror. Eso me parece retrógrado. Creo que

“siento que el lugar de la mujer hoy en día en algunas cosas evolucionó muchísimo y en otras cosas está cada día peor”. (serena olivera) muchas de estas grandes mujeres se espantarían un poco con esto.

–¿Han sentido el peso de sus antepasados sobre sus hombros alguna vez? De Vincenti: –Desde lo histórico y el reconocimiento es bueno que recuerden la tarea de las madres y de mi mamá en particular. Pero desde lo personal a veces es jorobado porque hay ciertas cosas sobre las que no puedo opinar o decir por ser la hija de Azucena. Yo soy mucho más cuidadosa que Hebe (De Bonafini), ella dice lo que se le canta; yo, en cambio, tengo que pensar qué voy a decir porque sé que lo que digo no lo dice Cecilia De Vincenti, sino la hija de Azucena.

–¿Hay algo en particular que admiren de ellas? Olivera: –A mí lo que me gusta de ella (Ocampo) es el carácter que tenía, la presencia súper distinguida, al mismo tiempo de decir las cosas, de no ser sumisa. Admiro su presencia, su fuerza, y eso es algo que tenés adentro y te lleva a seguir adelante. 

Agradecimiento: Hotel Madero, Rosario Vera Peñaloza 360, www.hotelmadero.com

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María Sol Lanteri (34) Chozna de Julieta Lanteri (Italia, 1873-1932), una de las primeras graduadas de médica y activa propulsora de los derechos civiles para las mujeres. Fue la primera mujer en votar cuando era algo exclusivo de los hombres (aunque luego lo invalidaron), y también la pionera en ser candidata a un cargo político.


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